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domingo, 12 de octubre de 2025

Guadalcanal a través de los siglos

HISTORIA DE UNA VILLA HISTORICA 

LA VILLA MEDIEVAL

    La invasión de los bárbaros del norte, hasta los primeros intentos de reconquista de esta villa, pasando -naturalmente- por la dominación musulmana, transcurre un largo período de tiempo -que en gran parte comprende la llamada Edad Media- del que no sabemos muchos datos para la historia de Guadalcanal.
    Nos resultaría gratuito suponer que, dado el enclave geográfico la villa en los accesos a la Bética desde Extremadura, sufriera la invasión y saqueo que los vándalos acometieron en la región meridional (Un contemporáneo de los sucesos, el Obispo Idacio, reflejó en su “Cronicón" los horrores de esta espantosa ocupación)
    En 414, un nuevo pueblo bárbaro, los visigodos, entraron en la Península Ibérica, estableciéndose en la Tarraconense; y, quince años más tarde los vándalos, que ocupaban Andalucía, pasaron al norte de África.
    Puesto que hacia finales del siglo V los visigodos dominaban en si toda España, cabe pensar que fuera a raíz de los hechos señalados cuando se diera la batalla -cuya memoria nos ha quedado- de los suevos y alanos contra los visigodos, en un lugar entre Mérida y Zafra. Las huestes suevos-alanas desbarataron a los ejércitos enemigos y dieron muerte al caudillo Atares. Luego marcharon victoriosos a Llerena desde cuya ciudad alcanzaron el puerto de Guadalcanal, de donde pasaron a Alanís, en que había una plaza fuerte -quizás de construcción alana-, semejante a la que existía en el municipio Iporcense (Constantina)

LA INVASIÓN ÁRABE.
    La situación de Guadalcanal en el confín de AI-Ándalus y las puertas de la Meseta, unido a su riqueza minera -por la que era conocido este pueblo desde que el hombre supo del artificio de las minas, según el Adelantado J. de Oñate-, hizo, sin duda, que con la invasión de los árabes a España fuera éste el lugar más preciado de la región y uno de los primeros, por tanto, en ser ocupados. Pues, de una parte, no es ninguna fábula en la riqueza que el pueblo mahometano desplegó en la fabricación de armas y objetos decorativos y utilitarios, ejecutados en hierro y acero, con adamasquinados e incrustaciones de plata y oro. Y, a más de esta circunstancia, en Andalucía, como se sabe, apenas se opuso resistencia a estos invasores.
    Es incuestionable que cuando los árabes se establecieron en este lugar, aún quedaban vestigios de los procedimientos que los romanos empleaban para las explotaciones minerales, pues los nuevos dominadores continuaron las actividades mineras al modo como los romanos las habían practicado. Sólo que -como era de esperar- se experimentó una versión nominal, ya que los árabes llamaron “wad” -que en su idioma significa "río"- a lo que para los romanos había sido “canalitium". Puede deducirse, pues, que al unir ambos vocablos resultase el nombre de Guadalcanal, que parece significar "lugar donde hay ríos, acequias o minerales excelentes". Para sustento de esta opinión podemos traer a colación los nombres árabes locales de los ríos Benalija y Viar; al primero de ellos se llamó Ben-Alí-Exa, "hijo del fuego", o de los montes calientes, y el otro, que al principio fue Guaviar, viene a ser lo mismo que "río precipitado en sus corrientes".
    Más aceptada y extendida es la teoría que sobre el significado árabe de esta palabra propuso el P. Guadix. Procede, según afirma, de Wad-al-canaá, que equivale a "río de creación o contentamiento", y añade que es incorrecto decir Guadalcanal, pues según su origen y transcripción lo acertado sería "Guadalcaná".
    Sea como fuere, está suficientemente probado que el nombre de Guadalcanal arranca de los primeros tiempos de esta dominación.
Los musulmanes construyeron el alcázar al sur del recinto amurallado que rodeaba la villa, y tuvieron por mezquita lo que luego sería la iglesia de Santa Ana. Se tiene constancia documental de que el pueblo tuvo entonces un volumen de dos mil casas. Por lo demás, salvo por la toponimia, ningún vestigio nos ha quedado de esta época, pues las mismas construcciones árabes serían aprovechadas para la reorganización cristiana.

LA RECONQUISTA.
    Habiéndose declarado independiente del califato de Córdoba el reino moro de Sevilla en 1023, bajo el gobierno de Abul-Cassin -de la dinastía Beni-Abbad, que reemplazó a la Omeya-, su hijo y sucesor. Al-Motadid, incorporó a su reino los de Huelva, Jerez, Niebla, Arcos, Morón y Algeciras, aniquilando a Córdoba en 1044, a cuyo soberano, Gewar-ben-Mohamed, hizo prisionero. Acaso estos progresos suscitaban en el ánimo de Fernando I el Grande, rey de Castilla y León, la idea frenar los éxitos del rey moro sevillano, pues en 1064 convocó a los obispos, ricos-hombres y grandes vasallos de su corona para llevar a la guerra a los Estados de AI-Motadid. La victoria acompañó en todo momento a las armas cristianas, que, procedente de Extremadura, entraron en Guadalcanal. Enorme sobresalto padecería el emir sevillano ante la impetuosa invasión que se aproximaba, pues propuso un pacto a Fernando I, ofreciéndole una cuantiosa indemnización de guerra. Accedió el cristiano, con la condición de que le fueran entregadas las reliquias de Santa Justa, mártir de la persecución romana en tiempos de Diocleciano. Gozose AI-Motadid de poder evitar la tormenta sobre su reino amenazaba a cambio de tal insignificancia, hizo buscar los restos de dicha Santa, pero no fue posible hallarlos, por más empeño que en ello se puso. En vista de esto, Fernando pidió y obtuvo el cuerpo de San Isidoro, que fue trasladado a León y depositado en la iglesia de San Juan Bautista, la cual tomó desde aquel día el nombre y advocación del Santo Obispo de Sevilla.
    Con motivo, pues, de esta campaña, la villa de Guadalcanal se liberó por primera vez del yugo islámico, si bien volvió a perderse inmediatamente. Se recuperó de nuevo en 1088, en que Alfonso VI tras su derrota en Zalaca por el jefe de los almorávides Jussuf-ben-Taxin, decidió emprender una serie de correrías por esta zona de infieles, a fin de desquitar su anterior desastre.
    Poco tiempo duró, sin embargo, la hegemonía cristiana de esta villa, pues algunos años después volvió a caer en poder de los almohades, que al mando de Jusef-Abu-Jacub, conquistaron esta región. Para combatir la nueva avalancha mahometana, en 1185 salió Alfonso VIII de Toledo con un poderoso ejército y realizó una incursión por Extremadura, conquistando Trujillo, algunos lugares de la Serena, Berlanga, Valverde y Guadalcanal, de donde pasó a Sevilla. A su regreso descansó en este pueblo, y de aquí marchó a Reina, en cuyo Castillo tenían los moros la mayor fortaleza de la región, a la que cercó y tomó por combate.
    Más tampoco estas conquistas fueron definitivas, puesto que en 1231 perdiéronse nuevamente Guadalcanal y el Castillo de Reina.
    El Castrum Reginensís de los romanos era punto muy estratégico y disputado por unas y otras armas, y en muchas ocasiones marcó la frontera de los moros.
Ocho años después de estas pérdidas, los Caballeros de la Orden de Santiago celebraron un capítulo general en la ciudad de Mérida que presidió el XV Maestre don Rodrigo Iñiguez, comendador de Montalbán. En él se acordó conquistar algunas plazas fuertes que aún :quedaban en Extremadura bajo el dominio mahometano, pronunciando el maestre una arenga en que infundió un santo celo por la cruzada de recuperación.
Con un ejército compuesto por los Caballeros de Santiago y gran número de gente de sueldo que juntaron, salieron de Mérida y fueron conquistando, a más de otros lugares, los pueblos de Almendralejo, Usagre. Fuente del Maestre, Llerena y, no pudiendo tomar el Castillo de Reina por su gran fortaleza, pasaron a Guadalcanal, donde pusieron un sitio que acabó con la rendición y entrega de la villa por el gobernador Axataf, caudillo de la ciudad de Sevilla, que era este año de 1241 el que más nombre y poder tenía en las fronteras de los cristianos. Entre los Caballeros de Santiago que se hallaron en esta jornada a las órdenes de don Rodrigo Iñiguez, figuraron el comendador don Rodrigo Valverde; don Juan Muñiz de Godoy, comendador de Extremadura don Lope Sánchez de Porras, trece de la Orden; el comendador don Hernán Meléndez, don Rodrigo Yánez, comendador de Almaguer; Albar Martínez de Aibar o Ibarra, comendador de Mora, etc.
    Posteriormente, cuando Fernando III el Santo tomó la ciudad de Carmona, los moros del Castillo de Reina y Constantina fueron a ofrecerle vasallaje. Pero hasta ese momento, parece ser que la Orden realizó nuevos ataques a fin de conquistar las referidas plazas. En uno de estos, narra la tradición que dándose -el día de la festividad de Nuestra Señora- una memorable batalla entre cristianos y moros, y tras llevar varias horas de pelea encarnizada, el Maestre que los mandaba don Pelay Pérez Correa, se encomendó a la Virgen, suplicándole: "Señora detén tu día". A sus ruegos, se oscureció milagrosamente el sol hasta que él y sus gentes quedaron vencedores. Para conmemorar la victoria se dio el nombre a un arroyo donde ocurrió la batalla, Matamoros. y en la cumbre de una montaña inmediata mandó edificar el Maestre una iglesia con el título de Nuestra Señora de Tentudía,  Dotóla de grandes rentas y puso en ella algunos "freires" de su Orden, en cuyo colegio habían de leer gramática, artes y teología. También por su voluntad, fue el Maestre don Pelay Pérez Correa enterrado en esta iglesia. Más tarde, por ser aquél un lugar desierto, se mandó trasladar -con el mismo título- al colegio que la Orden tenía en Salamanca, donde habían de acudir las casas de Uclés y San Marcos de León con 3000 ducados de renta anual.
    El monasterio conserva magníficos azulejos en el altar mayor y en las capillas de Santiago y San Agustín, ejecutados por Juan Riero y Niculoso Pisano.
    A raíz de su reconquista, el rey San Fernando dio Guadalcanal a la Orden de Santiago, cuyo Priorato residía en San Marcos de León, con dependencia de la Vicaría de Santa María de Tentudía de Llerena. Y fue entonces cuando la villa tomó por armas un canal y dos puñales o dagas que aún conserva en su escudo.

LOS CASTILLOS.
    Desde antiguo -abundaron los castillos en el término de Guadalcanal, como consta diversas fuentes, y la misma toponimia en la mayoría de los casos confirma El control y seguridad de la villa, en el tránsito obligado de que grandes regiones naturales, exigirían de este género de instalaciones militares cuando su población comenzara a adquirir alguna importancia.
    En realidad, más que castillos acaso sólo fueran pequeñas fortificaciones diseminadas por el territorio local, según parece inducirse así de la función que desempeñarían dado este enclave geográfico, como por los escasos restos que de ellas nos quedan hoy día.
    En la villa, el Castillo de la Orden, que hasta su reconquiste fue alcázar de los moros, formaba parte del sistema murado, y fue llamado así así por ser la morada de los Comendadores de la Orden de Santiago. Estaba situado en lo que actualmente son el Ayuntamiento y el paseo de El Palacio. En la visita de 1498 se describe del siguiente modo: Está a las espaldas de la Iglesia de nuestra Señora Santa María; en entrando la dicha casa por una puerta, está a la mano derecha una cocina yendo adelante hay un patio por solar con una danza de arcos de ladrillos encalados y un pozo casi en medio del patio. A la mano izquierda de dicho patio está una sala grande por solar, en la cual sala, a mano izquierda, está una cocina con una chimenea grande de ladrillos y junto con ella una cámara y otra recámara solada de ladrillos y en entrando más adelante está una despensa con ciertas jarcia dentro y otra cámara solada; y en entrando adelante está otro cuerpo sala pequeño solado y pintado de ciertas pinturas, y en entrando adelante está otra sala que sale a una huerta con unos pilares pintados en ellos de pincel y ciertas armas y unas rejas de palo que salen a la huerta con sus poyos a la redonda, y a la mano izquierda de esta sala que sale a la huerta está otra sala grande con una danza de arcos de ladrillos y encalados, y la dicha sala por solar y dos poyos a la luenga; en canto de la dicha sala está una escalera a la mano derecha que sale a otra escalera de piedra, está una como saleta y están en ella dos ventanas grandes que salen a la dicha huerta; y subiendo por la dicha huerta está una cámara solada con una ventana que sale a la dicha huerta; está la dicha cámara encabriada y encañada con sus tijeras de madera, y frontero de esta dicha sala está otra sala alta con una ventana que sale al corral de palacio en que están citas jarcias; está encasiada y encabriada. Hay una huerta en que hay siete pies de naranjos y cuatro higueras y unos pies de ciruelos y un nogal grande, y el suelo de ella ciertas plantas. En la mano derecha de dicho patio, como entran, está una seleta de manera de cocina amaderada y bien encabriada en la cual están dos hornos uno grande y otro pequeño, y más está una caballeriza mediana en que hay seis bestias cubiertas de madera y tejas, y está frontera de ésta otra caballeriza grande que hay para unas quince bestias, cubierta de madera y tejas; está sobre dada la mitad de ella. Más adelante está un corral, y frontero de él una bodega grande con ciertas tinajas grandes y medianas y un lagar. Hay otro edificio de paredes de tierra que se dice fue bodega y un trascorral grande a las espaldas.
    Todos los demás castillos de Guadalcanal se hallaban repartidos por su término, siendo el de la Ventosilla el único del que nos han quedado vestigios. Su localización estaba determinada por los ríos Guaditoca y Sotillo; más concretamente, en el llamado Cerro del Castillo, dentro del pago de La Plata, en el lugar donde se cruzan los caminos de Azuaga y el de Valverde a Malcocinado, próximo al Sotillo, a la altura la pasada de Mingo Rey. Se conserva un costado de la fortaleza, unos veinte metros de longitud y dos metros de altura, construido a base de mampostería de piedras careadas, presentando hiladas alternativamente anchas y estrechas. En el extremo norte de dicho lienzo se alza una torre de ángulo de cinco metros, siendo la altura del resalto sobre el paramento del muro de 3,40 metros. El lado opuesto de la muralla parece haber estado guarnecido de otra torre semejante ésta. Hacia el centro del paredón se produce un entrante, formando un entrante de 3 20 metros de luz en lo que tal vez fuera una hornacina.
    El Castillo de Valjondo estaba situado al extremo norte del término al oeste del Camino de Azuaga, habiendo sólo dejado memoria Toponimia, pues a finales del siglo XVIII quedaban apenas unos leves restos.
    Completamente ha desaparecido el Castillo de la Torrecilla, sito a hacienda así llamada, la cual estaba separada por el arroyo de la Canaleja de la del Castillejo. En esta última hacienda -de cuya fortaleza tomó el nombre- se hallaba el del Castillejo, en el cruce del camino de Valverde con la cañada de Esteban Yánez. Tampoco quedan restos de este castillo.
    El Castillo de la Atalaya estuvo enclavado en la suerte de este nombre, ignorándose el sitio exacto de su emplazamiento, pues no ha quedado vestigio alguno del mismo. Otro tanto sucede con el Castillo de Portichuelo, del que ni siquiera conocemos su situación.
De los castillos mencionados, el más próximo a la villa fue el de Santa Cruz, en las cercanías al arroyo de San Pedro, que también se ha extinguido por completo. Conserva su nombre la huerta allí existente.
    Por último, el Castillo de Monforte -del que ya hablaban los romanos- es el más antiguo de cuantos hubo en esta Los restantes probablemente se construyeran entre los siglos XI y XIII para fortalecer esta frontera sevillana. Pues la misma situación de la mayoría de las fortalezas reseñadas -al norte del término de Guadalcanal-, parece confirmar lo expuesto.

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domingo, 5 de octubre de 2025

UNA GUADALCANALENSE A QUIEN SE LE APARECIÓ LA VIRGEN EN COLOMBIA.

Nuestra Señora de Chiquinquirá

    Honra también a la villa de Guadalcanal el hecho de haber visto en ella la luz primera otra figura, que no lució arreos militares con engallados penachos, ni asombró a los indígenas de América con arrestos conquistadores, pero, en cambio, su nombre -María Ramos, a ruegos a la Santísima Virgen obró el famoso milagro de la renova­re su imagen, allá en el poblado de Chiquinquirá— está relacionado íntimamente con el acontecer religioso de Colombia, pues, como dice Rueda Vargas, "La imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá aparece como impregnada de nuestra historia nacional”
    María Ramos, la Bernardita Soubirous de Colombia, como la llama un dominico, embarcó en Sevilla en 1584 con destino al Nuevo: Reino de Granada, acompañada de sus dos hijos, su sobrino político; Francisco de Aguilar y una sirvienta, a fin de reunirse con su marido Pedro de Santana, que residía en la ciudad de Tunja.
    Decepcionada con la frialdad e indiferencia que a su llegada halló en su marido, marchó María Ramos a Chiquinquirá con el pretexto de visitar a su cuñada Catalina García de Irlos, recientemente viuda por muerte de Antonio de Santana, encomendero que había sido de Suta, más tarde Sutamarchán, localidad de la actual provincia de Recaurte, en el departamento colombiano de Boyacá.
    Para presidir un oratorio que en su casa había erigido Antonio de Santana, encargó al hermano dominico Andrés Jadraque que le proporcionara un cuadro de la Virgen del Rosario, a la que era especial devota. El religioso contrató la obra con un pintor y platero español, vecino de Tunja, llamado Alonso de Narváez, el cual la ejecutó al temple “mixturando tierra de diferentes colores con el zumo de algunas yerbas y flores". Mas como el lienzo tuviera forma apaisada, a ambos v del mismo, representó el artífice las efigies de San Andrés Apóstol y San Antonio de Papua.
    Pasado algún tiempo, puesto que la capilla en que el cuadro fue colocado estaba fabricada a base "de paja y de vara en tierra", la incidencia causó tanto daño en la pintura que el cura del pueblo, Juan de Leguizamón, mandóla quitar del altar. Santana la llevó a sus aposentos y la abandonó en una caballeriza.
    Al llegar María Ramos a Chiquinquirá encontró el cuadro en cuestión en el albergue referido, pero en tan pésimo estado que solo se percibían unos leves vestigios de la pintura, sin que se pudiera identificar imagen alguna. Muy afligida la piadosa María Ramos al conocer la historia del cuadro por Catalina García, lo arregló lo mejor que pudo, le puso un bastidor y lo colgó de unas cañas que había en una choza inmediata al aposento.
    Desde entonces -refiere el padre Mesanza- "frecuenta, capilla y, apenas entraba a hacer oración, con muchas lágrimas significaba a la Madre de Dios el pesar que sentía porque no veía ni un rasgo siquiera de su imagen entre las líneas de la pintura".
    El viernes 26 de diciembre de 1586, hacia las nueve de la mañana, repitió sus ruegos con mayor fervor que nunca. Impelida necesidad de visitar a una pobre ciega, salió del oratorio después de una profunda reverencia, al tiempo que pasaba por allí una india con un niño de la mano. Al pasar por la puerta, el niño gritó a la india: " mire, mire". Miró la mujer y vio la Imagen que estaba en el suelo, verticalmente, despidiendo gran luz e iluminando todo el oratorio. Dirigiéndose a María Ramos, que ya salía, le dijo: " Mire señora que la Madre de Dios se bajado de su sitio y está en vuestro asiento y parece que se está quemando”.
    "María Ramos se volvió inmediatamente se arrojó a los pies la Santísima Virgen, y llorando efusivamente ante tanta dicha, vio sus esperanzas cumplidas: la Imagen resplandecía misteriosamente todos y todos los rasgos de la pintura se delineaban con perfección; y así duró todo aquel día, quedando luego el cuadro como al presente se ve. conservándose las roturas que entonces tenía”
    Este es el origen de una de las grandes devociones marianas de la América Española, pues, así como las advocaciones de Lujan y Guadalupe, por ejemplo, sintetizan los fervores de los pueblos argentinos y mejicanos. así también a la Virgen de Chiquinquirá se la tiene por Reina y Abogada de la República de Colombia.
    Todos los historiadores de Chiquinquirá coinciden en que la benemérita María Ramos nació, en Guadalcanal, hacia 1550. Sus padres fueron Juan Ramos y Catalina Hernández de Ávila. Está enterrada en la iglesia de Chiquinquirá, pues así lo dispuso por su testamento, que fue registrado en la Villa de Leiva el 26 de abril de 1618.
    El primer juez designado para examinar e investigar el prodigio de Chiquinquirá fue el cura beneficiado de Tunja, don Juan de Caste­llanos, cronista egregio y paladín inflexible de la verdad, que nació en Alanís. donde se bautizó en 9 de marzo de 1522.
    Para un mejor conocimiento de la trascendencia que este hecho taumaturgo tuvo en la historia eclesiástica y aun civil de la nación colombiana, que no en balde para Eduardo Caballero Calderón “… el cuadro milagroso de la Virgen de Chiquinquirá, como en Santiago de Compostela la tumba del Apóstol, ha sido para nosotros el mayor aglutinante del espíritu nacional...".
    Transcribo de la mencionada obra del padre Ariza la siguiente:

CRONOLOGÍA DE LA VIRGEN DE CHIQUINQUIRÁ
Fecha Hecho ocurrido:
1499 o  1500 . Nace en España Fray Andrés Jadraque
1529 Febrero 28 Antonio de Santana llega a Santa Marta con el Goberna­dor García de Lerma y veintiún dominicos, los primeros misioneros que tuvo el país.
1540 Entra Antonio de Santana con el Gobernador Jerónimo de Lebrón al Nuevo Reino de Granada, se establece en Tunja y obtiene las Encomiendas de Suta y Chiquinquirá.
1550 Nace María Ramos en Guadalcanal, Andalucía, España. Llega Fray Andrés Jadraque a la fundación del convento de Santo Domingo de Bogotá
1551 Fray Andrés Jadraque es asignado entre los fundadores del convento de Santo Domingo de Tunja, y enviado como doctrinero a Tinjacá y Suta.
1560 Alonso de Narváez pinta en Tunja, por encargo de Anto­nio de Santana y Fray Andrés Jadraque, el futuro milagroso cuadro de Nuestra Señora.
1572 El cuadro es retirado de la Capilla a los Aposentos de Suta de Merchán, por estar muy deteriorado, y llevado a los aposentos de Chiquinquirá.
1582 Muere en Tunja Alonso de Narváez, natural de Alcalá de Guadaira, cerca de Guadalcanal, y se manda enterrar con el hábito dominico.
1584 Llega a Tunja María Ramos.
1585 Muere Antonio de Santana. María Ramos se traslada a Chiquinquirá.
1586 Viernes 26 de diciembre 9 de la mañana Milagrosa renovación de la Imagen de Nuestra Señora.
1587. 10 enero Primeras informaciones jurídicas sobre el milagro de la renovación. Septiembre, nuevas informaciones. Diciembre, 3. Es llevada la santa Imagen a Tunja para remedio de la peste.
1588. Enero 6 El arzobispo de Bogotá, don Fray Luís Zapata de Cárdenas, constituye tribunal eclesiástico para examinar prodigio de Chiquinquirá. Junio. Erige la parroquia Chiquinquirá, independiente de Suta, y nombra primer párroco al presbítero Gonzalo Gallegos. Agosto. El ser arzobispo visita Chiquinquirá, en compañía del Presidente del Nuevo Reino, don Antonio González, y del corregidor de Tunja, capitán Antonio Jove. Bendice y coloca la primera piedra para el templo (agosto 17), y examina María Ramos.
1600 o 1601. Muere en el convento de Mariquita, Fray Andrés de draque, de más de cien años de edad.
1610. Es colocada la sagrada Imagen en la nueva iglesia
1618. Abril 26 María Ramos hace testamento en Chiquinquirá.
162. María Ramos recibe el hábito de dominica terciaria, pronostica la fundación del convento dominicano de Chiquinquirá.
1633.Agosto 18 Por segunda vez sale la Santa Imagen para Tunja y; tal Fe de Bogotá. Este mismo año el señor arzobispo nardino de Almansa visita Chiquinquirá.
1635. Vuelve de Santa Fe a Chiquinquirá la Sagrada Imagen.
1636.Abril 18 El arzobispo don Fray Cristóbal de Torres O.P. decreta entregar el Santuario al cuidado de los dominicos. Mayo. Los dominicos toman posesión solemne del Santuario
1639.Declárase convento la residencia dominicana de Chiquinquirá.
1658. Eríjese canónicamente el convento formal
1682. Muere en el convento del Santo Ecce-Homo el P. Juan Pereira, cartagenero, primer historiador de la Virgen Chiquinquirá
1686. Primer centenario de la renovación; el arzobispo Lozano visita en peregrinación Chiquinquirá.
1694. Se imprime en Madrid la "Historia de Nuestra Señera Chiquinquirá", por el P. Pedro de Tovar y Buendía.
1707.  Despójase a los dominicos de la parroquia de Chiquinquirá
1760. Diciembre El virrey José Solís Folch de Cardona, con gran acompa­ñamiento visita Chiquinquirá. (Poco después se hizo fran­ciscano)
1770. Sept.15 Es declarada solemnemente la Virgen de Chiquinquirá patraña del pueblo por las autoridades eclesiásticas y civiles
1786. Segundo centenario de la renovación.
1790. Julio o Agosto El virrey Ezpeleta visita Chiquinquirá, y anima a los reli­giosos a levantar un nuevo y mejor templo. El primero empezaba a caerse
1801. Colócase la primera piedra de la actual Basílica.
1802/1803. El arzobispo don Fray Fernando del Portillo y Torres, O.P. pide a la Santa Sede el oficio litúrgico en honor de la Vir­gen de Chiquinquirá
1896. Trasládase la Imagen a la capilla pajiza, al lado norte del actual templo
1810. La Junta Suprema de Gobierno erige en Villa, el pueblo de Agosto 8 Chiquinquirá
1815 Enero 20 Los dominicos en nombre de la Virgen, y a petición del Gobierno, entregan el dinero y las joyas de la Virgen para la causa de la independencia
1816. Marzo 21 Fernández Madrid, Presidente de la Nación, invoca el auxilio de la Virgen de Chiquinquirá para las armas de la Unión Granadina.
1819. Julio 29 El P. Fray Mariano Garnica, Provincial de los dominicos, pide al Rey de España su intervención ante la Santa Se­de para obtener el oficio litúrgico.
Abril, 20. El general patriota Manuel Serviez (francés) se lleva la Imagen has­ta Cáqueza, en Cundinamarca. Las tropas españolas la restituyen en julio a su Santuario, después de hacerle grandes homenajes en Santa Fe, con asistencia del Paci­ficador Pablo Morillo (mayo, 24)
1823. El señor Rafael Lasso de la Vega, obispo de Mérida en Venezuela, marzo19 pide a la Santa Sede el oficio litúrgico. Sep­tiembre, 23. El mismo señor obispo consagra el templo actual.
1825. Abril12 Su Santidad León XII concede la fiesta litúrgica en honor de la Virgen de Chiquinquirá, con el oficio y la misa del ^Santísimo Rosario.
1828. Junio 18 El Libertador Simón Bolívar visita a la Virgen de Chiquin­quirá con piedad edificante.
1829. Julio 29 Aprueba el Papa Pío VIII el Oficio propio de la Virgen de Chiquinquirá, y la declara Patrona igualmente Principal de la Nación
1830. Mayo 8 La Santa Sede extiende el oficio litúrgico de la Virgen de Chiquinquirá a la Diócesis de Quito
1836. El Gobierno civil suprime el convento de los dominicos y se incauta de todos sus bienes
1841. Cuarta salida de la Santa Imagen
1881. Noviembre 22 Restaurase la comunidad dominicana de Chiquinquirá
1886. Celébrase con gran esplendor, el tercer centenario de la renovación
1900. Agosto 19 El general Próspero Pinzón, vencedor en Palonegro, visi­ta a la Virgen y le ofrece su victoria. Agosto, 30. El ejérci­to recibe la sagrada comunión al pie del trono de la Virgen.
1908. Diciembre 24 El arzobispo don Bernardo Herrera Restrepo consagra el altar de mármol
1910. Enero 9 El Capítulo de la Basílica Patriarcal de los Apóstoles Pe­dro y Pablo de Roma, expide el decreto para coronar canónicamente la sagrada Imagen, en nombre de Su Santidad Pío X.
1913. Publícase en Bogotá el libro "Nuestra Señoras de Chiquinquirá", por el P. Mesanza
1915. Julio 6 Muere en Chiquinquirá el V.P. Buenaventura García y Saavedra, restaurador de la Provincia Dominicana y pá­rroco ejemplar de Chiquinquirá durante cuarenta y nueve años.
1918. Marzo 4 Llega a Chiquinquirá el Rvrdo. P. Fr. Luís Theissling, Maestro General de la Orden Dominicana, junio, 21. Los chiquinquireños se rebelan contra el decreto episcopal del señor obispo de Tunja, Eduardo Maldonado Calvo, de llevar la santa Imagen a Bogotá, para ser coronada, y comente abominaciones indescriptibles en la ciudad, en el Convento y en el mismo Santuario.
1919. Junio 28 Quinta salida de venerable Imagen. Julio 9. Solemnísima coronación de la Imagen en la plaza mayor de Bogotá y proclamación de su reinado sobre el pueblo colombiano. Publicase la "Historia de la Virgen de Chiquinquirá", por los padres Vicente María Cornejo y Andrés Mesanza. Agosto 14. Entrada triunfal de la Virgen en su Santuario, después de pasar por Tunja, acompañada del Presidente de la República. Don Marcos Fidel Suárez
1927. Agosto 18 Pío XI declara Basílica Menor el Santuario de Nuestra Señora
1928. Julio 9 El Nuncio Apostólico Pablo Giobbe y el Presidente de la República, Miguel Abadía Méndez, presiden las fiestas para ejecutar el decreto de Basílica Menor. Julio 18. La Sagrada Congregación de Ritos adiciona al oficio litúrgico
1930. Mayo La Conferencia Episcopal Colombiana (dos arzobispos, ochos obispos, un vicario apostólico, cinco prefectos apostólicos, un provicario apostólico, un vicario capitular y varios canónigos y superiores regulares), hace visita ofi­cial a la Virgen de Chiquinquirá.
1934. Redáctase un proyecto de Oficio todo propio en honor de la Virgen de Chiquinquirá. Imprímese en Caracas la "His­toria de la Coronación de la Virgen ", por el P. Mesanza.
1936. Celébrase con gran pompa, el tercer centenario de la llegada de los dominicos a Chiquinquirá.
1939. Enero 9 Concédese a los dominicos el Oficio litúrgico del clero secular
1942 Reimprímese en Bogotá la "Historia de Nuestra Señora de Chiquinquirá", por los PP. Cornejo y Mesanza. Agosto 15. El Arzobispo de Bogotá pide a todo el Episcopado la adhesión para pedir a la Santa Sede el Oficio todo propio
1944. Julio 9 Bodas de plata de la Coronación. Solemnísima fiesta en Chiquinquirá para condecorar la Sagrada Imagen con cetro precioso. Asisten el Nuncio Apostólico Carlos Sere­na, el Arzobispo de Bogotá, Ismael Perdomo, el Obispo de Tunja, Crisanto Luque y otros obispos, vicarios y per­fectos apostólicos. El Gobierno nacional se hace repre­sentar y envía una escuadrilla aérea.
1945. Abril 13 La Sagrada Congregación aprueba las tres Lecciones históricas del Oficio, redactadas por el M.R.P. Fr. Alberto E. Ariza S. O.P
1947. Agosto 9 Visita Chiquinquirá el Revmo. P. Fr. Manuel Suárez, Maestro General de la Orden Dominicana.

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