HOSPITAL DE LA CARIDAD
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sábado, 5 de julio de 2025
Guadalcanal Monumental 17
HOSPITAL DE LA CARIDAD
sábado, 3 de febrero de 2024
El poeta de la Residencia
Recuerdos de la Historia de Guadalcanal
Cuando recibimos la triste noticia de la muerte de
nuestro amigo y colaborador Joaquín, contaba con 90 años, reproducimos el articulo
del homenaje que le hicimos en la residencia y que en su día escribimos sobre
él.
Era un
ejemplo de alegría y humanidad a pesar de sus limitaciones físicas en las dos
manos, esto no fue óbice ni límite para llevar una vida normal y ejercer
múltiples oficios, así nos lo explicó en la maravillosa tertulia en la que
nos acompañó aquella maravillosa tarde
cuando nos recibió en junio del 2018 en “su casa” la residencia Hermana Josefa María de su
amado pueblo de Guadalcanal, posteriormente, un mes después esta Asociación le
hicimos un homenaje junto a otra leyenda de Guadalcanal Trini Ordoñez (puro
arte) y le entregamos una placa que perdurará en un sitio preferente de la
residencia en su memoria.
Eran
largas las charlas que mantuvimos con él, sacaba de su archivo mental
prodigioso en la puerta de la Puntilla o de la Residencia con su inseparable
transistor, momentos vividos en aquellos años difíciles que les tocó en su
vida. Nos ayudó a recuperar oficios e historias del Guadalcanal del siglo XX.
A
continuación, reproducimos la entrevista que le hicieron nuestras compañeras y
que el conservaba enmarcada.
Hace
unas fechas nos desplazamos a la Residencia Hermana Josefa María la Asociación
Guadalcanal por su Recuperación Patrimonial para tener una tertulia con una
persona entrañable que es historia viva (en este caso inmaterial) de nuestro
pueblo Joaquín Silvestre Prieto, popularmente conocido como “El manquito”
o el “Poeta de la Residencia” así le gusta que le reconozcan.
Joaquín nació en aquellos años difíciles de principio de los años treinta del pasado siglo en Guadalcanal, se crió con las necesidades que eran comunes para muchas familias, a pesar de ello fue un niño feliz, (nos comentaba), su minusvalía no le impedía integrarse en aquella sociedad de pocos recurso y mucha solidaridad entre los vecinos y familiares del pueblo, poco después estalló la contienda civil, aun cuando sus recuerdos son confusos le dejó marcado y recuerda a familiares y amigos que desaparecieron.
Nos relataba con nostalgia que empezó a trabajar en 1.948 con 17 años en la finca ¨El Pinto¨, termino de Cazalla de la Sierra, cuidando de toda clase de animales (cerdos, vacas, mulos, yeguas, etc.), Después estuvo trabajando con sus tíos en las fincas del Gallo y San Antonio, pasó su juventud trabajando en el campo ejerciendo las labores que le encomendaban.
Posteriormente,
en el año 1.966 unos familiares que vivían en Madrid le
animaron a emprender una nueva aventura, proponiéndole un trabajo en el
manicomio del Doctor López Ibor ,(según nos contaba Joaquín) “Los
pacientes que estaban allí ingresados eran de distintas nacionalidades y en
realidad no estaban locos, los ingresaban para no ser encarcelados por haber
cometido distintos delitos, eran gente de dinero”, continuó con nostalgia que: “en el barrio del Pilar, había un bar donde
se reunían varios paisanos y le llamaban bar el Botero, en honor al bar del
pueblo”, en Madrid trabajó durante dos años.
Seguía con su animada charla, “en el
68 me llamaron del pueblo para ofrecerme un trabajo de alguacil en el
Ayuntamiento, pero cuando llegó para presentarse le habían dado el trabajo a
otra persona y a él le ofrecieron el trabajo de recoger la basura y
naturalmente aceptó, se sentía orgulloso de volver a su pueblo como
empleado del Ayuntamiento. “Mi trabajo
consistía en llevar un carro de hierro tirado por una mula llamada Lola”,
era de su propiedad y el carro del ayuntamiento, “solo
se recogía la basura a las personas que pagaban una cuota de 15 ptas. al mes
(Jesús Gálvez, el coreano era el encargado de cobrar la cuota)”, en su casa de la calle
Sevilla nº 17 le hizo una cuadra en el corral para su mula, comentaba.
“La basura recogida la llevaba a la Pedrera,
daba al menos tres viajes al día y más tarde paso a la Erillas”, su
peonada era de 8,00 a 14,00. ” Igualmente, recogía cartones,
los almacenaba y luego los vendía a Evaristo, lo mismo hacia con la chatarra y
esos pequeños ingresos eran para mí”. Tuvo un grave accidente
con el carro, le cogió el brazo y fue larga su recuperación.
Ejerció Joaquín
esta profesión hasta que, en 1975, su amigo Placido Cote (el cartero),
le comentó que necesitaba una persona de confianza y que, si quería irse a
trabajar al casino del Cebollino de conserje, “no lo dudé, y la contestación fue que sí”, estuvo 22 años
trabajando, su labor entre otras consistía “en cobrar los recibos de los
socios casa por casa y el alquiler de las sillas a particulares para fiestas y
entierros”.
De
esta última faceta de su vida laboral tiene muchas anécdotas y “chascarrillos”
sobre la historia de esta sociedad, así nos cuenta en un artículo de la
revista de Feria de Guadalcanal de 1985:
“Sociedad
Deportiva Recreativa “El Cebollino”, voy a contarles cómo se fundó esta
sociedad. Transcurrían los años cuarenta y tantos, en el Casino del Galgo se
juntaban varios hortelanos tomando unos vasitos de buen vino, que le servía el
dueño, el amigo Tomás. Este bar estaba en la esquina de la calle Antonio
Porras, cerca de la casa de Yerga. En dicho casino se formó la primera Junta
Directiva. Un poco más tarde pasó a la Casa de Galván (calle Juan Campos). Allí
salió el primer casino con el nombre del Cebollino Sociedad Deportiva Recreativa,
esto sería sobre los años cincuenta, con el tiempo se cambia de domicilio, fue
donde está hoy la farmacia y de allí se cambia a Electrovira Regalos.
Siendo
Presidente Adriano Atalaya Palacio, se celebra una Junta General por el motivo
siguiente: la casa de D. Federico Gullón Pérez, donde estuvo el Auxilio Social
y el comedor en la calle Antonio Machado, número 6, está en venta y esta Junta
General acuerdan comprar la referida casa, pero hay otro comprador que es el
señor Antonio Osorio Calderón.
Pero
el Señor D. Federico dijo estas palabras: “la casa es para la
Sociedad” y así fue. La casa quedó vendida en el precio de 400.000
pesetas, pagadas en varios plazos.
Bien el motivo que se llame “EL CEBOLLINO” es el siguiente: cuando estaban en una reunión se presentó un hortelano con un manojo de plantones de cebollinos, y uno de los asistentes dijo: “esto se va a llamar el “Cebollino”.
En este mismo artículo de la revista de feria titulado “Recuerdos de la Historia de Guadalcanal”, nos cuenta otras efemérides sucedidas en la población con fechas y años, así entre otras describe:
Año
1900.- día 1 de enero se coloca la Cruz del Puerto de Llerena, en ese mismo año
el día 3 de septiembre se celebra la feria en el Coso.
Año
1909.- Se plantan los primeros árboles del Paseo del Palacio.
Año
1926.- Se cambia el pilar de la Cava siendo alcalde Daniel Muñoz.
Año
1928.- Se inaugura la caseta de hierro con un coste de 5.000 pesetas.
Año
1931.- Se construyó la torre del reloj de la Plaza.
Año
1944.- Se inauguró la fuente de El Coso, por el cura D. Juan Romero.
Año
1947.- La primera feria con corridas de toros por los Hermanos Galisteo.
Año
1951.- Último sábado de abril, primera romería después del año 1936.
Año
1952.- Día 22 de mayo, descarga una gran tormenta y hubo muchos daños, en este
mismo año se producen varios acontecimientos, destacando el 12 de junio, día
del Señor, se estrena una Banda de Música y el 19 de Agosto se inaugura la
Plaza de Abastos.
Año
1964.- Día 5 de septiembre, homenaje a Pedro Ortega Valencia y el 4 de
noviembre se inaugura la actual Casa Cuartel de la Guardia Civil.
Año
1971.- Día 18 de julio se inaugura la Piscina Municipal.
Año
1972.- Día 19 de enero se cierra la iglesia de la Concepción.
Año
1981.- Día 6 de junio, día del Señor se inaugura la nueva Banda de Música y el
13 de junio sale por primera vez a tocar fuera del pueblo.
Año
1993.- Se coloca la primera piedra de la residencia Hermana Josefa María y fue
inaugurada el 11 de enero del año 2006.
Otra
faceta de Joaquín era la rama de escritor y cronista de nuestro pueblo, así lo
atestiguan los artículos publicados en nuestra revista de feria de 2008 “Molinos
de Aceite que tuvo Guadalcanal hasta el año 1960”, año 2011 “La Feria de Guadalcanal”, año 2012 “Historia
del cementerio municipal de San Francisco”, 2014 “Feria,
Crónica de un suceso que pasó en Guadalcanal al poco de terminar la Guerra
Civil en España” o
el mencionado del 2015 “Recuerdos de la Historia de Guadalcanal”,
su pasión por las poesías dedicadas a nuestra patrona o las emotivas que lee en
la puerta de la residencia cada Semana Santa y que a los nazarenos y cofrades
nos llegaban al corazón.
Nos
comenta con orgullo “que todos sus trabajos los realizó con agrado y
simpatía con todo el mundo y fue trabajador incansable”.
Nos
despidió en la puerta de la residencia de ancianos de nuestro pueblo donde
residía, después de una animada charla, con la sonrisa en los labios.
¡Descansa
en Paz Joaquín, amigo de todos”!
Publicado en el blog de la Asociación
Guadalcanal por su Recuperación Patrimonial.
domingo, 12 de junio de 2022
La Sierra Morena de Sevilla y sus paisajes y 6
Última Parte
Pese a la creciente consideración
de los valores y recursos paisajísticos, no puede obviarse el carácter novedoso
que esta nueva dimensión y funcionalidad del territorio presenta tanto a nivel
institucional como social. Resulta, por tanto, fundamental acompañar cualquier
estrategia de protección o mejora del paisaje en un determinado ámbito con
iniciativas destinadas a resaltar la importancia que, en términos
patrimoniales, socioeconómicos y de calidad de vida, ha adquirido el paisaje en
las últimas décadas. Esta tarea de sensibilización, acompañada de las tareas
formativas o de asesoramiento a los poderes públicos locales, se hace especialmente
necesaria en áreas como la Sierra Norte sevillana, donde todavía se observan
algunas reservas respecto a las políticas ambientales, siendo entendidas por
determinados colectivos o sectores sociales como negativas para el desarrollo
del área.
Se plantea, de esta manera, la
necesidad de hacer evidentes las posibilidades que ofrece el paisaje en
relación con la cualificación y singularización de los productos y servicios
del ámbito serrano, como un nuevo recurso patrimonial que puede ser movilizado
y, en definitiva, como un eficaz indicador de la calidad de vida del área. Por
el contrario, debe desecharse cualquier lectura que identifique al paisaje como
una imposición burocrática que viene a sumarse a las limitaciones específicas
que afectan al ámbito en virtud de sus valores ambientales o culturales.
A partir de este reconocimiento del
paisaje como patrimonio territorial, deberán desarrollarse las medidas
oportunas para preservar y revalorizar los componentes y espacios que
contribuyen a generar la cualificada imagen paisajística de la que disfruta
este sector de la provincia de Sevilla. En este sentido, es preciso indicar
que, junto con la recuperación de determinados recursos en claro proceso de
degradación (fundamentalmente, edificaciones vernáculas y muros de piedra
seca), es necesario reforzar la dimensión paisajística de determinados
elementos patrimoniales (tanto naturales como culturales), en los que no han
sido suficientemente explicitados o gestionados sus valores estéticos y
perceptivos.
En algunos casos, la
reconsideración desde una perspectiva paisajística de estos componentes del
patrimonio territorial pasará por el estudio de las relaciones espaciales y
visuales que establecen con su entorno inmediato o con otros referentes más
lejanos con los que de alguna forma interactúan. En otras ocasiones, el
tratamiento paisajístico de estos elementos patrimoniales deberá compatibilizar
el mantenimiento de sus valores ambientales, históricos o culturales con los
usos y significados que la población les atribuye o les ha atribuido
tradicionalmente. No debe olvidarse en ningún caso que la accesibilidad y el
disfrute social de estos recursos también contribuyen a su preservación,
evitando su abandono o su olvido con el consiguiente peligro de degradación
ambiental y paisajística. La apertura y el mantenimiento de itinerarios y
equipamientos públicos que permitan el acercamiento a los referentes
territoriales y paisajísticos del área deben formar parte, por tanto, de la
estrategia general de intervención en el paisaje serrano.
Siendo importante la adopción de medidas paisajísticas relativas a los elementos o espacios con mayor grado de reconocimiento o singularidad, no puede obviarse el carácter dinámico y evolutivo de la mayor parte del territorio serrano, conformado a partir de la actuación continuada del ser humano sobre el medio. El mantenimiento de los paisajes agroforestales del área, con la dehesa al frente, necesitan fundamentalmente actuaciones y medidas orientadas a mantener su funcionalidad. Desde este punto de vista, la preservación de la calidad paisajística del ámbito está estrechamente ligada a la gestión y al mantenimiento de las labores y actividades tradicionales que, en última instancia, son las que han generado los paisajes que actualmente percibimos y apreciamos (prácticas ganaderas extensivas, tareas de mantenimiento de la dehesa, saca del corcho, explotación de recurso selvícolas, mantenimiento de huertas en los entornos urbanos). Junto a estas prácticas tradicionales, la continuidad y la integridad ambiental de los paisajes serranos también requerirá de la adopción de intervenciones e iniciativas destinadas a evitar incendios forestales, a renaturalizar y reforestar espacios degradados, a minimizar los procesos erosivos asociados a la agricultura, así como a promover la integración paisajística de las nuevas construcciones e infraestructuras en el territorio.
4.2_Definición de objetivos de calidad paisajística
• Unos paisajes adehesados
sostenibles y multifuncionales que preserven y pongan en valor sus recursos
patrimoniales, culturales y paisajísticos.
• Unos paisajes agrícolas serranos
compatibles y adaptados a las limitaciones del terreno pero que resulten
competitivos en función de su especificidad o de la aplicación de prácticas
productivas ecológicas o tradicionales.
• Una imagen tradicional de los
núcleos serranos acorde con los valores históricos y culturales que atesoran,
siendo imprescindible a tal efecto el máximo respeto por las características
urbanas y tipologías constructivas en las que se sustentan las representaciones
y significados socialmente atribuidos. Especial atención merecen en este sentido,
las vistas externas, los bordes y periferias urbanas recientes, así como las
entradas a los núcleos, que presentan una especial sensibilidad en función de
los procesos urbanizadores y edificatorios que suelen desarrollarse en ellos.
• Un patrimonio cultural asociado a
la explotación de los recursos naturales de la Sierra Norte (minería,
aprovechamientos agroforestales, ganadería, obras hidráulicas,…) que se
mantenga en buen estado de conservación y que se incorpore como un activo
territorial para la implementación de estrategias diversificadas de desarrollo
socioeconómico del ámbito mariánico.
• Unos paisajes naturales
connotados (parajes o espacios que gozan de un mayor reconocimiento
institucional y social) en los que se concilien el acceso y disfrute público de
los recursos y valores sobre los que se sustenta su mayor consideración con la
preservación de los procesos y formas que los singularizan o caracterizan.
• Unas implantaciones productivas y
terciarias (polígonos industriales, enclaves turísticos u hosteleros, naves de
transformación o distribución de los productos serranos,…) en medio rural
adaptadas a los significados de naturalidad e integridad que se atribuyen a
amplios sectores de la sierra.
Bibliografía de referencia y saber más
• AGUDO TORRICO, J. (1984),
Arquitectura popular en la provincia de Sevilla, en VÁZQUEZ MEDEL, M. (dir.),
Sevilla y su provincia. Tomo I. Ediciones Gever S.A.: Sevilla. pp. 115-148.
• BUENO MANSO, F. (1995), Guía de
la naturaleza de la provincia de Sevilla. Centro Andaluz del Libro, Diputación
Provincial de Sevilla, 127 pp.
• CARMONA GRANADO, A. y JIMÉNEZ
CUBERO, S. (1995), Cazalla de la Sierra. Naturaleza e historia. Sevilla,
Ayuntamiento de Cazalla de la Sierra.
• CONSEJERÍA DE MEDIO AMBIENTE
(1999), Manual práctico Parque Natural Sierra Norte de Sevilla. Consejería de
Medio Ambiente, Junta de Andalucía.
• DÍAZ QUIDIELLO, J. (Coord.)
(2009), Atlas de la historia del territorio de Andalucía Consejería de Vivienda
y Ordenación del Territorio, Instituto de Cartografía de Andalucía, Junta de
Andalucía.
• DIRECCIÓN GENERAL DE LA RED DE
ESPACIOS NATURALES PROTEGIDOS Y SERVICIOS AMBIENTALES (2003), Plan de
Desarrollo Sostenible del Parque Natural Sierra Norte (Sevilla), Servicio de
Fomento de Espacios Naturales, Consejería de Medio Ambiente, 2 vol.
• FERNÁNDEZ CACHO, S., FERNÁNDEZ
SALINAS, V., HERNÁNDEZ LEÓN, E.,
LÓPEZ MARTÍN, E., QUINTERO MORÓN,
V., RODRIGO CÁMARA, J.M., ZARZA BALLUGUERA, D. (2010), Paisajes y patrimonio
cultural en Andalucía. Tiempo, usos e imágenes. Instituto Andaluz del
Patrimonio Histórico, Junta de Andalucía, Consejería de Cultura, 2 vol.
• Plan Especial de Protección del
Medio Físico de la provincia de Sevilla (1987), Consejería de Obras Públicas y
Transportes, Junta de Andalucía.
• REQUENA SÁNCHEZ, M.D. (1993),
Permanencia y cambios de la Sierra Norte de Sevilla. Estudios Integrados de
Geografia. Sevilla, 1993.
• SILVA GARCÍA, J.A. (2002), El
Parque Natural de la Sierra Norte, Excmo. Ayuntamiento de Constantina.
• ZOIDO NARANJO, F., SILVA PÉREZ,
R., FERNÁNDEZ SALINAS, V., RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, J., TROUT TATE, A., PARDO
GARCÍA, S.M. (2011), Entorno urbano de Constantina. Identificación,
caracterización y cualificación de recursos paisajísticos. En: Paisajes de
Oportunidad. Convención Europea del Paisaje y Participación: las acciones
piloto del proyecto
PAYS.MED.URBAN, Ed. Maggioli, pp. 98-103.
Catálogos de Paisajes de la Provincia de Sevilla
domingo, 29 de mayo de 2022
La Sierra Morena de Sevilla y sus paisajes 5
Quinta Parte
3.1.2_Percepciones y
representaciones actuales (Continiación)
Dos temas clave fracturan de forma importante las valoraciones obtenidas en el proceso de participación. Por un lado, el papel del Parque Natural en los procesos de cambio de los paisajes serranos, que para unos ha sido positivo, pero para otros se ha orientado de forma contraria a sus aspiraciones. Por otro, el papel de la actividad turística, que para unos es garantía de una dinamización económica necesaria para la supervivencia de los paisajes serranos, pero para otros constituye una amenaza para los lugares más emblemáticos, sin una correspondencia clara con el desarrollo socioeconómico de la población autóctona. La percepción de algunas personas es que la política restrictiva asociada a la protección del territorio como parque natural ha empeorado la calidad de los paisajes serranos, uniformizando y dañando los paisajes arbolados. Ha sido frecuente también la referencia a la mala gestión ganadera y a la pérdida de diversidad de cultivos. Se ha mencionado el retroceso del castañar, la práctica desaparición de las huertas en los ruedos urbanos y del paisaje de viñedos sustituido mayoritariamente por un olivar de baja producción.
En cuanto
a las riberas y la presencia de cursos de agua se señaló la desaparición de los
sistemas asociados a los huertos periurbanos, también de fuentes que servían de
abastecimiento para la población y el ganado. Esta pérdida se identifica a su
vez como causa de deterioro general de las áreas cercanas a los núcleos, ya que
la presencia de agua garantizaba más vegetación y una temperatura más agradable
durante el verano.
Por otro
lado, se mencionaba la construcción de los embalses como un elemento positivo
de transformación y de cualificación de los entornos afectados. Respecto a los
caminos hay dos procesos valorados negativamente por la mayoría de los
participantes: la desaparición de los vallados de piedra tradicionales se
señala como una pérdida identitaria y estética que ha sucumbido a las razones
puramente económicas; y la progresiva privatización de los caminos públicos,
mediante la proliferación de cierres y vallas, que impide el acceso real a los
paisajes.
En el
interior de los pueblos, se reconoce una mejora en la calidad de los espacios
públicos, aunque se destaca la pérdida de carácter de la arquitectura urbana
tradicional. En este sentido se ha mencionado la pérdida de detalles
constructivos autóctonos (arcos de medio punto rebajados en los vanos, detalles
en las puertas y ventanas, teja árabe, encalados, chaflanes en los cruces de
calles, utilización del color “rojo carruaje”, dinteles pintados…) y de
elementos propios (cobertizos, cortinares), la proliferación de elementos
ajenos, la extensión de la construcción tipo adosado y la estandarización de
elementos del mobiliario urbano.
“Por estos campos grises,
por estas duras sierras,
talladas por el viento,
la lluvia y el arado
pasaron los pastores,
los siglos y las guerras,
sembrando sus vestigios
de olvido y de pasado.
Va desgranado piedras
con puños torrenciales,
no abrieron en su lomo,
jamás, una vereda
y sin embargo cría cardos y matorrales,
difíciles juncales y mísera arboleda”.
ANTONIO PARRÓN CAMACHO.
Poemas inéditos. 2005.
“En estos montes, cubiertos desde el comienzo de los tiempos de enormes
masas de matorral formado por espesos jarales de troncos retorcidos y
entrelazados, por viejas matas de romero, por lentiscos siempre verdes, entre
los que crecen apretados los alcornoques y las encinas, tejió la naturaleza un
recio entramado, bajo el cual encontraron eficaz refugio osos, venados, ciervos
y jabalíes”.
José María Osuna
Cuando se cazaban Osos a unas leguas de Sevilla 1965
3.2_ Establecimiento del carácter paisajístico
El
paisaje de la Sierra Norte de Sevilla presenta una marcada impronta serrana y
natural que emana de una tradicional y respetuosa convivencia entre el medio y
las actividades humanas. La particular base física de este territorio, la
componente vegetal de los suelos y los modelos tradicionales de ocupación y
aprovechamiento antrópico del medio natural, de profundo arraigo histórico, son
los principales rasgos identitarios del paisaje del área.
Desde el
punto de vista del relieve, la extensión y continuidad que presentan los suaves
relieves de la Sierra Nortea sevillana confieren al área todos los atributos y
significados que identifican a la montaña media mediterránea. Una montaña que,
como corresponde a su condición de macizo antiguo largamente erosionado, se
resuelve desde un punto de vista fisiográfico en una sucesión de lomas, colinas
y sierras de formas suaves que se alinean siguiendo las direcciones
predominantes de los plegamientos que dieron origen en su momento al macizo
hercínico. La trascendencia de la Sierra Norte como espacio montuoso se deriva,
por un lado, de su franca separación respecto a las tierras bajas y formas
horizontales de la depresión del Guadalquivir y, por otra parte, por la
extensión y continuidad que adquiere el macizo como flanco septentrional a lo
largo de todo el valle.
Los
suelos resultantes son poco evolucionados, de naturaleza ácida y escasa
fertilidad, por lo que su vocación es claramente forestal. Los bosques
potenciales son encinares y alcornocales, con la aparición de bosquetes de
quejigos y robles en microhábitats particularmente húmedos, incluso castañares
cultivados, además de formaciones de ribera que ocupan las orillas y suelos más
humectados en torno a los ríos. Esta diversidad vegetal no sólo contribuye a la
diversificación paisajística, sino que, unida a otros valores naturales del
área (fauna, riqueza geológica), ha favorecido la catalogación como Parque
Natural y Reserva de la Biosfera de buena parte de la Sierra Norte de Sevilla.
Por lo
que respecta a la percepción de estos espacios serranos como un área de marcada
naturalidad y continuidad histórica, cabe señalar que dicha apreciación se encuentra
profundamente relacionada con las pautas tradicionales de ocupación y aprovechamiento
de un territorio con notables condicionantes litológicos, orográficos y edafológicos.
La capacidad que han tenido históricamente los habitantes serranos para adecuarse
a los citados condicionantes, haciendo uso de los recursos del medio sin llevarlo
al límite de sus potencialidades reales, se encuentra en la base de muchos de los
valores que actualmente tiene atribuidos esta área como paisaje singular y de calidad.
La máxima expresión de este aprovechamiento tradicional del bosque mediterráneo
en el área es la dehesa, que constituye uno de los elementos más identitarios
de la Sierra Norte y la máxima expresión de sus valores.
Fruto de
esta convivencia del hombre con el medio, se encuentran también algunos espacios
cultivados que corresponden a afloramientos calizos de mayor aptitud agronómica
o a los entornos urbanos, donde prevalecen los cultivos de olivar y cereal en
secano. Estas teselas agrarias, que en muchos casos acogen también prácticas ganaderas
extensivas, determinan cierta heterogeneidad en los biotopos vegetales y en los
espacios adehesados.
El
poblamiento de la Sierra Norte se compone de un hábitat mayoritariamente concentrado
de pequeños núcleos rurales que se emplazan en espacios con una topografía
amable o poco montuosa o bien aprovechando los pasillos naturales que se establecen
entre las alineaciones montañosas principales. Estas localidades no han sido sustancialmente
transformadas desde el punto de vista urbanístico, manteniendo además
determinados rasgos de la vida rural tradicional. Junto a los pueblos del área se
mantiene un importante hábitat diseminado tradicional que se relaciona con las prácticas
agro-silvo-pastoriles del monte y, especialmente, de la dehesa.
Entre las
percepciones del área, destacan también las relacionadas con otros sistemas de
explotación pasados como la minería, cuyas evidencias contribuyen a la
cualificación y singularización del paisaje de la Sierra Norte. Otro elemento
que posee importantes implicaciones territoriales, ambientales y
escenográficas, son las láminas de agua de los diferentes embalses que se
localizan en el área.
Finalmente, el reconocimiento institucional de estos espacios serranos a través de distintas figuras de protección ha contribuido a reforzar esta imagen de calidad ambiental y de integridad histórica, al tiempo que ha favorecido el desarrollo de numerosas posibilidades en relación con diversos tipos de turismo (activo, turismo cultural, etnológico…).
3.3_Valores y recursos
paisajísticos
Valores escénicos, estéticos y sensoriales
• Diversidad de este
paisaje serrano: colores, olores, texturas, diferentes perspectivas.
• Se destacan como
valores la tranquilidad, la belleza, la armonía entre lo natural y lo
humanizado.
• La lámina de agua
de pantanos, embalses, ríos como lugares que destacan por su belleza.
• Abundancia de
lugares y miradores que permiten amplias panorámicas del paisaje del área.
• La imagen externa
de los cascos históricos tradicionales de algunos núcleos.
• Valor escénico y
estético de los paisajes de dominante natural y también rural como dehesas y
huertas.
Valores naturales y ecológicos
• Bosque galería de
la ribera del Huéznar; así como las riberas y cabeceras de otros ríos.
• Características
geológicas del paisaje kárstico del Cerro del Hierro.
• Robles melojos del
Cerro del Hierro.
Valores productivos y utilitarios
• A pesar de ser un
espacio protegido, se destaca que es un espacio productivo: dehesas,
aprovechamientos forestales...
• Fincas
representativas del paisaje tradicional de la dehesa (La Travesía, UPAPalmilla,
La Atalaya, la
Jarosa, Navalvillar, Monte San Antonio, La Armada,…).
• Abundancia de
huertas, olivares y viñedos, valorados positivamente.
• Espacio de gran
riqueza cinegética, valorado así históricamente.
Valores históricos y patrimoniales
• Vestigios del
cultivo de vid en la sierra y elementos patrimoniales asociados al mismo.
• Huellas de la
explotación minera de la Sierra. Poblado e instalaciones abandonadas del Cerro
del Hierro.
• Patrimonio
arquitectónico del paisaje de la ribera del Huéznar: molinos, batanes,
martinetes, fábricas de electricidad.
Valores simbólicos e identitarios
• El paisaje de la
dehesa se reconoce como el que mejor refleja la identidad del área.
• Los muros de piedra
seca, muy en relación con las dehesas, como linde característica de este tipo
de explotación.
• Destacan, en
relación con la construcción tradicional, detalles constructivos autóctonos
(arcos de medio punto rebajados en los vanos, detalles en las puertas y
ventanas, teja árabe, proporciones constructivas, encalados, chaflanes en los
cruces de calles, utilización del color “rojo carruaje”, dinteles pintados…).
• Pozos de nieve.
• Huertas
tradicionales y viñedos de los ruedos de las poblaciones.
• Los castaños de
Constantina.
Valores de acceso y uso social
• Vía Verde de la
Ribera del Huéznar.
• Presencia de
numerosos caminos tradicionales y vías pecuarias, utilizados por las personas
de vinculación más directa con el área.
• Paisaje como
recurso turístico y principal reclamo de este sector en el área.
Valores religiosos y espirituales
• Presencia de
ermitas que gozan de un alto reconocimiento social.
Lugares, hitos y recursos
En la percepción de
los que conocen el área en el contexto de visitas turísticas más o menos
frecuentes son habituales las menciones a núcleos de población (Cazalla, El Pedroso,
Guadalcanal, Alanís, San Nicolás del Puerto…) y a lugares menos localizados asociados
a movilidad turística (paseo por las carreteras comarcales, sendero de Almadén-El
Real de la Jara, cualquier ermita, los castañares, dehesas…). Asimismo es muy
mayoritario el reconocimiento de tres espacios emblemáticos:
• La ribera del
Huéznar. Se hace referencia especialmente al bosque galería y su accesibilidad.
También se nombra el puente sobre el río en San Nicolás del Puerto y hay
menciones a la Vía Verde de la Sierra.
• El Cerro del
Hierro. Caracterizado por su espectacularidad y singularidad.
• Los alrededores de
Cazalla de la Sierra.
Entre las personas residentes o con mayor vinculación se hace referencia a
otros muchos lugares:
• El entorno de los
barrancos del Viar. Un lugar que generalmente se caracteriza como desconocido,
peligroso, pero con espectaculares valores paisajísticos.
• Riberas de otros
ríos, no sólo el Huéznar o el Viar: Benalija, Cala o Guadalbacar. También se
mencionó la cabecera del Ciudadela.
• Se mencionan
también numerosas fincas como representativas del paisaje de la dehesa.
• Otros lugares
mencionados se destacan por la belleza y singularidad (el pantano en La Puebla
de los Infantes y de Cala, la Cartuja de Cazalla, La Yedra en Constantina -a
pesar del deterioro y el abandono-), por su carácter de hito para una visión
panorámica del paisaje (el cerro de La Capitana, Cerro Negrillo, castillo de
Alanís, la zona de las Colonias de El Pedroso, el Mirador de Azulaque, el
Balcón de la Dehesa de Upa) o por su componente.
Catálogos de Paisajes de la Provincia de Sevilla
domingo, 15 de mayo de 2022
La Sierra Morena de Sevilla y sus paisajes 4
Cuarta Parte
2.3. Dinámicas y procesos recientes (continuación)
La historia del final del siglo XX y, en
especial, de principios del XXI está jalonada de reconocimientos que refuerzan
el papel de espacio ambientalmente valioso del área de la Sierra Norte. En
virtud de la citada ley 2/89, se han declarado los monumentos naturales de La
Cascada del Huesna (2001) y el Cerro del Hierro (2003), que reforzaron su
identificación como paisajes emblemáticos. En 2002 se declara la Reserva de la
Biosfera Dehesas de Sierra Morena, que incluye, junto con otros sectores de
Sierra Morena, la propia Sierra Norte, y finalmente, en 2011, se incorpora el
Parque Natural a la Red Europea de Geoparques. Otro aspecto destacable de este
territorio es que ha sido muy beneficiado por las ayudas públicas, en especial
las provenientes de los programas de desarrollo regional LEADER, pero también
por ayudas complementarias dentro de la Política Agraria Comunitaria, como las
que afectan al olivar, las primas ganaderas o las derivadas de la línea de
sustitución de superficies agrarias marginales por bosques y masas forestales.
Todo ello ha contribuido a frenar la pérdida de población, que en los últimos
años se ha estabilizado, incentivando actividades vinculadas al sector
servicios o garantizando la viabilidad de las explotaciones en el sector
primario.
En cuanto a los paisajes urbanos, la dinámica
regresiva de la población, el relativo aislamiento y la propia presencia del
Parque Natural han influido en que el área no haya experimentado con la misma
intensidad que otras en la provincia el crecimiento de la urbanización. La
mayoría de los núcleos conservan la traza de sus cascos históricos, de
configuración compacta, con viviendas unifamiliares entre medianeras, callejero
estrecho y adaptado a la topografía. En el interior se observa un proceso de
restauración y revalorización significativo, especialmente de edificios singulares
o catalogados, pero también de espacios públicos y caserío, aunque con algunas
mejoras pendientes. Los escasos crecimientos se han producido siguiendo las
vías de comunicación (Constantina) o el acceso al ferrocarril (El Pedroso). En
otros casos los crecimientos apenas tienen incidencia en la imagen histórica de
los núcleos (La Navas de la Concepción, San Nicolás del Puerto…). En el área no
se han construido vías de comunicación de nuevo trazado, pero sí se observa una
mejora en los existentes, que ha aumentado la seguridad y, sobre todo, ha
diversificado los accesos desde el área metropolitana, facilitando el
conocimiento de otros sectores de la Sierra.
El pasado minero de la Sierra explica
igualmente la existencia de un ferrocarril que une la capital de la provincia
con Cazalla de la Sierra. Durante casi 30 km., los trenes comparten las mismas
vías electrificadas de la línea entre Sevilla y Córdoba, pero a escasos metros
de la estación de Los Rosales hay un desvío donde comienza una línea no
electrificada que conecta Andalucía con Extremadura. A partir de aquí y hasta
Guadalcanal se han efectuado tareas de renovación de vía dejándola en buenas
condiciones. La línea pertenece al Corredor Ferroviario Ruta de la Plata que
comunicaba Sevilla con Gijón y que en 1985 fue suprimido. El papel de espacio
de ocio y recreación al que se aludía con anterioridad ha permitido que se
mantenga este corredor ferroviario que facilita el acceso a algunas de las
actuaciones de uso público más conocidas, como el sendero cicloturista de la
Vía Verde de la Sierra Norte.
Por último, cabe una breve mención a la evolución de los paisajes mineros de la Sierra, que tuvieron mucha importancia durante el siglo XIX y primera mitad del XX. La mina del Cerro del Hierro cambia varias veces de titularidad en este periodo y se extraen hasta 1977 aproximadamente 4 millones de toneladas de mineral. En la actualidad no se lleva a cabo ningún trabajo de aprovechamiento y el lugar se ha convertido en monumento natural y en uno de los paisajes más icónicos del área. Pero de la actividad minera quedan paisajes relictos en otros sectores de la Sierra: la mina de San Luis (carretera El Real de la Jara - Cazalla de la Sierra), la mina de San Miguel (Almadén de la Plata), canteras antiguas en El Real de la Jara, o restos ruinosos de la industrialización asociada a las explotaciones de hierro en la fundición de El Pedroso.
3.1.1_Evolución histórica de los valores y significados
atribuidos al área
La Sierra Norte de Sevilla es una de las
áreas donde la evolución de los valores y percepciones atribuidos
históricamente a sus paisajes es más patente y legible, debido, por una parte,
a la estabilidad del ámbito serrano y, por otra, a la vinculación de estos
significados con los principales aprovechamientos de cada etapa histórica. En
este sentido, la imagen predominante de la Sierra Norte desde la prehistoria
hasta los momentos finales de la dominación romana es la de un territorio
productivo de gran riqueza mineral y metalúrgica, enfocado principalmente a la
explotación de estos yacimientos. Esta imagen era común al conjunto de Sierra
Morena, sin distinguirse rasgos específicos que diferenciaran unos espacios de
otros. Es a partir del período medieval cuando comienza a distinguirse dentro
del ámbito serrano del Reino de Sevilla entre las tierras más occidentales,
vinculadas a la Ruta de la Plata, y las orientales, integradas por los concejos
de las villas principales de Cazalla y Constantina. A partir de este momento de
inicios de la Edad Media, el paisaje de la Sierra Norte es percibido como un
paraíso cinegético, destacándose la diversidad de montes en los que abundaba la
caza mayor (osos, jabalíes, corzos,…). Esta imagen tendrá continuidad durante
los siglos de la Edad Moderna, señalándose la pérdida progresiva de algunas de
estas especies y, en consecuencia, la mayor dedicación a la caza menor. En este
contexto se valoran especialmente las espesuras del monte bajo como principales
cazaderos del área, destacando la presencia del jaral y el lentisco. Por otra
parte, entre los siglos XVI y XVIII, adquieren un notable reconocimiento los
paisajes serranos de dominante agraria, en concreto los relacionados con los
viñedos y las instalaciones de transformación del vino, en un momento de
importante expansión de este cultivo para su exportación a América,
especialmente en el entorno de Cazalla. El declive de este comercio y la plaga
de filoxera de principios del XIX redujeron este cultivo a espacios residuales;
sin embargo, el carácter vitivinícola de este territorio se mantuvo, aunque en
menor medida, ligado a la producción de aguardientes.
Desde finales del siglo XVIII y durante el
XIX conviven dos tipos de percepciones sobre el paisaje de la Sierra Norte. Por
una parte, una visión científica e ilustrada que reivindica la valoración de
los paisajes naturales de la sierra por la singularidad de sus formaciones
geológicas y mineralógicas y la riqueza y diversidad de su flora y fauna
silvestre. Por otra parte, la visión romántica destacaba el carácter agreste y
salvaje del área, señalando los bosques de ribera como paisajes sobresalientes
por la frondosidad de la vegetación y la presencia del agua, así como por sus
valores escénicos y sensoriales. En este sentido, destaca especialmente la
ribera del Huéznar, considerada como un paisaje singular desde al menos el
siglo XVIII en relación con las huertas serranas de las márgenes del río y con
los ingenios que aprovechaban la fuerza motriz de las aguas. El uso recreativo
y social de estas riberas fue aumentando durante el siglo XIX y principios del
XX, destacando algunos espacios especialmente frecuentados y reconocidos como
Isla Margarita, al tiempo que se mantuvo el carácter productivo del río con sus
molinos, batanes y martinetes, incluso reutilizando algunas de estas
construcciones como fábricas de electricidad. En el último tercio del siglo XX
se ha ido produciendo la especialización de la ribera del Huéznar como paisaje
turístico, manteniendo en algunos casos las huellas del paisaje heredado, como
el patrimonio arquitectónico de las infraestructuras productivas en desuso,
mientras que otros rasgos característicos como las parcelas agrarias se han
perdido con el cambio de usos.
Por otra parte, es también en las décadas
finales del siglo XIX cuando proliferan las representaciones iconográficas de
los paisajes del área, vinculadas a estancias temporales de ocio y descanso de
algunos artistas de gran relevancia (Emilio Sánchez Perrier en Constantina,
José Pinelo en Guadalcanal o Manuel Barrón y Carrillo en El Pedroso), que se
decantan por encuadres de los alrededores de las poblaciones desde una mirada
naturalista con acentos costumbristas, o bien por un acercamiento más realista
hacia los sistemas agrícolas utilizados en los entornos de los núcleos serranos
con cierta trascendencia hacia las labores anónimas del campo. Este interés por
los paisajes de dominante agraria del área se concentra especialmente en las
valoraciones y apreciaciones sobre el paisaje de dehesa, caracterizado en los
momentos finales del XIX y comienzos del siglo XX por sus aprovechamientos
agroganaderos diversos y complementarios. Finalmente, la imagen de esta área se
completa con la recuperación, desde el siglo XIX y hasta finales del siglo XX,
de la actividad minera. Entre los registros de estos nuevos paisajes mineros de
la Sierra Norte destacan la red ferroviaria que daba servicio a las minas, los
restos de la industria siderúrgica de El Pedroso y, sobre todo, el Cerro del
Hierro. El Cerro del Hierro es reconocido como paisaje singular por sus
geoformas características modificadas por los siglos de explotación minera, al
tiempo que el poblado minero abandonado en los años 70 adquiere relevancia como
registro del patrimonio industrial minero de la Sierra Norte. A partir de los
años 80 del siglo XX se consolida de manera definitiva la percepción de este
espacio como área paisajística diferenciada debido, fundamentalmente, a la
unidad que le otorga el Parque Natural de la Sierra Norte y su emergente sector
turístico.
En el proceso de participación ciudadana se
ha producido un reconocimiento de los rasgos que identifican los paisajes más
valorados del área, muchos de ellos pervivencia de los construidos a lo largo
de la historia. La percepción social ha marcado, pese al componente natural de
estos paisajes, su carácter humanizado, rasgo que se menciona constantemente
como elemento diferenciador de otros espacios protegidos. Esta apreciación se
concreta no sólo en los paisajes urbanos de los núcleos serranos tradicionales,
sino, de forma especial, en el paisaje que se considera más identitario, la
dehesa. Vinculado a él se mencionan los elementos singulares que construyen esa
identidad: muros de piedra seca, bosque mediterráneo aclarado y gestionado por
el hombre, presencia de ganado, etc. La dehesa se valora positivamente incluso
cuando presenta un aspecto abandonado o deforestado y se considera un paisaje
vulnerable a medio plazo por su carácter marginal dentro del sistema económico.
Se señala el régimen privado de estos paisajes, que supone dificultades de
accesibilidad.
Para los participantes, el paisaje serrano es
bastante inmutable, los cambios y las transformaciones se producen de forma muy
lenta, y estos ritmos son difíciles de percibir en la escala temporal de la
percepción humana. Hay mucha unanimidad en considerar que, pese a lo que pueda
parecer a primera vista, se trata de paisajes muy poco homogéneos, que destacan
por su riqueza, diversidad, matices formales (colores, olores, texturas…), o
las diferentes perspectivas si se observa en una u otra dirección.
Los valores que se destacan en los paisajes
de la Sierra Norte son los de la tranquilidad, autenticidad, belleza, armonía
entre lo natural y lo humanizado, presencia constante de la huella de
diferentes pueblos. Estos valores se reconocen como un recurso, y se marca la
vocación turística y recreativa que se deriva de los mismos. Otro factor
importante que se atribuye a las transformaciones en el área es su dependencia
de procesos externos, no controlados por las poblaciones autóctonas. En este
sentido los cambios más relevantes que se aprecian en el paisaje de la sierra
parecen tener que ver con el papel que el sistema económico global otorga a los
espacios rurales, en especial los de montaña, un papel marginal y dependiente
de las lógicas urbanas. Para algunas personas esto determina que la tendencia
de un paisaje, que antaño se percibía como altamente humanizado, se oriente
lentamente hacia la “naturalización”, en la medida en la que las poblaciones, y
sus actividades, se van retirando del mismo.
Catálogos de Paisajes de la Provincia de
Sevilla
domingo, 1 de mayo de 2022
La Sierra Morena de Sevilla y sus paisajes 3
Tercera Parte
El proceso de repoblación castellano que se
acomete tras la conquista terminó de definir el sistema urbano de la sierra, al
igual que en el resto de la Banda Gallega. En el área de la Sierra Norte, la
Corona impulsa desde Constantina la repoblación de El Pedroso, San Nicolás del
Puerto o Las Navas de la Concepción. En manos de los señoríos civiles y
militares quedaba la construcción de los recintos defensivos de Alanís,
Guadalcanal, La Puebla de los Infantes y Villanueva del Río, aunque estas
jurisdicciones fueron temporales y pronto todo el territorio de la Sierra Norte,
a excepción de Guadalcanal, quedó bajo la jurisdicción de la Corona formando
parte del alfoz de la ciudad de Sevilla. En lo que respecta a los
aprovechamientos, se continúa con la actividad ganadera que ya había adquirido
relevancia durante el período islámico. A la ganadería local y de trashumancia
corta que se desplazaba a los pastos serranos desde la Campiña y la Vega, se
añade ahora la de la Mesta que cruzaba Sierra Morena en dirección al Bajo
Guadalquivir. Los caminos ganaderos de la Mesta va densificando la red de vías
pecuarias de esta área. Por otra parte, la defensa de los pastos comunales para
el ganado local frente a la cabaña trashumante de la Mesta dio origen a uno de
los mayores referentes paisajísticos del área: la dehesa.
En la Sierra Norte, los efectos del
descubrimiento de América y el comercio indiano que marcan el inicio de la Edad
Moderna se reflejan en el desarrollo del viñedo y el olivar.
La exportación de los vinos serranos de esta
área a América fue muy relevante durante todo el siglo XVI, empezando a decaer
a mediados del XVII por la competencia de otros ámbitos. Esta expansión del
viñedo conllevó la proliferación, sobre todo en los entornos de Cazalla y
Constantina, de multitud de lagares. Cuando comienza a decaer la producción de
vino y muchas viñas se sustituyen por olivar muchos de estos lagares fueron
reconvertidos en almazaras, pero aún se conservan algunos registros que dan
testimonio de esta floreciente etapa económica en la Sierra Norte. Por otra
parte, esta área estuvo menos afectada que otras por la expansión de los
señoríos, aunque durante los siglos XVI-XVIII se detecta un importante aumento
de las grandes propiedades rurales.
A pesar de ello, los terrenos de pastos y
baldíos comunales seguían ocupando importantes extensiones de
terreno.
La primera mitad del siglo XIX está marcada
por la nueva organización administrativo-territorial que se establece en 1833.
Esta división vuelve a incorporar el núcleo de Guadalcanal a la jurisdicción de
la provincia de Sevilla, al igual que ocurre con el término de Peñaflor. Por
otra parte, la subdivisión de la provincia en partidos judiciales otorga
bastante unidad al área de la Sierra Norte. El partido judicial con cabecera en
Cazalla de la Sierra comprendía los municipios de Alanís, Almadén de la Plata,
Cazalla de la Sierra, Constantina, Guadalcanal, El Pedroso, El Real de la Jara
y San Nicolás del Puerto. En 1856 se suma Las Navas de la Concepción, tras
emanciparse de Constantina. Los procesos desamortizadores que marcan el desarrollo
de esta primera mitad del XIX tuvieron menos influencia en esta área, y en la
Sierra Morena sevillana en general, que en otros ámbitos provinciales. La
desamortización civil de Madoz fue la que más efectos tuvo al propiciar la
privatización de los baldíos comunales, dando lugar a la conformación de la
dehesa como gran propiedad privada y a la extensión del olivar. Dicha extensión
se realizó a costa de los cultivos de vid, que a finales del XIX reducen su
presencia a los ruedos urbanos tras la plaga de filoxera. La producción de
aguardientes se mantuvo como persistencia del pasado vinícola del área.
En el contexto del interés internacional por
la explotación minera en la región desde mediados del siglo XIX, se produce un
gran desarrollo de la minería industrial en los enclaves extractivos
tradicionales. La instalación de la siderurgia de El Pedroso es uno de los
máximos exponentes de este proceso, aunque dejó pronto de ser rentable por el
coste de la explotación de carbón de Villanueva del Río. El hierro atrajo
capital británico desde finales del siglo XIX. En las minas del Cerro del
Hierro la explotación se mantuvo hasta los años 80 y la explotación de
Villanueva del Río cesó en los años setenta del siglo XX, dando lugar a una
importante transformación urbana de la zona.
Este desarrollo de la minería conllevó
también un importante avance en las
comunicaciones de esta área serrana. El ferrocarril Sevilla-Mérida seguía la
línea de explotación minera, pasando por El Pedroso y con un ramal directo al
Cerro del Hierro, dejando de lado los núcleos principales de Cazalla y
Constantina. Va estableciéndose así una malla de comunicaciones que distingue a
la Sierra Norte del resto del ámbito serrano, completada por las carreteras
como el eje Lora del Río-Constantina-Guadalcanal. Esta red se va completando en
la primera mitad del siglo XX, estructurándose en torno al triángulo formado
por Cazalla, Constantina y El Pedroso.
Durante la primera mitad del siglo XX aparecen nuevo usos y procesos que transforman los paisajes y las funciones de esta área respecto al ámbito provincial. La Sierra Norte se configura como una pieza fundamental del sistema hidrológico regional, los cauces serranos abastecen a una gran parte de las ciudades y los regadíos del valle gracias a la construcción de diversos embalses. Por otra parte, con los planes de forestación que se desarrollan a partir de los años 40, muchas dehesas y bosques mediterráneos se sustituyen por repoblaciones forestales de interés maderero, eucaliptos y coníferas. Además, las dehesas tradicionales quedaron muy afectadas desde mediados del siglo XX por las transformaciones de los sistemas económicos que se dieron en Andalucía. El sistema de aprovechamiento que dominó estos espacios quedó truncado al especializarse en la ganadería y minimizarse el cultivo.
2.3. Dinámicas y procesos recientes
La historia reciente del área de la Sierra
Norte está marcada por el proceso de pérdida de población que se produce a
partir de la segunda mitad del pasado siglo. El territorio retrocede en más de
un 50% de sus efectivos, con consecuencias importantes en la dinámica
demográfica actual -abandono de enclaves rurales dispersos y despoblación en
núcleos principales, crisis y abandono de los sistemas agrosilvopastoriles
tradicionales, deterioro ambiental, envejecimiento y dependencia… etc.- que ha
tenido su reflejo en los paisajes actuales.
La dinámica que marca los procesos de
transformación reciente en los paisajes de la Sierra Norte se explica por las
dificultades de adaptación a los cambios producidos a partir de la
modernización y mecanización de la agricultura, que otorga un papel marginal a
los espacios de montaña media, en contraste con la posición competitiva de las
campiñas. Las producciones de olivar en pendiente, o incluso las vinculadas a
la dehesa, comienzan a ser poco rentables porque suponen mayores costes y menor
producción. Todo ello se acelera a partir de la apertura de mercados que se
produce con el Plan de Estabilización de 1959, y de la lógica que imponen los
intercambios comerciales orientados hacia la exportación. El resultado es un
exceso de mano de obra que emigra buscando oportunidades en las ciudades.
Si se observa la evolución de la
participación de los distintos usos en la superficie total del área, el proceso
más significativo es una evidente renaturalización: los bosques y masas
arboladas han aumentado en superficie un 6% y casi un 1% las repoblaciones y
plantaciones forestales. Retroceden las formaciones adehesadas y el olivar, y
en especial los pastizales y eriales. La actividad productiva vinculada a usos
agrarios sólo aumenta su participación en el total superficial en el caso de
regadíos y frutales localizados en pequeñas vegas al sur de Almadén de la Plata
y al norte de Guadalcanal.
La dehesa, uno de los principales sistemas
productivos de la Sierra, ha retrocedido más de un 3% en el periodo comprendido
entre 1956 y 2007. Hasta principios de los años sesenta no se habían producido
cambios significativos en la composición, estructura, dedicación y superficie
de las dehesas. La producción de lana de ovejas merinas, que había sido el eje
principal de la producción hasta del siglo XIX, fue sustituida por la
producción cárnica, de cerdo ibérico, de la que dependen la gestión productiva
de los cultivos y el arbolado. La supervivencia del sistema ecológico de la
dehesa requería labores permanentes de mantenimiento, para luchar contra la
matorralización y regenerar el arbolado con ciclos de siembra de encinas y
procesos de podado. En esta coyuntura la abundancia de la mano de obra y los
bajos salarios eran la premisa fundamental. El éxodo rural, el alza de los
salarios agrarios, el desarrollo de la ganadería industrial de aves y porcino,
la aparición de la peste porcina africana, el desarrollo de fuentes calóricas
diferentes a la leña, etc. explican en conjunto la inviabilidad del sistema de
explotación tradicional de la dehesa. La respuesta de los propietarios a la
crisis de rentabilidad de la dehesa a partir de los años sesenta es diversa:
repoblación con especies de crecimiento rápido para su uso en las papeleras o
demanda de madera (eucalipto, pino), dedicación cinegética, abandono seguido
por la invasión de matorral o intentos de modernización. Estos últimos se basan
en una sobreexplotación ganadera que, en muchos casos, se visibiliza en el
paisaje con las huellas de la erosión.
Otro uso que resulta de crecimiento
proporcionalmente significativo es el de embalses y láminas de agua. Durante la
segunda mitad del siglo se acomete la regulación de las principales subcuencas
que afectan al área (Viar, Rivera de Huesna, Retortillo), con la construcción
de los embalses de José Torán, Huéznar, Pintao,…
La década de los ochenta supone el inicio de
esa reorientación de la vocación territorial de la Sierra Norte, que determinará
el crecimiento de los bosques y los usos forestales.
Con la entrada de España en la Unión Europea,
este tipo de espacios de montaña pasan a convertirse en objetivo de las
políticas de desarrollo rural y de protección ambiental, ambas en este caso particularmente
convergentes. Desde mediados de la década ya se empiezan a reconocer por parte
de la administración algunos enclaves de especial interés para la conservación
en el área. El PEPMF, aprobado en 1986, cataloga Monte Negrillo y Cerro del
Hierro como el único paraje natural excepcional de la provincia, y establece su
protección integral. Otra serie de espacios se reconocen como complejos
serranos de interés ambiental con protección compatible (Sierra Morena Central,
Loma de Hamapega y Sierra del Agua, Sierra de la Grana y Cadelero, Sierra del
Pimpollar y Padrona, Cerro del Calvario, Cerro de la Traviesa, Loma del
Hornillo, Las Jarillas y Acebuchosa), así como un área forestal de interés
recreativo (Pintado) y las Ribera del Huéznar, el arroyo Parroso y el Viar como
complejos ribereños de interés ambiental. También destaca la existencia del
único paisaje agrario singular, en las Huertas del Arroyo de San Pedro de
Guadalcanal.
La práctica totalidad de los elementos catalogados en el PEPMF quedan integrados en 1989 en la figura de Parque Natural, establecida mediante la Ley 2/89 de Inventario de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía. A partir de ese momento, la mayor parte de las políticas públicas con incidencia en el paisaje se orientan a preservar sus valores ambientales y propiciar estrategias de desarrollo socioeconómico compatibles con los mismos. Así, se sucederán instrumentos de planificación ambiental (Plan de Ordenación de Recursos Naturales PORN- 1994; Plan Rector de Uso y Gestión PRUG -2000; ambos se actualizan en 2004; el Plan para el Desarrollo Sostenible PDS -2003, en proceso de actualización, etc.), que tendrán incidencia desigual, según sus objetivos y rango, en la conformación de los paisajes de componente natural y, en alguna medida, en los de dominante agroganadera, de propiedad privada, pero sometidos a determinadas limitaciones por su carácter de espacio protegido. Al mismo tiempo, la Sierra Norte va adquiriendo el papel de espacio abastecedor de servicios de ocio, turismo y actividades al aire libre. Esto se refleja en el aumento de los usos públicos del territorio, si bien con las limitaciones que supone el sistema de propiedad de la tierra en el área que arranca del siglo XIX, mayoritariamente privado, que restringe la posibilidad de dichos usos al mínimo, en contraste con otros parques naturales de Andalucía.
Paralelamente se está produciendo el
desarrollo del primer Plan Forestal Andaluz, aprobado igualmente en 1989, que
se orienta claramente a la protección y gestión sostenible de las masas
arboladas y a sustituir los suelos agrícolas marginales, poco productivos y en
proceso de abandono, y los pastizales y eriales, por nuevas masas forestales
arboladas.
Catálogos de Paisajes de la Provincia de Sevilla