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sábado, 6 de enero de 2024

Campo Municipal del Coso

 

"El único acceso al campo, será por la puerta de entrada, ya que lo demás estará vigilado por la autoridad”.

         El actual campo de fútbol del Guadalcanal conocido como “Estadio Municipal El Coso” fue inaugurado el 22 de junio de 1969, desde que existe el equipo de fútbol del Guadalcanal con sus diferentes nombres hasta llegar al actual “Guadalcanal C.D.”, se han jugados los partidos en diferentes campos, siempre ubicados en torno a la zona del Coso.

         


        Para el partido inaugural se invitó al potente equipo del Sevilla Atlético (filial del Sevilla F.C), este partido registró quizás la mayor entrada conocida hasta la fecha de aficionados locales y de los pueblos de la comarca, El Guadalcanal C.D. vistió con uniforme totalmente blanco y el partido fue ganado uno a cero por el equipo visitante, pero los que peinamos canas y recordamos aquel partido, aquel magnifico equipo del Guadalcanal compuesto por míticos jugadores como Iribar (gran portero de Llerena), Vargas (Alanís), Pepillo, Morente, Joaquín, Rafalín, Juan Chulo (como potero suplente), Agredano, Capellán, Alonso, Llamazares y Paco, entrenados por Sandalio Corvillo, ex portero del equipo.

            El trio Arbitral estaba compuesto por Pelito, Sr. Amigo (padre de nuestro admirado Vicente Amigo) y Armando.

            Como curiosidad las entradas tenían un precio de: Caballeros con asiento. - 15 pesetas Caballeros sin asientos. - 10, Señoras y niños con asiento. - 10, Caballeros y niños sin asiento. - 5.

            Se repartieron gran cantidad de carteles en los bares y establecimientos de Guadalcanal y comarca, aún conservo uno en el que se puede leer: “Notas. - El único acceso al campo, será por la puerta de entrada, ya que lo demás estará vigilado por la autoridad”.

            Se empezaron a instalar vallas publicitarias para la colaboración de diferentes establecimientos, colaboraron fábricas, bares y comercios con aportaciones. económicas. La inauguración de aquel 22 de junio a las 18,30 de la tarde contó con toda la directiva, el alcalde de la localidad Enrique Gómez-Álvarez Soriano, que tanto trabajó por las instalaciones deportivas de la localidad, tocó la banda de música de Guadalcanal por gentileza de Comercial Electrovira y Droguería Susi.

            En aquél mismo años se formó una nueva directiva compuesta por: presidente. - Rafael Rodríguez. Vicepresidente. - José Luís Barragán. Secretario. - Plácido Cote. Vicesecretario Joaquín Yanes Chaves Vocales. - Antonio Rodríguez (Repisa), José Romero Cote, Ernesto Pérez, José Merchán y José Cabezas.

           

        En el año de la inauguración el Guadalcanal Jugó aquel verano un total de 22 partidos, cuatro de ellos fuera de su campo, con magníficos resultados, entre ellos 12-1 al Pedroso, 4-0 al Llerenense que militaba en 3ª división, 4-2 al San Fernando de Minas, 5-2 al Guadalquivir de Sevilla, 3-0 al Liceo Club de Alanís, empató a dos con el Cantillana que venía reforzado con jugadores de Sevilla que militaban en tercera división, 4-1 al equipo de la Base de Constantina o 9-2 a Berlanga que venía reforzado que jugadores del Llerenense y Azuaga. Igualmente se celebró el 7 de Julio el 9º partido de la temporada, que se anunciaba como “Gran revancha entre los potentes equipos de Selección “Los Rosales” (con jugadores de tercera división) y Guadalcanal C.F. (equipo más destacado de la comarca), arbitrado por el Sr. Amigo, en esta ocasión ganó el equipo visitante por dos a cero, mismo resultado que se dio en el campo de Los Rosales, aún conservo el cartel de aquel partido, en el que se puede ver los precios de aquel año, entrada con asiento 12 pesetas, sin asiento 7 pesetas.

                Aquel año se jugó un partido frente a las Viejas Glorias, como homenaje a Pelito, los dos equipos formados en el centro del campo le hicieron un pasillo al hombre que fue todo en el equipo y recibió una gran ovación de los números aficionados que su unieron al homenaje.

            Recuerdo que ya en el campo nuevo fui un domingo al fútbol y estaba Pelito de portero en la puerta, le pregunté que si también era su empleo en el club y me dijo: amigo Repisa, yo por este club he sido hasta “aguaor pa los jugadores”.

            El antiguo campo del Coso cumplió su último evento con el segundo trofeo cuadrangular de feria, proclamándose vencedor el Guadalcanal, tras vencer al Azuaga por tres a cero, con goles de Moyano (2) y Capellán, Recuerdo aquel campo que desde chico visité con mi tío Repisa con gran cariño, un campo desigual con inclinación hacia la fuente, lleno de piedras que los niños quitábamos antes de comenzar los partidos, era igual decía mi amigo el Chulo, “los chinotes seguían saliendo”, recuerdo aquel campo perimétrico con sogas, con el público casi tocando a los jugadores, a los de la directiva pasando con una manta por “el tendido de los sastres” y pidiendo la voluntad, que por aquella época y por circunstancias, la voluntad era escasa.

 Rafael Spínola Rodríguez

domingo, 14 de agosto de 2022

Nadar con alas de mariposas

Náufragos en la corriente del amor

El amor no se mide por el tiempo que dura, sino por las huellas que te deja. (Proverbio árabe)

    Los seres humanos estamos dotados de una serie de órganos vitales, solo uno de ellos, el corazón es capaz de fallarnos cuando nos ataca el virus del amor. Las células defensivas no reaccionan a tal enfermedad, convirtiéndose en un tumor voraz y maligno que impide nuestra capacidad de corrección mutándose en metástasis emocional, y sin defensas nos deja vivo para seguir muriendo. El exceso de amor te bloquea un ojo, por ello, no calculas la distancia de las consecuencias, el desamor envuelve los dos, o reaccionas o te impide analizar las secuelas.
    Carmen se vio en un país extraño escasa de equipaje, su bagaje, una mochila atestada de cosas prescindible y un corazón vacío de amor, o tal vez, lleno de desamor.
    Vagaba por las calles de Marrakech vencida por los acontecimientos, unas consecuencias que aquella mañana le habían producido estupor y zozobra y aquella noche la arrullarían con asombro.
    Aquel atentado sin sentido no exento de mitología islámica alteró su naufragio, muertos y heridos nativos sin tierra o cielo conocido se hacinaban en las aceras, lamentablemente solo serían considerados cifras que añadir a otras cifras que nadie se molestaría en contabilizar para no perturbar la conciencia de los occidentales, su cabeza daba vueltas y más vueltas, incapaz de dar respuesta adecuada a tal sinrazón.
    En aquel instante, su mundo se limitaba a querer instalarse en un mar desconocido, ser pez, alejarse de la orilla del desencanto y poder nadar y nadar. Hacer una metamorfosis para nadar con alas de mariposas, sin embargo, quedó quieta, paralizada como si hubiese caído en un charco de sangre espesa y decidió huir del lugar, madurando en que cuando todo el mundo va en la misma dirección, solo el que elige la dirección opuesta, está en posesión de equivocarse.
    Pensaba..., la tierra es un inmenso bosque en cuyos árboles anidamos los humanos, árboles a punto de aniquilarse por la barbarie de sus pobladores, estos no serán destruido por un rayo divino, sino por la carcoma de los parásitos gobernantes que le roban la savia, nos contaminarán la comida, nos envenenaran sus frutos por locos extremistas o ratas capitalistas que con sus actos especuladores roen y destruyen las raíces.
    Escuchó su voz como un murmullo lejano y callado llamándola sin ser escuchada, de pronto, su imagen se reflejó en las cristalinas aguas residuales de la última tormenta, visualizó por enésima vez en la lejanía el oscuro cabello de un platónico amor, solo visible en su mente un poco distorsionada. Se imaginaba localizando allí en la acera al ser que le robaba la capacidad de reaccionar, de repente, le inundaban sus lágrimas húmedas, puras, cristalinas... que afluían de su mirada intensa y una voz sensual le susurraba, cariño no puedo amarte, perdóname.
    Continuó caminando con destino hacia la nada por aquellas calles desiertas o llenas de seres autómatas que transitaban sin rumbo. El espeso calor africano de Julio le martilleaba las sienes, el frío presentimiento de no volver a ser protegida por sus brazos le helaba la esperanza.
    Avanzó calle arriba, caminaba y caminaba, no progresaba, por aquellas pequeñas calles estrechas como el impasible acero de una espada la atrapaban. Llegó al Zoco y se detuvo en seco, ante la puerta de una destartalada tienda de exóticas esencias y telas multicolores que le resultaba familiar, no podía precisar si era la imagen de alguna vieja foto, la pintura de la habitación de un cuadro de hotel barato, la postal recibida de algún olvidado amor, o simplemente era producto de su imaginación.
    El mimetismo de aquella folclórica música y los intensos efluvios de olores orientales que despedía aquella morada la forjó a entrar en su interior impregnado de vivos colores rojizos, violetas, morados y un largo abanico de arco iris de matices indescriptibles. De pronto, sorprendió a dos amantes sin pudor acariciándose sentados uno sobre el otro en una vieja y desvencijada hamaca. Mirando a aquellos dos jóvenes comprendió que el término de su largo camino finalmente tenía apeadero de llegada.
    Inmóvil, cautivada por la música, impregnada por los olores, adherida a la realidad por los intensos olores y colores se cuestionó si merecía la pena esperar su recompensa, o simplemente huir y abandonar nuevamente sus sentimientos en aquella melancólica calle, añadir una nueva herida en su corazón, admitir una nueva frustración en su ego y desterrar el derecho a un amor furtivo como las lágrimas de un niño descubierto en una travesura, persevero se dijo, con una decisión aplastante.
    Después de un largo tiempo que apenas le pareció un instante, contemplaba inmóvil desde aquella puerta como el sol se escondía en el horizonte encendiendo, el paisaje de sombras chinescas a lomos de un aire ardiente y contagioso fijaba su atención, como avergonzado de haber parido aquel fatídico día.
    Y de pronto, surgieron del interior los dos amantes, tostados, de estatura desigual, ojos azabaches, cabellos largos y ondulados, estatura media Ella, alto, de pelo rizado, ojos azul mediterráneo, Él, Zoraida se llamaba ella, Ahmed se llamaba él. Ambos observaron a Carmen con una pícara sonrisa, inhibidos por la felicidad del amor fugaz, los jóvenes se despidieron con una dulce mirada de indiferencia como si se tratase de dos amantes eventuales.
    Unas horas más tarde se encontraba Carmen en una habitación del hotel Atlas Medina de Marrakech, con su amante en un amplio lecho ceñidos en sábanas de lino. El tiempo se detuvo, envueltas en silencios cómplices, ambas se arropaban con sus miradas carnales, el mundo, su mundo era impenetrable para seres imperfectos, náufragos en la corriente del amor. Carmen se agitó presa de sus miedos sobresaltada, la helada brisa del alba le acarició la cara, encontró una cama mitad deshabitada, partida en dos orillas por la luz rosada del amanecer,
    Zoraida, la bella Zoraida no estaba, su amante imperfecta le dejó una nota sobre la almohada, cariño no puedo amarte, perdóname.

    Sonó el despertador en el amplio ático que compartía Carmen con su marido en una zona residencial de cualquier ciudad española, se avergonzó de aquel sueño, o tal vez no, pensó, la cama no está vacía, miró a Jorge y su presencia por primera vez le pareció extraña y caricaturesca, se levantó lentamente y encendió la luz, Zoraida, la bella Zoraida no estaba.
    Después de una reconfortante ducha entró de nuevo en la habitación, Jorge dormía profundamente en el lugar que en ficción ocupaba Zoraida. Carmen dejó cuidadosamente una nota manuscrita sobre la almohada, cariño no puedo amarte, perdóname.
    Preparó despacio su bagaje, escasa de equipaje, una mochila atestada de cosas prescindible y un corazón vacío de amor, o tal vez, lleno de desamor, inició un viaje incierto a cualquier parte, a cualquier lugar, a escudriñar cualquier amor, tal vez platónico, tal vez real.

Finalista concurso de microrrelatos “Historias Perdidas de León”
Autor. - Rafael Spínola R.

domingo, 7 de marzo de 2021

Emigración y población de Guadalcanal

 

Una villa que languidece

               

Este estudio pretende analizar la población y emigración de Guadalcanal y sus factores durante la segunda mitad del siglo XX, pero antes analizaremos unos datos que convienen recordar a través de los siglos.

         Los primeros censos fiables que hemos encontrado se retrotraen a finales del siglo XV y durante el siglo XVI. El primer factor a tener en cuenta es que Guadalcanal hasta 1521 la villa se encontraba fuertemente fortificada, por ser Guadalcanal comunero, fue mandado por Carlos I tirar las murallas, así pues, existían dos tipos de censo, los vecinos propios de la villa y los que vivían en extramuros, esta última población era menos numerosa y más flotante, principalmente eran comerciantes y pecheros atraídos por el comercio de la Encomienda de Guadalcanal, tales como pieles, carnes,  cereales, vinos, ganados, zumaque y otros derivados de sus ricas deesas y campos de labor.

 

         Durante el siglo XVI hay que analizar que influyeron en la fluctuación de las estadísticas, por una parte en la primera mitad del siglo, la emigración a Indias mermó la población, entre 1506 y 1526 se contabilizaron 375 individuos que viajaron al nuevo mundo para probar fortuna y durante la siguiente década emigraron de la villa otros casi doscientos individuos, unos como soldados de fortuna, es el caso de Pedro Ortega Valencia que con la expedición  de Alvaro de Mendaña en Enero de 1568 descubren las islas de Salomón y bautizando a la mayor más importante con el nombre de su villa. Otros eran comerciantes y la mayoría como sirvientes, muchos de los cuales llegaron a hacer fortuna y llegaron a formar capellanías y favorecieron los iglesias y conventos de la villa.

 

         Otro dato destacable de este siglo fue el descubrimiento y posterior explotación en el término de las minas de plata de Pozo Rico, en el año 1555 por Martín Delgado. Si bien este acontecimiento atrajo en los años siguientes gran cantidad de técnicos, obreros y esclavos para su explotación, tuvo poca incidencia en la población del Concejo, ya que en principio la mayoría se quedaban en barracones junto a la mina y posteriormente llegó a formarse un poblado que contaba con iglesia, almacenes de suministros, etc., llamado San Antonio de la mina y que llegó a contar con más de 150 almas.

 

Año

1494

1498

1515

1571

1591

Habitantes

1370

1500

1700

1200

1055

 

         En la hambruna primera mitad de la centuria del siglo XVII se estableció la población ligeras fluctuaciones, en la segunda mitad del siglo, la pandemia de la peste y la hambruna provocada por la misma, provocó que la población de Guadalcanal disminuyera en más de un 50%, así, en el año 1639 se contabilizaban casi mil vecinos y en 1650, apenas sobrepasaban los 500, la población poco a poco se fue recuperando, terminando este siglo con aproximadamente 1.200 habitantes.

 

Año

1612

1639

1646

1670

1689

Habitantes

1000

1080

480

591

639

 

Durante los siglos XVIII y XIX la población de Guadalcanal, así como la del resto de España registró un considerable incremento. En el siglo XVII una vez superada las hambrunas y pandemias del siglo anterior, la villa registró un avance demográfico muy considerable, por una parte, se expandió la villa con nuevas edificaciones en el casco urbano, así como la creación de nuevos barrios en los aledaños de la misma, Erillas, Majalillo, Cotorrillo y otros, así como el incremento de habitantes en el asentamiento pedáneo de Malcocinado y en las cortijadas del término municipal, vinieron nuevos pobladores de pueblos cercanos e incluso de la vecina Portugal, atraídos por el trabajo en el campo, principalmente en la vendimia y recogida de grano, estos individuos que en su mayoría venían solos, esposaron con mujeres de la villa y formaron familias, otros venían con la familia, principalmente, los que tenían hijos aptos por su edad para trabajar.

Por otra parte, en este siglo ya eran más fiables las estadísticas, gracias a los recuentos periódicos que se hacían a través del Vecindario General de España de Campoflorido. Así, Guadalcanal comenzó el siglo con apenas 1.200 habitantes y termino con una cantidad cercana a los cuatro mil.

Año

1710

1725

1750

1780

1795

Habitantes

1280

1890

2365

3770

3845

 

El siglo XIX continuó con la progresión demográfica de la centuria anterior, con datos censales aún más fiables pues en la segunda mitad comenzó a funcionar el Instituto Nacional de Estadística, hay varios factores que si conviene analizar, por una parte, en 1833 comenzó el expediente de segregación del barrio pedáneo de Malcocinado y terminó el proceso en 1842, con está disyunción, la villa perdió aproximadamente 325 vecinos entre los residentes en la propia población y las cortijadas cercanas que quedaron bajo su jurisdicción. En 1855 llegó a la villa la epidemia de cólera, aun cuando no fue tan nefasta como en otros pueblos cercanos, mermó la población,  A partir de ese año, Guadalcanal siguió recuperando población, mayor número de nacimientos y nuevas familias foráneas que se establecían, sin bien, en los años finales de la centuria, la población se estabilizó o incluso se percibe una ligera disminución, uno de los acontecimientos atribuible es la pérdida del 90% del viñedo a consecuencia de la filoxera en el sur de la península. 

Año

1820

1840

1860

1887

1897

Habitantes

4460

5446

5441

6139

5935

 

Pasamos a analizar el siglo XX por proximidad y por objeto principal de este estudio. Hay un dicho en Guadalcanal que por repetido no es cierto, “cuando Guadalcanal tenía diez mil habitantes”, el mayor índice de población recogido en Guadalcanal por el Instituto Nacional de Estadística fue en 1935 con 7.629 habitantes.

En la primera mitad del siglo y hasta la siguiente década, Guadalcanal conoció una floreciente industria, con fábricas de aguardiente, alfarerías, molinos de aceite, orujos y cereales, carpinterías, fraguas, fábricas de tejas y refractarios, jabones, harina y pan, aguardientes, construcción y un complejo entramado de pequeñas industrias, talleres de artesanos y establecimientos de todo tipo que daban cobertura a las necesidades de la población, asentando la misma.

A partir del citado 1935 el declive ha sido progresivo, hasta la fecha actual que se registran apenas 2.630 habitantes. Si analizamos las consecuencias son muchas y decrecientes. En la siguiente década, Guadalcanal perdió más de 1.000 habitantes, la guerra civil disminuyó la población lamentablemente, por una parte, los muertos de ambos bandos, por otra, la cantidad de familias que tuvieron que abandonar sus hogares por motivos políticos.

El censo de 1.960 del INE reflejaba una población de 6.075 habitantes. Pero el gran éxodo y pérdida de población fue en la veintena del 60 al 80, cuando disminuyo la población prácticamente en un 50%, el trabajo empezó a disminuir, los padres no querían para sus hijos el futuro que se avecinaba y empezó el gran éxodo a  grandes ciudades y pueblos industriales, En la década de los 60 solicitaron la baja del padrón municipal 1.517 guadalcanalenses, siendo sus destinos principales a Madrid capital 172 vecinos, pueblos de la provincia 88, Barcelona capital 259 y pueblos 188, Sevilla capital 219, y así, una larga lista de ciudades y pueblos hasta completar la citada cifra. Este éxodo continuó en menor pero apreciable cuantía hasta 1.980, terminando con un censo de 3.261 habitantes.

Año

1900

1920

1930

1935

1940

1960

1980

Habitantes

5,786

6,714

7,376

7.629

6,931

6,075

3,261

 

Progresivamente a la falta de trabajo en el sector principal del pueblo, las tareas en el campo y la ganadería principalmente, las empresas fueron cerrando o trasladándose a pueblos cercanos, como el caso de Industrias metálicas Serna a Llerena o Refractarios San José que se trasladó a la vecina Berlanga. La industria de refractarios de gran incidencia en el tejido empresarial de Guadalcanal ha quedado reducida en la actualidad a solo una que trabaja de forma casi residual, otros gremios que desaparecieron fueron los molinos de aceite, limitándose en la actualidad a una cooperativa, un grupo olivarero y un particular, o las carpinterías, en la actualidad agrupadas en una cooperativa y gran parte de ellas desaparecidas.


A partir de los años 80 del pasado siglo, la población va decreciendo en cantidad menos progresiva, lamentablemente, es una población envejecida, la falta de trabajo y oportunidades para la juventud, va condenando a Guadalcanal a una desolación alarmante, que si los políticos o quien corresponda no interceden, nunca saldremos de la rueda de la España despoblada. 

Rafael Spínola Rodríguez

Fuentes. - Archivo personal, Hemerotecas, Instituto Nacional de Estadística, Guadalcanal siglo XX (Ignacio Gómez Galván), Historia de Guadalcanal (Andrés Mirón), La villa Santiaguista de Guadalcanal (Manuel Maldonado Fernández), Emigración a Indias y Capellanías en Guadalcanal (Javier Ortiz de la Tabla Ducasse), Economía y Sociedad en Guadalcanal durante el antiguo régimen (Manuel Maldonado Fernández) y Revistas de Ferias y fiestas de Guadalcanal.


domingo, 7 de febrero de 2021

Sendero de la Capitana

     

Sierra del Viento de Guadalcanal

La villa de Guadalcanal es un Conjunto Histórico que forma parte del Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, y que, desde luego, merece una detenida visita para conocer sus calles y monumentos. Guadalcanal se encuentra entre las sierras del Viento y del Agua, que a su vez forman parte del gran macizo de Sierra Morena, ya próxima al límite entre las provincias de Sevilla y Badajoz.

Dentro de las rutas recorridas con mi amigo Juan Parra y el resto de componentes del Grupo de Senderistas de Guadalcanal, una de las más bonitas y duras es el Sendero de la Capitana en una noche de luna llena o mañana de brumas.

La Capitana es la mayor de las cumbres del Parque Natural Sierra Norte de Sevilla (ahora llamado Parque Natural de la Sierra Morena de Sevilla), y punto final de este sendero. El ascenso no tiene gran dificultad, ya que se inicia desde una cota relativamente alta y las mayores pendientes se hallan en el primer cuarto del trayecto, en este tramo sí que hay alguna dificultad y debe llevarse equipo adecuado.

    La mayor parte del recorrido transcurre próximo a la cresta de la sierra del Viento, por lo que resulta ser un extendido mirador con vistas que alcanzan a las depresiones de los dos grandes ríos del sur peninsular, por el norte la del Guadiana y, por el sur, la del Guadalquivir. Una vez alcanzada la cima, el paisaje se abre hacía el norte la comunidad de Extremadura, visualizando varios pueblos y términos municipales de la amplia penillanura extremeña, un mosaico de poblaciones entre cultivos, prados y dehesas que se extienden hasta el horizonte. Destacan: Fuente del Arco, Castillo de Reina (con su Alcazaba), Berlanga, Valverde de Llerena y, más lejos, Azuaga o, en días despejados, Badajoz. Al sur destaca una sucesión de sierras: Sierra de Hamapega  con el pico del mismo nombre (910 metros), Sierra de La Grana tras los Llanos de Guadalcanal y la Sierra de San Miguel. En el valle de esta última discurre La Senda, una vía pecuaria crucial en la Mesta para ovejas merinas, comunicación con Extremadura e igualmente dentro de nuestra comunidad, en un día claro se pueden ver parte de las provincias de Sevilla, Badajoz y Córdoba, y excepcionalmente y si las condiciones atmosféricas lo permiten, la provincia de Huelva.

Iniciamos nuestro camino muy cerca de la villa de Guadalcanal. Nos encontramos ante un carril amplio, asentado por un uso que viene desde antiguo. Hasta el pico de la Capitana no dejaremos de ascender, aunque las pendientes más pronunciadas se encuentran en esta primera parte. Comienza junto a la carretera con dirección a Fuente del Arco y Llerena (A-433), en un lugar cercano a la ermita del Cristo, que se encuentra al otro lado de la carretera y de la vía del tren, hay un descansadero del que parte una antigua vía pecuaria, el cordel de los Molinos, por la que iniciamos nuestra ruta por la sierra del Viento, cuyo nombre nos pone en guardia ante un fenómeno meteorológico al que muy probablemente tengamos que hacer frente. 

        Cuando ya tenemos recorrido un kilómetro y medio, aproximadamente, nos encontramos a la derecha con la torre de control de incendios, lugar donde se puede hacer un descanso y un poco más arriba, esta vez a la izquierda, un observatorio astronómico que se construyó en los años ochenta del pasado siglo, fruto del esfuerzo de unos pocos entusiastas del estudio del gran manto estelar que cubre esta sierra en noches despejadas y sin luna, este observatorio como tantas otras iniciativas llevadas en esta zona con gran empeño por particulares, se encuentra en estado de abandonado y sin terminar.

El relieve forma un corredor que encajona del flujo de aire, acelerando y ondulando los vientos hacia este expuesto cerro, cuyos episodios dieron el nombre de Sierra del Viento. Este factor condiciona la vegetación existente, predominando especies flexibles y de escaso porte. El sustrato calizo y de pizarras marmóreas de esta sierra, determina plantas típicas de suelos calizos (matagallos, gamones, coscojas, jaguarzos...) con diferencias según la orientación de las laderas

Podemos apreciar en esta ruta una acuarela de colores, olores y sensaciones. Sobre nuestras cabezas un espacio infinito que adquiere formas y matices distintos según el día y la hora. Bajo nuestros pies, un sustrato rocoso formado por calizas marmóreas. A nuestro alrededor, una dispersa vegetación mediterránea, compuesta por encinas, coscojas, tomillos o jaras.

        Entre la variada flora silvestre podemos encontrar algunas especies muy llamativas, como las orquídeas silvestres, que utilizan sus bellas y coloridas flores como reclamo para atraer insectos y facilitar que las polinicen. El olivo es el cultivo más extendido, en formaciones adehesadas en las que no suelen faltar ovejas pastando. Tampoco resulta raro encontrarnos con grupos de vacas retintas, de aspecto imponente y mirada desconfiada, pero de actitud pacífica. Según vamos ascendiendo va cambiando el paisaje, encontrándonos monte bajo, jaras, coscojas, tomillos retamas o encinas.

Igualmente podemos observar diversas especies de aves, entre las que destaca el águila real y culebrera o los imponentes buitres, contribuirán con su majestuoso vuelo a realizar más si cabe el paisaje que irá contemplado a su paso.

    Cambiamos de ladera en varias ocasiones, de la más soleada que mira al sur, en la dirección que corren distintos arroyos que nutren al río Viar y al embalse de El Pintado (igualmente visible y que podremos reconocer fácilmente con una visibilidad normal, a la umbría que nos abre una gran panorámica hacia las campiñas pacenses, que en su parte más próxima drenan el río Sotillo y el Bembézar, al que aquél tributa y ya más lejos el Guadiana.

En el camino nos encontramos con una cancela, que debemos dejar cerrada, y cruzamos la vía pecuaria llamada el Cordel de la Hoya de la Calera. Nos aproximamos a nuestro objetivo y ya solo queda alcanzar el cerro de La Capitana, que con sus 959 metros es el punto más alto del parque natural.

El camino se reduce a una senda en este último trecho de unos 300 metros, que nos conduce al mirador, dotado de paneles interpretativos del paisaje que se observa en una y otra dirección. También encontraremos al llegar un vértice geodésico, una señal formada por un cilindro montado sobre un dado de hormigón, que forma parte de una red mundial, imprescindible para la realización de mapas. 

Datos prácticos. -

Altitud: 940 m
Distancia: 5.00 km (Ida)
Desnivel: 256 m
Pendiente Max: 18.0 %
Pendiente Medía: 6.8 %

Salida: 740 m
Latitud: 38° 6'2.46"N
Long: 5°49'4.27"O

Vértice: 960 m
Latitud: 38° 7'24.04"N
Long: 5°51'53.59"O

Longitud del Trazado (ida): 4.9 Km.
Duración (ida): 2 horas.

Grado de Dificultad: Medio-Alto
Grado de Dificultad de Orientación: Bajo



Datos.- INE. Guía oficial Sierra Norte de Sevilla y Senderos de Andalucía

domingo, 29 de noviembre de 2020

La bicicleta de Don Anselmo

El soldado y la nieve, 

diciembre 1937

         He querido recuperar este artículo que publiqué hace diez años en el Diario de Teruel y en este blog como homenaje a D. Anselmo (un maestro de pueblo). Ayer sonó teléfono, su hijo me dio la inesperada noticia, “papá ha muerto de Covid", maldito Covid que se ha llevado a nuestro maestro que le quedaba menos de un mes para cumplir los noventa y cinco. Todo estaba preparado para hacerle un homenaje cuando el invasor del virus lo permitiese.

     Teruel, 8 de marzo de 2010Un amigo me habló en una tertulia hace un mes de D. Anselmo, un maestro jubilado que él había tenido en la escuela (era un libro abierto, me dijo), vivía en Caudé un pequeño pueblo pedáneo de Teruel; Hace ocho días quedé con mi amigo y nos fuimos a ver a este entrañable profesor que cuenta en la actualidad con 84 años, 85 para Diciembre nos comentó, nos recibió en una habitación grande llena de estanterías repletas de libros y recuerdos en su casa, una edificación de piedra típica de esta zona. Yo le llevé de regalo un libro del poeta venezolano Aquiles Nazoa, uno de sus escritores favoritos, después de darme las gracias, nos dice con una sonrisa pícara, que ya sabía a qué venimos, a hablar de su bicicleta y de sus andanzas en la guerra.

    Nos cuenta que cuando estalló la guerra civil apenas contaba con doce años y uno cuarenta de estatura, por lo que no era apto para incorporarse a filas, pero que él también colaboró humildemente con la victoria, (al decir estas palabras, me mira con su ojos penetrantes y comprende que su bando y el mío tal vez no eran el mismo), él a pesar de su corta edad ejercía de cartero con su bicicleta desde Teruel capital a su pueblo, oficio que fue de su padre hasta que se incorporó al frente de Valencia.

    Empezó contándonos que aquel mes de Diciembre de 1937 fue el más frío que recuerda, a los pobres soldados se les helaban los dedos de los pies y las manos, a mediados de mes, exactamente el día 14, cogió su bicicleta como cada mañana para ir a Teruel a hacer unos recados y llevar unas cartas que le habían dado los soldados nacionales que estaban en su pueblo para llevarlos a correos, a pesar de que la distancia que por el camino vecinal era apenas de seis Km., esta distancia le llevó más de tres horas, la nieve lo cubría todo y se hacía muy difícil avanzar.

Aquel día el movimiento de tropas y el nerviosismo de los mandos presagiaba que los republicanos que se encontraban ya muy cerca de la ciudad iban a lanzar un inminente ataque, y así sucedió, aquella tarde quedó atrapado sin poder regresar a su pueblo, así que decidió ir a dormir a casa de unos parientes que vivían en el Paseo del Óvalo. Aquella noche se empezaron a oír disparo muy cercanos y a la mañana siguiente la 11ª división de Lister llegan a las estribaciones del Muletón y a media mañana toman Concud, (pueblo que se encuentra entre la capital y su pueblo) y posteriormente tomaron la capital. Nos comentaba que había un militar de alta graduación (no recuerda su rango ni apellido), era tuerto pero un excelente tirador y que desde el monte De La Muela en las inmediaciones de Teruel apuntó con un tanque y derribó “El Torico” de su pedestal, había un dicho que se le quedó grabado “En el cielo manda Dios, en Egipto los gitanos y en el frente de Teruel los cojo… de Atilano”.

Recordaba perfectamente que cinco días antes de Navidad llegó el Estado Mayor Republicano, al mando de los generales Prieto y Rojo y con ellos venían periodistas nacionales y extranjeros (encontrándose entre ellos Matthews, Capa y Hemingway) y la persona que más le impresionó y que es la que más orgulloso se sentía de haber conocido en toda su vida, no era otro que el poeta Miguel Hernández. 

Se le debilita la voz cuando nos contaba que él estuvo aquella noche allí y vio al poeta vestido con un mono de miliciano recitar en torno a una hoguera a sus camaradas su poema "El soldado y la nieve", era un hombre menudo, de aspecto y color agitanado, al que muchos de sus camaradas llamaban "El Andaluz", sin serlo, su voz tímida pero penetrante se me quedó clavada en las entrañas y su poema en el corazón. Nos dice ahora D. Anselmo con voz más potente, ¿lo han leído Vds.?, "describe la realidad de aquel invierno, de aquella guerra sin sentido", terminó comentando después de un breve silencio que nosotros no nos atrevimos a romper, luego se levantó torpemente de la hamaca y cogió de una estantería un viejo libro sobado de poemas de Miguel Hernández, que compró por los años sesenta en un viaje a Francia y nos recita: 

Diciembre ha congelado su aliento de dos filos,
y lo resopla desde los cielos congelados,
como una llama seca desarrollada en hilos,
como una larga ruina que ataca a los soldados.
Nieve donde el caballo que impone sus pisadas
es una soledad de galopante luto.
Nieve de uñas cernidas, de garras derribadas,
de celeste maldad, de desprecio absoluto.
Muerde, tala, traspasa como un tremendo hachazo,
con un hacha de mármol encarnizado y leve.
Desciende, se derrama como un deshecho abrazo
de precipicios y alas, de soledad y nieve.
Esta agresión que parte del centro del invierno,
hambre cruda, cansada de tener hambre y frío,
amenaza al desnudo con un rencor eterno,
blanco, mortal, hambriento, silencioso, sombrío.
Quiere aplacar las fraguas, los odios, las hogueras,
quiere cegar los mares, sepultar los amores:
y se va elevando lentas y diáfanas barreras,
estatuas silenciosas y vidrios agresores.
Que se derrame a chorros el corazón de lana
de tantos almacenes y talleres textiles,
para cubrir los cuerpos que queman la mañana
con la voz, la mirada, los pies y los fusiles.
Ropa para los cuerpos que pueden ir desnudos,
que pueden ir vestidos de escarchas y de hielos:
de piedra enjuta contra los picotazos rudos,
las mordeduras pálidas y los pálidos vuelos.
Ropa para los cuerpos que rechazan callados
los ataques más blancos con los huesos más rojos.
Porque tienen el hueso solar estos soldados,
y porque son hogueras con pisadas, con ojos.
La frialdad se abalanza, la muerte se deshoja,
el clamor que no suena, pero que escucho, llueve.
Sobre la nieve blanca, la vida roja y roja
hace la nieve cálida, siembra fuego en la nieve.
Tan decididamente son el cristal de roca
que sólo el fuego, sólo la llama cristaliza,
que atacan con el pómulo nevado, con la boca,
y vuelven cuanto atacan recuerdos de ceniza

Frente de Teruel, diciembre 1937 "EL soldado y la nieve"

     Cuando terminó de leerlo, y me consta que lo hubiese podido recitar de memoria, fueron nuestros ojos y nuestra voz las que se tomaron por la emoción, siguió contándonos historias de su bicicleta y de su servicio a “la victoria” en su particular guerra, llevando mensajes, haciendo recados, intercambiando tabaco por chocolate…, nos despedimos cuando su nieta entró en la habitación para llamarlo a comer.

    Le había pedido permiso para tomar apuntes y escribir un artículo en el Diario de Teruel y en mí blog, él me dijo que prefería que no se publicara en el diario “Lucha” (nombre por el que se conocía el Diario de Teruel hasta mediados de los años setenta), habían pasado muchos años pero la gente de Teruel no quiere recordar aquel horrible invierno, pero que como él tenía ordenador que le mandase el artículo a su correo electrónico antes de publicarlo en mí blog para corregirlo, no me lo corrigió, simplemente me autorizó a publicarlo en "Lucha".

 Rafael Candelario Repisa, 28 de Noviembre de 2020