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domingo, 10 de marzo de 2024

El señor marqués de Guadalcanal y los amores de Juan Palomo


Don Fernando de Rivas y Luisita su hija casadera

En 1863 el novelista sevillano Manuel Fernández y González edita su obra en tres volúmenes “Los siete niños de Écija”, curiosamente esta famosa partida de bandoleros ni eran de Ecija, ni sumaban siete, ni eran tan niños. Si bien Ecija fue uno de los lugares preferidos por ellos, Caros III había abierto el primer camino de Sierra Morena: el desfiladero de Despeñaperros, y establecido dos poblados en lo que se llamaba Desierto de la Parrilla (entre Córdoba y Ecija) y Desierto de La Moncloa (entre Ecija y Carmona), aún ofrecía la sierra seguro asilo y fácil campo de operaciones para el bandidaje. En sus asaltos y robos figuraron muchas veces siete, aunque entre cómplices y encubridores excedían de esa cifra. Y... ¿habremos de explicar ese apelativo cariñoso, de niño, que se da en Andalucía a tanta gente hecha y derecha?

Orígenes

Tuvieron un período principal de seis años (1812-1818) de lucha, y se formaron al desgaje de guerrilleros de la independencia, incapaces de una adaptación al pacifismo y a la vida tranquila del camino. El “Doctor Thebussen” descubre a Pablo Aroca como el primer capitán de la cuadrilla, no obstante, se eleva por otros narradores el entronque de su ascendencia a 1808 con el primer chispazo do repulsa contra la invasión francesa.
Y así debió de ser, por cuanto la cuadrilla llamada de los Siete Niños de Ecija subsistió contra todo exterminio. Se sucedían unos a otros en escalonada jerarquía. Más que muerte, para ellos la extinción de uno era la vida de otros; resurgían de sus propios pedazos como el reptil partido en trozos. En 1817 eran novecientos los que pedían ingresar en las filas de la cuadrilla, teniendo agentes de alistamiento en Córdoba, Ecija, Osuna, Carmona, Sevilla y Jerez. En los tiempos de la guerra libertadora hicieron armas contra los franceses, y a la causa opresora de los invasores va cargada la muerte de los primeros Niños de Ecija. En 1812 los bandidos adoptaron el uniforme de la Remonta de Caballería de línea: sobrero con escarapela, franja y vuelta encamada en los bombachos, chaqueta de paño azul con vuelta encarnada, y en el cuello, solapilla de lo mismo, que abrochaba un botón dorado con la cifra fernandina; grandes mantas rayadas de muestra y a la cintura largas espadas dragonas con vaina de acero; ocultos bajo las mantas sus trabucos de bocacha de campana, y espuelas vaqueras. Se titulaban soldados del rey, y con tal condición pedían víveres, subsidios y asilo e imponían contribuciones. La leyenda de los Siete Niños de Ecija se fundamentó por toda la Tierra Baja, el desvalijamiento de un convoy en término de la Carlota, con la muerte de algunos miqueletes, les consolidó su fama desde Cádiz al Puerto de Despeñaperro.
En diciembre del 2009 hicimos un viaje a Sevilla, y fuimos a la calle Regina, dónde se ubicaba la casa del Marqués de Guadalcanal, asesinado por los disparos de un trabucazo. En este mismo lugar comienza esta historia, y estuve observando detenidamente por si de repente aparecían los Siete Niños de Ecija.
La historia del Marques de Guadalcanal y su El día 6 de diciembre de 1817, a las doce de la noche, los vecinos de la calle de Regina en Sevilla, habían despertado despavoridos por los disparos que habían retumbado secos y terribles en medio del silencio

Los bandidos célebres. - (Una intriga aristocrática)
Cuando los moradores de algún pueblo quieren trasladarse a otro esperan a reunirse en caravana para hacer frente a cualquier contingencia en el camino; si los viajeros son adinerados pueden permitirse el lujo de tomar a su servicio un mercenario destacamento, reclutado entre los hombres más valientes del pueblo, que les acompañe y defienda en su ruta. Estamos a 15 de noviembre de 1816, El señor marqués del Guadalcanal se dirige desde Ecija a Sevilla, por el camino de Alcalá de Guadaira. Les acompaña su hija Luisa, víctima propiciatoria que sería a poco inmolada en el sacrificio de unos esponsales que la repugnan.
 Don Fernando de Rivas, marqués de Guadalcanal, a pesar de sus sesenta y cinco años, se conserva fuerte y vigoroso. No obstante, para viaje tan arriesgado, y llevando con él preseas y alhajas que han de dorar el matrimonio de su hija, ha decidido acompañarse de alguna escolta.
A los dos criados que hacen de guía y postillón se han sumado siete valientes ecijanos, reclutados entre la flor de la valentía. La caminata se hace en jornadas; han llegado a Carmona y se preparan a descansar.
Y en tanto los aristócratas viajeros esperan el cambio de tiro y reponen sus fuerzas con algún alimento, los siete de la escolta, que son los propios Niños de Ecija, se dedican a desvalijar los baúles del equipaje, huyendo a poco de consumado el robo.
Pero los miqueletes no descansan. Al frente de una sección viene el capitán D Juan de Velázquez, que pone en fuga a los bandidos, recibiendo honrosamente una herida de consideración en la refriega. El marqués de Guadalcanal ha ordenado se atienda cumplidamente a la curación del señor capitán. Luisa, la hija del marqués, cuida atentamente al herido.
Cuando éste se halla en condiciones de ser trasladado, el coche vuelve a Ecija, y en el palacio del marqués se acoge hospitalariamente al herido. La curación ha sido completa; pero si el militar curó en breve, ábresele ahora una más honda herida en el corazón, con el agradecimiento a los desvelos de Luisa n o se ha mostrado la marquesita esquiva a tales demostraciones, pero el marqués, al enterarse, se ha opuesto a la prolongación de tales amores.

Las promesas del capitán Don Juan de Velazquez. -
Doña Engracia de Avendaño, condesa de Riotinto, es el verdadero protector de esta comedia sentimental, mujer de fortuna cuantiosa, su justificadora misión sobre la tierra consiste en el prurito de proteger los amores de todas sus amistades jóvenes. Luisa ha visitado a la de Ríotinto. Esta ampara el amor del capitán y presta su casa como escenario de tales amores. Una de dichas entrevistas se ve interrumpida por la presencia del marques de Guadalcanal, a quien acompaña el conde de Robledo, su futuro yerno, llegado de Sevilla. Ha de esconderse el valiente capitán en tanto la de Ríotinto afea al marqués su conducta imponiendo a su hija un matrimonio que no es de su agrado. El de Guadalcanal justifica con razones de nobleza su oposición a los amores con don Juan de Velázquez. Este, según ha indagado el marqués, carece de títulos legítimos en su paternidad. El capitán ha salido de su encierro profiriendo el doble juramento de arrancar la vida al conde de Robledo y averiguar quién fué su padre legítimo.
No ha tardado D. Juan do Velázquez en realizar uno de ambos juramentos; el conde de Robledo se ha negado a batirse con persona que carece de antecedentes familiares, y el capitán le ha matado de la manera más leal y noble.

Por inceso del capitán de Miqueletes en la cuadrilla (El rapto de la marquesita de Guadalcanal).-
Don Juan de Velázquez no puede olvidar a Luisa, la hija del marqués de Guadalcanal. Su proyecto de raptarla tiene una buena acogida por parte de sus compañeros. Los Niños de Ecija han dejado sus caballerías en la posada de La Herradura, a las fueras de Sevilla; atraviesan el puente de barcas, y entran repartidos por las puertas del Arenal y de Jerez. Ya a la hora de queda, los faroles del alumbrado público se han agotado y consumido. La oscuridad propicia les facilita el asalto al palacio del marqués de Guadalcanal, por la parte del jardín. En un santiamén han herido a los criados, han amarrado al propio marqués, y tras robar en la casa huyen con Luisa. En la plaza del Salvador se reúnen con Clavellina y D. Juan de Velázquez. Y pocos momentos después escapan de Sevilla por el Postigo del Carbón, que se le abre al mágico conjuro de unas onzas, dejando a la izquierda la Torre del Oro y llegando por la acera del Malecón hasta el puente de barcas, para internarse en Triana.
La Sala de señores alcaldes del Crimen y de Casa y Corte de la Real Chancillería de Granada, que entiende en el proceso por asalto, robo con fractura, rapto y asesinato en la casa del marqués de Guadalcanal, ha dictado sentencia de muerte contra los Siete Niños de Ecija, presuntos culpables, para que se cumpla a su captura.

María Francisca, el amor de Juan Palomo. -
En el pueblo de Quejigales vive Pedro Caracol (el Greñudo), tratante en ganado de cerda. Cuídale, al propio tiempo que se dedica a las faenas de la casa, su hija María Francisca, una andaluza de las de rompe y rasga. La hija del Greñudo oyó hablar, primero, y más tarde vio de cerca a Juan Palomo. Su bizarría, su generosidad y la belleza física del bandido fueron prendas a conquistarla. El jefe de los Niños de Ecija ha celebrado varias entrevistas con María Francisca. Ella, cautelosa, sale de su casa cuando el tratante en cerdos anda de viaje en sus negocios, y se reúne con el bandolero en plena sierra, donde la Naturaleza les ofrece el más amplio palacio donde viva su amor unas horas. Como de costumbre, María Francisca ha salido a reunirse con Juan Palomo. El día de crudo invierno ha hecho sentir a los lobos el hambre, que les lleva camino de los poblados para satisfacerla. La hija del Greñudo se ve atacada por una manada de lobos, y mal lo hubiera pasado si no es por la providencial presencia de su amante, que mata a unos cuantos y pone en huida al resto. No ha padecido afortunadamente María Francisca herida alguna, pero el susto ha sido a desmayarla en una entrega al amante, que la monta sobre su caballo y la conduce al cortijo de Los Aparecidos, donde Luisa, la marquesita de Guadalcanal, y Clavellina la reciben con cariño.
El Greñudo se ha visto sorprendido con la desaparición de su hija. Los pastores han referido la presencia de los lobos por las proximidades de las majadas. El padre atribulado sale en busca de su hija, a quien juzga muerta, hasta que un oficioso vecino de Fuente La Lancha le informa que su hija se halla sana y salva en poder de los bandidos.
Ofendido y, al propio tiempo, iracundo, se dispone a rescatar a su hija y con una valentía desacostumbrada se dirige solo al cortijo de Los Aparecidos. Mientra Juan Palomo pe ha presentado con María Francisca, Luisa, Clavellina, D. Juan de Velázquez y Tragabuches al alcalde de Fuente La Lancha. Con la violencia de sus razonamientos obliga a la autoridad municipal a que le acompañe a la iglesia, donde asimismo se le impone al cura la función de casar a Juan Palomo con María Francisca. No hay remedio. Momentos más tarde la familia del alcalde de Fuente La Lancha obsequia al nuevo matrimonio y a los invitados. Juan Palomo ha pagado al cura sus derechos de pie de altar otorgándole un salvoconducto para que pueda transitar por los caminos sin que le molesten los Niños de Ecija.

La sombra del Comendador
Juan Palomo se ha visto obligado a separar a María Francisca de su madre y de su cuñada. Con ésta particularmente no se lleva bien. La educación exquisita de L u i s a, la marquesita de Guadalcanal, tiene rozamientos constantes con el áspero trato de María Francisca, hija de un cochinero y criada en el ambiente rural de Quejigales. Para su vida aislada, Juan la lleva al cortijo del Jabato, en la vertiente opuesta de la sierra. En el mandó construir el bandido una casa de piedra, en donde se guardan víveres y dinero para cualquier contingencia Juan ha depositado allí a María Francisca, y se despide de ella con la promesa de venir diariamente a verla.
El Greñudo sigue en busca de su hija. Ahora se hace acompañar de sus pastores. La partida que armó tuvo un encuentro con los Niños de Ecija sufrió aquella un descalabro. Pero no cede el padre airado. Para más soliviantar a las gentes les anima con el precio que se ha puesto a la cabeza de todos los de Juan Palomo. Los 36.0OO duros a que tarifaron los jueces sus vidas no son de despreciar. Esto arma nuevas partidas contra los Niños de Ecija. No obstante, son invencibles. Tragabuches, el teniente de Juan Palomo, captura al Greñudo. Al ser conducido a la presencia del jefe, éste le ofrece la paz, lo abre las puertas de sus cortijos y le muestra a su_ hija, complacida en su vida matrimonial. El Greñudo no se aviene a la deshonra de un yerno capitán de bandidos. Vuelve a su casa libre, en tanto los de su partida, creyéndole en poder de los bandidos, le vengan, poniendo fuego al cortijo de Los Aparecidos. Juan Palomo se ve contristado ante el final que espera a su suegro. En efecto, un t i ro certero de uno de los Niños de Ecija, en un nuevo encuentro, Deja sin padre a María Francisca.

El Indulto y el caballero don Justo.-
Don Justo Paniagua es agente de los bandidos e intermediario entre ellos y los ocultos poderes que les mantienen y patrocinan. Requiere a Juan Palomo para que entregue una parte del robo del convoy de la Real Hacienda. Al negarse a ello el bandido es sentenciado a muerte por la propia Sociedad protectora, estableciendo la discordia entre los bandidos, a quienes se aconseja la rebelión contra su jefe. Juan Palomo tiene una habilidad que le acredita de gran político. Se va al alcalde de Fuente La Lancha; con él de acuerdo se redacta la solicitud do indulto al rey. El corregidor da traslado a los bandidos por mediación del alcalde de la regia merced que les perdona, Al día siguiente entran a caballo, desempedrando las calles de Sevilla los Siete Niños de Ecija para ponerse a las órdenes del señor corregidor.
Luisa, la marquesita de Guadalcanal y D. Juan do Velázquez, que ha descubierto, por fin, su parentesco de hermano con Juan Palomo, no han querido ofrecerse a la pública curiosidad. Con un abrazo fraternal se despiden y se trasladan a Roma. Clavellina queda con María Francisca y su hijo Juan Palomo.
A los pocos días por caminos y cañadas cruza el nuevo cuerpo creado para perseguir malhechores, y que se titula Escuadrón Franco de Protección y Seguridad Pública de Andalucía, al que pertenecen los extintos Niños de Ecija. Estamos en el mes de agosto de 1810

Hemerotecas
28 de mayo 1930

sábado, 22 de julio de 2023

Los Partistas santiaguistas en Guadalcanal de Alfonso X al siglo XVI (4/4)


 ÚLTIMA PARTE

En realidad, si observamos las mencionadas ordenanzas de los abogados de 1495, en su prólogo se dice que los monarcas aspiraban a que todos los que abogaban en el foro, ante cualesquier tribunales, fueran competentes, reconociendo, por el contrario, que muchos de los existentes tienen menos letra e suficiencia e abilidad de la que devían e han menester, además de cobrar derechos abultados a sus clientes. Ahora bien, cuando en la primera ordenanza prohibían que los que no fuesen graduados universitarios no pudiesen abogar, realmente se estaba refiriendo tan sólo a los que lo hicieran ante el Consejo —en este momento el Consejo real de Castilla— y la Corte y Chancillería, pero no ante el resto de los tribunales de justicia. Para poder ejercer delante de éstos últimos las mismas ordenanzas —en su ordenanza 22, que es la final— se remitían a lo que ya se había dispuesto en la mencionada ley de la Tercera Partida, que transcriben, según la cual el que pretendiera abogar debía primero ser examinado de su preparación por el tribunal ante el que desease ejercer como tal, fuese en la Corte o en cualquier otra jurisdicción.

Es, pues, gracias a esta norma, revalidada expresamente por los Reyes Católicos, a la que existían partistas, que debían estar bien instruidos en las materias jurídicas sobre las que aconsejaban a sus clientes, siempre a juicio del tribunal que los habría de oír. Si las causas que promovían sólo trataban de penas de ordenanza municipal, es de suponer que fuera suficiente con que conocieran el contenido de dichas ordenanzas, amén de algunos rudimentos del procedimiento. En temas de mayor enjundia jurídica, les sería exigible el conocimiento de fuentes más importantes, pero no podemos ir más lejos. No obstante, todo parece indicar que el examen ante el tribunal por el aspirante a abogado era único y genérico, habilitándole al que lo pasase para cualquier tipo de casos. Parece claro que, a vueltas con esta normativa, florecieron oportunistas, que, sin saber derecho y, en ocasiones, sin saber tampoco leer y escribir, se atrevían a aconsejar a sus pobres clientes. Es difícil distinguir a unos y otros en nuestros documentos. En cualquier caso, a mi modo de ver, estas exigencias de la monarquía a la hora de dignificar el mundo judicial fuera de las grandes cabezas de partido y de la Corte, QUINTAS_CHD-24-2017.indd 420 19/9/17 7:19 Porras Arboledas, P.A. Cuad. hist. derecho 24, 2017: 411-487 421 tenían mucho que ver con la construcción del Estado moderno, en la que también se empezaron a demandar requisitos más exigentes también a jueces y a médicos titulados, entre otros. No obstante, una cosa era lo que se pretendía y otra distinta lo que la realidad permitía obtener, ya que hasta que las Universidades no estuvieran en posición de cubrir la demanda de especialistas habría que echar mano de los expertos no titulados, que en el ámbito de la abogacía eran estos partistas. A éstos se les exigía para ejercer el haber residido 10 años en la Universidad, así como haber cumplido 26 años, como bien pudo comprobar el bachiller Hernando de Úbeda, alcalde mayor del partido de Valdesegura y Beas: mandamiento al gobernador de Montiel o a su teniente, comunicándole el texto de una provisión dada en Consejo de Órdenes [texto no transcrito, en la cabecera se indica sobrecarta de una provisión que se dio a suplicación del concejo de Veas, ynserta la premática para que los letrados que no ovieren residido diez años en Estudio general no puedan tener cargo de justicia]; Juan Guijarro, en nombre del concejo, había presentado en Consejo testimonio de cómo el 08/07/1257 le había sido notificada dicha provisión al bachiller Hernando de Úbeda, alcalde mayor del partido del Valdesegura y de la villa de Beas, que respondió que no hablaba con él e que la premática encorporada en la dicha mi provisión no se avía hecho por respeto de los que no tenían letras ni abilidad para tener los tales oficios de juezes, e que hera letrado graduado en Estudio general e ábil e suficiente para tener e usar el dicho oficio, e que por tal estava esaminado e aprovado por el presidente e oydores de la nuestra Abdiencia e Chancellería que reside en la çibdad de Granada por abogado de la dicha Abdiencia e que avía tenido otros oficios de justicia e hecho en ellos la residencia que hera obligado e avía sydo pronunciado por buen juez, e que avía estudiado mucho tiempo en el dicho Estudio general, e que pocos letrados destos Reynos podrían mostrar el testimonio que la dicha premática manda, e que unos saben más en seys años que estudian que otros en diez, e que teniendo la abilidad que se requiere, recebirían mucho agravio sy por no mostrar el dicho testimonio los dexasen de administrar los dichos oficios, e que es de más hedad de veinte e cinco años e puede e debe usar el dicho oficio de alcalde mayor, e que porque con él no haga justicia contra los alcaldes e regidores de la dicha villa de Veas le avían hecho notificar la dicha provisyón, segúnd que más largamente en la dicha respuesta e testimonio se contyene. Solicitaba que, pues no tenía los 10 años de estancia en Estudio general, le mandase ejecutar dicha provisión.

De poco le serviría su alegación, pues le ordenaron que viera dicha provisión y la cumpliese, sin embargo, de todo lo pretextado (14/08/1527, AHT, expte. 78.128). Tales requisitos fueron establecidos por pragmática de 1493 de los Reyes Católicos, recogida en N.R., III, 9, 2. Es evidente que no todos los letrados tenían las características personales necesarias para ser jueces, como se sugiere en los versos de la cabecera, hablando del Lcdo. Saldaña, aunque estuvieran técnicamente capacitados para serlo. Un caso evidente de esto es el del bachiller Tomás de Ribera, activo en Uclés en 1530 (véase mi mencionado trabajo sobre esa villa). 37 Para muestra basta sólo un ejemplo, aunque se podrían alegar muchos más: incitativa al gobernador de la provincia de León o a su teniente, a petición del bachiller Pedro Fernández médico, vecino de Usagre, que denunció que, estando proybido por leyes e premáticas destos Reynos que nynguna persona pueda curar ny cure de medezina e çurugía syn ser exsamynado, diz que, contra el thenor e forma de lo susodicho, algunos vezinos de la dicha villa han curado y curan dello, de que se han seguido y esperan recrescer muchos daños e otros ynconvinientes y que, no enbargante que le ha sido denunciado a los alcaldes ordinarios de la dicha villa, no lo han querido remediar. Solicitaba que se procediera contra ellos y se les castigase (24/05/1544, AHT, expte. 78.329).

Hay un evidente paralelismo entre los que ejercían el derecho y la medicina sin estar graduados. 38. He de aclarar que la cronología usada en este primer apartado viene determinada por el total de los legajos vistos hasta la fecha en el Registro General del Sello del Consejo de Órdenes, en lo relativo a la Orden de Santiago, abarcando desde el inicio de la administración de Carlos I en 1517 hasta fines de 1544, fecha máxima a la que he llegado en mis actuales investigaciones; de ahí a 1556 es seguro que aparecerán nuevos testimonios. Una consideración comparada de las fechas entre peticiones para abogar y quejas contra los partistas nos sirve de poco a la hora de discriminar una evolución hacia un predominio de abogados letrados sobre los no letrados, pues unas y otras se distribuyen por todo el período de estudio. Granada Mandamiento a las justicias de Segura de la Sierra, al gobernador o su teniente y a los alcaldes ordinarios, presentes y futuros, a petición de Pedro Bellón, vecino de la villa, que como uno del pueblo había denunciado que Juan Rodríguez y otros actuaban de abogados sin tener título oficial, pero con la permisividad de las autoridades. Solicitaba que no se les permitiese. Acuerdan trasladar la última de las ordenanzas de abogados de 1495, por la que se mandaba que sólo abogasen los que estuviesen previamente examinados en la Corte por jueces o sabedores en derecho, así como en las tierras o localidades donde pretendieran ejercer, ordenando que fuese cumplida. Archivo de la Real Chancillería de Granada, expte. 5.531.

Para que la justicia de Segura de la Sierra bea una ley aquy yncorporada para que unos no aboguen sin ser letrados. Escrivano Gumiel [Registro] .IX. Don Carlos e doña Juana, etc. A vos, el governador de la villa de Sigura de la Syerra o a vuestro lugartenyente en el dicho oficio e [a los] alcaldes de la dicha villa que agora son o serán en ella de aquí adelante e a cada uno de vos a quyen esta nuestra carta fuere mostrada. Salud e gracia. Sepades que Pedro Vellón, vezino de la dicha villa, como uno del pueblo della e como mejor podía e de derecho devía, nos hizo relación por su petición que los oydores de la nuestra Audiencia, qu’están e residen en la nonbrada e gran cibdad de Granada, fue presentada diziendo [que] en la dicha villa está un Juan Rodrigues e otros que abogan en pleitos e cabsas de los vezinos de la dicha villa e de otras partes syn ser esamynados ny tener títulos de bachilleres ni otro título para ello y que, a cabsa que vos, la justicia de la dicha villa, les consentís que aboguen, destruyen muchos pleitos, de que a la comunydad e vezinos de la dicha villa benía muy gran daño e perjuizio y que, deviendo vosotros, conforme a las leyes de nuestros Reynos, mandarles que muestren lo títulos para que conste por ello cómo son graduados e pueden abogar en pleitos, diz que no lo abéys querido ny queréys haser. Por ende, que nos pedía e suplicaba que cerca dello proveyésemos de remedio con justicia, de guysa que los susodichos ny alguno dellos no abogasen en pleitos algunos syn mostrar cómo son graduados de bachilleres e puedan abogar o como la nuestra merced fuere. Lo qual por los dichos nuestros oydores visto, por quanto en las leyes de nuestros Reynos ay una ley que cerca desto fabla, fue por ellos acordado que devíamos mandar dar esta nuestra carta para vos en la dicha razón, en ella ynserta la dicha ley. E nos tovímoslo por bien, el tenor de la qual dicha leyes es este syguiente: «E por quanto el señor rey don Alonso, de gloriosa memoria, nuestro progenitor, entre otras leyes que fizo e hordenó, en la Tercera Partida hizo e hordenó una ley que cerca desto dispone, su tenor de la qual es este que se sygue: «Estorbadores e enbargadores de los pleitos son los que se fazen abogados, no syendo sabidores de derecho ni de fuero o de costunbres que deven ser guardadas en juyzio. Por ende, mandamos que de aquy adelante ninguno sea osado de trabajarse de ser abogado por otro en nynguno pleito, a menos de ser primeramente escogido de los juzgadores e de los sabidores del derecho de nuestra Corte o de las tierras e de las cibdades o de las villas en que ovieren de ser abogados, e a qualquier que fallaren qu’es sabidor honbre para ello, dévenle fazer jurar qu’él ayudará bien e lealmente a todo honbre a quyen prometiere su ayuda e que no se trabaxará con sabiendas de abogar en ningún pleito que sea mentiroso o falso o de que en tienda que no podrá aver buena cima, e aún los pleitos verdaderos que tomare que procure que se acaben ayna, syn nyngún alongamiento qu’él faga maliciosamente, e qu’el que ansy fuere escogido mandamos que sea escrito en su nonbre en el libro que fueron escritos los nonbres de los abogados a quyen fuere otorgada tal poder como éste, e qualquier que por sy quysyere tomar poderío de seguyr pleito por otro contra este nuestro mandamiento, mandamos que no sea oydo no le consientan los juzgadores que abogue ante ellos». Por ende, hordenamos e mandamos que la dicha ley que de suso va encorporada se guarde e cunpla e faga guardar e cunplir en todo e por todo, segund e por la forma e manera que en ella se contiene». Porque vos mandamos que beáys la dicha ley que de suso en esta nuestra carta ba encorporada e la guardedes e cunplades y executedes e fagades guardar e cunplir y executar e trahed e guyades a pura e devida execución con efeto, en todo e por todo, segund que en ella se contiene. Y contra el tenor y forma della no bayades ny pasedes ny bayan ny pasen ny consyntades ny consientan yr ny pasar. E los unos ny los otros non fagades ny fagan ende al por alguna manera, so pena de la nuestra merced e de diez myll mrs. para la nuestra cámara. E demás mandamos al ome que vos esta nuestra carta mostrare que vos emplaze que parescades ante los dichos nuestros oydores del día que vos enplazare fasta quynze días primeros siguientes, so la dicha pena, so la qual mandamos a qualquier escrivano público que para esto fuere llamados que dé’nde al que vos e a ellos mostrare testimonyo sinado con su syno, por [que] nos sepamos en cómo se cunple nuestro mandado. Dada en la cibdad de Granada, a treze días del mes de otubre, año del señor de myll e quinientos e veynte años. Libráronla los licenciados Girón y Corte y Castro. Apéndice II 1602/09/27. Castro Urdiales El Lcdo. Martín de Ahedo, vecino de Castro Urdiales, celebra contrato con don Juan de Arcentales y Zabala, vecino del Valle de Otañes, para actuar como su abogado.

Fuentes: Los Partistas santiaguistas (1517-1544) y algunas provisiones especiales de la Chancillería de Granada: cartas de omezillo, de guía y aposento y de galeotes. (Pedro Andrés Porras Arboledas). Libro de partistas de Alfonso X. y Archivos históricos de Tentudía.

domingo, 29 de enero de 2023

Dehesas de Sierra Morena: espacio protegido al Norte de Sevilla


Esta Reserva de la Biosfera es el lugar ideal para conocer atardeceres únicos y saborear la dehesa.

 

La dehesa, un valor a cuidar

Dehesas de la Sierra Morena, espacio protegido al Norte de Sevilla, es un enclave natural único en el mundo abierto a visitantes y turistas en busca del origen. Gastronomía, cultura, calidad de vida y paisajes de ensueño son un reclamo turístico cada vez más en alza.

 Las Dehesas de Sierra Morena son la Reserva de la Biosfera de mayor espacio de España. En total ocupa 424.440 hectáreas que concentran un ecosistema y un paisaje único en Europa. Al norte de la capital sevillana y a tan solo una hora se puede disfrutar de este espacio protegido por la UNESCO desde 2002 que presenta una economía, cultura y gastronomía peculiares productos de la relación entre hombre y naturaleza. Este espacio protegido abarca los municipios de: Alanís, Almadén de la Plata, Cazalla de la Sierra, Constantina, Guadalcanal, Las Navas de la Concepción, El Pedroso, La Puebla de los Infantes, El Real de la Jara y San Nicolás del Puerto

La dehesa es, según la RAE, una «tierra generalmente acotada y arbolada, por lo común destinada a pastos». Durante siglos la intervención de la mano humana en este espacio natural ha sido determinante para que hoy exista la dehesa. Bosque mediterráneo adehesado gracias a la ganadería y a la agricultura de la zona en perfecta simbiosis con el medio. Lo que hoy llamamos «desarrollo sostenible» es el germen de este espacio que atesora, además, otras distinciones por sus valores geológicos y naturales.

El Parque Natural Sierra Norte de Sevilla, declarado en 1989, comparte parte del territorio de las Dehesas de Sierra Morena siendo uno de los más extensos de Andalucía con 177.484 hectáreas. Además, este enclave es Geoparque Mundial de la UNESCO desde 2015 por su singularidad geológica, minera y arqueológica. Sus cielos, libres en su mayoría de contaminación lumínica, son también único en Europa. Y por ello se encuentra dentro de la Reserva Starlight avalada por la UNESCO pudiéndose considerar el telescopio de la provincia.


La bellota de Europa

Encinas y alcornoques son la seña de identidad de la vegetación de estas Dehesas de Sierra Morena. En su monte, acompañado de jarales, durillos, madroños y esparragueras entre otros, alcornoques y encinas dan como fruto la bellota. Este fruto madura en otoño y se desprende del árbol en otoño e invierno siendo alimento del cerdo ibérico más selecto.

    El alcornoque además es el origen del corcho de mayor calidad de Europa. Aunque otros países con bosque mediterráneo pueden tener alcornoques, el clima, el suelo y la dehesa sevillana son claves en la obtención de un corcho de primera calidad muy valorado en el mercado. Un alcornoque puede tardar hasta treinta años en producir corcho de excelentes cualidades. Este dato, entre muchos otros, demuestra el compromiso de la población de la comarca con su entorno. Quien decide plantar alcornoques lo hace pensando en el futuro y en el bienestar de la dehesa, no en el propio exclusivamente.

   


 
Agricultura y ganadería extensiva

Visitar las Dehesas de Sierra Morena es aprender el origen de lo auténtico. Desde hace siglos el cultivo de olivos, viñas, y huertas han marcado la agricultura de la zona. Y, por otro lado, estas grandes extensiones de terreno han permitido mantener hasta hoy el modelo de la ganadería extensiva. Es decir, producir carne de calidad dejando la menor huella posible en el medio. Las producciones de la zona, hoy ejemplos de innovación y tradición, están sujetas a una alta exigencia durante todo el proceso de producción que culminan ofreciendo un producto de calidad certificada.

     Gastronomía, el sabor de la dehesa

La dehesa no solo se puede ver, también se puede saborear. Como era de esperar este lugar protegido por su alto valor natural y singularidad en la producción de materias primas presume de gastronomía. Las tradiciones culinarias maduran en las diferentes estaciones al igual que los recursos forestales, ganaderos y agrícolas.

Sus montes adehesados son el escenario perfecto en el que se crían cerdos ibéricos, ovejas y reses de vacuno. Por tanto, para entender la dehesa hay que probar sus: chacinas, jamones, quesos de cabra y guisos de carnes de retinto, cordero, cerdo, jabalí. Además, encontramos el verde en sus aceites de oliva de personalidad única. La tradición, el ingenio y el aprovechamiento de sus recursos naturales han hecho que, además, esta comarca sea la cuna de aguardientes y licores que dieron la vuelta al mundo.

    


Turismo rural en las Dehesas de Sierra Morena

A tan solo una hora de la capital andaluza los visitantes no solo encontrarán una oportunidad de disfrutar de atardeceres de ensueño y de paisajes únicos. También podrán realizar un turismo activo adaptado a sus necesidades y gustos. Las empresas turísticas de la comarca se han adaptado a la demanda decididas en la puesta en valor de lo que les hace únicos.

En familia, con amigos o para encontrarse a uno mismo. Las dehesas pueden disfrutarse a través del senderismo, escalada, ciclismo… Y las posibilidades se multiplican con el astroturismo (turismo de observación astronómica) el orniturismo (turismo para conocer la diversidad de aves de la zona) o el geoturismo (el turismo que difunde el valor geológico y su repercusión en la Historia).

ALMUDENA GONZÁLEZ CABALLERO

Sevilla

domingo, 15 de enero de 2023

!De ése me encargo yo!

 


CHAMIZO Y SU FAMILIA DURANTE LA GUERRA CIVIL

     La siguiente ponencia, “Chamizo y su familía durante la guerra civil”. Es una ampliación de la que fue presentada y leída por Mª Victoria Díez Chamizo, nieta del insigne vate, en el I Congreso Nacional en torno al poeta extremeño Luis Chamizo, en el I Centenario de su nacimiento 1894/1994, que tuvo lugar en Guareña el 3 de diciembre de 1994. “Estalla la guerra civil”

Ma. Victoria Díez Chamizo (1)

          Ante todo, quiero dar las gracias a mi madre y a mis tías, por las muchas historias que les he oído contar a lo largo de mi vida y que han hecho posible que pudiera escribir estas páginas. Huelga decir que, si algún mérito encierra, no es mío, sino de ellas y que mucho me temo que de los errores tengo la exclusiva. Asimismo, deseo hacer constar que en ningún momento he pretendido molestar u ofender a nadie. Y que sí, torpemente, lo he hecho, le pido perdón. Mi único interés es relatar unos hechos familiares con la máxima objetividad que he podido y con la esperanza de que haya llegado la hora de que todos sustituyamos antiguos resentimientos por un clima de afecto y compresión. Y en este sentido, también describo... ¡un sueño!

          A mediados de los años treinta Luis Chamizo era un hombre muy popular en Extremadura. Prueba de ello es el relato de José María Osuna de un viaje a Mérida que hicieron juntos en 1934 ó 1935, según él mismo indica, y que cito textualmente:

"Apenas llegados, entramos, deliciosamente ignorados, -así me lo pareció en aquel momento- en un modestísimo bar todavía en las afueras. Nadie descompuso el gesto, ni hizo movimiento alguno que denotase la entrada de una persona conocida. Bebimos unas cervezas y Don Luis pidió el importe de la consumición. Entonces ocurrió lo que para mí hubo de representar una gran sorpresa. Mi primera sorpresa de Mérida".

         El mozo del bar, sin levantar apenas los ojos hacia nosotros, sin detenerse siquiera un momento en su faena de limpiar el mostrador, contestó poniendo cierto énfasis en las palabras:

  - En esta casa no se le cobra a Don Luis Chamizo.
Algunos parroquianos se pusieron entonces de pie y saludaron muy afectuosos.
- Buenas tardes Don Luis y la compaña.
-Buenas tardes señores (respondimos nosotros, sinceramente conmovidos.)

      Esta fue, como os decía, mi primera sorpresa, acabados de llegar a Mérida. Hasta hacía poco yo había vivido en una primerísima ciudad, en la que seguramente por su gran población, todo el mundo, incluso los valores más constatados, se impersonaliza, y nadie cuida de expresiones admirativas o deferentes -solo quizás algún amigo- ni siquiera de esas tan sencillas y enternecedoras como ésta que había vivido al lado del ilustre poeta, y que luego habían de repetirse en más de una ocasión durante nuestra corta estancia en esta bella ciudad del Guadiana". (2)

         Cuando estalló la guerra mi abuelo estaba en Guareña con su hija mayor, Ma. Luisa, visitando a su madre, Asunción. Intentó llegar a Guadalcanal en tren a fin de reunirse con mi abuela y sus otras cuatro hijas, pero no pudo. No consiguió pasar desapercibido. Le detuvieron unos milicianos, junto con otros viajeros, al hacer trasbordo en Mérida. De este episodio existen dos versiones. La primera de ellas (defendida por mi madre y por María Luisa, que aseguran habérsela oído contar a su padre) consiste en que estuvo preso varias horas, con la amenaza de que le matarían al día siguiente, de madrugada. Se quejó amargamente, alegando que iban a matar a un poeta que tanto había cantado a Extremadura y a sus gentes. Consiguió que le retaran a que lo demostrase. Y aceptó el reto, insistiendo que necesitaba las manos libres para poder recitar. Lo desataron y recitó "la nacencia" y "los héroes sin gloria". Les emocionó tanto que le dejaron marchar. 

      Dijeron que no querían comprometerse. Volvió a Guareña en la máquina de un tren de carbón. Llegó completamente tiznado. Como les suplicara tener noticias de su familia, al poco tiempo esos mismos milicianos le comunicaron que su esposa y sus hijas estaban huidas, que se encontraban bien y que se habían refugiado en Malcocinado (Badajoz).

         La segunda versión (defendida por mi tía Ma Virtudes, que me ha dicho que se la contó su abuela Asunción cuando vivió con ella en Guareña) (3) se remonta a hechos que ocurrieron mucho antes de que se declarase la guerra civil. Al morir mi bisabuelo Joaquín, su hijo se hizo cargo de la fábrica de tinajas y otros utensilios (que ocupaba una gran superficie en la parte trasera de la vivienda), con la ayuda de un operario de toda su confianza. Sólo ellos dos tenían llave de la caja fuerte que había en la casa. Un día, mientras mi abuelo dormía la siesta, oyó unos ruidos muy extraños. Con todo sigilo se levantó (sin ponerse el ojo de cristal) (4), cogió un arma, y fue a ver qué pasaba. Se encontró a su hombre de confianza con la caja fuerte abierta, apoderándose del dinero. Al verle, el operario se echó a llorar. Le contó una circunstancia familiar muy difícil que hizo que mi abuelo no sólo le perdonase, sino que le regalase parte del botín que pretendía llevarse. Además, le prometió que nunca diría nada (este trabajador, por voluntad propia, se fue al poco tiempo). Y es así que cuando le cogieron preso en Mérida, la casualidad quiso que uno de los milicianos que le detuvieron fuera su antiguo hombre de confianza, que creyó reconocerle. Este comentó a sus compañeros, "¡de ése me encargo yo!". Ya a solas, le pidió que se quitara el ojo, cosa que hizo. Así comprobó su identidad. El miliciano le dijo que una vez le había hecho un gran favor y que él, ahora, se lo devolvía dejándole escapar. Le escondió en un pajar y ese mismo día, por la noche, le permitió volver a Guareña, en un camión. (De ser esta segunda versión cierta, mi abuelo sólo le contó este episodio a su madre. Muy posiblemente, él mismo habría inventado la versión anterior.)

         Sea quien fuere su liberador y las razones que tuviera para dejarle marchar, el caso es que se libró de una muerte casi segura (poco tardó en llorar que su misma suerte no la hubiese tenido su amigo Federico García Lorca). Padre e hija permanecieron en Guareña unos tres meses, hasta que fue tomada por los nacionales. Durante este periodo, mi abuelo se escondió en los hornos de la casa, que en más de una ocasión registraron, sin que lo encontraran. Normalmente los registros coincidían con la llegada de "refuerzos" de Madrid. Cuenta Ma. Luisa que en una de estas ocasiones la cogieron y la llevaron, a la fuerza, a la parte trasera de la casa, cerca de donde estaban los hornos, amenazándola con pegarle hasta que su padre saliera del escondite; y que, al primer impacto, antes de que empezara a gritar, se cayó, golpeándose con fuerza la cara contra el suelo y perdiendo el conocimiento (dice que desde entonces tiene la nariz torcida). En casa de Asunción también vivían Marcial y Atanasia, hermanos solteros de Asunción. Marcial trabajaba en las bodegas de vino del pueblo y tenía un hijo, Joaquín, ya muchacho (Marcial y su hijo también se escondieron en los hornos de la casa). Atanasia ayudaba en las faenas domésticas.

         En Guadalcanal, pared con pared con la casa de mi abuela estaba la de su hermana Consuelo, que vivía con su marido, Juan Pastor (en realidad ambas casas eran sólo una, que se dividió en dos cuando se casó Consuelo, que hasta su boda convivió con mis abuelos en la que había sido la casa de sus padres). Consuelo y Juan no tuvieron hijos. La relación entre las dos familias era muy estrecha, prácticamente vivían juntos. Un poco antes de declararse la guerra varios amigos de la familia avisaron a mi abuela de que la situación se estaba poniendo muy seria, que acumulara víveres y que bajo ningún pretexto saliera a la calle. Las casas de mi abuela y de Consuelo se unieron por un agujero en la pared, que disimularon con un mueble a cada lado. Así se visitaban. Los milicianos registraron las viviendas en varias ocasiones. Buscaban armas. Ya el primer día de guerra hubo muchos fusilamientos, en el cementerio. Mi abuela, Consuelo y Juan decidieron huir de Guadalcanal. Salieron del pueblo "medio disfrazados" (mal vestidos y sin ningún equipaje) y se fueron, andando, a Malcocinado, a casa de Rafaela, el ama de leche de mi madre. Eran las tres de la tarde y caía un sol de justicia (por el camino se encontraron con una mujer que les regaló un pan y una botella de aceite -con el tiempo mi abuela la pudo localizar y le volvió a expresar su agradecimiento-). Llevaban consigo dinero, oculto en la ropa. La casa de Rafaela era pequeña. Se apañaron cómo pudieron. Por las noches se instalaba en el suelo un jergón muy grande de paja. Mi abuela, Consuelo y Juan dormían "en la cabecera". Las niñas, perpendiculares a ellos, "a los pies". Así estuvieron un mes. Los milicianos se personaron en casa de Rafaela, buscando al tío Juan (que había sido director del Banco de Guadalcanal). No lo encontraron.

       

 
Volvieron todos a Guadalcanal cuando fue tomada por los nacionales. Las casas se las encontraron intactas, al contrario de lo que había ocurrido con muchas otras casas, que las habían saqueado y quemado. Y allí permanecieron hasta que "aparecieron" mi abuelo y Ma. Luisa. Una vez todos juntos y pasado un tiempo, se fueron a la finca "La Gastana", propiedad de Consuelo. En Guadalcanal escaseaban los alimentos y se respiraba mucho terror. Muy cerca de La Gastana estaba el cortijo de mi abuela, "El Burgalés". Mi abuela y sus cinco hijas permanecieron en La Gastana el resto de la guerra, con Consuelo y Juan. Mi abuelo, no. Se ausentaba a temporadas, incluso semanas o meses. Colaboraba con Auxilio Social.

         La vida en el campo transcurría tranquila, lejos de los lujos y comodidades a los que la familia había estado acostumbrada. Buen testimonio de ello es las siguientes canciones, de letra de mi abuela y escritas en ausencia de mi abuelo, que tanto mi madre como mis tías cantaban a voz en grito por La Gastana y El Burgalés (a todos los nietos y nietas, estas coplas y otras parecidas nos las cantaba mi abuela y su hermana Consuelo, y también nuestras madres, de pequeños).

Primera   canción:

Somos los refugiados en La Gastana de Burgalés
que vivimos felices sin servidumbre y sin parné.
Cuando tenemos mucho calor
vamos derechos hacia el albercón
y entre sus aguas frescas y claras
¡lavamos nuestros cuerpos y nuestras caras!
Cuando la servidumbre poquito a poco se fue a segar
nos quedaron tan solo las dos doncellas, Manuel y Juan.
Una doncella se descalabró (5)
la otra enfadada al pueblo marchó
por el alpiste (6) se fue el Sr. Juan
¡y Manuel con tito a Guadalcanal! (7) .
Cuando todos marcharon, que bien quedamos, ¡gracias a Dios!
comimos y cantamos y trabajamos con ilusión.
De cocineras tita y mamá
Ma. Victoria para lavar
con dos jarritas trae el agua Consuelo
¡mientras que Ma. Luisa da brillo al suelo!
La otra Ma. Victoria (8) y Virtuditas mondan patatas
mientras que Asuncioncita por cualquier cosa ¡nos da la lata!
Sólo nos falta para vivir bien
que tito traiga mucho que comer
y el panadero (9) le traiga a mama
¡la carta que impaciente espera de papá!
Para que no faltase ningún festejo en la Castaña
celebraron dos niñas una gran lucha greco-romana (10)
Que nadie sabe por lo que empezó
ni tampoco cómo terminó
pero si vuelven a boxear
¡ninguna de las dos se queda sin cobrar!


Segunda canción
(11):

Si pasas por Burgalés, pregunta por tres erizos:
Consuelito y Asunción y Virtuditas Chamizo.
Las bañan y las perfuman, las visten de arriba abajo
y cuando pasa media hora parecen escarabajos:
se quitan los calcetines, pierden la traba y el pantalón,
se enchancletan los zapatos ¡y corren más que un ciclón!
Cuando las veas pasar en la chica fíjate
sí se ensucia los baberos se los vuelve del revés.
Pero la otra mayor tiene más mala intención
se rellena de papeles el babi y el pantalón:
por si su mamá le da una lección
y con la correa, la explicación;
pero su mamá la va a comprender
y en una tinaja la va a meter
a ver si así ¡se amansa bien!
Si pasas por Burgalés y no ves a Consuelito,
está dentro de una tinaja espiando su delito.
Y si no ves a Asunción ni a su hermana Virtuditas,
están en la habitación lo mismo que dos guarritas:
sin comer ricas cerezas, dulce de membrillo, ni salchichón,
veremos si estos castigos, ¡han servido de lección!

         Durante la guerra, por casa de Asunción pasó mucha gente (como había ocurrido en otros tiempos de forma habitual) y eso implicaba muchas bocas que alimentar. Asunción había sido siempre una mujer muy generosa. Mi abuelo sentía por ella verdadera admiración. Marcial prestó dinero a su hermana, probablemente en muchas ocasiones, y también a mi abuelo. Ella le firmaba pagarés a cargo de la casa de Guareña. La deuda llegó a ser tanta que, con el tiempo, Marcial se quedó con la casa. Esto originó graves problemas en la familia, ya que no siempre las liquidaciones de Marcial coincidían con las cuentas que llevaba mi abuelo de las deudas pendientes. Aproximadamente al año de acabar la guerra civil murió Asunción, ajena al disgusto de su hijo (que se negó a decirle que había perdido aquella casa que tanto quería y añoraba, ¡antes de heredarla!). Con su muerte cesaron las visitas a Guareña.

¡Ay abuelo!
Abuelo idealista,
abuelo bueno,
¡cuánto me hubiera gustado conocerte!
Y cuánto me gustaría que la casa de Asunción,
la casa de Joaquín, el tinajero,
esa casa a la que tanto añorabas volver...
"Aquella casona grande con su fachada de piedra,
con aquel pasillo largo que llevaba a las bodegas;
aquellas bóvedas altas, lo mismo que en las iglesias;
aquella cocina grande con su hermosa chimenea"... (12)
esa casa y no otra,
fuese algún día tu casa,
¡la casa de Luis Chamizo,
¡Casa de Cultura del Pueblo!
¡Reivindico este sueño!

 

A modo de apéndice:

A MI PADRE (13)

Guareña tuvo un poeta,
un poeta muy castúo, que quiso mucho a su Tierra
y que cantó a sus campos, a su Extremadura entera,
bajo el sol abrasador de sus llanuras inmensas:
sus versos recios, rompieron las venas de gran poeta
y brotaron de su sangre más que de la inteligencia.
¡Cómo amabas, padre mío, aquellas tierras morenas
cuna de tus ilusiones y consuelo de tus penas!;
¡cómo añorabas volver a tu casa solariega
donde esperaba tu madre, donde tenías tu hacienda!
Aquella casona grande con su fachada de piedra
con aquel pasillo largo que llevaba a las bodegas;
aquellas bóvedas altas, lo mismo que en las iglesias;
aquella cocina grande con su hermosa chimenea
donde la leña al arder hablaba de tu nacencia
y prendía en ti sus llamas ardiendo tu inteligencia...
Todo aquello, ¡padre mío!, con desconsuelo te espera;
¡qué pena que estés tan lejos... que ni siquiera tu Tierra
te acompañe en las frialdades de esa soledad tan negra!
Solo estás, solo, muy solo... y muy lejos de Guareña:
tu madre, desde la tumba, te llama con la voz muerta,
y el miajón de una raza de castúos también te espera.
¡Qué lloren los extremeños, que solo está su poeta!:
su sombra vaga en la noche por las calles madrileñas
añorando sus terruños a los que tanto quisiera.
¡Qué redoblen las campanas! ¡qué redoblen con tristeza!,
el cantor de Extremadura polvo se hace en otras tierras.

Notas. -

 (1) Este artículo consiste en una ampliación de la ponencia "Estalla la guerra civil" que presenté en Guareña, en el congreso que en honor del poeta Luis Chamizo Trigueros organizó su Ayuntamiento (del 30 de noviembre al 3 de diciembre de 1994).

(2) Párrafo de la conferencia "Chamizo y Mérida en el recuerdo", pronunciada por el Dr. Osuna el cuatro de abril de 1964, en la Sociedad Liceo de Mérida. Folio 5. (Obra en mi poder el original de esta conferencia, que el autor dedicó y regaló a mi madre, Ma Victoria).

(3) Ma. Virtudes cuidó de su abuela, que estuvo muy enferma, casi un año. Ambas llegaron a intimar mucho.

(4) Durante toda su vida mi abuelo llevó un ojo de cristal que únicamente se quitaba para dormir. (El ojo lo perdió al nacer, en el parto.)

(5) se accidentó y se fue al pueblo.

(6) el vino (mi abuela le despidió por borracho).

(7) el tío Juan y Manuel se fueron a comprar víveres.

(8) una sobrina de Málaga del tío Juan.

(9) el panadero visitaba las distintas fincas y cortijos de la comarca una vez por semana. Era costumbre que a la vez que vendía el pan repartiese el correo.

(10) pelea muy sonada entre mi tía Consuelo y la sobrina del tío Juan, Ma. Victoria.

(11) esta canción se canta con la tonadilla de "si vas a París papá..."

(12) fragmento de la poesía "A mi padre” que se reproduce íntegramente a continuación.

(13) poesía de mi madre publicada el domingo uno de septiembre de 1957 en el "Hoy" de Badajoz. (Los restos de mi abuelo yacen en su querida Guareña, como fue siempre su voluntad, desde 1994, año del centenario de su nacimiento, gracias al esfuerzo de las mujeres y los hombres de la villa muy especialmente del Ayuntamiento- y de sus hijas).

Ma. Victoria Chamizo (Ceuta, 1957).

Publicado en la Revista El Carro de Guareña 1997 (Año 4 nª2)

domingo, 1 de enero de 2023

Guadalcanal, paraíso natural, destino turístico y zona Starlight

Un refugio en los confines del Parque Natural Sierra Norte

    Esta población, que marca el fin de Andalucía y el comienzo de Extremadura, cuenta con numerosos encantos para el visitante. 

    La zona norte de la provincia de Sevilla es una zona privilegiada desde el punto de vista natural, ya que está dotada de magníficos paisajes, tranquilos pueblecitos y muchas opciones para disfrutar de turismo rural de calidad. Al margen de las localidades más conocidas, como pueden ser Cazalla de la Sierra, El Pedroso o Constantina, hay otros lugares más desconocidos que terminan convirtiéndose en una magnífica opción para una pequeña escapada o para disfrutar de unas tranquilas vacaciones en cualquier época del año.

    Es el caso del municipio de Guadalcanal, situado en el extremo septentrional de la provincia de Sevilla, en el interior del Parque Natural Sierra Norte –que está declarado por la UNESCO como reserva de la biosfera- y que se encuentra prácticamente entre la frontera marcada por los hombres que divide a dos tierras hermanas como son Andalucía y Extremadura. Guadalcanal se encuentra a algo más de un centenar de kilómetros de la capital sevillana 


      Nos situamos en bellos paisajes de media montaña, donde podemos disfrutar de las vistas de dehesas y de otras zonas en las que vamos a encontrar bosques poblados por encinas, castaños, pinos, olmos y olivos. Un lugar donde habitan numerosas especies animales como el jabalí, la nutria, el gato montés, el ciervo o el conejo. Todo ello muy cerca del conocido como Cerro de la Capitana, que con sus 959 metros se convierte en el lugar que más se acerca al cielo de la provincia de Sevilla.

    Como dato curioso, existe en el suroeste del océano Pacífico una isla que lleva el nombre de Guadalcanal, y que durante la Segunda Guerra Mundial se hizo tristemente famosa por ser escenario de una cruenta batalla. Esta isla, cuyo nombre nativo es Isatabu, fue descubierta en 1568 durante la expedición que comandaba Álvaro de Mendaña, quien por orden de Felipe II buscaba la ‘” Terra Australis Incognita”'. En su expedición viajaba el explorador Pedro de Ortega Valencia, quien era natural de Guadacanal y le puso el nombre de su pueblo natal a la isla, dándole así para siempre proyección internacional a esta población sevillana.  


 En la actualidad Guadacanal es un tranquilo pueblo, en el que se puede disfrutar al máximo un agradable paseo por sus calles. Lo mejor será vagar sin rumbo fijo por las calles principales de esta localidad sevillana, en la que podemos visitar rincones como las iglesias de Santa Ana, de Santa María de la Asunción, la ermita de San Benito o el castillo de La Ventosilla. Entre estos hitos cabe destacar como curiosidad el edificio conocido como “La Almona”, que se trata de una construcción erigida en 1307, considerado como el edificio civil más antiguo de toda la comarca y que en sus orígenes fue la casa del Maestre de la Orden de Santiago. 

    Contemplar las estrellas, son muchas las formas en las que se puede disfrutar de un destino tan atractivo como Guadacanal, que se convierte también en un lugar ideal para los amantes y aficionados a la Astronomía. Y es que Sierra Morena, la región a la que pertenece esta localidad sevillana, está certificada por la UNESCO como Reserva y Destino Turístico Starlight, lo que significa que nos encontramos en uno de los mejores lugares de Europa para observar el cielo. Una zona en la que apenas hay contaminación lumínica, y donde tumbarse a observar galaxias, estrellas y planetas, puede llegar a ser una experiencia completamente inolvidable.       


Unas tierras que no sólo han sido históricamente ricas en posibilidades de observaciones astronómicas, ya que no podemos olvidar que nos movemos muy cerca de las Minas de Pozo Rico, que fueron la primera reserva minera de España en el siglo XVI, siendo muy ricas en la extracción de plata. Como dato interesante, fue en estas minas donde el español Jerónimo de Ayanz y Beaumont sentó las bases de la primera máquina de vapor, que posteriormente fue inventada y patentada por James Watt

    Es también Guadalcanaluna zona privilegiada para disfrutar practicando deportes que tengan como escenario la naturaleza, entre los que destacan el senderismo, la equitación o la bicicleta de montaña. Todo el término municipal de esta población sevillana está repleto de caminos y senderos que descubren sus encantos naturales y en los que existen rutas indicadas para deportistas de todas las edades y niveles. En estos lares se celebra una de las pruebas de bicicleta de montaña más emblemática de Andalucía, célebre por su dureza y que todos los años concentra a cientos de ciclistas. Se trata del 'Maratón BTT La Capitana”', que recorre algunos de los parajes más bonitos de Guadalcanal, entre ellos, como no podía ser de otra manera, el citado cerro de la Capitana.

    Al igual que ocurre en todos los pueblos de la Sierra Norte sevillana, la gastronomía en Guadalcanal ha alcanzado el grado de prácticamente una disciplina artística. Los exquisitos productos que se pueden encontrar en esta zona –que son famosos en toda la región-, combinados con recetas que se han ido transmitiendo de generación en generación, permiten que en la actualidad comer en Guadalcanal sea todo un deleite para los sentidos.

Los productos más emblemáticos que se encuentran en Guadalcanal son sin lugar a dudas el aceite de oliva, las carnes de caza, las carnes ibéricas, así como las chacinas y embutidos que se elaboran de una manera completamente artesanal. El visitante no puede dejar la oportunidad de probar las migas con chorizo, las calderetas, el gazpacho majado a la antigua usanza, las setas, los espárragos y terminar la comida con un inmejorable sabor de boca, con postres como los famosos roscos, hojaldres y gañotes de Guadalcanal.

    Para disfrutar de manera tranquila y sosegada de todo lo bueno que tiene Guadalcanal para ofrecer al visitante, lo mejor es dedicarle a la comarca un fin de semana completo y alojarse en alguno de los numerosos establecimientos hosteleros con los que cuenta la localidad. El turismo rural aparece como una magnífica opción ya que existe una extensa red de alojamientos rurales.

    Así, completamos una intensa visita a una localidad que se encuentra entre dos tierras hermanas, en las que podremos ver las estrellas como nunca, visitar bonitos monumentos, disfrutar de una inolvidable ruta en bicicleta o degustar exquisitos productos naturales que ofrece esta bendita tierra.

 ALBERTO FLORES

Guadalcanal