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domingo, 5 de diciembre de 2021

LA MINA DE POTOSÍ/CUEVA DE SAN FRANCISCO (GUADALCANAL)


INVESTIGACIÓN ESPELEOLÓGICA Y ARQUEOLÓGICO-ARQUEOMÉTRICA



Resumen.-
        La mina de Potosí se encuentra dentro del Geoparque “Sierra Norte de Sevilla” (miembro de la Red Global de Geoparques Nacionales, creada bajo la égida de la UNESCO), en el municipio de Guadalcanal (provincia de Sevilla, Andalucía, SW España), ambientado en la serie geológica lutítico-carbonato del Cámbrico. También es conocida localmente como cueva de San Francisco  y combina su formación natural en un macizo kárstico con una extensa alteración por la acción de la actividad minera llevada a cabo durante diferentes períodos, desde la Prehistoria.
        La cueva de la mina fue identificada y localizada, gracias a la información de archivo, durante la realización de estudios arqueológicos relacionados con el proyecto Patrimonio Histórico Minero de Andalucía. Mediante métodos espeleológicos, se han cartografiado recientemente las cavidades subterráneas y la topografía superficial, reconociendo la importancia de los agentes geológicos en su formación e identificando los diferentes sectores y etapas de explotación minera de la veta y el registro arqueológico asociado. Este registro incluye restos mineros hallados in situ, como obras con tipología característica y herramienta, marcas, martillos de piedra estriados, alfarería, etc., y fragmentos minerales y escorias, indicando la existencia de, al menos, 3 fases principales de explotación: Prehistórica (Calcolítico Tardío / Edad del Bronce Temprano), Romana y Siglo XIX dC.
     Las muestras de minerales y otros arqueos metalúrgicos han sido seleccionadas y analizadas por diferentes métodos (XRF, SEM) con el fin de tener un acercamiento preliminar a su composición y las actividades productivas realizadas.

Introducción.-
        La denominación de la localidad de Guadalcanal, ubicada en el norte de la provincia de Sevilla (Andalucía, suroeste de España), dentro del Parque Natural “Sierra Norte de Sevilla”, incorporada en septiembre de 2011 a la Red Europea de Geoparques, está históricamente asociada a actividades mineras, principalmente por el descubrimiento a mediados del siglo XVI d.C. de la famosa mina de plata Pozo Rico (Sánchez Gómez, 1990).
        Sin embargo, esta no es la única mineralización existente en el área y se han documentado diversos depósitos minerales con evidencia de trabajos, desde la Prehistoria hasta la época contemporánea. Una de estas minas se llama Mina de Potosi, ubicada a unos cientos de metros al oeste de la localidad de Guadalcanal y recientemente relevada y estudiada arqueológicamente. Esta mina ha demostrado estar vinculada a una cueva natural conocida como Cueva de San Francisco.                 Además de sus características geológicas propias de una cueva desarrollada en un macizo kárstico, cabe destacar la existencia de una mineralización de calcopirita, explotada en diferentes períodos, desde la Prehistoria hasta el siglo XIX d.C. Estas fases mineras han dado lugar a la remodelación de la cavidad natural original y se han fechado tanto a través de los diferentes tipos de trabajos mineros documentados como de los restos arqueológicos recuperados.
        Así, por sus singulares características, tanto geológicas como arqueológicas, la mina cueva de Potosí en la que se centra esta investigación es un geositio adicional en el Geoparque y refuerza la importancia de la actividad minera en la región desde la Prehistoria.

Ubicación geográfica.-    
        Al inicio de nuestra investigación arqueo metalúrgica realizada en el municipio de Guadalcanal, se revisaron los datos bibliográficos de la mina Potosí, la mayoría de ellos estudiados previamente por el profesor Claude Domergue, quien la ubicó al noreste de la localidad de Guadalcanal (Domergue, 1987). La revisión de las fuentes originales, publicadas a mediados del siglo XIX d.C., y el estudio de topónimos y datos históricos de Guadalcanal permitieron la ubicación precisa de la mina (Hunt Ortiz, 2003). En efecto, en una breve reseña publicada en el Boletín Oficial de Minas en 1844 (Anónimo, 1844) se hizo una descripción del hallazgo de una galería, mencionando que fue hallada durante la voladura de un fuste en las huertas de Guadalcanal y monte San Francisco. para explotar una veta de cobre encontrada a cuatro pies de profundidad. También se indicó que la galería estaba dirigida hacia el monasterio de San Francisco.
        En agosto de 1845 el célebre ingeniero de minas español Joaquín Ezquerra del Bayo visitó la explotación minera (bautizada “con el pomposo nombre de Potosí”), indicando que estaba ubicada “cerca de las viviendas del pueblo de Guadalcanal” (Ezquerra Del Bayo, 1850).
        Estas referencias, junto con el hecho de que el Monasterio Franciscano de La Piedad en Guadalcanal (destruido tras su secularización pocos años después de la visita de Ezquerra) ocupaba la zona del actual cementerio (Guía De Guadalcanal, 1989), al noroeste de la localidad, conducen a el relevamiento de la zona y finalmente al descubrimiento de los restos de la antigua mina de Potosí.
       Así, como se refirió, la mina de Potosí se ubica en el municipio de Guadalcanal, a unos 600 m al Oeste del pueblo, en el cerro denominado San Francisco, que era el nombre que localmente se le daba a la cueva allí ubicada.
    
Contexto geológico.-
         La Cueva de la Mina San Francisco-Potosí se encuentra dentro de la zona geológica Ossa-Morena, que lleva el nombre de la cordillera portuguesa de Ossa y la Sierra Morena española. Actualmente esta zona geológica está dividida en varios dominios y unidades, consideradas más o menos provisionales. Uno de ellos es el dominio geológico Zafra-Alanis, en el que se encierran los terrenos pertenecientes al municipio de Guadalcanal.
      Específicamente, la mina cueva se ubica en la serie Cámbrico Lutítico-Carbonato, en contacto con la formación Precámbrica Loma del Aire, con el límite pasando por el poblado de Guadalcanal (IGME, 1980). Litológicamente, la mina se coloca en contacto entre rocas metamórficas de alto grado al norte y mármol calizo al sur.

Referencias históricas y registro arqueológico.-
        Como se mencionó, las referencias históricas relacionadas con la explotación de la mina de Potosí datan de mediados del siglo XIX d.C. y están directamente relacionadas con el descubrimiento de “una antigua galería de 70 varas (poco más de 58 m)”, que se consideró bastante antigua por “estar abierta por picos y por las tinajas con inscripciones que no se han podido leer y que se encontraron dentro de la mina” (Anónimo, 1844). Gracias a la visita de Ezquerra del Bayo unos meses después del descubrimiento, se dispone de algunos datos adicionales: en el momento de su visita se encontraron 17 esqueletos humanos, deduciendo que las labores fueron abandonadas tras un repentino colapso del techo de la mina. Además, se recuperaron “una porción de utensilios, una tenaza de hierro y un martillo, muchas hachas de piedra, vasijas de alfarería tosca y tibias de oveja afiladas en su punta”, y algunas monedas del emperador Maximino (235-238 dC). Ezquerra del Bayo data de esa época romana las obras mineras encontradas y algunas de las herramientas, y del “Paleolítico” los restos más antiguos recuperados (Ezquerra Del Bayo, 1850: 491).
        A finales del siglo XIX se mencionan dos cuevas con el mismo nombre de San Francisco en el municipio de Guadalcanal, una de ellas, que es la que ahora se ocupa, se describe brevemente como “Cueva de San Francisco (antigua mina al NE del pueblo), municipio de Guadalcanal, calizas cámbricas y grauvacas” (Puig y Larraz, 1897: 55). Las investigaciones arqueo metalúrgicas realizadas en los últimos años, además de producir un mapa preliminar de las evidencias mineras subterráneas y superficiales (Hunt Ortiz, 2000; 2003), documentaron restos arqueológicos, recuperados principalmente en el botadero minero exterior, que se han correlacionado con diferentes Fases mineras del yacimiento: alfarería artesanal y con torno, herramientas de minería de piedra con surco central, minerales y escorias metalúrgicas escasas.
        Los restos recuperados que dan datos cronológicos más precisos fueron los fragmentos de cerámica. Los fragmentos hechos a mano datan de la transición del Calcolítico a la Edad del Bronce (ca. 2000 aC). La cerámica histórica hecha a rueda que se encontró incluyó jirones pintados, decorados en bandas, Deslizamiento rojo africano Terra Sigillata, que datan respectivamente del período Turdetano / Romano temprano y del Imperio Romano tardío, siglo III d.C. Esta última fase romana coincidiría con las mencionadas monedas recuperadas en el siglo XIX.
        Así, en general, se consideró que la mina se abrió en una formación kárstica caliza natural, remodelada por las distintas fases de las operaciones mineras. Con base en la evidencia histórica y arqueológica se proponen 3 fases principales de la actividad minera:
-Calcolítico tardío/Edad del Bronce Temprano, con uso de martillos de piedra estriados y herramientas de hueso.
-Romano, con dos periodos diferenciados: el romano republicano temprano y una fase romana imperial posterior, con uso de herramientas de hierro.
-Moderno, realizado en el siglo XIX. Plan y descripción general de la cueva mina.         Los diferentes periodos de explotación determinados por los restos arqueológicos fueron confirmados parcialmente por las morfologías de los trabajos mineros y las huellas dejadas por las diferentes técnicas de extracción empleadas.
      El estudio reciente de la cavidad, la aplicación de la metodología comúnmente utilizada en espeleología, ha permitido obtener un mejor enfoque para evaluar la importancia de los factores geológicos en su formación y establecer sectores preliminares de las diferentes fases de explotación de la mina cueva de Potosí.
        Brevemente, en el exterior, hacia el Este, se abrió una trinchera en dirección EO (siguiendo el encajado de la veta). Correspondiente a la última fase de las obras mineras (siglo XIX d.C.) con 40 m de largo y un ancho medio de 2,5 m. La trinchera se abrió con explosivos, de los cuales los agujeros de explosión en sus paredes son la evidencia conservada.
        Originalmente, la longitud probablemente era mayor, porque la parte este de la zanja, ubicada en una plantación de olivos, se rellenó para nivelar la superficie del suelo.
        En la parte occidental de la zanja, se seccionó una cavidad natural estrecha y se destruyó parcialmente antes de atravesar la cámara principal de la mina de la cueva. Al Noroeste de la trinchera se ubicó un pozo vertical (de unos 2 m de diámetro) y, unos metros al Oeste, otro pozo, relleno de basura, de similares características. Ambos están fechados también en el período moderno de explotación minera.
      Como se mencionó, el extremo occidental de la zanja se conecta con la cámara principal de la cavidad (eje mayor de aproximadamente 20 m), a la que también se puede ingresar a través de la abertura elíptica (eje mayor de aproximadamente 6,5 m) producida por el colapso parcial del techo de la cámara.         En el vertedero formado por el material derrumbado se encontraron algunos restos arqueológicos.
    La cámara principal fue conformada principalmente por procesos kársticos, aunque alterada por obras mineras. Desde la cámara principal, dos galerías irradian hacia el oeste hacia la piedra caliza:
-La del sur es una galería kárstica formada de forma natural ampliada por obras mineras. Su acceso desde la cámara principal estaba originalmente obstruido con sedimentos rojizos y reabierto con piquetas, cuyas marcas son claras en las paredes laterales. También se minó el relleno de la galería, rebajando el suelo calcáreo formado en la cavidad.
-La galería norte, más corta, también es natural, terminando en un pozo profundo, aún no explorado. Esta parte de la cueva parecía no haber sido transformada por obras mineras. Además, desde la parte sur de la cámara principal, dos galerías cortas y estrechas dan paso a una cámara mucho más pequeña. Esta segunda cámara, que muestra signos de los trabajos mineros realizados para acceder (piso roto y espeleotemas), es donde se ve con mayor claridad la mineralización de calcopirita cuarzosa tipo veta, con la calcita circundante teñida de color verde. En la cámara más pequeña, ubicada en la parte superior de los orificios en las paredes, se identificaron áreas teñidas de negro, producidas por el humo de las lámparas de aceite (alfalfa). Estas lámparas dieron luz a los mineros que, con picos puntiagudos, excavaron la galería más meridional de la mina (en dirección Este-Oeste como se deduce de los picos), de sección trapezoidal, probablemente durante la época romana.
        Es importante mencionar que, en el exterior de las obras subterráneas, al sur de la zanja, se identificó un vertedero minero, seccionado por la nivelación del olivar, que contiene restos de mineralógicos (calcopirita y cobre carbonatos) y de carácter arqueológico (fragmentos de martillos de piedra estriados, fragmentos de cerámica y solo 4 fragmentos de escoria golpeada).

Estudio arqueométrico: resultados.-
        Una selección de las muestras de mineral de cobre recolectadas en la mina de Potosí, principalmente carbonatos (malaquita / azurita), ha sido analizada por Fluorescencia de Rayos X (XRF). Además, una muestra de la escoria sangrada recuperada en el área del botadero de la minería también fue analizada por XRF, incluyendo también estudios por Microscopía Electrónica de Barrido (SEM) (Hunt Ortiz, 2003: 14 -15, para los métodos analíticos utilizados).
        Los análisis XRF arrojaron los siguientes resultados:
Dos muestras de carbonato de cobre, previamente analizadas (también normalizadas al 100%) y publicadas, también tenían un contenido de cobre bastante alto, con algo de hierro y antimonio como elemento secundario en un caso: Azurita (PA7552) 0,06% Sb; 2,56% Fe; 97,15% Cu y Malaquita (PA7552) 0,83% Fe; 99% Cu.
        -La escoria, una escoria sangrada que tecnológicamente tiene que ser datada en la época romana o posterior (sorprendentemente sin contenido de cobre detectado en el análisis XRF), también fue analizada por SEM, dando los siguientes resultados (elementos, también normalizado al 100%), representativo de una gran serie de análisis realizados en las diferentes fases minerales; que demostró que las muestras corresponden a escorias de fundición de hierro.

Conclusiones.-
       La mina cueva de Potosí, ubicada dentro del Geoparque Sierra Norte de Sevilla, fue formada por procesos kársticos, y alterada y parcialmente transformada por trabajos mineros explotando una veta de cuarzo mineralizada con calcopirita, meteorizada a sus minerales secundarios, principalmente carbonatos de cobre (malaquita y azurita).
       El relevamiento espeleológico realizado, aún no terminado, mostró una compleja cavidad kárstica con cámara principal y galerías radiantes, algunas de ellas remodeladas o abiertas por las obras mineras.
        A través del registro arqueológico recuperado y la tipología de las obras mineras se han establecido tres fases principales, sucesivas, de explotación minera: Calcolítico tardío/Edad del Bronce (hacia 2000 aC), con martillos de piedra estriados; Romano, con al menos dos periodos de minería diferentes (Republicano e Imperial), con el uso de picos de hierro para la realización de galerías trapezoidales y lámparas de aceite para la iluminación, y finalmente, una fase Contemporánea, caracterizada por el uso de explosivos para la obra. en la zanja, y pozos verticales.
        La disposición y orientación de las obras mineras muestran que la cámara principal, hoy con el techo parcialmente derrumbado, estaba totalmente subterránea, sin conexión con la superficie hasta hace muy poco, como lo demuestra la ubicación de los pozos verticales contemporáneos. Probablemente el colapso del techo de la cavidad principal fue consecuencia del uso de explosivos en las obras de la zanja.
        El estudio arqueométrico de las muestras arqueometalúrgicas seleccionadas mostró que las especies minerales explotadas, carbonatos de cobre contenían, junto con altos niveles de Cu y Si -el gange es cuarzo-, diversas proporciones de Fe y, ocasionalmente, otros elementos.
        Por el contrario, no se detectó arsénico (As) en ninguna de las muestras. La mina de Potosí ha demostrado ser uno de los pocos yacimientos de cobre del suroeste de la Península Ibérica explotados en la antigüedad que no contienen arsénico.
        Este hecho debe relacionarse con la presencia durante el Calcolítico y la Edad del Bronce de objetos metálicos hechos de cobre, simultáneamente con objetos hechos de cobre arsénico, una aleación considerada por algunos autores como producida involuntariamente debido al contenido de As original en el mineral fundido (Hunt Ortiz, 2003).
        -La escoria sangrada que, como se ha mencionado, tiene que estar fechada tecnológicamente en época romana o posterior, es una escoria de fundición de hierro, producida como subproducto durante la reducción de minerales de hierro a metal. La presencia de los escasos fragmentos de escoria recuperados en Potosí, podría estar relacionada con la explotación de una cercana mina de hierro de hematita (mineral de hierro oligista o especular, Fe2 O3, hoy principal mineral de hierro) probablemente en época romana. 
        La mina de Potosí/Cueva de San Francisco, de fácil acceso y a escasa distancia del pueblo de Guadalcanal, combina elementos geológicos, mineralógicos y arqueológicos (desde la Prehistoria hasta la Contemporánea) que conforman un sitio único que hay que preservar y seguir. estudiado, e incluso preparado para la visita pública, como importante factor de enriquecimiento del recientemente declarado Geoparque Sierra Norte de Sevilla.

Referencias.-
Anónimo, (1844), Descubrimiento de trabajos antiguos en Guadalcanal. Boletín Oficial de Minas, Madrid, págs. 47-48. Domergue C., (1987), Catalogue des mines et des fonderies antiques de la Penínsule Iberique. Publicaciones de la Casa de Velázquez, Madrid Vols. 2. Ezquerra Del Bayo J., (1850), Sobre los escoriales de fundiciones antiguas, y en particular de las de Rio Tinto y Cartagena, Boletín Oficial del Ministerio de Comercio, Industria y Obras Públicas 9, pp. 489-504. Guía De Guadalcanal, (1989), Ayuntamiento de Guadalcanal. Hunt Ortiz MA, (2000), El área minera de Guadalcanal (Sevilla): de la explotación Prehistórica a la Moderna, Temas Geológico Mineros 31, pp. 379-389. Hunt Ortiz MA, (2003), Minería y Metalurgia Prehistórica en el Suroeste de la Península Ibérica. BAR Serie Internacional, S-1118. Archaeopress. Oxford. IGME, (1980), Síntesis de los indicios Mineros en la Zona Llerena-Alanís (Badajoz-Sevilla), diciembre. Archivo Instituto Geológico Minero de España, Madrid. Moreno C., Sáez R. y González F., (2008), Guía Geológica e Itinerarios. Parque Natural Sierra Norte de Sevilla, Consejería de Medio Ambiente, Junta de Andalucía. Sevilla Puig Y Larraz G. (1897), Catálogo Geográfico y Geológico de las Cavidades Naturales y Minas Primordiales de España, Anales de Historia Natural, 2 (6) (XXVI). Sánchez Gómez J. (1990), De Minería, Metalurgia y Comercio de Metales. La Minería no férrica en el reino de Castilla (1450-1610), Universidad de Salamanca IGME.

Mark A. Hunt Ortiz, Sergio García-Dils de la Vega, Pilar Orche Amaré & Víctor Hurtado Pérez  

domingo, 25 de julio de 2021

Mancebías y esclavitud en Guadalcanal

Siglos XV al XVII

    El tema de la esclavitud y las mancebías es tan antiguo como nuestra historia, sin embargo, en Guadalcanal las primeras noticias las proporciona el Archivo Histórico Nacional, Sección de Ordenes Militares, y datan del siglo XV, no en referencia a Llerena que es extensa, sino a la vecina villa de Guadalcanal. Solo se indica que en 1494 la casa de mancebía estaba ubicada al lado de la residencia del comendador hasta que fueron expulsadas por los visitadores.

   Como vemos, la prostitución está presente en la Provincia de León de Extremadura, aunque no parece tener mucha trascendencia como generadora de rentas a los concejos. En cuanto a la consideración de las prostitutas y de las mancebías por la Orden de Santiago en esta provincia, en general es permisiva siempre que no alterara el buen hacer de la población y el correspondiente pago de diezmos y conviviera con los intereses de la Santa Madre Iglesia, como en los demás territorios de la Orden. A saber, que no se castiga el comercio carnal, ni el oficio o fornicio, sino su ejercicio fuera de la mancebía, asaltando clientes por las calles o tabernas, eran inducidos a que serían éstos los que acudieran a las mancebías o los propios hogares de estas trabajadoras del noble y viejo oficio, generalmente extramuros, donde las barraganas por unos dineros o algo de comida ofrecían el servicio.

    En cuanto al clero, si advierten los visitadores que conste también que las leyes de la Orden castigan la prostitución y el fornicio para sus representantes, detectándose que se observa que los hay con barragana o concubina habitual y conocida, pero nada se habla de pecados de estos servidores de la iglesia pues se consideran ocasionales. Los casos denunciados más frecuentes, se trataban de capellanes o curas con hasta tres hijos o vicarios que dotaban a sus hijos con los bienes de la vicaría, caso de Tudía, o que han cometido adulterio con la mujer del santero, caso del padre Onofre Funes, el clérigo de Guadalcanal.

    Otro tema analizado en nuestra villa por los visitadores de la Orden fue la esclavitud, era ésta hasta el siglo XV y la primera mitad del siguiente siglo, al ser una villa autónoma regida por un comendador y sin grandes fincas y casas de señores feudales, el vasallaje era mínimo y testimonial. Todo esto cambió a partir del año 1555, con el descubrimiento de las minas de plata por Martín y Diego Delgado, la falta de mano de obra y el trasiego de gentes, hizo florecer en la villa y alrededores las mancebías y la trata de esclavos.

    Fue en el reinado de Felipe II cuando se empezaron a utilizar mano de obra de esclavos (llamados esclavos del rey) en las minas reales, y por tanto, en las de Guadalcanal no fue una acepción y muy pronto se advirtieron los beneficios, teniendo en cuenta que era mano de obra sin especificar, se les utilizaban para los trabajos más básicos y que los obreros españoles o los llamados “judeoconverso y moriscos blancos” no querían hacer, así se utilizaron los esclavos negros para las tareas más duras de las minas, como peones picadores, lavadores de granzas, cargadores o peones de albañilería, Estos cuando se incorporaban eran jóvenes, obedientes y de “brazos fuertes como una mula”, comentaba Higinio Lozano (Supervisor mayor) al administrador real, de estos oficios que se pagaban entre 35 y 60 maravedíes, dependiendo del año u otros factores a los esclavos negros, se les saldaban con deficientes especies, comida, vino aguado, aposento en las cuadras y algún que otro “beneficio”, pero jamás eran recompensados con moneda. Eran constante los castigos y vejaciones a los que estaban sometidos hasta conseguir su total docilidad, pero si algunos de ellos en casos extremos eran reincidentes o “indomables”, se les condenaba a galeras reales o vendidos en el mercado de Zafra y sustituidos por otros.

    Cuando tomó posesión el administrador general de las minas del Rey, Francisco de Mendoza, consideró que resultaba más barato utilizar esclavos que mano de obra libre y propuso al emisario del Rey Felipe II en su visita en el año siguiente al descubrimiento de la mina ejercer esta opción: “porque se ha dicho que sería buena granjería para la fábrica de las dichas minas comprar una buena cantidad de negros y algunas negras, para que ellos trabajen en cavar y sacar metal, y ellas en apartarlo y lavarlo, y en guisarles de comer y otros servicios, y que ansí se haçe en las minas de la Nueva España”. (Sic).

    Esta opción de traer ambos sexos trajo no demasiados pocos conflictos, la autoridad de la mina para evitar males mayores, autorizó a que se casaran, “si están emparejados se evitará el libre fornicio, se centraran en sus trabajos y serán más fácil de controlar” (sic). Craso error, los conflictos, violaciones y embarazos se sucedieron, así que se tomó una solución no menos cruel, los vástagos una vez que cumplían apenas el año, eran entregados al negrero Ginés de Alvaraque para que fuesen vendidos o cambiados por más mano de obra.

    En último tercio del siglo XVI, la gran demanda de esclavos fue un problema de abastecimiento constante, a veces no siendo útiles o suficientes los que proporcionaban los llamados “negreros”, se hacían expediciones directamente a las costas africanas para procurarlos, sin embargo, como los que se precisaban eran muchos, fue un problema constante en este periodo convulso, lo que llevó a los administradores de las minas de Guadalcanal a la búsqueda de todas las alternativas posibles, las bajas eran constantes a causa de enfermedades, deserciones, accidentes o luchas internas entre ellos por motivos tribales, así que en aquella época se llegó a contar con catorce compradores para abastecer dichas minas, principalmente de los mercados de Zafra, Fuente de Cantos, Jerez de los Caballeros, Trujillo, Cáceres, Plasencia, Sevilla o en ocasiones de la vecina Portugal. Así se llevó a cabo una primera compra de unos 100 esclavos negros bozales de edades comprendidas entre los 18 y 30 años, procedentes de Senegal, Cabo Verde, Manicongo o Santo Tomé del mercado portugués y algunos otros comprados en la localidad de Zafra y otras cercanas localidades que ya había sido vendidos con anterioridad, hay referencias que en el año 1560 había censados 123 esclavos negros trabajando en las minas de Guadalcanal. Esta población era muy flotante, debido a que algunos de ellos escaparon de allí aprovechando las pocas horas de descanso que tenían durante la noche, pero la mayoría murieron a consecuencia de las condiciones de vida que llevaban, malnutrición, fatiga y enfermedades.

    No obstante, a pesar de los problemas se siguió utilizando este tipo de mano de obra esclava durante este siglo y el siglo siguiente, así en el año 1646 consta en archivos que Francisco, esclavo del regidor de Llerena Juan Martín Bravo, fue juzgado y condenado a trabajar en la cercana mina de Guadalcanal a cuatro años “como galeote sin sueldo”, por “aber querido forzar unas mugeres y otras cosas de poco decoro” (sic).

    Hay otros testimonios documentales en los que se relaciona a las esclavas que eran compradas por señores feudales para en muchos casos, ser utilizadas para el servicio doméstico y sexual, al final cuando estos se cansaban de ellas o eran descubiertos por sus venerables esposas, eran consideradas como puta, así:   Don Julián Maldonado Mendoza, vecino de Guadalcanal, vende, en una carta de venta, como en las demás, leemos: “que no por su color negro, que no padece enfermedad y algunos de los vicios que generalmente se asociaban a los esclavos, esto es, ser promiscuos, ladrones, proclives al sexo, borrachos y fugitivos”(sic).

    En esta carta de venta no se dice que la esclava Gracia sea “barragana”, al contrario, pero nos hace pensar que algunas debían serlo, máxime cuando la calificación de “puta” no está presente en otras cartas ni es uno de los defectos constantemente mencionados. En el caso de emplearse como prostitutas cabría culpar a sus amos otra manera más de explotarlas o por propia iniciativa, quizás para comprar su propia libertad.

    Sin embargo, esta mano de obra procedente de donaciones de sus dueños, sentenciados o simplemente capturados y robados de las haciendas de sus patronos, no debía ser suficiente para la gran demanda de la mina, así que se contrató a un verdugo de Trujillo y según actuación de su cabildo se adoptó el siguiente acuerdo en el año de 1647: “…que el señor Garcia de Vargas haga diligencias en que busque un ejecutor de justicia, atento no le ay para las cosas que se ofreçen, no se hallando compre esclauos para que sirvan y exerçan el dicho oficio de la suya mina...” (sic)

    Hay otro documento datado en 1690 en el que el Rey Carlos II “El Hechizado” autorizó a Rafael Gómez que a cuyo cargo estaba el beneficio de las minas de Guadalcanal a comprar y traer 200 esclavos negros libres de cargo de Portugal, según se refleja en este documento, el permiso respondía a un memorial en que refería: “que respecto a las muchas labores desagües y cosas pertenecientes al benefiçio de dichas minas, necesitaba de mucha gente para su abío y buen corriente y que sin embargo de haverla tratado de manteher, pagado sus hornales, tener hechos ajustes con los trabajadores por todo el año, se huien muchos por lograr más jornal en las siegas presentes u otras lavores agricolas, de que avía resultado mucho atráso.... (sic).

    Estos esclavos a diferencia de los asalariados, fueron utilizados en trabajos forzados y esquilmados en las minas del reino durante los siglos XVI al XVIII, en este periodo los vecinos de Guadalcanal y comarca padecieron constantes saqueos, violaciones, vejaciones..., que siempre eran atribuidos a estos esclavos que en sus huidas se escondían en el entorno huyendo de las minas en busca de una libertad imposible y que en su mayoría eran nuevamente deportados a su trabajo o asesinados impunemente.

    Por tanto, el delito más extendido entre los esclavos y libertos que encontraban sus amos para deshacerse de aquellos que ya no les servían o eran rebeldes o poco aplicados a las tareas encomendadas, se les delataba por la materia sexual o la simple fornicación, que eran los delitos más rápidos en ser juzgados por los representantes de la iglesia, o lo que es lo mismo, fueron acusados por expresar públicamente sus amos, que las relaciones sexuales fuera del matrimonio eran pecado capital según la iglesia o que a lo sumo constituían un pecado venial pero dañino en caso de se obrados por sus amos, y que los esclavos ocultaban este tipo de argumentos para convencer a miembros del otro sexo en sus propósitos, como Tomé, esclavo de Pedro González vecino de Guadalcanal, de 25 años, que fue testificado de que “persuadiendo a una esclava que tuviese cuenta carnal con él, le dixo y porfió no por ser pecado, que quantas más vezes se holgasen hera menos pecado”. Pero en todos los casos merecían el castigo y eran enviado a los trabajos disciplinarios de la mina de Guadalcanal.

    Probablemente los procesados que cometían estas faltas “era por la no creencia y desconocían la doctrina de la iglesia sobre estas cuestiones. Por otra parte, son significativos los rasgos de los delincuentes en cuanto a su sexo, edad y estado pues coinciden con el resto de los juzgados por el tribunal de Llerena por este delito. Predominan los varones, circunstancia lógica si se tiene en cuenta que en materia sexual la iniciativa la llevaban los hombres; son jóvenes y solteros, lo que les lleva a defender una mayor libertad sexual acorde con sus necesidades fisiológicas, siendo además un comportamiento que les parece natural por su origen y creencia y no tener temor a nuestro creador todo poderoso en el juicio final, en el caso de las mujeres provocaban cierta "calentura y desazón" a sus amos, que obligados fornicaban con ellas en algunas ocasiones”. Afirmaban las jueces para aplicar sentencia y no ofender a la iglesia.

    Para finalizar, cabría considerar que todos los indicios nos llevan a creer que la iglesia estaba en sintonía con los administradores de justicia para vulnerar las leyes en el respecto a los esclavos y someterlos a vejaciones en ocasiones sexuales. Fray Jusepe de Angulo, un fraile que había estado en Indias visitó la explotación de Guadalcanal, escribía a la Corte: “yo pase por las mynas de Guadalcanal por ver si eran como las de la Nueva España y cierto digo a V.M. que son muy rricas, mas que quantas e visto, sino que tienen muchos gastos en personas y oficiales y mandones superfluos y demasiados eczesibos salarios que se podrían escusar e poco miramiento para los esclauos, viendose escualidos e mermados de fuerza por su povre alimentaçión e menos descanso (sic)”. No hace referencia este buen fraile y miembro de la Corte es si en las minas al otro lado del océano, eran tratados mejor los llamados “indios”, que eran igualmente esclavizados.

Fuentes.- Archivo Histórico Nacional, Sección de Ordenes Militares, Centro de Estudios Extremeños, Noticias Históricas documentadas de las celebres minas de Guadalcanal e Indice de documentación sobre minas del Reyno. 

lunes, 21 de septiembre de 2020

Aquella Mina de Pozo Rico

PRIMERA RESERVA MINERA DE ESPAÑA

HISTORIA

SIGLO XVI:
En Agosto de 1555 se recibieron avisos de que unos vecinos de la villa de Guadalcanal llamados Martín y Gonzalo Delgado, habían descubierto en el término del Molinillo, propio de dicha villa, unas minas abundantes de metal de plata, muy rico, y aún algunas cantidades de oro, con tales ponderaciones de importancia y rique­za, que la Princesa Doña Juana (pues el Rey Felipe II se encontraba en Flandes), oído el dictamen de sus ministros y consejeros, re­solvió tomar conocimientos y poner cubro y recaudo en ellas para ayuda en los gastos del Estado, pagando 33.500 ducados como in­demnización y encargando a Agustín de Zarate la administración de las explotacio­nes. Tras diversos conflictos, surgidos, al parecer, por la existencia de Reales Asientos anteriores sobre minas de la zona, otorgados a favor de particulares, compartió el go­bierno de las explotaciones el citado Agustín de Zarate, Juan de Xuren y Juan de Gilist.
Según los primeros avisos del admi­nistrador Agustín de Zarate, la plata que salía de los pozos de Guadalcanal, era de ley de 11 dineros y 20 gramos (6 % de plata), el plomo-plata afinado correspondía entre ter­cio y quinto de plata fina, cosa que apenas se vio en Potosí.
En 1556 en vista de la gran produc­ción y la gran cantidad de registros colindan­tes se nombró inspector general de minas a Francisco de Mendoza, hijo del virrey de las Indias.
A principios de 1557 se trabaja a 40 metros de profundidad, se habían instalado molinos de caballerías y sin previo lavado, el mineral se fundía, aunque enseguida se co­menzó a aplicar el proceso de amalgamación. Se empleaban esclavos negros en las labores de desagüe, comprados en Zafra donde exis­tía el principal mercado de Extremadura, pero fueron vendidos en 1576 por encontrar­se muy trabajados y cansados.
Una pragmática de 1559 establece la Prohibición de explotar yacimientos en una legua alrededor de Guadalcanal, por lo que esta mina cabe el honor de haber sido la Primera Reserva Minera de España.
Durante los 22 primeros años de su explotación parece ser que se obtuvo la prin­cipal producción, unos 320.000 marcos de plata (cerca de 75 toneladas), que fueron consumidas en paliar las innumerables deu­das y para el pago de las campañas militares. Agustín de Zarate, informa que en 1570 que la mina no cubre los gastos ocasiona y hasta 1584 no deja de trabajarse por cuenta oficial.
Como repercusión en Guadalcanal, cabe destacar la acción en 1559 de Juan Pérez de Mérida, vecino de Guadalcanal y mayordomo de la iglesia parroquial, el cual otorgó obligaciones de emplear en la torre de dicha iglesia 75.000 maravedís que la Prin­cesa gobernadora había librado en el produc­to de las minas para el mencionado objeto.

SIGLO XVII:
En el año 1632 se reanudan las labo­res bajo la propiedad de los banqueros ale­manes Fuggers, propietarios también a la sazón de las minas de mercurio de Almadén. La explotación sólo duró dos años y dio lugar a más leyendas y mitos que a verdadera ganancia, pues las dificultades fueron, al parecer, enormes.

SIGLO XVIII:
Ya en este siglo y existiendo adelan­tos tecnológicos tales como la utilización por primera vez de la pólvora en el arranque, la aplicación de la máquina de vapor al transporte y la mayor difusión de textos escritos, cabe destacar una licencia de treinta años, conseguida en 1725 por el súbdito sueco Liberto Wolters, para el beneficio de esta mina. Se formó, a tal fin, una compañía, en la que participaron varios nobles, y que fue duramente contestada por otros. Las des­avenencias entre los socios, y el deseo de eliminar al fundador extranjero, retrasaron los trabajos notablemente. A la muerte de Wolters, tras numerosos pleitos, la compa­ñía acaba disolviéndose.
En 1768, una empresa francesa tienta de nuevo la suerte, construyendo nuevos lavaderos e instalaciones. Tras muchas pér­didas, se contrató en 1775 al ingeniero ale­mán Juan Martín Hoppensak, que investigó el yacimiento y dio solución temporal a los problemas de desagüe. Sin embargo, éstos al fin vencieron, cerrándose de nuevo la mina en 1778.
El mismo Hoppensak en 1796, s arriesga a explotar por su cuenta las minas d Guadalcanal y Cazalla, siendo su concesión por tiempo limitado.

SIGLO XIX:
La renacida minería española de fina les del siglo XVIII sufre, a comienzos de XTX, el duro golpe de la guerra de la Inde­pendencia, con sus secuelas de hambre endeudamiento, falta de población activa y enfermedades. Por todo esto sólo cabe destacar car en este siglo, el reconocimiento de interior realizado por Robert Kith, el cual seña una dirección N35° y un buzamiento de SC con una longitud reconocida de unos 31 metros y una profundidad de 240 metros 11 pisos de los cuales los tres primeros indican un laboreo minero mientras que el resto son galerías de reconocimiento. Lanchura media es de unos 0,50 metros entre los límites de 5 centímetros a 1 metro.

SIGLO XX:
En 1911 volvió a desaguarse, trabajo que pudo realizarse en su totalidad, aunque con dificultades y el intento de ampliar las instalaciones para proseguir bores de interior se vio truncado por la primera Guerra Mundial, momento en que se paralizó la explotación. Los diversos grupos mineros que tuvieron posteriormente titularidad de las concesiones no siguieron las labores.     
La empresa nacional Adaro de inversiones Mineras realizó en 1978 una campaña de investigación, realizando mineralógicos de detalle (microscopía, transmisión y reflexión, DRX, microanálisis por microsonda electrónica y MEBL) que, realizando incluso sondeos mecánicos, pero al parecer los trabajos no han alcanzado una segunda fase por sus resultados negativos.

GEOLOGÍA.- 
ENCUADRE GEOLÓGICO:
La zona de Pozo Rico y sus inmedia­ciones se localiza geológicamente dentro de la Fase de Transición, de edad infracrámbrica, integrada por lavas, tobas, esquistos, esquistos tobáceos y conglomerados volcánicos, con direcciones NO-SE que hacia él y hacia el Este se ponen en contacto, cárneamente por fallas, con las Formaciones de Campoallá y Tambor de direccio­nes NNO y NO que constituyen el flanco sur de un anticlinal cuyo núcleo está integrado por el complejo vulcano sedimentario de Transición y cuya litología es principalmen­te de calizas más o menos compactas en feúcos de hasta 100 metros de potencia intercaladas en tramos pizarrosos con algún paso de cuarcitas de  poca importancia.
El sistema de fracturas principal es de dirección NNO que separa las formaciones la parte meridional con levantamientos del bloque norte donde se sitúa el área de Pozo Rico. Otras fracturas, también importantes son de dirección N a NE y compartimentan en bloques la Formación vulcano sedimentaria. Una fractura de este tipo es probablemente la que alberga la mineralización de Pozo Rico.

GÉNESIS MINERAL:
Se trata de mineralizaciones filonianas arman en terrenos metamórficos hercínicos y presentan enriquecimientos con un marcado control litológico: bonanzas en zonas de intersección con niveles de metavolcanitas básicas intensamente altera­das y ricas en sulfures. Se distinguen, pues, dos tipos de asociaciones minerales:
A.- La del encaje alterado.
B.- la de las estructuras filonianas (N 140° E) productivas.
Las volcanitas (A) contienen dise­minaciones tempranas, de probable origen magmático (óxidos) o exhalativo volcanosedimentario (sulfuros), constituidas por:
- Ilmenita.       - Hematites.
-Magnetita.     -Pirrotina.
- Pentlandita.  - Esfalerita.
En los filones productivos (B), con ganga de cuarzo, barita y carbonatos (calcita), se han observado los siguientes minerales hipogénicos:
- Loellingita.   - Safforita.
- Arsénico nativo.       - Allemontita.
- Stefanita.       - Plata nativa.
- Plata antimonial.      - Plata mercurial (25 % Hg).
- Discrasita.    - Miargirita.
- Pirargirita.   - Estibina.
- Galena.         - Pirita.
- Calcopirita.  - Esfalerita.
- Bismuto nativo.        - Argentita.
Como minerales supergénicos:
- Calcosina.    - Covellina.
- Yeso.   - Cerusita.
- Malaquita.        - Siderita.
Las relaciones texturales son compli­cadas, con frecuentes reemplazamientos y especies recurrentes, evidenciando una se­cuencia de cristalización compleja, a menudo en desequilibrio físico químico, en condiciones meso epitermales. La génesis, que ha de precisarse por estudios en curso, podría explicarse por procesos de movilización metamórfica y precipitación selectiva, con un fuerte componente de control topomineral de tipo “Fahlband”. Existen similitudes con otros conocidos distritos (Cobalt, Ontario, Kongsberg, Noruega), sin llegar a una idéntica tipología completa.

CONCLUSIONES
Este conjunto de consideraciones hace arriesgado el abandono total de la zona sin tener una información completa de su esteri­lidad, lo que puede realizarse con una discre­ta prospección de la zona de Pozo Rico y su entorno para lo cual se estima como método idóneo la geoquímica de suelos seguida en caso necesario de prospección geofísica por métodos eléctricos y labores mineras de su­perficie, del tipo de calicatas y perforacio­nes, si los resultados fueran positivos.
La zona seleccionada tiene una exten­sión de 400 hectáreas y está situada al NE de Guadalcanal con las siguientes coordena­das:
Paralelos ...... 36° 05' 50" a 36° 06' 50", Meridianos .... 2°04'50"a 2°07'40", según el meridiano de Madrid.
Se propone la confección de:
1.- Una cartografía de detalle a escala 1:10.000.
2.- Prospección geoquímica de suelos si­guiendo 21 perfiles de dirección E-O separa­dos entre sí 50 metros y con intervalos de toma de muestras sobre perfil a 25 metros en una longitud de 2 Km. Este dispositivo liza 3.400 muestras.
Se realizará:
- las determinaciones normales de barrido de plomo, zinc y cobre y además de cobalto y níquel alternativamente para el total del desmuestre.
- el tratamiento estadístico de los datos, de forma que queden plasmados en los diversos planos de geoquímica, con curvas de. isocontenido.
- la oportuna correlación geológica geoquímica con aperturas de calicatas mineras si las anomalías fueran de interés
- una campaña de prospección geofísica por el método más adecuado que permita comprobar la continuidad y profundidad de las anomalías.
Siendo positivos los resultados de las diferentes actuaciones se recomendará y planeará la campaña de perforaciones más adecuada.

J. MEDINA ALEJANDRO Y M. MADRID CHAVES

REVISTA FERIA Y FIESTAS 1994

lunes, 1 de junio de 2020

Historia de las Minas de Plata de Guadalcanal 8/8


Conclusiones. -

Hasta ahora solo hemos encontrado estudios parciales de esta mina, una de las más importantes de España desde un punto de vista histórico. Destacamos la continuidad, con algunas interrupciones, de las explotaciones mineras desde la prehistoria hasta el siglo XX, tal y como han puesto en evidencia los estudios arqueológicos e históricos.
Esto nos permite ver la evolución de la tecnología minera en el tiempo.
Es una mina en la que se han generado grandes innovaciones tecnológicas, en cuanto a la extracción y desagüe, amalgamación, prospección minera, etc. y se asocia con importantes personajes, tal es el caso de Francisco Mendoza, Antonio Boteller, Juanelo Turriano, Gerónimo de Ayanz, los Fúcares, Liberto Wolters, Louis Le Camus, Guillermo Bowles, Cristóbal Störr, Juan Martín Hoppensak, Zacarías Helms, Vauquelin, Fausto Elhuyar, Francisco de la Garza, Marqués de la Remisa, etc.
El mito de los Fúcares, quienes habrían salido de las minas españolas precipitadamente dejando escondidas inmensas riquezas, trajo numerosos inversores nacionales y extranjeros, muchos de los cuales enterraron inmensas fortunas en el intento de rehabilitar las labores; es el caso de María Teresa Herbert, Thomas Sutton, George Knight Huxley, etc.
La historia de la minería de Guadalcanal está muy documentada, no solo por haber pertenecido a la Hacienda pública desde 1555 a 1825, sino por las empresas que han pasado por allí.

Agradecimientos. -
A Rob Vernon, por la amplia información que nos ha proporcionado de la época de The Guadalcanal Silver Mining Association. A Tomás Alberdi por haberme traído desde Santander una foto de gran formato del mapa de Le Camus (1774). A Mark Hunt, Víctor Hurtado, Clara Martín y todos los que me han ayudado en este estudio.

Bibliografía. -
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ETSI Minas y Energía, Ríos Rosas 21, 28003 Madrid 

lunes, 18 de mayo de 2020

Historia de las Minas de Plata de Guadalcanal 7/8



Guadalcanal en la primera mitad del siglo XIX.-

Tras la Guerra de la Independencia hubo tímidos intentos de la Compañía de Navegación del Guadalquivir (fundada por R.O. de 8 de diciembre de 1814 y autorizada por R.O. de 8 de agosto de 1815) para reactivar las explotaciones, con escaso éxito. En 1818, Bernardo de Larrea y Villavicencio (1758-1839), natural de Riobamba, en Ecuador, Conde del Real Agrado y discípulo del barón Nordenflinch en Potosí, colabora con la Compañía del Guadalquivir, ensayando minerales y participando en el desagüe.
Pascual Madoz (1849, XIV: 395) dice que la compañía hizo en Guadalcanal ensayos sin fruto que le costaron medio millón de reales. Del Moral Ituarte (1991: 98) presenta a esta empresa como un grupo de carácter innovador, que aporta tecnología, señalando: “se mecaniza casi al unísono, en el período comprendido entre 1816 y 1823, la excavación de la corta Borrego (1816), la navegación de pasajeros de Sevilla a Sanlúcar y el pontón de limpia de los bajos del río (1817), la excavación de las minas de carbón de Villanueva y, quizás las de plata de Guadalcanal”. S  abemos por Pascual Madoz (1849, XIV: 395) que se emprendió la explotación de las minas de carbón de Villanueva del Río “por medio de una máquina de vapor”. No sabemos sin embargo si en Guadalcanal introdujeron estas novedosas técnicas. En 1918 la Compañía de Navegación del Guadalquivir fue retirada de sus concesiones.
La primera máquina de vapor para desaguar minas españolas fue la instalada, en 1805, en Almadén, por Francisco de la Garza (1757-1832). La de la Compañía del Guadalquivir de Villanueva del Río (1817), es ligeramente posterior.
En 1819, Alejandro Vicente Ezpeleta, fundidor mayor de la fábrica de Sevilla, en un informe realizado por encargo de S.M. sobre el Memorial sobre las minas del Reino presentado por José María de Mena, dice de Guadalcanal “que después de producir grandes riquezas con que se levantó la casa de los Júcares (Fúcares) (…) han quedado inundadas y sin utilidad hasta el presente” (Adaro, 1994).
Poco después, en sesión extraordinaria de Las Cortes españolas, de 8 de noviembre de 1820, se encarga una Memoria de las Minas de Guadalcanal a D. Bernardo de Larrea, ensayador de las minas, señalando datos acerca del producto, gastos y utilidades de las mismas (Gaceta del Gobierno, viernes 10 de noviembre de 1820: 608).
Tras la independencia de las colonias americanas Fausto de Elhuyar (1755-1833) vuelve a España, en 1822, siendo nombrado poco después Director General de Minas y Ministro de Estado. España había perdido las explotaciones mineras de plata en México y era urgente recuperar las minas peninsulares. A Elhuyar se le encomienda el reconocimiento de las minas de Almadén, Guadalcanal y Riotinto (R.O. de 14 de septiembre de 1822).
Por encargo de la Comisión Especial de Recaudación del Crédito Público, Fausto Elhuyar inspecciona las minas de Guadalcanal, entre 1822 y 1823, con la colaboración de Francisco de la Garza (1757-1832), director de Minas de Almadén, y Bernardo de Larrea y Villavicencio (1770-1839), elaborando un mapa de la zona (desde Guadalcanal hasta las minas, además de un plano subterráneo del socavón de Santa Victoria, hoy extraviados) y una Memoria (Palacios Remondo, 1993).
Fausto Elhuyar (1925: 91) tenía buena idea de estas minas, así hablando del socavón de Santa Victoria dice que: “existe porción de mineral (…) con leyes superiores que ofrecen las mejores esperanzas de su continuación”.
Sin embargo, no sabemos por qué, en el R.D. de Ley de Minas de 1825 (obra de Fausto) se excluyen de las minas de la Real Hacienda a las de Guadalcanal, Cazalla, Aracena y Galaroza (derogando las leyes 3ª y 4ª del título VIII, Libro IX, dedicado al Comercio, Moneda y Minas, de la Novísima Recopilación de las Leyes de España, de 1806).
En 1825, el catalán Gaspar de la Remisa i Mialons, Marqués
de la Remisa y Vizconde de Casa Sants (1784-1847) empieza a investigar las minas de Guadalcanal, logrando su concesión en 1927. El metalurgista Bernardo de Larrea y Villavicencio aparece como socio de la Compañía, siendo nombrado director de la Mina, por su amplia experiencia en el Virreinato del Perú y en estas minas.
Sebastián Miñano, en su Diccionario (1826, IV, pp. 374), dice que en Guadalcanal: “están las minas de plata, cuyo producto es bastante considerable, y su explotación es digna de verse”, aunque en aquella época las labores están en preparación. Gaspar de la Remisa, tras su entrada en Guadalcanal, va a convertirse en un gran empresario minero, poco después explotará las minas de Ríotinto (1829-1849) y las de la Cruz, en Linares (h. 1830), etc.
Según de la Remisa, su inversión en Guadalcanal fue de 70.000 duros (Flores Caballero, 2011: 111).
La empresa de Gaspar de la Remisa explotará las antiguas
labores de Hoppensak: Santa Casilda, Chaparral, Pozo Azul y Mina Victoria, pero las obras no fueron de tan gran envergadura como insinúa Miñano (Kith, 1852). El 18 de agosto de1828, el Marqués de Remisa envía al Rey 7 piñas de plata, obtenidas por amalgamación. Se emplearon en los ensayos el método de los toneles, ideado por Ignaz von Born (1741-1791) a finales del XVIII, con buenos rendimientos (Mercurio de España, 28 de septiembre de 1828, pp. 189, lo mismo en Gaceta de Madrid de 16 de septiembre de 1928). Aunque Manuel Flores Caballero (2011: 114) considera que el vizconde era un especulador, así su labor en el Suroeste: “solo sirvió para embolsarse los beneficios que obtuvo con la avariciosa explotación que realizó en Río Tinto, dejando abandonadas las minas de Guadalcanal”.
De todas formas, el Gobierno no cede en el empeño de volver a recuperar las minas para el Estado y encarga, en 1830, al presbítero Tomás González y Carvajal (1780-1833) una recopilación de los datos históricos relativos a Guadalcanal, apareciendo los dos tomos de documentos en 1831.
Pascual Madoz (1847, IX: 10) señala al hablar del municipio de Guadalcanal: “A 1/4 de leg. entre N y E se hallan las minas de plata que han sido en otra época de gran utilidad á la nación, pero que hace 14 años están abandonadas”.
Por tanto, la explotación del Marqués de la Remisa dura más o menos hasta 1833. Dice Kith (1852) que solo sacaron de allí 50 libras (22,68Kg) de plata, abandonando las labores al poco tiempo. Este autor tenía datos frescos gracias a su relación con Vicente López Preve, que había trabajado como ingeniero de la empresa de Gaspar de la Remisa, y con otros trabajadores de la misma con los que coincide en Riotinto. En los años 40, se producen numerosos registros de minas y escoriales antiguos en el municipio (cfr. Minas registradas y denunciadas, Boletín Oficial de Minas, 1842-45). Destacamos la presencia de una compañía británica, The Guadalcanal Silver Mining Association que pasó a la zona tras informe del agente de minas, comerciante, banquero, fabricante de sal y cónsul general de Austria y de Rusia, Juan Duncan Shaw (Shauv) (1801-1878), nacido en España, aunque de ascendencia escocesa, y del capitán (capataz de minas) Sincock (Mining Journal, 30 de septiembre de 1848: 464). Esta Compañía fue constituida en Londres en 1848.
Disponemos de copia del registro provisional de la Compañía (Joint Stock Companies’ Registration Act) fechado en junio de 1850. Los socios que se citan son: Thomas Field, marchant; Paul Rapsey Hodge, civil engineer; Edward Hunt, marchant; George Knight Huxley, gentleman; y Joseph Thomas, publisher).
Previamente a los trabajos de arranque se documentaron las minas, recuperándose antiguos planos. La compañía inglesa pagaría 1.200 reales por las labores e instalaciones y el 26 de diciembre de 1848 iniciaron el desagüe de Pozo Rico, con bomba de vapor traída desde Inglaterra (Cabo Hernández, 1995, citando a The Mining Journal y Kith, 1852). Nombran a Duncan Shaw director de la Mina y a G. Michell Director Técnico. Los gastos de explotación y desagüe los llevaron pronto a ampliar el accionariado, con 2000 nuevos títulos (Daily News, 17 de diciembre de 1849)
La mina estaba completamente desaguada a finales de enero de 1850, lo que posibilitó su reconocimiento.
Se comprobó que el mineral de plata no aparecía por debajo
del tercer piso, en una mina de once pisos (con 242 varas de profundidad). El filón se volvía además completamente estéril hacia el Norte, mientras que por el Sur desaparecía en una falla. La falta de mineral llevó al cese de las labores en el mismo año de 1850. El ingeniero de minas sevillano Roberto Kith (1852) que había visto la mina desaguada y evaluado el criadero dice que debían hacerse galerías de prospección ortogonales al filón de Pozo
Rico, para encontrar nuevos filones, tal y como hizo Hoppensak.
En 1852, las minas antiguas estaban de nuevo
anegadas (Kith, 1859). Los empresarios que habían participado en The Guadalcanal Silver Mining Association, poco después de entrar en Guadalcanal, constituyeron The Linares Lead Mining Company (1849), dirigidos por John Taylor e hijos, para explotar
una mina de plomo en Linares, llamada Pozo Ancho, donde tuvieron más éxito.

La última etapa de Guadalcanal. -
En 1859, Roberto Kith, a petición de varios compañeros, edita en Revista Minera los planos de los trabajos de Guadalcanal, como memoria histórica, pero también “para alguno que quisiera volver a investigar sobre aquellas labores”.
El autor menciona el denuncio, en 1853, de las minas Chaparral y Santa Cecilia, por parte de la Compañía de Pablo Ochaita, el cual hizo en años posteriores algunas calicatas. Este empresario también inscribiría a su nombre las minas de plata en Montejo de la Sierra (Madrid), en 1854. De igual forma otras tres Sociedades, con sede en la capital de España, pero cuyo nombre ahora desconocemos, denunciaron todos los pozos antiguos, sin actividad reseñable. Como señala Kith (1859): “las minas antiguas se hallan anegadas, del mismo modo que se hallaban en 1852”.
Las minas siguieron paralizadas toda la segunda mitad del siglo XIX. En 1880, el Porvenir de Sevilla señala que el propietario de Pozo Rico, D. Cándido Moreno trata de vender esta mina (Cfr. Revista Minera, Metalúrgica y de la Ingeniería, 31: 273)
En 1911, se vuelve a intentar la explotación de las minas y empezaron a realizar su desagüe. Se perforaron 100m de pozo, llegándose a los 200m de profundidad, donde había labores antiguas (ENADIMSA, 1986). Según el ingeniero de minas bilbaíno Joaquín Menéndez Ormaza (Revista Minera, Metalúrgica y de la Ingeniería, 70: 584) las bombas no daban a vasto: “las dos insignificantes bombas eléctricas trabajan sin un segundo de descanso y el añadir otra implicaba la ampliación de la central eléctrica del pozo. En estas condiciones se retiró el material para constituir una Sociedad que permitiera ampliar las instalaciones para seguir profundizando, cuando sobrevino la guerra”.
En 1917, en plena I Guerra Mundial, se crea en Madrid la Compañía Cuprífera Española, con capital social de 500.000 ptas. (5.000 acciones de 10 ptas.)). Su presidente era el abogado Luis Martínez Kléiser (1883-1971) (ABC, 9 de marzo de 1920). Según el plano de las minas de Goetz Phillipi), vemos que, en 1919, el yacimiento queda repartido entre concesiones de tres Sociedades: Compañía de Pozo Rico, La Cuprífera Española y la Compañía de Rodolfo Goetz Phillipi. La Estadística Minera de este año y posteriores no recoge ningún dato de actividad en Guadalcanal, probablemente por qué no lo hubo.
A partir de 1914 no hemos localizado datos sobre el laboreo de esta mina (si de permisos de investigación). Sin embargo, hay referencia de explotaciones de diversas sustancias en otros lugares del municipio de Guadalcanal.
Este es el caso del plomo (d. 1916 tenemos la mina del Laberinto), barita (la SA Baritina fue constituida en los años de la I Guerra Mundial), carbón (en 1917 ya funcionaba Mina San Epifanio y luego vinieron otras como Charco de Sal, San Pedro, María o La Primera), así como de otras sustancias en la zona, sin volver a saber nada de la plata.

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