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sábado, 7 de junio de 2025

GUADALCANAL 1902

EL GLOBO O TROMBA DE FUEGO DE GUADALCANAL

            El sábado 1º de Febrero, á las dos de la tarde, atravesó la población de Guadalcanal y su término de (provincia de Sevilla) una manga de fuego, produciendo enorme ruido y alguna trepidación. Muchas personas, en su mayoría mujeres, creyendo que se venía encima el fin del mundo, fueron presas del mayor espanto.

            Así describe el fenómeno D. Manuel Calleja, de la localidad mencionada, y así Carvic lo pone en conocimiento del público. Acaso se trate de la caída de un bólido, que no pocas veces éstos se presentan con tal aparato, pero muy bien pudiera acontecer que fuese un meteoro como los que Arago llamó “rayos globulares”.

            Es éste un fenómeno muy poco frecuente, pero que se ha observado ya por muy distintas personas y en circunstancias bien diversas, de modo que no puede tenerse por fantástico, quiero decir, como ilusión de los que lo refieren, y muchas de las descripciones tienen alguna semejanza con la sobria reseña del Sr. Calleja. El almirante Duperry consigna que en las islas de la Sonda presenció un espectáculo imponente, producido por una nube luminosa y esférica que lanzaba rayos y truenos en todas direcciones.

            Es famoso también el caso de la iglesia de Stralsund, donde penetró un globo de fuego del que salieron otros menores, a modo de granadas, que estallaron con gran estrépito. El globo fulminante de Beaujon es no menos célebre, y cuentan que hizo tantos destrozos y tanto ruido como si una máquina infernal hubiese estallado en medio de la población; lanzaba el tal globo rayos en todas direcciones, y uno de ellos atravesó un muro cual pudiera hacerlo una bala de cañón. Otra tromba fulminante explotó en Everdon. En medio de una casa de labor, donde se hallaba una partida de segadores; mató á varios e hirió a los restantes, encontrándose después, en la superficie del cuerpo de las víctimas, gran número de manchas lenticulares. Poggendorf dice en los «Annales» que en 1850 apareció un meteoro luminoso globular cerca de la vila de Anhalt, siendo muchas las personas que presenciaron el fenómeno y que declararon que la maravillosa esfera tenía un matiz verdoso. M. Colón, vicepresidente que fue de la Sociedad Geológica de Francia, cita otro caso de que él mismo fue testigo. Vio una masa globular de fuego descender del cielo á la tierra á lo largo del tronco de un chopo, cuya corteza quedó abrasada; la masa luminosa bajó lentamente empleando cinco o seis minutos en recorres desde la cúspide hasta la base del árbol, y al legar al suelo rebotó sin estallar.

            En 1823 el profesor Schübler, durante una tempestad que estalló sobre la Selva Negra, vio dos globos luminosos coronados por una lengua de fuego cada uno. Muy recientemente la Academia de Ciencias de París se ha ocupado de esta clase de fenómenos con motivo de un caso presenciado por M. Viole, y del que éste dio cuenta a la Academia. Vio el citado observador caer del cielo una bola de fuego, como una piedra que desciende; apareció aquélla, se iluminó por relámpagos en efluvios, descargas difusas localizadas en un espacio muy restringido, pero que formaban en conjunto un meteoro imponente y magnífico. Otros muchos casos podrían citar y he citado en otra ocasión, pues hasta 150 perfectamente tengo noticia de haber sido registradas, pero con los expuestos basta para dar idea de este curioso meteoro y para que no quede duda alguna acerca de su existencia.

            Como dice muy bien Carvic, no se puede asegurar por la breve reseña del Sr. Calleja, cuál es la naturaleza verdadera del meteoro que se ha presentado en Guadalcanal; pero, por las trazas, parece que pertenece a la categoría de los antes indicados. Si así fuera, y no la caída de un bólido piedra meteórica (cosa también posible), los atemorizados habitantes de la población andaluza han presenciado un fenómeno, no único, pero sí muy rato y sobre cuya explicación andan todavía a la greña los hombres de ciencia. Arago supuso, al describir este meteoro, que existe una materia sutil que llamó «materia fulgurante», susceptible de unirse temporalmente a la materia ordinaria.

            Esta materia fulgurante es la que, en circunstancias apropiadas, y arrastrando consigo masas de gases de la atmósfera, forma, según la hipótesis de Arago, esas esferas y trombas incandescentes que de cuando en cuando se presentan, ya produciendo un vistoso y calado meteoro, ya incendios rarísimos, ya, en fin, desastres formidables, ocasionando a su alrededor el espanto, la destrucción y la muerte. Actualmente se entiende que la materia fulgurante de Arago no debe considerarse como una sustancia desconocida y misteriosa, ni tampoco como un fluido especial, sino solamente como una manifestación, no bien estudiada aun, de los movimientos vibratorios de la materia imponderable, movimientos que hoy día, según la naturaleza, sabemos que constituyen el calor, la luz, la electricidad, los rayos X, etc. Este es uno de los hechos que sirven para mostrar que, como decía mi amigo Juan Fernández, la noche que asistimos en París a la sesión de magia blanca, nuestro conocimiento de la Naturaleza es aún bastante imperfecto y que el estudio del mundo nos guarda todavía muchas sorpresas.

Vicente Vera EL IMPARCIAL, viernes, 7 de febrero de 1902

sábado, 10 de mayo de 2025

Panaderos de Guadalcanal

Un gremio protagonista de los años 30

En los principios de los años treinta del pasado siglo, durante la convulsa etapa del final de la monarquía de Alfonso XIII, también llamada la dictadura de Primo de Rivera y el principio y final de la segunda república. En España se sucedían las huelgas gremiales. Está situación también alteró la vida y al sector primario de los habitantes de Guadalcanal, los jornaleros del campo, albañiles y especialmente el gremio de panaderos protagonizaron unos paros y huelgas que marcaron el futuro de este sector.

            Describimos algunos acontecimientos que se desarrollaron en la época y afectaban a un sector primario y esencial para la población de nuestra villa:

A finales del año 1930, concretamente el 28 de noviembre, encontramos un acta municipal de la reunión mantenida entre el Alcalde José Castelló y Castro, el Inspector Municipal de Sanidad Eugenio Mirón y Villagrán, Juez de Paz Joaquín Llamazares Llano y los representantes de los panaderos propietarios de las fábricas sobre el peso, calidad y precio de venta del producto ante las palpables protestas de los consumidores.

 Durante el año 1931, el sector toma gran importancia, existían cinco fábricas de harinas con sus correspondientes despachos de pan, Isidro Escote Galván en la calle Largo Caballero (actual López de Ayala), Adelardo López de Ayala en la calle Juan Antonio Torres (actual Santa Clara), Francisco García Flores en el extrarradio de la localidad, esta tenía el despacho de pan en la calle Concepción, esquina a calle Olleros, Purificación Rufián Fresno en la calle Joaquín Costa (actual Luenga) y José Arcos Bernabé en la calle Manuel Azaña (actual Antonio Machado). Igualmente, me comentó mi amigo Juan Cote, que se empezó a repartir por las calles pan con un burro y su serón, así dice que comenzó su padre Antonio Cote, cuando apenas contaba con doce años, secuela de ello fue una cojera que le proporcionó una caballería que le cayó encima durante el reparto en un día riguroso de invierno y que luego éste, sería durante muchos años maestro panadero.

En este año coexistían unos ochenta panaderos y ayudantes, se agrupaban en una sociedad de oficiales llamada “La Luz”, que aun cuando inició con gran actividad, estaba poco menos que en disolución, tal vez porque el gremio estaba inmerso en un proceso de huelgas y desavenencias entre ellos.

Durante el primer semestre de este año, se empezó a registrar falta de pan y precios altos, pequeños paros y algún intento de huelga fueron resueltos con la voluntad del sector y la intercesión de las autoridades locales. Pero a partir de los meses de julio y agosto esta situación se agravó. El consistorio se encontraba inmerso en afrontar una serie de huelgas y paros en corto tiempo, así lo reflejaron los diarios de la época en sus ediciones del 27 de agosto:

 “Huelga de panaderos, en Guadalcanal. - El Gobernador interino fue visitado ayer por el alcalde de Guadalcanal, para darle cuenta de que ha sido planteada la huelga indefinida de panaderos en aquella población. También informó al Gobernador que Guadalcanal fue visitada por alteradores del orden forasteros que incitaron al gremio de panaderos a plantear una huelga con carácter reivindicativo e indefinido, estos individuos han visitado diferentes pueblos de la zona con desiguales resultados a sus planteamientos. Jueves, 27 de agosto 1931. Corresponsal”.

            Después de la reunión mantenida entre el Alcalde de la población y el Gobernador interino en Sevilla, la situación no mejoró, el 5 de septiembre aparecían nuevas noticias en la prensa:

“Desde el día 1º del actual está planteada en esta población la huelga de obreros panaderos, en virtud a no haber sido posible atender por los patronos las nuevas bases de trabajo que este gremio presentó. Hasta ahora la huelga se desarrolla pacíficamente, sin haber podido llegar a un acuerdo satisfactorio. El abastecimiento de pan a la población se efectuó, sin embargo, casi con normalidad, debido a que, a excepción de la fábrica de Santa Clara, los demás patronos son del oficio y entre ellos y sus familiares han fabricado el pan necesario para el abastecimiento. La fábrica de Santa Clara, aunque a costa de pérdidas económicas, también suministró pan a su clientela, trayéndolo del vecino pueblo de Llerena (Badajoz). Es de esperar que este conflicto sea resuelto a la mayor brevedad”.

Como comentaba el corresponsal de prensa, no obstante, esta situación no afectó en demasía a los habitantes del pueblo, por un lado, las tahonas excepto la de Santa Clara permaneció a disposición de los voluntarios panaderos que fabricaron parte del pan para cubrir la necesidad básica, por otro lado, en muchas casas y siguiendo la vieja tradición se fabricaba pan para familia y vecinos, todo ello complementado por el que se traía de pueblos cercanos como Fuente del Arco y Llerena.

La prensa sevillana se hace eco de este ambiente el día 7 de septiembre y publica:

“Tal y como informamos con anterioridad, la situación sobre la huelga de panaderos de Guadalcanal ya era insostenible. - El gobernador civil ha manifestado que la huelga que sostenían los panaderos de Guadalcanal ha quedado resuelta. Según nos informa nuestro colaborador en esta villa, esta huelga había creado un mal ambiente entre los convecinos, mientras que una parte de los obreros de las diferentes tahonas se quedaban en casa, en otras, ciertos esquiroles y familiares de los propietarios trataban de aprovecharse de la confusión y producían a mayor escala de lo normal, no obstante, el buen criterio de la población ha evitado altercados de mayor importancia”.

Tras un breve himpas, la situación lejos de resolverse, se hizo insostenible durante meses, así que el Consistorio Municipal presidido por el primer edil el Sr. Sevilla González, convocó dos sesiones ordinarias en los días 8 y 15 del mes de diciembre, en las que se dio cuenta de los escritos presentados por el gremio. Por una parte, de los obreros, el anuncio de una nueva huelga para el próximo dia 11 por considerar que los salarios no iban en consonancia con el trabajo que realizaban, los patronos presentaron una solicitud para solicitar autorización de subir 5 céntimos de pesetas por kilo de pan, informando estos en otro escrito que, si no se autorizaba la subida solicitada, se verían obligados a cesar su actividad a partir del día 16. 

Analizada esta situación, se acuerda autorizar al Alcalde y a la Comisión de Abastos, para que resolvieran estos asuntos. El Alcalde a su vez expone que el Gobernador Civil ha analizado el escenario, manifestando que en caso de no tener solución rápida estos conflictos, tendrá que personarse en Gobernación con una comisión de patronos y obreros para dar solución rápida a la crisis.

 A principios de enero de 1932, en Guadalcanal junto a otros pueblos de la provincia, la situación no mejora y siguen los paros, uniéndose otros jornaleros especialmente del campo y albañiles a la revuelta de los panaderos y se convoca una huelga general, así lo refleja la prensa:

“La huelga de obreros panaderos seguía produciendo altercados en Guadalcanal. El 6 de enero, Ángeles Vázquez Carazo, esposa de Francisco García Flores, dueño de una panadería en los cantillos de la Concepción, denuncia que se habían presentado cuatro hombres del gremio de panaderos ejerciendo coacción e impidiendo que el personal pudiera seguir trabajando para mantener el precio del pan a 8 céntimos de peseta el kilogramo. Al llegar la Guardia Civil observaron que Lorenzo y José Pérez García, José Cote Cabeza y Manuel Vázquez Gordón, sostenían una acalorada discusión con Ángeles Vázquez. El Juez no observó delito en los hechos denunciados y absolvió a todos los implicados".

Una semana después, los conflictos se generalizan en varios pueblos de la provincia, entre ellos Guadalcanal, la prensa comenta:

“Delegados Gubernativos para detener la huelga. - El Gobernador civil de la provincia ha enviado a varios delegados gubernativos a Carmona, El Pedroso, Olivares, Alcalá del Rio, Alcolea y Guadalcanal para tratar de contener la declaración de huelga general en apoyo de campesinos, ganaderos, panaderos y otros gremios de estas localidades. Sevilla, Domingo, 17 de enero de 1932.”

“Cuestiones Sociales. — Se acuerda la huelga general de panaderos sevillanos. Sevilla, 20 de enero 1932. —En la reunión celebrada anoche por el Sindicato de Panificación, y después de discutirse extensamente, se acordó declarar la huelga general en toda la provincia, a partir del día primero del mes próximo, por solidaridad con los panaderos del pueblo de Guadalcanal, que llevan más de un año en huelga y paros intermitentes. Al conocerse este acuerdo del Sindicato de Panificación se han reunido las autoridades para adoptar las necesarias medidas en caso en que la huelga llegue a declararse. Por otra parte, se ha acordado hacer un fondo solidario para ayudar a los huelguistas guadalcanalenses y a sus familias que se encuentran en una situación límite y que resisten gracias a la solidaridad de sus familiares y otros gremios de la localidad, sobre todo de jornaleros del campo y carpinteros, aun cuando escasea el trabajo y el jornal entre ellos”.

El nerviosismo y la intolerancia de unos y la solidaridad y apoyo de otros, enrarece la convivencia en Guadalcanal, en la prensa se puede leer sobre la situación:

“El 1 de febrero se produjo un nuevo altercado por la huelga de panaderos. Manuel Ortega Muñoz denuncia que cuando llevaba a su domicilio a Ignacio García, que estaba un poco beodo, al entrar en su casa tres personas los insultaron y agredieron. Que eran trabajadores de la panadería de Francisco García. Al notar el hijo de Ignacio García el ruido en el zaguán de la casa y encender las luces, pudo conocer a los intrusos, identificando a Rafael Diéguez Vázquez, a su hijo Ramón y a su yerno Eduardo Rubio. Según la investigación del juez, los hechos no ocurrieron como dijo el denunciante y la sentencia fue absolutoria. (Sevilla 3 de febrero 1932. (Corresponsal)”

            Sevilla 3 de febrero 1932. — De nuevo suceden alteraciones de orden público en Guadalcanal.- Como consecuencia de la huelga de trabajadores panaderos. Así el 2 de febrero, Ángeles Vázquez García, dueña de la panadería de la calle Concepción y esposa de Francisco García Flores, conocido por el alias de “Ciego del Arpa”, avisó a la Guardia Civil que los del gremio de panaderos, acompañados de numerosos obreros agrícola, se habían presentado en su panadería impidiendo que los tres panaderos forasteros que estaban elaborando el pan pudieran seguir y obligándoles a que se marcharan a Alanís, de donde eran naturales. La Guardia Civil se personó en el domicilio de la denunciante y encontró en la calle un grupo de obreros, como de 150 aproximadamente. El sargento pidió que se adelantaran tres de ellos para oír sus peticiones y después que se disolvieran pacíficamente, como así hicieron, aunque se volvieron a concentrar en la calle Largo Caballero (López de Ayala), donde se volvieron a disolver pacíficamente a requerimiento de la Guardia Civil. Los trabajadores esquiroles que habían sido expulsados del pueblo, declararon que se habían presentado en la panadería un grupo que les había insultado de palabras y les dieron algunas bofetadas y puntapiés. Después de un amplio expediente -36 páginas- con declaraciones de los intervinientes en el altercado, el juez no encontró pruebas imputadoras suficientes para condenar a los acusados, que fueron absueltos”.

De nuevo las 21 y 22 de mayo toman conciencia de la situación la Corporación, se reúnen en sesión ordinaria y analizaron el problema del pan. Se dio cuenta del telegrama del Gobierno Civil, por el que se comunica al industrial Antonio Fontán y a una comisión de obreros panaderos para que, juntos con el Alcalde, asistan el día 23 a las doce horas en la sede gubernamental de Sevilla, a una reunión para tratar sobre el boicot que tienen declarado a dicho fabricante.

Después del análisis por parte del Gobierno Local sobre actitud de patronos, maestros y obreros panaderos en Guadalcanal, el Alcalde y los representantes designados por patronos y obreros se trasladan a Sevilla para darles cuenta al Gobernador, de la situación irreversible y la nueva huelga planteada por el gremio y la situación de la fábrica del Sr. Fontán, la nueva huelga es apoyada por otros obreros de sectores como carpinteros, zapateros y jornaleros del campo de la localidad y tratar otros asuntos de importancia de la misma. Los resultados fueron nulos.

El día 5 de septiembre, la prensa informaba de la siguiente noticia:

“El Gobernador Civil ha manifestado que la huelga que sostenían los panaderos de Guadalcanal apoyada por una amplia parte de otros sectores ha quedado resuelta. Según nos informa nuestro colaborador en esta villa, esta huelga había creado un mal ambiente entre los vecinos, mientras que una parte de los obreros de las diferentes tahonas se quedaban en casa, en otras ciertos esquiroles y familiares de los propietarios trataban de aprovecharse de la confusión, el pan empieza a ser un bien escaso, no obstante, el buen criterio de la población ha evitado altercados de mayor importancia.

En este año 1932, los juicios de faltas que realizó el Juzgado Municipal fueron 54. Destacan que hubo cuatro por denuncias de agresiones durante la huelga de panaderos y del campo. Aun cuando se produjeron muchos más altercados por las huelgas y paros del sector del pan, pero la intervención de la Guardia Civil, la mediación del Alcalde, el buen hacer de Gabriel Barrientos Rivero Juez de Paz, junto a la coherencia  de gran parte de patronos y obreros panaderos y la sensatez y paciencia de la población para resolver los conflictos del día a día que ocasionaba la falta de un producto vital para la época como era el pan, provocaron que muchos conflictos se resolvieran por la vía del dialogo.

El año siguiente comienza con la misma situación en el conflicto del sector, el 8 de enero, emite el Gobierno Civil la siguiente nota de prensa:   

“Durante la noche de ayer se rumoreó que los panaderos de Sevilla irían a la huelga a las doce de la noche de hoy, por solidaridad con sus compañeros de Guadalcanal. El Gobernador Civil, Sr. García Labella, realizó determinadas gestiones y después facilitó el siguiente comunicado en relación con el presunto conflicto:

He estado estudiando el expediente instruido por el Sr. Villarrubia enviado por delegación a Guadalcanal, del que resulta, efectivamente, los patronos panaderos de aquel pueblo vienen incumpliendo las bases de trabajo, no obstante las sanciones que les han sido impuestas, a propuesta del Jurado Mixto, y que habiendo llegado a convertirse en una cuestión de orden público, yo, a mi vez, sanciono con el máximum de multa gubernativa a los patronos D. Adelardo López de Ayala y D. Antonio Fontán, que son los responsables de la situación presente, remitiendo además al Jurado Mixto un acta de las denuncias comprobadas que existen contra los patronos, indicando que sería procedente la aplicación de las sanciones extraordinarias que determina el artículo 33 de la ley del Jurado Mixto, aunque en este asunto son los organismos de trabajo quienes tienen que decidir, pues su jurisdicción es absolutamente independiente de la mía. Además, se estudió si es procedente pedir al ministro de la Gobernación que aplique la ley de Defensa de la República, y desde luego, se lo propondré si estos patronos persisten en el incumplimiento de las bases.

Una vez más puedo asegurar que tanto yo como el presidente del Jurado Mixto y el delegado de Trabajo, estamos decididos a que dichas bases se cumplan por los patronos de Guadalcanal, y si hasta ahora no han sido suficientes las sanciones ordinarias, acudiré a las extraordinarias. Y siendo esta la actitud de la autoridad, y siendo muy claro y muy preciso el procedimiento legal para el cumplimiento de las bases de trabajo, no puedo admitir como justa la anunciada huelga de panaderos, que hace derivar sobre los patronos de Sevilla y el vecindario sevillano, absolutamente ajeno al pleito que se debate, la carga de este conflicto. Igualmente, he celebrado una entrevista con los obreros, en la que les he hecho estas advertencias, que han prometido tener en cuenta, y quiero esperar de su buen sentido que no se llegue a declarar la huelga”.

Parece que la situación al extrapolarse a la capital hace tomar cartas en el asunto a las máximas autoridades de Sevilla. La presión y la intervención de la máxima autoridad provincial es analizada en una sesión extraordinaria muy concurrida en el Ayuntamiento de Guadalcanal presidida por el nuevo Alcalde Manuel Gálvez Murillo y representantes de obreros y patronos del gremio, llegando a un acuerdo de himpas, roto de nuevo a principios de mayo, reflejándose en la prensa que los panaderos de Guadalcanal, anunciaban que se unían a la huelga provincial de panaderos por cuarenta y ocho horas.  Día a día los diferentes gremios se han ido uniendo a la huelga. Así el 9 de junio la prensa informaba:

“Guadalcanal 8. La huelga de campesinos continúa desarrollándose pacíficamente, aunque parece que han secundado el movimiento durante el día más obreros, notándose, por tanto, mayor afluencia de trabajadores en el pueblo. Dícese que mañana irán a la huelga los panaderos y los caseros de los cortijos. En la población existe intranquilidad”.

De nuevo, se prolonga el conflicto y nuestro pueblo es noticia en la prensa el 10 junio y el 21 de julio por nuevas huelgas, en este caso solo de los panaderos:

“En el Gobierno Civil se recibieron noticias de que los obreros panaderos de Guadalcanal han anunciado que irán a la huelga indefinida por estimar injustos los despidos hechos. Los obreros del sector de Sevilla y algunos pueblos de la provincia anuncian paros intermitentes a partir de las doce de la noche de hoy para solidarizarse con sus compañeros de Guadalcanal, entre ellos los de Valenciana, Carmona, Lebrija, Camas, El Coronil, Lora del Rio y Morón.

            Esta situación es provocada por la decisión de los patronos panaderos de la localidad de despedir a varios maestros y obreros de tahonas por considerarlos responsables de la prolongada huelga que llevó este colectivo durante meses, Por otra parte, un representante de estos, J.C.A., perteneciente a la C.N.T. ha comentado a este corresponsal que no tendrá solución el conflicto hasta ser admitidos sus compañeros, independientemente de sus ideologías políticas o militancias sindicales. Este mismo portavoz nos ha comentado que componentes de este gremio están recaudando fondos para socorrer a las familias de los despedidos.

            Este contexto, desestabilizó el devenir normal de nuestro pueblo, así llegamos a la feria y fiestas de septiembre, la prensa recoge:

“Miércoles, 6 de septiembre de 1933. - Durante el pasado fin de semana ha tenido lugar en la villa de Guadalcanal la feria de ganado y fiestas patronales. Esta feria de ganado que es de las más importantes y concurridas del sur de Andalucía, asistiendo tratantes y ganaderos de varios pueblos, no ha tenido la brillantez que, en años anteriores, debido a los acontecimientos de huelgas que vienen ocurriendo en este pueblo, principalmente en los sufridos gremios del campo, panaderos y albañiles. Los tratantes han comentado el poco negocio de compra-venta-cambio de todo tipo de ganado, esencialmente el equino. Las fiestas patronales, por otra parte, se ha desarrollado con la brillantez de años anteriores con grandes bailes en sus casetas, atracciones para la chiquillería y un partido de fútbol”.

En los siguientes meses continuaron con lo que la prensa describía “como una calma tensa”. Los despidos y represalias contra los obreros de este y otros sectores se hacía evidente y la solidaridad de la población y de algunos pueblos limítrofes se hacía visible.

En 1934 parecía que la población se había acostumbrado a los conflictos, o bien la prensa sevillana había considerado que las noticias de Guadalcanal sobre la situación del gremio de panaderos habían dejado de tener interés, no obstante, el conflicto y los incidentes continuaron, así encontramos una noticia en la prensa de Madrid el 8 de diciembre de 1934 de un periodista que al parecer visitaba la zona:

“Después de abandonar el pueblo de Cazalla de la Sierra, llegué por una carretera angosta que se asemeja a un camino de cabras a la villa de Guadalcanal, cuyos habitantes conocidos como fuellaores me recibieron con amabilidad, bien es cierto que los ánimos no estaban para festejos. Entre otros acontecimientos que tienen alterada la moral, se encuentran el siguiente hecho: En la tarde del pasado lunes unos graves incidentes acaecieron en la localidad, no obstante, debido al civismo y las buenas maneras, la siguiente peripecia fue sofocada. “El gremio de panaderos de la localidad apoyado por algunos agricultores que le facilitaron el grano, abrieron las tahonas después de tres días de huelga y sin pan en la población y a las doce de la mañana repartieron en la plaza de la localidad pan gratis para todos los vecinos que se les acercaban, enterado de estos hechos el Regidor Síndico del Ayuntamiento Sr. Mallén Vélez acompañado por el cabo de los municipales y dos números del cuerpo, el Sr. Mallén en un tono conciliador habló con los representantes sindicales del gremio temiendo una alteración de orden público debido a que cada vez los ánimos estaban más alterados, y finalmente, se llegó a un acuerdo, regresando los panaderos a las tahonas y terminando de repartir los excedentes con orden e ecuanimidad.

Por otra parte, me comentan en la vieja barbería de la plaza de los Naranjos, que el Ayuntamiento está dictando leyes para volver al pasado, así, ha aprobado que nombres de calles tan representativos de la república, han sido cambiadas de nombre y han vuelto a su antigua nomenclatura, Giner de Los Ríos, Largo Caballero, Pablo Iglesias o Juan Antonio Torre, entre otras, ha pasado a ser Granillos, Fox, San Sebastián y Santa Clara. Nosotros -nos comentan el jocoso barbero nos gusta llamar a las cosas por su nombre-, esta siempre ha sido la Plaza de los Naranjos (ahora de la República), cuando termine la república, los naranjos seguirán aquí dando sombra.

Para no hacer más extenso el artículo, diremos que la situación continuó hasta el 36 que fue interrumpido por la contienda civil. Simplemente, hacer mención a unos párrafos descritos del libro GUADALCANAL SIGLO XX, de Ignacio Gómez Galván:

Federico Valverde Gordón, nos contaba sus vivencias de los primeros días del golpe de estado:

Mi padre José Valverde, era panadero de la Cooperativa La Aurora y también en el tiempo de la aceituna trabajaba en el molino de Daniel Herce. Esta Cooperativa estaba compuesta por trece panaderos, pero si venía algún socio que no tenía trabajo, se le dejaba participar. Las ganancias, se repartían entre todos los que habían trabajado ese día”.

No debemos analizar la actitud y la fuerte resistencia de los obreros de Guadalcanal, especialmente el gremio de panaderos, tampoco de los patronos, que igualmente defendían lo que pensaban que eran sus derechos.  Simplemente, he querido razonar unas situaciones que indudablemente ocurrieron en nuestro pueblo durante una época.

Rafael Spínola Rodríguez

Fuentes. -  Eximo. Ayuntamiento de Guadalcanal, Archivo Provincial, libros “Guadalcanal un pueblo el la Menoría de Rafael Rodríguez Márquez y “Guadalcanal siglo XX 1931/ 1940” de Ignacio Gómez Galván, Hemerotecas diarios de la época y autor.

sábado, 3 de mayo de 2025

Un hombre con corazón de trovador

 


Rafael Rodríguez Márquez

         Este año se cumplen diez de la muerte de un Guadalcanalense ejemplar y uno de los impulsores de esta revista, con ese motivo me puse en contacto con su familia para que me autorizada a publicar en mi Blog “Guadalcanal punto de encuentro” su libro póstumo GUADALCANAL, un pueblo en la memoria.

      “Es el nexo de unión entre los dos mundos; es el puente que hace que hoy Rafael Rodríguez Márquez se haya convertido en inmortal, porque uno sólo se muere cuando se olvidan de él, y no sólo estará en nuestros pensamientos, sino que también lo tendremos a nuestra disposición y de las generaciones futuras en nuestras bibliotecas”.

      (Comentario de Alberto Bernabé en la presentación del libro Guadalcanal, un pueblo en la memoria, Guadalcanal, Cine Emperador, sábado 6 de diciembre de 2008).

      Aquel martes dos de enero de 2007, día de san Basilio Magno, apareció Guadalcanal frío e impregnado de una ligera niebla procedente de la Sierra del Agua, siempre presente en nuestro paisaje, altanera y velando por este pueblo serrano que tanto amó nuestro amigo Rafael.

      A pesar del frío reinante, transcurría la jornada casi lúdica por la recién pasada fiesta de fin de año y la proximidad de la festividad de los Reyes, por los Mesones y la calle Santiago bullía la gente organizando compras y saludando a paisanos que por estas fechas señaladas nos acercábamos en nuestro pueblo a pasar unas pequeñas vacaciones e impregnas de amistad y cariño de familiares y amigos, de pronto, parece que todo se detiene, la noticia va de boca en boca, ha muerto Rafael el de Electrovira, a pesar de que familiares y amigos eran conscientes de que el martillo de la vida estaba golpeando la salud de Rafael y que esto nunca resquebrajó su espíritu, la sombra de la muerte vino a buscar a este hombre noble y amigo de todos, para los que le conocimos, con solo el comentario de la lectura de un libro, el murmullo de unas palabras en una conversación de café, sus largos paseos por “su” paseo del Palacio con los amigos o el comentario sobre cualquier noticia de actualidad, te hacían entablar conversación con una de las persona más afable, sencilla, de gran corazón y culta que yo he conocido en Guadalcanal.

         Su nacimiento el 1 julio del 1938 fiesta de san Simeón, cuando España se encontraba inmersa en una fratricida guerra civil y más tarde, su difícil infancia debido a las condiciones familiares y una España devastada, forjaron a un hombre justo, honesto de trato entrañable y un amor y compromiso reconocido con su pueblo, pueblo al que encumbró a través de sus artículos en la revista de feria y en su libro legado “Guadalcanal, un pueblo en la memoria”, que fue presentado por su hija Mari Carmen en homenaje póstumo el sábado 6 de diciembre de 2008 en el cine Emperador (actual cine-teatro Municipal), libro que nos introduce y describe a través de la historia y la memoria de Guadalcanal desde la prehistoria hasta los personajes más ilustres de la villa, recreándonos en datos, fotos o curiosidades recogidas para la memoria.

         Memoria que en mi caso particular, me hace retroceder hasta el verano del año 1.994, cuando me lo encontré cerca de la Plaza de Abasto, curiosamente los dos llevábamos la revista de feria de ese año bajo el brazo, y me comentó que mi artículo Diccionario Humano (Bebeagua) transmitía nostalgia y amor por Guadalcanal, manifestándome lo que ambos amábamos el pueblo, paisanos independientemente que nos encantaramos en Guadalcanal o por la diáspora de la emigración, fuera de él, artículo que fue premiado como el mejor artículo de aquel año en la revista.

         Su amplio currículo no se limita solo a la participación en el aumento de la riqueza y la cultura de Guadalcanal con su contribución en diversas empresas locales, fue el caso del único cine de Guadalcanal de la época y la organización de diversos eventos y espectáculos, que recuerdos..., aquel cine de verano luego transformado en el Cine Emperador (considerado en su día como el más moderno de la comarca),

con sus películas punteras en la época y su finalización siempre con la música del pasodoble, creo recordar “en er mundo”; fue así mismo, socio fundador de la primera caseta particular en el Real de la feria, presidente del Guadalcanal C.D durante muchos años, relanzó la revista de feria y la enriqueció con sus artículos sobre el día a día de nuestro pueblo, fue mayordomo de la Hermandad de Guaditoca en momentos difíciles, formó parte de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús, de la que era gran devoto,

      Para terminar esta pequeña glosa sobre Rafael Rodríguez Márquez, hijo, padre y abuelo de guadalcanalenses y guadalcanalense de corazón, aun cuando por las circunstancias de la guerra naciera en Corral de Calatrava (Ciudad Real).

Reproduzco el prólogo que escribió su gran amigo José Fernando Titos Alfaro del libro editado en el año 2008 y que enardece la amistad y grandeza de corazón de su gran amigo Rafael:

Prólogo del libro.

Conociendo como creo conocer a Rafael Rodríguez Márquez —que bastantes años a que tuve la dicha de empezar a disfrutar de “la güena sombra” de tan leal y fiel amigo—, puedo decir que, ante todo y, sobre todo — porque así lo parió la santa mártir de su madre—, es un hombre con corazón de trovador, por lo que me sorprendió verle como historiador y cronista del que siempre fue el bendito pueblo de “su arma”. Y es que un trovador, por ser hombre, por lo común, de sentimientos tan delicados como frágiles, difícilmente se puede limitar a ser un simple historiador, por lo menos, en su sentido más académico.

Me explico. Quiero decir que me resulta muy difícil concebir a mi buen amigo Rafael caminando por las sendas de la historia o de la crónica como tales, por estar estas veredas, por lo general, tan desnudas de sueños, de colorido, de luz y de poesía. Para esta “güena gente” que, además de sencilla y espontánea, tiene alma de poeta, como es el caso del autor del presente libro, nada puede tener sentido, si es que no le hace vibrar por la emotividad que pueda conllevar en sí mismo, por lo que este o aquel hecho histórico o esta o aquella histórica reseña que, por su propia naturaleza de históricos precisamente, tan pegados han de estar siempre a la realidad de la vida y, consecuentemente, tan alejados de la fantasía del azul del cielo, nada extraño nos podría resultar que, cuanto menos, sospecháramos que casi obligaran al bueno de Rafael a poetizarlos, para elevarlos en lo posible a las estrellas y así poder sentir la dulce templanza que siempre anhela sentir el alma de un soñador ante lo que se ama.

En este sentido, y solo dentro de él, es en el que podemos valorar la historia que ha escrito Rafael de este, ciertamente que sí, tan idílico como montaraz y luminoso pueblo de la Sierra Norte de Sevilla, llamado Guadalcanal, por la sencilla razón de que es en este sentido, y solo dentro de él, en el que el autor se ha dejado el alma y el corazón escribiéndola, que eso otro de la ciencia y de la investigación es otro cantar para el bueno de Rafael, entre otras cosas porque como venimos diciendo— no pueden ser estas las flores que pueden adornar su camino, por lo que Rafael se limita tan solo a recoger — eso sí, con la delicadeza y el mimo que las cosas de su pueblo requieren— lo ya investigado por otros muchos historiadores e investigadores, procurando sublimarlas, sobre todo si es que ve que arañan un poco el alma.

Pero es que si, además y, por si fuera poco, añadimos que este hijo de Guadalcanal, por lo bien nacido que es, tan agradecido fue siempre, ya nos están sobrando todas las palabras con respectó a las susodichas ponderaciones, ya que caen por su propio peso.

Podríamos resumir diciendo, no obstante, que, siendo mi buen amigo Rafael un hombre tan profundamente humano y de convicciones tan hondas, no solo por ser el hombre de bien que es, sino por ser —¡ahí es nada!— ese castizo andaluz de ancestral estirpe y a la antigua usanza, tiene necesariamente no ya solo que amar al pueblo que le vio nacer, sino que venerarlo, por lo que .—vuelvo a repetir— tiene que dulcificar hasta la más cruda realidad histórica, con la idea de darle ese colorido, ese sentimiento y esa poesía que siempre anidan en el alma de un soñador. Cierro los ojos por ello y puedo ver diáfanamente a este trovador como extasiado ante la idílica belleza de este su pueblo, allá encumbrado en la mítica Sierra Morena.

¡Dios bendiga a esta mi tierra,

pues, como arrancando vuelo,

parece escapar del suelo

y allá encumbrarse en la sierra

para estar cerca del cielo!

         Lo termino de insinuar, pero creo que debo decirlo con la claridad con que el pueblo sencillo suele decir eso de que al pan se le llame pan y al vino se le llame vino, no vaya a ser que alguno confunda en mis dichos las churras con las merinas. Así pues, que sepan todos que jamás quise decir que los hechos puramente históricos que Rafael relata en su libro no sean historia en su sentido más estricto y, como tales, dignos de la mayor credibilidad. ¿Cómo voy a decir yo que los capítulos que tratan estrictamente de la historia y que escribe Rafael sean como un fantasioso castillo de fuegos artificiales, que solo en unos instantes puede convertirse en algo tan volátil y efímero como el humo? ¡Ni mucho menos! Lo que, en definitiva, yo he dicho o, cuanto menos, he querido decir es que cualquier hecho referente a la historia de este su pueblo, en manos de Rafael, por el amor y la veneración que le profesa a esta su tierra, lo suele adornar a guisa de cómo pudiera adornar el dosel de la santísima patrona de Guadalcanal, la Virgen de Guaditoca, por poner algún ejemplo, bien con las bellísimas flores que “suelen brotar en los idílicos campos de Guadalcanal o con esas otras flores que, por brotar del alma, solo pueden ser místicas, como son los requiebros que de una u otra manera puedan florecer en los labios de cualquier hijo de este pueblo ante la presencia de tan bellísima y querida Madre.

No quisiera terminar sin referir algo que quizás pudiera sorprender a cualquiera viendo a Rafael como autor de este primoroso libro que nos traemos entre manos, pensando que Rafael, no siendo “hombre de pluma y letra”, según el decir de los más castizos lugareños al referirse a un hombre que no ha vivido de los libros y entre los libros, se haya aventurado en esta hazaña, siempre tan delicada como apasionada y ardua, de escribir un libro, añorando a sus más entrañables ancestros. A esto he de contestar, sin embargo, que nada tiene de sorprendente —¿por qué? — tratándose de un guadalcanalense de bien, además de ser un hombre —vuelvo a reiterarme— de un corazón tan gigantesco como arrollador.

Quisiera poner el broche de oro a esta especie de homenaje de mi sincera amistad a mi muy estimado amigo Rafael contando una anécdota de aquellos nuestros ya tan remotos años del nacimiento de nuestra tan leal amistad, sobre todo p6íque nos viene —como dice el dicho popular—como anillo al dedo con respecto a las palabras que termino de escribir en el último párrafo. Viendo, cada vez más y más, las inquietudes y el talento que tenía Rafael, además de lo emprendedor que era en todo y para todo, me planté en un momento dado ante él y no se me ocurrió decirle otra cosa sino que, si él hubiera nacido en tiempos del descubrimiento de América, el que hubiera conquistado el imperio azteca, el imperio inca e, incluso, el que hubiera descubierto el Amazonas hubiera sido él y solo él, porque ni Hernán Cortés ni Francisco Pizarro ni Fernando de Orellana hubieran tenido nada que hacer en sus respectivas hazañas.

 A la memoria de nuestro amigo Rafael

Rafael Spínola Rodríguez

Revista de Guadalcanal 2017

sábado, 1 de febrero de 2025

LAS PLAYAS DE GUADALCANAL

 


VIAJE VIRTUAL A GUADALCANAL

     De todos es sabido que los Guadalcanalenses siempre hemos sido navegantes y aventureros, desde Pedro Ortega Valencia hasta nuestros días. Actualmente la principal nave de navegación es Internet, fue aquí donde encontré un curioso personaje canadiense llamado Bernard Cloutier, que el mismo se define como “consultor y trotamundos”, en la Web me encontré su diario viajero en francés que titula “Hechos y Sueños”, hay varias páginas dedicadas a Guadalcanal (Islas Salomón), que una vez traducido transcribo:

    Durante unos de mis viajes a Oceanía en el 1999, recalé en la bonita Isla de Guadalcanal, cuya capital es Honiara, lugar de ensueño, pero con graves problemas en la población nativa, me encontré inmerso en el principio de una guerra civil, la hostilidad de las milicias de la vecina isla de Malaita, provocaba una emigración masiva de su población a la isla de Guadalcanal. El caos reinaba por las calles y no era aconsejable abandonar la ciudad, por ello no me fue posible visitar los pueblos del interior como era mi objeto principal. Por otra parte, Honiara estaba asediada por un conflicto que oponían a las comunidades tribales de la isla que son los propietarios tradicionales del 90% de la tierra y que los nativos de la aledaña isla de Malaita habían ocupado ilegalmente y se establecían en la región para trabajar en la capital. Pero lo más interesante de mi viaje fue conocer lo positivo de Guadalcanal, que es una isla maravillosa con una gente muy acogedora.

    Llegué a Port Vila, allí cambié de avión y me dirigí a Ñadi y desde allí al Henderson International Airport de Honiara que está en la costa norte de la isla de Guadalcanal, ante mi vista se encontraba el “Estrecho de Fondo de Hierro” llamado así por la gran cantidad de barcos de guerra, mayoritariamente japoneses hundidos durante la Segunda Guerra Mundial. Ahora más de medio siglo después, los convierten en una maravillosa postal de ruinas de acero incrustadas de corales que hacen de refugio para multitudes de peces tropicales y peregrinar de buceadores de todo el mundo en busca de aventuras.

    En Honiara hay multitud de hoteles lujosos, como los famosos Honiara Metrolopiltan y el Hotel Mendaña que están en el centro de la ciudad, rodeados de un impresionante arbolado, pero los precios de estos hoteles son igualmente lujosos, así que decidí hospedarme en el Albergue United Church Resthouse, que estaba en una colina desde la que se divisaba una impresionante vista de la capital y aun no teniendo acceso a la playa de Mendaña, era más asequible e igualmente vello. Allí tuve el privilegio de conocer personas amigables y sencillas, que me hicieron sentir bienvenido, como mi anfitrión Jeffrey Simbe y su familia que me contaron lo que era anteriormente esta capital y las dificultades que estaban pasando por la crisis actual. En aquella época y debido a la inestabilidad política había pocos extranjeros, aun cuando es una zona eminentemente turista, si había una pequeña colonia de chinos, hindú y europeos, dedicados a la actividad hostelera y comercial. Existían varias publicaciones en inglés, siendo los periódicos más leídos el Salomón Star y el Salomón Voice, estos diarios se leían principalmente en los hoteles, restaurantes y centros lúdicos de la clase dirigente.

    Los restaurantes que estaban en su mayoría en los hoteles, servían comidas del tipo europeo, pero con unos precios igualmente prohibitivos, así que yo reponía fuerzas en los de comida rápida que estaban casi todos en el Centro Comercial Plaza, que se encontraba en una céntrica calle, su construcción exterior era de estilo étnico tradicional, para armonizar con el gran Museo de Honiara que se encontraba al otro lado de la calle.

    Este museo ocupaba una gran extensión de terreno, donde se encontraban reproducciones de casas nativas, todas ellas de estructura de madera de estilo nativo, con pilares bellamente esculpidos y adornados con figuras de gran colorido y expresividad, a excepción de una que se asemejaba al estilo de las que vi en Papusía-Nueva Guinea, igualmente se encontraban dentro del recinto del Museo el Centro Cultural y la Galería de Arte que exhibían la historia de las islas, tradiciones e igualmente eran de arquitectura tradicional.

    Debido a que los disturbios anteriormente citados me impedían introducirme en el interior de la isla, que se había convertido en algo parecido al “Salvaje Oeste”, ya que había una encarnizada lucha étnica por el control de las tierras, pues se habían formado grupos armados como el autodenominado Guadalcanal Revolucionry Army (CNA), que había iniciado una campaña de fuerza contra el gobierno establecido, mi amigo Alistar me aconsejó desistir.

    Así que después de varios días de estancia en el Albergue UCR me dirigí al puerto, donde había una gran variedad de embarcaciones de todo tipo, sobre todo de transbordadores grandes y pequeños que conectaban Honiara con la mayoría de las islas del archipiélago y que albergaban todo tipo de mercancías y personas, muy bulliciosas, allí cogí una de estas embarcaciones, continué mi viaje y me dirigí a visitar las islas del oeste. La impresión que tengo de la isla de Guadalcanal y sus gentes perdura en el tiempo dentro de mis archivos fotográficos y viajeros, en mi cabeza un torbellino de imágenes, sonidos y olores, quedando en mis retinas una maravillosa ciudad con una arquitectura armónica, paseos por sus maravillosas calles y conociendo a personas como Alistar Melaou, policía de seguridad del aeropuerto y convecino mío del albergue, el citado Jeffey y su familia, taxistas, camareros de restaurantes y tantos “Guadalcanalinos” anónimos y maravillosos.@ Bernard Cluotier

      Según un informe de Jacobo Quintanilla para la Agencia de Información Solidaria (AIS) de septiembre de 2003, que titula Islas Salomón: Caos casi total, la situación del archipiélago según el Instituto Australiano de Política Estratégica, que acaba de publicar un informe en el que propone “confiar la economía y el mantenimiento del orden a la comunidad internacional, aunque para muchos sea un burdo proyecto de recolonización.”...Este pequeño archipiélago, sumido en una grave crisis económica, política y social, sufre además las consecuencias de una guerra civil iniciada en 1999 entre las milicias de las dos principales islas......Malaita padece un problema de superpoblación y la emigración de sus habitantes a la vecina isla de Guadalcanal, donde se encuentra la capital, no ha sido bien acogida por los pobladores de ésta isla; La rivalidad étnica provocó que los habitantes de las dos islas crearan sus propias milicias, lo que supuso el comienzo de una guerra civil en 1999, que se ha cobrado más de 20.000 víctimas, y que en junio de 2000 llevó a un golpe de estado que depuso al primer ministro, Bartolomé Ulufa-alu ....... Con unas instituciones inexistentes, un poder corrupto y sin capacidad de reacción ni talla política y moral, ningún plan tejido desde dentro del propio país parece que no se pueda ayudar lo más mínimo a mejorar la situación actual, agravada ya de por sí y por las consecuencias de la guerra civil y por las graves crisis económica, política y social...


Nota del autor. -

    Como comentario final, la situación actual y haciendo una valoración de nuestra gemela Guadalcanal, parece que algo ha cambiado desde el 1999 que la visitó Bernard Cluotier, aun cuando la estabilidad no es total. Pero he preguntado a través de email al Consulado General de la zona que está en la Embajada Española ubicada en 15, Arkana St. Yarralumba. ACT 2600 Canberra (Australia), me comentan que la situación interna actual no es preocupante y que los turistas gozan de una seguridad total y que cualquier Guadalcanalense de las antípodas sería muy bien acogido, así que animaros a visitar nuestras playas de Mendaña, si porque en ¡Guadalcanal también hay playa.!

Bernard Cloutier, Canadá 1933 Canadá 2011

Rafael Spínola Rodríguez

sábado, 26 de octubre de 2024

En la memoria

Luis Castelló Pantoja 1881-1964

            Breve reseña de este pundonoroso militar español y masón, perteneciente a la Gran Logia Ibérica Unida, cuyo caso fue uno de los más dramáticos de nuestra guerra civil, que desarrolló parte de su carrera militar en África, donde obtuvo la Cruz Laureada de San Fernando.

            Su fidelidad al gobierno republicano le hizo ocupar varios cargos de responsabilidad antes y durante la guerra civil, formó parte de las Juntas de Defensa en la II República, al iniciarse la Guerra Civil se hallaba al frente de la Comandancia Militar de Badajoz y jefe de la 2ª brigada de infantería con el grado de general.

            El 20 de febrero de 1933 fue nombrado Subsecretario de Guerra por Manuel Azaña, cargo que desempeñó en varias ocasiones, se mantuvo leal a la República, desempeñando el cargo de Ministro de la Guerra, en el gabinete de Giral, nombrado el 20 de Julio de 1936, hasta el 7 de agosto del mismo año, pasando a ocupar la Jefatura de la I División hasta octubre.

            El prestigioso historiador Ramón Salas, analiza su breve paso como máximo responsable del Ministerio de Guerra, “Castelló vio pronto que no pasaba de ser un ministro nominal, también allí había llegado la revolución y el poder lo ejercía en el Ministerio un comité constituido por el teniente coronel Hernández Saravia, los comandantes Hidalgo de Cisneros, Chirlandas y Mezquita, los capitanes Codón, Núñez Mata y Freire y el teniente Martín Blázquez”, pero lo cierto es que, trató de imponer su honestidad e hizo lo humanamente posible para poner orden en aquel caos sin conseguirlo.

            La salida apresurada de Badajoz, dejando allí a su mujer y a sus dos hijas y posterior detención y prisión de las mismas y la muerte de su hermano y su sobrino, fusilado por las milicias anarquistas en Guadalcanal, le hicieron entrar en una profunda depresión nerviosa y tuvo que ser ingresado en el sanatorio psiquiátrico de Leganés, terminando así su carrera política y militar y su participación en la contienda.

            Después de unos meses de internamiento en este centro se refugió en la embajada francesa, en la primavera del 37 consiguió salir de España, exiliándose en Francia, donde desarrolló actividades cívicas y culturales, siempre supeditado por su estado de salud, al no poder superar su salida de España y la pérdida de sus seres queridos.

            Fue detenido por los alemanes durante la II Guerra Mundial en 1942 en su exilio francés y devuelto a España, donde se le sometió a consejo de guerra y condenado a muerte, siendo indultado y puesto en libertad tres años después por las autoridades del régimen de Franco. Según comenta el historiador Cristóbal Zaragoza, más tarde se le otorgó el retiro y terminó sus días en Guadalcanal (Sevilla), donde todavía le quedaba familia.

Rafael Candelario Repisa

Fuentes. - Hemeroteca de ABC, Centro Estudios Turolenses y Reseñas del profesor Cristóbal Zaragoza

sábado, 17 de agosto de 2024

Rafael García Plata de Osma

 

Un extremeño nacido en Guadalcanal

Nacido en Guadalcanal 1870

Falleció en Cáceres 1918

         Este ilustre paisano que casi todos los anales le consideran como extremeño, nació y vivió sus primeros años en Guadalcanal, localidad en la que su padre regentaba una farmacia, tal vez sus raíces no sean de nuestro pueblo, su padre Antonio García Plata era sevillano y su madre Francisca de Osma de la localidad de Valdefuentes (Cáceres).

         Cursa sus estudios de bachiller en Sevilla y siguiendo la tradición familiar se matricula en farmacia, pero esta carrera la deja en el segundo año y se traslada a Madrid, decide seguir la carrera de leyes y entrar en círculos literarios su verdadera vocación.

         En el último curso de carrera cae enfermo de pulmonía y apenas superada la enfermedad vuelve a recaer de la misma, deteriorando y marcando su salud para el resto de su vida, por lo que decide trasladarse a Alcuéscar (Cáceres), zona más apropiada que el clima de Madrid para su débil salud.

         En este localidad se instala y vive gran parte de su vida, contrae matrimonio con Aurelia Parra Bravo, fruto se este matrimonio nacieron cuatro hijos, ejerció y vivió como extremeño, según palabras de José María Cacho “se convirtió en defensor de todo lo típicamente extremeño laborando más en pro de la región que le acogió que muchas otras personas nacidas en Extremadura”, ejerciendo de historiador, etnólogo, y sobre todo, folklorista, recuperando la realidad extremeña, sus costumbres, canciones y folklore, recogidos de las bocas de los lugareños.

         Sus inicios literarias le llevaron a publicar en la revista cacereña “Revista Cacereña” diferente artículos de opinión, que fueron considerados por Pulido Cordero y Nogales Flores como “elemento bibliográfico y de referencia imprescindible para el estudio de la historia de Extremadura, destacando títulos como: Melitonada geográfica de la provincia de Cáceres” “Cacerías de gazapos geográficos en la provincia de Badajoz”, posteriormente colaboró en El Noticiario y Diario de Cáceres, El Ideal, El Heraldo y El Globo de Madrid, Hojas Selectas y La Semana Cómica de Barcelona y en otros muchos diarios y revistas nacionales y publico tres libros asumiendo el mismo el coste de su edición, dejando un importante legado escrito inédito a sus herederos, que posteriormente han sido publicados.

         Otras citas importantes a destacar son: (1899). - “Geografía popular de Extremadura”. Revista de Extremadura. Cáceres, Vol. I, pp. 320-325, (1903). - “Primavera popular”, Revista de Extremadura II, pp. 260-267, (1903). - Geografía popular de Alcuéscar. en Rev. de Extremadura”, t. V., (1903): Geografía popular de Alcuéscar. en Rev. de Extremadura”, t. V., (1904): El librillo de la jambre o Juan de Mera, el zapatero perdío. Sobre temas extremeños. en Rev. de Extremadura, t. VI. o. (1906): Dos glosas religiosas populares. Apuntes recogidos en Alcuéscar. en Rev. de Extremadura, t. VII.

         Entabló amistad con Ramón Menéndez Pidal, que publicó algunos de sus trabajos y gracias a su intersección fue nombrado Académico Correspondiente en Extremadura de la Real Academia Española, en 1918 poco antes de su fallecimiento y también fue honrado con el nombramiento como Académico Sevillano de las Buenas Letras.

         Descansa en paz en el Cementerio de Cáceres, donde falleció a la temprana edad de 48 años, el 19 de noviembre de 1918, a consecuencia de su débil salud y de la epidemia de gripe que asolaba a Europa, dejando un importante legado para la cultura Extremera.

 Datos Biográficos. - José María Cancho Sánchez 

sábado, 10 de agosto de 2024

Historia de la historia 5

Año del Señor de 1954


    Era el final de la primavera, el 16 de junio de 1954 en una humilde casa en el número 14 de la calle Minas de Guadalcanal en la habitación que llamábamos “la sombría” me pario mi madre, mi padre, me comentaba mi abuelo Frasco que se encontraba de "dómia" en Valdefuentes arando los olivos y que tuvieron que ir a buscarle para darle la feliz noticia, ya tenía una niña, “nos costó sacarte adelante” me aclaraba mi abuela Araceli, cuando vino a verte Barragán el médico le dijo a tu madre: “has tenido un niño tan chico como un conejillo” .
    En Guadalcanal pasé mi infancia y la primera parte de mi niñez, mis primeros recuerdos en Guadalcanal se remontan a partir del año 59 y los guardo en el registro de mi memoria como muy felices, algunas carencias, pero mucho cariño.
    Cuando contaba con cinco años y llegó el invierno, como cada año mi madre se iba a coger aceituna y me llevó a la escuela de doña Paquita, también llamada de los cagones, en aquel año tengo el vago recuerdo de las Navidades y los Reyes, era una verdadera fiesta familiar. Recuerdo que el día de Noche Buena mi abuelo Pedro mató a Colorete (un pollo que criaban todos los años para la ocasión y que cíclicamente llamaban igual al pollo destinado para la Navidad), lloré mucho aquel día. Colorete era como de la familia, asimismo recuerdo que por la noche mi abuelo hacia dediles de bellotas para el día siguiente utilizarlos en la aceituna, mi abuela compraba higos secos y los rellenaba con el fruto de la bellota o con dulce de membrillo, esto junto con un kilo de polvorones comprados en la tienda del Serrano de la calle Sevilla, era el suculento postre de aquella maravillosa noche, en la misma tienda mi abuela Araceli me compraba tiempo después vino quina para darme un vasito con una yema de huevo antes de la comida para que se me abriese el apetito, no sé si era efectiva la pócima, a mí me ponía contento y me quitaba el frio para volver a la escuela por la tarde.
    La Noche de Reyes no me faltaban regalos, una pelota a rayas de colores, el carrito de madera tirado por un asno de plástico, la bolsa de bolindres y culebrillas, algo para la escuela, un par zapatos de gorila con su pelotita verde y poco más, tampoco necesitábamos mucho más para ser felices, teníamos la calle para jugar sin peligro, no pasaban coches.
    Del año siguiente ya tengo más recuerdos, fue el primer curso que me escolarizaron, en un principio en la escuela de D. Andrés, al siguiente curso cambié de colegio, pasé a aquella escuela de la calle Camacho, los primeros amigos distintos a los de la calle Sevilla o Santa Ana, el Maestro D. Francisco Oliva Calderón, que posteriormente fue alcalde y recibió con honores a la Infantería de Marina española y americana con su impoluta camisa de Jefe Local del Movimiento, aquella leche en polvo proveniente del plan ASA, (Ayuda Social Americana) que tenía un sabor raro y cada mañana venía “Antonia la Artista” desde el bar del Galgo con una gran lechera a repartirla. 
    Aquel alimento casi comestible que generosamente nos mandaban los americanos junto con un queso amarillento de sabor dulzón, parecido al actual queso de bola y se repartía entre los alumnos de las entonces llamadas “Escuelas Nacionales”. el queso lo probé en mi segunda niñez en el Colegio Onésimo Redondo de Madrid, teníamos que llevar un chusco de pan de casa y era obligado comérselo, ceremoniosamente lo cortaba D. Cirilo en trozos no siempre equivalentes, estos quesos lo recuerdo perfectamente, eran grandes y pringosos y venían en una lata de color dorado que después las utilizábamos los castigados para traer carbón a la estufa de clase o limpiar el patío del recreo de hojas secas de los árboles y resto de basura (yo estuve muchas veces integrado en el pelotón de los carboneros o de limpieza).
    El curso 62 es el que más recuerdos conservo de mi vida en Guadalcanal y el que más huella me dejó, tal vez por ser el último o por qué los acontecimientos se sucedieron con mayor rapidez, a principio de febrero fue nombrado alcalde de Guadalcanal mi maestro, para sus alumnos un orgullo y a la vez los que con mayor agrado recibimos su nombramiento como edil principal, D. Francisco tenía nuevo compromiso y si apenas lo veríamos por clase, a partir de esa fecha aun menos.
    Unos días más tardes pasó un acontecimiento en la pequeña comunidad de la calle Minas y la Cañada (de los Escaloncitos) que marcó las pequeñas vidas de mis amigos y la mía, con apenas doce años murió Joaquina hermana de mi mejor amigo José Trancoso, era la mayor de cuatro hermanos de una familia con muy pocos recursos, la maquinaría solidaría de la necesidad se puso en marcha, varias mujeres, entre ellas mi madre pidieron dinero por el vecindario para el entierro y se llevaron a los pequeños a sus domicilios para quitarlos de la casa del óbito y que pudieran comer ese día, aquella noche José durmió en mi casa.
    Meses más tardes, se aproximaba la fecha de mi comunión y mi abuela Beatriz me llevó a la Plaza de Santa Ana a una modista, creo que le llamaban “Manuela la Zapatona” para probarme el traje de comunión, yo aburrido de tanta charla y tanta prueba decidí escaparme por la ventana, no contaba con la reja y al hacer el intento se me quedó aprisionada la cabeza entre dos barrotes y las pobres mujeres que allí se encontraban en animosa charla no daban crédito a lo que veían, intentaron por todos los medios tirar de mi cuerpo hacía dentro, me dieron jabón en la cabeza para que resbalara, no lo consiguieron, mi llanto y gritos debieron alertar al resto de las vecinas. Finalmente decidieron llamar “Matarriñas, el herrero” y este con gran paciencia y cuidado cortó un barrote para poder liberarme.
    Finalmente, el día 31 de Mayo de 1962 hice la primera y última comunión, así lo atestiguan unas fotos de Santi en las que aparece D. Manuel de cura y José Antonio de monaguillo. Aquel año coincidimos en al acontecimiento bastantes niños y niñas de la calle Minas y la Cañada (los Escaloncitos), se organizó una fiesta en una sala del cuartel viejo y las madres prepararon una chocolatada con bizcochos, magdalenas y otros dulces que ellas mismas hicieron, toda iba transcurriendo con normalidad, hasta que Manolo Gallego (el tortolo) me tiró un vaso de chocolate liquido en mi traje impoluto de marinero, por la tarde llegó el Sanito para hacernos fotos, en la del grupo (desgraciadamente la he perdido) me colocó de tal manera que no se me veían las abundantes manchas, en la individual, ésta si la conservo, la madre de Manolo le quitó el traje y me lo dejó para salir limpio, él era más bajo que yo y me quedaba el pantalón un poco pesquero según refleja la foto.
    En aquel mes de mayo, celebré mi último día de la Cruz de Mayo en Guadalcanal, fue un gran día, después de nuestra particular “procesión”, repartimos el botín, una gaseosa blanca La Paisana para cada uno, otra negra para dos y unas tres pesetas por cofrade. Mi tío Antonio “Repisa” nos hizo la Cruz con peana y bastones de apoyo, la madre de Manolo Gallego y la mía la adornaron cuidadosamente con flores, cuatro grandes velas y trozos de tela blanca de sábanas.
    Aquel día creo recordar que no tuvimos escuela, el Mosco era el mayordomo de la Cofradía de la Alcazaílla, organizó la procesión, los costaleros fuimos Manolo Gallego, José Trancoso, Manolo Cabeza Rico (Q.P.D.) y yo, Juan Cantero era el que pedía y Bautista Rodríguez encargado de las velas y el recorrido. Salimos de la Alcazaílla, recorriendo las calles Camacho, Valencia, la Cañada (Los Escaloncitos) y Minas, regresando a la puerta del cuartel antiguo; Al final de la tarde, nos reunimos en la trastienda de la tienda del Mosco, organizando nuestra particular fiesta, nos compramos una gaseosa blanca y tres negras de La Paisana, (aquella que hacía José María “el de las bicicletas” en la calle Santa Clara), con las que El Tuerto nos hacía polos que le ponía un palillo de dientes para agarrarlos y valían tres un real, merendamos y creo recordar que nos sobró unas quince pesetas, que repartimos a partes iguales como AMIGOS que éramos.
    De aquel verano recuerdo dos hechos extraordinarios, vi por primera vez la Televisión, mi abuelo Frasco me llevó al bar de “Los Pepes” a ver una corrida de toros, en agosto monté por primera vez en el tren, mi tío Rafael García “Palote” nos llevó a mi prima Fali Muñoz y a mí a Sevilla a ver unos familiares que tenía en el Cerro del Águila.
    El día de los difuntos había una tradición, nuestras madres nos daban los tiestos rotos y las macetas que llenábamos de objetos varios (agua, barro y otros no descriptibles), llamábamos a las puertas y al abrirnos los tirábamos al zaguán manchándolo todo, a mitad de la calle Carretas (hoy Costaleros), vivía una señora mayor sola, tenía muy mal genio y era objeto de muchas bromas pesadas cuando pasábamos por su puerta para ir o venir de la escuela, aquella tarde de difuntos nos esperaba, cuando llamamos al gran aldabón que tenía la puerta nos esperaba con dos cubos de agua en la ventana del piso de arriba, naturalmente esa fue su particular venganza del día de los tiestos rotos, nos puso empapados de agua.
    Las navidades fueron más tristes que años anteriores, mi padre había emigrado a Madrid y faltaba en nuestra mesa, mi madre estaba cogiendo aceituna y ya tenía una decisión tomada, yo intuía a pesar de mi corta edad que todo estaba cambiando en mi familia, las caras de mis abuelos y los comentarios así lo presagiaban.
    No obstante, si tengo un recuerdo divertido de mis últimos Reyes en Guadalcanal, mis tíos me compraron un bonito caballo de cartón de gran tamaño, mi madre y mi tío Pedro me llamaron aquella mañana cuando aun no era de día antes de irse a la aceituna para ver mi cara de sorpresa, la sorpresa se la llevaron ellos cuando regresaron por la noche del tajo, el caballo estaba sin cabeza, primero le recorté las crines con la tijera de coser de mi abuela Beatriz y después le di agua para beber y la cabeza se deshizo.
    Mi segunda niñez no existió, o tal vez quedó interrumpida y cambió de forma traumática el día 12 de febrero del 64, cumpleaños de mí hermana, cuando contaba con tan solo 9 años, iniciamos el éxodo a Madrid mi madre y yo en aquel tren de vía estrecha destino a los Rosales para enlazar con el de Madrid, mi hermana se quedó en el pueblo con mi abuela Araceli, mi padre ya nos había precedido seis meses antes, mismo tren, misma ruta.
    Y cuando llegué a Madrid con mí habla rústica y mis trazas y maneras pueblerinas, comprendí que ya todo había cambiado en mi corta vida, nueva escuela, nuevo sistema, aquel maestro (D. Cirilo), que me hizo repetir una y mil veces la cantinela de “Jozé zaca el zaco al zor que ze zeque”. que equivocado estaba, intentaba quitarme el seseo de Guadalcanal y tardó dos cursos en conseguirlo, yo con mi rebeldía e ignoraría infantil le decía que en mi pueblo y en mi casa se habla así. Aquel pasillo interminable en el que diariamente formábamos para entonar el Cara al Sol, aquel padrenuestro antes de comenzar las clases, aquellas primeras desilusiones en una enorme escuela que en tiempos de la guerra fue hospital, aquel viejo maestro que nos hablaba de los próximos faustos de los XXV años de paz y de una guerra que ganó y de las siete maravillas del mundo. Empezaba rutinariamente a enumerarlas, las pirámides de Egipto, el Coloso de Rodas, los jardines de Semíramis…, y cada vez que iba a decir una nueva, yo pensaba, ahora, en este momento viene la Iglesia de Santa Ana o de la Concepción de mi pueblo.
    Aquella fue otra de las experiencias esenciales de mi nueva vida, nunca se acordaba de mencionarlas, ¿un descuido?, la incredulidad al principio y la lenta y penosa evidencia después ­ de que allí nadie tenía noticias de los edificios de mi anterior hábitat que me saludaban cada mañana antes de ir a la escuela de la calle Camacho, ni de la plaza de mi pueblo, ni de ese hombre tan importante que tenía una estatua en ella, ni de la Piedra de Santiago, y ni siquiera de mi pueblo en su conjunto y sus gentes importantes para mí. Todo un mundo de héroes y de mitos se vino abajo en un instante, aquello era otro mundo.
    Yo hasta febrero del 63 creía que vivía en el centro del universo, no existía otro pensaba, como es de suponer que les ocurriría a todos los niños de todos los lugares, y especialmente a tantos y tantos niños que abandonábamos las escuelas de Guadalcanal en aquella época para insertarnos en otras culturas por culpa de la emigración, y más en los tiempos en los que no se viajaba a la capital si no era por enfermedad.
    En mi pueblo, en aquella época las cosas se escribían todas con mayúsculas: el Padre, el Abuelo, el Maestro, el Libro, el Médico, el Municipal, el Cura, el Pueblo, la Arcazailla, mi barrio Santanero…, porque todas eran únicas e incomparables para mí.
    ¿Quién reinaba en la Alcazailla, mejor que Bautista, El Mosco y el resto de mis amigos?
   ¿Quién me protegía mejor que mis Abuelos o mi Padre, que era llegar a sus casas, dármelo todo y enseñarme a respetar al resto nuestro pequeño cosmos?
    ¿Había en el universo gente más rica que los ricos de mi pueblo, mejor médico que don Pepe Luis Barragán, mejor músico que mi tío Vázquez, mejor cura que D. Manuel que daba capones “con cariño paternal”, o mejor autoridad que el bueno de Esteban el Municipal?
    ¿Cómo pensar que existiera otro mundo?, imposible ni siquiera imaginarlo...
    ¿Y el Pilarito de Santa Ana, que era utilizado para saciar la sed de aquellos juegos con pelotas de rayas de colores, piolas o billardas y lugar de encuentro para echar lurias a los de El Berrocal Chico?
    ¿Cómo no hablar de la calle Sevilla, mi otro barrio?
    ¿Podía haber en el universo un lugar más bonito que mi pueblo?
    Y eso por no hablar del Palacio, del Coso, de la hondura escalofriante de los pozos en las calles, de la atracción desmesura de las lagartijas, de las culebras, de los pájaros, de los lagartos y otras fieras imaginarias que habitaban en lo bravío de nuestras sierras, la del Agua y la del Viento o en el “Huerto de los Gitanos”.
    Y hasta era único el tonto de mi pueblo, que en aquella época ejercían varios, era sin duda la mejor vida y respeto que un tonto pudiera pueda exigir.
    Todos estos acontecimientos que acabo de exponer se resumen en una redacción que escribí cuando tenía once años para un trabajo de una asignatura de segundo de bachiller que curiosamente se llamaba “Política” y oficialmente F.E.N. (Formación Espíritu Nacional) y que consistía en leer y hacer semanalmente un trabajo de un capítulo del libro de Doncel titulado “Vela y Ancla” con poemas del Cantar del Mío Cid, José María Pemán o Pio Baroja y otras escrituras de nuestra propia “cosecha”:
    Aquel año 62. no fue bueno, hacía meses que pasaba por su cabeza la idea de huir adelante, cuando llegó el verano vinieron al pueblo familiares y amigos que ya habían dado el “paso”, habían emigrado hacia cualquier ciudad hostil y extraña en busca de trabajo y una vida mejor para la familia.
    Aquel Hombre cuando llegó la feria vendió la burra y algunos enseres del campo y el tercer día, llenó su maleta de cartón y madera con poca ropa y muchas ilusiones, en su bolsillo 1.000 Ptas. y cogiendo el primer tren empezó su “huida”.
    Llegó a la gran ciudad, le esperaba un trabajo de peón, jornada de 14 a 16 horas diarias de lunes a sábado y alguna chapuza los domingos.
    Aquel febrero del 63, fue frío, muy frío, las familias estaban terminando la recogida de la aceituna y los niños que aun no tenían edad para ayudar, seguían en la escuela.
    Aquel niño con tan solo 9 años, no entendía lo que estaba pasando en su entorno, fue por última vez a la escuela de la calle Camacho, se despidió de su maestro D. Francisco Oliva y de sus compañeros, no hubo fiesta de despedida, por aquella época todos los meses se repetía esta historia.
    Aquella mujer terminó el “destajo” de la aceituna, cogió a su hijo, nuevamente un destartalado tren, un vagón de tercera sin separaciones de compartimentos, asientos de madera, veinte horas de frío, olor a carbonilla y humanidad, y ante sus ojos la gran ciudad, con sus edificios altos, humos, ruidos y el sentimiento en sus mentes de estar fuera de su mundo.
    Aquella familia, después de siete meses se volvió a unir, pero aquel niño, seguía sin entender nada, ya no vivían en una casa grande de la calle mina con corral, de un pueblo pequeño, ahora vivían en una pequeña habitación con derecho a cocina para toda la familia de una gran ciudad, sin su escuela, el Palacio, el Coso…, sin sus amigos de Santa Ana, sus lurias con los del Berrocal Chico.
    Así podía empezar cualquier ensayo de Juan Ramón Jiménez , pero esta historia no es ficción, es mi historia, la de mi familia y la de muchas otras familias que un día dejamos Guadalcanal para vivir en un mundo mejor, pero… ¿Cuántos lo hemos alcanzado?, ¿Cuántos hemos conseguido ahogar nuestra desilusión en las lagrimas de la añoranza?, El Puerto es testigo mudo de nuestras lágrimas, las que después de cada Feria, Semana Santa o Romería dejamos los emigrantes cada año, cuando partimos nuevamente, cuando “huimos” hacia delante.
    Esto es parte de nuestras pequeñas historias, vivencias de mi generación que no debemos olvidar, porque…
BORRAR EL PASADO, ES MORIR LENTAMENTE.

Ahora que me encuentro en la último ciclo de mi vida, la de la madurez, comprendo bien el sentimiento y la nostalgia por aquellos años que la emigración nos arrebataron a tantos y tantos niños de tantos y tantos pueblos de Andalucía o Extremadura, nos cambiaron el ciclo de nuestra niñez con la diáspora y la emigración, acontecimientos que fueron capaces de inculcarnos el sentimiento sublimar a nuestros pueblos, hasta convertirlos en el centro del orbe oculto de nuestros sentimientos, y sus recuerdos en reales y absolutos.

Publicado en el Libro “Guadalcanal Siglo XX” de Ignacio Gómez Galván
Rafael Spínola Rodríguez
Teruel 2018