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sábado, 28 de septiembre de 2024

... Y TENDRÁS EL CIELO DE GUADALCANAL

Manuel Machado, Poeta

            Anualmente se celebra en Teruel, ciudad dende vivo La Semana Cultural sobre el Modernismo y la Generación de 98, curioseando en la exposición de libros encontré un viejo libro de la Editorial Azteca de México titulado “Manuel Machado de la Generación del 98 al Modernismo”, en este libro encontré en el capítulo dedicado a su obra Ars Moriendi (Arte de Morir), en el apartado Sevilla y otros poemas de 1918, en el que sin título comienza un párrafo de un poema inacabado dedicado a Guadalcanal:

Mezcla de plata y gloria,
risa, azul y sal…
y tendrás el cielo de Guadalcanal.

             Me puse en contacto con un amigo que trabaja en el Centro de Estudios Turolenses y solicité permiso para indagar en los archivos de ésta fundación, una vez concedido me puse manos a la obra con dos objetivos claros, encontrar toda la información sobre este principio de poema y la relación del otro Machado con Guadalcanal, la bibliografía de Manuel Machado es muy extensa y algo distinta a mis ideas, pero a la vez, admito que a mi edad la poesía no se debe juzgar por ideas políticas, simplemente hay escritores y tendencias respetables, compartidas o no.

            Las pesquisas fueron decepcionantes, al menos creo que para mí, consulté libros, Obras Completas tan prestigiosas como las editadas por Mundo Latino o las de Editorial Plenitud, La Generación del 98 de Pedro Laín Entralgo, Alma, Ars Moriendi del profesor Pedro del Barco, y varios más, revistas como Cuadernos Hispanoamericanos, El Modernismo, Poesía Hispánica, La Farsa, El Castellano, El lunes del Imperial, Cosmópolis y otras, en la mayoría de estos libros y revistas no aparece ninguna acotación del poema o simplemente aparece con sus tres líneas.

            Lo curioso es que, dentro de su obra del arte de morir, Manuel Machado apela a describir la belleza de paisajes como Finisterre, Regreso o el dedicado a Guadalcanal, escapando de su mente atormentada aparando en el alma y la muerte y refugiándose en la geografía paterna y materna de Galicia y Andalucía.

            Nada, efectivamente en las publicaciones citadas aparece como un poema inacabado, pero curiosamente en una edición Mundo Latino de 1.929, dice en su comentario final que en esta obra desaparecen algunos poemas, entre ellos, después de ”Sevilla” , el que, sin título comienza por Mezcla de título plata y gloría…”, pero en una edición anterior de la misma publicación, en un capítulo en el que comenta que Manuel Machado “recurre a la pintura en su obra Ars Moriendi” y se refugia en el paisaje, aparecen poesías nostálgicas y hermosas como Finisterre, Sevilla y Guadalcanal, y aquí me llevo la sorpresa que aparece bajo el título “poema inacabado de Guadalcanal”, una “versión” distinta:

Mezcla de plata y gloria,
risa, azul y cal,
y tendrás el cielo de Guadalcanal.

             Puede que sea un error tipográfico, pero a mí, particularmente me cuadra más cal que sal, ya que nuestro pueblo es de interior y con minas de plata y no de sal, igualmente se caracteriza por la cal que adereza las paredes de sus casas y hacen blancas y hermosas nuestras plazas y calles, y tal vez por esas calles paseara alguna vez el otro Machado y se enamorara de nuestro pueblo, aun pensando que un poeta no tiene que haber estado en un lugar para describir su hermosura.

            Mis deducciones me hacen pensar que “Guadalcanal” no es un poema inacabado como se induce de varias publicaciones consultadas, simplemente, el poeta seleccionó las palabras justas para describir la belleza de nuestro pueblo.

            ¿Y por qué no pudo estar el poeta en Guadalcanal?, por una parte, su padre, Antonio Machado Álvarez (Demófilo), era íntimo amigo y colaborador en los estudios folklorista de nuestro paisano Juan Antonio Torre Salvador (Micrófilo), y por otra, es sabido que, siendo muy niño, apenas contaba 9 años, su familia abandonó Sevilla y se instaló en Madrid, pero en 1896 su familia le envió nuevamente a Sevilla durante un tiempo, para alejarlo de un lío de faldas y la vida bohemia.

            Durante esa época, combinó sus estudios de filosofía en Sevilla bajo la supervisión y tutela de su tío materno Rafael Ruiz, con su vida de juergas y borrachera, las crónicas dicen que se dedicó a viajar por gran parte de Andalucía e incluso se le sitúa en un ateneo literario en Constantina, en alguna tertulia literaria, taurina o flamenca, así que yo pienso que perfectamente en esa, o en otra época pudo visitar Guadalcanal, y por qué no, visitar a Micrófilo en la calle Guaditoca, amigo de la familia y enfermo ya por aquellas fechas.

Hemerotecas 

domingo, 23 de abril de 2023

Viajes de los Reyes Católicos a través de la ruta de Guadalcanal

La España de los Siglos XV y XVI

        

A principios del próximo año, el día 23 de enero de 2016, se cumplirá el V centenario de la muerte del rey Fernando II de Aragón y V de Castilla “El Católico” (1452-1516).
    Un adivino auguró al rey Fernando que moriría en el lugar donde nació su mujer, la reina Isabel I “La Católica” (1452-1504), en Madrigal de las Altas Torres (Ávila), lugar al que evitó ir a lo largo de toda su vida. No obstante, moriría en un pueblo extremeño de nombre similar, Madrigalejo, en Cáceres. Pueblo próximo a Guadalupe, cerca de Trujillo y situado en la ruta entre Castilla y Andalucía.


    Los Reyes Católicos viajaron de forma ininterrumpida a lo largo de su reinado, a veces juntos y a veces por separado y a lo largo y ancho de la extensa geografía peninsular. La comitiva real viajaba en caravanas de mulas de buena edad y alzada, sobre sillas cómodas y seguras de fabricación artesanal. A veces la Reina también usó carretas y andas llevadas por mulas y a veces por personas.
    He podido documentar algunos de estos numerosos viajes de los Reyes Católicos a través de la ruta de Guadalcanal, por donde pasaron al menos en cuatro ocasiones.
    Guadalcanal en esta época de finales del siglo XV y principios del XVI pertenecía a Extremadura y era junto con Llerena la población que reunía mayor número de habitantes de toda la comarca.

Primer viaje de la Reina Isabel I “La Católica” por Guadalcanal en 1477.

    A comienzos del año 1477 (28-01-1477) los Reyes Católicos estaban en Toledo, en donde determinan la fundación de un monasterio de la orden de San Francisco: San Juan de los Reyes. El 4 de febrero parten hacia Madrid pasando por las poblaciones de Olías del Rey, Illescas y Getafe. Llegan a Madrid el 26 de febrero. Allí reciben noticias de las frecuentes incursiones de los portugueses por Badajoz y Ciudad Rodrigo a tierras castellanas en donde se producen continuos enfrentamientos con numerosas bajas tanto de un lado como del otro. Los Reyes Católicos deciden enviar al Comendador Mayor de León, Don Alonso de Cárdenas y al Conde de Feria, Don Lorenzo Xuarez de Figueroa para defender dichas tierras extremeñas.
    También piensan los Reyes viajar a estas tierras con objeto de impulsar la pacificación de las mismas. Antes de tomar una decisión piden opinión a los caballeros, prelados y doctores de su Consejo, que aconsejan a sus majestades no viajar por la inseguridad que dichas tierras presentan. Así mismo piensan que el Rey debe de acudir a poner sitio a las fortalezas de Cantalapiedra (Salamanca), Castronuño y Cubillas (Valladolid) y que la Reina debe permanecer en Toledo para dirigir la guerra con Portugal en Extremadura y poner fin a la resistencia de la fortaleza de Trujillo.
    Oído al Consejo la Reina Isabel responde: “Yo siempre oí decir, que la sangre como buena maestra va siempre a remediar las partes de cuerpo que reciben alguna pasión: pues oír continuamente la guerra que los Portugueses como contrarios e los Castellanos como tiranos facen en aquellas partidas, e sofrirla con disimulación, no sería oficio de buen Rey, porque los reyes que quieren reinar han de trabajar. A mí me parece que el Rey, mi Señor, debe de ir a aquellas comarcas de allende el puerto, e yo a estotras partes de Extremadura, para proveer en lo uno y en lo otro”.
    De esta manera el 20 de abril la Reina parte de Madrid en dirección a Talavera de la Reina (Toledo) a donde llega el día 23. Entre los días 23 y 25 viaja a través de Calera (Toledo) y Puente del arzobispo (Toledo) llegando el día 26 a Guadalupe (Cáceres).
    Desde Guadalupe la Reina negocia con el alcaide del Castillo de Trujillo, Pedro de Baeza, para que este ponga fin a la resistencia y entregue la fortaleza sin tener que recurrir a la fuerza. Ante la negativa de este, la Reina sale el 12 de mayo de Guadalupe y llega a Trujillo el 15 de ese mes. La acompañan el Cardenal Mendoza, Don Alonso Enríquez, Almirante de Castilla, el Duque de Escalona, el Conde de Cifuentes, El adelantado mayor de la frontera, Don Pedro de Enríquez. Acudieron también de Andalucía el Duque de Medinasidonia, el Marques de Cádiz y otros principales caballeros. Aun así, el sitio aguantó las embestidas durante un mes siendo entregado el 24 de junio.
    Asegurada la fortaleza de Trujillo la Reina parte el día 29 de junio hacia Cáceres adonde llega el día siguiente. En esta ciudad permanecerá hasta el día 9 de julio haciendo justicia y atendiendo reclamaciones. Viaja a través de Mérida, Almendralejo, los Santos de Maimona y Llerena. En esta última ciudad es enormemente agasajada debido a que iba acompañada de Don Alonso de Cárdenas, natural de Llerena y Gran Maestre de la Orden de Santiago entre 1474 y 1476 en que es destituido en favor del propio Rey Fernando, por su enfrentamiento con Rodrigo Manrique por sus disputas por el cargo de Gran Maestre.
    Es probable que Alonso de Cárdenas se ganará los favores de la Reina ya que ese mismo año y muy cerca de allí en Azuaga es de nuevo nombrado Gran Maestre por el mismo Rey Fernando, cargo que ocupará hasta 1493 en que definitivamente la Orden se incorpora a la corona.
    Tras dejar Llerena, la Reina viaja a Valencia de las Torres el día 14 de julio, en donde tienen lugar las fiestas populares con correrías de toros por las calles.
    Desde allí se traslada a Guadalcanal por donde pasa el día 15 de julio. Continuando su viaje hacia Sevilla a través de Cazalla y Lora del Rio, estando el día 20 en Cantillana y llegando a Sevilla el día 24 de julio. Allí mediaría en las luchas internas entre las grandes familias andaluzas de Don Enrique de Guzmán, Duque de Medinasidonia y de Don Rodrigo Ponce de León, Marques de Cádiz.

Primer viaje del Rey Fernando “El Católico” por Guadalcanal en 1477.

    En abril de 1477, a la vez que la Reina parte hacía Extremadura, el Rey parte hacía las fortalezas de Castronuño, Cubillas, Cantalapiedra y Siete Iglesias (Valladolid), con el objeto de cercarlas y poner fin a los desmanes de tales sitios.
    El 23 de agosto y dominadas las fortalezas vallisoletanas el Rey parte de Medina del Campo a través de la siguiente ruta:
    Llega a Sevilla el 13 de septiembre, donde se reúne de nuevo con la Reina Isabel.

Segundo viaje de los Reyes Católicos por Guadalcanal en 1502.
    A comienzos del año 1502 estuvieron los Reyes Católicos en Sevilla. Desde allí deciden partir hacía Toledo con el objeto de convocar Cortes para el día 15 de abril. Allí reciben noticias de que los Príncipes don Felipe “El Hermoso” y doña Juana “La Loca” han desembarcado, el día 3 de enero, en Fuenterrabía (Guipúzcoa).
    Parten de Sevilla el 22 de febrero y viajan a través de Cantillana, el Pedroso y Cazalla, alcanzando Guadalcanal el martes 2 de marzo. Desde allí se trasladan a Llerena a donde llegan el día 3 de marzo. En Llerena se alojan en la casa-palacio del prestigioso Licenciado, Consejero Real, Letrado de las Cortes y fundador del Mayorazgo y Señorío de Cehel de las Alpujarras, don Luis Zapata.
    Durante la estancia de los monarcas en Llerena se fraguan dos acontecimientos de relevante importancia histórica:
• El primero de ellos fue la decisión de nombrar a su hija Juana sucesora y heredera de la Corona, ante la prematura muerte del nieto don Miguel, hijo de doña Isabel y don Manuel, reyes de Portugal. Para ello convocan y citan a los procuradores para celebrar Cortes en Toledo en la fecha de 15 de abril de 1502, siendo firmado la cédula correspondiente en “la Villa de Llerena, a 8 días del mes de marzo año del nascimiento de nuestro Señor Jesucristo de 1502”, según consta en el documento original de esta cedula que se encuentra en el Archivo Secreto de Toledo.
• El segundo acontecimiento importante es la decisión de los monarcas de autorizar el cuarto viaje a las indias a Cristóbal Colón. Se hizo mediante una Carta Instrucción que los Reyes Católicos firman en “Valencia de la Torre a XIII días de marzo de 1502 años”, según el original que permanece en el Archivo de Indias de Sevilla.
    El sábado 12 de marzo salen los monarcas de Llerena en dirección a Guadalupe. La Reina se siente indispuesta y permanecen en Valencia de las Torres hasta el día 14. Allí firmaron la autorización a Colón para su cuarto viaje a las Indias. A través de Campillo de Llerena llegan a Zalamea de la Serena el día 15 y donde permanecerán hasta el día 30 de ese mes, participando de la Pascua de las Flores. Parten de nuevo el día 30 de marzo y viajando a través de Castuera y Quintana de la Serena llegan a Guadalupe el día 4 de abril. En Guadalupe permanecen los monarcas hasta el miércoles 13 de abril, llegando a dormir ese día a la venta de Los Palacios, al día siguiente, 14, duermen en la venta del Puerto de Arrebatacapas y el 15 en Puente del Arzobispo donde permanecen hasta el día 18. Desde allí a través de Calera, Talavera de la Reina, Cebolla y Burujón llegan a Toledo el viernes 22 de abril, habiéndose demorado el viaje varios días por indisposiciones de la Reina Isabel. También los príncipes Juana y Felipe se habían demorado permaneciendo varios días en Olías del Rey (Toledo) por haber contraído Felipe el sarampión.
    Sería finalmente el domingo 22 de mayo cuando en la Iglesia Mayor de Toledo y bajo la presidencia del Cardenal Cisneros y ante la presencia de los Reyes Católicos, se reconoce como Princesa de Asturias y heredera de la Corona de Castilla a Juana “la Loca”.

Tercer viaje del Rey Fernando “El Católico” por Guadalcanal en 1511.

    El 26 de noviembre de 1504, a los 53 años de edad, muere la Reina Isabel I “la Católica” en Medina del Campo (Valladolid). En su testamento la reina estipuló que, si bien la heredera del trono era su hija Juana, el rey Fernando administraría y gobernaría Castilla en su nombre al menos hasta que el infante Carlos, primogénito de Juana, cumpliera veinte años.
    Sin embargo, la nobleza castellana no apoyó a Fernando y este optó por retirarse a Aragón. El gobierno de Castilla quedó entonces para el rey Felipe I, esposo de Juana, pero a los pocos meses murió repentinamente y ello llevó a que Fernando fuese nombrado de nuevo regente. Juana fue encerrada en Tordesillas por su padre, que gobernó Castilla hasta su muerte en 1516. Le sucedió Carlos, hijo de Juana y nieto de Isabel y Fernando. Juana moriría en 1555.
    El Rey Fernando toma una segunda esposa, doña Germana de Foix, con la que casó el 19 octubre 1505, por poderes en la localidad palentina de Dueñas.
    El Rey Fernando parte de Madrid el día 7 de enero del año 1511, viaja a lo largo de todo ese mes siguiendo la ruta: Móstoles, Talavera de la Reina, Calera, Puente del arzobispo, Puerto de Arrebatacapas, venta de los Palacios, Guadalupe, Logrosan, Madrigalejo, Ribera del Fresno, llegando a Llerena el día 26 de enero y pasando en Guadalcanal los días 27 y 28 del citado mes. Sigue por Cazalla, el Pedroso Cantillana y Alcalá del Rio, llegando a Sevilla el 1 de febrero.
    En Sevilla permanece hasta el 21 de junio en que parte con dirección a Burgos, viajando a través de Alcalá del Rio, Cantillana, el Pedroso, Cazalla, llegando a Guadalcanal el día 27 de junio. De esta fecha encontramos un documento llamado Sobrecarta de Naturaleza, (que era la forma de reconocer la nacionalidad castellana a un extranjero) firmado en Guadalcanal:
    -Sobrecarta de naturaleza en los reinos de la Corona de Castilla a favor del “genovés” Francisco de Riberol, particular amigo y colaborador del almirante de las Indias (Cristóbal Colón), firmada en Guadalcanal a 27 de junio de 1511:
Françisco de Riberol.–Sobrecarta de Naturaleza: «Doña Juana por la graçia de Dios reyna de Castilla etc. Por quanto el rey don Fernando, mi señor e padre, e la reyna doña Ysabel, mi señora madre, que santa gloria aya, ovieron dado e dieron una su carta firmada de sus nombres e sellada con su sello e librada de los del su Consejo a suplicaçion de Françisco de Riberol, mercader ginoves estante en esta çibdad de Seuilla, por sy e en nombre de Juanote e Cosme, sus hermanos, fecha en esta guisa…».
    Documento firmado por Doña Juana (la Loca) que se supone recluida por su padre en Tordesillas. Es de suponer que el Rey Fernando firmó dicho documento en su nombre al ser regente del trono de Castilla tras la muerte de Felipe (el Hermoso) en 1506.
    De Guadalcanal partiría hacia Llerena y de ahí a Campillo de Llerena, Higuera de la Serena, Campanario, Guadalupe y Mombeltran llegando a Burgos el día 8 de agosto de 1511.


BIBLIOGRAFÍA.

– “Itinerario de los Reyes Católicos. 1474-1526”. Antonio Rumeu de Armas. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1974. Madrid.
– “Crónicas de los Reyes de Castilla desde Alfonso el Sabio, hasta los Católicos Don Fernando y Doña Isabel”. Cayetano Rosell. Editorial M. Rivadeneyra, 1878.Madrid.
– “Crónica de los Señores Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel de Castilla y Aragón”. Hernando Pérez del Pulgar. Imprenta de Benito Monfort, 1780. Valencia.
– “Historia del reinado de los Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel”. William H. Prescott. Tipografía de R. Rafael, 1854. México.
– “Memorial breve de los lugares donde el Rey y Reina Católicos estuvieron cada año desde el de 1468 en adelante”. Galíndez de Carvajal. Manuscrito. Siglo XVIII. Biblioteca Nacional de España. Madrid.
–“Los Reyes Católicos en Sevilla- 1474-1478”. José Gestoso y Pérez. Oficina de revistas de Tribunales, 1891. Sevilla.
– “Menudencias historiales que iba apuntando en los ratos de siesta Fr. Marcos de Cartagena, franciscano levantino en su convento del Pinatar “. Marcos de Cartagena. Imprenta de M. G. Hernández, 1892.Madrid.
–“Don Luís Zapata, Consejero Real, Letrado de las Cortes y fundador del Mayorazgo y Señorío de Cehel de las Alpujarras”. Manuel Maldonado Fernández. Actas de la II Jornada de Historia de Llerena. Llerena, 2001, pp. 95-116.

Rafael Ángel Rivero del Castillo

Revista Guadalcanal año 2015

domingo, 25 de septiembre de 2022

Un proyecto sin terminar que languidece con los años

UN OBSERVATORIO ASTRONÓMICO EN LA SIERRA DEL VIENTO (GUADALCANAL)

 En el año 1981 un guadalcanalense, un visionario, un artista, alguien con la sensibilidad y conocimientos suficientes para darse cuenta que el cielo de Guadalcanal era un lugar inmejorable para su observación nocturna decidió empezar una obra titánica; una obra que solo se podía llevar a cabo con la ayuda de las instituciones y estamentos públicos, que debía contar con la necesaria complicidad de sus convecinos y de los pueblos aledaños, y cuyos resultados redundasen en la preparación de futuros científicos estelares, sirviese para el ocio, aprendizaje y diversión de los escolares, y fuera fuente de progreso económico y turístico para toda la zona.

El tiempo le fue condenando al ostracismo, y lo que fue la idea de un genio andaluz se quedó en boca de todos nosotros, vecinos que conformamos una hermandad simbólica en torno a nuestro pueblo en el que rige un rancio sistema de control social donde la envidia y la crítica al diferente conforma los procesos de inclusión/ exclusión de dicha comunidad; como la extravagante idea de un loco, de un diferente, de un extraño.

        Yo tuve el placer de conocer a Manolo Chaves en los años 80 a través de mi querido Rafael Rodríguez (“Electrovira”) otro guadalcanalense de pro al que la historia deberá poner en el sitio que le han negado sus deudores. En aquellos entonces Rafalito me dijo que tenía que hablar con uno de esos personajes con los que a mí me gustaba departir, esos que tienen que decir algo, aunque hablen poco, que saben callar y escuchar, que saben mirar de frente y que no se amilanan, aunque vengan mal dadas. Mi sorpresa fue descubrir un genio en medio de la sierra, un excepcional pintor y en aquellos momentos, alguien muy motivado por la idea de hacer de Guadalcanal un referente en la observación astronómica. No me extraña que fuera tertuliano adicto y amigo de Rafael; y por supuesto el que pintara la portada de su obra póstuma: “Guadalcanal, un pueblo en la memoria”.

        Pues bien, han pasado 33 años desde que a Manuel Fernández Chaves se le ocurriese construir su observatorio astronómico, ese que está en la Sierra del viento, visible desde cualquier punto de Guadalcanal mirando al noroeste o desde las tierras y pueblos limítrofes de la campiña extremeña mirando al sur; ese que sigue año tras año deconstruyendo a ratos, como si de una obra postmodernista se tratase.

La semana pasada me lo encontré, como no puede ser de otro modo, en la tienda de Rafalito “electrovira” y él, muy eufórico, me enseñó la foto de cómo estaba quedando la entrada al recinto del observatorio, al que se accede a través de un arco de ladrillos muy del gusto de la arquitectura historicista sevillana de principios del siglo XX que tan de moda puso Aníbal González. Fue entonces cuando le pregunté: Manolo ¿qué ayudas has recibido para hacer el observatorio astronómico?; a lo que me contesto con palabras cansadas que salen de la impotencia y de la frustración de quien ya no confía en nada ni en nadie: “A mí nadie me ha dado un duro, económicamente no me ha ayudado nadie, solamente en la época de Amador ( alcalde de Guadalcanal) me enviaron albañiles para que me echaran una mano en la construcción; por lo demás y hasta el día de hoy todo lo he hecho con mis manos, nadie me ha dado un duro”

Precisamente esa respuesta me hizo plantearme escribir este artículo dado que estoy al día con las nuevas oportunidades de negocio que se plantean para la sierra Norte Sevillana a partir de este año debido a la calificación que ha obtenido Sierra Morena al ser declarada “Reserva y Destino Turístico Starlight, una certificación que acredita y avala la calidad de sus cielos nocturnos para la práctica de la astronomía y la observación del firmamento. Este galardón es otorgado por la Fundación Starlight y está avalado tanto por la UNESCO como por la Organización Mundial del Turismo”; y que debemos agradecer al trabajo y esfuerzo de la Asociación para el desarrollo integral Territorial de sierra Morena (ADIT) “y ejecutado por el consorcio Dark Sky Advisors formado por la unión de la Asociación Astronómica Hubble y la empresa Iberus Medio Ambiente”.

Esta misma asociación ha creado una página web dedicada a la astronomía en Sierra Morena que podéis consultar en la siguiente dirección: http://www.astronomiasierramorena.com o http://astronomia.sierramorena.com.

Igualmente podéis indagar sobre Starlight en la página del Instituto de Astrofísica de Canarias http://www.iac.es/, donde hallareis un artículo muy interesante sobre el nuevo producto turístico de Sierra Morena ligado a la observación de estrellas: http://fundacionstarlight.org/sierra-morena-y-sierra-sur.../ , en el que se pueden leer párrafos como: “A este respecto, destacó que el turismo astronómico será uno de los nuevos productos que quedarán recogidos en la futura la Estrategia Integral de Fomento del Turismo de Interior Sostenible de Andalucía 2014-2020, que movilizará alrededor de 230 millones de fondos públicos”.

Últimamente se ha puesto de moda todo lo relacionado con la observación de estrellas en Sierra Morena como podéis comprobar en las numerosas noticias aparecidas en prensa de la que os pongo un ejemplo: http://www.europapress.es/.../noticia-casi-decena-pueblos..., y que nosotros achacamos a la afluencia de dinero que en un futuro no muy lejano hará su aparición en la zona y de los que ya se está viendo algunos resultados. Extraemos unos párrafos del artículo anterior:

“Casi una decena de municipios de la provincia sevillana realizarán obras encaminadas a la ordenación y promoción turística gracias a los más de 300.000 euros que recibirán del Plan Complementario del Plan Provincial Bienal 2014/2015 para inversiones financieramente sostenibles, también denominado Plan Supera, desarrollado con fondos del superávit de la Diputación de Sevilla de 2012.

    Según la información a la que ha tenido acceso Europa Press, en concreto, son un total de nueve los pueblos que se beneficiarán de estos fondos, siendo Guadalcanal el que mayor número de actuaciones acumula, con un total de cinco proyectos previstos, para lo que cuentan con una inversión de 29.431 euros.

En este municipio, las obras del Plan Supera irán destinadas al acondicionamiento de parte del recinto ferial para uso alternativo como explanada para el estacionamiento de autocaravanas, el acabado de la oficina de información del Parque Natural Sierra Norte, la adecuación de una zona para visualización astronómica y ubicación de una estación de observación 'Starlight' en el enclave de la Piedra de Santiago, así como para la realización de un video documental HD sobre la Semana Santa de Guadalcanal y la reurbanización y remodelación de la calle Santa María.”

Y yo me pregunto: ¿Ahora que hay dinero para desarrollar la observación de las estrellas en Guadalcanal tampoco hay dinero para Manolo Fernández? Chaves y su observatorio? ¿Qué pasa en este pueblo que el único que ha creído de verdad en las posibilidades de la sierra como visor estelar lo ningunean y lo excluyen de lo que puede ser un verdadero motor económico del turismo en esta localidad?; ¿Cuáles son las razones ( yo me las imagino) para que se tenga que realizar una nueva ubicación para ver estrellas existiendo un observatorio astronómico?; ¿Por qué Guadalcanal nunca se da a valer y defiende con uñas y dientes su preeminencia en estos temas dado que posee un telescopio e instalaciones adecuadas para la observación del firmamento desde hace 30 años?; ¿Por qué no se ha contado con Manolo para absolutamente nada cuando él fue el pionero en estos temas en la Sierra Norte de Sevilla con la creación e instalación de un observatorio astronómico?; ¿Quién sabia de estrellas en Guadalcanal y pueblos aledaños en los años 80 y 90 del siglo pasado?

Entonces, después de estas reflexiones, tengo que pensar que quizás el interés no está en el conocimiento de las estrellas, en la investigación y observación de las constelaciones; en tener un lugar para educar y divulgar el conocimiento a nuestros escolares; quizás tan solo sea otra moda que exprimir para sacar el dinero los más rápidamente posible sin interés de construir futuro.

De todas formas, para quien le interese, a continuación, doy aquí unos pocos datos del Observatorio “ALKAID” de Guadalcanal, denominado así porque el mismo día que se le ocurrió a Manolo la idea de construir un telescopio para ver las estrellas se hallaba con sus hijos jugando en la Ribera y en el cénit del firmamento se encontraba dicha estrella denominada también Benetnasch, siendo la tercera estrella más brillante de la constelación de la Osa Mayor:



NOMBRE: OBSERVATORIO “ALKAID
PROPIETARIO: MANUEL FERNANDEZ CHAVES
AÑO DE CONSTRUCCIÓN (INICIO): 1982
SITUACIÓN: SIERRA DEL VIENTO. GUADALCANAL.
COORDENADAS: 5º 49´ 50´´ W / 38º 06´ 35´´ N
ACTUALIDAD: INCONCLUSO. FALTAN OBRAS DE ACONDICIONAMIENTO
DIMENSIONES: ADMITE UN TELESCOPIO DE 1.000 mm. DE APERTURA.
TELESCOPIO: AUTOCONSTRUIDO
AÑO: 1981
TIPO: NEWTON REFLECTOR
FOCAL: 6,5
APERTURA: 310 mm.
MONTURA: ECUATORIAL

Alberto Bernabé Salgueiro.


domingo, 3 de julio de 2022

De Toponimia Hispalense – Rivera de Benalija

Benalija

    Benalija es nombre de una rivera o arroyo que, naciendo en el término de Alanís y sirviendo de linde entre éste y el de Guadalcanal, baja hasta las tierras de Cazalla de la Sierra, caminando de Noroeste a Sur hasta unirse con el Río Viar, que va a parar también al Guadalquivir[1]
1En realidad, la grafía Benalija alterna con la de Benalíjar en la documentación oficial más moderna y en determinadas fuentes editadas, como son las revistas de difusión local, publicadas anualmente con ocasión de los festejos, donde se simultanean las denominaciones corográficas Rivera de Benalija y Arroyo de Benalíjar[2]. Con todo, son más las veces en que se escribe Benalija en los textos actuales, sean literarios o no; así sucede con las hojas catastrales de los tres municipios referidos, con los mapas del Servicio Geográfico del Ejército[3] y con el Catálogo Arqueológico[4]. Dado que la pérdida de -r es un rasgo propio de estas hablas meridionales[5], resulta prácticamente imposible averiguar si la forma Benalíjar es una ultracorrección moderna, una hipercorrección analógica a la de otras formas hidronímicas con -r, como Bembézar o Viar[6], o si, por el contrario, Benalija es reflejo de la pérdida de la consonante alveolar originaria.
    Para la resolución de este problema se precisa de un estudio diacrónico, de la documentación que puedan aportar los testimonios antiguos, dado lo insuficientes que resultan los datos meramente sincrónicos. Veamos, pues, qué nos dicen los textos del pasado.
    La primera mención de la forma con -r final la hallamos en el Diccionario de Madoz (s.v. Alanís), referida a «el (arroyo) de Benalíjar, abundante en truchas y bogas, que da las primeras aguas al río Huerna»[7] . De ahí la tomarían Asín Palacios[8] y García de Diego López, quienes, no conociendo otra variante, establecen sus hipótesis a partir de un étimo diverso, como se verá. Ignoro la fuente de la que bebería Madoz al considerar esta última grafía; seguramente, dado que al tratar del hidrónimo en otros lugares lo hace con la forma Benalija[9], obtuvo el dato de informes enviados desde el mismo municipio de Alanís. Sin embargo, no deja de extrañar este hecho, sobre todo si se tiene en cuenta que las autoridades municipales recurrían a la documentación antigua para dar fe de las propiedades del término, de sus límites, y de los nombres que llevaban en otro tiempo[10]. Y es un hecho que, desde los primeros testimonios conservados en los archivos de estas poblaciones, aparece el nombre Benalija sin excepción. Claro es, que cabría aún pensar que la forma documentada fuera reflejo del rasgo dialectal de la pérdida de -r final, no exclusivo, pero sí de gran incidencia en el andaluz desde temprana época[11]. De ser así, tendríamos en el Benalija del documento de la Donación de Reina, fechado en 1246, el caso más temprano de atestiguación de este fenómeno, no documentado, que sepamos, antes del siglo XIV[12].             Pero no parece posible que ocurra tal cosa, pues, además de que en la mencionada fuente documental se nombra dos veces el nombre del río vecino con la forma Bembezar (sin pérdida de -r), junto a Benalija y a Guezna[13], además de ello, la grafía vuelve a aparecer en el Libro de la Montería de Alfonso XI, así como en otros documentos de los siglos posteriores (vid. aparato documental), siempre exenta de -r.
    Me he detenido en la consideración de las variantes gráficas del topónimo por su trascendencia para el establecimiento de la etimología, a pesar de que no todos los estudiosos de la toponimia árabe consideren relevantes estas diferencias formales; E. Terés, por ejemplo, se refiere a un Guadalija «llamado vulgarmente Gualijar[14]y también Gualija y Alija» (Materiales, p. 370), sin dar otra explicación sobre las grafías. Y en otro lugar de la misma obra, tratando de la voz Guadalijar[15], asegura que «aparece aludido más frecuentemente como Río de Gualijar» (p. 371).        

    Tomando como base el hidrónimo Benalijar, Asín Palacios (Contribución, p. 84) aventura un *Ibn-Alhiyâr, «el de las piedras», apodo, o un *Bina-Alhi^yar, «casa de las piedras»[16]. Igual que él, García de Diego López se refiere al hidrónimo sevillano con la forma Benalija[17], ofreciendo, como es usual a lo largo de su Estudio, posibilidades etimológicas para todos los gustos sin dar explicación de ningún tipo. Así, dice: «Del ár. ben «árbol» y alijar o «erial» de al-dixar sería «el árbol del erial». Bien del lat. penna illisa «peña intacta» o del ár. ben-al-hixen, antropónimo» (p. 63); más adelante, s.v. ribera (p.96), repite la voz, añadiendo: «Ben-alijar se halla en Cádiz y Toledo y puede ser de Hixen»[18] . Se referiría, con toda seguridad, no a esa forma, sino al Alijar de Cádiz y al Alejar de Toledo, que Asín Palacios recoge en su Contribución (pp. 57, 64) con el significado de «las piedras» y que Simonet (Glosario, p. 1 1) considera emparentados con el cast. alijar y ejido, del lat. EXIRE, de donde también los topónimos Aleixár de Tarragona y Los Alixáres de Granada.    
    Como es evidente, las interpretaciones erróneas sobre el étimo del hidrónimo que estudiamos no provienen sino de una falsa lectura y de la utilización de una sola fuente de información. De haber acudido a la encuesta directa hubieran oído una pronunciación [benelíhê] que les habría ahorrado vanas explicaciones.
    Por lo que se refiere a la forma que consideramos más etimológica, Benalija, cabría relacionarla, por su segundo componente, con los nombres del lugar Alija, Gualija o Guadalija y Caudalija, los tres primeros hidrónimos de Cáceres y nombre de caserío el último, perteneciente al municipio de Castuera (Badajoz), que recoge E. Terés (Materiales, 370-371), así como con los que consigna Madoz (Diccionario, s. vv.): Alija de la Ribera (lugar del término de Valdesogo de Abajo, León) y Alija de los Melones (villa de La Bañeza, León, y ayuntamiento de la provincia de León). A pesar de que Terés suponga distinta etimología para Benalija, que él escribe Benalixa posiblemente por extraerlo del Libro de la Montería, no veo clara la razón de negar su parentesco con las formas mencionadas. Si la presencia de topónimos Alija en tierras leonesas se ha querido relacionar con el desplazamiento de algunas tribus árabes desde tierras cordobesas y toledanas[19], donde se encontraba el primitivo Alija de los textos árabes[20], hacia tierras del norte, ¿por qué no conectar el Benalija de estas tierras extremeñas con esos otros nombres de lugar? Téngase en cuenta, además, que Terés sí relaciona con ellos el Caudalija[xxvi]de Castuera, localidad muy próxima a las tierras regadas por la Rivera de Benalija.
    De la etimología de Alija no se ocupan ni Oliver Asín —que se limita a indicar cómo el radical Alija aparece atestiguado en obras literarias árabes, como ‘la Yamhara de Ibn Hazm, bajo la forma Alisa: Orígenes de Castilla, p. 32— ni E. Terés, aunque el último aclara algo más al respecto: «Lo que sí cabe suponer es que aquel Alisa diera nombre al río que corre a sus pies, que sería en árabe Wãdi Alisa, hispanoárabe *W á d A I i s a «río de Alija», nombre, éste, preexistente, y, por tanto, no árabe». Y continúa: «Corominas sugiere un hipotético precedente nominal Aliscia, referido concretamente a los «Alija» leoneses» (Materiales, p. 371). Efectivamente, tratando la posible raíz *ALISANTIA (variante sufijal de ALISONTIA>Eslonza) de los hidrónimos Arlanza y fr. Auzance, añade el etimólogo catalán: «En cambio es bastante más dudoso que vayan con esta raíz y con el nombre del aliso los siguientes: […] Aleje, partido de Riaño pues la vacilación entre x leonesa y ç castellana sugeriría algo como *ALES-CI o *ALÍS-CI; Alija de los Melones, partido de la Bañeza (Alixa en 1253, Vignau; ALISCIA?) »[21]
    Respecto al primer componente del hidrónimo que tratamos, parece ser decisivo para establecer la naturaleza antroponímica o toponímica originaria de este compuesto hispanoárabe. El problema reside en ese mismo carácter de forma compuesta, pues la mixtura formal entorpece la concreta identificación originaria: si se piensa en el prefijo frecuente en la onomástica árabe ben-, de ibn ‘hijo de’, Benalija sería *Ibn-Alisa ‘el (hijo) de Alija’, apodo o sobrenombre de persona (entendido como ‘el oriundo de la localidad de Alija’). Pero cabe la posibilidad de que se trate de un original topónimo, formado a base del ár. bina ‘casa’, con lo que significaría ‘casa de Alija(compárense los topónimos Benacazón, Benagalbón, Benahalí, etc., que Asín Palacios recoge como compuestos de tal apelativo (bina/bena) y otro término arábigo, en algún que otro caso un nombre propio de persona[22].     En último lugar, no podríamos dejar de postular un primitivo ár. banu, romance bena, formante —dice Asín Palacios: Contribución, pp. 34, 84-85— de nombres propios de familias o de tribus berberiscas que han dado nombres a los lugares por ellos ocupados: Benahadús (Almería), Benamegí (Córdoba), entre otros; de ser así, quizá quedaría aun más justificada la relación entre la nuestra y las restantes formas con Alija de las tierras extremeñas y leonesas[23].
    Documentación. 1246: «e ende a las Nabas de Castriel, como va consigo en la Fuente de la Figuera, e como vierte las aguas a Beznalgorfa, contra Benalija, e otra [sic] Guezna» (Tumbo L., cart. 104). H. 1344: «Et son las armadas entre la casa de Sancho Garcia et el Rio de Benalixa»; «et es la bozeria por el çerro que es entre el Rio de Benalixa et la Senda de las Roças, fasta en derecho de la Cabeça del Catalan» (L. Montería, f. 268 r-v). 1633: «es a saver siete arançadas de biña poco más o menos que yo oi tengo por mia propia a el sitio de Venalixa término de la villa de Alanis, que esta en un pedaço» (A.P.G., f. 436 v). 1728: «en el expolon de Monforte, en vera del camino de la puente de Benalixa contra el Arroio Molinos»; «siguiose dicho arroio del Tamujal avaxo asta entrar en el Río de Benalixa, siguiose Benalixa arriva hasta encontrar con el expresado Arroio Molinos»; «para que hechas en los mojones y en camino a dicha dehesa y estando a la linde de ella por la parte de la Rivera de Venalija» (A.Nf.G., ft. 6r, Ir, 31r). 1783: «una tierra […] a el sitio de Gaspar del Valle terrnino de Cazalla, linde con rivera de Venalixa y realenga» (A.M.G., f. 115 r).

Notas.-

[1] P. Madoz, Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid, 1846-1850, 16 vols. (citado Diccionario). Las abreviaturas bibliográficas utilizadas en lo que sigue son:
ALEA M. Alvar (con la colaboración de A. Llorente y G. Salvador), Atlas Lingüístico y Etnográfico de Andalucía, Granada, 1961-73.
Contribución M. Asín Palacios, Contribución a la toponimia árabe de España, C. S. I. C. Madrid, 1940
Tópica J. Corominas, Tópica hespérica (2 vols.), Gredos, Madrid, 1972.
DECH J. Corominas-J.A. Pascual, Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (4 vols.), Gredos, Madrid, 1980 Eguaflaz Glosario
L. Eguílaz, Glosario etimológico de las palabras españolas de origen oriental, Atlas, Madrid, 1974.
Dialectología Mozárabe A. Galmés, Dialectología Mozárabe, Gredos, Madrid, 1983.
Estudio V. García de Diego López, «Estudio histórico-crítico de la toponimia mayor y menor del Antiguo Reino de Sevilla», separata de Archivo Hispalense, nº97 (1959).
Libro del Repartimiento J. González, Repartimiento de Sevilla (2 vols.), C.S.I.C., Madrid, 1951.
Catálogo arqueológico J. Hemández-A. Sancho Corbacho-F. Collantes, Catálogo Arqueológico y Artístico de la provincia de Sevilla (4 vols.), Excma. Diputación Provincial, Sevilla, 1965.
I. G. C. Instituto Geográfico y Catastral.
Nomenclátor Presidencia del Gobierno, Instituto Nacional de Estadística, Nomenclátor de las ciudades, villas, lugares, aldeas y demás entidades de población. Provincia de Sevilla. Separata del t. Iv-41, Madrid, 1973.
Orígenes de Castilla J. Oliver Asín, En torno a los orígenes de Castilla. Su toponimia en relación con los árabes y los beréberes, Real Academia de la Historia, Madrid 1974.
S. G. E. Servicio Geográfico del Ejército
Simonet. Glosario F. J. Simonet, Glosario de voces ibéricas y latinas usadas entre los mozárabes, Real Academia de la Historia, Madrid, 1981 (ed. facsímil de la de 1888, 2 vols.).
Materiales E. Terés, Materiales para el estudio de la toponimia hispanoárabe. Nómina fluvial, t. I, C. S. 1. C., Madrid, 1986.
Dialectología Española A. Zamora, Dialectología Española, Gredos, Madrid, 1970 (2ªed.)
Las abreviaturas documentales mencionadas son las siguientes:
a) de fuentes editadas:
L. Mont. o Libro de la Montería Alfonso XI, Libro de la Montería (según el ms. Y. II. 19 del Escorial), ed. de Dennis P. Seniff, Madison, 1983. Tumbo L. Tumbo de León (vid. J. V. Corraliza, «La geografía extremeña», Revista del Centro de Estudios Extremeños, año V, Sept. – Dic. 1931, t. V. pp. 295-302).
b) de fuentes inéditas:
A.E.G. Archivo Eclesiástico de Guadalcanal, Parroquia de Santa Ana, Libro de matrimonios de 1578
A.P.G. Archivo de Protocolos Notariales de Guadalcanal, año 1633, sig. 2.
A.M.G. Archivo Municipal de Guadalcanal. Amojonamientos y deslindes. Patrimonio. Años 1728 y 1783, sig. 574.
A.M.S.P. Archivo Municipal de San Nicolás del Puerto, carpeta sección 2ºde Hacienda, Libros 63 (1882) y 65 (1888). Carpeta sin signatura, pues el Archivo Histórico permanece sin catalogar.
[2] Para la cuestión del posible dialectalismo del apelativo rivera, remito a mi Tesis, citada en la nº. 4
[3] Hojas 899 y 920 de los mapas de escala 1: 50.000. Lo mismo acontece con el mapa de la Provincia de Sevilla (escala 1:200.000) del I.G.C.
[4] Donde se menciona el hidrónimo con las denominaciones Ribera de Benalija (s.v. Guadalcanal), Ribera del Arroyo de Benalija (s.v. Alanís) y Río de Benalija (s. v. Cazalla de la Sierra).
[5] El ALEA IV (mapa 1721) señala en el área norteña de Sevilla la neutralización de la oposición /1/: /r/ (en posición implosiva final de palabra), realizada por medio de la pérdida de la consonante final. Yo misma he oído de boca de mis encuestados abundantes ejemplos de este fenómeno, del tipo [g w e e k á] por Guadalbacar, [bjá] por Viar, [g w a n p h í] por *Buenagil (de Bonagil), [K a m p 03 í] por Campovil, etimología popular a partir de un original Campovid, [K a m p e y á] por Campallar, que en la cartografía actual aparece grafiado Campoallá, por etimología popular también. De la antigüedad del fenómeno en estas hablas es muestra bien patente el Baltaza (por Baltasar) de un documento eclesiástico de Guadalcanal del año 1578 (A. E. G., 1578, fol. 6 -vid. n. Vid. también n. 16.
[6] Las cuales, a pesar de la eliminación de la consonante final en el habla, han mantenido su grafía intacta desde los primeros documentos. Lo mismo que para la grafía Benalíjar, cabe decir para la de Huéznar (vid. n. 18), por lo que sospecho que la -r de los otros dos nombres de corrientes fluviales haya influido en las modernas grafías de las formas originalmente desprovistas de -r.
[7] Repárese en la falta de acento gráfico, que originará posteriores confusiones en la interpretación a los estudiosos que tomen como referencia única esta fuente. Obsérvese, asimismo, que es sólo aquí donde menciona el hidrónimo con -r final, refiriéndose, como las revistas locales, al arroyo, y no a la rivera (vid supra)
[8] Contribución, p. 84. Ya al principio de su obra (p. 11), Asín señala que el método seguido por él es el de extraer del Diccionario de Madoz todos aquellos topónimos que de primera intención le han parecido, atendiendo a su forma, tener origen árabe.
[9] En efecto, en la entrada dedica a Guadalcanal cita “la ribera nombrada de Benalija”, y “el puente llamado de Benalija, que divide este término con el de Cazalla de la Sierra”; en el artículo de Cazalla vuelve a tratar el nombre: “por el N. y a distancia de una legua, corre otra rivera con el nombre de Benalija, que se seca con facilidad (subrayados míos).
[10] Así, en los documentos del archivo de San Nicolás del Puerto, por ejemplo, se insiste en varias ocasiones sobre la precisión de testimonios escritos para avalar los límites y los nombres de las propiedades del término: «Buscados en el archivo los antecedentes precisos bien antiguos o modernos, no se había encontrado cosa alguna que ilustrase el asunto» (A. M. S. P., libro 63, 1882): «también se acordó que no existiendo en el archivo de este Ayuntamiento documento alguno de los varios deslindes practicados para la conservación de dichas servidumbres»… (libro 65, 1888); «sobre defensa de los bienes comunales para que se practiquen las averiguaciones necesarias para llevar al esclarecimiento legal sus verdaderos límites conocidos por los ancianos de esta villa desde tiempo inmemorial, a falta de documentos que acrediten lo contrario» (libro 66, 1896).
[11] Vid. J.A. Frago Gracia, «La fonética del español meridional y sus fuentes históricas», en Miscel-lania Sanchis Guarner ll, Universidad de Valencia, 1984, pp. 131-137. Por lo que concierne a la documentación de materiales de esta misma área, pueden verse los que aporto en mi Tesis Doctoral (véase n. 4) y en este lugar (n. IO).
[12] Ibídem, p. 136-137 y n. 61. Ahora bien, teniendo en cuenta que el registro del topónimo se hiciera conforme a la forma escuchada de boca de los hablantes de esa zona, pues parece ser que el documento se redactó en tierras leonesas.
[13] Como ya he dicho más arriba, el caso de Huéznar es paralelo al que estudio por no hallarse grafiado con -r hasta época reciente (vid. s.v. HUESNA en mi Tesis, cit. en n.4).
[14] Falta, como en Madoz (vid. supra, n. 12), el acento gráfico en este caso, pues creemos que de Guadalija la variante «vulgar» será Gualíjar, como Gualija y Alija, sin que ocurra cambio de acentuación.
[15] Aquí, sin embargo, está justificada la falta de acentuación gráfica, ya que los hidrónimos se relacionan con el cast. Alijar -según Terés- por lo que el acento recae en la primera sílaba (vid. Supra)
[16] Partiendo, claro está, de la presuposición de una acentuación aguda del hidrónimo, que tendría la etimología misma del cast. alijar ‘especie de ladrillo morisco, azulejo, según Eguilaz (Glosario, pp. 198199).
[17] También interpretando la forma como aguda, pero adjudicándole el étimo correspondiente al cast. alijar ‘terreno inculto’ (Eguilaz, Glosario, p. 199), ‘ejido’ (Simonet, Glosario, p. 11).
[18] También se refiere al topónimo cuando, a propósito del Benajila de Alcalá de Guadaira, afirma: «Posible anterior [Benalíjar] con metátesis». Para la probable filiación de este nombre de lugar, véase s.v. BONAGIL en mi Tesis, cit. en n.4. De otra parte, he de advertir que en la redacción del trabajo de García de Diego López faltan tanto acentos como signos de puntuación, subrayados, etc., que hacen prácticamente ininteligible el texto; por ello he preferido añadirlos a la hora de transcribir sus partes.
[19] Concretamente, de la tribu beréber de Awraba, de los Sabrun, que, después de gobernar ‘Alisa, cayeron en desgracia y huyeron hacia el norte, donde dejarían su huella en otros topónimos como Cebrones, precisamente gentilicio plural romance de Sabrun (vid. Oliver Asín, Orígenes de Castilla, pp. 32-33).
[20 E. Terés encuentra documentada la forma Alija, además, en «el texto histórico de Ibn Hayyãn cuando, al describir el curso del Tajo, afirma que este río, aguas abajo de Talavera, pasa por el Norte de la fortaleza de AIisa, a 80 millas de Toledo, exactamente al septentrión de Córdoba» (Materiales, p. 370).
[21] Como manifiesta explícitamente, deja constancia del topónimo en su obra «por la hipotética relación que en algunos casos se observa entre los encabezamientos G u a d- y C u a d-» (ibídem, p. 371), presunta simbiosis arábigo-romance que no es sino un punto más a favor de la relación del nuestro con la serie de hidrónimos mencionada.
[22] Tópica 1, p. 100, n. 31. Contribución, s. vv.
[23] Por si sirviera de apoyatura histórica para nuestra hipótesis, recordaremos aquí que, como advierte E. Terés, el desplazamiento de los antiguos habitantes de Alija hacia el norte no fue en modo alguno definitivo, ni mucho menos supuso la ruptura de estas gentes respecto a Córdoba, como establecía Oliver Asín, pues «en el texto impreso de los Mafejir al-barbar, se registra un Saydun ibn Wakil al Awrabí (Saydun ha de leerse Sabrun, confusión fácil en grafía árabe), hijo, a lo que se ve, de aquel Waqil caído en desgracia, del cual se dice que desempeñó altos cargos bajo ‘Abd ar-Rah man an-Nasir» (Materiales, pp. 370-371).

María Dolores Gordón Peral
Catedrática Universidad de Sevilla

domingo, 30 de mayo de 2021

La arquitectura vernácula de Guadalcanal

Los molinos de agua, 

Otros monumentos, otro patrimonio

    Guadalcanal posee un patrimonio arquitectónico singular, reflejo del esplendor de épocas pasadas y que, afortunadamente, ha llegado hasta nuestros días como fiel imagen del buen quehacer de sus gentes, donde se amalgaman saberes, técnicas y tradiciones, se aúnan voluntades y se estrechan los nexos de unión entre Andalucía y Extremadura.

    Sin embargo este patrimonio cultural no siempre es apreciado, y no me refiero a las iglesias, conventos, castillos o palacios. ¡No!, me refiero a otros “monumentos”, a otro “patrimonio” que por cercano y familiar es olvidado y abandonado, tanto es así que sus paredes se derrumban, sus techumbres se caen, sus interiores se saquean, su memoria se borra…

    Ese vilipendiado y denostado patrimonio no es otro que la arquitectura vernácula (mal llamada popular), esa que refiere a las construcciones agroganaderas: enramadas, tinajones, zahúrdas, palomares…; las dedicadas a los procesos de producción y transformación como los molinos de aceite, de zumaque, lagares, alfarerías, fundiciones, curtidurías…; o las propias viviendas: casillas, cortijadas, chozos, torrucas, tribunas…, o aquellas relacionadas con el agua como lavaderos, molinos, martinetes, fuentes, pilares, pozos…; entre otras muchas más.. Sin embargo debemos tener en cuenta que estamos hablando de un patrimonio vivo y su protección y defensa no debe quedarse exclusivamente en la recuperación de unas “piedras” vacías de contenido.

    Estas construcciones nos hablan de unos usos y costumbres, de unas formas de vida, de una cultura, de una economía y en definitiva de unas formas de hacer pueblo. Por ello es tan fundamental preservar estos testigos de nuestra historia, así como llegar a saber quienes fueron sus constructores (los parederos, los portugueses, los alarifes locales…), conocer sus técnicas y los materiales usados; cual fue el uso de dichas edificaciones, que actividades socioeconómicas se realizaban (producción, trabajo, tecnología…), entre otras muchas cosas; para que una vez recogido toda esta información, podamos proteger con mas exactitud el inmueble o el bien de que se trate e indicar como adaptarlas a los nuevos usos y tiempos, de tal forma que consigamos ese difícil equilibrio entre modernidad y tradición y logremos preservar y legar dicho patrimonio a nuestros descendientes.

    Por tanto, es prioritario poner en valor este patrimonio guadalcanalense, para que sea apreciado tanto por los que nos visitan como para los propios vecinos que conocen, usan y transforman este legado cultural.

        Un ejemplo de todo lo dicho hasta aquí lo tenemos en los molinos de agua de Guadalcanal, localizados a lo largo del curso del arroyo San Pedro. Tenemos noticia de su existencia al menos desde la etapa en la que Guadalcanal estuvo en posesión de la Orden de Santiago, siendo muy probable que estos ingenios funcionaran bajo el dominio musulmán, aunque la escasez de datos arqueológicos o documentales nos hace imposible fecharlos en esta época o en alguna anterior.

    El documento mas antiguo que conozco es un pergamino que se encuentra en el Archivo Histórico Nacional y data de 1479, en el que los Reyes Católicos confirman un mandamiento del Maestre de la Orden de Santiago por las que se indica que “no se use en el riego de tierras el caudal del agua, al perjudicarse la actividad de los molinos en la villa de Guadalcanal”. En cuanto a la cantidad de molinos existentes, con independencia de las edificaciones y restos que perviven hoy día, diremos que en el interrogatorio de la Real Audiencia de 1791 constaban 17 molinos harineros y en la estadística de Madoz de 1850 se indican que eran 15.

    Dada la rapidez con la que están desapareciendo estas arquitecturas, se hace necesario una catalogación, estudio e inventario de los restos que nos quedan, saber su estado e indicar el nivel de protección que precisan, así como determinar que posibles intervenciones habría que hacerse. Para ello debemos saber exactamente de que estamos hablando.

    Indicaremos que molino es un nombre genérico que designa a los diferentes elementos mecánicos y técnicos empleados en las labores de molturación, y también, a la arquitectura que cobija esta maquinaria. Por tanto, la definición de molino vendría dada por la interrelación entre arquitectura y maquinaria. Existen diversos criterios para su clasificación tipológica, entre los que destacamos aquellos que atienden al tipo de:.- Maquinaria que ejerce la molienda: molino de rulos, de rueda vertical…- Materia que muele: molino de corcho, de aceite, harinero…- Por la energía que produce el movimiento de dicho ingenio mecánico: de viento, hidráulico, de vapor… La mayor parte de las clasificaciones tipológicas han optado por este tercer criterio: la energía. Los molinos hidráulicos a su vez se pueden dividir en molinos de corriente o río, molinos de agua y molinos de mareas. Los existentes en Guadalcanal son exclusivamente de agua y se dedicaron principalmente a la producción de harina, aunque en algunos casos solían alternar la molturación del trigo con la de otro tipo de granos, no descartándose la posibilidad que hubieran servido para otro tipo de materias como el zumaque debido a la importancia que tuvo en esta población el curtido de pieles.    


El molino de agua se diferencia básicamente de los otros en que aquellos represan el agua mediante una aceña o “azud” y la usan directamente del río, mientras estos utilizan un sistema de conducción o “caz” (cao), para llevar el agua a través de una “toma” hasta el “cubo” del molino. Efectivamente, mediante un sistema de captación y una red artificial de canalizaciones, suelen dirigir el agua necesaria, con una fuerza y caudal controlado, hacia la embocadura del molino, donde un salto de agua provocará el movimiento del rodezno. Esta regulación permite aprovechar al máximo la vía de agua con independencia de su caudal o escorrentía. Estos molinos se presentan en grupos, alineados a lo largo del curso fluvial del arroyo San Pedro del que captan el agua. Esta disposición permite reaprovechar el agua que fluye de uno a otro molino, estando todos ellos enlazados mediante canales y acequias artificiales.

    El sistema de captación de agua es bastante sencillo y no necesita de grandes obras de ingeniería, fundamentándose en la construcción de diques que obstaculicen parcialmente el cauce natural del arroyo y dirijan el agua hacia las zonas deseadas a través de una red de compuertas y aliviaderos. El sistema de almacenamiento se realiza por medio de balsas, cuyas dimensiones y formas varían, dependiendo de la topografía y el espacio disponible para su construcción, abundando los de forma triangular, generalmente construido a partir de un ensanche de la acequia.

    Estas balsas se ubican en la parte alta del molino, en las inmediaciones del pozo o boca de entrada al mismo. En estos molinos una red de canalizaciones conduce el agua desde el punto de captura (presa, dique…) hasta estas balsas. Tal sistema de almacenaje posibilita que el molino tenga en todo momento la cantidad de agua necesaria para poner en movimiento los mecanismos de molturación.

    Por otro lado, estas balsas también suelen ser utilizadas como albercas y riego de los campos. Esta red de canalizaciones esta formado por acequias descubiertas en forma de “U”, fabricadas en piedra o ladrillo y cuyo interior se encuentra recubierto por una cierta argamasa para obtener su impermeabilización. Este conducto o caz recibe diversos nombres en Andalucía como “cao” (Sierra de Cádiz), “caño” (Sierra Norte de Sevilla) o “adelantao” (Almería).    


En numerosas ocasiones estas canalizaciones tienen que salvar desniveles muy pronunciados; para ello se construyen amplias arquerías o pilares para sustentar la acequia e incluso se colocan robustos contrafuertes para contrarrestar la fuerza y presión del agua. Por otro lado, para poder poner en movimiento las ruedas de un molino es necesario que el agua llegue con cierta fuerza a la rueda o rodezno. En muchas ocasiones esta fuerza se consigue mediante un salto de agua, que se produce cuando el agua de la acequia se precipita por un pozo o galería vertical. Con frecuencia se trata de conseguir una elevada presión llenando de agua todo un pozo vertical, el cual deberá ser más ancho en su boca que en su final. Esta columna de agua, debido a su peso y a la presión provocada por el estrechamiento en el extremo del pozo, produce la salida virulenta del agua con una fuerza capaz de hacer girar el rodezno a las revoluciones deseadas. Este pozo de sección circular se denomina genéricamente "cubo". Posee unas dimensiones variables: el ancho de su boca oscila entre 60 cm y un metro, y su profundidad entre los cuatro y los doce metros. Por otro lado, la boca del cubo puede tener formas diversas, predominando las circulares, las ovaladas y las lanceoladas. La mayoría de los molinos poseen dos cubos, existiendo una rueda o mecanismo de giro por cada uno de ellos. El sistema de giro empleada es el de ruedas horizontales. Estos rodeznos son pequeñas ruedas de corriente horizontal cuyas paletas curvas, cucharas o alabes, reciben el empuje del agua que sale por el saetillo. Este saetillo es una pieza de madera troncopiramidal situada en la salida inferior del cubo, cuyo estrechamiento provoca una mayor presión y dirección del agua sobre los alabes, con lo que se consigue un mayor giro del rodezno. Esta rueda horizontal se sitúa en la bóveda de desagüe, justo debajo de la sala del molino, conectada sólidamente con la piedra volandera a través de un eje o árbol de transmisión. Dicho eje posee dos partes diferenciadas: la maza o tronco de madera al que se sujetan los radios del rodezno, y el palahierro o vástago cilíndrico de acero que encastra por su base en la maza de madera y se afianza a la lavija, pieza metálica situada en el centro de la piedra volandera.

    Todo el conjunto reposa sobre una viga de madera que impide el desplazamiento del rodezno, a la vez que sirve para elevarlo a voluntad desde la sala del molino, en cuyo centro existe una oquedad destinada a contener el "dado", un eje de bronce sobre el que gira el rodezno.

    La molturación del grano se produce por la fricción entre dos grandes piedras circulares. De ellas, la inferior, llamada solera, está fija e inmóvil sobre un poyete elevado o alfanje, y la superior, denominada volandera, gira sobre la solera, siendo ambas de idénticas dimensiones. De los distintos tipos de piedras, las más utilizadas fueron las "blancas", muelas de una pieza obtenidas en las canteras andaluzas, cuya dureza y composición variaban según su lugar de procedencia. Debido al intenso desgaste que sufrían las piedras blancas y dado que no duraban más de dos o tres años, fueron sustituidas paulatinamente por las denominadas "francesas", piedras hechas de varias piezas de mayor dureza y consistencia.

    Ambas piedras tienen labrada las caras internas, la superior en la solera e inferior en la volandera, a base de surcos y ralladuras de distinta intensidad, de forma excéntrica, a fin de triturar el grano y evacuar de la mejor manera posible la harina. Dicho grano cae desde la tolva hacia la solera a través de un orificio u ojo situado en el centro de la piedra móvil. Debido al polvo que levanta la molienda, estas piedras se suelen cubrir lateralmente con un guardapolvo de tendencia circular, evitando a su vez que la harina se esparza por la estancia. Desde la sala del molino se podía controlar la velocidad de giro del rodezno, cuestión muy importante para realizar una perfecta molturación y obtener así una harina de calidad. Esto se hacía mediante un conjunto de llaves y largos vástagos de metal que, atravesando el suelo del molino, topaban con los mecanismos situados en la bóveda: —La “llave” permitía abrir o cerrar a voluntad la boca del saetillo, cortando o abriendo el paso del agua hacia el rodezno. —El “alivio” engarzaba con uno de los extremos de la viga de madera que sostenía el rodezno, de modo que se podía subir o bajar a voluntad todo el mecanismo de giro. Dado que el rodezno estaba sólidamente unido a la volandera, este movimiento ascendente-descendente permitía regular la separación entre las piedras.— El “freno” paraba el giro del rodezno desde la sala del molino, desviando el chorro de agua del saetillo. Por otro lado, el agua que desciende por el cubo del molino desagua por la "bóveda", lugar en el que se ubica el rodezno.

    Esta estancia abovedada suele construirse con ladrillos o bien puede aprovecharse alguna cavidad natural, siendo fácilmente reconocible por situarse en la parte más baja de la edificación y presentar un arco de medio punto al exterior. Estas cavidades suelen desaguar sobre una nueva acequia, conduciendo el agua hasta el siguiente molino, lo que produce un ahorro de agua y aprovechamiento de energía importante; o bien reintegran el agua directamente a su curso natural, lo que evita pérdidas innecesarias de caudal en la cuenca afectada.

Por Alberto Bernabé Salgueiro.- Doctor en antropología