Continuación
Gracias a los informes enviados por
Agustín de Zárate sabemos que, desde que se sellaron los pozos, se anegaron parcialmente
las minas debido a la falta de desagüe y también a las inclemencias del tiempo,
y que por ello se volvieron más inestables: “se desboronaba la tierra al
entrar” (González, 1831, I: 69), lo que obligó a labores de saneo y entiba.
También se da noticia de la decisión de llevar las labores metalúrgicas de
afino a la casa de la Encomienda de dicha villa, deshaciendo el resto de las
fuslinas, para su mejor control. Asimismo, se trajeron fundidores expertos. Por
otro lado, en la respuesta, la Corona solicita a Zárate se indemnice con 500 ducados
a Martín Delgado: “que halló la primera mina rica” (González, 1831, I:
75). A Gonzalo Delgado, repuesto en la propiedad, también se le dio algo por el
descubrimiento de su mina y se le admitió la renuncia a la mitad de las rentas
procedentes de explotaciones futuras, y consiguiente cesión a favor del rey
Carlos I. Se determina que no se pueden conculcar derechos a los descubridores,
pero también se admiten las pretensiones de Ceder sobre la parte de la Corona.
A ésta solo le quedaría el beneficio vía impuestos y el control de todo el
proceso, incluidos los ingresos y gastos (González, 1831, I). De todas formas,
durante algún tiempo, las pretensiones de descubridores, arrendadores y dueños de
mercedes (mercedarios) chocaron entre ellas y también con los intereses de la
Corona. Las Ordenanzas de Minas de Felipe II, de 1559 y posteriores,
vinieron a poner orden en estos asuntos. Con estas leyes todas las minas se
reincorporaban al Estado, “aunque con justa compensación” (Molina, 2000:
1017)
En 1556 vemos ya la presencia de los
denominados mineros alemanes (la mayoría eran flamencos, también había
franceses, suizos, etc.), pero no trajeron grandes novedades tecnológicas. El
laboreo se caracterizaba por la extracción y desagüe mediante zacas (odres),
con la ayuda de tornos manuales, preparación de la mena con rodillos, selección
mineral por tamaños mediante cribado (harneros) y lavado con cajones alemanes,
así como recolección posterior del mineral enriquecido (estrío), el cual se
guardaba con varias llaves en casa próxima (una llave la tenía el descubridor,
otra una persona de confianza de Juan Ceder y otra Zárate), por último, fundición
a pie de mina y afino en el pueblo. De la aleación Pb-Ag, obtenida en los
hornos, se sacaba la plata mediante copelas de cendra (copela con cenizas de
hueso), también llamadas fuslinas. Aunque la
pretensión, por entonces, era hacer todas las operaciones “insitu”, salvo la
amonedación que se realizaba en Sevilla.
Narran Mafia y Rúa de Figueroa (1871,
II: 463-464) que Francisco de Mendoza y Vargas (1523-1563) era hijo de Antonio
de Mendoza, que fue Virrey de Nueva España y después del Perú, país al que
Francisco pasó en 1551 y donde recibió el encargo de que “tomase entera y
verdadera relación del cerro de Potosí” (documento hoy extraviado). Esta
experiencia y otras adquiridas en México le valieron para que el Rey le comisionase,
por Cédula de 25 de abril de 1556, como Visitador de las Minas de Guadalcanal.
Mendoza, de acuerdo a sus conocimientos, propone un cambio en el método de
beneficio, sobre todo que se realicen ensayos para ver la riqueza del mineral
antes de tratarlo, también fundir sin lavar, ya que en los relaves se iba un
porcentaje alto de metal, y modificaciones en la metalurgia, abogando por técnicas
autóctonas frente a las alemanas. Trae fundidores de Sevilla, y más adelante de
otros lugares, para que refuercen sus ideas por escrito. El Rey, pensamos que,
asesorado por Zárate, contesta a Mendoza, el 29 de julio, señalando que el
ahorro de fundir sin lavar no era tanto ya que habría más gastos en fundentes,
caso de la almártaga (litargirio) (González, 1831, I: 218). Zárate, debido a
las discrepancias con Mendoza, pero también por la enfermedad que le sacudía
desde primeros de agosto 1556, fue sustituido por Diego López. El cual, primero
administró las minas de forma interina, pero ya fue su titular desde el 24 de
enero de 1557, hasta que en julio fue reemplazado por Mendoza. En 1570 Zárate retornó
a las minas como Visitador, donde permaneció hasta mediados de 1571.
Mendoza, gracias a sus propuestas, debió
lograr mejoras económicas, sobre todo al fundir y afinar al estilo de la Nueva
España, versus lo propuesto por los mineros alemanes. Zárate tenía una fe ciega
en ellos (al menos al principio, luego vio que muchos hurtaban metal), pero
estos cobraban tres veces más que un operario español, lo que generaría un cierto
malestar. Por oto lado, Diego López, tampoco fue capaz de poner en orden la
situación de las minas y tuvo muchos enfrentamientos personales. Todas estas
circunstancias hicieron que fuera sustituido por Mendoza: “En 29 de julio de
1557, y para poner coto a los abusos y discordias que reinaban en Guadalcanal (…)
se le expidió el título de su administrador y director”. Cargos en los
que continuó hasta octubre de 1562 (Mafia y Rúa de Figueroa, 1871, II: 464).
Mendoza era Administrador General de las Minas del Reino y particular de
Guadalcanal, eso demuestra la importancia de esta mina. Poco después del
nombramiento, el Rey dio para estas labores unas Ordenanzas (de 30 de
octubre de 1557) e incluso se nombró un juez privativo de las mismas.
A partir de 1560, hubo problemas de
desagüe, por alcanzar las minas mayores profundidades, lo que repercutió en el
laboreo. También se agotó el criadero por su zona Sur, al llegar a una falla
(‘salto de la vena’) que lo limitaba. Con las mermas productivas vino la
reducción de costos, despidos, rebajas salariales, así como la contratación de
esclavos como mano de obra barata, etc. (ENADIMSA, 1980). En enero de 1570 se
pedía a los oficiales “informar si convendría abandonar las minas de Guadalcanal,
visto que no se hallaban venas ricas” (González, 1831, II: 277), pero en
junio de ese mismo año se encontró, en Pozo Rico, una nueva zona mineralizada más
profunda (a 130m), pero las complicaciones en el desagüe y de nuevo la escasez
de metales hicieron
que la mina se cerrase definitivamente en 1576
(ENADIMSA, 1980)
La producción obtenida entre 1555 y 1576
fue de 3.200.000 onzas de plata (Goetz Phillipi, 1919) (Tabla 1). El precio
actual de la plata es 16,39 euros/onza troy (Cotización Bolsa de Metales de
Londres a 28-IV-2015, considerando que 0,91446 onzas troy =1 onza) luego el valor,
a precios actuales, sería de más de 47,96 millones de dólares (unos 43,94
millones de euros), aunque en aquella época suponía muchísimo más. Poco
después, los precios del metal fueron bajando de forma continuada, según se
iban incrementando las producciones con motivo de la progresiva implantación de
la amalgamación en las minas americanas.
Tabla 1. Producción de plata en los
primeros tiempos de Guadalcanal (Goetz Phillipi, 1919). En 1555, las cifras que
estima Zárate, para justificar el embargo de las minas, son más de 30.000
ducados, esto es 180.000 marcos o 1.440.000 onzas, que con probabilidad son
exageradas.
El embargo o control estatal de la mina
ayudó a que la Corona tuviese liquidez para poder sufragar las guerras de
Europa y Norte de África, entre otros.
Algunos datos técnicos de la mina de Guadalcanal. -
Según el inventario de octubre de1556,
conocemos la magnitud de las instalaciones de lámina que recibiría Diego López.
En ella había 13 pozos activos, 4 hornos de fundición, 5 buitrones (son otro
tipo de hornos, usados para el afino) y 5 fuslinas (o copelas). Como anécdota,
también se mencionan siete bombas de madera, lo que supone una cierta
tecnificación (González, 1831, I).
En 1561, Mendoza contrata al pintor y
dorador granadino Juan de Orihuela (†1579) para que hiciese un cuadro de las
labores extractivas: “el lienzo se colgó en la iglesia de las minas para que
los oficiales y operarios tuviesen à la vista, y se gobernasen por aquel dibujo”
(González, 1831, II: 81). Estamos en los antecedentes de la cartografía minera
española, lástima del extravío de este óleo para ver la magnitud de la obra
subterránea y de superficie, que fue realizada en aquella época.
Otro tema importante es el de la
seguridad, en Cédula de S.M. Felipe II de 23 de octubre de 1570, se aprecia una
preocupación de la disminución de los trabajos extractivos, pero también se
indica que no debe bajarse la guardia en la prevención de riesgos laborales: “que
anden é trabajen con seguridad en lo hondo de dichas minas los plomeros é
oficiales y personas que debe haber, y para desaguar las dichas minas” y
que las labores mineras: “vayan fijas y ademadas (entibadas) para que
no haya hundimiento” (González, 1831, II: 283-284).
Al momento del cierre, en 1576, había 4
hornos de fundición con sus dependencias y fuelles, 8 buitrones con sus
dependencias y fuelles, la casa de la molienda con sus dos ingenios, así como
iglesia y varias casas e instalaciones anexas, caso de viviendas y almacenes, instalaciones
de beneficio por azogue, fuslinas, horno de pan y corrales, entre otros.
Mencionar a parte la casa del ingenio de bombeo, al igual que las casillas que había
sobre algunos pozos: Adán, La Red, Traviesa, Quinto, Cuarto, Segundo, Rico,
Puerta, Armadilla, así como la existente junto al Pozo Quinto (González, 1831, I:
482-483)
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