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lunes, 27 de mayo de 2019

Nuestro entorno 21

RASGOS GEOLÓGICOS GENERALES DEL PARQUE DE LA SIERRA NORTE DE SEVILLA

Quinta parte

Sobre el zócalo varisco deformado se disponen, en algunos puntos, sedimentos subhorizontales relacionados con el relleno de cuencas pérmicas de carácter postorogénico, como las del Viar y San Nicolás del Puerto. La localización y disposición de estas cuencas también estuvo controlada por las estructuras variscas, de manera que, están alineadas según la dirección dominante NO-SE. Esto es especialmente evidente en lo que queda de la Cuenca Pérmica del río Viar; y lo mismo ocurre para la de San Nicolás del Puerto, aunque en este caso es más difícil reconocerlo, puesto que lo que nos queda de ella no es un único afloramiento continuo, sino varios afloramientos pequeños que han resistido a la erosión. En el mapa geológico se ven como grupos aislados delimitando manchas de contorno redondeado. Si unimos todos esos retazos podremos comprobar que la cuenca pérmica de San Nicolás también era alargada según la dirección NO-SE, y que por lo tanto, también estuvo controlada y relacionada con la orogenia varisca.
Las fracturas NNE-SSO juegan un papel secundario en la estructura geológica general de la región, sin embargo, son importantes en la fisiografía de su red de drenaje. Muchos de los ríos y arroyos de la Sierra corren en esta dirección. Un buen ejemplo es la rivera del Huéznar que constituye una de las arterias fluviales principales del Parque. También la
trayectoria del río Viar está marcada por varias alineaciones tectónicas, y esta NNE-SSO queda muy bien definida en algunos tramos de su recorrido.
Los sedimentos miocenos de la Depresión del Guadalquivir y los afloramientos de travertinos del Parque, representan los sedimentos y rocas sin deformar, que se integraron a la historia de la región en tiempos muy recientes desde el punto de vista geológico.
RECURSOS GEOLÓGICOS*
El aprovechamiento de los materiales geológicos entronca con la historia de la humanidad prácticamente desde su inicio.
En la zona del Parque existen evidencias de ocupación humana al menos desde el Neolítico (3500-6000 AC). Estos pobladores prehistóricos aprovecharon algunos recursos líticos para la fabricación de útiles y herramientas de piedra y, también, arcillas para manufactura de cerámicas. Evidencias de este tipo de industrias se han encontrado entre otros lugares en la cueva de la Sima, en Constantina.
Desde el inicio de la edad de los metales se explotaron minas de cobre en diversos puntos del Parque. En varios yacimientos arqueológicos del entorno de Almadén de la Plata se han localizado útiles de este mismo metal. También hay referencias imprecisas sobre objetos de este periodo en la cueva de la Sima y en otros puntos de la comarca, aunque la mejor documentación sobre la minería del cobre en la Sierra se ubica en los yacimientos de los Pagos de Gibla, fuera del Parque.
Otra cuestión de interés en cuanto al aprovechamiento de recursos geológicos en la prehistoria es la existencia de ídolos de mármol en enterramientos tipo dolmen del SE de Almadén de la Plata.
En tiempos históricos, está bien documentada la minería de hierro y la explotación de mármol en el Cerro del Hierro y Almadén de la Plata respectivamente. En tiempos más recientes, el aprovechamiento más intensivo de los recursos geológicos tuvo lugar durante los siglos XIX y XX. En esta época se explotaron minas de hierro y de otros metales en diversos puntos del Parque. Las minas más importantes fueron, sin duda, las del Cerro del Hierro, en las que se explotaron minerales de hierro y barita. También en los alrededores de El Pedroso hubo una minería de
hierro floreciente para alimentar la fundición de El Pedroso  Cobre y otros metales, sobre todo plomo y zinc se han extraído en múltiples centros mineros dispersos por el Parque. Las minas más importantes para estos metales son las que se localizan al norte de Almadén de la Plata (Minas de San Miguel y Esterquizo) y la mina de San Luis al noreste de Sierra Padrona. También se explotaron plomo y zinc en las minas de Puerto Blanco, localizadas junto a la carretera de Cazalla de la Sierra a Alanís (Km. 68-69).
Como minerales de interés industrial, se explota en la actualidad una cantera destinada a la extracción de feldespato para fabricación de porcelanas sanitarias. La cantera se localiza unos dos kilómetros al oeste de Cazalla de la Sierra, sobre un dique de rocas aplíticas localizado en el contacto entre el plutón diorítico de Cazalla y las calizas cámbricas. Además de esta, existen referencias de minería de barita en Cerro del Hierro y en otros puntos del Parque. En la mayoría de los casos se trata de pequeños filones de barita de escaso interés económico con los parámetros económicos actuales, pero que fueron significativos respecto al pasado minero de la región.
En cuanto a las rocas ornamentales, la explotación más importante está relacionada con las canteras de mármol de Almadén de la Plata, que se explotaron desde época romana y cerrada en la actualidad. Además, la zona del Parque tiene un cierto interés como fuente potencial de recursos relacionados con las rocas graníticas de la región, pero hasta el momento solo han tenido usos menores.
Los áridos de construcción se han extraído tradicionalmente de los aluviones fluviales. De acuerdo con la legislación vigente, esta práctica no es viable en la actualidad, de manera que las fuentes potenciales de este tipo de materiales habrá que buscarlas en el futuro en canteras para árido machacado sobre rocas. En este sentido existen varias canteras, cerradas
en la actualidad, que se usaron como fuente de recursos para balastro de ferrocarril, áridos de carreteras y materiales para construcción de edificios y otras obras civiles.
Como dato curioso es interesante comentar, que durante el trabajo de campo realizado para la elaboración de esta guía hemos localizado las antiguas canteras de donde se extrajeron los bloques de roca para la construcción del castillo del Real de la Jara, o de las columnatas de la iglesia de este mismo pueblo, en la rivera del Cala, ya fuera del Parque.
También hemos podido reconocer la piedra de construcción utilizada en los principales monumentos de la comarca, que sorprendentemente procedía de fuera de la Sierra en muchas ocasiones. En otros casos, hemos comprobado que la restauración de iglesias y castillos no se ha hecho siempre con el mismo tipo de piedra que los originales. De cualquier manera, este tema que relaciona tan estrechamente Historia, Arte y Geología merecería una guía monográfica.
Por lo que se refiere a los recursos energéticos, a lo largo de la historia se han explotado algunas minas de carbón, de muy escaso rendimiento, en relación con formaciones del Carbonífero Superior y Pérmico en la cuenca de San Nicolás del Puerto.
HIDROGEOLOGÍA
El agua, fuente de la vida, es un recurso geológico. Pero es tan peculiar, interesante y vital que se trata y estudia de manera independiende, por sí solo y separado del resto de las riquezas que la Tierra esconde. En este apartado vamos a referirnos exclusivamente a las aguas subterráneas, pues las aguas de escorrentía superficial y la red de drenaje la veremos en el apartado siguiente de Geomorfología y Paisaje.
Las aguas superficiales procedentes de lluvia, rios o lagos se pueden infiltrar a través de las rocas y sedimentos que forman el sustrato y, si las condiciones son adecuadas, puede llegar a acumularse en grandes volúmenes que llamamos acuíferos. Pero los acuíferos no son grandes agujeros subterráneos repletos de agua y formando bolsadas ¡Eso es un
disparate! El agua de los acuíferos se encuentra entre los poros y pequeños huecos de las rocas, por eso cuando la extraemos no se producen desplomes, ni colapsos, ni derrumbes, ni nada parecido. No dejamos una bolsada vacia, dejamos el mismo volumen de rocas que había, solamente que sin agua en sus poros. Por este motivo es tan importante el concepto de porosidad.
La mayoría de las rocas que constituyen el sustrato geológico del Parque son rocas antiguas que perdieron su porosidad primaria en los procesos de compactación y/o metamorfismo subsecuentes a su depósito. Teniendo esto en cuenta, en principio, la posibilidad de que existan acuíferos sería muy escasa. Sin embargo, es evidente la presencia de fuentes y otras manifestaciones de aguas subterráneas en numerosos puntos del Parque. La explicación para esta evidencia hidrogeológica hay que buscarla en la existencia de rocas que de alguna manera hayan adquirido una estructura porosa y permeable que permita la circulación subterránea del agua. La existencia de acuíferos en rocas impermeables está relacionada con porosidades y permeabilidades secundarias. Los mecanismos usuales para que esto ocurra están relacionados con procesos de fracturación por los dos ciclos orogénicos principales, están muy deformadas y, en algunos casos metamorfizadas. Sus pliegues son muy apretados y llevan asociada una foliación muy penetrativa. La deformación debida a la Orogenia Varisca es menos intensa, pero más generalizada en la región. Como resultado se observan pliegues de diversas dimensiones, cabalgamientos y fracturas, algunas de ellas de gran extensión lateral como las fallas de El Pedroso o la del Viar.

Parque natural Sierra Morena de Sevilla

lunes, 20 de mayo de 2019

Guadalcanal tierra de vinos

El Vino en Guadalcanal en los Siglos XVI al XVIII

 Durante estos siglos el cultivo de la vid fue extendiéndose por casi toda la provincia de Sevilla, no quedo ninguna comarca en la que no hubiesen viñas, siendo su momento más álgido los siglos XVI, XVII y parte del XVIII, muchas de estas viñas y su fruto el vino viajaron en las flotas que partían de Sevilla hacia América. 
En la edición de la Real Sociedad Económica Matritense de la “agricultura general” de Alonso de Herrera (Agrónomo de 1470 a 1539), figura la siguiente relación de vinos destacados, importantes en los s. XV y XVI: 
*Alanís, elogiado a principios del XV con el blanco de Cazalla y otros
*Alcalá de los Gazules / Alcalá la Real
*Aljarafe, en el reino de Sevilla, más o menos tinto, algo dulce. Se cita como cosa buena al principio del XVI.
*Andújar / Fuenteovejuna
*Guadalcanal y Cazalla celebres en el siglo XV
*Jerez seco, del reino de Sevilla de Jerez de la Frontera. 
No se conoce con certeza cuales eran los viñedos que se cultivaban en Andalucía antes del XV, pero se tiene noticias de 1482 que se producían en jerez los denominados vinos de romania, conforme establecían las ordenanzas del marques de Cádiz: “ mando que lo fagan de Torrontes e de Fergusano e verde agudillo según e por la forma e manera que se facen en Xerez”. Torrontes es uva blanca que está extendida en muchos puntos de la geografía española y argentina. La Fergusano es la llamada Fray Gusano de Mainia o de Miraflores que es muy parecida a la Mantúo de Pilas. Y la Verde Agudillo, quizás corresponde al verduguillo actualmente Teta de vaca. 
El tratado que más nos puede aproximar al tipo de variedades cultivadas en aquella época es el de Simón de Rojas Clemente y Rubio “Ensayo sobre las variedades de vid común que vegetan en Andalucía” editado en 1807. En el mismo hace una clasificación de las distintas variedades, agrupándolas en Tribus y habla de 119 variedades distribuidas en XV tribus: Iª las Listanes/Forenses (Listán común, Morado, ladrenado, colgadera, tempranillo, etc.). IIª Palominos/Fissiles. IIIª Mantúos / Pensiles (mantúo castellano, bravío, de Pilas, fray gusano, torrontés, etc). IVª Jaenes/Duracinae (Jaén Negro de Sevilla, de Granada, Jaén Blanco). Vª Mollares/ Helvolae. VIª Albillos/ Dapsiles (Castellano, Negro, etc. Aquí también describe algunas cepas que denomina “variedades sueltas” como la Malvasía, la Tintilla o la Romé, la Morrastell, la Beva). VIIª Ximenecias/ Ximeneciae. Tribu VIIIª Perrunos/ Flaventes. IXª Vigiriegos/ Postratae. Xª Agraceras/Oxicarpae. XIª Ferrares/Pergulanae. XIª Tetas de vaca/Bumasti ( Corazón de cabrito, Casco de tinaja, etc.). XIIIª Cabrieles/ Oleagineae. XIVª Datileras/Dactilides. Tibu XVª Moscateles/Apianae. En este apartado también muestra un grupo de “Variedades aisladas” como Vigiriega de Motril Moscatel de flandes, Uva del Rey, etc.
A falta de fuentes que nos permitan valorar con exactitud la superficie dedicada al cultivo de la vid, hemos de recurrir a las descripciones que hacen de su entorno los coetáneos de estos siglos como las contenidas en la cosmografía de Hernando Colon que allá por el año 1517, nos trasmite una imagen muy positiva en cuanto a la presencia y frecuencia del viñedo por Sevilla.
En la ribera del Guadalquivir nos decía: “party de alcala del rrio para la rinconada que ay media legua grande llana e de viñas”...... “la renconada e fasta el algaba ay una legua llana e de viñas”....... Y también como centro productor de vino, encontramos en el itinerario de Hernando en la sierra norte a Cazalla de la que afirma “en este lugar ay muy buenos vinos”.
Ya a partir del siglo XVIII las fuentes serán más generosas y ciertamente contamos con un instrumento muy certero el Catastro de Ensenada desde 1749. El catastro resulta útil para establecer la geografía del viñedo en la Corona de Castilla. Una de las áreas que según datos del catastro superaban el porcentaje medio de superficie dedicada a la vid, era Sevilla: siguen destacando como comarcas productoras la sierra norte y el aljarafe. En la sierra superaban la media Cazalla y Constantina, después Alanís cuyos famosos vinos fueron citados siglos atrás por Lope de Vega, y Guadalcanal que también se distinguió por sus vinos en el XVI. 
En el Aljarafe destaca Sanlúcar la Mayor con más de 22% de su término cubierto por vides y Villanueva del Ariscal. También alcanzaban la media localidades como los Palacios y Villafranca, viajeros del siglo XVIII como Esteban Silhuette cita los buenos vinos de Lebrija.
Es difícil conocer que tipos de vinos se realizaban y sobre todo cuales eran sus características organolépticas, es decir sus aromas y sabores. No quedan vestigios materiales de aquellos vinos, como no puede ser de otra manera. Los conocemos solo y exclusivamente por la literatura de la época, que por cierto fue muy prolija y de una calidad extraordinaria, estamos hablando del Siglo de Oro Español. Y aunque hasta el último tercio del XVIII la vinatería andaluza producía fundamentalmente, mostos, es decir vinos jóvenes que se encabezaban ligeramente con aguardiente vínico a fin de que pudiesen mantenerse en sus traslados, sabemos que también se producían vinos de guarda, es decir vinos añejados y envejecidos. 
Vinos que desde luego eran consumidos tanto por el pueblo llano como por la nobleza, alcanzando una merecida fama, recogida por nuestros clásicos (Cervantes, Lope de Vega, etc.). En este sentido, articulistas, historiadores y cronistas como José María Osuna, Antonio Merchán, José María Martín Cornello, Carlos Lora y Santiago Montoto han dado perfecta cuenta de ello en sus artículos de diversas revistas y en otras publicaciones de tirada nacional.
Así en uno de los Sonetos de Lope de Vega: "Vino aromatizado que sin pena beberse puede, siendo de Cazalla, y que ningún cristiano lo condena". O en libros como "Rinconte y Cortadillo" de nuestro universal Miguel de Cervantes, que debió ser un excelente catador por la profusión de vinos que conocía, "lo trasegó del corcho al estómago y acabó diciendo: "De Guadalcanal es, y aún tiene un es no es de yeso el señorico". En el drama religioso “El rufián dichoso” cita Cervantes los vinos de Alanís, al poner en boca del espadachín Cristóbal de Lugo estos versos: Por San Pito/ que han de entrar todos, y la buena estrena /han cíe hacer  a la hornada que ya sais/ y más, quo tenso da Alanís un cuero/ que se viene a las barbas.
En una de las novelas ejemplares, “El licenciado Vidriera”, vuelve a hacer Cervantes su típica alusión a los vinos de esta comarca, y es donde más gala hace del conocimiento de estos líquidos báquicos: Al llegar a Génova el capitán don Diego dé Valdivia y Tomás Rodaja, entran en una hostería, y después que el hostelero ofrece una gran variedad de vinos, dice el autor: ”Y habiendo hecho el huésped la reseña de tantos y tan diferentes vinos, se ofreció de hacer parecer allí, sin usar de tropelía y como pintados en mapa, sino real y verdaderamente, a Madrigal. Coca, Alaejos, y a la imperial más que Real Ciudad, recámara del dios de la risa; ofreció a Esquivias, a Alanís. A Cazalla y Guadacanal, sin que se olvidase de Rivaldavia y Descargamaria. Finamente, más vinos nombró el huésped, y más le dio, que pudo tener en sus bodegas al mismo Baco”.
El comercio de vinos andaluces y sobre todo sevillanos de estos siglos con América fue sin duda la gran oportunidad para la industria vinatera sevillana, que no supimos capitalizar. Y que dejamos pasar, para haber hecho de Sevilla una de las mejores zonas vitivinícolas 
En primer lugar hemos de destacar que el vino en la dieta marinera está perfectamente atestiguado, formaba parte indispensable del avituallamiento de las flotas. El Vino, que junto al bizcocho, el agua y el queso eran los alimentos más consumidos en estos viajes. Pero lo más trascendental es que conforme avanzaba la conquista de las Indias, las cantidades de vinos que se fueron embarcando fueron progresando casi geométricamente. Pues aunque también se llevaron vides para su replantación, estas necesitaron mucho tiempo para su adaptación a las nuevas tierras y nuevos climas, aparte de que hubo legislación suficiente para regular en el tiempo y en el espacio estas plantaciones, como la prohibición de finales del XVI de cultivar viñas en las colonias, con el fin de no perjudicar la economía de la metrópoli. 
Así podemos empezar a distinguir esa gran oportunidad para la viticultura sevillana desde muy pronto; Tomas de Mercado (Economista, teólogo dominico y nacido en Sevilla en XVI), decía que el vino duplicaba su precio en indias “cincuenta pipas de vino entregadas en Cazalla valían a quince cada una, setecientos cincuenta ducados. Véndenlas a treinta pagados en nueva España, lo cual excede mucho lo que costara asegurar las pipas de ida y la plata de vuelta”
Hamilton (historiador hispanista) también plantea que los productos alimenticios a Indias se duplicaban. Pero un estudio de Mª Carmen. Mena García sobre precios y costos de transporte de algunos productos agrarios remitidos a Indias en 1514 plantea que los precios son bastante mayores. Ella documenta que 1.152 arrobas de vino de Guadalcanal, que importaron inicialmente 79.833 maravedíes y que a su arribo a Darién habían incrementado su coste hasta 171.432 maravedíes (10.099 de gastos de envasado y acarreo hasta el barco y 82.000 de fletes y avería), se vendieron en destino por 821.250 maravedíes, lo que supone un incremento del precio de origen del orden del 1.026% y un beneficio bruto de 479%. 
El trabajo de Serrano Mangas da información de que entre 1618 y 1648 las cantidades de vinos suministradas por los asentistas de Sevilla para el avituallamiento de la Armada de la Carrera de Indias, las Flotas de Nueva España y la Armada de Barlovento, constatamos que el total ascendió a 1.422.135 arrobas, lo que supone un promedio anual de 45.875 arrobas, cifra que supera en un 10% la media anual que alcanzaron las exportaciones de vino para su comercialización durante la segunda mitad del siglo XVII y primera del XVIII.
Los vinos de Sevilla y su hinterland se vieron favorecidos por la legislación del momento. En 1509 el Juzgado del Vino de Sevilla trato de impedir la entrada en la ciudad de caldos procedentes de otras comarcas con vistas a su exportación a Indias. La Corona dispuso que aquellos vinos destinados al aprovisionamiento de los navíos y armadas de la Carrera gozaran de absoluta libertad, no así su destino para otros usos, como la venta en la propia ciudad.
Los cosecheros bajo-andaluces si gozaban del privilegio de no pagar el almojarifazgo y la alcabala de primera venta, esto en 1588 y según datos de García Fuentes, él envió de una pipa de vino, pagaba, en concepto de derechos aduaneros, 562 maravedíes si el cargador no era vecino de Sevilla, si lo era solo pagaba 85 maravedís.
Según Pierre Chaunu (historiador hispanista) entre 1511 y 1550 viajaron 3.153 navíos y entre 1581 y 1590 lo hicieron 873. Si extrapolamos la media por navío que obtiene García Fuentes en la década de los ochenta del siglo XVI al total de los navíos que viajaban cada año, el resultado que se obtendría es de unas 450.000 arrobas anuales, cifra muy parecida a la que estable Chaunu por fuentes de tipo fiscal. 
La procedencia de los vinos era: 52% caldos jerezanos del total de los embarques controlados, porcentaje que se eleva a un 53,2% si se añade los procedentes de Sanlúcar y el Puerto. El 42% de las comarcas sevillanas del Aljarafe y de la Sierra norte. Los del Condado de Huelva el 1,8% y el 2,6% restante eran vinos con origen desconocido. El 67,5% va destinado a Nueva España, el 2,4% a Tierra Firme, un 7,6% a las Antillas y Margarita y el 3,5% restante a Honduras. La gran diferencia entre el virreinato de Nueva España y Tierra Firme se explica por el rápido desarrollo que alcanzó el cultivo de la vid en este territorio en Perú (Nasca, Ica, Pisco, Paspaya y Arequipa) y Chile (inmediaciones de Santiago).
En la segunda mitad del XVII y según García Fuentes, contabiliza en esos 50 años 2.054.822 arrobas de vino exportado a las Indias de los que el 95% fueron de procedencia andaluza y el 5% restante de caldos canarios. El destino fundamental continúo siendo el virreinato novohispano con un 55,5% del total.
Durante los siglos XVI, XVII y principios del XVIII, Sevilla y su área de influencia disfruto también del llamado “Tercio de los frutos de la tierra”. Para García-Baquero el primer año que se tiene constancia documental que se aplicó “el tercio de los frutos de la tierra” fue en 1673. 
Para el siglo XVIII las cifras que nos da García-Baquero en el periodo de 1720 a 1751, y medidos en toneladas de aforamiento, los productos agrícolas supusieron el 46% del total de la carga y casi la mitad de los mismos la asumió a su vez el vino (41% del total de los productos agrícolas y el 19% del volumen total exportado). Es decir para esos 32 años el total de vino exportado fue de 1.332.85 arrobas. En cuanto a la procedencia es de Jerez, el Puerto, Sanlúcar, Rota, Chiclana, la comarca del Aljarafe sevillano y el Condado, más un pequeño refuerzo de vinos “carlones”.
Pero también durante todos estos siglos el comercio del vino que se producía en el territorio de Sevilla, no solo se limitaba con América, sino que también Galicia, Santander, Guipúzcoa, constituían destinos frecuentes de los vinos trasportados en naves fletadas en Sevilla. Y junto a ellos otros mercados europeos también eran destinatarios del vino sevillano.
Gracias a esa expansión del negocio vinatero, surgirán en los campos, pueblos y aldeas de Sevilla, en la que destaca la Sierra Norte a lo largo del siglo XVI y siguientes, monumentales haciendas cuyas edificaciones magnificaban la vida rural. Gran número de ellas poseen intactas sus estructuras y muchos de sus elementos, como se recogen en el libro editado por la Junta de Andalucía: “Cortijos, haciendas y lagares de la provincia de Sevilla”
Cortijo Castañarejo y Merino; en Cazalla de la Sierra. Noticias del XVI informan de un primitivo lagar. En 1578 el italiano Antonio Corzo lo compro, tenía dos lagares. El primitivo lagar tiene una torre de contrapeso. Cortijo de Franco o lagar de los Pollos¸ Cortijo del Inquisidor; Cortijo El Marqués, con lagar del XVIII, Lagar de las Tres Vigas. Lagar de Campovid en Constantina, antiguo lagar con prensa de viga. Bodega del Rey en Guadalcanal del XVIII y XIX. Cortijo El Lagar en Las Navas, instaurado por la Orden de los Basilios en 1575. Cenobio San Antonio del Valle de galleguillas. Y tantos otros, son muestras exactas de esos emporios vitivinícolas que plagaron muchos pueblos de la provincia. La mayor parte de ellas contaban con lagares de viga, lagareta e importantes bodegas y, en algunos casos, con calderas para la quema de vinos (cuando los excedentes lo permitían) y alambiques para la posterior obtención del aguardiente. 
En definitiva y sin duda alguna los tres mejores siglos de la historia de la vitivinicultura de Sevilla, por su cantidad, por su calidad, pero sobre todo por la enorme riqueza que genero a su alrededor.


Rafael Spínola R.
Hemerotecas

lunes, 13 de mayo de 2019

Nuesto entorno 20

RASGOS GEOLÓGICOS GENERALES DEL PARQUE DE LA SIERRA NORTE DE SEVILLA

Cuarta parte

Los afloramientos más característicos de rocas volcánicas básicas se encuentran al sureste de Almadén de la Plata. Son rocas de edad pérmica que salieron a la superficie a través de fracturas profundas. Su composición corresponde a basaltos. Presentan colores verdes oscuros y negros y aparecen formando coladas en algunos casos de gran extensión. En
la zona de salida del magma se formaron pequeñas acumulaciones que dieron lugar a estructuras de tipo lacolito.
Ejemplos muy ilustrativos de este tipo de rocas y estructuras se observan en el Cordel del Pedroso, unos cinco kilómetros al sureste de Almadén de la Plata. Los basaltos que constituyen las coladas y demás estructuras descritas están formados esencialmente por olivino, piroxeno y plagioclasa. Como rasgo característico presentan abundantes vacuolas unas veces rellenas de carbonatos, clorita y/o zeolitas y otras vacías. Estas vacuolas representan antiguas burbujas de gas que se rellenaron de minerales después de que la lava se solidificara. En algunos casos las vacuolas son tan abundantes que la roca adquiere un aspecto similar al de la piedra pómez, aunque no se trata en este caso de auténtica piedra pómez sino de algo de aspecto similar pero de composición diferente.
Además de los basaltos del Viar, existen otros afloramientos de rocas volcánicas básicas, pero sus condiciones de afloramiento son mucho peores. Entre ellas se pueden citar la banda de basaltos espilítizados* de edad silúrica, que se extiende al norte de Almadén de la Plata.
Las rocas volcánicas ácidas presentes en el Parque son relativamente abundantes y se formaron en distintos momentos de la evolución geológica de la región. Si consideramos la superficie que ocupan, los principales afloramientos son los que se localizan entre la Ribera del Onza y la carretera de Alanís a Malcocinado, al noreste del Parque. Se trata de rocas piroclásticas ácidas, compuestas por cuarzo, feldespatos y mica que alternan con rocas sedimentarias y pequeños cuerpos de rocas básicas. En esta zona, la deformación tectónica es muy intensa, de manera que sería necesaria la experiencia de un experto para identificar las características originales de las rocas. En los alrededores del castillo de El Real de la Jara y en el arroyo de San Pedro* también afloran este tipo de rocas.
En cualquier caso, los afloramientos de rocas volcánicas ácidas mejor conservados son los que aparecen asociados a la evolución de las
cuencas pérmicas, y de entre éstos, los de la Cuenca Pérmica del Viar.
En este caso, las rocas volcánicas ácidas forman paquetes de piroclastos que pueden llegar a superar los 25 metros de espesor. Excelentes ejemplos de rocas formadas por procesos asociados a vulcanismo explosivo pueden observarse en los arroyos de Gargantafría y de la Barra (ver punto 5, itinerario 5). Esta actividad volcánica pérmica favoreció la fosilización de gran parte de la flora que había en las áreas afectadas. Fantásticos ejemplos de flora fósil pueden encontrarse en relación con este tipo de depósitos.
Rocas metamórficas
Como se ha descrito en la parte I de esta guía, el metamorfismo de las rocas hay que considerarlo en un doble contexto: el metamorfismo regional asociado a los procesos orogénicos y el metamorfismo de contacto producido por intrusión de cuerpos magmáticos. La Zona de Ossa Morena fue afectada por dos ciclos orogénicos: el ciclo Cadomiense que se produjo al final del Precámbrico; y el ciclo Varisco, que se produjo durante el Devónico Superior y el Carbonífero Inferior1. Por lo tanto, el metamorfismo regional asociado a la orogenia Cadomiense sólo pudo afectar a las rocas precámbricas, mientras que el asociado a la orogenia Varisca metamorfizó a todas las rocas más antiguas al Carbonífero Inferior. La Zona Surportuguesa sólo está afectada por la orogenia Varisca pues sus rocas más antiguas son del Devónico Medio.
Teniendo en cuenta lo anterior, se comprende que la mayoría de las formaciones geológicas del Parque presenten, en mayor o menor medida, evidencias de metamorfismo. La intensidad del que aparece asociado al ciclo Cadomiense es mucho mayor que la ciclo Varisco, de manera que sólo puede hablarse de auténticas rocas con metamorfismo regional
cuando nos referimos a las rocas más antiguas, es decir, a las de edad precámbrica. El resto de las rocas metamórficas de 1 La tabla del tiempo incluyendo los eventos geológicos más relevantes de la historia de la Tierra puede la región tienen muy bajo grado de metamorfismo; en estos casos y cuando se trata de rocas sedimentarias, se suele utilizar el término de rocas meta sedimentarias.
Los mejores afloramientos de rocas con metamorfismo regional se encuentran en la carretera de Constantina a Lora del
Río, justo en el límite sureste del Parque (FOTO 17). El grado de metamorfismo de estas rocas varía desde esquistos
verdes hasta granulitas, llegando en algunos casos al inicio de la fusión para la generación de magmas. También hay buenos ejemplos en la región de Almacén de la Plata, donde entre otros tipos de rocas afloran esquistos y anfibolitas en relación con el contacto entre las zonas de Ossa-Morena y Surportuguesa.
Dentro de las rocas con metamorfismo regional del Parque merecen mención especial los mármoles Debido a su interés económico se han explotado desde época romana las canteras de mármol de Almadén de la Plata. Otra zona marmórea de interés es la Loma del Viento en Guadalcanal, cuyos mármoles conforman el relieve más elevado de todo el Parque.
En cuanto al metamorfismo térmico, solo algunos de los plutones del Parque dan lugar a aureolas de metamorfismo de contacto bien desarrolladas. Probablemente el cuerpo de rocas intrusivas que presenta una aureola mejor definida es el plutón de El Pedroso. En general este cuerpo de rocas magmáticas instruyó en rocas detríticas cámbricas produciendo un metamorfismo que varía en intensidad desde corneanas en sentido estricto hasta pizarras o esquitos moteados. También hay ejemplos de skarn relacionados con este mismo plutón. Concretamente, en la Nava de Lázaro, a dos Km al SE de la estación de El Pedroso, el granito está en contacto con una banda de rocas carbonatadas cámbricas en parte transformadas en skarn y mineralizadas en magnetita, que llegaron a ser explotadas por su contenido en hierro y cobre.
ESTRUCTURA GEOLÓGICA
El término de estructura geológica hace referencia a la disposición espacial de las rocas de un determinado lugar y a sus características geométricas. Se aplica en áreas de la corteza terrestre que han sido sometidas a grandes esfuerzos, y cuyos materiales han sido perturbados respecto a su posición original. La deformación que adquieren las rocas y su cambio de posición son los datos fundamentales que nos permiten conocer la “estructura geológica” de una determinada región.
Las principales deformaciones estan asociadas a procesos orogénicos, y por este motivo, las rocas fuertemente deformadas suelen haber sufrido el efecto de una, o tal vez más orogenias (proceso de formación de cadenas montañosas). El mármol es una roca metamórfica de gran interés económico. Se forma a partir de calizas bajo condiciones de metamorfismo, tanto
regional como de contacto. El término geológico de mármol es más restringido que el que se utiliza en la industria, que suele incluir no
solo mármol en sentido estricto, sino también algunos tipos de calizas con características parecidas, pero de peor calidad.
Dependiendo del tipo de esfuerzos, de cómo actúen y de la ubicación inicial del área afectada, las rocas se alinean en direcciones preferenciales, por este motivo los datos de dirección son imprescindibles a la hora de describir la estructura geológica de un lugar.
Las rocas que afloran en el Parque han sufrido el efecto de dos ciclos orogénicos, el Cadomiense durante el Proterozoico superior y Cámbrico Inferior y el Varisco en el Devónico Superior y Carbonífero Inferior. Como resultado, las rocas más antiguas de 540 millones de años (anteriores al Cámbrico) presentan los efectos superpuestos de dos ciclos de deformación y un metamorfismo generalizado; se trata de extensiones rocosas de pequeñas dimensiones pero fuertemente deformadas. Las de edades comprendidas entre el Cámbrico Inferior y el Devónico Superior, solo muestran los efectos de la deformación Varisca, que es la que configura la estructura general de la región, de Ossa-Morena y, en general, de todo el Dominio Varisco. Por último, las rocas más modernas al Paleozoico solo han sufrido algunos “efectos colaterales” de la Orogenia Alpina, básicamente relacionados con la reactivación de fracturas antiguas.
La dirección dominante de las estructuras principales de deformación es NO-SE (noroeste-sureste), que es la dirección varisca. Ésta se cumple para la dirección predominante de la estratificación y de fallas de menor escala, para las estructuras de plegamiento, para las grandes fracturas que delimitan dominios en Ossa-Morena y para el límite entre esta zona y la Surportuguesa. En función de ello, las rocas del Parque se organizan en bandas subparalelas a la dirección NOSE con pequeñas modificaciones debidas a fracturas tardías, cuya dirección dominante es la NNE-SSO (nornorestesursuroeste), y por el emplazamiento de los cuerpos de rocas intrusivas. La estructura dentro de cada una de las bandas depende de la composición y la edad de sus rocas. Así las rocas más antiguas, afectadas

por los dos ciclos orogénicos principales, están muy deformadas y, en algunos casos metamorfizadas. Sus pliegues son muy apretados y llevan asociada una foliación muy penetrativa. La deformación debida a la Orogenia Varisca es menos intensa, pero más generalizada en la región. Como resultado se observan pliegues de diversas dimensiones, cabalgamientos y fracturas, algunas de ellas de gran extensión lateral como las fallas de El Pedroso o la del Viar.

Parque natural Sierra Morena de Sevilla 

lunes, 6 de mayo de 2019

Guadalcanal y sus Murallas

Libro Guadalcanal en la Memoría de Rafael Rodríguez Márquez
De Muza a Araxaf

Para hablar de las murallas de Guadalcanal, hay que situarse en el contexto histórico del Guadalcanal musulmán. Los árabes habían invadido España al mando de Tarik, que se dirige a Toledo tras conquistar Córdoba. En 10 del 712, Muza sube por la Ruta de la Plata, por Almadén y Monesterio, a conquistar Mérida que lo hace el 30 de Junio de 713 ayudado por su hijo Abd el Azis. Tras la conquista de Mérida, dicen los historiadores árabes y en el mes siguiente, se conquistó todo el territorio hasta el sur del reino de Badajoz, mandando Muza tropas al mando de su hijo, que luego siguió para Sevilla, que se ha había sublevado, y marchando él para Toledo. En el mes de Julio del 713 llegan los musulmanes a Guadalcanal, eran árabes y bereberes que dejarían un pequeño destamento en el lugar, al que llamarán WAD AL QANAL. Allí encuentran un cerro fortificado, habitado por visigodos e hispanorromanos, que llaman Monforte, rodeados de Murallas; también encuentran en diversos sitios del término, y seguro que en un valle situado entre dos sierras inclinado hacia el sur y lleno de veneros y arroyos con la ruta de Híspalis a Emérita por Astigi y Regina en su lado oriental, al que atraviesa subterránea una corriente de agua de norte a sur. Está patente que lo que hay al llegar los árabes es Monforte y su territorio. En el cerro de Monforte, a 5 Kms. al suroeste del pueblo actual, hay construcciones romanas de derretido con dos murallas concéntricas. Esto, según Mª Dolores Cordón Peral en su libro Toponimia sevillana. Ribera, Sie­rra y Aljarafe, nos indica que hubo habi­tación desde muy antiguo. "A la construc­ción de época romana, debe su nombre el lugar, compuesto de un original Mons Fortis. Considerando la llamativa evolución de O tónica a O romance que revela un tratamiento dialectal, se debe adscri­bir el topónimo al estrato histórico-lingüístico mozárabe. Los mozárabes eran los cristianos que se quedaron a vivir con los árabes y estaban allí de antes. Monforte sería un ejemplo más de nombre de fortificación alusiva a restos más antiguos y de valor arqueológico. Nos inclinamos al mozarabismo del nombre, pues es segu­ro que hubo habitantes cristianos en estas tierras durante el período de dominación musulmana. El Cerro Mezquita y el arro­yo Mezquitas son alusiones que confirman la antigüedad de Monforte". Otro dato que atestigua a Monforte como anterior aún a los romanos, es que está lejos de la calza­da romana que va a Regina. Las calzadas se construyeron cuando ya estaban asenta­dos los romanos. Investigaciones hechas por mí en autores antiguos me han revela­do que Mons Fortis existía en tiempos del emperador Antonino Pió, que gobernó del año 138 al 161, y también refiriéndose a Guadalcanal dicen que "el primero sitio de su fundación primera fue distante una legua de donde hoy está, en un cerro que se dice Monforte” fue fundada en lo selecto de la provincia antiguamente lla­mada Turdulana o Baiusturia; según el cómputo de las historias, “fue casi mil y seiscientos años antes del nacimiento de Cristo." Esto viene a confirmar que esta fortaleza romana era un oppidum cons­truido sobre restos de otros pobladores que en el caso nuestro serían turdetanos o tartésicos, pues todas las fortalezas pri­mitivas estaban en alto.
El campesinado hispano-romano-visigodo se sometió a las tropas de Muza, conviviendo luego con la nutrida pobla­ción beréber asentada aquí y entre ellos, miembros de la tribu de los zenatas. Ya debía de existir Wad al Qanal como po­blación en el año 758, en tiempos del Ca­lifa Abderramán I, pues se cita que pasó cerca un tal Yusuf al Fihri, wali árabe que desde Mérida marchó a Fuente de Cantos y, reclutando gentes del sur extremeño, formó un ejército de veinte mil hombres bereberes contra el Califa, y fue a Almodóvar donde fue derrotado, luego se dirigió a Firris (Cerro del Hierro) entre Wad al Qanal y Qüstantina, y de allí a los Pedroches, siendo asesinado en Toledo.
El territorio de Al-Andalus se dividía en circunscripciones administrativas lla­madas Coras, regidas por un gobernador o Walí. Eran como provincias con jefes militares que asistían a la autoridad civil, esto era desde los Omeyas, en 756. Guadalcanal pertenecía territorialmente al castillo de Reina, y éste era de la Cora de Al Balat, ya que se interna su territorio en Extremadura hasta el límite con Hornachos, y por tanto Guadalcanal lindaba por el Sur con la Cora de Ferris, cuyo límite era el Benalixa, y, más arriba el Sotillo. Benalixa, hoy Benaja es una rivera que nace en Alanís y es límite entre éste y Guadalcanal, y entre nuestro pueblo y Cazalla. Se cree el nombre le viene de los Ibn Alisâ, familia de la tribu beréber de los Hawwara cordobeses. Wakil gobernó Alisa cerca de Talavera la Vieja en tiempos de Abderramán III an Nacir, y luego cayó en desgracia. Su hijo fue Saydun Ibn Wakil al Awrabi Ben Alisâ. Esto fue por los años 912-961. El rio Benalixa corría por el límite de la Coras y la de Firris se internaba por los Pedroches cordobeses.
Tribus bereberes que habitaron por nuestra comarca fueron los zenatas que eran parientes de los zuwâga de Azuaga. Los zenatas entraron por Guadalete en España y venían del Magreb y Túnez. Eran nómadas del desierto Dicen los árabes que donde hay dátiles hay zenatas, criaban camellos y eran aficionados al caballo, excelentes jinetes (zenetes) y montaban a la gineta (zeneta) donde la imagen de ese depredador nocturno que ha dado muchos topónimos con el nombre de Gineta en el sur de Extremadura. Eran buenos guerreros y muy valientes y rebeldes. Los mayores contingentes pasaron a España en tiempos de Almanzor propiciados por él. Otra tribu era la Miknâsa, se instaló en el 1ano de las Bellotas-Fahs al Ballut que se extendía del sur de Guadalcanal hasta los Pedroches, y tenían predilección por las bellotas y las minas; llegaron en los primeros años y se extendían por la baja Extremadura. Los Hawwara se infiltraron también en Extremadura.
Con la caída del Califato, nacieron los reinos de Taifas alrededor de 1031 y entones hay una guerra entre el rey de Sevilla y el de Badajoz, de 1044 hasta 1051que hicieron las paces, por lo que Guadalcanal y Reina sufrirían las consecuencias.
El año 1082 Alfonso VI bajó a Sevilla y llegó a Tarifa. Por entonces casaría con la hija de Almotamid, Zaida, que fue llamada Isabel. Después se enfriaron las relaciones y Almotamid llamó a los almorávides, que vencieron a Alfonso VI en Zalaca, cerca de Badajoz, en 1086. En 1088 dicen los Anales Toledanos que el rey cristiano alcanzó el puerto de Guadalcanal pero no le ofreció batalla. La entrada al puerto se hacía entonces subiendo por el lado del túnel; luego siguió hasta Sevilla. Otra vez vinieron los almorávides en 1091, y tres años después son dueños de estas tierras. Se sabe por el Botánico Anónimo que en 1100 había castillos al norte de Qüstantina; eran los de Qastalla y Al Aniz, y por Elleina y Zuaga antes de 1152 sabemos qué última tenía el muro de tierra.
En 1147 llegan los almohades a Se­villa y Badajoz con Abdelmumen. Le sucedió Abu-Yacub-Yusuy en 1163, en cuyo tiempo comienza el famoso período de construcciones almohades: la mezquita de Sevilla, el puente de barcas, las dos alcazabas, ampliación y refuerzo de las murallas, fortaleza y murallas de Alcalá de Guadaíra, murallas de Niebla, mura­llas y alcazaba de Badajoz, Murallas de Llerena, murallas y alcazaba de Reina, murallas y alcázar de Guadalcanal, Cazalla, Alanís y muchos más, incluso las torres de mezquitas sevillanas. Ciñéndonos a Guadalcanal, podemos con­cretar la fecha de construcción de la mu­ralla y alcázar por pertenecer a los domi­nios de Abu Yahla Hafiz de Badajoz, que después de mayo de 1169 llegó con tro­pas almohades procedente de Sevilla, y traía la orden de construir y reparar mu­rallas de fortalezas y plazas fuertes de su jurisdicción, según cuenta Ibn Sâhib al Sata, y ello se realizó entre dicho año y 1175.
En 1171 llegó a Sevilla el Califa pro­cedente de África, y tras conquistar Al Balat, que se había perdido, vuelve a Sevilla y gasta todo su tiempo en gran­des construc­ciones hasta principios de 1176, en que se marcha.
Si los al­mohades hacen una muralla en Guadalcanal del perímetro que conocemos, semejante al de Cáceres, es porque se han encontrado un casco urbano con sus calles que viene de antes. Existe la sos­pecha por mi parte de que hubiera otra muralla anterior, del siglo XI, ya que era una población grande, estaba en el llano y era fronteriza. Por otra parte, vemos como desde los tiempos de dominación musulmana en que la reconquista se aproximaba a la parte meridional de Extremadura, fue dotada ésta de podero­sas obras defensivas, como lo demuestran los siete castillos que había en el término, casi todos en la parte norte, sin contar Monforte y el de la población.
Las murallas de nuestro pueblo eran de derretido según señala el Catálogo Arqueológico, o sea, de mampostería de pie­dras, pero ello se contradice con su épo­ca, y así vemos que Sevilla tiene la parte almohade de su muro, de tapial con 14 puertas, 7 portillos y 166 torres. Niebla también de tapial de tierra sin almenas con 46 torres y 4 puertas. Llerena de tapial la primitiva, con torres cuadradas, 5 puertas y 12 portillos, Azuaga y Montemolín de tapial, y lo mismo Badajoz.
Continuando con la cronología, tene­mos que sucedió como Califa Abu Yusuf Yacub Almanzur y en 1185, a causa de las incursiones de Alfonso VIII de Castilla, que le envió una carta de desa­fío. Más tarde, en 1189, Alfonso, tras con­quistar Trujillo, pasó el Guadiana en Ju­nio y atacó Magacela. Los cristianos ve­nían auxiliados por musulmanes del rey de Mallorca que era almorávide. Los ana­les Toledanos cuentan que se dirigieron al sur y tras rebasar la sierra de Hornachos, el 17 de Julio, aparecen ante el formidable castillo de Reina al sur de Ellerena y vigía de los puertos Mariánicos. Alfonso VIII tomó Reina tras enconado asalto y según el Bayân, mató a todo el que se opuso, cautivó al resto y saqueó todo lo que había en la fortaleza. Tras la ocupación de Reina descansaría, y al día siguiente, 18 de Julio, se presentaría Guadalcanal que estaba y está a media jornada a caballo, camino que yo he corrido cientos de veces cuando era medico titular de Reina. Se dice que descansó en Guadalcanal con sus tropas, ya taba cercada de murallas en esa fecha y con su alcázar, pero no consta que la tomara por combate; en otros autores se dice que descansó en Guadalcanal a la vuelta y luego tomó Reina, pero lo dicho antes está confirmado por árabes como el marroquí Aben Idhari, que vivía por entonces. Luego, cabalgó hacia Sevilla donde infligió fuerte castigo a los musulmanes de los alfoces sevillanos enviando sus tropas a Córdoba, devastando las vegas del Guadalquivir y regresando inmediatamente a Toledo. Las noticias de esta gran expedición llegaron pronto a Marraqués y Abu Yusuf se dispuso a pasar el estrecho, cosa que hizo al año siguiente, pero dirigiéndose a Portugal. El rey cristiano 1194 lanzó contra Sevilla un poden ejército que pasó el Guadalquivir casualmente terribles estragos por las campiñas según cuenta la Crónica Latina, y al año siguiente el moro predicaba la guerra santa y derrotando a los cristianos en Alarcos el 18-7-1195 y con el botín ordenó se dicara a terminar la Giralda, que estaba en obras desde once años antes, destruyendo muchos castillos en Extremadura en los dos años siguientes, perdiéndose todo lo que se había conquistado; por eso es extraño lo que se dice en otros autores de que Guadalcanal y Reina quedaron en manos cristianas hasta 1231. Su hijo Mohamed al Nasir predicó otra cruzada y fue derrotado en la batalla de las Navas losa el 16-7-1212, la más grande batalla habida en España. Y así llegamos a 1241, en que el jeque de WadalQanal, que la defendía en nombre de Abul-Hasan Araxaf, rey de Sevilla, la entrega sin combate, pues al perderse Badajoz pasó a Sevilla con Reina. Había sido sitiada la plaza por los santiaguista y el jeque diose ha partido, o sea se rindió y la entregó haciendo un pacto o pleitesía en que reconocía la autoridad del rey castellano, Fernando III el Santo, quedando en condición de sometido, cediendo la fortaleza y fortificaciones. Los musulmanes conser­varon sus propiedades o, como dicen las crónicas, fincaron en lo suyo.
En 1264, con la sublevación de los mudéjares, perdieron sus derechos. Y mu­chos abandonaron el pueblo, quedando una minoría.
Nos encontramos entonces a un Guadalcanal con un alcázar de cuya muralla sale la que rodea a la población con una capacidad suficiente para dos mil ca­sas de la que los árabes usaban, muralla seguramente de tapial, aunque tuviese la­drillos en las esquinas de las torres y en los arcos y aún piedra, como se ve en Llerena. Las puertas solían tener unos cin­co metros de alto y todas las desemboca­duras de calles solían ser portillos y puer­tas. Había una serie de torres cuadradas en el recinto cada cierto tramo de lienzo y plataformas para el camino de ronda. Las torres tenían habitación y techo de bóve­da de cañón de ladrillo y puertas con arco de medio punto.
He podido averiguar por documento de la Orden de Santiago que la muralla estaba rodeada por todas partes por un foso que llamaban cava, por la cual co­rría en la parte N. y O. un arroyo llamado de la Cava y por la parte E. otro arroyo llamado de Pedro Gómez. La cerca iba desde la iglesia de Santa Ana hasta la puer­ta de Llerena y se continuaba hasta la es­quina de calle López de Ay ala girando por la Cava y bajando por el muro del pilar hasta la puerta del Jurado, desde donde se dirigía a la esquina que desemboca a la puerta de los Molinos, y rebasada ésta, subía más allá buscando la torre de Santa María y rodeando el alcázar, hoy Iglesia y Ayuntamiento, lanzaba un brazo rodean­do el paseo del Palacio coincidiendo con los bancos exteriores que hoy tiene, ro­deado todo el paseo de foso y seguía por donde está la Almona. Por el otro extre­mo bajaba desde Santa Ana por la calle Juan Pérez, dirigiéndose a las casas que ocupaba el Hospicio de San Basilio; gi­rando hacia la puerta de Sevilla, subía por Pozo Berrueco en dirección a calle Águi­la, y desde ésta enlazaba con el muro que venía por las traseras de los corrales de la calle y calleja de San Sebastián, sin po­der especificar más. En el año 1521, por ser Guadalcanal comunero, fue mandado por Carlos I tirar los muros y, desde lue­go, se tiraron trozos del mismo aunque no entero. Se rompió la cerca por la en­trada a calle Jurado al lado del pilar ac­tual que estaba situado en la acera de en­frente; también al final de la calle de las Huertas; se tiró el muro que subía hacia la torre, y el que unía la Iglesia con el Ayuntamiento actual construyéndose un arco; se tiró el trozo de calle Águila de­lante del arroyo que iba por el foso; tam­bién el trozo de la entrada norte de la ca­lle de Juan Pérez y se respetó uno que va bordeando la Iglesia de Santa Ana. Había un portillo entre el Palacio de la Enco­mienda y la Almona que ya consta en 1494 que comunicaba con las carnicerías. Po­siblemente habría más portillos. Si no fue­se así, habrían quedado encerradas mu­chas calles como Santa Clara, Guaditoca, Concepción, Carretas, Altozano Bazán y la Plaza de Santa Ana, que tengo dudas si estaba comunicada al exterior con un por­tillo, pues desde la puerta de Llerena has­ta la de Sevilla hay grandísima distancia. Muchos lienzos de murallas se desmocharon para formar parte de casas sobre todo de fachadas, y quizás hoy se puedan ver los restos, y esto es así, y queda comprobado, por un testigo presencial de Guadalcanal que vivía en mil seiscientos y pico, que dice lo siguiente: “Hasta hoy se ven algunos pequeños pedazos de muros y cerca antigua de Guadalcanal y tres puertas con edificaciones de las casas quedando la villa cercada artificialmente. La de Llerena está caída”. Con esto queda dicho todo.
En la puerta de Llerena había un puente para pasar de calle Santa Ana, Berrocal Grande (Espíritu Santo) Berrocal Chico a la población enfrente de la calle Granillos, ya que pasaba el arroyo de la Cava que mi madre conoció a primeros de siglo. También por ese tiempo se tiró el arco del Palacio y consta que a mediados del siglo XIV se tiraron los restos de la muralla. 
Este trabajo de investigación que me ha llevado años, es el resultado de consultar mucha bibliografía, incluidos los historiadores árabes, que son muchos y, de datos de archivos inéditos, junto ciertos procedimientos de investigación por lo que queda prohibida su reducción. 
        
Antonio Cordón Bernabé
Revista de Feria 1996