Corría el 9 de
Mayo del año del señor de 1568, cuando la expedición capitaneada por Don Alvaro
de Mendaña cuando fue descubierta para la corona de Castilla y Aragón y su
regio Felipe II.
ISLA GUADALCANAL. — Río DE ORTEGA.
—
Vióse una grande isla; en ella un gran rio, donde salieron á ver los nuestros,
nadando, muchos hombres, mujeres y muchachos, y otros muchos en canoa, los
cuales dieron un cabo al bergantin, y teniéndole junto á tierra, tiraron muchas
piedras, diciendo mate, mate: mataron los arcabuces algunos de ellos,
con que se retiraron. Saltó el maese de campo en un pueblo, á donde halló mucho
número de raíces y gengibre verde, cogido en cestillas, y también puercos;
llamaron á la isla Guadalcanal y al rio de Ortega, que
está en altura de diez grados escasos al Sur de Buena Vista, distancia
de nueve leguas.
De cómo salió el general del puerto y prosiguió el descubrimiento.
G A L LE G O.— P UERTO DE LA C R U Z.— Sábado á ocho Mayo acordó el general de salir con las naos y bergantín del puerto donde había estado, por entre unos arreciles que están á su entrada; los vientos eran Les tes y á ratos recios, y con ellos fue á surgir en una playa de la isla de Guadalcanal; buscóse otro puerto y hallóse junto á un rio que se llamó Rio Gallego, altura diez grados ocho minutos, y al puerto de la Cruz. Tomóse el siguiente dia posesión de la tierra por S. M . y se levantó una cruz en un cerrillo,- presentes algunos indios que tiraban Hechas; mataron dos con los arcabuces y los demás huyeron todos, y nuestra gente se embarcó. Quisieron el otro dia salir en tierra para celebrar la misa y vieron cómo los indios habían quitado la cruz y la llevaban, con que los nuestros se volvieron á embarcar, y viéndolos los indios, volvieron la cruz á su lugar y se huyeron.
A diez y nueve de Mayo envió el general á
don Fernando Enriquez, alférez real, con treinta soldados, á ver la tierra:
queriendo dar cara á un gran rio, cargaron tantos naturales, que fue forzoso
dejarse de esto y defenderse; afirmaron los mineros que el rio era de oro;
trujeron dos gallinas y un gallo, que fueron los primeros que se vieron, de que
mucho se holgó el general, por entender de que cada dia se habia de ir
descubriendo mas tierra con mejoría de cosas.
Envió el general
desde allí á don Fernando Enriquez, con el piloto mayor, en el bergantín;
navegaron Lessueste, y á distancia de una legua, se halló un
rio y cerca de él muchas poblaciones: otra legua más adelante está el rio
Ortega, y toda la costa llena de poblaciones; y más adelante, en otro rio, doce
leguas de las naos, saltó el alférez real en tierra, y en ella le salieron. de
paz doscientos indios á darle plátanos; mas, al embarcarse los nuestros, la
convirtieron en pedradas. Navegó á Lessueste, y á cuatro leguas más adelante,
se dió en otro rio poblado; púsosele nombre de San Bernardina; su
altura, diez grados, un tercio: está Nordeste Sueste con un muy alto y redondo
cerro. Dos leguas más adelante, á orilla de un pequeño rio, se vió una gran
población; saltó en tierra nuestra gente, y los indios, al son de sus
instrumentos, se juntaron más de seiscientos, y al embarcar, les tiraron muchas
piedras y flechas y, con todo eso, mandó don Fernando Enriquez que no íes
hiciesen mal. Algunos se echaron á nado y entraron en el bergantín á pedir con
muchos halagos una canoa suya; mas viendo que no se la daban y que los
amenazaban, se fuero à tierra, y a poco rato trujeron dos, en un palo, un
cierto bulto a la playa, y llegaron gándose al bergantín, decían les diesen su
canoa y fuesen por aquel puerco, que los nuestros conocieron ser bulto de paja,
y ellos que era conocida su treta, y con grandes gritos se echaron todos á nado
y, tirando flechas y piedras, se fueron todos á tierra sin que se les hiciese mal
ninguno.
Al Sueste cuarta
del Leste se vió, á siete leguas, una isla; no se fue á ella sino á la de
Malarta ó de Ramus, que está con la punta de la isla de Guadalcanal (de donde
salieron) Nordeste Sudueste cuarta del Leste; á diez y seis leguas parte del
Sudueste, se fue á dar en buen puerto, que en su entrada tiene muchos
arrecifes; está en altura de diez grados y un cuarto, y por ser casi cerrado se
le puso Puerto Escondido. Los indios andan aquí del todo desnudos y los
más con unas mazas, que son de grandor de naranjas, de un metal que parecía oro
bajo: tiénenlas puestas y fijas en un palo, para pelear con ellas cuando vienen
á las manos.
Saliendo de este
puerto, se navegó al Lessueste hasta cuatro leguas, donde se halló una entrada
de un gran rio que por su rápida corriente no se pudo entrar en él: cuatro
leguas adelante se halló un buen puerto, en diez grados, con una isla á la
entrada, que se ha de dejar á la banda de estribor y pasarse por junto á ella;
púsose por nombre Puerto de la Asunción. Siguiendo la costa al Lessueste
está al cabo de esta isla, en altura de diez grados y un cuarto y Nordeste
Sudueste con la isla de Jesús, la primera que se descubrió: distancia de ochenta
y cinco leguas tiene esta isla de Ramos de largo; no se anduvo toda por la
parte del Norte, y por esto no se sabe su ancho. De la isla de Guadalcanal dice
así Hernán Gallego, que para andarla es menester medio año, y que habia andado
de largo de ella, por la banda del Norte, ciento y treinta leguas, y que va
corriendo la costa al Oeste con una infinidad de poblaciones, y que hay allí
papagayos blancos y de muchas colores.
Si su relación se mira,
hallarse han otros puntos de poca claridad y aun de contradicción, porque una
vez dice: los indios le dijeron habia de aquellas islas al Sueste mucha tierra,
y dice que la vió: y luego dice que un marinero subió en una palma, y que no la
vió. Dice mas, que á la isla de Guadalcanal no la vió el cabo, y que su costa
iba corriendo al Oeste: y luego dice que era menester seis meses para andarla;
y á la tierra que no vió la vende por muy buena, y afirma lo no visto por muy
cierto: y dice que era mejor ir a la parte del Norte para volver al Perú,
porque por la del Sur tenia por dificultoso hallar vientos; razón que la
confesaron pocos pilotos, porque no la hay mas para haber vientos generales
fuera de los trópicos en tanta altura de la parte del Norte como de la del Sur.
Y ¿cuánto más barato era, estando (como dice) cierto de no haber tierra al
Sueste, ir de once grados, donde se hallaba á treinta cuarenta de su parte, que
no disminuir once y subir á treinta y más de la parte contraria, y quedar más
lejos del Perú?
Y porque también
puede ser duda, cómo el adelantado la primera vez no encontró las islas que
agora descubrimos, digo; que cuando salió á navegar del Perú, hicieron una
vuelta larga á diez y ocho grados al Oes-sudueste, y otra al Oesnorueste, y puestos
en seis grados más y menos, fueron siguiendo aquella altura, según que lo he
sabido de quien se halló en aquella navegación: y por esto no pudieron
encontrar aquellas islas, que estaban en más altura, y las dejaron á la parte
del Sur, y pasaron por el Norte de ellas.
Para más prueba de
que las islas de Santa Cruz parece que están más cerca de las de Salomon, viene
bien ser sus naturales parejos en color, teñirse de colores los cabellos,
llamar al capitán jauriquí, tener las mismas armas, los puercos, gallinas de
Castilla, y otras tantas cosas de unos mismos géneros como en ambas relaciones
se puede ver, y realmente se puede tener por ciertoque todas las gentes de las
islas de Santa Cruz, islas de Salomon, proceden del Archipiélago de las Filipinas.
Demás que el teñir los indios de Santa Cruz los dientes de colorado y de negro,
y usar comer el “buyo” como lo comen en Filipinas, y haber en la isla de
Luzon negros que dicen ser los naturales de la tierra, á quien llaman pegotes,
retirados en una isla que se dice “Mciragondon”, y en otras islas; por
manera que los morillos é indios vizayas, y otras castas de gentes que hay por
allí, les ocupan sus tierras, y los echaron de ellas, y arrinconaron los que
quedaron á donde están: y bien podria ser, que por razón de los advenedizos,
los per seguidos fuesen buscando á donde poblar, hasta hinchir y ocupar la
Nueva Guinea, como más cerca, y de allí á las islas de Salomon, y de estas á la
de Santa Cruz; y los mulatos, y las diferencias de color que hay entre todos
proceda de las mezclas de unos y otros.
Nota.
- Se ha transcrito y respetado la ortografía y acentos del original del siglo
XIX
Fragmentos del libro de Don Justo Zaragoza editado en Madrid en 1876 y depositado en la Biblioteca Hispano-Ultramarina.
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