Primera Parte
Esta área paisajística se localiza al norte de la
provincia de Sevilla, sobre terrenos hercínicos incluidos dentro de la zona
geológica de Ossa-Morena, que se articulan en torno a las sierras de
Constantina y Cazalla. Su frontera septentrional queda definida por el límite
provincial con Badajoz y los términos municipales de El Real de la Jara, Guadalcanal
y Alanís. Al sur, el límite discurre sobre el contacto entre el Macizo Ibérico
y las unidades postorogénicas neógenas y cuaternarias de la vega del
Guadalquivir, seccionando los términos de Cantillana, Villanueva del Río y
Minas, Alcolea del Río, Lora del Río y Peñaflor. Al oeste, los términos de
Almadén de la Plata, El Real de la Jara y El Pedroso marcan la separación con
el área del Corredor de la Plata y la Sierra de Aracena, ya en la provincia de
Huelva, quedando finalmente el borde oriental establecido por el límite
administrativo entre las provincias de Sevilla y Córdoba, que discurre por los
términos de Alanís, Las Navas de la Concepción, La Puebla de los Infantes y la
parte norte del de Peñaflor. Al igual que ocurre con el límite septentrional, en
este caso se obvian determinadas continuidades territoriales y paisajísticas
que se aprecian en el contacto del área con los terrenos que conforman los
espacios serranos cordobeses de Hornachuelos y sierra Albarrana.
Aunque tradicionalmente, Almadén de la Plata y El Real de la Jara, núcleos situados al noroeste del área entre las cuencas de los ríos Viar y Ribera de Cala, han presentado una vinculación territorial con el Corredor de la Plata, debida en gran parte a las dificultades de conexión con los municipios situados en la margen izquierda del Viar, la inclusión de estos sectores dentro del Parque Natural Sierra Norte de Sevilla propicia un régimen jurídico de protección y gestión de los recursos naturales compartido con los sectores orientales de la Sierra Morena de Sevilla, lo que ha sido tenido en cuenta para su inclusión en la presente área paisajística.
1.2_Encuadre territorial
El área
paisajística de la Sierra Norte de Sevilla se presenta como un espacio agreste
de media montaña, fuertemente influido desde los inicios del poblamiento por la
difícil accesibilidad y compleja articulación territorial. Se trata de un
territorio de dominante forestal marcado por una mayor estabilidad en sus
dinámicas de cambio que otros sectores de la provincia, donde desde época
calcolítica hasta la actualidad las actividades minera y los aprovechamientos
agroganaderos, las dehesas, han constituidos actividades fundamentales en el
aprovechamiento del territorio. En el siglo XX aparecen en el áreas nuevas
funciones como la de reservorio hidráulico provincial (construcción de
numerosos embalses) o aquellas asociadas a la declaración de espacio natural
protegido por sus importantes valores ambientales y culturales.
El
poblamiento de la Sierra Norte representa un hábitat mayoritariamente
concentrado, de pequeños núcleos rurales, donde las localidades con mayor peso
histórico y poblacional, Constantina y Cazalla, no han logrado establecer una
estructura territorial claramente jerarquizada. El resto de núcleos
poblacionales del área conservan una imagen tradicional y relativamente bien
conservada, a pesar de algunos desarrollos recientes, que responden a lógicas
turístico-residenciales surgidas en las últimas décadas. Así mismo, y repartido
por el conjunto del territorio, existen construcciones tradicionales,
relacionadas con las prácticas agrosilvopastoriles del lugar, como cortijos,
lagares y haciendas, de gran valor patrimonial y paisajístico.
En
conjunto el área presenta una marcada vocación forestal, primando en su modelo productivo
los aprovechamientos extensivos del monte y las oportunidades turísticas y
recreativas que ofrecen los recursos naturales y culturales existentes. La
figura de protección de Parque Natural de la Sierra Norte de Sevilla constata
los valores ambientales, patrimoniales y paisajísticos presentes, que junto con
los espacios protegidos del entorno de Aracena y Hornachuelos han sido
declarados por la UNESCO como Reservas de la Biosfera bajo la denominación de
Dehesas de Sierra Morena.
El Atlas
de los Paisajes de España establece una marcada distinción en el área entre los
paisajes más montuosos, designados como sierras, cerros y valles andaluces,
levantinos y extremeños y los paisajes que reflejan con mayor claridad la
morfología propia de un macizo antiguo arrasado, identificados como
penillanuras y piedemontes.
En el
caso de los primeros, el Atlas distingue dos tipologías básicas, las sierras y
valles de Sierra Morena, que aparece representada en el área por las sierras de
San Miguel, Albarrana y Sierra Alta, y las laderas y valles de Sierra Morena al
Guadalquivir, que coincide con las subcuencas del Rivera de Huelva, el Viar, el
Hueznar y otros arroyos que desaguan en el tramo medio del Guadalquivir.
Por lo
que respecta a las penillanuras, en esta área destaca por su extensión espacial
la de Constantina, definida por una ancha banda de rumbo hercínico que
atraviesa el sector central. De menores dimensiones y en situaciones
periféricas, también están representadas en el área las penillanuras de Santa
Olalla de Cala, Monesterio, Puebla del Maestre y Malcocinado. En el extremo
suroriental del área, se identifican los terrenos campiñeses de la Puebla de
los Infantes y los correspondientes a la Vega sevillana del Guadalquivir.
Dentro
del Mapa de los Paisajes de Andalucía, la mayor parte de la Sierra Norte se
encuadra dentro del área paisajística denominada Serranías de baja montaña,
incluida en la categoría de Serranías, y contiene tres ámbitos paisajísticos:
Sierra Morena Occidental que cubre la mayor parte del área, Bembézar-Bajo
Guadiato, que se extiende por una pequeña franja al este del área y Sierra de
Constantina, situada en una banda central de dirección NO – SE.
En
relación con los tipos paisajísticos a escala subregional y comarcal establecidos en el presente
estudio, esta área de paisaje contiene los siguientes: Colinas y piedemonte con
relieves tabulares, vegas y terrazas de dominante agraria (extremo norte). Relieves
tabulares y colinas con influencia de fenómenos endógenos, con altitudes entre
50 y 200 msnm, pendientes entre 1 y 15 %, sobre calcarenitas, pizarras y
conglomerados, de brezal arbolado, tierra calma y de labor y olivar, en
parcelas medianas y de visibilidad muy baja y baja. Colinas, alineaciones y
macizos montañosos de dominante natural sobre sustratos metamórficos (mitad
septentrional). Colinas, cerros y superficies de erosión, relieves montañosos y
relieves estructurales, con altitudes entre 100 y 400 msnm y pendientes entre
10 y 40 %, sobre pizarras, de breñal arbolado y erial, en parcelas grandes, con
asentamientos difusos, y visibilidad de muy baja a baja. Colinas con altitudes
entre 200 y 400 m y pendientes entre 4 y 20 %, sobre granitos y gabros, de
breñal arbolado, dehesas de encinas con pastos y encinar, en parcelas medianas,
con asentamientos difusos, y visibilidad muy baja-baja.. Relieves tabulares y
colinas, con altitudes entre 50 y 200 msnm y pendientes entre 1-15%, sobre
calcarenitas, de cultivos herbáceos en regadío y olivar, en parcelas medianas,
con asentamientos difusos, y visibilidad de muy baja a media alta. Relieves
montañosos de dominante natural. -. Colinas y relieves montañosos con altitudes entre 400 y
700 msnm y pendientes entre 7 y 40 %, sobre pizarras, de breñal arbolado, en
parcelas medianas y grandes, con asentamientos difusos, y visibilidad muy baja
y baja. Colinas y relieves montañosos con altitudes entre 400 y 700 m y
pendientes entre 7 y 40 %, sobre complejo vulcano-sedimentario, de breñal
arbolado y dehesas de encinas con pasto, en parcelas medianas y grandes, con
asentamientos difusos, y visibilidad muy baja y baja. Colinas y relieves
montañosos con altitudes entre 500 y 700 msnm y pendientes entre 7 y 40 %,
sobre pizarras, de olivar y breñal arbolado, en parcelas pequeñas y medianas,
con asentamientos difusos, y visibilidad muy baja y baja. Vegas y terrazas
agro-intensivas del Guadalquivir y afluentes. Terrazas, vegas y llanuras, con
altitud entre 25 y 100 msnm y pendientes menores a 4 %, sobre arcillas y limos,
de cultivos herbáceos en regadío y cítricos, en parcelas medianas, con
asentamientos aislados, espacios sin edificación, y con visibilidad de baja a
media.
- Territorio serrano de dominante natural que presenta una relativa estabilidad en su paisaje. Destacan sus valores naturales y patrimoniales.
- El
aprovechamiento agrosilvopastoril del bosque mediterráneo genera el paisaje de
dehesa propio del área, ejemplo de uso racional y sostenible del territorio por
parte del ser humano desde tiempos remotos.
- Las
características del relieve, de sierras quebradas, con valles y espacios
alomados, generan cuencas visuales cerradas en las vaguadas y partes bajas, que
contrastan con las amplias vistas de conjunto desde las penillanuras y puntos
culminantes.
- El
desarrollo de la actividad minera, existente prácticamente desde el inicio del
poblamiento estable del área, ha tenido gran influencia en la configuración del
territorio, tanto en el sistema de asentamientos (Cerro del Hierro) como en las
redes de comunicación.
- La
abundancia de cursos de agua y la impermeabilidad de la litología han
convertido al área en un espacio prolijo en infraestructuras hidráulicas.
- La propiedad privada de gran parte del
territorio genera problemas de accesibilidad al paisaje. SEVILLA
2.1_Fundamentos y componentes naturales del paisaje
El
paisaje de la Sierra Norte contrasta nítidamente con el resto de ámbitos
paisajísticos de la provincia debido a su marcada impronta serrana y natural
que, sin embargo, emana de una convivencia respetuosa entre el medio y las
actividades humanas. La particular base física, la componente vegetal principal
de los suelos y unas pautas tradicionales de ocupación y aprovechamiento antrópico
del medio natural, de profundo arraigo histórico, son los elementos
paisajísticos más relevantes de este territorio.
El medio físico como determinante
del paisaje
La
trascendencia de la Sierra Norte como espacio montuoso se deriva, por un lado,
de su franca separación respecto a las tierras bajas y formas horizontales de
la depresión del Guadalquivir y, por otra parte, por la extensión y continuidad
que adquiere el macizo como flanco septentrional a lo largo de todo el valle.
Su relieve, sin embargo, presenta una modesta altitud, consecuencia de su
antigüedad, litología y sometimiento a los procesos erosivos. Estas
circunstancias determinan un relieve compuesto por una sucesión de lomas,
colinas y sierras de formas suaves que se alinean siguiendo las direcciones
predominantes de los plegamientos que dieron origen en su momento al macizo
hercínico.
En
determinados casos, la erosión ha configurado extensas penillanuras de marcada
topografía plana. Sólo ocasionalmente, coincidiendo con roquedos más duros,
persisten resaltes y relieves residuales aislados, como los que integran las
sierras de Hamapega, Urbana, del Viento o Padrona, además de los mayores
desniveles y pendientes de aquellos enclaves donde la incisión fluvial ha sido
más acentuada. Este relieve de la Sierra Norte le confiere al ámbito todos los
atributos y significados que identifican a la montaña media mediterránea. La
acción modeladora de los cursos fluviales es destacada en relación de la
deleznabilidad de los materiales y de los sistemas de fallas locales, lo que ha
generado formas incisivas de fuerte impronta paisajística (cañones, gargantas,
abarrancamientos) así como importantes rupturas en los relieves principales.
La
litología de la Sierra Norte está constituida fundamentalmente por rocas
precámbricas y paleozoicas que experimentaron el empuje de las orogenias
Cadomiense y hercínica, lo que explica la intensa deformación que presentan los
materiales.
Se trata
de pizarras, calizas y areniscas, más frecuentes hacia el norte, y de rocas plutónicas,
predominantes hacia el sur y oeste. Tras el arrasamiento del relieve
primigenio, el zócalo hercínico fue rejuvenecido por la orogenia alpina y por
la acción de los agentes geomorfológicos externos. Se genera así un relieve
estructural de tipo apalachense en el que en el que las unidades morfo-edáficas
presentan una orientación noroeste-sureste, lo que influye en la misma
disposición de la red hídrica e, incluso, de los aprovechamientos humanos. Los
suelos resultantes son poco evolucionados o directamente raquíticos, de
naturaleza ácida, colores pardos, texturas arenosas y escasa fertilidad, en
función de lo cual su vocación es claramente forestal.
El clima
de la Sierra Norte es típicamente mediterráneo, de carácter templado y
semi-continental, si bien está íntimamente ligado a la influencia atlántica
tanto en términos de precipitaciones como de temperaturas. Se trata, por tanto,
de un clima suave en el que las temperaturas medias se sitúan en valores en
torno a 13-15°C y la pluviometría media anual oscila entre 700 y 1.000 mm/año,
si bien el régimen de lluvias es notablemente irregular y presenta marcada
sequía estival de carácter anticiclónico. El carácter escalonado del relieve
contribuye a un gradiente pluviométrico positivo de sur a norte, aunque decreciente
de oeste a este. Asimismo, la altitud favorece una
suavización estival de las temperaturas desde los espacios más meridionales
hasta el segundo escalón serrano, desde el cual la uniformidad es mayor; el
proceso durante el invierno es el inverso.
Catálogos de Paisajes de la Provincia de Sevilla