Quinta Parte
3.1.2_Percepciones y
representaciones actuales (Continiación)
Dos temas clave fracturan de forma importante las valoraciones obtenidas en el proceso de participación. Por un lado, el papel del Parque Natural en los procesos de cambio de los paisajes serranos, que para unos ha sido positivo, pero para otros se ha orientado de forma contraria a sus aspiraciones. Por otro, el papel de la actividad turística, que para unos es garantía de una dinamización económica necesaria para la supervivencia de los paisajes serranos, pero para otros constituye una amenaza para los lugares más emblemáticos, sin una correspondencia clara con el desarrollo socioeconómico de la población autóctona. La percepción de algunas personas es que la política restrictiva asociada a la protección del territorio como parque natural ha empeorado la calidad de los paisajes serranos, uniformizando y dañando los paisajes arbolados. Ha sido frecuente también la referencia a la mala gestión ganadera y a la pérdida de diversidad de cultivos. Se ha mencionado el retroceso del castañar, la práctica desaparición de las huertas en los ruedos urbanos y del paisaje de viñedos sustituido mayoritariamente por un olivar de baja producción.
En cuanto
a las riberas y la presencia de cursos de agua se señaló la desaparición de los
sistemas asociados a los huertos periurbanos, también de fuentes que servían de
abastecimiento para la población y el ganado. Esta pérdida se identifica a su
vez como causa de deterioro general de las áreas cercanas a los núcleos, ya que
la presencia de agua garantizaba más vegetación y una temperatura más agradable
durante el verano.
Por otro
lado, se mencionaba la construcción de los embalses como un elemento positivo
de transformación y de cualificación de los entornos afectados. Respecto a los
caminos hay dos procesos valorados negativamente por la mayoría de los
participantes: la desaparición de los vallados de piedra tradicionales se
señala como una pérdida identitaria y estética que ha sucumbido a las razones
puramente económicas; y la progresiva privatización de los caminos públicos,
mediante la proliferación de cierres y vallas, que impide el acceso real a los
paisajes.
En el
interior de los pueblos, se reconoce una mejora en la calidad de los espacios
públicos, aunque se destaca la pérdida de carácter de la arquitectura urbana
tradicional. En este sentido se ha mencionado la pérdida de detalles
constructivos autóctonos (arcos de medio punto rebajados en los vanos, detalles
en las puertas y ventanas, teja árabe, encalados, chaflanes en los cruces de
calles, utilización del color “rojo carruaje”, dinteles pintados…) y de
elementos propios (cobertizos, cortinares), la proliferación de elementos
ajenos, la extensión de la construcción tipo adosado y la estandarización de
elementos del mobiliario urbano.
“Por estos campos grises,
por estas duras sierras,
talladas por el viento,
la lluvia y el arado
pasaron los pastores,
los siglos y las guerras,
sembrando sus vestigios
de olvido y de pasado.
Va desgranado piedras
con puños torrenciales,
no abrieron en su lomo,
jamás, una vereda
y sin embargo cría cardos y matorrales,
difíciles juncales y mísera arboleda”.
ANTONIO PARRÓN CAMACHO.
Poemas inéditos. 2005.
“En estos montes, cubiertos desde el comienzo de los tiempos de enormes
masas de matorral formado por espesos jarales de troncos retorcidos y
entrelazados, por viejas matas de romero, por lentiscos siempre verdes, entre
los que crecen apretados los alcornoques y las encinas, tejió la naturaleza un
recio entramado, bajo el cual encontraron eficaz refugio osos, venados, ciervos
y jabalíes”.
José María Osuna
Cuando se cazaban Osos a unas leguas de Sevilla 1965
3.2_ Establecimiento del carácter paisajístico
El
paisaje de la Sierra Norte de Sevilla presenta una marcada impronta serrana y
natural que emana de una tradicional y respetuosa convivencia entre el medio y
las actividades humanas. La particular base física de este territorio, la
componente vegetal de los suelos y los modelos tradicionales de ocupación y
aprovechamiento antrópico del medio natural, de profundo arraigo histórico, son
los principales rasgos identitarios del paisaje del área.
Desde el
punto de vista del relieve, la extensión y continuidad que presentan los suaves
relieves de la Sierra Nortea sevillana confieren al área todos los atributos y
significados que identifican a la montaña media mediterránea. Una montaña que,
como corresponde a su condición de macizo antiguo largamente erosionado, se
resuelve desde un punto de vista fisiográfico en una sucesión de lomas, colinas
y sierras de formas suaves que se alinean siguiendo las direcciones
predominantes de los plegamientos que dieron origen en su momento al macizo
hercínico. La trascendencia de la Sierra Norte como espacio montuoso se deriva,
por un lado, de su franca separación respecto a las tierras bajas y formas
horizontales de la depresión del Guadalquivir y, por otra parte, por la
extensión y continuidad que adquiere el macizo como flanco septentrional a lo
largo de todo el valle.
Los
suelos resultantes son poco evolucionados, de naturaleza ácida y escasa
fertilidad, por lo que su vocación es claramente forestal. Los bosques
potenciales son encinares y alcornocales, con la aparición de bosquetes de
quejigos y robles en microhábitats particularmente húmedos, incluso castañares
cultivados, además de formaciones de ribera que ocupan las orillas y suelos más
humectados en torno a los ríos. Esta diversidad vegetal no sólo contribuye a la
diversificación paisajística, sino que, unida a otros valores naturales del
área (fauna, riqueza geológica), ha favorecido la catalogación como Parque
Natural y Reserva de la Biosfera de buena parte de la Sierra Norte de Sevilla.
Por lo
que respecta a la percepción de estos espacios serranos como un área de marcada
naturalidad y continuidad histórica, cabe señalar que dicha apreciación se encuentra
profundamente relacionada con las pautas tradicionales de ocupación y aprovechamiento
de un territorio con notables condicionantes litológicos, orográficos y edafológicos.
La capacidad que han tenido históricamente los habitantes serranos para adecuarse
a los citados condicionantes, haciendo uso de los recursos del medio sin llevarlo
al límite de sus potencialidades reales, se encuentra en la base de muchos de los
valores que actualmente tiene atribuidos esta área como paisaje singular y de calidad.
La máxima expresión de este aprovechamiento tradicional del bosque mediterráneo
en el área es la dehesa, que constituye uno de los elementos más identitarios
de la Sierra Norte y la máxima expresión de sus valores.
Fruto de
esta convivencia del hombre con el medio, se encuentran también algunos espacios
cultivados que corresponden a afloramientos calizos de mayor aptitud agronómica
o a los entornos urbanos, donde prevalecen los cultivos de olivar y cereal en
secano. Estas teselas agrarias, que en muchos casos acogen también prácticas ganaderas
extensivas, determinan cierta heterogeneidad en los biotopos vegetales y en los
espacios adehesados.
El
poblamiento de la Sierra Norte se compone de un hábitat mayoritariamente concentrado
de pequeños núcleos rurales que se emplazan en espacios con una topografía
amable o poco montuosa o bien aprovechando los pasillos naturales que se establecen
entre las alineaciones montañosas principales. Estas localidades no han sido sustancialmente
transformadas desde el punto de vista urbanístico, manteniendo además
determinados rasgos de la vida rural tradicional. Junto a los pueblos del área se
mantiene un importante hábitat diseminado tradicional que se relaciona con las prácticas
agro-silvo-pastoriles del monte y, especialmente, de la dehesa.
Entre las
percepciones del área, destacan también las relacionadas con otros sistemas de
explotación pasados como la minería, cuyas evidencias contribuyen a la
cualificación y singularización del paisaje de la Sierra Norte. Otro elemento
que posee importantes implicaciones territoriales, ambientales y
escenográficas, son las láminas de agua de los diferentes embalses que se
localizan en el área.
Finalmente, el reconocimiento institucional de estos espacios serranos a través de distintas figuras de protección ha contribuido a reforzar esta imagen de calidad ambiental y de integridad histórica, al tiempo que ha favorecido el desarrollo de numerosas posibilidades en relación con diversos tipos de turismo (activo, turismo cultural, etnológico…).
3.3_Valores y recursos
paisajísticos
Valores escénicos, estéticos y sensoriales
• Diversidad de este
paisaje serrano: colores, olores, texturas, diferentes perspectivas.
• Se destacan como
valores la tranquilidad, la belleza, la armonía entre lo natural y lo
humanizado.
• La lámina de agua
de pantanos, embalses, ríos como lugares que destacan por su belleza.
• Abundancia de
lugares y miradores que permiten amplias panorámicas del paisaje del área.
• La imagen externa
de los cascos históricos tradicionales de algunos núcleos.
• Valor escénico y
estético de los paisajes de dominante natural y también rural como dehesas y
huertas.
Valores naturales y ecológicos
• Bosque galería de
la ribera del Huéznar; así como las riberas y cabeceras de otros ríos.
• Características
geológicas del paisaje kárstico del Cerro del Hierro.
• Robles melojos del
Cerro del Hierro.
Valores productivos y utilitarios
• A pesar de ser un
espacio protegido, se destaca que es un espacio productivo: dehesas,
aprovechamientos forestales...
• Fincas
representativas del paisaje tradicional de la dehesa (La Travesía, UPAPalmilla,
La Atalaya, la
Jarosa, Navalvillar, Monte San Antonio, La Armada,…).
• Abundancia de
huertas, olivares y viñedos, valorados positivamente.
• Espacio de gran
riqueza cinegética, valorado así históricamente.
Valores históricos y patrimoniales
• Vestigios del
cultivo de vid en la sierra y elementos patrimoniales asociados al mismo.
• Huellas de la
explotación minera de la Sierra. Poblado e instalaciones abandonadas del Cerro
del Hierro.
• Patrimonio
arquitectónico del paisaje de la ribera del Huéznar: molinos, batanes,
martinetes, fábricas de electricidad.
Valores simbólicos e identitarios
• El paisaje de la
dehesa se reconoce como el que mejor refleja la identidad del área.
• Los muros de piedra
seca, muy en relación con las dehesas, como linde característica de este tipo
de explotación.
• Destacan, en
relación con la construcción tradicional, detalles constructivos autóctonos
(arcos de medio punto rebajados en los vanos, detalles en las puertas y
ventanas, teja árabe, proporciones constructivas, encalados, chaflanes en los
cruces de calles, utilización del color “rojo carruaje”, dinteles pintados…).
• Pozos de nieve.
• Huertas
tradicionales y viñedos de los ruedos de las poblaciones.
• Los castaños de
Constantina.
Valores de acceso y uso social
• Vía Verde de la
Ribera del Huéznar.
• Presencia de
numerosos caminos tradicionales y vías pecuarias, utilizados por las personas
de vinculación más directa con el área.
• Paisaje como
recurso turístico y principal reclamo de este sector en el área.
Valores religiosos y espirituales
• Presencia de
ermitas que gozan de un alto reconocimiento social.
Lugares, hitos y recursos
En la percepción de
los que conocen el área en el contexto de visitas turísticas más o menos
frecuentes son habituales las menciones a núcleos de población (Cazalla, El Pedroso,
Guadalcanal, Alanís, San Nicolás del Puerto…) y a lugares menos localizados asociados
a movilidad turística (paseo por las carreteras comarcales, sendero de Almadén-El
Real de la Jara, cualquier ermita, los castañares, dehesas…). Asimismo es muy
mayoritario el reconocimiento de tres espacios emblemáticos:
• La ribera del
Huéznar. Se hace referencia especialmente al bosque galería y su accesibilidad.
También se nombra el puente sobre el río en San Nicolás del Puerto y hay
menciones a la Vía Verde de la Sierra.
• El Cerro del
Hierro. Caracterizado por su espectacularidad y singularidad.
• Los alrededores de
Cazalla de la Sierra.
Entre las personas residentes o con mayor vinculación se hace referencia a
otros muchos lugares:
• El entorno de los
barrancos del Viar. Un lugar que generalmente se caracteriza como desconocido,
peligroso, pero con espectaculares valores paisajísticos.
• Riberas de otros
ríos, no sólo el Huéznar o el Viar: Benalija, Cala o Guadalbacar. También se
mencionó la cabecera del Ciudadela.
• Se mencionan
también numerosas fincas como representativas del paisaje de la dehesa.
• Otros lugares
mencionados se destacan por la belleza y singularidad (el pantano en La Puebla
de los Infantes y de Cala, la Cartuja de Cazalla, La Yedra en Constantina -a
pesar del deterioro y el abandono-), por su carácter de hito para una visión
panorámica del paisaje (el cerro de La Capitana, Cerro Negrillo, castillo de
Alanís, la zona de las Colonias de El Pedroso, el Mirador de Azulaque, el
Balcón de la Dehesa de Upa) o por su componente.
Catálogos de Paisajes de la Provincia de Sevilla