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domingo, 29 de mayo de 2022

La Sierra Morena de Sevilla y sus paisajes 5

Quinta  Parte

3.1.2_Percepciones y representaciones actuales (Continiación)

     Dos temas clave fracturan de forma importante las valoraciones obtenidas en el proceso de participación. Por un lado, el papel del Parque Natural en los procesos de cambio de los paisajes serranos, que para unos ha sido positivo, pero para otros se ha orientado de forma contraria a sus aspiraciones. Por otro, el papel de la actividad turística, que para unos es garantía de una dinamización económica necesaria para la supervivencia de los paisajes serranos, pero para otros constituye una amenaza para los lugares más emblemáticos, sin una correspondencia clara con el desarrollo socioeconómico de la población autóctona. La percepción de algunas personas es que la política restrictiva asociada a la protección del territorio como parque natural ha empeorado la calidad de los paisajes serranos, uniformizando y dañando los paisajes arbolados. Ha sido frecuente también la referencia a la mala gestión ganadera y a la pérdida de diversidad de cultivos. Se ha mencionado el retroceso del castañar, la práctica desaparición de las huertas en los ruedos urbanos y del paisaje de viñedos sustituido mayoritariamente por un olivar de baja producción.

    En cuanto a las riberas y la presencia de cursos de agua se señaló la desaparición de los sistemas asociados a los huertos periurbanos, también de fuentes que servían de abastecimiento para la población y el ganado. Esta pérdida se identifica a su vez como causa de deterioro general de las áreas cercanas a los núcleos, ya que la presencia de agua garantizaba más vegetación y una temperatura más agradable durante el verano.

    Por otro lado, se mencionaba la construcción de los embalses como un elemento positivo de transformación y de cualificación de los entornos afectados. Respecto a los caminos hay dos procesos valorados negativamente por la mayoría de los participantes: la desaparición de los vallados de piedra tradicionales se señala como una pérdida identitaria y estética que ha sucumbido a las razones puramente económicas; y la progresiva privatización de los caminos públicos, mediante la proliferación de cierres y vallas, que impide el acceso real a los paisajes.

    En el interior de los pueblos, se reconoce una mejora en la calidad de los espacios públicos, aunque se destaca la pérdida de carácter de la arquitectura urbana tradicional. En este sentido se ha mencionado la pérdida de detalles constructivos autóctonos (arcos de medio punto rebajados en los vanos, detalles en las puertas y ventanas, teja árabe, encalados, chaflanes en los cruces de calles, utilización del color “rojo carruaje”, dinteles pintados…) y de elementos propios (cobertizos, cortinares), la proliferación de elementos ajenos, la extensión de la construcción tipo adosado y la estandarización de elementos del mobiliario urbano.


“Por estos campos grises,
por estas duras sierras,
talladas por el viento,
la lluvia y el arado
pasaron los pastores,
los siglos y las guerras,
sembrando sus vestigios
de olvido y de pasado.
Va desgranado piedras
con puños torrenciales,
no abrieron en su lomo,
jamás, una vereda
y sin embargo cría cardos y matorrales,
difíciles juncales y mísera arboleda”.

ANTONIO PARRÓN CAMACHO.
Poemas inéditos. 2005.

 

“En estos montes, cubiertos desde el comienzo de los tiempos de enormes masas de matorral formado por espesos jarales de troncos retorcidos y entrelazados, por viejas matas de romero, por lentiscos siempre verdes, entre los que crecen apretados los alcornoques y las encinas, tejió la naturaleza un recio entramado, bajo el cual encontraron eficaz refugio osos, venados, ciervos y jabalíes”.

José María Osuna

Cuando se cazaban Osos a unas leguas de Sevilla 1965

 3.2_ Establecimiento del carácter paisajístico

    El paisaje de la Sierra Norte de Sevilla presenta una marcada impronta serrana y natural que emana de una tradicional y respetuosa convivencia entre el medio y las actividades humanas. La particular base física de este territorio, la componente vegetal de los suelos y los modelos tradicionales de ocupación y aprovechamiento antrópico del medio natural, de profundo arraigo histórico, son los principales rasgos identitarios del paisaje del área.

    Desde el punto de vista del relieve, la extensión y continuidad que presentan los suaves relieves de la Sierra Nortea sevillana confieren al área todos los atributos y significados que identifican a la montaña media mediterránea. Una montaña que, como corresponde a su condición de macizo antiguo largamente erosionado, se resuelve desde un punto de vista fisiográfico en una sucesión de lomas, colinas y sierras de formas suaves que se alinean siguiendo las direcciones predominantes de los plegamientos que dieron origen en su momento al macizo hercínico. La trascendencia de la Sierra Norte como espacio montuoso se deriva, por un lado, de su franca separación respecto a las tierras bajas y formas horizontales de la depresión del Guadalquivir y, por otra parte, por la extensión y continuidad que adquiere el macizo como flanco septentrional a lo largo de todo el valle.

    Los suelos resultantes son poco evolucionados, de naturaleza ácida y escasa fertilidad, por lo que su vocación es claramente forestal. Los bosques potenciales son encinares y alcornocales, con la aparición de bosquetes de quejigos y robles en microhábitats particularmente húmedos, incluso castañares cultivados, además de formaciones de ribera que ocupan las orillas y suelos más humectados en torno a los ríos. Esta diversidad vegetal no sólo contribuye a la diversificación paisajística, sino que, unida a otros valores naturales del área (fauna, riqueza geológica), ha favorecido la catalogación como Parque Natural y Reserva de la Biosfera de buena parte de la Sierra Norte de Sevilla.

    Por lo que respecta a la percepción de estos espacios serranos como un área de marcada naturalidad y continuidad histórica, cabe señalar que dicha apreciación se encuentra profundamente relacionada con las pautas tradicionales de ocupación y aprovechamiento de un territorio con notables condicionantes litológicos, orográficos y edafológicos. La capacidad que han tenido históricamente los habitantes serranos para adecuarse a los citados condicionantes, haciendo uso de los recursos del medio sin llevarlo al límite de sus potencialidades reales, se encuentra en la base de muchos de los valores que actualmente tiene atribuidos esta área como paisaje singular y de calidad. La máxima expresión de este aprovechamiento tradicional del bosque mediterráneo en el área es la dehesa, que constituye uno de los elementos más identitarios de la Sierra Norte y la máxima expresión de sus valores.

    Fruto de esta convivencia del hombre con el medio, se encuentran también algunos espacios cultivados que corresponden a afloramientos calizos de mayor aptitud agronómica o a los entornos urbanos, donde prevalecen los cultivos de olivar y cereal en secano. Estas teselas agrarias, que en muchos casos acogen también prácticas ganaderas extensivas, determinan cierta heterogeneidad en los biotopos vegetales y en los espacios adehesados.

    El poblamiento de la Sierra Norte se compone de un hábitat mayoritariamente concentrado de pequeños núcleos rurales que se emplazan en espacios con una topografía amable o poco montuosa o bien aprovechando los pasillos naturales que se establecen entre las alineaciones montañosas principales. Estas localidades no han sido sustancialmente transformadas desde el punto de vista urbanístico, manteniendo además determinados rasgos de la vida rural tradicional. Junto a los pueblos del área se mantiene un importante hábitat diseminado tradicional que se relaciona con las prácticas agro-silvo-pastoriles del monte y, especialmente, de la dehesa.

    Entre las percepciones del área, destacan también las relacionadas con otros sistemas de explotación pasados como la minería, cuyas evidencias contribuyen a la cualificación y singularización del paisaje de la Sierra Norte. Otro elemento que posee importantes implicaciones territoriales, ambientales y escenográficas, son las láminas de agua de los diferentes embalses que se localizan en el área.

    Finalmente, el reconocimiento institucional de estos espacios serranos a través de distintas figuras de protección ha contribuido a reforzar esta imagen de calidad ambiental y de integridad histórica, al tiempo que ha favorecido el desarrollo de numerosas posibilidades en relación con diversos tipos de turismo (activo, turismo cultural, etnológico…).


3.3_Valores y recursos paisajísticos

Valores escénicos, estéticos y sensoriales

• Diversidad de este paisaje serrano: colores, olores, texturas, diferentes perspectivas.

• Se destacan como valores la tranquilidad, la belleza, la armonía entre lo natural y lo humanizado.

• La lámina de agua de pantanos, embalses, ríos como lugares que destacan por su belleza.

• Abundancia de lugares y miradores que permiten amplias panorámicas del paisaje del área.

• La imagen externa de los cascos históricos tradicionales de algunos núcleos.

• Valor escénico y estético de los paisajes de dominante natural y también rural como dehesas y huertas.

Valores naturales y ecológicos

• Bosque galería de la ribera del Huéznar; así como las riberas y cabeceras de otros ríos.

• Características geológicas del paisaje kárstico del Cerro del Hierro.

• Robles melojos del Cerro del Hierro.

Valores productivos y utilitarios

• A pesar de ser un espacio protegido, se destaca que es un espacio productivo: dehesas, aprovechamientos forestales...

• Fincas representativas del paisaje tradicional de la dehesa (La Travesía, UPAPalmilla,

La Atalaya, la Jarosa, Navalvillar, Monte San Antonio, La Armada,…).

• Abundancia de huertas, olivares y viñedos, valorados positivamente.

• Espacio de gran riqueza cinegética, valorado así históricamente.

Valores históricos y patrimoniales

• Vestigios del cultivo de vid en la sierra y elementos patrimoniales asociados al mismo.

• Huellas de la explotación minera de la Sierra. Poblado e instalaciones abandonadas del Cerro del Hierro.

• Patrimonio arquitectónico del paisaje de la ribera del Huéznar: molinos, batanes, martinetes, fábricas de electricidad.

Valores simbólicos e identitarios

• El paisaje de la dehesa se reconoce como el que mejor refleja la identidad del área.

• Los muros de piedra seca, muy en relación con las dehesas, como linde característica de este tipo de explotación.

• Destacan, en relación con la construcción tradicional, detalles constructivos autóctonos (arcos de medio punto rebajados en los vanos, detalles en las puertas y ventanas, teja árabe, proporciones constructivas, encalados, chaflanes en los cruces de calles, utilización del color “rojo carruaje”, dinteles pintados…).

• Pozos de nieve.

• Huertas tradicionales y viñedos de los ruedos de las poblaciones.

• Los castaños de Constantina.

Valores de acceso y uso social

• Vía Verde de la Ribera del Huéznar.

• Presencia de numerosos caminos tradicionales y vías pecuarias, utilizados por las personas de vinculación más directa con el área.

• Paisaje como recurso turístico y principal reclamo de este sector en el área.

Valores religiosos y espirituales

• Presencia de ermitas que gozan de un alto reconocimiento social.

Lugares, hitos y recursos

En la percepción de los que conocen el área en el contexto de visitas turísticas más o menos frecuentes son habituales las menciones a núcleos de población (Cazalla, El Pedroso, Guadalcanal, Alanís, San Nicolás del Puerto…) y a lugares menos localizados asociados a movilidad turística (paseo por las carreteras comarcales, sendero de Almadén-El Real de la Jara, cualquier ermita, los castañares, dehesas…). Asimismo es muy mayoritario el reconocimiento de tres espacios emblemáticos:

• La ribera del Huéznar. Se hace referencia especialmente al bosque galería y su accesibilidad. También se nombra el puente sobre el río en San Nicolás del Puerto y hay menciones a la Vía Verde de la Sierra.

• El Cerro del Hierro. Caracterizado por su espectacularidad y singularidad.

• Los alrededores de Cazalla de la Sierra.

Entre las personas residentes o con mayor vinculación se hace referencia a otros muchos lugares:

• El entorno de los barrancos del Viar. Un lugar que generalmente se caracteriza como desconocido, peligroso, pero con espectaculares valores paisajísticos.

• Riberas de otros ríos, no sólo el Huéznar o el Viar: Benalija, Cala o Guadalbacar. También se mencionó la cabecera del Ciudadela.

• Se mencionan también numerosas fincas como representativas del paisaje de la dehesa.

• Otros lugares mencionados se destacan por la belleza y singularidad (el pantano en La Puebla de los Infantes y de Cala, la Cartuja de Cazalla, La Yedra en Constantina -a pesar del deterioro y el abandono-), por su carácter de hito para una visión panorámica del paisaje (el cerro de La Capitana, Cerro Negrillo, castillo de Alanís, la zona de las Colonias de El Pedroso, el Mirador de Azulaque, el Balcón de la Dehesa de Upa) o por su componente.

Catálogos de Paisajes de la Provincia de Sevilla 

domingo, 22 de mayo de 2022

Rutas de senderismo de Guadalcanal y 3

Tercera parte

La belleza del senderismo es que, es realmente una actividad para todos, solo necesitas un par de zapatos apropiados, un bastón y un amigo de paseo. Si eres joven o viejo, experto o aficionado, siempre habrá un sendero que será perfecto para ti, siempre habrá unas personas que te acompañen y te enseñen a respetar el campo y su entorno, las plantas y los árboles.

10 RUTA CAMINO DE SANTIAGO DE LA FRONTERA

Recorrido: 16 km.
Dificultad baja.
Duración: 03:30 horas.

    Se inicia en la rotonda de salida de Alanís en dirección a Guadalcanal por un camino que va paralelo a la carretera durante 2 km. Nada más llegar a la rivera de Benalija, el camino se desvía, en ese tramo asfaltado, hacia la izquierda hasta llegar a una activa cantera de piedra. En general la ruta está aceptablemente indicada. A nuestra derecha nos acompañará, durante casi todo el camino, la imagen de la imponente sierra de Hamapega. A medida que avanzamos, nos adentramos en una zona de dehesa durante varios km. En primavera el camino es embellecido por las abundantes lavandas.    

    En algunos tramos, el camino está muy borrado por la falta de uso y debemos permanecer atentos a las señalizaciones para no despistarnos. Mas adelante, unos dos km después de la cantera, cruzamos la vía del tren y el camino empieza a girar a la derecha. Transcurridos unos 8 km la dehesa comienza a alternarse con la retama y pronto se inicia la subida al conocido como puerto de Cazalla Una vez sobrepasado el puerto, se ven a lo lejos las primeras vistas de Guadalcanal con la sierra del Viento al fondo. En este punto tan solo nos quedarán 3 km para llegar a nuestra meta Este último tramo se abre paso por una antigua zona de huertas, muchas convertidas hoy día en olivar.


11 RUTA SUBIDA A LA SIERRA DEL AGUA

Longitud: 6,5 Kilómetros.
Dificultad: Baja-Media
Duración del trayecto: 1:30 hora

    Se inicia en la plaza de España y nos dirigimos por la Avenida de la Constitución y justo antes de llegar al Coso salimos del casco urbano por la calle de entrada al campo de futbol. Unos metros más adelante tenemos de frente el camino de ligera bajada que se dirige hacia la Sierra del Agua y apenas 200 metros más nos encontramos con una balsa de alpechín. Una vez sobrepasada, se abre en el horizonte nuestro camino a seguir y observaremos que tras cruzar el arroyo San Pedro se inicia de inmediato la subida a la sierra. A nuestra izquierda se observan numerosos chopos y fresnos que acompañan al arroyo San Pedro en sus primeros kilómetros de vida.    

A medida que vamos subiendo el camino comienza a zigzaguear adentrándose entre viejos olivares. En el único cruce de caminos que nos encontramos, debemos tomar de los tres que hay el que sale más a la izquierda y tiene una mayor pendiente. Seguiremos viendo a nuestra derecha preciosas vistas del pueblo con la Sierra del Viento al fondo. Tras sobrepasar una casa de campo a nuestra izquierda, unos 200 metros más adelante tomamos un pequeño camino a la derecha con el cual completamos la subida hasta la cresta de la sierra.
    Las vistas que vamos a ver son excepcionales, ya que no siendo esta la sierra más alta, sí que ofrece, en cambio, una gran sensación de estar a gran altura por la acusada pendiente de la montaña en su cara sur.

12 RUTA DE EL CHORREÓN

Longitud: 11,3 km. (ida y vuelta)
Dificultad: Baja
Duración del trayecto: 2:15 hora.

    Se inicia en el cruce de la carretera de Cazalla con la Senda, también conocida como camino Sayalés. en dirección a la Puebla del Maestre. Pasados unos eucaliptos que quedan a nuestra izquierda, 500 metros más adelante, tomamos el camino que sale a la izquierda. Durante gran parte del camino veremos el Cerro Monforte, antiguo baluarte de defensa en el que se hayan restos de origen romano y musulmán conservándose tan solo un aljibe. A poco más de un kilómetro de iniciada nuestra marcha tomamos un desvío a la izquierda continuando por el camino y pasada una cancela de la izquierda y tomamos el camino de la derecha debiendo continuar por el mismo hasta la siguiente bifurcación de caminos en la que debemos volver a tomar el camino de la derecha.    

    Pronto, al fondo, se empieza a sentir la rivera de Benalija y el camino se convierte en vereda hasta llegar a nuestro destino. Debemos caminar, en lo que nos resta hasta llegar, por el margen derecho del rio quedando el agua a nuestra izquierda todo el tramo. A medida que avanzamos el paso del rio se va haciendo más angosto, discurriendo por un bello lecho calcáreo que se va estrechando dibujando un espectacular entorno. Pasado este breve repecho que forma la pared derecha del Chorreón, divisaremos las más amplias vistas del lugar y terminamos nuestro trayecto de ida.

13 RUTA SUBIDA A HAMAPEGA

Longitud: 8,6 Km.
Dificultad: Media-baja
Duración: 2,30 horas.

    La iniciamos en los merenderos existentes en "Lo Prao" (pasado el km. 7 de la A-433) junto a los cuales existe un aparcamiento para dejar los coches. Los primeros 650 metros discurren por la referida carretera dirección Alanis, hasta que nos encontramos con el cruce, en el cual tomaremos el camino de la derecha que se dirige hacia las antenas del repetidor de televisión arriba instalados.
    En época de recolección de la aceituna, las cuadrillas en recolectar la materia prima de la que se obtiene el muy afamado aceite de Guadalcanal. En la subida nos acompañan castaños, pinos, quejigos y madroños, confirmando bonitas y bucólicas estampas. Y los omnipotentes olivos, que lucen bonitos tapices verdes.    

A medida que nos aproximamos a la cima las vistas panorámicas son más espectaculares. La antena del repetidor de RTVE, que fue la primera que se instaló tiene una altura aproximada de 70 metros. La otra gran antena instalada en la cumbre de Hamapega, pertenece a Canal Sur y tiene una altura de 110 metros. Este paraje, el más alto de la montaña es conocido por el nombre de El Pinagote, lugar donde están instaladas las antenas.
    Al sur se abre el amplio valle por el que discurre la Rivera de Benalija. La vegetación en las proximidades de la cima, así como en la cara sur de la montaña es tan exuberante que resulta imposible penetrar en ella y mucho menos atravesarla. Un hermoso quejigo nos muestra sus frutos y una curiosa piedra nos muestra lo que divisamos en el horizonte.
    Después de habernos recreado larga y gratamente con los paisajes y vegetación, emprendemos el camino de regreso sobre nuestros pasos.

14 RUTA CIRCULAR POR LA SIERRA DEL AGUA
Longitud: 10,8 km.
Dificultad: media-baja
Duración: 2:30 horas

    Se inicia como la mayoría en la plaza de España dirigiéndonos a la calle San Francisco. Al sobrepasar la última calle a la izquierda, sale un camino que cogemos y que, por tramos se concierte en vereda. A unos 600 metros nos encontramos con una amplia meseta y varios caminos, tomando, de los dos que salen a nuestra derecha el de la izquierda. Tras bajar una pronunciada cuesta, nos encontramos que la carretera que une Guadalcanal con Cazalla.
    Tomamos la carretera dirección Cazalla y a tan solo 25 metros nos encontramos un camino a la izquierda que debemos tomar. recorremos 300 metros y llegamos al singular olivar conocido como Sargento Arenas, que esconde una notoria curiosidad: "estamos en la parte baja de la ladera oeste de la sierra del Agua. Como su propio nombre indica, se trata de una tierra tan rica en agua subterráneas, que en años lluviosos brota el agua del suelo por numerosos puntos, formando un repentino arroyo". Unos 300 metros antes, hemos cruzado el arroyo de los Molinos, por encima del puente conocido como Puente Sevilla.    

    Continuamos nuestra ruta y más adelante llegamos a un punto en el que termina el camino público. Entramos en una finca privada que queda a la izquierda. Veremos que iniciamos una subida de unos 400 metros en dirección a las faldas de la sierra, hasta que de golpe el camino se aplana y vemos que es muy rectilíneo. Esto se debe a que perteneció al tramo de ferrocarril Sevilla-Mérida construido a finales del siglo XIX, que finalmente, fue desechado en favor del que finalmente se construyó y es el actual que conocemos. Se trata de un camino llano de casi 3 kilómetros muy llano.
    A nuestra derecha se divisa el amplio valle por el que se abre camino la rivera del Benalija, tributario del pantano del Pintado. Las vistas son tan amplias que, a lo lejos, se divisa el Cerro Negrillo (901 metros), ya en el término de Constantina. Como puede se puede observar a lo largo de todo este tramo, se trata de una pedregosa sierra, por la parte solana por la cual caminamos soporta tantos rigores del verano que solo algunas plantas como la retama y la estepa blanca pueden subsistir a duras penas. Una curiosidad de la estepa blanca es que es conocida como "el papel higiénico del campo".
    Cuando tenemos visible la vía del tren delante nuestro, se acaba de pronto el camino rectilíneo que hemos traido. Podemos bajar por el camino que gira la derecha, pero teniendo presente que tenemos que caminar en dirección a la vía del tren hasta encontrar la entrada a la finca en la que nos encontramos. Allí veremos que junto a la cancela por la que salimos, ya en camino público, de nuevo visualizaremos una indicación del Camino de Santiago. Ello se debe a que este tramo corresponde a una de las etapas del Camino de Santiago de la Frontera y que, unos 50 kilómetros más arriba en dirección Extremadura, confluye con el de la Ruta de La Plata.
    Merece la pena mirar a nuestra izquierda para divisar el tramo del camino, así como la belleza de la sierra. Al tomar el referido tramo del Camino de Santiago, nos incorporamos a la subida del Puerto de Cazalla. Son 600 metros de subida tras los cuales empezamos a divisar el puerto a lo lejos. Cuando se termina el camino de tierra nos incorporamos a la carretera que une Guadalcanal con Alanís, girando a la izquierda en dirección al pueblo hasta recorrer unos 200 metros. Pasamos junto a la Ermita de San Benito que dejaremos a nuestra derecha. Inmediatamente de pasar la ermita, a la derecha nace un camino, también señalizado con la indicación de Camino de Santiago, que debemos tomar. Este bonito camino transcurre entre paredes de piedra y resto de lo que fue una antigua Calzada Romana, que nos acompaña hasta la entrada de nuevo en Guadalcanal.

Fotos y textos.- Juan Parra Trigos

domingo, 15 de mayo de 2022

La Sierra Morena de Sevilla y sus paisajes 4

Cuarta Parte

2.3. Dinámicas y procesos recientes (continuación)

    La historia del final del siglo XX y, en especial, de principios del XXI está jalonada de reconocimientos que refuerzan el papel de espacio ambientalmente valioso del área de la Sierra Norte. En virtud de la citada ley 2/89, se han declarado los monumentos naturales de La Cascada del Huesna (2001) y el Cerro del Hierro (2003), que reforzaron su identificación como paisajes emblemáticos. En 2002 se declara la Reserva de la Biosfera Dehesas de Sierra Morena, que incluye, junto con otros sectores de Sierra Morena, la propia Sierra Norte, y finalmente, en 2011, se incorpora el Parque Natural a la Red Europea de Geoparques. Otro aspecto destacable de este territorio es que ha sido muy beneficiado por las ayudas públicas, en especial las provenientes de los programas de desarrollo regional LEADER, pero también por ayudas complementarias dentro de la Política Agraria Comunitaria, como las que afectan al olivar, las primas ganaderas o las derivadas de la línea de sustitución de superficies agrarias marginales por bosques y masas forestales. Todo ello ha contribuido a frenar la pérdida de población, que en los últimos años se ha estabilizado, incentivando actividades vinculadas al sector servicios o garantizando la viabilidad de las explotaciones en el sector primario.

    En cuanto a los paisajes urbanos, la dinámica regresiva de la población, el relativo aislamiento y la propia presencia del Parque Natural han influido en que el área no haya experimentado con la misma intensidad que otras en la provincia el crecimiento de la urbanización. La mayoría de los núcleos conservan la traza de sus cascos históricos, de configuración compacta, con viviendas unifamiliares entre medianeras, callejero estrecho y adaptado a la topografía. En el interior se observa un proceso de restauración y revalorización significativo, especialmente de edificios singulares o catalogados, pero también de espacios públicos y caserío, aunque con algunas mejoras pendientes. Los escasos crecimientos se han producido siguiendo las vías de comunicación (Constantina) o el acceso al ferrocarril (El Pedroso). En otros casos los crecimientos apenas tienen incidencia en la imagen histórica de los núcleos (La Navas de la Concepción, San Nicolás del Puerto…). En el área no se han construido vías de comunicación de nuevo trazado, pero sí se observa una mejora en los existentes, que ha aumentado la seguridad y, sobre todo, ha diversificado los accesos desde el área metropolitana, facilitando el conocimiento de otros sectores de la Sierra.

    El pasado minero de la Sierra explica igualmente la existencia de un ferrocarril que une la capital de la provincia con Cazalla de la Sierra. Durante casi 30 km., los trenes comparten las mismas vías electrificadas de la línea entre Sevilla y Córdoba, pero a escasos metros de la estación de Los Rosales hay un desvío donde comienza una línea no electrificada que conecta Andalucía con Extremadura. A partir de aquí y hasta Guadalcanal se han efectuado tareas de renovación de vía dejándola en buenas condiciones. La línea pertenece al Corredor Ferroviario Ruta de la Plata que comunicaba Sevilla con Gijón y que en 1985 fue suprimido. El papel de espacio de ocio y recreación al que se aludía con anterioridad ha permitido que se mantenga este corredor ferroviario que facilita el acceso a algunas de las actuaciones de uso público más conocidas, como el sendero cicloturista de la Vía Verde de la Sierra Norte.

Por último, cabe una breve mención a la evolución de los paisajes mineros de la Sierra, que tuvieron mucha importancia durante el siglo XIX y primera mitad del XX. La mina del Cerro del Hierro cambia varias veces de titularidad en este periodo y se extraen hasta 1977 aproximadamente 4 millones de toneladas de mineral. En la actualidad no se lleva a cabo ningún trabajo de aprovechamiento y el lugar se ha convertido en monumento natural y en uno de los paisajes más icónicos del área. Pero de la actividad minera quedan paisajes relictos en otros sectores de la Sierra: la mina de San Luis (carretera El Real de la Jara - Cazalla de la Sierra), la mina de San Miguel (Almadén de la Plata), canteras antiguas en El Real de la Jara, o restos ruinosos de la industrialización asociada a las explotaciones de hierro en la fundición de El Pedroso. 


3.1_Percepciones y representaciones paisajísticas

3.1.1_Evolución histórica de los valores y significados atribuidos al área

    La Sierra Norte de Sevilla es una de las áreas donde la evolución de los valores y percepciones atribuidos históricamente a sus paisajes es más patente y legible, debido, por una parte, a la estabilidad del ámbito serrano y, por otra, a la vinculación de estos significados con los principales aprovechamientos de cada etapa histórica. En este sentido, la imagen predominante de la Sierra Norte desde la prehistoria hasta los momentos finales de la dominación romana es la de un territorio productivo de gran riqueza mineral y metalúrgica, enfocado principalmente a la explotación de estos yacimientos. Esta imagen era común al conjunto de Sierra Morena, sin distinguirse rasgos específicos que diferenciaran unos espacios de otros. Es a partir del período medieval cuando comienza a distinguirse dentro del ámbito serrano del Reino de Sevilla entre las tierras más occidentales, vinculadas a la Ruta de la Plata, y las orientales, integradas por los concejos de las villas principales de Cazalla y Constantina. A partir de este momento de inicios de la Edad Media, el paisaje de la Sierra Norte es percibido como un paraíso cinegético, destacándose la diversidad de montes en los que abundaba la caza mayor (osos, jabalíes, corzos,…). Esta imagen tendrá continuidad durante los siglos de la Edad Moderna, señalándose la pérdida progresiva de algunas de estas especies y, en consecuencia, la mayor dedicación a la caza menor. En este contexto se valoran especialmente las espesuras del monte bajo como principales cazaderos del área, destacando la presencia del jaral y el lentisco. Por otra parte, entre los siglos XVI y XVIII, adquieren un notable reconocimiento los paisajes serranos de dominante agraria, en concreto los relacionados con los viñedos y las instalaciones de transformación del vino, en un momento de importante expansión de este cultivo para su exportación a América, especialmente en el entorno de Cazalla. El declive de este comercio y la plaga de filoxera de principios del XIX redujeron este cultivo a espacios residuales; sin embargo, el carácter vitivinícola de este territorio se mantuvo, aunque en menor medida, ligado a la producción de aguardientes.

    Desde finales del siglo XVIII y durante el XIX conviven dos tipos de percepciones sobre el paisaje de la Sierra Norte. Por una parte, una visión científica e ilustrada que reivindica la valoración de los paisajes naturales de la sierra por la singularidad de sus formaciones geológicas y mineralógicas y la riqueza y diversidad de su flora y fauna silvestre. Por otra parte, la visión romántica destacaba el carácter agreste y salvaje del área, señalando los bosques de ribera como paisajes sobresalientes por la frondosidad de la vegetación y la presencia del agua, así como por sus valores escénicos y sensoriales. En este sentido, destaca especialmente la ribera del Huéznar, considerada como un paisaje singular desde al menos el siglo XVIII en relación con las huertas serranas de las márgenes del río y con los ingenios que aprovechaban la fuerza motriz de las aguas. El uso recreativo y social de estas riberas fue aumentando durante el siglo XIX y principios del XX, destacando algunos espacios especialmente frecuentados y reconocidos como Isla Margarita, al tiempo que se mantuvo el carácter productivo del río con sus molinos, batanes y martinetes, incluso reutilizando algunas de estas construcciones como fábricas de electricidad. En el último tercio del siglo XX se ha ido produciendo la especialización de la ribera del Huéznar como paisaje turístico, manteniendo en algunos casos las huellas del paisaje heredado, como el patrimonio arquitectónico de las infraestructuras productivas en desuso, mientras que otros rasgos característicos como las parcelas agrarias se han perdido con el cambio de usos.

    Por otra parte, es también en las décadas finales del siglo XIX cuando proliferan las representaciones iconográficas de los paisajes del área, vinculadas a estancias temporales de ocio y descanso de algunos artistas de gran relevancia (Emilio Sánchez Perrier en Constantina, José Pinelo en Guadalcanal o Manuel Barrón y Carrillo en El Pedroso), que se decantan por encuadres de los alrededores de las poblaciones desde una mirada naturalista con acentos costumbristas, o bien por un acercamiento más realista hacia los sistemas agrícolas utilizados en los entornos de los núcleos serranos con cierta trascendencia hacia las labores anónimas del campo. Este interés por los paisajes de dominante agraria del área se concentra especialmente en las valoraciones y apreciaciones sobre el paisaje de dehesa, caracterizado en los momentos finales del XIX y comienzos del siglo XX por sus aprovechamientos agroganaderos diversos y complementarios. Finalmente, la imagen de esta área se completa con la recuperación, desde el siglo XIX y hasta finales del siglo XX, de la actividad minera. Entre los registros de estos nuevos paisajes mineros de la Sierra Norte destacan la red ferroviaria que daba servicio a las minas, los restos de la industria siderúrgica de El Pedroso y, sobre todo, el Cerro del Hierro. El Cerro del Hierro es reconocido como paisaje singular por sus geoformas características modificadas por los siglos de explotación minera, al tiempo que el poblado minero abandonado en los años 70 adquiere relevancia como registro del patrimonio industrial minero de la Sierra Norte. A partir de los años 80 del siglo XX se consolida de manera definitiva la percepción de este espacio como área paisajística diferenciada debido, fundamentalmente, a la unidad que le otorga el Parque Natural de la Sierra Norte y su emergente sector turístico.

 3.1.2_Percepciones y representaciones actuales

    En el proceso de participación ciudadana se ha producido un reconocimiento de los rasgos que identifican los paisajes más valorados del área, muchos de ellos pervivencia de los construidos a lo largo de la historia. La percepción social ha marcado, pese al componente natural de estos paisajes, su carácter humanizado, rasgo que se menciona constantemente como elemento diferenciador de otros espacios protegidos. Esta apreciación se concreta no sólo en los paisajes urbanos de los núcleos serranos tradicionales, sino, de forma especial, en el paisaje que se considera más identitario, la dehesa. Vinculado a él se mencionan los elementos singulares que construyen esa identidad: muros de piedra seca, bosque mediterráneo aclarado y gestionado por el hombre, presencia de ganado, etc. La dehesa se valora positivamente incluso cuando presenta un aspecto abandonado o deforestado y se considera un paisaje vulnerable a medio plazo por su carácter marginal dentro del sistema económico. Se señala el régimen privado de estos paisajes, que supone dificultades de accesibilidad.

    Para los participantes, el paisaje serrano es bastante inmutable, los cambios y las transformaciones se producen de forma muy lenta, y estos ritmos son difíciles de percibir en la escala temporal de la percepción humana. Hay mucha unanimidad en considerar que, pese a lo que pueda parecer a primera vista, se trata de paisajes muy poco homogéneos, que destacan por su riqueza, diversidad, matices formales (colores, olores, texturas…), o las diferentes perspectivas si se observa en una u otra dirección.

    Los valores que se destacan en los paisajes de la Sierra Norte son los de la tranquilidad, autenticidad, belleza, armonía entre lo natural y lo humanizado, presencia constante de la huella de diferentes pueblos. Estos valores se reconocen como un recurso, y se marca la vocación turística y recreativa que se deriva de los mismos. Otro factor importante que se atribuye a las transformaciones en el área es su dependencia de procesos externos, no controlados por las poblaciones autóctonas. En este sentido los cambios más relevantes que se aprecian en el paisaje de la sierra parecen tener que ver con el papel que el sistema económico global otorga a los espacios rurales, en especial los de montaña, un papel marginal y dependiente de las lógicas urbanas. Para algunas personas esto determina que la tendencia de un paisaje, que antaño se percibía como altamente humanizado, se oriente lentamente hacia la “naturalización”, en la medida en la que las poblaciones, y sus actividades, se van retirando del mismo.

 Catálogos de Paisajes de la Provincia de Sevilla 

domingo, 8 de mayo de 2022

Rutas de senderismo de Guadalcanal 2

 

Segunda parte

Un paseo por el campo puede revelar muchas cosas, y es un buen momento para practicar el trascendentalismo. Miras un árbol y te das cuenta de que no es solo un árbol, sus raíces lo anclan a la tierra, los pájaros eligen su libertad, se posan en el árbol más hermoso, el hombre, en cambio, elige el árbol solo para aprovechar su sombra, no ve su belleza y como transforma su entorno.

5 RUTA CAMINO ERMITA DE GUADITOCA

Distancia: 17,7 kilómetros.
Dificultad: Media.
Tiempo: 4 horas.

    Se inicia esta ruta a tres kilómetros de Guadalcanal, en el cruce de la carretera de Llerena con el camino asfaltado que se dirige a la ermita. En la ida predominan leves bajadas puesto que caminamos en dirección a la campiña extremeña. La orografía se mantiene con fuertes desniveles de terreno y bonitas vistas. Tras sobrepasar el alto en donde se encuentra la cruz de Buenavista, nos adentramos, bajando, en una zona de intenso monte cubierto de aromáticas jaras, cuyo agradable olor nos acompaña durante algunos kilómetros. A medida que avanzamos se va abriendo en el horizonte el tramo más llano del camino hasta la ermita, aunque aún domina espesa la olorosa jara.    

    Llegamos a lo más llano de esta ruta, donde el camino aumenta su anchura, ya que nos hemos incorporado a la Cañada Real de las Merinas, que también fue durante muchos años, la Ruta del mercurio, que procedente de Almadén, era trasladado a Sevilla, para su envío a las Indias. A la derecha vemos la Cruz del aceite, denominada así, porque existía un depósito donde los arrieros depositaban este producto, para alumbrar la ermita de Guaditoca. Los últimos kilómetros son prácticamente llanos y rectos. Tras casi 9 kilómetros, avistamos la ermita y su bonito entorno. Junto a ella se encuentra la Cruz donde según la tradición se apareció la Virgen de Guaditoca, en la rivera con el mismo nombre que, en los días de lluvia, recoge las aguas de todas las sierras de los alrededores.
    Durante la ida y vuelta kilómetros, tanto a izquierda como a derecha atravesamos la finca de los Altarejos. Más adelante, cuando se inicia el tramo que domina la jara, se empieza a avistar frente a nosotros la dominante Sierra del Vientos, techo de la Sierra Morena sevillana con sus 960 metros de altura. Igualmente divisamos poco antes de llegar a nuestro lugar de salida, a lo lejos y en la cota alta, la vecina localidad de Fuente del Arco y los restos de lo que fuera la importante alcazaba de Reina.


6 RUTA DEL ARROYO TRES BODEGAS Y LA URBANA


Distancia: 13,7 kilómetros.
Dificultad: Media-baja.
Tiempo: 03:30 horas

    Iniciamos esta ruta en la estación de tren donde cruzamos las vías para tomar el camino que nace por la derecha y va al encuentro 100 metros más adelante, de la carretera que se dirige a Malcocinado. Deberemos caminar por esta carretera sin apenas tráfico durante 1,5 km hasta llegar a un camino que nace a la izquierda.

    Apenas recorridos 30 metros hay una bifurcación debiendo tomar a la izquierda y continuar de frente. Unos 200 metros más adelante nos encontramos con una cancela, debiendo tomar a la derecha. El camino, llamado de Magrado, se convierte de momento en vereda durante unos 700 metros. Mas abajo nos cruzamos con el camino de Pelotero. Hemos de girar a la derecha hacia la finca la Atalaya, aunque tan solo unos 20 metros debemos tomar el camino que sale a nuestra izquierda. Se trata de una ruta que está bien señalizada. Una vez el cruzado el arroyo de Caño Simó pronto el olivar, da paso a la dehesa. Tras un kilómetro desde que sobrepasamos el arroyo de Caño Simó nos encontramos en este punto, también señalizado, en el que debemos virar a la derecha atravesando la cancela. A continuación, bajaremos por un camino semiborrado que tenemos frente a nosotros y que se dirige hacia el arroyo Tres Bodegas.    

    Durante otro kilometro atravesamos esta hermosa dehesa en la que al final llegamos casi al arroyo Tres Bodegas que va siguiendo su curso por un angosto y hermoso valle pleno de vegetación. Unos 300 metros después, cruzamos el arroyo para continuar a nuestra derecha por el camino señalizado, aunque borrado y convertido en vereda durante unos 200 metros que volveremos a pasar otra cancela, a partir de la cual vuelve a abrirse el camino. El último kilómetro y pico hasta llegar al cortijo de la Burbana, en donde nos daremos la vuelta, discurre con el arroyo y su vegetación de ribera a nuestra derecha y con la dehesa y jarales que quedan a nuestra izquierda.
    En el regreso nos encontramos con bonitas estampas, como la siempre presente Sierra del Viento al fondo.

7 RUTA DE LA CAPITANA

Distancia: 12,4 km.
Dificultad: Media-alta.
Duración: 3 horas.

    La Capitana es una ruta lineal de ida y vuelta que se inicia en la calle Espíritu Santo, por donde a unos 400 metros después de salir del pueblo arranca el camino junto al descansadero de El Cristo. Los primeros 3 km. son de subida continuada, luego el sendero se aplana y se vuelve más llevadero. El resto del camino, salvo algún repecho, se vuelve llano y se abre paso por la cresta de la sierra en dirección a la Capitana. Ya por entonces nuestros pasos van por encima de los 900 metros de altitud. Y se nota, ya que las vistas son impresionantes.    

    Al llegar a la cima de la Capitana (960 m.), podemos ver al menos una docena de localidades de Extremadura: Ahillones, Valverde de Llerena, Berlanga, Azuaga... También podemos ver pueblos andaluces como el Real de la Jara En este tramo final de 300 metros, el camino se convierte en vereda hasta llegar a la cima. Además de las impresionantes vistas, en la cumbre, a 960 metros de altitud, está la señal del punto geodésico, que nos recuerda que estamos en la cumbre más alta de la comarca, y hay también una torruca, antigua y humilde vivienda de pastores de la zona. Esta ruta se puede programar para que la llegada a la cima coincida con el atardecer y podrá ver imágenes del entorno. Por la calidad de sus cielos, Guadalcanal es una de las zonas que posee certificación de Reserva Starlight, avalada por la Unesco.


8 RUTA DE LAS LADERAS DE HAMAPEGA Y SAN BENITO


Longitud total: 11 kilómetros.
Dificultad: media-baja.
Duración: 3 horas.

    Se inicia esta ruta en el Paseo de El Coso. Pasada la fuente y el abrevadero de animales, se sale por el camino de la Albarrana, que arranca desde el antiguo matadero. El camino discurre por una vereda que cruza antiguas huertas. Más adelante nos encontramos con el camino que se dirige hasta el Puerto de Cazalla, en cuya cima giramos a la izquierda, por el que va subiendo por las laderas de la Sierra de Hamapega (907 m.) .

    

Desde este punto se divisa una de las más bellas vistas de la villa de Guadalcanal y el valle en que se ubica. El tramo que discurre por las laderas de la Sierra de Hamapega ofrece, además de maravillosas vistas, nos ofrece una variada flora autóctona que luce espectacular en cualquier época del año. Regresamos por un camino que baja hasta la carretera de Alanís, por donde hemos de transitar durante un tramo de 1,8 km porque no hay caminos alternativos. No obstante, la carretera dispone de un buen arcén. Transcurrido este tramo llegamos a la altura de la ermita de San Benito. Pasada la ermita, tomamos el camino que sale a la derecha y que va encajonado en paredes de piedra. En varios tramos encontraremos restos de una antigua calzada romana. Y por todo el camino, plantas de distintas variedades, como hinojos, espárragos, escaramujos...


9 RUTA DE LA PIEDRA CORCOVADA Y CIRCULAR DE LA ZARZA

Longitud: 14 km.
Dificultad, media-baja
Duración: 03:30 horas

    Inicio en la plaza de España de Guadalcanal, subiendo por la calle Espíritu Santo hacia el Puerto de Llerena. Este primer tramo discurre por carretera. Unos 50 metros antes de llegar a la cima del puerto, nos desviamos por el camino que sale a la derecha y andamos un kilómetro hasta llegar a un cruce de caminos señalado, donde giraremos a la izquierda. Al terminar la bajada nos cruzamos con otro camino en el que giramos a la derecha y tras 750 metros, nos encontraremos con la conocida Piedra Corcovada.    

    Se trata de una curiosa piedra que algunos aseguran que se trata de un dolmen Tras un breve descanso, volvemos por el mismo camino, si bien cuando llegamos al cruce de caminos, tras otros 750 metros, esta vez continuamos de frente durante 1,7 km hasta llegar al cruce de la carretera de Llerena con la de la ermita de Guaditoca. Al llegar al cruce de la Carretera de Valverde de Llerena, la cual tomaremos durante 500 metros hasta llegar al inicio del conocido como Camino Real, por el cual caminaremos durante algo más de 2 km y nos desviamos a la izquierda para tomar el cordel de Trapos de Arrope. A unos 150 metros aparece la vía del tren y unos 100 metros más arriba en el siguiente cruce de caminos, giramos a la izquierda para volver por el camino que va unos metros más arriba, paralelo a la vía hasta llegar al Puerto de Llerena (815 metros.)
    Llegado al final de la ruta, iniciamos el regreso por la misma carretera que cogimos al principio.

Fotos y textos.- Juan Parra Trigos

domingo, 1 de mayo de 2022

La Sierra Morena de Sevilla y sus paisajes 3

Tercera Parte

 2.2_Principales referencias e hitos del proceso de construcción histórica del territorio (Continuación)

    El proceso de repoblación castellano que se acomete tras la conquista terminó de definir el sistema urbano de la sierra, al igual que en el resto de la Banda Gallega. En el área de la Sierra Norte, la Corona impulsa desde Constantina la repoblación de El Pedroso, San Nicolás del Puerto o Las Navas de la Concepción. En manos de los señoríos civiles y militares quedaba la construcción de los recintos defensivos de Alanís, Guadalcanal, La Puebla de los Infantes y Villanueva del Río, aunque estas jurisdicciones fueron temporales y pronto todo el territorio de la Sierra Norte, a excepción de Guadalcanal, quedó bajo la jurisdicción de la Corona formando parte del alfoz de la ciudad de Sevilla. En lo que respecta a los aprovechamientos, se continúa con la actividad ganadera que ya había adquirido relevancia durante el período islámico. A la ganadería local y de trashumancia corta que se desplazaba a los pastos serranos desde la Campiña y la Vega, se añade ahora la de la Mesta que cruzaba Sierra Morena en dirección al Bajo Guadalquivir. Los caminos ganaderos de la Mesta va densificando la red de vías pecuarias de esta área. Por otra parte, la defensa de los pastos comunales para el ganado local frente a la cabaña trashumante de la Mesta dio origen a uno de los mayores referentes paisajísticos del área: la dehesa.

    En la Sierra Norte, los efectos del descubrimiento de América y el comercio indiano que marcan el inicio de la Edad Moderna se reflejan en el desarrollo del viñedo y el olivar.

    La exportación de los vinos serranos de esta área a América fue muy relevante durante todo el siglo XVI, empezando a decaer a mediados del XVII por la competencia de otros ámbitos. Esta expansión del viñedo conllevó la proliferación, sobre todo en los entornos de Cazalla y Constantina, de multitud de lagares. Cuando comienza a decaer la producción de vino y muchas viñas se sustituyen por olivar muchos de estos lagares fueron reconvertidos en almazaras, pero aún se conservan algunos registros que dan testimonio de esta floreciente etapa económica en la Sierra Norte. Por otra parte, esta área estuvo menos afectada que otras por la expansión de los señoríos, aunque durante los siglos XVI-XVIII se detecta un importante aumento de las grandes propiedades rurales.

    A pesar de ello, los terrenos de pastos y baldíos comunales seguían ocupando importantes extensiones de terreno.

    La primera mitad del siglo XIX está marcada por la nueva organización administrativo-territorial que se establece en 1833. Esta división vuelve a incorporar el núcleo de Guadalcanal a la jurisdicción de la provincia de Sevilla, al igual que ocurre con el término de Peñaflor. Por otra parte, la subdivisión de la provincia en partidos judiciales otorga bastante unidad al área de la Sierra Norte. El partido judicial con cabecera en Cazalla de la Sierra comprendía los municipios de Alanís, Almadén de la Plata, Cazalla de la Sierra, Constantina, Guadalcanal, El Pedroso, El Real de la Jara y San Nicolás del Puerto. En 1856 se suma Las Navas de la Concepción, tras emanciparse de Constantina. Los procesos desamortizadores que marcan el desarrollo de esta primera mitad del XIX tuvieron menos influencia en esta área, y en la Sierra Morena sevillana en general, que en otros ámbitos provinciales. La desamortización civil de Madoz fue la que más efectos tuvo al propiciar la privatización de los baldíos comunales, dando lugar a la conformación de la dehesa como gran propiedad privada y a la extensión del olivar. Dicha extensión se realizó a costa de los cultivos de vid, que a finales del XIX reducen su presencia a los ruedos urbanos tras la plaga de filoxera. La producción de aguardientes se mantuvo como persistencia del pasado vinícola del área.

    En el contexto del interés internacional por la explotación minera en la región desde mediados del siglo XIX, se produce un gran desarrollo de la minería industrial en los enclaves extractivos tradicionales. La instalación de la siderurgia de El Pedroso es uno de los máximos exponentes de este proceso, aunque dejó pronto de ser rentable por el coste de la explotación de carbón de Villanueva del Río. El hierro atrajo capital británico desde finales del siglo XIX. En las minas del Cerro del Hierro la explotación se mantuvo hasta los años 80 y la explotación de Villanueva del Río cesó en los años setenta del siglo XX, dando lugar a una importante transformación urbana de la zona.

    Este desarrollo de la minería conllevó también un importante avance  en las comunicaciones de esta área serrana. El ferrocarril Sevilla-Mérida seguía la línea de explotación minera, pasando por El Pedroso y con un ramal directo al Cerro del Hierro, dejando de lado los núcleos principales de Cazalla y Constantina. Va estableciéndose así una malla de comunicaciones que distingue a la Sierra Norte del resto del ámbito serrano, completada por las carreteras como el eje Lora del Río-Constantina-Guadalcanal. Esta red se va completando en la primera mitad del siglo XX, estructurándose en torno al triángulo formado por Cazalla, Constantina y El Pedroso.

    Durante la primera mitad del siglo XX aparecen nuevo usos y procesos que transforman los paisajes y las funciones de esta área respecto al ámbito provincial. La Sierra Norte se configura como una pieza fundamental del sistema hidrológico regional, los cauces serranos abastecen a una gran parte de las ciudades y los regadíos del valle gracias a la construcción de diversos embalses. Por otra parte, con los planes de forestación que se desarrollan a partir de los años 40, muchas dehesas y bosques mediterráneos se sustituyen por repoblaciones forestales de interés maderero, eucaliptos y coníferas. Además, las dehesas tradicionales quedaron muy afectadas desde mediados del siglo XX por las transformaciones de los sistemas económicos que se dieron en Andalucía. El sistema de aprovechamiento que dominó estos espacios quedó truncado al especializarse en la ganadería y minimizarse el cultivo. 

2.3. Dinámicas y procesos recientes

    La historia reciente del área de la Sierra Norte está marcada por el proceso de pérdida de población que se produce a partir de la segunda mitad del pasado siglo. El territorio retrocede en más de un 50% de sus efectivos, con consecuencias importantes en la dinámica demográfica actual -abandono de enclaves rurales dispersos y despoblación en núcleos principales, crisis y abandono de los sistemas agrosilvopastoriles tradicionales, deterioro ambiental, envejecimiento y dependencia… etc.- que ha tenido su reflejo en los paisajes actuales.

    La dinámica que marca los procesos de transformación reciente en los paisajes de la Sierra Norte se explica por las dificultades de adaptación a los cambios producidos a partir de la modernización y mecanización de la agricultura, que otorga un papel marginal a los espacios de montaña media, en contraste con la posición competitiva de las campiñas. Las producciones de olivar en pendiente, o incluso las vinculadas a la dehesa, comienzan a ser poco rentables porque suponen mayores costes y menor producción. Todo ello se acelera a partir de la apertura de mercados que se produce con el Plan de Estabilización de 1959, y de la lógica que imponen los intercambios comerciales orientados hacia la exportación. El resultado es un exceso de mano de obra que emigra buscando oportunidades en las ciudades.

    Si se observa la evolución de la participación de los distintos usos en la superficie total del área, el proceso más significativo es una evidente renaturalización: los bosques y masas arboladas han aumentado en superficie un 6% y casi un 1% las repoblaciones y plantaciones forestales. Retroceden las formaciones adehesadas y el olivar, y en especial los pastizales y eriales. La actividad productiva vinculada a usos agrarios sólo aumenta su participación en el total superficial en el caso de regadíos y frutales localizados en pequeñas vegas al sur de Almadén de la Plata y al norte de Guadalcanal.

    La dehesa, uno de los principales sistemas productivos de la Sierra, ha retrocedido más de un 3% en el periodo comprendido entre 1956 y 2007. Hasta principios de los años sesenta no se habían producido cambios significativos en la composición, estructura, dedicación y superficie de las dehesas. La producción de lana de ovejas merinas, que había sido el eje principal de la producción hasta del siglo XIX, fue sustituida por la producción cárnica, de cerdo ibérico, de la que dependen la gestión productiva de los cultivos y el arbolado. La supervivencia del sistema ecológico de la dehesa requería labores permanentes de mantenimiento, para luchar contra la matorralización y regenerar el arbolado con ciclos de siembra de encinas y procesos de podado. En esta coyuntura la abundancia de la mano de obra y los bajos salarios eran la premisa fundamental. El éxodo rural, el alza de los salarios agrarios, el desarrollo de la ganadería industrial de aves y porcino, la aparición de la peste porcina africana, el desarrollo de fuentes calóricas diferentes a la leña, etc. explican en conjunto la inviabilidad del sistema de explotación tradicional de la dehesa. La respuesta de los propietarios a la crisis de rentabilidad de la dehesa a partir de los años sesenta es diversa: repoblación con especies de crecimiento rápido para su uso en las papeleras o demanda de madera (eucalipto, pino), dedicación cinegética, abandono seguido por la invasión de matorral o intentos de modernización. Estos últimos se basan en una sobreexplotación ganadera que, en muchos casos, se visibiliza en el paisaje con las huellas de la erosión.

    Otro uso que resulta de crecimiento proporcionalmente significativo es el de embalses y láminas de agua. Durante la segunda mitad del siglo se acomete la regulación de las principales subcuencas que afectan al área (Viar, Rivera de Huesna, Retortillo), con la construcción de los embalses de José Torán, Huéznar, Pintao,…

    La década de los ochenta supone el inicio de esa reorientación de la vocación territorial de la Sierra Norte, que determinará el crecimiento de los bosques y los usos forestales.

    Con la entrada de España en la Unión Europea, este tipo de espacios de montaña pasan a convertirse en objetivo de las políticas de desarrollo rural y de protección ambiental, ambas en este caso particularmente convergentes. Desde mediados de la década ya se empiezan a reconocer por parte de la administración algunos enclaves de especial interés para la conservación en el área. El PEPMF, aprobado en 1986, cataloga Monte Negrillo y Cerro del Hierro como el único paraje natural excepcional de la provincia, y establece su protección integral. Otra serie de espacios se reconocen como complejos serranos de interés ambiental con protección compatible (Sierra Morena Central, Loma de Hamapega y Sierra del Agua, Sierra de la Grana y Cadelero, Sierra del Pimpollar y Padrona, Cerro del Calvario, Cerro de la Traviesa, Loma del Hornillo, Las Jarillas y Acebuchosa), así como un área forestal de interés recreativo (Pintado) y las Ribera del Huéznar, el arroyo Parroso y el Viar como complejos ribereños de interés ambiental. También destaca la existencia del único paisaje agrario singular, en las Huertas del Arroyo de San Pedro de Guadalcanal.

    La práctica totalidad de los elementos catalogados en el PEPMF quedan integrados en 1989 en la figura de Parque Natural, establecida mediante la Ley 2/89 de Inventario de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía. A partir de ese momento, la mayor parte de las políticas públicas con incidencia en el paisaje se orientan a preservar sus valores ambientales y propiciar estrategias de desarrollo socioeconómico compatibles con los mismos. Así, se sucederán instrumentos de planificación ambiental (Plan de Ordenación de Recursos Naturales PORN- 1994; Plan Rector de Uso y Gestión PRUG -2000; ambos se actualizan en 2004; el Plan para el Desarrollo Sostenible PDS -2003, en proceso de actualización, etc.), que tendrán incidencia desigual, según sus objetivos y rango, en la conformación de los paisajes de componente natural y, en alguna medida, en los de dominante agroganadera, de propiedad privada, pero sometidos a determinadas limitaciones por su carácter de espacio protegido. Al mismo tiempo, la Sierra Norte va adquiriendo el papel de espacio abastecedor de servicios de ocio, turismo y actividades al aire libre. Esto se refleja en el aumento de los usos públicos del territorio, si bien con las limitaciones que supone el sistema de propiedad de la tierra en el área que arranca del siglo XIX, mayoritariamente privado, que restringe la posibilidad de dichos usos al mínimo, en contraste con otros parques naturales de Andalucía.

    Paralelamente se está produciendo el desarrollo del primer Plan Forestal Andaluz, aprobado igualmente en 1989, que se orienta claramente a la protección y gestión sostenible de las masas arboladas y a sustituir los suelos agrícolas marginales, poco productivos y en proceso de abandono, y los pastizales y eriales, por nuevas masas forestales arboladas.

Catálogos de Paisajes de la Provincia de Sevilla