Cartas desde Whuzland/cuarta
Whuzland, Abril 2024
Buen día Sr. Europeo,
Hoy quiero hacerle un análisis sobre los últimos diarios que amablemente me ha enviado y concentro la noticias sobre la migración de mis semejantes de continente, como ya le he mencionado en alguna anterior, mi pequeño poblado a contribuido con varios jóvenes, entre ellos mi nieta a crecentar esta lista.
Pero permítame, con el debido respeto
señor, que antes le haga una pequeña reflexión: “Si en algún lugar se
reunieran los mares y océanos para hablar, a buen seguro que habría mucho dolor
en sus conversaciones y que ese dolor sería un agua negra que empaparía a toda
la humanidad”.
Leo pomposos titulares en sus prestigiosos
diarios, hoy se celebra “El Día Internacional de los mares”, uno de
tantos días internacionales reivindicativos que no valen para nada, pienso,
sabido es que los mares son una de las vías con que la naturaleza nos envía
inequívocos mensajes de alerta de cómo va nuestra relación con ellos. Y esos
mensajes son tan rotundos en su forma y contenido, como reacios son muchos de vuestros
políticos en escucharlos y tomar las medidas oportunas.
Sigo leyendo, esta vez en un editorial
del periódico de mayor tirada de su quimérica nación las declaraciones de un
político, en este caso del de un partido que dice llamarse el “Partido
Popular”, no analizo sus tendencias, el color político es lo de menos, las
necedades no tienen color, decía textualmente “el tema de las pateras es
comparable a los trenes de inmigrantes españoles que iban a la vendimia
francesa allá por los años 60 del pasado siglo”, craso error, mi querido regente.
En una de sus cartas que conservo
señor, usted me comentaba: “Mi padre como tantos andaluces y extremeños fue
varios años en uno de estos trenes, “a ganarse unas perrillas para pasar el
invierno”, decía cuando se marchaba”, pero con una diferencia fundamental
sobre las pateras, ellos viajaban con billete de ida y vuelta y trabajo fijo, pensión
completa y horario y salarios “europeos”, terminada la vendimia, volvían
a España.
Permítame que le diga con todo respeto,
las peteras son el trampolín de miles de africanos hacia al mal bautizado “primer
mundo” construidas y tripuladas con la esperanza y la constancia de la
desesperación y recibidas con la incoherencia de Europa, abandonan el arraigo
de nuestra tierra y muchas veces, demasiadas, pierdan todo su equipaje (con
consiste solo en su vida) a bordo de los barquitos hundidos cerca de vuestras
costas, convirtiéndose éstas, en cementerios sumergidos de hambre, miseria y esperanza.
Y es que cada vez tienen ustedes más
faros apagados para no alertarnos de la presencia de arrecifes de piratas y
malos capitanes –unos varados en el velo anacrónico de los políticos y otros
disfrazados de peroratas, todos igualmente prisioneros de la desgracia ajena-
, que desde la frágil trinchera de la intolerancia se niegan a buscar
soluciones, son o mejor dicho, ignoran que todos cómplices, simplemente porque
hablando y lamentándose de los negritos que pululan por sus ciudades y curiosamente han denominados como nahuhtú (desheredado en nuestro dialecto) “ninis”, ¿han
pensado en dar soluciones para empuñar con firmeza la solución y concienciaros
con el timón de la responsabilidad?.
Me surgen muchas preguntas hacia sus
congeneres: ¿Cuántos barquitos hundidos más hacen falta para que vuestros
dirigentes comprendan que van por una singladura equivocada?, ¿Cuántos desvelos
de guardia civil, voluntariados, ONGs y patrones de pesca hacen falta para
evitar la muerte segura de esperanzas a la deriva?, ¿Cuánto dolor y olor a
muerte más tienen que sangrar vuestras playas?...
Demasiadas preguntas, ustedes señor,
piensan que no existe ninguna respuesta, sus políticos quizás con buena
voluntad, o no y poca eficacia se reúnen con otros políticos de países
exportadores de desesperanza para tomar soluciones, primero fue con Marruecos,
muchas concesiones por vuestra parte, poca eficacia por Marruecos, ahora
quieren reunirse con Mauritania y otros países del Magreb para “tomar soluciones”, pienso que al
final, más concesiones y poco o ningún medio por parte de Mauritania y otros países
exportadores de penurias, ya que éstos países nos encontramos entre los más
pobres del mundo y su renta per cápita se sustenta casi exclusivamente de “exportaciones
humanas” a Europa.
¿Soluciones?, yo no las tengo, pero
pienso que su país señor y la Unión Europea tampoco las busca o no le interesa “hincarle
el diente”, y ahí es donde tienen que ponerse a trabajar, basta ya de bla,
bla, bla..., tomen conciencia para dar esperanza y vida a éstos mal llamados migrantes.
No soy demasiado optimista en este
tema. Es más, creo que mi análisis es demasiado escéptico y usted desde la
frontera del bienestar tampoco, pero me pregunto, por qué no ser un poco
optimista y pensar que algún año podremos celebrar “El Día Internacional del
Adiós de los barquitos hundidos”.
Rafael Candelario Repisa
La fragua del pensamiento
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