EL CONVENTO DE SAN FRANCISCO
El fundador del
convento trató el
caso con el venerable Fray Juan de la puebla, cuya santa vida y virtudes tenían llena de satisfacción
los Reyes Católicos, pues habiendo
renunciado al condado de Belalcázar y de la Puebla de Alcocer se hizo franciscano creando la
Provincia de los Ángeles, a la cual pertenecía Guadalcanal, alcanzando el beneplácito de Fray
Juan. Gozoso el comendador, informó al Pontífice Inocencio VIII
de la necesidad de la fundación por el interés espiritual de los
fieles en la doctrina y ejemplar vida de los frailes, pidiendo a Su Santidad diese su
bendición y letras
apostólicas, concediendo el Papa la bula en 1491. Dilatóse su ejecución por estar ocupado el comendador en la conquista de
Granada y porque no se hacía mención de otra bula expedida anteriormente, en
que se prohibía fundar
nuevos conventos sin dispensas, por lo que recurrió el año siguiente al Pontífice español Alejandro VI,
que dio bula en 1493,
concediendo que para
abreviar la fundación pudiese Fray Juan traer veinte frailes observantes de cualquier provincia de la Orden sin más, y
con facultad para confesar y absolver de los casos reservados al Ordinario.
Se
pidió licencia al Maestre de
Santiago Alonso de Cárdenas, con lo cual se dio principio al convento en una ermita antigua de grande devoción, llamada Nuestra Señora de la Piedad, cerca de
la villa, visitábanla devotos los vecinos de Guadalcanal con frecuencia. Era salida de buena
recreación por estar en la ladera de un pequeño monte, cercada de huertas y arboledas, deleitable a la vista y al oído por la
suavidad de cantos de diversas especies de sonoras aves.
Acabóse la fábrica de la Iglesia y demás viviendas,
suficientes a los religiosos
en la estrechez que acostumbraban. Fray Juan, que se hallaba en Belalcázar, envió a Fray Diego de Carvajal con otros
religiosos para que públicamente se tomase posesión en nombre de la Silla Apostólica. Hizo
se el día de San Felipe y
Santiago solemnísima procesión desde la parroquia de Santa María al convento con grande concurso de gente, y en
este mismo día uno de Mayo, año de mil
cuatrocientos y noventa y cinco, se tomó la posesión por el Guardián.
Quedó la Iglesia y convento según el espíritu de pobreza
del siervo de Dios Fray Juan, que moriría diez días después. Los fundadores, D.
Enrique y su mujer, disgustaron
de lo estrecho y pobres edificios, desdijo mucho de lo magnánimo y grandeza de su ánimo; por esta
razón no hicieron allí su enterramiento, como lo tenía determinado. Salió la
Iglesia según la idea
de la pobreza con discreción, muy fuerte de bóveda y paredes. En la entrada de la puerta estaban entre otros escudos las
armas reales, a los lados del comendador mayor y su mujer dentro, en el portal de la
iglesia, sobre un arco, se veía la imagen
antigua de Ntra. Sra. de la Piedad. La huerta del convento era capaz, de gran recreación de
árboles frutales y parras y abundantes hortalizas. Tenía una bella fuente muy copiosa de aguas
claras, estaba en una grande arboleda
de robles que compró el comendador. Daba madera con abundancia para edificios y tablas para
reparo del convento. Dióla con esa intención el fundador, y para que sirviese de adorno y
hermosura y recreación religiosa
a los frailes. En el medio de esta alameda permanecía una ermita en que hacían ejercicios como en
los demás conventos de la Custodia de los Ángeles. Consta que el convento estaba a
cuatrocientos pasos de la población.
Un
sobrino de Fray Juan, Alonso de Sotomayor, cuarto conde de Belalcázar, después de enviudar, se hizo fraile con el
nombre de Alonso de la Cruz, y profesó en San Francisco de Guadalcanal, vivió muy humilde ci-lisios
y alambres y esparto rodeando su cuerpo, muriendo allí.
En
los libros de visita de la Orden de Santiago que he consultado en el
Archivo Histórico Nacional, se menciona el
monasterio de San Francisco en 1498 y 1515. Consta por diversas fuentes que tenía 24 frailes en
1595 y 50 en 1747. Tenía el convento un síndico para representarlo en el
Concejo municipal y muchos bienes en capellanías y misas, siendo costumbre muy
extendida el amortajarse con el hábito de San Francisco. A él perteneció la capilla de Santo Spíritus que, a modo de monasterio,
existía donde hoy está el convento del Espíritu Santo. Entre los Guardianes, que eran los
superiores de los frailes, tenemos a
Fray Antonio Delgado en 1591 y Fray Pedro Guerra en 1784. En 1808 constan dos frailes
naturales de Guadalcanal: Pedro Fontán y Sebastián Villate. No quiero dejar de citar aquí a Fray
Manuel González, acaso extremeño
de Guadalcanal, que, a mediados del siglo XVII,
escribió "Guadalcanal y
su antigüedad.
En 1814 la Junta Suprema de Extremadura para
recaudar fondos en
la guerra contra los
franceses, incautó la plata, llevándose de San Francisco
un cáliz con patena, dos diademas y un manojo de azucenas de San Antonio.
Por Real Orden, en
1821 se redujeron los conventos en la antigua provincia de Extremadura, y el de
Guadalcanal se anexionó
a Sevilla en 1833.
La Hermandad del Santo
Entierro y Ntra. Sra. de la Soledad radicó desde su
principio en este convento. Con la exclaustración de 1835 se suprimió el culto
en el convento, y el día 31 de Diciembre de dicho año se trasladaron las
imágenes a la Iglesia de Santa María. Es muy posible que las imágenes
de San Antonio, y sobre todo la de San Francisco de Asís, atribuida ésta a Martínez Montañéz, existentes en Santa
María, procedan del desaparecido convento.
El
Diccionario de Madoz, refiriéndose
a esto, dice: "El convento de frailes
de la Orden de San Francisco extramuros, fue vendido por la nación y
derribado totalmente por los compradores". La venta se haría entre 1836 y
1840, y para dar una idea al lector, diré que otro convento de San Francisco,
parecido al de Guadalcanal, con magnífica huerta, se vendió en Extremadura por dos mil pesetas pagadas en veinte
años.
En 4 de Octubre de 1854 se declaró una epidemia de cólera, y
debido a las circunstancias aflictivas
por que atravesaba la villa, el Ayuntamiento acordó
la construcción de un cementerio al sitio del Prado de San Francisco. Se hizo la subasta el 10-12-1854 y el día 3
de Julio se bendecía, quedando así
hasta hoy, pero dividido en tres patios. Al entrar a la derecha, el patio
de San Francisco, a la izquierda el de San José; y atrás, de pared a pared, el de San Pedro. Y en este lugar tan bello y
con tanta historia es donde descansan ahora nuestros mayores.
Dr.
Antonio Gordon Bernabé.
Revista de feria 1987