Tomando como base el hidrónimo Benalijar, Asín Palacios (Contribución, p. 84) aventura un *Ibn-Alhiyâr, «el de las piedras», apodo, o un *Bina-Alhi^yar, «casa de las piedras»[16]. Igual que él, García de Diego López se refiere al hidrónimo sevillano con la forma Benalija[17], ofreciendo, como es usual a lo largo de su Estudio, posibilidades etimológicas para todos los gustos sin dar explicación de ningún tipo. Así, dice: «Del ár. ben «árbol» y alijar o «erial» de al-dixar sería «el árbol del erial». Bien del lat. penna illisa «peña intacta» o del ár. ben-al-hixen, antropónimo» (p. 63); más adelante, s.v. ribera (p.96), repite la voz, añadiendo: «Ben-alijar se halla en Cádiz y Toledo y puede ser de Hixen»[18] . Se referiría, con toda seguridad, no a esa forma, sino al Alijar de Cádiz y al Alejar de Toledo, que Asín Palacios recoge en su Contribución (pp. 57, 64) con el significado de «las piedras» y que Simonet (Glosario, p. 1 1) considera emparentados con el cast. alijar y ejido, del lat. EXIRE, de donde también los topónimos Aleixár de Tarragona y Los Alixáres de Granada.
https://guadalcanalpuntodeencuentro1.blogspot.com/
domingo, 3 de julio de 2022
De Toponimia Hispalense – Rivera de Benalija
Tomando como base el hidrónimo Benalijar, Asín Palacios (Contribución, p. 84) aventura un *Ibn-Alhiyâr, «el de las piedras», apodo, o un *Bina-Alhi^yar, «casa de las piedras»[16]. Igual que él, García de Diego López se refiere al hidrónimo sevillano con la forma Benalija[17], ofreciendo, como es usual a lo largo de su Estudio, posibilidades etimológicas para todos los gustos sin dar explicación de ningún tipo. Así, dice: «Del ár. ben «árbol» y alijar o «erial» de al-dixar sería «el árbol del erial». Bien del lat. penna illisa «peña intacta» o del ár. ben-al-hixen, antropónimo» (p. 63); más adelante, s.v. ribera (p.96), repite la voz, añadiendo: «Ben-alijar se halla en Cádiz y Toledo y puede ser de Hixen»[18] . Se referiría, con toda seguridad, no a esa forma, sino al Alijar de Cádiz y al Alejar de Toledo, que Asín Palacios recoge en su Contribución (pp. 57, 64) con el significado de «las piedras» y que Simonet (Glosario, p. 1 1) considera emparentados con el cast. alijar y ejido, del lat. EXIRE, de donde también los topónimos Aleixár de Tarragona y Los Alixáres de Granada.
domingo, 26 de junio de 2022
Crónicas de una añoranza 1
Apuntes de Diego “El Sereno”
Primera parte
A continuación, pueden leer ustedes, parte de los primeros apuntes que realizó Isidro Escote Gallego, de lo que posteriormente sería un libro.
Añoranzas de un cazador. -
La cómo mejor escopeta, era jefe y por supuesto el que tenía que llevar “la mano baja” que es la que más tiene que andar, al tener que rodear las montañas, mientras que el “la mano alta” no tiene prácticamente más que andar unos centenares de metros en circulo y esperar y esperar a que los demás vayan cerrando, sobre todo al de “la mano baja” que es el que va por la base de cada cerro, para ir copando la caza.
domingo, 12 de junio de 2022
La Sierra Morena de Sevilla y sus paisajes y 6
Última Parte
Pese a la creciente consideración
de los valores y recursos paisajísticos, no puede obviarse el carácter novedoso
que esta nueva dimensión y funcionalidad del territorio presenta tanto a nivel
institucional como social. Resulta, por tanto, fundamental acompañar cualquier
estrategia de protección o mejora del paisaje en un determinado ámbito con
iniciativas destinadas a resaltar la importancia que, en términos
patrimoniales, socioeconómicos y de calidad de vida, ha adquirido el paisaje en
las últimas décadas. Esta tarea de sensibilización, acompañada de las tareas
formativas o de asesoramiento a los poderes públicos locales, se hace especialmente
necesaria en áreas como la Sierra Norte sevillana, donde todavía se observan
algunas reservas respecto a las políticas ambientales, siendo entendidas por
determinados colectivos o sectores sociales como negativas para el desarrollo
del área.
Se plantea, de esta manera, la
necesidad de hacer evidentes las posibilidades que ofrece el paisaje en
relación con la cualificación y singularización de los productos y servicios
del ámbito serrano, como un nuevo recurso patrimonial que puede ser movilizado
y, en definitiva, como un eficaz indicador de la calidad de vida del área. Por
el contrario, debe desecharse cualquier lectura que identifique al paisaje como
una imposición burocrática que viene a sumarse a las limitaciones específicas
que afectan al ámbito en virtud de sus valores ambientales o culturales.
A partir de este reconocimiento del
paisaje como patrimonio territorial, deberán desarrollarse las medidas
oportunas para preservar y revalorizar los componentes y espacios que
contribuyen a generar la cualificada imagen paisajística de la que disfruta
este sector de la provincia de Sevilla. En este sentido, es preciso indicar
que, junto con la recuperación de determinados recursos en claro proceso de
degradación (fundamentalmente, edificaciones vernáculas y muros de piedra
seca), es necesario reforzar la dimensión paisajística de determinados
elementos patrimoniales (tanto naturales como culturales), en los que no han
sido suficientemente explicitados o gestionados sus valores estéticos y
perceptivos.
En algunos casos, la
reconsideración desde una perspectiva paisajística de estos componentes del
patrimonio territorial pasará por el estudio de las relaciones espaciales y
visuales que establecen con su entorno inmediato o con otros referentes más
lejanos con los que de alguna forma interactúan. En otras ocasiones, el
tratamiento paisajístico de estos elementos patrimoniales deberá compatibilizar
el mantenimiento de sus valores ambientales, históricos o culturales con los
usos y significados que la población les atribuye o les ha atribuido
tradicionalmente. No debe olvidarse en ningún caso que la accesibilidad y el
disfrute social de estos recursos también contribuyen a su preservación,
evitando su abandono o su olvido con el consiguiente peligro de degradación
ambiental y paisajística. La apertura y el mantenimiento de itinerarios y
equipamientos públicos que permitan el acercamiento a los referentes
territoriales y paisajísticos del área deben formar parte, por tanto, de la
estrategia general de intervención en el paisaje serrano.
Siendo importante la adopción de medidas paisajísticas relativas a los elementos o espacios con mayor grado de reconocimiento o singularidad, no puede obviarse el carácter dinámico y evolutivo de la mayor parte del territorio serrano, conformado a partir de la actuación continuada del ser humano sobre el medio. El mantenimiento de los paisajes agroforestales del área, con la dehesa al frente, necesitan fundamentalmente actuaciones y medidas orientadas a mantener su funcionalidad. Desde este punto de vista, la preservación de la calidad paisajística del ámbito está estrechamente ligada a la gestión y al mantenimiento de las labores y actividades tradicionales que, en última instancia, son las que han generado los paisajes que actualmente percibimos y apreciamos (prácticas ganaderas extensivas, tareas de mantenimiento de la dehesa, saca del corcho, explotación de recurso selvícolas, mantenimiento de huertas en los entornos urbanos). Junto a estas prácticas tradicionales, la continuidad y la integridad ambiental de los paisajes serranos también requerirá de la adopción de intervenciones e iniciativas destinadas a evitar incendios forestales, a renaturalizar y reforestar espacios degradados, a minimizar los procesos erosivos asociados a la agricultura, así como a promover la integración paisajística de las nuevas construcciones e infraestructuras en el territorio.
4.2_Definición de objetivos de calidad paisajística
• Unos paisajes adehesados
sostenibles y multifuncionales que preserven y pongan en valor sus recursos
patrimoniales, culturales y paisajísticos.
• Unos paisajes agrícolas serranos
compatibles y adaptados a las limitaciones del terreno pero que resulten
competitivos en función de su especificidad o de la aplicación de prácticas
productivas ecológicas o tradicionales.
• Una imagen tradicional de los
núcleos serranos acorde con los valores históricos y culturales que atesoran,
siendo imprescindible a tal efecto el máximo respeto por las características
urbanas y tipologías constructivas en las que se sustentan las representaciones
y significados socialmente atribuidos. Especial atención merecen en este sentido,
las vistas externas, los bordes y periferias urbanas recientes, así como las
entradas a los núcleos, que presentan una especial sensibilidad en función de
los procesos urbanizadores y edificatorios que suelen desarrollarse en ellos.
• Un patrimonio cultural asociado a
la explotación de los recursos naturales de la Sierra Norte (minería,
aprovechamientos agroforestales, ganadería, obras hidráulicas,…) que se
mantenga en buen estado de conservación y que se incorpore como un activo
territorial para la implementación de estrategias diversificadas de desarrollo
socioeconómico del ámbito mariánico.
• Unos paisajes naturales
connotados (parajes o espacios que gozan de un mayor reconocimiento
institucional y social) en los que se concilien el acceso y disfrute público de
los recursos y valores sobre los que se sustenta su mayor consideración con la
preservación de los procesos y formas que los singularizan o caracterizan.
• Unas implantaciones productivas y
terciarias (polígonos industriales, enclaves turísticos u hosteleros, naves de
transformación o distribución de los productos serranos,…) en medio rural
adaptadas a los significados de naturalidad e integridad que se atribuyen a
amplios sectores de la sierra.
Bibliografía de referencia y saber más
• AGUDO TORRICO, J. (1984),
Arquitectura popular en la provincia de Sevilla, en VÁZQUEZ MEDEL, M. (dir.),
Sevilla y su provincia. Tomo I. Ediciones Gever S.A.: Sevilla. pp. 115-148.
• BUENO MANSO, F. (1995), Guía de
la naturaleza de la provincia de Sevilla. Centro Andaluz del Libro, Diputación
Provincial de Sevilla, 127 pp.
• CARMONA GRANADO, A. y JIMÉNEZ
CUBERO, S. (1995), Cazalla de la Sierra. Naturaleza e historia. Sevilla,
Ayuntamiento de Cazalla de la Sierra.
• CONSEJERÍA DE MEDIO AMBIENTE
(1999), Manual práctico Parque Natural Sierra Norte de Sevilla. Consejería de
Medio Ambiente, Junta de Andalucía.
• DÍAZ QUIDIELLO, J. (Coord.)
(2009), Atlas de la historia del territorio de Andalucía Consejería de Vivienda
y Ordenación del Territorio, Instituto de Cartografía de Andalucía, Junta de
Andalucía.
• DIRECCIÓN GENERAL DE LA RED DE
ESPACIOS NATURALES PROTEGIDOS Y SERVICIOS AMBIENTALES (2003), Plan de
Desarrollo Sostenible del Parque Natural Sierra Norte (Sevilla), Servicio de
Fomento de Espacios Naturales, Consejería de Medio Ambiente, 2 vol.
• FERNÁNDEZ CACHO, S., FERNÁNDEZ
SALINAS, V., HERNÁNDEZ LEÓN, E.,
LÓPEZ MARTÍN, E., QUINTERO MORÓN,
V., RODRIGO CÁMARA, J.M., ZARZA BALLUGUERA, D. (2010), Paisajes y patrimonio
cultural en Andalucía. Tiempo, usos e imágenes. Instituto Andaluz del
Patrimonio Histórico, Junta de Andalucía, Consejería de Cultura, 2 vol.
• Plan Especial de Protección del
Medio Físico de la provincia de Sevilla (1987), Consejería de Obras Públicas y
Transportes, Junta de Andalucía.
• REQUENA SÁNCHEZ, M.D. (1993),
Permanencia y cambios de la Sierra Norte de Sevilla. Estudios Integrados de
Geografia. Sevilla, 1993.
• SILVA GARCÍA, J.A. (2002), El
Parque Natural de la Sierra Norte, Excmo. Ayuntamiento de Constantina.
• ZOIDO NARANJO, F., SILVA PÉREZ,
R., FERNÁNDEZ SALINAS, V., RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, J., TROUT TATE, A., PARDO
GARCÍA, S.M. (2011), Entorno urbano de Constantina. Identificación,
caracterización y cualificación de recursos paisajísticos. En: Paisajes de
Oportunidad. Convención Europea del Paisaje y Participación: las acciones
piloto del proyecto
PAYS.MED.URBAN, Ed. Maggioli, pp. 98-103.
Catálogos de Paisajes de la Provincia de Sevilla
domingo, 5 de junio de 2022
Últimos días de la feria de Guaditoca
La historia de la feria y la ermita se confunden en su origen
La historia de la feria y la ermita se confunden en su origen con la romería anual que la Pascua del Espíritu Santo se celebraba coincidiendo con las fiestas religiosas de los pueblos y hermandades de la comarca dedicaban en honor de la que hoy es su Patrona muy amada, a quien veneran con amor de hijos fieles.
De no existir carta o privilegio de concepción del ferial, se quiso hacer argumento poderoso a fines del siglo XVIII contra la permanencia de la feria en los llanos que rodean la ermita de Guaditoca.
Del incremento que llegó a alcanzar en los días gloriosos del Santuario, puede darnos idea el número de mercaderes y tratantes que acudían en busca de lucro y ganancia al ferial. El cuaderno formado en 1786 para el ajuste de la cuenta de maravedíes que cobró en aquel año la justicia de la Villa, nos da testimonio de que allí se vendía desde las vituallas más necesarias hasta los objetos más lujosos y superfluos.
En los portales que formaban una gran plaza delante del Santuario estaban las tiendas de lienzos, sedas, sombreros. En los puestos de las esquinas ya adosados a los muros del Santuario se vendían vinos, tabaco, chacinas y toda clase de alimentos. En mesas y tablas que arrendaba el Santuario, tenían sus vendejas los jilgueros de Sevilla, de Carmona, de Tocina, de Medina de las Torres y de Fuente de Cantos; los de Montemolín vendían costales, los granadinos pitos, los de Berlanga bayetas, frutas los de Palma y mil y mil cosas en que pudieran gastar dinero los peregrinos, ya para proveerse de cera o para tener algún recuerdo de aquellos días pasados en las vegas de Guaditoca.
Pero la parte más importante del ferial era el mercado de ganado. El sitio reunía para ello las mejores condiciones, ya que los pastos son abundantes en las dehesas próximas al río.
La causa principal del incremento que adquirió la feria no era otra que la devoción a la Virgen Bendita de Guaditoca, que atraía a su Santuario legiones de devotos para asistir a las fiestas religiosas que en su honor se celebran. Sólo las hermandades de Guadalcanal, Valverde, Berlanga y Ahillones daban buen número de romeros, a los que no les importaba lo penoso del camino, ni las molestias de la estancia, y aunque las hermandades tenían casas propias, no había alojamiento para todos.
La animación y vida comenzaba desde la víspera del día de Pentecostés, en el que hacían entrada Cofradías para el culto a la Virgen.
Desde el amanecer de dicho día se celebraban misas en el Santuario. La función principal se celebraba el segundo día de Pascua por el clero de Santa María. La última tarde salía la procesión, formada primero por las mujeres, que llevaban en andas de plata al Niño Bellotero, y después los hombres con la imagen de la Virgen, en andas de plata también.
Se recorría la plaza, siguiendo por la acera derecha y volviendo por la izquierda; y al pasar por los puestos de confituras arrojaban puñados de ellas a las andas.
Colocábanse las andas de la Virgen sobre la peña de la aparición, volviendo al Templo, donde se pujaban los mástiles para tener el honor de entrar a la Virgen en Santa Casa.
El final de la feria era el regreso de aquella multitud a sus hogares, hasta el año siguiente. Tal era la feria de Guaditoca.
PLACIDO COTE (Hijo) Alumno de 8.° Curso. 14 años
Revista de Feria 1980
domingo, 29 de mayo de 2022
La Sierra Morena de Sevilla y sus paisajes 5
Quinta Parte
3.1.2_Percepciones y
representaciones actuales (Continiación)
Dos temas clave fracturan de forma importante las valoraciones obtenidas en el proceso de participación. Por un lado, el papel del Parque Natural en los procesos de cambio de los paisajes serranos, que para unos ha sido positivo, pero para otros se ha orientado de forma contraria a sus aspiraciones. Por otro, el papel de la actividad turística, que para unos es garantía de una dinamización económica necesaria para la supervivencia de los paisajes serranos, pero para otros constituye una amenaza para los lugares más emblemáticos, sin una correspondencia clara con el desarrollo socioeconómico de la población autóctona. La percepción de algunas personas es que la política restrictiva asociada a la protección del territorio como parque natural ha empeorado la calidad de los paisajes serranos, uniformizando y dañando los paisajes arbolados. Ha sido frecuente también la referencia a la mala gestión ganadera y a la pérdida de diversidad de cultivos. Se ha mencionado el retroceso del castañar, la práctica desaparición de las huertas en los ruedos urbanos y del paisaje de viñedos sustituido mayoritariamente por un olivar de baja producción.
En cuanto
a las riberas y la presencia de cursos de agua se señaló la desaparición de los
sistemas asociados a los huertos periurbanos, también de fuentes que servían de
abastecimiento para la población y el ganado. Esta pérdida se identifica a su
vez como causa de deterioro general de las áreas cercanas a los núcleos, ya que
la presencia de agua garantizaba más vegetación y una temperatura más agradable
durante el verano.
Por otro
lado, se mencionaba la construcción de los embalses como un elemento positivo
de transformación y de cualificación de los entornos afectados. Respecto a los
caminos hay dos procesos valorados negativamente por la mayoría de los
participantes: la desaparición de los vallados de piedra tradicionales se
señala como una pérdida identitaria y estética que ha sucumbido a las razones
puramente económicas; y la progresiva privatización de los caminos públicos,
mediante la proliferación de cierres y vallas, que impide el acceso real a los
paisajes.
En el
interior de los pueblos, se reconoce una mejora en la calidad de los espacios
públicos, aunque se destaca la pérdida de carácter de la arquitectura urbana
tradicional. En este sentido se ha mencionado la pérdida de detalles
constructivos autóctonos (arcos de medio punto rebajados en los vanos, detalles
en las puertas y ventanas, teja árabe, encalados, chaflanes en los cruces de
calles, utilización del color “rojo carruaje”, dinteles pintados…) y de
elementos propios (cobertizos, cortinares), la proliferación de elementos
ajenos, la extensión de la construcción tipo adosado y la estandarización de
elementos del mobiliario urbano.
“Por estos campos grises,
por estas duras sierras,
talladas por el viento,
la lluvia y el arado
pasaron los pastores,
los siglos y las guerras,
sembrando sus vestigios
de olvido y de pasado.
Va desgranado piedras
con puños torrenciales,
no abrieron en su lomo,
jamás, una vereda
y sin embargo cría cardos y matorrales,
difíciles juncales y mísera arboleda”.
ANTONIO PARRÓN CAMACHO.
Poemas inéditos. 2005.
“En estos montes, cubiertos desde el comienzo de los tiempos de enormes
masas de matorral formado por espesos jarales de troncos retorcidos y
entrelazados, por viejas matas de romero, por lentiscos siempre verdes, entre
los que crecen apretados los alcornoques y las encinas, tejió la naturaleza un
recio entramado, bajo el cual encontraron eficaz refugio osos, venados, ciervos
y jabalíes”.
José María Osuna
Cuando se cazaban Osos a unas leguas de Sevilla 1965
3.2_ Establecimiento del carácter paisajístico
El
paisaje de la Sierra Norte de Sevilla presenta una marcada impronta serrana y
natural que emana de una tradicional y respetuosa convivencia entre el medio y
las actividades humanas. La particular base física de este territorio, la
componente vegetal de los suelos y los modelos tradicionales de ocupación y
aprovechamiento antrópico del medio natural, de profundo arraigo histórico, son
los principales rasgos identitarios del paisaje del área.
Desde el
punto de vista del relieve, la extensión y continuidad que presentan los suaves
relieves de la Sierra Nortea sevillana confieren al área todos los atributos y
significados que identifican a la montaña media mediterránea. Una montaña que,
como corresponde a su condición de macizo antiguo largamente erosionado, se
resuelve desde un punto de vista fisiográfico en una sucesión de lomas, colinas
y sierras de formas suaves que se alinean siguiendo las direcciones
predominantes de los plegamientos que dieron origen en su momento al macizo
hercínico. La trascendencia de la Sierra Norte como espacio montuoso se deriva,
por un lado, de su franca separación respecto a las tierras bajas y formas
horizontales de la depresión del Guadalquivir y, por otra parte, por la
extensión y continuidad que adquiere el macizo como flanco septentrional a lo
largo de todo el valle.
Los
suelos resultantes son poco evolucionados, de naturaleza ácida y escasa
fertilidad, por lo que su vocación es claramente forestal. Los bosques
potenciales son encinares y alcornocales, con la aparición de bosquetes de
quejigos y robles en microhábitats particularmente húmedos, incluso castañares
cultivados, además de formaciones de ribera que ocupan las orillas y suelos más
humectados en torno a los ríos. Esta diversidad vegetal no sólo contribuye a la
diversificación paisajística, sino que, unida a otros valores naturales del
área (fauna, riqueza geológica), ha favorecido la catalogación como Parque
Natural y Reserva de la Biosfera de buena parte de la Sierra Norte de Sevilla.
Por lo
que respecta a la percepción de estos espacios serranos como un área de marcada
naturalidad y continuidad histórica, cabe señalar que dicha apreciación se encuentra
profundamente relacionada con las pautas tradicionales de ocupación y aprovechamiento
de un territorio con notables condicionantes litológicos, orográficos y edafológicos.
La capacidad que han tenido históricamente los habitantes serranos para adecuarse
a los citados condicionantes, haciendo uso de los recursos del medio sin llevarlo
al límite de sus potencialidades reales, se encuentra en la base de muchos de los
valores que actualmente tiene atribuidos esta área como paisaje singular y de calidad.
La máxima expresión de este aprovechamiento tradicional del bosque mediterráneo
en el área es la dehesa, que constituye uno de los elementos más identitarios
de la Sierra Norte y la máxima expresión de sus valores.
Fruto de
esta convivencia del hombre con el medio, se encuentran también algunos espacios
cultivados que corresponden a afloramientos calizos de mayor aptitud agronómica
o a los entornos urbanos, donde prevalecen los cultivos de olivar y cereal en
secano. Estas teselas agrarias, que en muchos casos acogen también prácticas ganaderas
extensivas, determinan cierta heterogeneidad en los biotopos vegetales y en los
espacios adehesados.
El
poblamiento de la Sierra Norte se compone de un hábitat mayoritariamente concentrado
de pequeños núcleos rurales que se emplazan en espacios con una topografía
amable o poco montuosa o bien aprovechando los pasillos naturales que se establecen
entre las alineaciones montañosas principales. Estas localidades no han sido sustancialmente
transformadas desde el punto de vista urbanístico, manteniendo además
determinados rasgos de la vida rural tradicional. Junto a los pueblos del área se
mantiene un importante hábitat diseminado tradicional que se relaciona con las prácticas
agro-silvo-pastoriles del monte y, especialmente, de la dehesa.
Entre las
percepciones del área, destacan también las relacionadas con otros sistemas de
explotación pasados como la minería, cuyas evidencias contribuyen a la
cualificación y singularización del paisaje de la Sierra Norte. Otro elemento
que posee importantes implicaciones territoriales, ambientales y
escenográficas, son las láminas de agua de los diferentes embalses que se
localizan en el área.
Finalmente, el reconocimiento institucional de estos espacios serranos a través de distintas figuras de protección ha contribuido a reforzar esta imagen de calidad ambiental y de integridad histórica, al tiempo que ha favorecido el desarrollo de numerosas posibilidades en relación con diversos tipos de turismo (activo, turismo cultural, etnológico…).
3.3_Valores y recursos
paisajísticos
Valores escénicos, estéticos y sensoriales
• Diversidad de este
paisaje serrano: colores, olores, texturas, diferentes perspectivas.
• Se destacan como
valores la tranquilidad, la belleza, la armonía entre lo natural y lo
humanizado.
• La lámina de agua
de pantanos, embalses, ríos como lugares que destacan por su belleza.
• Abundancia de
lugares y miradores que permiten amplias panorámicas del paisaje del área.
• La imagen externa
de los cascos históricos tradicionales de algunos núcleos.
• Valor escénico y
estético de los paisajes de dominante natural y también rural como dehesas y
huertas.
Valores naturales y ecológicos
• Bosque galería de
la ribera del Huéznar; así como las riberas y cabeceras de otros ríos.
• Características
geológicas del paisaje kárstico del Cerro del Hierro.
• Robles melojos del
Cerro del Hierro.
Valores productivos y utilitarios
• A pesar de ser un
espacio protegido, se destaca que es un espacio productivo: dehesas,
aprovechamientos forestales...
• Fincas
representativas del paisaje tradicional de la dehesa (La Travesía, UPAPalmilla,
La Atalaya, la
Jarosa, Navalvillar, Monte San Antonio, La Armada,…).
• Abundancia de
huertas, olivares y viñedos, valorados positivamente.
• Espacio de gran
riqueza cinegética, valorado así históricamente.
Valores históricos y patrimoniales
• Vestigios del
cultivo de vid en la sierra y elementos patrimoniales asociados al mismo.
• Huellas de la
explotación minera de la Sierra. Poblado e instalaciones abandonadas del Cerro
del Hierro.
• Patrimonio
arquitectónico del paisaje de la ribera del Huéznar: molinos, batanes,
martinetes, fábricas de electricidad.
Valores simbólicos e identitarios
• El paisaje de la
dehesa se reconoce como el que mejor refleja la identidad del área.
• Los muros de piedra
seca, muy en relación con las dehesas, como linde característica de este tipo
de explotación.
• Destacan, en
relación con la construcción tradicional, detalles constructivos autóctonos
(arcos de medio punto rebajados en los vanos, detalles en las puertas y
ventanas, teja árabe, proporciones constructivas, encalados, chaflanes en los
cruces de calles, utilización del color “rojo carruaje”, dinteles pintados…).
• Pozos de nieve.
• Huertas
tradicionales y viñedos de los ruedos de las poblaciones.
• Los castaños de
Constantina.
Valores de acceso y uso social
• Vía Verde de la
Ribera del Huéznar.
• Presencia de
numerosos caminos tradicionales y vías pecuarias, utilizados por las personas
de vinculación más directa con el área.
• Paisaje como
recurso turístico y principal reclamo de este sector en el área.
Valores religiosos y espirituales
• Presencia de
ermitas que gozan de un alto reconocimiento social.
Lugares, hitos y recursos
En la percepción de
los que conocen el área en el contexto de visitas turísticas más o menos
frecuentes son habituales las menciones a núcleos de población (Cazalla, El Pedroso,
Guadalcanal, Alanís, San Nicolás del Puerto…) y a lugares menos localizados asociados
a movilidad turística (paseo por las carreteras comarcales, sendero de Almadén-El
Real de la Jara, cualquier ermita, los castañares, dehesas…). Asimismo es muy
mayoritario el reconocimiento de tres espacios emblemáticos:
• La ribera del
Huéznar. Se hace referencia especialmente al bosque galería y su accesibilidad.
También se nombra el puente sobre el río en San Nicolás del Puerto y hay
menciones a la Vía Verde de la Sierra.
• El Cerro del
Hierro. Caracterizado por su espectacularidad y singularidad.
• Los alrededores de
Cazalla de la Sierra.
Entre las personas residentes o con mayor vinculación se hace referencia a
otros muchos lugares:
• El entorno de los
barrancos del Viar. Un lugar que generalmente se caracteriza como desconocido,
peligroso, pero con espectaculares valores paisajísticos.
• Riberas de otros
ríos, no sólo el Huéznar o el Viar: Benalija, Cala o Guadalbacar. También se
mencionó la cabecera del Ciudadela.
• Se mencionan
también numerosas fincas como representativas del paisaje de la dehesa.
• Otros lugares
mencionados se destacan por la belleza y singularidad (el pantano en La Puebla
de los Infantes y de Cala, la Cartuja de Cazalla, La Yedra en Constantina -a
pesar del deterioro y el abandono-), por su carácter de hito para una visión
panorámica del paisaje (el cerro de La Capitana, Cerro Negrillo, castillo de
Alanís, la zona de las Colonias de El Pedroso, el Mirador de Azulaque, el
Balcón de la Dehesa de Upa) o por su componente.
Catálogos de Paisajes de la Provincia de Sevilla