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domingo, 23 de septiembre de 2018

La feria de Guadalcanal en el santuario de Nuestra señora de Guaditoca

Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura

Primera parte

En 1791, en la décima respuesta al Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura, los oficiales guadalcanalenses emitieron el siguiente informe sobre la feria de Guaditoca:
En la Pascua del Espiritusanto se celebra una feria en la Ermita de Nuestra Señora de Guaditoca de esta jurisdicción, distante dos leguas de esta villa, consistente sus mercancías en la mayor parte de caballerías, concurriendo a ella la mayor parte de Extremadura y de Andalucía, pero se considera por muy útil el establecimiento de un mercado en un día de cada semana franco, para que la población pueda socorrerse del comestible y efectos pertinentes a los industriosos de dichos vecinos...
Los tres párrocos locales informaron en los siguientes términos:
Se concurre a ella los tres días de la Pascua del Espíritu Santo, en los que se celebran otras tantas misas cantadas y en la última procesión, y tiene de renta como dos mil trescientos reales, productos de algunas fincas y limosnas de los fieles; tiene dos ermitaños nombrado por el administrador.
Finalmente, el Sr. Alfranca, Intendente en el Interrogatorio citado, decía al respecto:
Hay una sola feria o mercado en el santuario de Nuestra señora de Guaditoca (...) donde concurren algunas tienda de mercería, telas, paños, jergas, quincalla y bujería, todo ganado mayor y toda especie de caballería, las que pastan durante la feria en un baldío y en las dehesas inmediatas.
Hay en este sitio unos portales para las tiendas en suelo tenidos por públicos a costa de la casa del alférez mayor Ortega, que es administradora perpetua de dicho santuario.
No hay privilegio para esta feria, sino una costumbre antigua de celebrarla. Se pagan los derechos reales de alcabalas conforme a las instrucciones, y el administrador percibe a título de limosna un tanto por los portales, mesas y puestos de venta, que en efecto es una verdadera extracción o arriendo, y la justicia cobra también los derechos de los despachos.
Sobre cuya feria, derechos reales, exacciones del administrador del santuario y pastos de los ganados que concurren, hay informe pendientes en el Consejo de Órdenes, hechos al mismo y al gobernador de Llerena, como subdelegados de rentas, por el corregidor anterior, don Antonio Sánchez Donoso e Iranzo.
Convendría se celebrase dicha feria dentro de la villa, y no en el despoblado por los inconvenientes de los daños que se hacen en las dehesas de los particulares por los ganados y por los robos, excesos y delitos que son frecuentes y no pueden precaverse fácilmente en distancia de la villa, y por no haber casas ni comodidad para los concurrentes, que sería mayor en la villa, y finalmente, por el aumento y mayor seguridad de los derechos reales...
Conociendo los precedentes de la feria en cuestión, especialmente los acontecimientos desarrollados a partir de la celebrada en la primavera de 1784, el Sr. Alfranca, como oidor de la Real Audiencia de Extremadura, sentenciaba anticipadamente el fin de dicha feria en el prado del río o arroyo de Guaditoca, junto a la ermita del mismo nombre, aconsejando su traslado a la villa de Guadalcanal.
En efecto, con los datos que se manejan sobre el santuario y los actos devociones y festivos que en él se desarrollaban, se estima que el informe fue tendencioso pues, aunque eran ciertas la mayoría de las afirmaciones, Alfranca  (intendente en el Interrogatorio, pero también unos de los jueces de la Real Audiencia de Cáceres) ocultaba el verdadero entramado del asunto, especialmente la circunstancia de que en aquellas fechas ya estaba establecido un pleito ante la Audiencia cacereña por el control de los asuntos civiles y religiosos que allí se entremezclaban, enfrentándose el Ayuntamiento de Guadalcanal, encabezado por el nuevo corregidor, y el heredero legal del patronato del santuario, el alférez mayor Ortega. Por ello, no resulta extraño que en 1792, es decir, un año después del informe anterior, la feria ya se celebró en Guadalcanal, siendo cacharrera y de tenderetes en la plaza de los Naranjos y alrededores, y ganadera en el coso y ejidos aledaños al pueblo.
La afirmación más cierta y con menos subterfugios de todas las vertidas por el Sr. Alfranca se refería a que el evento se celebraba sin que mediara el expreso privilegio real, pero conociendo los oficiales reales de su existencia desde principios del XVIII, colaborando en su desarrollo. Otro hecho cierto, sobre el que interesadamente pasó por alto el intendente, fue no mencionar que la familia Ortega, tras facultad real, había conseguido el patronato y administración perpetua del santuario y de todas las actividades religiosas que en torno a él se celebrasen, privilegios ratificados por el Consejo de Órdenes Militares cada vez que el titular fallecía, recayendo los derechos en el heredero legal del mayorazgo de los Ortega. También era cierto que en ningún caso se contemplaba que el título de patrón implicase el control y beneficio económico de las actividades mercantiles que espontáneamente aparecieron bajo la dirección interesada de esta poderosa familia, mercaderías que alcanzaron a finales del XVIII cifras más que interesantes. Igualmente era cierto que dicha familia resultaba claramente beneficiada con esta actividad ferial, arriesgando muy poco en la celebración del evento, pues dejaba en manos de las autoridades civiles de la villa el control del orden publico.
            En cualquier caso, estamos en presencia de una feria que surge en torno y como consecuencia de las prácticas piadosas y religiosas propiciadas alrededor de un santuario, el de Nuestra Señora de Guaditoca, hoy patrona de Guadalcanal pero antaño objeto de devoción en la extensa comarca santiaguista del partido histórico de Llerena, especialmente significada en los pueblos de las encomiendas de Azuaga, Guadalcanal y Reina.
A la vista de la documentación consultada, resulta imposible concretar el origen de las mercaderías que allí se desarrollaban. Muñoz Torrado (1) sitúa el inicio del culto y devoción a Nuestra Señora de Guaditoca en fechas inmediatamente posteriores a la Reconquista de la zona, con ocasión de la milagrosa aparición de la Virgen a un humilde pastor en el sitio y arroyo de Guaditoca, explicación usual que sostiene una buena parte de la devoción mariana por toda la Península. Suponemos que poco después debió erigirse el primer santuario, aunque han de pasar dos siglos para localizar alguna referencia documental sobre el mismo, concretamente en las escuetas notas localizadas en los libros de las visitas de la Orden de Santiago de finales del XV (2), si bien en ningún caso, por las concretas finalidades de dichas visitas, se hacía mención alguna a ferias o mercaderías, consignando al conjunto de los eventos allí concitados bajo el epígrafe de veladas.
Antes de abordar el análisis de la evolución del santuario, queda un asunto pendiente que, aunque precisa de mayor profundidad investigadora, justifica en gran medida el carácter comarcal del santuario. Me refiero a la jurisdicción civil que en su origen afectaba al paraje donde se ubicaba el primer santuario. Según los libros de visitas últimamente citados, la ubicación del santuario no ofrece lugar a duda, situándolo dentro del término y jurisdicción de Guadalcanal, pero justo en el límite externo de una dehesa comunal de dicha villa (el Encinar), donde también confinaban intereses territoriales muy diversos, como varios predios o terrazgos de propiedad privada, una dehesa privativa y comunal de Valverde de Llerena (el Encinalejo), los baldíos supra concejiles usufructuados en mancomunidad con los vecinos de los pueblos de la encomienda de Reina, un predio de unas 200 fanegas propiedad de la familia Ortega y, por concluir, las históricas reclamaciones que sobre el territorio en cuestión venía alegando el concejo y encomienda de Azuaga. Ya en los siglos XVII y XVIII, las discordias por el control del santuario y su feria se centraban entre el concejo guadalcanalense y los sucesivos patronos y administradores del santuario, siempre un miembro de la familia Ortega, el mismo en quien desde mediados del XVII también recaía el oficio de alférez mayor de la villa, aparte de una regiduría perpetua. En cualquier caso, por encima de estas discordias administrativas y económicas, la devoción y el culto por las sagradas imágenes de la Virgen de Guaditoca y su divino hijo, “el Niño Bellotero”, quedó enraizada entre los pueblos comarcanos, especialmente sostenido por las cofradías instituidas en Guadalcanal, Ahillones, Berlanga y Valverde.
Aparte las visitas de la Orden de Santiago, ya citadas, la siguiente referencia al santuario la encontramos en las Ordenanzas Municipales de Valverde de 1554 (3), donde reservaron parte de un capítulo para regular el descanso de las bestias que los devotos, comerciantes y curiosos locales utilizaban para aproximarse a la ermita en los días de su fiesta y feria, circunstancia propicia en cualquier caso para entablar negociaciones sobre las mismas y para que mercaderes de distintos géneros se asentasen en el prado de Guaditoca, satisfaciendo así las necesidades del gentío que concurría durante los tres primeros días de la Pascua del Espíritu Santo.
Las visitas de la Orden correspondientes a 1575 y 1603 reflejan un considerable deterioro del santuario soporte de la devoción y del comercio relatado, resultando este último aspecto especialmente perjudicado por uno de los mandatos de carácter general que, en plena efervescencia tridentina, hicieron inscribir los visitadores en los libros de fábrica de las ermitas y cofradías fiscalizadas, prohibiendo las celebraciones de veladas.
En este estado de cosas (ahora en el cogollo de la crisis y decadencia generalizada que asoló el reino durante la etapa final del quinientos y casi todo el seiscientos) debieron continuar los festejos y cultos en Guaditoca, hasta que la iniciativa de un guadalcanalense se interpuso para, al menos, recuperar el culto y devoción de antaño, objetivo que al parecer consiguió. Me refiero a Alonso Carranco Ortega, a quien Muñoz Torrado considera descendiente del famoso Pedro Ortega Valencia, maestre de campo de la armada, que en tiempos de Felipe II descubrió y conquistó para el imperio la conocida isla de Guadalcanal, en pleno Pacífico. Lo cierto es que el referido Alonso, considerando irrecuperable el antiguo santuario, construyó otro de nueva planta en lo que llamaban prado del río Guaditoca, a corta distancia del anterior y de la peña donde la tradición ubicaba la aparición de la Virgen. Además, con miras a que sus herederos cuidasen del santuario y fomentasen el culto a la patrona, adosado a la ermita se hizo construir unos aposentos con acceso directo a la misma. El nuevo santuario, tras una dilatada espera, fue bendecido en 1649.
Muerto Alonso, su hijo Pedro Ortega Freire le sucedió en tales compromisos y beneficios, ocupándose casi permanentemente de la mayordomía de la cofradía y recuperando el arraigo popular de antaño. Estas circunstancias animaron al patrón a invertir en lo que parecía un floreciente negocio, pese a que en diversas ocasiones tuvo que soportar el envite de sus convecinos, que le conminaban a cerrar la puerta de acceso directo al santuario desde las casas de su morada, circunstancia que no le supondría muchos quebraderos de cabeza, pues por facultad real había conseguido comprar el título de alférez mayor de Guadalcanal, con voz, voto y preeminencia de sitio en el Ayuntamiento, en la iglesia mayor y en todas las celebraciones civiles y religiosas de la villa. Con la finalidad de ganarse al clero, aparte aumentarle la congrua por su participación en los actos y festejos religiosos, consiguió de Su Santidad indulgencias para los devotos que asistieran al santuario en los días festivos programados. En definitiva, ató los cabos precisos para fomentar las mercaderías, rematando sus actuaciones con la construcción a finales del XVII de unos soportales en torno a la ermita, facilitando el floreciente y rentable comercio ferial.
Según relata Porras Ibáñez (4), la animación durante la Pascua del Espíritu Santo empezaba la víspera del domingo de Pentecostés, cuando a la caída de la tarde hacía su entrada en la explanada del recinto la cofradía matriz de Guadalcanal, seguida de las de Valverde, Berlanga, Ahillones…, que incluso llegaron a disponer de casa propia en las proximidades del recinto. El referido autor, seguramente en una libre interpretación de la documentación manejada, habla del vistoso desfile de presentación de las distintas cofradías y hermandades ante las santas imágenes, actos presididos por oficiales de mesa, mayordomos y autoridades religiosas y civiles. También da cuenta de los numerosos actos devocionales, materializados con la entrega de limosnas en dinero y especies (alhajas, viandas, gallinas, quesos, turrón, frutas, etc., después reducidas a dinero en las subastas programadas), todo ello atentadamente seguido por el mayordomo y colaboradores. La última tarde se remataba el culto con la procesión general de las sagradas imágenes, que lentamente recorrían la explanada, sublimándose este acto devocional al colocar las andas sobre la misma peña en la que la tradición situaba la aparición de la Virgen para, finalmente, entablar la puja para portar las andas a la entrada de las imágenes en el santuario.

Fuentes: las citadas al pie.

(1) MUÑOZ TORRADO, A.
-          El santuario de Nuestra señora de Guaditoca, Sevilla, 1918. En este caso se utiliza la edición del Excmo. Ayuntamiento de Guadalcanal, prologada por I. Gómez. Los Santos de Maimonas, 2002.
-          Los últimos días de la Feria de Guaditoca, Sevilla, 1922
(2) AHN, Sec. OO.MM. Libros de Vistas 1.234 C, 1.101 C y 1.102 C.
(3) A. M. Valverde de Llerena, leg. 3, carps. 1, 2 y 3.
(4) PORRAS IBÁÑEZ, P. Mi Señora de Guaditoca, Guadalcanal, 1970.

Artículo publicado en las Actas del Congreso Internacional "550 feria de San Miguel" 
Zafra 2004

Manuel Maldonado Fernández

lunes, 17 de septiembre de 2018

Nuestro Entorno 3



Aprovechamientos de los recursos naturales (continuación)



Caza y pesca.-
En el Libro de la Montería del monarca castellano Alfonso XI (siglo XIV) se relataba la abundancia de osos, puercos y venados en las sierras de la comarca.
En 1730 el príncipe el príncipe de Asturias, don Fernando, tiró codornices durante dos meses en Cazalla. La Car tuja de esta localidad se dice que también fue usada como pabellón de caza por Pedro I el Cruel.
Egregios ejemplos de una actividad cinegética que sigue siendo de primer orden en la Sierra Norte, incluso más ahora al convertirse en cotos dehesas que antes tenían un uso agropastoral. Las principales especies son el ciervo, jabalí, conejo, liebre, paloma torcaz, paloma bravía, tór tola común, perdiz roja, codorniz, zorzal común, zorzal alirrojo y estornino negro.
La caza mayor se sustenta en jabalí y ciervo (o venado), aunque hay pequeñas poblaciones de muflones y gamos. El jabalí abunda en Cazalla y El Pedroso, vivaqueando en las dehesas de bosque mediterráneo
Aprovechamiento del monte con ganado caprino.-
Aprovechamiento de la dehesa durante las horas de poca luz, para esconderse en el monte más espeso durante el día. Un hábitat más aclarado busca el ciervo, para encontrar el pasto del que se alimenta. Abunda en Alanís y El Pedroso.
La caza menor sí ha sufrido cier ta regresión de especímenes.
Sus principales exponentes son la perdiz (que abunda en Guadalcanal y Constantina), el conejo y la liebre. Después las aves migratorias: palomas y zorzales.
La mayoría de la producción de carne está destinada al autoconsumo, ya sea de cazadores nativos o por par te de los titulares de los cotos no residentes (unos 8.000 por temporada, más otros tantos acompañantes), como los que acuden a jornadas comercializadas (unos 500).
El periodo de caza se desarrolla normalmente en otoño e invierno, siempre supeditado a los periodos establecidos por la Consejería de Medio Ambiente, aunque en verano es cuando se tira a las palomas y se abre la media veda para aves.
La pesca es otra actividad que encuentra en la Sierra Norte exponentes únicos, como es la captura de la trucha en la rivera del Huesna. A la calidad y cantidad de los recursos se une el poder practicar este deporte en los hermosos parajes que crea el bosque de galería.
Aficionados de todas las provincias limítrofes se acercan al Huesna para probar suerte con la trucha común o la arco iris. La práctica de la pesca se encuentra regulada en tres cotos: Coto Rivera del Huesna (sin muerte), Coto Rivera del Huesna (con muerte) y Coto intensivo Molino del Corcho.
Destaca la abundancia de ciprínidos en los embalses, particularmente apreciadas son las carpas del Pintado, así como la presencia de bogas, barbos y black bass en numerosas láminas de agua (embalses del Retortillo y Huesna).
Apicultura.-
La miel es uno de los productos más tradicionales y exquisitos de la Sierra Norte. Aún son muchísimos los habitantes que el cuidado de algunas colmenas, tanto como costumbre heredada de sus mayores como para el consumo doméstico del producto.
La miel típica de la comarca es la denominada milflores o de monte, realizada con la libación que hacen las abejas de la extraordinaria variedad de flores (lavanda, tomillo, jara, romero...) que se abren en el campo cuando llega la primavera. Es un producto artesanal, no comercializado bajo ninguna marca.
La colmena tradicional es la de corcho, que acostumbraba a verse en cualquier cortijo o casa de campo. La colmena actual, técnicamente, está muy perfeccionada, teniendo por separado la zona donde se va depositando la miel y la que requieren estos insectos para la cría, de manera que la producción es mayor, un promedio de 40 kilos por colmena, aunque dependerá mucho de la climatología.
La apicultura significa en la sierra unos ingresos económicos complementarios, nunca el medio de vida exclusivo. Cuando llega la época algunas empresas colmeneras colocan colmenas en algunos puntos seleccionados, pagando alguna cantidad al dueño del terreno.
Además de plantas silvestres se aprovecha el naranjo, y al llegar el verano se trasladan las colmenas a los campos de girasol, produciéndose así miel de una sola flor, muy apreciada hoy día por los consumidores.
La apicultura no sólo tiene la potencialidad de convertirse en unos ingresos importantes para la Sierra Norte, cuando el producto se transforma in situ, sino que tiene un gran valor ecológico, por la polinización que hacen las abejas de las plantas, clave par su reproducción y la diversidad genética.

Setas.-
La Sierra Norte tiene una gran potencialidad, siendo su flora fúngina muy variada, uno de los secretos que esconde todavía el Parque Natural. Se recogen en otoño, aunque algunas que se pueden encontrar en cualquier época, exceptuando el verano.
Rivera del Huesna Las más abundantes y usadas son las setas de álamo o chopo (género Pholiota). No son las más sabrosas, pero sí las menos peligrosas al no incluir especies venenosas.
También se aprecia mucho el faisán (Boletus edulis), o las llamadas setas de cardo (género Plerotus), así como el níscalo (Lactarius deliciosus), que se cría en los pinares, y la Amanita cesárea, un manjar de dioses que comparte género con la faloides y muscaria, dos especies muy venenosas.

Plantas aromáticas y medicinales.-
La riqueza del monte mediterráneo que predomina en el Parque Natural tiene su mejor muestra en el aprovechamiento obtenido de sus especies vegetales para uso alimentario, medicinal o cosmético. Esto lo supieron los primeros hombres que pusieron pie en la Sierra Norte, y ahora está convertido en una industria cuyos productos son apreciadísimos en los mercados europeos.
La extensa superficie forestal del Parque Natural es propia para el crecimiento silvestre de plantas cuyas flores, hojas o incluso tallos tienen propiedades nutritivas, odoríferas o sanadoras. La más importante en cuanto a nivel de recolección es la jara, al contener un aceite esencial apreciado en perfumería por su aroma a incienso y cuero. Se recolecta en verano, al igual que el tomillo, que florece hacia junio o julio y, además de su uso como condimento alimenticio, también es apreciado por la industria farmacéutica
por el cistral que contiene, el cual ofrece resultados antisépticos.
El orégano es abundante y muy utilizado en la cocina; como el romero, que se recolecta del campo en marzo o abril, y extiende sus virtudes más allá de los fogones, ya que el olor de su esencia es componente de perfumes, e incluso es bueno para el hígado y los problemas respiratorios, como conoce el saber popular.
El olor de la flor de la siempreviva (llamada en la comarca manzanilla), o las propiedades del poleo provocan que estas dos especies también tengan un aprovechamiento en la Sierra Norte.
La calidad de los productos logrados es fácil de explicar, a las condiciones naturales del clima se une el carácter silvestre de las plantas, no tratadas nunca químicamente, cuya recolección se hace a mano y con una hoz, cuidando de que la raíz no resulte dañada para asegurar la supervivencia de la mata. Una vez lograda la materia prima, el sistema más utilizado para transformar en un producto comerciable es la destilación.
Del fruto del lentisco se obtenía aceite para alumbrar.
Del enebro también se podía obtener, como antaño, aceite de propiedades desinfectantes.
Entre las especies de más apreciado uso alimenticio hay que destacar, sin duda, al palmito y el espárrago.
A pesar del valor culinario de estas dos plantas, no hay una dedicación industrial o comercial en la comarca.
Tanto las yemas que en primavera salen de la esparraguera, como la parte subterránea y comestible del tronco de la peculiar palmera enana que es el palmito, se han recogido tradicionalmente en el lugar para ofrecerlas en tiendas, carreteras o mercados locales.

Bibliografía.-Plan de Ordenación de Recursos Naturales y Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Natural Sierra Norte. Consejería de Medio Ambiente. 1994.
Supervivencia de la Sierra Norte de Sevilla. Casa Velázquez. 1992.
Avance de planificación en el Parque Natural de Sierra Norte.
Agencia de Medio Ambiente. 1991.
Plan Forestal Andaluz. La Dehesa. Consejería de Agricultura y Pesca. 1992.
Estudio de la flora amenazada y formaciones vegetales de interés del Parque Natural Sierra Norte. Consejería de Medio Ambiente. 1997.
Permanencia y cambio en la Sierra Norte de Sevilla. María Dolores
Requena Sánchez. Grupo de Investigación Estudios Integrados de Geografía.
Mapa de cultivos y aprovechamientos. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Acercamiento a la rivera del Huesna. Manuel Rodríguez de la Rosa. Editorial Guadalmena.


 Rafael Pérez de Guzmán Puya.- Licenciado en Biología


domingo, 9 de septiembre de 2018

El tren en Guadalcanal del siglo XIX a la actualidad

La decadencia del transporte ferroviario en la Sierra Norte
El 24 de Marzo del año 1872 comenzaron las obras de la futura línea de ferrocarril de media distancia de Mérida-Los Rosales-Sevilla, esta línea tuvo varios proyectos y memorias para su ejecución, finalmente se optó por la del ingeniero Víctor Rapin aprobados por Reales órdenes de 9 de Septiembre de 1862 y 12 de Enero de 1863  (1). Las obras en un principio fueron adjudicadas al ingeniero gaditano afincado en Sevilla D. Manuel Pastor y Landero. Los litigios, dificultades económicas y la dificultad y complicada orografía sobre todo encontradas en la Sierra Morena e hicieron fracasar esta empresa y pasar la obra en el año 1880 a la potente Compañía de los Ferrocarriles Madrid-Zaragoza-Alicante (M.Z.A.), esta empresa explotó la concesión desde sus inicios y durante sesenta años, con gran movimiento de mercancías, y pasajeros., hasta el año 1941 que con la nacionalización de los ferrocarriles pasó la línea a la Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles (RENFE).
Durante su construcción dio trabajo a muchas familias de Guadalcanal y una vez puesta en funcionamiento era gran fuente de empleo en mantenimiento, caseteros y otros trabajos para nuestros paisanos.
El 16 de Enero de 1885 pasa el primer tren por la estación de Guadalcanal tirado por una locomotora serie 220 construida en 1880  en los talleres de  Richard Harmand, haciendo el primer tramo El Pedroso-Llerena con parada en Guadalcanal, la línea empezó a funcionar a pleno rendimiento en 1882 con el recorrido completo Sevilla-los Rosales-Mérida y viceversa.
Durante el último tercio del siglo XIX y avanzado la primera mitad del siglo XX esta línea tuvo gran actividad en el transporte de personal y mercancías (ganado, cereales, minerales, carbón, etc.) con los llamados trenes ómnibus, correos, rutas, carretas y mixtos, circulando varios diarios en cada sentido de la ruta,  la estación de Guadalcanal era un centro neurálgico para estos trenes y a menudo se podían ver gran cantidad de vagones cargados en las vías de apartadero  de las mercancías citadas o de ladrillos, tejas y aceites producidos y manufacturados en Guadalcanal. Otras mercancías a menudo eran de origen o destino a los enlaces de vía estrecha de Fuente del Arco, Puerto Llano y Cerro de Hierro en el caso de los minerales o a Villanueva del Rio en el caso del carbón.
A partir de la segunda mitad del siglo XX varios factores influyeron para el declive de este pasillo ferroviario de personas y mercancías hasta llegar a la casi desaparición en nuestro días, es muy difícil ver algún tren de mercancía por estos lares y los trenes de viajero se limitan a uno al día en cada sentido, estos elementos son por un lado, el deterioro  de la línea quedando obsoleta debido a la poca o nula inversión por parte del gobierno central y el entramado de autonomías y diputaciones, esto junto a la modernización y rapidez del transporte por carreteras (aun cuando las carreteras de la Sierra Norte no son un ejemplo de modernidad) y principalmente la desaparición del gran flujo de negocio en la zona de influencia, la desaparición de las minas, la disminución del cultivo de cereal, actualmente ha quedado testimonial o como autoconsumo para los ganaderos de la región y sobre todo, la decadencia industrial, la desaparición de fábricas, claro ejemplo es Guadalcanal y comarca.
Tal vez los más curioso de aquella época (ahora algo hemos mejorado en tiempo y material de Renfe) era el tiempo que se dilataba el viaje desde Guadalcanal a Sevilla, el llamado mixto (llevaba vagones de mercancías y de viajeros)  tomando como referencia el año 1916, salía de Llerena a las 6,00 de la mañana, pasaba por Guadalcanal a las 8,00 con salida a las 8,06 y llagada la estación sevillana de Plaza de Armas a la hora “estimada” de las 15,00 horas, es decir, siete horas (una jornada casi completa), un Guadalcanalense ya fallecido que estaba de guarda en la caseta del puerto me contaba una vez en mi niñez “en los difíciles años del estraperlo la gente se bajaba en marcha antes de llegar a la estación para evitar la vigilancia, hacia sus –negocios- y volvía a cogerlo”,  en verano cuando “la calor apretaba” se bajaban los viajeros a beber agua de los pipotes de las “aguaoras”, se liaban un pitillo, se lo fumaban en la cantina y a paso ligero alcanzaban al tren antes de llegar al túnel, algo más rápido era el tren correo que reducía el tiempo a la mitad, salía de Guadalcanal a las 16,00 horas y llegaba a Sevilla sobre las 20,00 horas (todo un avance), existía otro misto llamado el “el de la madrugá” , este salía de Guadalcanal a la 1,50 horas y llegaba a Plaza de Armas a las 7,40 horas, este tren disponía de coche cama en vagón de primera clase (todo un lujo), el regreso no era más rápido, había un correo que salía de Plaza de Armas a las 12,10 horas del mediodía y llegaba a Guadalcanal a las 18,50 horas, otra opción era coger el mixto que salía de Sevilla a las 20,50  llegaba a nuestro pueblo a las 3,15 horas de la madrugada o si hacían noche en Sevilla podían coger el correo de la 7,10 horas y llegaban a Guadalcanal sobre las 11,45, todas las fuentes consultadas estimaban siempre “hora aproximada de llegada”, ya que siempre podía haber imprevistos que retrasaban la llegada hasta en una hora.
En la actualidad como ya hemos comentado anteriormente el servicio se limita a un recorrido diario de ida y vuelta con un horario aproximado de 1,50 horas.


(1) — Proyecto y Memoria descriptiva del ferro-carril de Mérida á Sevilla, por Don Víctor Rapin, ingeniero de la construcción del camino de hierro de Córdoba á Sevilla.— 1851 .—Aprobado por Reales órdenes de, 9 de Setiembre de 1862 y 12 de Enero de 1863. 
Hemos podido examinar con detención la Memoria del Sr. Rapin, y aunque incompetentes para juzgar de ella, diremos que nos ha parecido muy notable. Empieza emitiendo un juicio sobre el trazado propuesto por la Compañía general de crédito, que concuerda en un todo con la opinión que nos merece. «.Tiene (dice) 193,684 metros de longitud, y empieza á 2,600 metros más acá de la estación de Mérida-, atraviesa muy oblicuamente el rio Guadiana, pasa por Calamonte, Torremejía, Almendralejo, y se dirige hacia Llerena , dejando sobre la derecha Villafranca á 1 ,500 metros, los Santos á 13,000 metros. Zafra á 20 kilómetros, Usagre á 4,000 metros. Bienvenida á 12 kilómetros, Fuente de Cantos á 12 kilómetros; y sobre la izquierda, Ribera á 5,500 metros y Villagarcía à un kilómetro. Nos parece que en esta parte no sirve bastante las poblaciones importantes, y se aleja demasiado de la sierra de San Jorge, centro productivo de ganados de toda especie.
“De Llerena se dirige á Guadalcanal, dejando esta población á 3,500 metros y separada del trazado por una montaña bastante elevada; luego á Alanís, San Nicolás, el Pedroso, las minas de Villanueva, y viene á empalmar con la vía férrea de Córdoba а 27 kilómetros de Sevilla, formando un ángulo muy abierto con esta línea. Además de las fuertes rampas y pendientes adoptadas para este trazado, que llegan hasta 0,0191 por metro, de un túnel que ha de pasar debajo de los torrentes del Huesna y del Galindo, y de una serie de viaductos de costosa y difícil construcción, este proyecto ofrece el grande inconveniente de obligar los trasportes hacia Córdoba á un rodeo de 9 kilómetros, sin disminuir sensiblemente la distancia para los que hayan de dirigirse á Sevilla.”
Hace luego á grandes rasgos un análisis del proyecto que presenta, y que tiene de extensión 188,706´37 metros, ó sea 4,977'63 metros menos que el anterior, “parte (dice) de la estación misma de Mérida, pasa por Calamonte, Almendralejo, Villafranca, los Santos, Llerena, Guadalcanal, Lа fábrica del Pedroso, las minas de carbón de Villanueva, y viene á desembocar al camino de Córdoba en la estación de Tocina. Quedan á su derecha Fuente del Maestre á 10 kilómetros; Zafra á 5,500 metros, Bienvenida á 4,500 metros, Fuente de Cantos á 15 kilómetros, Fuente del Arco á un kilómetro, Cazalla á 5,000 metros, el Pedroso á 3,000 metros; y á su izquierda Rivera á 13 kilómetros, Usagre á 4 kilómetros, Víllagarcía á 3 kilómetros, Alanís á 3 kilómetros, San Nicolás á 3 kilómetros; de modo que sírvelas mismas poblaciones que el anterior, y se acerca considerablemente á los terrenos más productivos, como Fuente de Cantos, los Santos , y sobre todo Zafra, que es el centro del comercio de granos y ganados de esta parte de Extremadura.”
La descripción topográfica y geográfica del terreno atravesado por esta línea es, en nuestra opinión, excelente, y prueba los concienzudos trabajos de campo hechos por el autor. Sentimos que sus grandes dimensiones nos impidan extractarla, y sería de desear que viese la luz pública.
Por último, el coste total de la construcción de esta línea se gradúa en 224.846,221'23 reales, y el producto bruto de la explotación en 18.348,633'08 reales anuales.
Aprobado, como hemos visto, este excelente proyecto, y subvencionada ampliamente la obra por las dos provincias da Badajoz y Sevilla, se adjudicó á la Compañía general de crédito, que no habiendo comenzado á la hora presente los trabajos por circunstancias inexplicables, acaba de solicitar (en 15 de Abril de este año) que se le permita variar el trazado en la parte que corresponde á la cabeza de la línea.
Aunque esta pretensión es muy combatida por las provincias de Córdoba y Sevilla, puesto que sólo parece tener por objeto que empalme el camino con el de Cádiz (perteneciente á la misma Compañía concesionaria), y no con el de Córdoba, como en el proyecto aprobado de Rapin, por si al cabo se realizara, indicaremos la alteración propuesta en el plano que hemos visto del ingeniero Sr. Aramburu.
Partiendo de Mérida y pasando por Calamonte, Torremegía, Almendralejo y Viilafranca, llega á Zafra con 62 kilómetros de desarrollo. Aquí, por buscar la cuenca del arroyo del Prado, pasa la línea por un desierto entre Bienvenida y Usagre, dejando muy lejos á Fuente de Cantos, pueblo importantísimo, va luego á Villagarcía, Llerena, Casas y Reina y Fuente del Arco, donde empalma con el camino de Bélmez á 113 kilómetros de Mérida.
A 13,500 kilómetros de este empalme se pasa el puerto de Llerena por un túnel de 810 metros, y se llega á Guadalcanal, presentándose en seguida á 1,500 kilómetro otro túnel de 375 metros para pasar el puerto de Cazalla. De Alanís sigue á Constantina, El Pedroso, con dos túneles, uno de 340 metros en el collado de Malos Pasos, y otro de 180 entre Parroso y el castillo de la Encarnación; y por último, por Cantillana, Villaverde y Alcalá del Rio (donde pasa el Guadalquivir) y por la Rinconada llega á Sevilla en las inmediaciones de la ermita de San Onofre. La longitud de la línea es de 219 kilómetros 935,29 metros.


Fuentes.- Historia del Ferrocarril en España, las compañías Ferroviarias de España del siglo XIX a la actualidad, Relatos de viajes Contemporáneos y Hemeroteca Renfe.


Rafael Spínola Rodríguez

lunes, 3 de septiembre de 2018

Nuestro Entorno 2


Parque Natural Sierra Norte (segunda parte)

Aprovechamientos de los recursos naturales.-
Los usos y aprovechamientos de lo que es hoy el Parque Natural Sierra Norte, han ido modificándose según las necesidades de las personas que lo han habitado y habitan. Así vemos que actividades como la dehesa, plantas medicinales, destilerías, minería y otras, han ido perdiendo protagonismo, algunas hasta desaparecer, en pro de otro tipo de actividades como el turismo rural y de naturaleza, caza, pesca, gastronomía, corcho, etc.
El pilar básico de la economía serrana es el sector primario, encabezado por la ganadería y seguido por una agricultura orientada en gran medida a la alimentación del ganado, encontrando que industria y servicios están por debajo de la media provincial.
La pérdida de valor económico del uso que se hacía de las dehesas ha resultado ser el principal problema para el medio ambiente, debido a que se permite el avance del matorral o el envejecimiento de encinas y alcornoques, con lo que pierde calidad su amplio muestrario de efectos beneficiosos. Y, por supuesto, esta situación repercute una bajada en la calidad de vida en los pobladores de la sierra, como demostró la tremenda emigración de los años 60.
La garantía de ingresos que supone la dehesa está en crisis, y el resto de aprovechamientos posibles en la comarca no se han desarrollado o incluso han desaparecido, como es el caso de la vid, antaño el comercio más floreciente, o el lino. Por otro lado, el olivar ha experimentado cierto crecimiento, pero con una explotación de baja intensidad obligada por la escasa calidad del suelo.
Mejor fruto tiene el alcornocal, siempre que el cultivo se complemente con la industria transformadora adecuada. Lo mismo que ocurre con los famosos aguardientes de Cazalla y Constantina, en paulatina pérdida de pujanza que, no obstante, puede cambiar de signo tras una reciente entrada de capital foráneo.
La riqueza natural de la Sierra Norte está todavía a la espera de que se rentabilice. Todos los expertos coinciden en la potencialidad de las setas, plantas aromáticas y medicinales, y por supuesto de la caza y pesca, sin olvidar el factor de calidad que se puede añadir para valorar mejor los típicos productos serranos, como sus cerdos o la leche.
Los aprovechamientos de esta tierra han encontrado un filón en el turismo gastronómico y de naturaleza, el sector económico de más empuje en nuestra sociedad del ocio. Pero aquí se manifiestan algunas carencias, cada día afortunadamente menores gracias a iniciativas privadas y públicas que ofertan los encantos del Parque Natural a un visitante de calidad.
La prestación de servicios turísticos parece uno de los futuros más nítidos para los pobladores del Parque Natural como renta complementaria. Lejos quedan los tiempos en que las minas fueron un bastión de riqueza, e incluso fama, fuera de sus fronteras.
La Mina Rica de Guadalcanal, agotada tras dos siglos, el Cerro del Hierro... explotaciones que hasta dieron origen a los primeros altos hornos de España, la Fábrica de El Pedroso.
Pero en esta comarca de delicado equilibrio entre el medio y la economía –interdependientes– no se ha perdido del todo casi ninguno de los aprovechamientos naturales. La madera, el corcho, la recogida de frutos y setas. Y por supuesto dos de sus más boyantes prácticas: la caza, que encuentra en Sierra Norte el enclave imprescindible para su práctica, y la explotación de la dehesa, la antiquísima gran madre de la riqueza medioambiental del Parque Natural.
Antigua mina a cielo descubierto del Cerro del Hierro, San Nicolás del Puerto.
Aprovechamientos forestales. Madera, leña, corcho, varas de castaño.
El principal aprovechamiento forestal de la dehesa es el corcho, el caparazón epidérmico en que se envuelve el alcornoque para protegerse del fuego y de las oscilaciones de temperatura. Son células vegetales muertas que se llenan de aire, formando un material que la tecnología no ha encontrado sustituto.
Desde los tiempos de los romanos se utiliza en la elaboración de calzado, y por supuesto para tapar recipientes que contengan líquido.
Es difícil calcular cuánto alcornocal hay en el Parque Natural, pues se encuentra muy mezclado con encinas. Las masas puras de alcornoques se estiman en 4.500 hectáreas, mientras que hay 33.600 hectáreas de bosque con ambas quecíneas.
La extracción del corcho es una maniobra que nos devuelve a tiempos pasados, ya que se sigue haciendo como siempre: a mano y con cuidadosos golpes de hacha para no dañar al árbol. La primera saca del corcho se llama desbornizamiento, y a partir de entonces se repite cada nueve años.
El corcho se lleva a la industria transformadora, que ha venido menguando en la comarca. Sin embargo, hoy día recupera brío.
La extracción de madera se concentra casi exclusivamente en pinos y eucaliptos, especies introducidas en la Sierra Norte con ese fin. De los primeros hay unas 900 hectáreas, y de eucaliptos, 1.700, y en descenso por su nefasto impacto sobre el resto de la vida animal y vegetal. Son árboles de rápido crecimiento, mucho mayor que el de las especies autóctonas. De ahí que el uso maderero de castaños o chopos sea prácticamente testimonial. De los castaños sí se continúan aprovechando sus varas, con las que varear los olivos para hacer caer sus frutos, y también para la fabricación de vigas, duelas y tutores para los árboles.
También ha desaparecido prácticamente la fabricación de carbón vegetal a partir de leña obtenida de las podas, el carboneo para el que se construían unas características estructuras circulares de madera (boliches).
Pero si se sigue fabricando el picón o cisco para los braseros, con los que calentarse en la camilla con un toque de alhucema para dar buen olor. Se hace echando pequeñas ramas en el boliche, de forma que en unas horas ya están convertidas en el carboncillo apropiado.

Olivas y aceite.-
El olivar es par te intrínseca de la cultura mediterránea. En el Parque Natural ha ido extendiendo sus dominios hasta las 16.000 hectáreas actuales; de pequeñas manchas a grandes paisajes que se pueden contemplar sobre todo en Constantina, Cazalla y Guadalcanal. El olivar se asienta en suelos calizos, terrenos marginales de tanta pendiente que a veces dificulta su recogida.
El olivo (Olea europaea) es una variante del acebuche (variedad sylvestris) del que se aprovecha la leña, pero sobre todo su fruto, que ha servido para medicinas, cosméticos, y sobre todo para su moltura y conversión en aceite, uso actual junto a una pequeña producción de aceituna de mesa.
La antigüedad de las plantaciones de olivos en el Parque Natural motiva que la variedad de frutos sea grande. Picual, pico-limón, martero, zorzaleño, manzanilla... producen un aceite cada vez más valorado.
La prueba es que son tres las marcas autóctonas que salen al mercado: La Naverita, que engloba la producción de Las Navas, Sierra Norte, abastecida por doce cooperativas de toda la comarca, y Sierra de Guadalcanal, envasado en la localidad.
Aprovechamiento del corcho Poda encinar y su aprovechamiento para ramoneo” del ganado. 
 
Aprovechamiento del olivar.-
Los molinos a la antigua usanza ya casi han desaparecido.
Su uso está limitado a El Pedroso, con el molturado a base de rulos de piedra, y las prensas de donde salía el aceite.
El olivar serrano tiene ejemplares de hasta 500 años.
Está envejecido por falta de podas y tiene una baja producción (de 500 a 1.000 kilos por hectárea), siendo frecuente que la cosecha sólo se efectúe en los años buenos. Incluso las grandes propiedades explotan como dehesa con pastizales, con un aprovechamiento ganadero.
El aceite de la Sierra Norte tiene buenas propiedades organolépticas (sabor y olor). En los últimos años se están haciendo esfuerzos en ir mejorando la calidad, cuidándose todo el proceso de producción. 
 
La ganadería y sus productos.-
Pastos, bellotas y matorral son el sustento de la cabaña ganadera del Parque Natural criada de forma extensiva, estimada en unas 180.000 cabezas, repartidas entre ganado ovino, porcino, caprino y vacuno.
Aunque se ha propagado el engorde con pienso y la producción intensiva e incluso industrial (aves), persiste el sistema tradicional extensivo, aprovechando pastos y frutos (sobre todo bellota). Esto es así desde el origen de los primeros asentimientos humanos, y se afianzó con los privilegios reales a la organización de ganaderos del Medievo, la Mesta.
La raza vacuna dominante es la retinta, las de raza pura se suelen cruzar con toros de raza charolesa o, sobre todo, limosina; para su comercialización a través de la venta del ternero al destete –con unos 200 kilos–. De la raza frisona se obtiene la leche (en especial en Cazalla, Constantina, La Puebla y Guadalcanal), que es vendida a grandes centrales lecheras o, también, fresca para el mercado local. Por supuesto, se pueden encontrar quesos de la tierra, tanto de vaca como de cabra.
La lana de las ovejas merinas dejó de ser, en el siglo XIX, el producto estrella de la utilización de las dehesas. 
 
El ganado ovino se comercializa hoy día por su carne.-
El ganado caprino es el único capaz de sacar provecho del matorral. La raza predominante es la serrana, muy bien adaptada a lo que puede comer aquí, pero de poco rendimiento lechero. Así que su aprovechamiento primordial también es el cárnico, origen de algunos típicos platos, aunque asimismo sirve para hacer quesos. Si antes su producción era casera y para su consumo familiar, ya puede el viajero encontrarlos comercializados.
Los cerdos son fundamentales en la pervivencia de la dehesa, dando rentabilidad a este tipo de explotación y, por tanto, garantizando la existencia del ecosistema.
El cerdo alimentado principalmente con bellotas, ha descendido por las prácticas industriales.
Pero aún es un espectáculo habitual la montanera, el periodo de otoño y principios de invierno en que se cae la bellota y estos omnívoros la devoran al pie de la encina. La industria del cerdo no está del todo desarrollada en la comarca, aunque en la actualidad está en expansión. 
 
Bibliografía.-
Plan de Ordenación de Recursos Naturales y Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Natural Sierra Norte. Consejería de Medio Ambiente. 1994.
Supervivencia de la Sierra Norte de Sevilla. Casa Velázquez. 1992.
Avance de planificación en el Parque Natural de Sierra Norte.
Agencia de Medio Ambiente. 1991.
Plan Forestal Andaluz. La Dehesa. Consejería de Agricultura y Pesca. 1992.
Estudio de la flora amenazada y formaciones vegetales de interés del Parque Natural Sierra Norte. Consejería de Medio Ambiente. 1997.
Permanencia y cambio en la Sierra Norte de Sevilla. María Dolores Requena Sánchez. Grupo de Investigación Estudios Integrados de Geografía.
Mapa de cultivos y aprovechamientos. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Acercamiento a la rivera del Huesna. Manuel Rodríguez de la Rosa. Editorial Guadalmena.
 
 Rafael Pérez de Guzmán Puya.- Licenciado en Biología

lunes, 27 de agosto de 2018

Libro de la Montería de Alfonso XI

Guadalcanal en un célebre tratado de caza medieval


El Libro de la Montería es un tratado de caza elaborado a mediados del  siglo XIV que sirvió al rey Alfonso XI de guía cinegética. El libro ofrece todo tipo de consejos para una óptima organización de las cacerías según la época del año, las condiciones climáticas concretas y el tipo de presa, reuniendo valiosas instrucciones (en gran medid, de tradición arábica) para el tratamiento médico y quirúrgico de los perros de caza, y narrando diversas anécdotas sobre la materia. De especial interés resulta la descripción, sorprendentemente precisa, de los más diversos parajes de la mayor parte de la Península Ibérica. Destaca de forma especial la enorme cantidad de lugares que se mencionan con su nombre tradicional: se ha calculado un total de más de nueve mil topónimos menores que se enumeran a lo largo de los 359 folios de que consta el manuscrito.
También el área de Guadalcanal es objeto de una minuciosa descripción, que permitirá al lector familiarizado con su tierra reconocer de inmediato una serie de nombres de lugares que aún hoy, setecientos años después, siguen empleándose para identificar los sitios. Transcribo a continuación literalmente los pasajes en cuestión:
El Arroyo del fresno, que es entre Caçalla et Guadalcanal, es buen  monte de puerco; et a las vezes ay osso. Et es buen monte de yuierno et en el comienço del verano. Et es la bozería desde en par de la casa de Johán Royz fasta en asomante de la casa de Sancho Garçia, el carnicero, por çima del Arroyo del Fresno. Et son las armadas entre la casa de Sancho Garçia, et el Río de Benalixa, et es otra armada en cima de la casa de Sancho Garçia, cerca de la bozería.
El Tamuioso que es entre Guadalcanal et Azuaya es buen monte de puerco en yuierno et en el comienço del verano, et a las vezes ay osso. Et non ay bozería, saluo monteros quel hablen de encima de las Cabezas del Guiio. Et son las armadas en el enzjnalque entre este monte et los bodegones que están en el camjino, desde el colmenar que fue de Pero García de  Magaz por el Arroyo del Tamuioso ayuso.
El monte de la Parrilla es buen monte de puerco. Et a las vezes ay osso en
yuierno, et en el comienço del verano. Et es la bozería por el çerro que esentre el Río de Benalixa et la Senda de las Rocas, fasta en derecho de laCabeça del Catalán. Et son las armadas la vna al colmenar de Sancho Muñós, et la otra al colmenar de Martín Esteuan.
La Sierra de Johán Peres es buen monte de osso et de puerco en yuierno et en verano. Et en la bozería por cima de la sierra. Et son las armadas en la Assoiuela, camjno de Guadalcanal; et la otra entre la Sierra de Johán Peres et la Cabeça de la Palma, en el camjino que va a la Peraleda. (fol. 272 v.)
La Ladera de Agua de Toca es buen monte de puerco en tiempo de panes, et a las vezes ay osso en tiempo de las vuas et de los panes. Et es la bozería por çima de la cumbre de la sierra. Et son las armadas al arroyo; La Sierra de Hayón es buen monte de puerco en yuierno, et a vezes ay osso. Et son las bozerías la vna desde los Veneros fasta la senda que ua de Guadalcanal a las casas de don Berenguer; et la otra bozería es entre los guijos et esta sierra, sobre el moljno de Alfonso Peres. Et que estén omnesque deseñen en cima de la cumbre, et son las armadas la vna a la Xara de Cordobilla, et la otra a Sancta María de Lara, et la otra deyuso del moljno de Alfonso Peres (fol. 276 r.)
Un primer hecho que nos llama la atención son las continuas referencias a la fauna de interés cinegético: en la época videntemente abundaban aún no sólo los jabalíes (“puercos” en el texto), sino también los osos, en algunas zonas todo el año, en otras en determinadas temporadas (“en tiempo de las uvas / de los panes”, etc.). Los nombres de los lugares de importancia para la caza –bien como punto de referencia geográfica, bien como sitios adecuados para la instalación de las “vocerías” (lugares donde un grupo de monteros espantaba con sus gritos a los animales salvajes) y las “armadas” (puntos donde otros cazadores se emboscaban para acechar a las presas que huían)  llevan en parte nombres conservados hasta hoy, en parte nombres ya perdidos, tanto de origen anterior a la Reconquista como creados mediante el léxico castellano. Encontramos lugares que derivan su nombre del propietario o de un dueño anterior (que, como mucho, debió haber vivido un siglo antes, pues la cristianización de la región era aún reciente en la fecha de redacción del libro): La Casa de Johán Roiz, La Casa de Sancho Garçía El Carnicero (personaje sin duda vivo aún en la fecha de redacción del libro, a juzgar por la alusión a su oficio), El Colmenar de Pero García de Magas, La Cabeça del Catalán (ha de tratarse de un donadío concedido como recompensa por los servicios prestados en la reconquista), El Colmenar de Sancho Muñós, El Colmenar de Martín Esteuan, La Sierrade Johán Peres, Las Casas de don Berenguer, El Moljno de Alfonso Peres. Otros topónimos hacen referencia a características naturales del terreno que designan, como vegetación típica (El Arroyo del Fresno, El Tamuioso “lugar poblado de tamujo”, La Cabeça de la Palma, La Peraleda, El Monte de la Parrilla), determinadas formas del terreno (Cabeças del Guiio; como guijo se designaba en la lengua medieval a una elevación con cima en pico; El Cabeçuelo, diminutivo de cabezo “cerro”), a la abundancia de agua (Los Veneros), o a actividades humanas que habían dejado huellas visibles (La Senda de las Roças “terreno rozado”, varios colmenares, casas, molinos, etc.). A estos nombres fáciles de interpretar lingüísticamente gracias a su origen castellano se suman otros cuya creación remonta a capas lingüísticas anteriores a la Reconquista: además del nombre de la localidad, Guadalcanal (que suele interpretar como formación híbrida árabe-mozárabe wadi “río” + canal),
destaca la mención del santuario más venerado: Guaditoca, que aparece en este texto en su primera atestiguación, si bien un tanto deformado por influencia de una etimología popular fácil de comprender (el primer elemento del nombre, Guadi-, se asocia con la voz castellana agua: Agua
de Toca). Otro nombre anterior a la implantación del castellano en la región es Belanixa, forma sin duda de origen árabe antroponímico, basada en el árabe ibn “hijo de” (La Jayona (que figura en el texto como Sierra del Hayón), La Parrilla, entre otros.

Dedico este trabajo a la memoria de mi padre, Antonio Gordón Bernabé, de Guadalcanal, que supo transmitirme su profundo amor por la tierra que le vio nacer.

Mª Dolores Gordón Peral – Catedrática de la Universidad de Sevilla 
Revista de Ferial 2006