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sábado, 1 de junio de 2024

El término de Guadalcanal (2)


Desde su origen hasta finales del antiguo régimen
Segunda parte

3. -Dehesas concejiles.

    Se engloba en este apartado las tierras adehesadas y comunales dadas por la Orden al concejo y su vecindario a finales del siglo XIII, cuando Guadalcanal se constituyó en villa exenta de la jurisdicción de Reina.
    El carácter comunal implicaba su repartimiento temporal y gratuito entre el común de vecinos, de acuerdo con las disposiciones contenidas en los Establecimientos de la Orden, plasmadas posteriormente en las ordenanzas municipales. Esta aplicación se mantuvo hasta finales del XVI, cambiando su utilidad progresivamente, siempre en el sentido de perjudicar al común de vecinos y en beneficio de sus administradores más directos (la oligarquía concejil, con los regidores perpetuos al frente) y de la Corona. Para el cambio de utilidad, esto es, que cesasen como tales bienes comunales e incorporar sus rentas a los propios del concejo, se utilizaba cualquier excusa. Por ejemplo, en Guadalcanal argumentaron el cambio de titularidad para sufragar los gastos derivados de la compra de oficios concejiles, es decir, las regidurías perpetuas, el oficio de alférez mayor, la escribanía de millones o el almotacenazgo.
    Tras estos cambios, ya a mediados del XVII el cabildo municipal disfrutaba de las rentas de la mayor parte de las dehesas concejiles (se conocían como bienes de propio y arbitrios). La relación de las mismas, especificando sus aprovechamientos, superficie en fanegas de puño en sembradura de trigo, lindes y rentas en reales de vellón, viene relacionada en las respuestas al Catastro de Ensenada:

Nombres

Usos

  Nº Fanegas

  Rentas 

Encinal

Bellota y Pastos

10.820

14.000

De la Vega

Pastos

130

120

Postigo

Pastos

300

623

Esteban Yañes

Pastos

120

84

La Zarza

Pastos

180

408

Santa Marina

Pastos

180

48

Plasenzuela

Pastos

105

704

Monforte

Pastos

1.040

3.703 7

Viñuelas

Pastos

104

20

Molinillo

Pastos

110

10

Tierra de secano

Labor

50

168

13.139

19.891

            El Catastro nos proporciona más datos sobre estas dehesas, como la distancia en leguas al pueblo y sus linderos. Considerando sucesivamente el levante, norte, poniente y sur:
– La dehesa del Encinal estaba como a legua y media de la población, alindando con el camino de Azuaga a Sevilla, tierras de particulares, río Sotillo y otras tierras concejiles.
– La Vega, a tres cuarto de legua, con el arroyo de la Pasada al norte y con tierras particulares en las otras tres direcciones.
– La del Postigo, a una legua, con el término de Alanís y con tierras particulares en los otros puntos.
– El Molinillo, a media legua, rodeada por tierras de particulares. La Viñuela, a media legua, con la peña Corcobada, tierras de particulares, el caserón de la Fuente y tierras de particulares.
– La Zarza, Santa Marina y Plasenzuela, en distintos sitios del término, a tres cuarto de legua, con tierras de particulares por los cuatro puntos cardinales.
– La de Esteban Yáñes, a una legua, alindaba al norte con el charco de la Sal y con tierras de particulares en las otras tres direcciones.
– Por último, Monforte, a una legua, con el arroyo de los Molinos, el baldío del Potroso, el baldío de la Lagunilla y la rivera de Benalija.
    Las dehesas se dedicaban exclusivamente al mantenimiento de ganados, tanto estantes como riberiegos o mesteños. Este uso quedaba respaldado por leyes ancestrales, cuyo mejor valedor era el Honrado Consejo de la Mesta, y por numerosos capítulos de las ordenanzas municipales, recogidas finalmente en las de 1674:
– Así, en los capítulos 1, 7, 138 y 173 se recomendaba a los alcaldes, ejecutores, mayordomos y alguaciles que fuesen diligentes en las sentencias y ejecución de las penas derivadas del mal uso de las dehesas, siendo especialmente severos con los forasteros.
-Con este mismo objetivo se incluyeron los capítulos 4 y 104, que obligaban a los oficiales a visitar periódicamente las mojoneras de las tierras concejiles, y las del término en general, cuidando de que no fuesen desplazadas ni destruidas.
-En el 27 se señalaban expresamente las penas por cortar árboles en cualquier predio concejil, quedando regulada también la tala para hacer leña o para madera (Caps. 112 y 113). Este mismo objetivo perseguía otros muchos capítulos enfocados para conservar la riqueza forestal del término, impidiendo talas abusivas y proponiendo medidas para evitar el fuego y su propagación (caps. 145 al 149). Incluso, por el 150 se obligaba al vecindario a acudir a sofocar los incendios que pudieran surgir.
– En el 31 se recomendaba a los mayordomos que fuesen diligentes a la hora de cobrar las rentas de las dehesas concejiles.
– Como durante ciertas épocas del año las referidas dehesas estaban acotadas, prohibiendo la entrada de ganados para evitar su agotamiento y desertización, en los capítulos 102 al 111 se señalaban las penas correspondientes, que oscilaban dependiendo de la especie en cuestión, del número de cabezas denunciadas y si concurría la circunstancia agravante de nocturnidad.
– La dehesa más valiosa por extensión, calidad de sus pastos y riqueza forestal era del Encinar. Por ello, para su mejor conservación se redactaron los capítulos 128 al 136. Más adelante, como un añadido al final de las ordenanzas (fol. 223), se recogen algunos matices, especialmente relacionados con la distribución equitativa de la bellota.
– Por último, en los capítulos 160 al 162 y en el 185, se regulaban las funciones de los guardas y montaraces concejiles.
    Como era habitual en cada pueblo, existía una dehesa especial, la boyal, reservada exclusivamente para el mantenimiento de vacas y bueyes empleados en la labor. Su específico señalamiento corresponde a los primeros momentos de la Orden en la zona, costumbre que se mantuvo con celo especial durante siglos. Ya en el XVIII, a medida que los bueyes quedaron relegados por otros animales de tiro en las tareas agrícolas, y debido a la protección especial del ganado yeguar, también se dedicaron estas dehesas al mantenimiento de caballos y yeguas (Ordenanzas sobre la cría y conservación de los caballos de raza). En Guadalcanal, la dehesa boyal era la de Monforte y tras los cambios referidos, aunque seguía con su primitivo uso, desde finales del XVI también se arrendaban parte de sus pastos.
4.- Baldíos concejiles.
    Tenían la consideración de baldíos aquellas tierras menos productivas del término, o las de explotación y acceso más dificultoso. Siempre tuvieron una aplicación comunal y gratuita, empleándose como pastos y, bajo determinadas circunstancias, como tierras de labor. No obstante, el tratamiento dado a estas tierras fue muy discutido, variando de unas fechas a otras de acuerdo con intereses de la Corona, de la Orden o de los propios cabildos. La Corona, dependiendo de los casos, unas veces defendía el uso comunal y gratuito original, otras autorizaban a los cabildos para su inclusión en los propios y arbitrios, y en ciertas ocasiones los vendía libremente a particulares, como ya ocurrió en tiempos de Felipe II y se repitió durante el reinado de Felipe V.
    La superficie que ocupaban ascendía a unas 3.000 fanegas de puño en sembradura de trigo, aunque, según indicaron en las respuestas al Catastro, sólo se utilizaban 2.130 fanegas., quedando el resto incluidas en el apartado de tierras inútiles. El cuadro que sigue relaciona cada uno de estos predios, desglosados en categorías productivas:

Nombre

Total Fgas.

Breña

30

Sierra del Viento

70

Malcocinado 

1.600

Loma del Puerco

400

Calera

100

Ortarijo

200

Vuelta del Infierno

600

Quebrantahueso

200

     Para su mejor localización en el término, se añade la distancia en leguas a la población y sus lindes al levante (este), norte, poniente (oeste) y sur, sucesivamente:
-Breña: cuatro leguas; camino de Cazalla, propiedad particular, puente de Sevilla y propiedad particular.
-Sierra del Viento: un cuarto de legua; propiedad particular, término de Fuente del Arco, propiedad particular y propiedad particular.
-Malcocinado, Pino y Guadalperales: dos leguas; término de Azuaga, dehesa del Encinal, camino de Monesterio y dehesa del Puerto.
-Loma del Puerco: una legua; término de Azuaga, tierras concejiles, término de Azuaga y propiedad particular.
-Galamar de las Caleras: una legua; Huerta (o vuelta) de la Rivera, ídem, propiedad particular y propiedad particular.
-Ortarijo: una legua: Rivera de Benalija, propiedad particular, Quebrantahueso y Carrilejo y el Hornillo.
-Vueltas del Infierno y Hornillo: legua y media; Rivera de Benalija, tierras de Batanejo, Quebrantahueso y Rivera de Benalija.
-Quebrantahueso: una legua; Maroquejo, propiedad particular, baldío del Judío y Rivera de Benalija.
-Judío: a una legua; Quebrantahueso, propiedad particular, Arroyomolino y Rivera de Benalija.
-Lagunilla, Banasto y Clara García: dos leguas; Rivera de Benalija, Rivera de Benalija, baldío de las Eras de Barragán y Arroyo del Moro.
-Eras de Barragán: dos leguas; propiedad particular, Parrilla, Arroyo del Moro y baldíos anteriores.
-Potroso de la Parrilla: una legua; propiedad particular, baldío de la Cabeza del Porrillo, Arroyo del Moro y valle de la Sierra.
-Cabezas del Porrillo: una legua; propiedad particular, llanos del Porrillo, propiedad particular y Parrilla.
-Sierra del Porrillo: una legua; propiedad particular, propiedad particular, propiedad particular y Arroyo del Moro.
-Umbría de la Sierra de la Calera: una legua; Rivera de Benalija, propiedad particular, propiedad particular y solana de dicha sierra.
-Bulbana: una legua; propiedad particular, propiedad particular, propiedad particular y dehesa del Postigo.
    Para aproximarnos al uso más común dado a estas tierras, utilizamos el tratamiento reglamentario dispuesto en las ordenanzas. Según los capítulos 271 al 275 se establecía que:
    Para evitar engaños en las tierras concejiles tomadas para labor; estando algunos en su uso durante mucho tiempo, como si fuesen suyas, tomando, dando o repartiendo a otros sus parientes y amigos (…), siendo tierras comunes a todos (…), ordenamos que cualquier vecino que tomare tierras en el término de Benalija o en otras tierras del concejo para labrar; que las tomen el día de San Martín de cada un año, desde que el sol comenzare a salir; según la costumbre de dicha villa; y que ningún vecino no pueda tomar más tierra de la que aquí se dirá, que si fuere para trigo, cebada o centeno, que tomen para diez fanegas y no más; y si fuere para lino o de otra simiente que tome para cuatro fanegas (siempre) en tierras que el año de antes no haya tenido (para que nadie se perpetuase en su uso); y si más tierra tomare que pague en pena trescientos maravedíes para el concejo; y el que demás así tomare, aunque la tenga arada, rozada y estercolada, que otro cualquier vecino la pueda tomar; arar; sembrar y aprovecharse de ella sin pena alguna (…);y si se averiguare que estuvo sembrada el año pasado, que además pierda la labor y sea para el concejo; y que la dicha tierra no pueda ninguno tener más de un año (…). Que, si algún vecino tomare tierras antes del día de San Martín, árela y rócela (…) y si no lo hiciere que cualquier vecino pueda tomarla el día de San Martín …
    Es decir, se regulaba la fecha para que los labradores señalaran la parte que iban a cultivar, las reglas que regían en el reparto, la cantidad máxima de tierras que podían tomar, las penas aplicadas en caso de incumplimiento de lo estipulado y las labores que se debían realizar antes de la siembra. Por si quedaba alguna duda, se incluyeron los capítulos 114 al 118, especialmente destinados a regular los cortes de leña y sancionar a los ganados de forasteros. Más adelante, a medida que la agricultura fue tomando protagonismo, el señalamiento de las distintas suertes a sembrar se hacía ante el escribano del cabildo, de acuerdo con ciertas normas de reparto establecidas al efecto.

Manuel Maldonado Fernández.
Revista de Guadalcanal 2002

sábado, 25 de mayo de 2024

Emigración y población de Guadalcanal

 

Guadalcanal, Una villa que languidece             

    Este estudio pretende analizar la población y emigración de Guadalcanal y sus factores durante la segunda mitad del siglo XX, pero antes analizaremos unos datos que convienen recordar a través de los siglos.
    Los primeros censos fiables que hemos encontrado se retrotraen a finales del siglo XV y durante el siglo XVI. El primer factor a tener en cuenta es que Guadalcanal hasta 1521 la villa se encontraba fuertemente fortificada, por ser Guadalcanal comunero, fue mandado por Carlos I tirar las murallas, así pues, existían dos tipos de censo, los vecinos propios de la villa y los que vivían en extramuros, esta última población era menos numerosa y más flotante, principalmente eran comerciantes y pecheros atraídos por el comercio de la Encomienda de Guadalcanal, tales como pieles, carnes, cereales, vinos, ganados, zumaque y otros derivados de sus ricas deesas y campos de labor.
    Durante el siglo XVI hay que analizar que influyeron en la fluctuación de las estadísticas, por una parte en la primera mitad del siglo, la emigración a Indias mermó la población, entre 1506 y 1526 se contabilizaron 375 individuos que viajaron al nuevo mundo para probar fortuna y durante la siguiente década emigraron de la villa otros casi doscientos individuos, unos como soldados de fortuna, es el caso de Pedro Ortega Valencia que con la expedición de Álvaro de Mendaña en Enero de 1568 descubren las islas de Salomón y bautizando a la mayor más importante con el nombre de su villa. Otros eran comerciantes y la mayoría como sirvientes, muchos de los cuales llegaron a hacer fortuna y llegaron a formar capellanías y favorecieron los iglesias y conventos de la villa.
    Otro dato destacable de este siglo fue el descubrimiento y posterior explotación en el término de las minas de plata de Pozo Rico, en el año 1555 por Martín Delgado. Si bien este acontecimiento atrajo en los años siguientes gran cantidad de técnicos, obreros y esclavos para su explotación, tuvo poca incidencia en la población del Concejo, ya que en principio la mayoría se quedaban en barracones junto a la mina y posteriormente llegó a formarse un poblado que contaba con iglesia, almacenes de suministros, etc., llamado San Antonio de la mina y que llegó a contar con más de 150 almas.

Año

1494

1498

1515

1571

1591

Habitantes

1370

1500

1700

1200

1055

    En la hambruna primera mitad de la centuria del siglo XVII se estableció la población ligeras fluctuaciones, en la segunda mitad del siglo, la pandemia de la peste y la hambruna provocada por la misma, provocó que la población de Guadalcanal disminuyera en más de un 50%, así, en el año 1639 se contabilizaban casi mil vecinos y en 1650, apenas sobrepasaban los 500, la población poco a poco se fue recuperando, terminando este siglo con aproximadamente 1.200 habitantes. 

Año

1612

1639

1646

1670

1689

Habitantes

1000

1080

480

591

639


    Durante los siglos XVIII y XIX la población de Guadalcanal, así como la del resto de España registró un considerable incremento. En el siglo XVII una vez superada las hambrunas y pandemias del siglo anterior, la villa registró un avance demográfico muy considerable, por una parte, se expandió la villa con nuevas edificaciones en el casco urbano, así como la creación de nuevos barrios en los aledaños de la misma, Erillas, Majalillo, Cotorrillo y otros, así como el incremento de habitantes en el asentamiento pedáneo de Malcocinado y en las cortijadas del término municipal, vinieron nuevos pobladores de pueblos cercanos e incluso de la vecina Portugal, atraídos por el trabajo en el campo, principalmente en la vendimia y recogida de grano, estos individuos que en su mayoría venían solos, esposaron con mujeres de la villa y formaron familias, otros venían con la familia, principalmente, los que tenían hijos aptos por su edad para trabajar.
    Por otra parte, en este siglo ya eran más fiables las estadísticas, gracias a los recuentos periódicos que se hacían a través del Vecindario General de España de Campoflorido. Así, Guadalcanal comenzó el siglo con apenas 1.200 habitantes y termino con una cantidad cercana a los cuatro mil.

Año

1710

1725

1750

1780

1795

Habitantes

1280

1890

2365

3770

3845

El siglo XIX continuó con la progresión demográfica de la centuria anterior, con datos censales aún más fiables pues en la segunda mitad comenzó a funcionar el Instituto Nacional de Estadística, hay varios factores que si conviene analizar, por una parte, en 1833 comenzó el expediente de segregación del barrio pedáneo de Malcocinado y terminó el proceso en 1842, con está disyunción, la villa perdió aproximadamente 325 vecinos entre los residentes en la propia población y las cortijadas cercanas que quedaron bajo su jurisdicción. En 1855 llegó a la villa la epidemia de cólera, aun cuando no fue tan nefasta como en otros pueblos cercanos, mermó la población,  A partir de ese año, Guadalcanal siguió recuperando población, mayor número de nacimientos y nuevas familias foráneas que se establecían, sin bien, en los años finales de la centuria, la población se estabilizó o incluso se percibe una ligera disminución, uno de los acontecimientos atribuible es la pérdida del 90% del viñedo a consecuencia de la filoxera en el sur de la península. 

Año

1820

1840

1860

1887

1897

Habitantes

4460

5446

5441

6139

5935


    Pasamos a analizar el siglo XX por proximidad y por objeto principal de este estudio. Hay un dicho en Guadalcanal que por repetido no es cierto, “cuando Guadalcanal tenía diez mil habitantes”, el mayor índice de población recogido en Guadalcanal por el Instituto Nacional de Estadística fue en 1935 con 7.629 habitantes.
    En la primera mitad del siglo y hasta la siguiente década, Guadalcanal conoció una floreciente industria, con fábricas de aguardiente, alfarerías, molinos de aceite, orujos y cereales, carpinterías, fraguas, fábricas de tejas y refractarios, jabones, harina y pan, aguardientes, construcción y un complejo entramado de pequeñas industrias, talleres de artesanos y establecimientos de todo tipo que daban cobertura a las necesidades de la población, asentando la misma.
    A partir del citado 1935 el declive ha sido progresivo, hasta la fecha actual que se registran apenas 2.630 habitantes. Si analizamos las consecuencias son muchas y decrecientes. En la siguiente década, Guadalcanal perdió más de 1.000 habitantes, la guerra civil disminuyó la población lamentablemente, por una parte, los muertos de ambos bandos, por otra, la cantidad de familias que tuvieron que abandonar sus hogares por motivos políticos.
    El censo de 1.960 del INE reflejaba una población de 6.075 habitantes. Pero el gran éxodo y pérdida de población fue en la veintena del 60 al 80, cuando disminuyo la población prácticamente en un 50%, el trabajo empezó a disminuir, los padres no querían para sus hijos el futuro que se avecinaba y empezó el gran éxodo a grandes ciudades y pueblos industriales, En la década de los 60 solicitaron la baja del padrón municipal 1.517 guadalcanalenses, siendo sus destinos principales a Madrid capital 172 vecinos, pueblos de la provincia 88, Barcelona capital 259 y pueblos 188, Sevilla capital 219, y así, una larga lista de ciudades y pueblos hasta completar la citada cifra. Este éxodo continuó en menor pero apreciable cuantía hasta 1.980, terminando con un censo de 3.261 habitantes.

Año

1900

1920

1930

1935

1940

1960

1980

Habitantes

5,786

6,714

7,376

7.629

6,931

6,075

3,261

Progresivamente a la falta de trabajo en el sector principal del pueblo, las tareas en el campo y la ganadería principalmente, las empresas fueron cerrando o trasladándose a pueblos cercanos, como el caso de Industrias metálicas Serna a Llerena o Refractarios San José que se trasladó a la vecina Berlanga. La industria de refractarios de gran incidencia en el tejido empresarial de Guadalcanal ha quedado reducida en la actualidad a solo una que trabaja de forma casi residual, otros gremios que desaparecieron fueron los molinos de aceite, limitándose en la actualidad a una cooperativa, un grupo olivarero y un particular, o las carpinterías, en la actualidad agrupadas en una cooperativa y gran parte de ellas desaparecidas.

Año

1990

1998

1999

2000

2010

2019

Habitantes

3,321

3,067

3,015

2,976

2,962

2.627

 A partir de los años 80 del pasado siglo, la población va decreciendo en cantidad menos progresiva, lamentablemente, es una población envejecida, la falta de trabajo y oportunidades para la juventud, va condenando a Guadalcanal a una desolación alarmante, que si los políticos o quien corresponda no interceden, nunca saldremos de la rueda de la España despoblada.

Fuentes. - Archivo personal, Hemerotecas, Instituto Nacional de Estadística, Guadalcanal siglo XX (Ignacio Gómez Galván), La villa Santiaguista de Guadalcanal (Manuel Maldonado Fernández), Emigración a Indias y Capellanías en Guadalcanal (Javier Ortiz de la Tabla Ducasse), Economía y Sociedad en Guadalcanal durante el antiguo régimen (Manuel Maldonado Fernández) y Revistas de Ferias y fiestas de Guadalcanal.

Rafael Spínola Rodríguez

sábado, 18 de mayo de 2024

Nuestra historia (2)

 

Las antiguas murallas de la villa
       

    Para hablar de las murallas de Guadalcanal, hay que situarse en el contexto histórico del Guadalcanal musulmana. Los árabes habían invadido España en el año 711 al mando de Tarik, que se dirige a Toledo tras conquistar Córdoba. En el invierno del 712, Muza sube por la Ruta de la Plata. por Almadén y Monesterio, a conquistar Mérida que lo hace el 30 de junio de 713 ayudado por su hijo Abd el Azis. Tras la conquista de Mérida, dicen los historiadores árabes y en el mes siguiente se conquistó todo el territorio del sur del reino de Badajoz, mandando Muza tropas al mando de su hijo, que luego siguió para Sevilla, que se había sublevado, y marchando él para Toledo. En el mes de Julio del 713 llegan los musulmanes a Guadalcanal, eran árabes y bereberes que dejarían un pequeño destacamento en el lugar, al que llamarán WAD AL QANAL.
    Allí encuentran un cerro fortificado, habitado por visigodos e hispanorromanos, que llaman Monforte, rodeado de Murallas; también encuentran habitantes en diversos sitios del término, y seguro que, en un valle situado entre dos sierras inclinado hacia el sur y lleno de veneros y arroyos con la ruta de Híspalis a Emérita por Astigi y Regina en su lado oriental, al que atraviesa subterránea una corriente de agua de norte a sur. Está patente que lo que hay al llegar los árabes es Monforte y su territorio. En el cerro de Monforte, a 5 Kms. al suroeste del pueblo actual, hay construcciones romanas de derretido con dos murallas concéntricas. Esto, según Mª Dolores Gordón Peral en su libro Toponimia sevillana. Ribera, Sierra y Aljarafe, nos indica que hubo habitación desde muy antiguo. “A la construcción de época romana, debe su nombre el lugar, compuesto de un original Mons Fortis.
    Considerando la llamativa evolución de O tónica a O romance que revela un tratamiento dialectal, se debe adscribir el topónimo al estrato histórico-lingüístico mozárabe. Los mozárabes eran los cristianos que se quedaron a vivir con los árabes y estaban allí de antes. Monforte sería un ejemplo más de nombre de fortificación alusiva a restos más antiguos y de valor arqueológico. Nos inclinamos al mozarabismo del nombre, pues es seguro que hubo habitantes cristianos en estas tierras durante el período de dominación musulmana. El Cerro Mezquita y el arroyo Mezquitas son alusiones que confirman 1a antigüedad de Monforte”. Otro dato que atestigua a Monforte como anterior aún a los romanos, es que está lejos de la calzada romana que va a Regina. Las calzadas se construyeron cuando ya estaban asentados los romanos. Investigaciones hechas por mí en autores antiguos me han revelado que Mons Fortis existía en tiempos del emperador Antonino Pio, que gobernó del año 138 al 161, y también refiriéndose a Guadalcanal dicen que “el primero sitio de su fundación primera fue distante una legua de donde hoy está, en un cerro que se dice Monforte”… “fue fundada en lo selecto de la provincia antiguamente llamada Turdulana o Baiusturia; según el cómputo de las historias, fue casi mil y seiscientos años antes del nacimiento de Cristo.” Esto viene a confirmar que esta fortaleza romana era un oppidum construido sobre restos de otros pobladores que en el caso nuestro serían turdetanos o tartésicos, pues todas las fortalezas primitivas estaban en alto.
    El campesinado hispano-romano-visigodo se sometió a las tropas de Muza, conviviendo luego con la nutrida población berebere asentada aquí y entre ellos, miembros de la tribu de los zenatas. Ya debía de existir Wad al Qanal como población en el año 758, en tiempos del Califa Abderramán I, pues se cita que pasó cerca un tal Yusuf al Fihri, wali árabe que desde Mérida marchó a Fuente de Cantos y, reclutando gentes del sur extremeño, formó un ejército de veinte mil hombres bereberes contra el Califa, y fue a Almodóvar donde fue derrotado, luego se dirigió a Firris (Cerro del Hierro) entre Wad al Qanal y Qústantina, y de allí a los Pedroches, siendo asesinado en Toledo.
     El territorio de Al-Ándalus se dividía en circunscripciones administrativas llamadas Coras, regidas por un gobernador o Walí. Eran como provincias con jefes militares que asistían a la autoridad civil, esto era desde los Omeyas, en 756. Guadalcanal pertenecía territorialmente al castillo de Reina, y éste era de la Cora de Al Balat, ya que se interna su territorio en Extremadura hasta el límite con Hornachos, y por tanto Guadalcanal lindaba por el Sur con la Cora de Firris, cuyo límite era el Benalixa, y, más arriba, el id Sotillo. Benalixa, hoy Benalija, es una rivera que nace en Alanís y es límite entre éste y Guadalcanal, y entre nuestro pueblo y Cazalla. Se cree que el nombre le viene de los Ibn Alisa, familia de la tribu bereber de los Hawwara cordobeses. Wakil gobernó Alisá cerca de Talavera la Vieja en tiempos de Abderramán III an Nacir, y luego cayó en desgracia. Su hijo fue Saydun Ibn Wakil al Awrabi Ben Alisá. Esto fue por los años 912-961. El río Benalixa corría por el límite de las Coras y la de Firris se internaba por lo Pedroches cordobeses.
    Tribus bereberes que habitaron por nuestra comarca fueron los zenatas que eran parientes de los zuwága de Azuaga. Los zenatas entraron por el Guadalete a España y venían del Mogreb y Túnez. Eran nómadas del desierto; dicen los árabes que donde hay dátiles hay zenatas; criaban camellos y eran aficionados al caballo, excelentes jinetes (zeneta) montaban a la jineta (zeneta), dando la imagen de ese depredador nocturno que ha dado muchos topónimos con el nombre de Gineta en el sur de Extremadura. Eran buenos guerreros muy valientes y rebeldes. Los mayores contingentes pasaron a España en tiempos de Almanzor, propiciados por él. Otra tribu era la Miknása, se instaló en el llano de las Bellotas-Fahs al ballet, que se extendía desde el sur de Guadalcanal hasta los Pedroches, y tenían predilección por las bellotas y las minas; llegaron en los primeros años y se extendieron por la baja Extremadura. Los Hawwara se infiltraron también en Extremadura.
    Con la caída del Califato, nacieron los reinos de Taifas alrededor de 1031 y entonces hay una guerra entre el rey de Sevilla y el de Badajoz, de 1044 hasta 1051, en que hicieron las paces, por lo que Guadalcanal y Reina sufrirían las consecuencias.
    El año 1082 Alfonso VI bajó a Sevilla y llegó a Tarifa. Por entonces casaría con la hija de Almotamid, Zaida, que fue llamada Isabel. Después se enfriaron las relaciones y Almotamid llamó a los amorávides, que vencieron a Alfonso VI en Zalaca, cerca de Badajoz, en 1086. En 1088 dicen los Anales Toledanos que el cristiano alcanzó el puerto de Guadalcanal, pero no le ofreció batalla. La entrada al puerto se hacía entonces subiendo por el lado del túnel; luego siguió hasta Sevilla. Otra vez vinieron los almorávides en 1091, y tres años después son dueños de estas tierras. Se sabe por el Botánico Anónimo que en 1100 había castillos al norte de Qústantina; eran los de Qastalla y Al Aniz, y por el Idrisí, que pasó por Ellerina y Zuaga antes de 1152 sabemos que esta última tenía el muro de tierra.
    En 1147 llegan los almohades a Sevilla y Badajoz con Abdelmumen. Le sucedió Abu-Yacub-Yusuy en 1163, en cuyo tiempo comienza el famoso período de construcciones almohades: la mezquita de Sevilla, el puente de barcas, las dos alcazabas, ampliación y refuerzo de las murallas, fortaleza y murallas de Alcalá de Guadaíra, murallas de Niebla, murallas y alcazaba de Badajoz, Murallas de Llerena, murallas y alcazaba de Reina, murallas y alcázar de Guadalcanal, Cazalla, Alanís y muchos más, incluso las torres de mezquitas sevillanas. Ciñéndonos a Guadalcanal, podemos concretar la fecha de construcción de la muralla y alcázar por pertenecer a los dominios de Abu Yahla Hafiz de Badajoz, que después de mayo de 1169 llegó con tropas almohades procedente de Sevilla, y traía la orden de construir y reparar murallas de fortalezas y plazas fuertes de su jurisdicción, según cuenta Ibn Sáhib al Sata, y ello se realizó entre dicho año y 1175.
        En 1171 llegó a Sevilla el Califa procedente de África, y tras conquistar Al Balat, que se había perdido, vuelve a Sevilla y gasta todo su tiempo en grandes construcciones hasta principios de 1176, en que se marcha.
    Si los almohades hacen una muralla en Guadalcanal del perímetro que conocemos, semejante al de Cáceres, es porque se han encontrado un casco urbano con sus calles que viene de antes. Existe la sospecha por mi parte de que hubiera otra muralla anterior, del siglo XI, ya que era una población grande, estaba en el llano y era fronteriza. Por otra parte, vemos como desde los tiempos de dominación musulmana en que la reconquista se aproximaba a la parte meridional de Extremadura, fue dotada ésta de poderosas obras defensivas, como lo demuestran los siete castillos que había en el término, casi todos en la parte norte, sin contar Monforte y el de la población.
    Las murallas de nuestro pueblo eran de derretido según señala el Catálogo Arqueológico, o sea, de mampostería de piedras, pero ello se contradice con su época, y así vemos que Sevilla tiene la parte almohade de su muro, de tapial con 14 puertas, 7 portillos y 166 torres. Niebla también de tapial de tierra sin almenas con 46 torres y 4 puertas. Llerena de tapial la primitiva, con torres cuadradas, 5 puertas y 12 portillos, Azuaga y Montemolín de tapial, y lo mismo Badajoz.
    Continuando con la cronología, tenemos que sucedió como Califa Abu Yusuf Yacub Almanzur y en 1185, a causa de las incursiones de Alfonso VIII de Castilla, que le envió una carta de desafío. Más tarde, en 1189, Alfonso, tras conquistar Trujillo, pasó el Guadiana en junio y atacó Magacela. Los cristianos venían auxiliados por musulmanes del rey de Mallorca que era almorávide. Los anales Toledanos cuentan que se dirigieron al sur y tras rebasar la sierra de Hornachos, el 17 de Julio, aparecen ante el formidable castillo de Reina al sur de Ellerena vigía de los puertos Mariánicos. Alfonso VIII tomó Reina tras enconado asalto y, según el Bayán, mató a todo el que se le opuso, cautivó al resto y saqueó todo lo que había en la fortaleza. Tras la ocupación de Reina descansaría, y al día siguiente, 18 de Julio, se presentaría e Guadalcanal que estaba y está a media jornada a caballo, camino que yo he recorrido cientos de veces cuando era médico titular de Reina.
    Se dice que descansó en Guadalcanal con sus tropas, ya estaba cercada de murallas en esa fecha y con su alcázar, pero no consta que la tomara por combate; en otros autores se dice que descansó en Guadalcanal a la vuelta y luego tomó Reina, pero lo dicho antes está confirmado por árabes como el marroquí Aben Idhari, que vivía por entonces. Luego, cabalgó hacia Sevilla donde infligió fuerte castigo a los musulmanes de los alfoces sevillanos enviando sus tropas a Córdoba, devastando las vegas del Guadalquivir y regresando inmediatamente a Toledo. Las noticias de esta gran expedición llegaron pronto a Marraqués y Abu Yusuf se dispuso a pasar el estrecho, cosa que hizo al año siguiente, pero dirigiéndose a Portugal. El rey cristiano en 1194 lanzó contra Sevilla un poderoso ejercito que pasó el Guadalquivir causando terribles estragos por las campiñas, según cuenta la Crónica Latina, y al año siguiente el moro predicaba la guerra santa y derrotando a los cristianos en Alarcos el 18-7-1195 y con el botín ordenó se dedicara a terminar la Giralda, que estaba en obras desde once años antes, destruyendo muchos castillos en Extremadura en los dos años siguientes, perdiéndose todo lo que se había conquistado; por eso extraño lo que se dice en otros autores de que Guadalcanal y Reina quedaron en manos cristianas hasta 1231.
    Su hijo Mohamed al Nasir predicó otra cruzada y fue derrotado en la batalla de las Navas de Tolosael 16-7-1212, la más grande batalla habida en España. Y así llegamos a 1241, en que el jeque de WadalQanal, que la defendía y nombre de Abul-Hasan Axataf, rey de Sevilla, la entrega sin combate, pues al perderse Badajoz pasó a Sevilla con Reina. Había sido sitiada la plaza por los santiaguistas y el jeque diose a partido, o sea se rindió y la entregó haciendo un pacto o pleitesía en que reconocía la autoridad del rey castellano, Fernando III el Santo, quedando en condición de sometido, cediendo la fortaleza y fortificaciones. Los musulmanes conservaron sus propiedades o, como dicen las crónicas, fincaron en lo suyo.
    En 1264, con la sublevación de los mudéjares, perdieron sus derechos, y muchos abandonaron el pueblo, quedando una minoría.
    Nos encontramos entonces a un Guadalcanal con un alcázar de cuya muralla sale la que rodea a la población con una capacidad suficiente para dos mil casas de la que los árabes usaban, muralla seguramente de tapial, aunque tuviese ladrillos en las esquinas de las torres y en los arcos y aún piedra, como se ve en Llerena. Las puertas solían tener unos cinco metros de alto y todas las desembocaduras de calles solían ser portillos y puertas. Había una serie de torres cuadradas en el recinto cada cierto tramo de lienzo y plataformas para el camino de ronda. Las torres tenían habitación y techo de bóveda de cañón de ladrillo y puertas con arco de medio punto.
    He podido averiguar por documento de la Orden de Santiago que la muralla estaba rodeada por todas partes por un foso que llamaban cava, por la cual corría en la parte N. y O. un arroyo llamado de la Cava y por la parte E. otro arroyo llamado de Pedro Gómez. La cerca iba desde la iglesia de Santa Ana hasta la puerta de Llerena y se continuaba hasta la esquina de calle López de Ayala girando por la Cava y bajando por el muro del pilar hasta la puerta del Jurado, desde donde se dirigía a la esquina que desemboca a la puerta de los Molinos, y rebasada ésta, subía más allá buscando la torre de Santa María y rodeando el alcázar, hoy Iglesia y Ayuntamiento, lanzaba un brazo rodeando el paseo del Palacio coincidiendo con los bancos exteriores que hoy tiene, rodeado todo el paseo de foso y seguía por donde está la Almona. Por el otro extremo bajaba desde Santa Ana por la calle Juan Pérez, dirigiéndose a las casas que ocupaba el Hospicio de San Basilio; girando hacia la puerta de Sevilla, subía por Pozo Berrueco en dirección a calle Águila, y desde ésta enlazaba con el muro que venía por las traseras de los corrales de la calle y calleja de San Sebastián, sin poder especificar más.
    En el año 1521, por ser Guadalcanal comunero, fue mandado por Carlos I tirar los muros y, desde luego, se tiraron trozos del mismo, aunque no entero. Se rompió la cerca por la entrada a calle Jurado al lado del pilar actual que estaba situado en la acera de enfrente; también al final de la calle de las Huertas; se tiró el muro que subía hacia la torre, y el que unía la Iglesia con el Ayuntamiento actual construyéndose un arco; se tiró el trozo de calle Águila delante del arroyo que iba por el foso; también el trozo de la entrada norte de la calle de Juan Pérez y se respetó uno que va bordeando la Iglesia de Santa Ana. Había un portillo entre el Palacio de la Encomienda y la Almona que ya consta en 1494 que comunicaba con las carnicerías.
    Posiblemente habría más portillos. Si no fuese así, habrían quedado encerradas muchas calles como Santa Clara, Guaditoca, Concepción, Carretas, Altozano Bazán y la Plaza de Santa Ana, que tengo dudas si estaba comunicada al exterior con un portillo, pues desde la puerta de Llerena hasta la de Sevilla hay grandísima distancia. Muchos lienzos de murallas se desmocharon para formar parte de casas sobre todo de fachadas, y quizás hoy se puedan ver los restos, y esto es así, y queda comprobado, por un testigo presencial de Guadalcanal que vivía en mil seiscientos y pico, que dice lo siguiente: «Hasta hoy se ven algunos pequeños pedazos de muros y cerca antigua de Guadalcanal y tres puertas con edificaciones de las casas quedando la villa cercada artificialmente. La de Llerena está caída». Con esto queda dicho todo.
    En la puerta de Llerena había un puente para pasar de calle Santa Ana, Berrocal Grande (Espíritu Santo) y Berrocal Chico a la población enfrente de la calle Granillos, ya que pasaba el arroyo de la Cava que mi madre conoció a primeros de siglo. También por ese tiempo se tiró el arco del Palacio y consta que a mediados del siglo XIV se tiraron lo restos de la muralla.    
    Este trabajo de investigación que mi ha llevado años, es el resultado de consultar mucha bibliografía, incluidos los historiadores árabes, que son muchos, y de datos de archivos inéditos, junto con ciertos procedimientos de investigación por lo que queda prohibida su reproducción.

Antonio Gordón Bernabé
Revista Guadalcanal 1996