Datos de su historia y tumulto de la noche de San Nemesio
La Iglesia
de la mina llamada de Santo Antonio de las Minas (según consta en documentos),
estaba situada en el nuevo poblado de la mina de Pozo Rico, en este poblado que
estaba compuesto por setena u ochenta casas de quedar, mesón, almacenes,
talleres y una nave de aposento de moriscos y otra si de esclavos, “Los
esclavos residían en un edificio con corral central, alrededor de que se disponían 23 piezas y una para la persona de
su vigilancia y cuidado, así como un anexo donde las esclavas encargadas de su
cuidado preparaban comida, amasaban el pan y les lavaban la ropa”, e
igualmente fue construido un templo para el bien llevar de las almas cristianas
y una casa adjunta para la vicaría.
Los
visitadores fueron recibidos por el contador y juez civil y criminal de todo lo
concerniente a dicho poblado y al resto de la explotación minera, igualmente
fueron recibidos por el padre Carrasco capellán de la dicha iglesia y
perteneciente como clérigo a la Orden de San Pedro, iglesia menor ésta
perteneciente a Santa María de la Asunción la Mayor de la villa de Guadalcanal.
Los
visitadores describieron el edificio con el siguiente escrito:
“La
dicha iglesia es de una nave de piedra rajada. El cuerpo de ella es mediano. La
techumbre de madera de castaño, alfarjías y ladrillos por tablas.
La
capilla principal es de crucería de ladrillo. Al altar mayor se sube por tres
gradas chapadas de azulejos en medio del cual estaba el Sagrario; a la parte
del Evangelio está una imagen de santo Antonio de bulto entero y encima de
él una imagen de Ntra. Sra. Pintada al
óleo, con dos puertas (tríptico, en la una de ella, a la mano derecha de San
Juan Evangelista, y la mano izquierda de santo Antonio. Encima de estas imágenes está u crucifijo de bulto entero”.
Después de
diez años de su puesta en marcha y con el auge de la mina y el aumento de
población día tras día, se tiene noción de que en el asentamiento existía entre
el personal no laboral de la mina un capellán que atendía las almas de los
forzados mineros, asistía a sus eventos y daba cristiana sepultura a los
fallecidos en el trabajo.
Con la
compra de moriscos y esclavos negros en
cantidades importantes para la mano de obra menos especializada, como así
escribía en comisión en el año del señor de 1557 A. de Zárate a la Princesa Gobernadora: “Connviene
que V.M. mandase comprar cantidad de negros y moriscos para las demás que se
armasen, porque según ba el año a dios graçias y la jente se va encareçiendo y
ensoberbeçiendo, a de ser trabajosa y costosa de allar”, las disputas
entre estos y la minoría cristiana con privilegios y trabajos más
especializados y remunerados fue creando una situación tensa entre las
distintas comunidades.
En el
atardecer del día decimonono del mes doce del año 1564 de nuestro señor,
festividad de San Nemesio, ocurrieron unos hechos en el poblado de las minas en
la finca del Molinillo de Guadalcanal siendo protagonista el templo de San
Antonio de las Minas que a continuación se relatan:
Cave anteceder que los negros esclavos se
acercaban a una cifra superior al
centenar (entre hombre y una minoría de mujeres) todos ellos bautizados, estos
que carecían de un salario prometido por el administrador con arreglo a su valía en los trabajos, y que
eran principalmente el de cavar y sacar material de sol a sol o trabajos de
menor especialización y a veces complementados con trabajos de servidumbre a
los oficiales. Teóricamente recibían cama, ropa y comida, ésta si bien se
consideraba suficiente y relativamente equilibrada para la época, era
insuficiente en calarías y esta falta de aporte calórico era suplido con una
ración excesiva de vino malo (a veces hasta dos cuartillos)
Estos excesos de vino los llevaban a
enzarzarse en constantes peleas entre ellos propios y los moriscos, si bien
evitaban los altercados con los cristianos viejos y rara vez se producian.
Por lo general eran sumisos y trabajadores
pero como en todo colectivo había cabecillas que alteraban la convivencia, este
era el caso de dos bautizados como Manuel y José, escribiendo sobre ellos el administrador
Diego López:
“son
los dichos dos esclauos muy soberbuis y
revoltosos y façinerosos, especialmente el dicho Jorxe, el qual se a alçadocontra los capataces destas minas y
contra Rodrigo Lucas siendo veedor sete Jorxe se ha hecho fuerte y quiso matar
a Jerónimo Gonçález que tenía a su cargo a los dichos esclauos (…)Los dichos
Manuel y Xorse son terribles y borrachos, y especialmente el antedicho Jorxe es
perverso y malino y a querido matar en las dichas minas a muchas personas (…) y
ques muy perjudiçial y que él rebuelbe a los dichos esclauos ynquietándolos y
haçelo que parace como incorregible…”
Aquel atardecer del día de San Nemesio todo
se precipitó, un grupo numeroso de esclavos y moriscos con palos y antorchas
intentaron asaltar los almacenes de grano y alimentos de la mina, encontrándose
en inferioridad los cristianos y personal no laboral se refugiaron en la nave principal del templo
de Santo Antonio de las Minas, su capellán 2º Eliodoro Calero mandó al aguacil y su ayudante a llamar al concejo
de la villa de Guadalcanal que se
encontraba a poco menos de una legua legal de la mina para pedir auxilio y sofocar aquel
tumulto.
Finalmente la rebelión fue sofocada a
mediados de la mañana de día siguiente, en ella murieron uno de los encargados
de los esclavos, varios de estos y daños por incendio en el templo y los
almacenes.
El templo fue reparado de inmediato con
limosnas y a costa de la Hacienda Real por los cristianos viejos y algunos moriscos y
esclavos “dóciles”, por su parte en la investigación abierta por el Consejo de
Hacienda sobre los incidentes, el gobernador de la mina dice:
“los
negros y negras dizen que son maltratados y no tienen de que comer o en que
dormir; los ynviernos duermen en madera y los dolientes en rrama y que de un
año a esta parte se an muerto más de quarenta y que después de terminar el
trauaxo van seruir a los offiçiales so
pena de açotes”. (Resolución al margen: “Que se escriba que se les de cama y
que sean bien tratados”).
Esta
iglesia del poblado de la mina fue contraída expresamente para el culto de los
que allí trabajaban, así consta durante
más de veinte años del siglo XVI, su situación no estaba regulada y los
visitadores traían órdenes expresas para organizar lo concerniente a la misma,
por ello, registraron lo siguiente:
“En
el dicho lugar e yglesia no hay cura propio y el dicho Juan Carranco dice misa
y administra los sacramentos con licencia del juez ordinario de la provincia de
León de la Orden de Santiago, dada en Madrid, en 1573. Está nombrado por
capellán de los contadores de Castilla, por un capítulo de una carta fechada en
Madrid, en 1567, el cual capellán dice cada semana tres misas por S.M., como
dio relación Marín López, contador. Las condiciones que se permitió hacer y
acabar la dicha iglesia, son las siguientes:
Precisamente que S.M. y su
administrador general en la dicha mina mande reparar la dicha iglesia y cumplir
lo que falta para que en decencia pueda estar el Santo Sacramento, proveyendo
de custodia y crismera para óleos para enfermos y de ornamentos y cera y aceite
y que siempre arda una lámpara, Y si las limosnas que sacaran no bastante, que
siendo a costa de S.M. se dé al clérigo que allí resida una congrua
sustentación el cual ya de decir cada
semana tres misas por S.M.
Así consta
en la dotación del Consejo de Hacienda por nombramiento real para dicho
personal en la mina de Guadalcanal en la que se dota una partida de gastos en
1566 de 170 maravedíes diarios para el
sustento del capellán, dos años después el administrador general de dicha mina
dota al capellán primero con 102 maravedíes y al capellán segundo se le
asalariaba con idéntica cantidad por cada fiesta. La dotación para el capellán de la dicha mina cambió mucho
dependiendo de los administradores y años, constando en el año 1563 una
dotación de 62.050 maravedíes, curiosamente ese mismo año para el puesto de
galeno y boticario fue de 37.500 maravedíes, manteniéndose en año posteriores
cantidades similares, teniéndose como última referencia el año 1578 con 15.532
para el galeno y 43.435 para el capellán 1º.
Item,
que atento a que la dicha iglesia está en término de la villa de Guadalcanal y
ella y las demás han de reconocer a la iglesia de Santa María como Mayor, el
párroco que ahora es los que fueren en delante puedan visitar la iglesia de la
mina y administrar los sacramentos.
En el
informe se recogen otras mandas de menor cuantía y relevancia, pero finalizada
la visita se dan órdenes para que se le haga una primera asignación al capellán
de tres reales y medio al día, igualmente se hace constar que ésta iglesia carecía
de bienes de fábrica, aun cuando S.M. había dado orden de reparar y proveerla
de lo necesario para el culto y la atención de enfermos.
De éste
templo y del poblado que existió en la finca del Molinillo no quedan ni las
piedras de sus cimientos, como de tantos
otros elementos del rico patrimonio material y artístico de nuestra población
que se han ido perdiendo a lo largo de la historia, pérdidas sufridas por el
abandono, el tiempo, guerras, las desamortizaciones del siglo XIX, expolios y ventas sufridas a lo largo de los
años como las sufridas en el patrimonio en la recta final del siglo XX, etc.,
etc.
Fuentes.- De Minería, metalurgia
y comercio de metales (Julio Sánchez Gómez). La Villa Santiaguista de
Guadalcanal (Manuel Maldonado Fernández). Archivo Histórico Nacional. Archivo
General de Simancas
Rafael Spínola R.