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lunes, 25 de junio de 2018

La Llamada Iglesia de Santo Antonio de las Minas

Datos de su historia y tumulto  de la noche de San Nemesio
  
La Iglesia de la mina llamada de Santo Antonio de las Minas (según consta en documentos), estaba situada en el nuevo poblado de la mina de Pozo Rico, en este poblado que estaba compuesto por setena u ochenta casas de quedar, mesón, almacenes, talleres y una nave de aposento de  moriscos y otra si de esclavos, “Los esclavos residían en un edificio con corral central, alrededor de que se  disponían 23 piezas y una para la persona de su vigilancia y cuidado, así como un anexo donde las esclavas encargadas de su cuidado preparaban comida, amasaban el pan y les lavaban la ropa”, e igualmente fue construido un templo para el bien llevar de las almas cristianas y una casa adjunta para la vicaría.
Los visitadores fueron recibidos por el contador y juez civil y criminal de todo lo concerniente a dicho poblado y al resto de la explotación minera, igualmente fueron recibidos por el padre Carrasco capellán de la dicha iglesia y perteneciente como clérigo a la Orden de San Pedro, iglesia menor ésta perteneciente a Santa María de la Asunción la Mayor de la villa de Guadalcanal.
Los visitadores describieron el edificio con el siguiente escrito:
“La dicha iglesia es de una nave de piedra rajada. El cuerpo de ella es mediano. La techumbre de madera de castaño, alfarjías y ladrillos por tablas.
La capilla principal es de crucería de ladrillo. Al altar mayor se sube por tres gradas chapadas de azulejos en medio del cual estaba el Sagrario; a la parte del Evangelio está una imagen de santo Antonio de bulto entero y encima de él  una imagen de Ntra. Sra. Pintada al óleo, con dos puertas (tríptico, en la una de ella, a la mano derecha de San Juan Evangelista, y la mano izquierda de santo Antonio. Encima de estas imágenes  está u crucifijo de bulto entero”.
Después de diez años de su puesta en marcha y con el auge de la mina y el aumento de población día tras día, se tiene noción de que en el asentamiento existía entre el personal no laboral de la mina un capellán que atendía las almas de los forzados mineros, asistía a sus eventos y daba cristiana sepultura a los fallecidos en el trabajo.
Con la compra de moriscos y  esclavos negros en cantidades importantes para la mano de obra menos especializada, como así escribía en comisión en el año del señor de 1557  A. de Zárate a la Princesa Gobernadora: “Connviene que V.M. mandase comprar cantidad de negros y moriscos para las demás que se armasen, porque según ba el año a dios graçias y la jente se va encareçiendo y ensoberbeçiendo, a de ser trabajosa y costosa de allar”, las disputas entre estos y la minoría cristiana con privilegios y trabajos más especializados y remunerados fue creando una situación tensa entre las distintas comunidades.
En el atardecer del  día decimonono  del mes doce del año 1564 de nuestro señor, festividad de San Nemesio, ocurrieron unos hechos en el poblado de las minas en la finca del Molinillo de Guadalcanal siendo protagonista el templo de San Antonio de las Minas que a continuación se relatan:
Cave anteceder que los negros esclavos se acercaban a una cifra  superior al centenar (entre hombre y una minoría de mujeres) todos ellos bautizados, estos que carecían de un salario prometido por el administrador con  arreglo a su valía en los trabajos, y que eran principalmente el de cavar y sacar material de sol a sol o trabajos de menor especialización y a veces complementados con trabajos de servidumbre a los oficiales. Teóricamente recibían cama, ropa y comida, ésta si bien se consideraba suficiente y relativamente equilibrada para la época, era insuficiente en calarías y esta falta de aporte calórico era suplido con una ración excesiva de vino malo (a veces hasta dos cuartillos)
Estos excesos de vino los llevaban a enzarzarse en constantes peleas entre ellos propios y los moriscos, si bien evitaban los altercados con los cristianos viejos y rara vez se producian.
Por lo general eran sumisos y trabajadores pero como en todo colectivo había cabecillas que alteraban la convivencia, este era el caso de dos bautizados como Manuel y José, escribiendo sobre ellos el administrador Diego López:
“son los  dichos dos esclauos muy soberbuis y revoltosos y façinerosos, especialmente el dicho Jorxe, el qual se  a alçadocontra los capataces destas minas y contra Rodrigo Lucas siendo veedor sete Jorxe se ha hecho fuerte y quiso matar a Jerónimo Gonçález que tenía a su cargo a los dichos esclauos (…)Los dichos Manuel y Xorse son terribles y borrachos, y especialmente el antedicho Jorxe es perverso y malino y a querido matar en las dichas minas a muchas personas (…) y ques muy perjudiçial y que él rebuelbe a los dichos esclauos ynquietándolos y haçelo que parace como incorregible…”
Aquel atardecer del día de San Nemesio todo se precipitó, un grupo numeroso de esclavos y moriscos con palos y antorchas intentaron asaltar los almacenes de grano y alimentos de la mina, encontrándose en inferioridad los cristianos y personal no laboral  se refugiaron en la nave principal del templo de Santo Antonio de las Minas, su capellán 2º Eliodoro Calero mandó  al aguacil y su ayudante a llamar al concejo de  la villa de Guadalcanal que se encontraba a poco menos de una legua legal  de la mina para pedir auxilio y sofocar aquel tumulto.
Finalmente la rebelión fue sofocada a mediados de la mañana de día siguiente, en ella murieron uno de los encargados de los esclavos, varios de estos y daños por incendio en el templo y los almacenes.
El templo fue reparado de inmediato con limosnas y a costa de la Hacienda Real  por los cristianos viejos y algunos moriscos y esclavos “dóciles”, por su parte en la investigación abierta por el Consejo de Hacienda sobre los incidentes, el gobernador de la mina dice:
“los negros y negras dizen que son maltratados y no tienen de que comer o en que dormir; los ynviernos duermen en madera y los dolientes en rrama y que de un año a esta parte se an muerto más de quarenta y que después de terminar el trauaxo van seruir  a los offiçiales so pena de açotes”. (Resolución al margen: “Que se escriba que se les de cama y que sean bien tratados”).
Esta iglesia del poblado de la mina fue contraída expresamente para el culto de los que allí trabajaban,  así consta durante más de veinte años del siglo XVI, su situación no estaba regulada y los visitadores traían órdenes expresas para organizar lo concerniente a la misma, por ello, registraron lo siguiente:
“En el dicho lugar e yglesia no hay cura propio y el dicho Juan Carranco dice misa y administra los sacramentos con licencia del juez ordinario de la provincia de León de la Orden de Santiago, dada en Madrid, en 1573. Está nombrado por capellán de los contadores de Castilla, por un capítulo de una carta fechada en Madrid, en 1567, el cual capellán dice cada semana tres misas por S.M., como dio relación Marín López, contador. Las condiciones que se permitió hacer y acabar la dicha iglesia, son las siguientes:
Precisamente que S.M. y su administrador general en la dicha mina mande reparar la dicha iglesia y cumplir lo que falta para que en decencia pueda estar el Santo Sacramento, proveyendo de custodia y crismera para óleos para enfermos y de ornamentos y cera y aceite y que siempre arda una lámpara, Y si las limosnas que sacaran no bastante, que siendo a costa de S.M. se dé al clérigo que allí resida una congrua sustentación el cual ya de  decir cada semana tres misas por S.M.
Así consta en la dotación del Consejo de Hacienda por nombramiento real para dicho personal en la mina de Guadalcanal en la que se dota una partida de gastos en 1566  de 170 maravedíes diarios para el sustento del capellán, dos años después el administrador general de dicha mina dota al capellán primero con 102 maravedíes y al capellán segundo se le asalariaba con idéntica cantidad por cada fiesta. La  dotación para el   capellán de la dicha mina cambió mucho dependiendo de los administradores y años, constando en el año 1563 una dotación de 62.050 maravedíes, curiosamente ese mismo año para el puesto de galeno y boticario fue de 37.500 maravedíes, manteniéndose en año posteriores cantidades similares, teniéndose como última referencia el año 1578 con 15.532 para el galeno y 43.435 para el capellán 1º.
Item, que atento a que la dicha iglesia está en término de la villa de Guadalcanal y ella y las demás han de reconocer a la iglesia de Santa María como Mayor, el párroco que ahora es los que fueren en delante puedan visitar la iglesia de la mina y administrar los sacramentos.
En el informe se recogen otras mandas de menor cuantía y relevancia, pero finalizada la visita se dan órdenes para que se le haga una primera asignación al capellán de tres reales y medio al día, igualmente se hace constar que ésta iglesia carecía de bienes de fábrica, aun cuando S.M. había dado orden de reparar y proveerla de lo necesario para el culto y la atención de enfermos.

De éste templo y del poblado que existió en la finca del Molinillo no quedan ni las piedras de sus cimientos,  como de tantos otros elementos del rico patrimonio material y artístico de nuestra población que se han ido perdiendo a lo largo de la historia, pérdidas sufridas por el abandono, el tiempo, guerras, las desamortizaciones del siglo XIX,  expolios y ventas sufridas a lo largo de los años como las sufridas en el patrimonio en la recta final del siglo XX, etc., etc.

Fuentes.- De Minería, metalurgia y comercio de metales (Julio Sánchez Gómez). La Villa Santiaguista de Guadalcanal (Manuel Maldonado Fernández). Archivo Histórico Nacional. Archivo General de Simancas


Rafael Spínola R.

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