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lunes, 30 de marzo de 2020

Guadalcanal siglo XVI 2/2

Economía, comercio y sociedad en época de crisis (2) 

1.       CONSIDERACIONES GENERALES.

La economía del partido de Llerena en el siglo XVI es, como casi en toda España. esencialmente agraria. La agricultura y la ganadería son en todas las poblaciones estudiadas las actividades dominantes, tanto por el valor de la producción como por el porcentaje de población acusa empleada en ellas. La agricultura, casi exclusivamente de secano, descansa sobre los cultivos de cereales, especialmente trigo y cebada, a los que se dedica la mayor parte del terrazgo, en tanto que la ganadería, cuya importancia real era inferior a la que podíamos suponer, se basa de forma preponderante en la explotación del ganado ovino, que en buena parte procedía de fuera.
La artesanía y el comercio eran sectores muy reducidos. Sí se exceptúa la capital, Llerena, donde se registra una actividad artesanal y mercantil superior a la normal de la zona. en el resto del partido las actividades secundarias y terciarias, ejercidas por muy pocas personas, se limitaban al mínimo imprescindible:
la producción de algunos artículos básicos para satisfacer la demanda local (cueros, zapatos, aperos agrícolas, ciertos géneros alimenticios, etc.), la construcción y el pequeño comercio de productos agrarios y textiles. La minería, que en la segunda mitad del siglo anterior había tenido una notable importancia gracias sobre todo al fulgurante, aunque efímero, desarrollo de las minas de plata de Guadalcanal (1), es en el siglo XVI                                                    un sector completamente abandonado, que no da ocupación a más que a tres o cuatro viejos ilusos buscadores de plata. Por estas razones, el presente capítulo se reduce precisamente al estudio de la agricultura y la ganadería, extraordinaria para las comunidades vecinales y sus ayuntamientos. Aunque de forma insuficiente, la existencia de extensas fincas municipales contribuía a paliar el problema generado por el desigual reparto de la propiedad, facilitando que, en algunos casos, los campesinos sin tierra o con propiedad insuficiente pudieran encontrar un recurso complementario para no vivir en la indigencia.
Los montes, especialmente, constituían un pequeño seguro para la mayoría de las economías familiares, que pueden aprovecharlos con algunas, pocas, cabezas de ganado, principalmente de cerda, además de obtener lena y algo de caza, lo que les garantizaba un nivel de subsistencia. Sin embargo, los humildes no fueron los principales beneficiados de los bienes comunales. En el siglo XVI, las mejores tierras mundiales, las dehesas, estaban generalmente sustraídas al aprovechamiento común, pues las crecientes necesidades financieras de los ayuntamientos, causadas sobre todo por el incremento de la presión fiscal, determinaron que estos procedieran a arrendarlas a particulares mediante un sistema de publica subasta. El problema se acentu6 en la segunda mitad de siglo, a partir
del momento en que se disparan los gastos por la guerra de Portugal, y paralelamente del endeudamiento de los muñidlos, que se vieron obligados a hipotecar sus propios en censos al quitar, que originaban nuevas deudas. Al finalizar el siglo, la situación financiera de los principales ayuntamientos era extraordinariamente grave. Llerena tenía sus propios hipotecados por el Convento de Monjas de la Concepción de Guadalcanal, al que debía pagar por un censo 9.270 reales anuales, y otras sensualidades a los que adeudaba los réditos de diferentes años.
Con el objetivo de sanear la hacienda municipal, una Real Cedula del 2 de diciembre del 1693 autorizaba al Cabildo de Llerena a empeñar la dehesa del Encinar, la más predada de todas sus dehesas, a la obra pía fundada por el capitán Diego Fernández, que ofreció por ella 552.795 reales de vellón (27).
Por las mismas fechas, el estado de las finanzas del Ayuntamiento de Azuaga era tan difícil que sus propios estaban administrados por la Real Cancillería de Granada (28). Igualmente, otros municipios como el de Bienvenida, Guadalcanal y Los Santos sufrieron grandes apuros.
Ahora bien. prescindiendo de esta cuestión que se nos antoja insoluble, un hecho parece cierto, la concentración de la mayor parte de las tierras en un pequeño número de propietarios. Existen indicios que invitan a pensar en ello.
Si se examinan, por ejemplo. los expedientes de arrendamiento de las medias innatas y vacantes de las encomiendas, se comprueba la existencia en las villas importantes de un bajo número de personas, que participan en las operaciones de arrendamiento y ofrecen fianzas en tierras, cuya superficie supera casi siempre las 200 fanegas de sembradura. El caso más llamativo que conocemos es el de Don Pedro Iriarte Ponce de León, yerno y regidor perpetuo de Guadalcanal, que en 1690 aseguró el arrendamiento de la encomienda de esta villa poniendo como fianza, entre otros bienes, 1.500 fanegas de tierra, tres heredades de viña y un olivar (38). Podríamos mencionar otros arrendatarios que dan también fianzas muy veladas, pero redundamos a ello para no caer en un relato prolijo, que no nos conduciría a ninguna conclusión nueva.
El bajo porcentaje de cereal en Guadalcanal es excepcional y se explica cómo veremos más andante, por la singular importancia de viñedo en esta villa. Los valores restantes son los normales de la zona, como confirman los porcentajes obtenidos en otras poblaciones. a pesar de no ser muy representativas por haber sido calculados sobre un corto número de años. Los resultados conseguidos son los siguientes: en Ahillones d 75%, en Bienvenida el 62%, en Llerena d 50% y en Palomas el 70%. Probablemente, el porcentaje de Llerena era superior al expresado. si tenemos en cuenta que se ha obtenido con los datos de producción de tres años, que coinciden precisamente con una de las peores crisis agrícolas de siglo en esta zona, la de 1630-1632. Por tanto, no es aventurado estimar
que el valor de la producción cerealística representaba aproximadamente un 70% del total de la producción agraria. Este porcentaje está sujeto a notables variaciones interanuales a causa de las fluctuaciones de la producción y de los precios agrícolas.
La cebada era el segundo cereal en importancia. El volumen de su producción es, en conjunto. sensiblemente inferior al del trigo, no llegando a alcanzar el 60% de este en poblaciones como Azuaga, Bienvenida y Ribera. Só1o en zonas de suelos pobres como Guadalcanal y Palomas, la producción de cebada superaba generalmente la del trigo. Las principales áreas productoras eran también Azuaga, Bienvenida, Ribera y Los Santos.
Las zonas productoras más importantes estaban al sur del partido:
Guadalcanal, Fuente del Arco y Azuaga. En Guadalcanal el primero tenía una importancia singular hasta el punto de que, en algunos años, el valor del diezmo del vino superaba ampliamente d de los cereales, así, el valor total del diezmo del vino del quinquenio 1661-1665 excedió, según nuestros cálculos, en un 34% del conjunto del trigo y la cebada. En Fuente del Arco, aunque no alcanzó esta importancia, su participación en el valor final de la producción agrícola se situaba también por encima de la media general. En d periodo 1631-1634, del valor del diezmo del vino representó cerca del 70% del de los cereales. Otras zonas productoras, con un carácter ya muy secundario, eran Llerena, Puebla de Sancho Pérez y Los Santos.
La escasez de datos decimales impide evidentemente realizar un análisis de la evolución de la producción, sin embargo, todos estos datos y otros muchos más de tipo cualitativo procedentes de fuentes diversas (63) apuntan a un hecho seguro. una fuerte reducción de la producción, que probablemente alcanzaría sus niveles más bajos entre 1640 y 1670. Así, en Fuente del Arco el valor del diezmo de vino en 1631 só1o representaba un 54% del correspondiente a 1603. En Guadalcanal, el valor del producto decimal, con respecto al de esta última fecha, era en 1645 de un 40% y de un 53% el del promedio
del quinquenio 1661-1665. Mayor aun fue el descenso experimentado en Azuaga. pues en 1660 el valor del diezmo no significaba más que un 20% del que tenía en 1603. Esta tendencia se prolongaría probablemente durante el resto del siglo, al menos en Azuaga y Granja, dado que en una descripción de la encomienda de 1681 se Informa de la perdida de muchos pagos en el área de Malcocinado y la Cardenchosa,"cuyos diezmos antiguamente se arrendaban por separado y ahora, por haber impartido muchos pagos, se arrendaba todo junto con la principal" (64).
Los cultivos de plantas industriales estaban igualmente poco extendidos en la zona. El diezmo de Uno aparece datado en las descriptoras de casi todas las encomiendas,
pero sus valores nunca se expresan, a excepción en algunas ocasiones, de los pertenecientes a las encomiendas de Guadalcanal y Reina, únicas zonas donde tuvo una relativa importancia. alcanzando en 1603 un valor por arrendamiento de 880 y más de 1.500 reales de vellón respectivamente.
El zumaque se cultivó en varias localidades, especialmente en Guadalcanal y, en menor medida, en Los Santos y Lerena. En Guadalcanal su producción era considerable a comienzos de siglo, pero fue decreciendo a lo largo del mismo, según indican los escasos datos decimales disponibles: 2.200 arrobas en 1603, 1250 en 1628 y tan solo 360 en 1645.
Los cultivos de la huerta, como sucedió con otros cultivos a medida que va avanza el siglo va dejando sentir la crisis de forma más o menos acentuada según los lugares, pero en todos los casos se constata una considerable disminución de los valores de los diezmos y, por tanto, de la producción. En Guadalcanal, d valor del diezmo de 1647 só1o suponía un 21% de de 1603, pero se recupera posteriormente y pasa a ser de un 80% en 1660. En esta fecha, el diezmo de Azuaga se había reducido a un tercio de su valor en 1603, recuperándose igualmente después, y pasa a ser con respecto al de esta última fecha de un 68% en 1691.
La Dehesa y los Baldios en la Encomienda de Llerena, con los municipios, muy extensos, disponían de un elevado número de dehesas. Destaca en primer lugar Lerena con 9 dehesas más 3 baldios adehesados, que de hecho se habían convertido en dehesas; Guadalcanal en segundo lugar con 10, seguida de Usagre con 7, etc. Parece un hecho frecuente en la época modem que los ayuntamientos procuraran alargar sus dehesas a costa de los baldíos o bien que convirtieran algunos de estos en dehesas, como hemos comprobado en Lerena y Azuaga. En total, hay constando documental de 57 dehesas, a las que habría que sumar 7 baldíos adehesados, cuya superficie no es posible determinar con exactitud, pues las fuentes del siglo XVI apenas informan sobre este aspecto y el Catastro no especifica en muchos casos la superficie de cada dehesa, y en otros ni siquiera la del conjunto, Ultimándose a ofrecer el dato de la superficie de la totalidad de dehesas, baldios y ejidos. No obstante, se puede evaluar la superficie de estas 64 dehesas concejiles en unas 100.000 fanegas de trigo en sembradura, lo que representa un 30% de la extensión del partido.
Los precios de arrendamientos en las dehesas eran elevados para la época, así la Dehesa del Palacio. propia de la encomienda de Guadalcanal, en el término de Reina. Los valores de sus arrendamientos fueron 140.000 maravedís en 1604, 120.700 en 1645 y 112.000 durante los años 1655-1657.
En cuanto a la cabaña de ganado de la época, noticias aisladas, pero igualmente significativas, se encuentran también para poblaciones como Guadalcanal, Don Pedro Iriarte Ponce de León oferta en 1690 como fianza al arrendamiento de la encomienda, entre otros bienes, 3.000 cabezas de ganado lanar. En Azuaga, el presbítero Femando Muñoz de Aldana debía en 1609, 100 borregos del diezmo de ese año. En Bienvenida, había varias familias de ricos hidalgos como los Gordón.
Si son más objetivos los datos del ganado cabrío. Las características de este ganado, bien adaptado a parajes difíciles y poco exigente en alimentación, permiten tenerlo como un recurso ganadero complementario de bajo coste, lo que explica su extensión en
todo el partido, pero especialmente en las áreas serranas y montuosas de Guadalcanal, Azuaga. Reina, Oliva y Palomas. En estos lugares, el valor del diezmo alcanza en algunos años cifras considerables. Por ejemplo. En Guadalcanal estuvo arrendado en 1603 en 53.000 maravedís; en Oliva en 35.700 maravedís en 1670, etc.
Por último, el ganado vacuno, esta extendido logicamente por todo el partido, teniendo en cuenta que las labores de arado se seguían haciendo fundamentalmente con yuntas de bueyes y que, además, proporcionaban carne, leche y cueros; pero su importancia era inferior a la de las especies ya estudiadas, pues el diezmo de becerros, por su corto valor, aparece generalmente formando parte del bloque de las minucias y pocas veces figura su importe. No obstante, en algunas poblaciones presenta un valor estimable. Así, en 1603 valió de diezmo de becerros de Lerena 73.526 maravedís, en Azuaga y Granja 27.000 y 45.000 en Guadalcanal. También debía de tener cierta importancia en Los Santos, ya que en 1628 aprovecharon el agostadero de la dehesa del Moral 452 vacas de cuernos de la villa (98). A medida que pasa el siglo estos valores se reducen, como se puede observar en los casos de las encomiendas de Azuaga y Guadalcanal.
El comercio era muy diverso en la encomienda, como ejemplo, el de la miel y la cera.  Este diezmo presenta también valores apreciables en Lerena (25.179 maravedís en 1603), Guadalcanal (10.200 maravedís en 1645) y Oliva (27.000 maravedís en 1672).

2.      ARTESANlA Y COMERCIO. -
Una actividad muy importante era la textil, el lino se trabajaba en varios lugares del partido, especialmente en la zona sur: Guadalcanal, Fuente del Arco, Casas de Reina, Trasierra y Ahillones (103). La seda, al parecer, só1o se trabajaba en Llerena; la única información de estos materiales sobre esta rama textil procede de una reclamación hecha por la mesa maestral contra diez vecinos de Llerena para que pagasen el diezmo de seda, pero la producción seria insignificante, pues el valor del arrendamiento de este diezmo sólo ascendía a principios del siglo a 1.500 maravedís (104). La elaboración de paños de lana tenía tambien poca importancia, pese a la abundancia de materia prima. La producción era de paños bastos y de poca calidad, destinada al consumo local de una población de escasos recursos y poco exigente. Una buena parte de la producción debía de tener un carácter doméstico. En cualquier caso, se trata de una actividad sin relieve, como demuestra el bajo número de tejedores existentes en las principales poblaciones del partido.
En Llerena. só1o aparecen registrados en el libro de enterramientos de la Parroquia de Santiago, durante el periodo 1612-1699, doce tejedores; En Azuaga. según el padrón ya datado de 1659, únicamente había dos tejedores; y en Los Santos, uno en 1688. En las poblaciones mencionadas y probablemente en otras existían otros oficios relacionados con esta actividad: cardadores, hilanderos. tundidores y sastres; pero ocupaban a muy pocas personas.
Otros trabajos artesanales eran la transformación del zumaque y el de la piel, sobre el que existen algunas referencias en Los Santas, Guadalcanal y Llerena. En esta ciudad, la curtiduría era uno de los ramos más usados de las alcabalas, arrendándose durante el primer tercio del siglo en más de 225.000 maravedís anuales. En la población de la Encomienda y especialmente en Guadalcanal, había un gran índice de producción de vinos y una actividad minera irregular.
Todas estas actividades agrícolas, ganaderas y comerciales eran expuestas en las ferias anuales. Las ferias más Importantes eran las de Guaditoca en Guadalcanal y, sobre todo, la de San Mateo en Llerena, que se celebraba en el mes de septiembre por privilegio ferial concedido en la Baja Edad Media (117). Durante el primer tercio del siglo, la feria de San Mateo alcanzó un auge notable, pues sus alcabalas se arrendaban ordinariamente en tamo a los 115.000 maravedís (118). Además, Llerena gozaba. por un privilegio concedido por la reina Dona Juana en 3 de diciembre de 1515 y confirmado por Carlos I en 15 de mayo de 1517, del derecho de tener un mercado franco cada martes para los forasteros de todo lo que vendiesen y comprasen (119). La vitalidad del comercio de Llerena queda confirmada también por el elevado valor de las alcabalas del viento, que en el periodo dotado se situaba alrededor de los 200.000 maravedís anuales.

ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS. -

Dirección General de Rentas.
Del Catastro de Ensenada se han utilizado las respuestas generales de los pueblos siguientes: Ahillones (Lib. 134), Azuaga (Lib. 134), Bienvenida (Lib. 136), Casas de Reina (Lib. 138), Fuente del Arco (Lib. 140), Fuente del Maestre (Lib. 140), Granja (Lib. 141), Guadalcanal (Lib. 141), Hinojosa (Lib. 142). Llerena (Lib. 143), Maguilla (Lib. 144), Oliva (Lib. 146), Palomas (Lib. 147), Puebla de Sancho Pérez (Lib. 147), Reina (Lib. 148), Ribera (Lib. 148), Los Santos (Lib. 149), Trasierra (Lib. 151) y Usagre (Lib. 152


lunes, 23 de marzo de 2020

Historia de las Minas de Plata de Guadalcanal 3/8

Mecanización de las minas. -

A) Ingenios accionados por el árbol de levas Según los datos que conocemos, estas minas fueron las primeras de la península Ibérica en sufrir un amplio proceso de mecanización en sus instalaciones.
En la Edad Media se descubre el árbol de levas, y gracias a él aparecen las ferrerías hidráulicas, donde fuelles y martinetes quedan accionados mecánicamente con importante incremento productivo. Rápidamente estas innovaciones pasan a otras industrias, como es el caso de las del metal.
Los fundidores sevillanos que había mandado traer Mendoza, señalaban a 31 de mayo de 1556 “que les parece que se hagan ingenios de caballos (…) para moler, fundir y afinar”, para ahorrar mano de obra. En octubre de 1556 el Mendoza, con oposición de los maestros alemanes: “tomó por opinión que los hornos de fundición se soplasen con unos ingenios que trujese un caballo, con unas lievas (árbol de levas) que meneasen los fuelles” (González, 1831, I: 299). Llama la atención
de la aplicación en las minas de España de artilugios mecánicos tales como los descritos por George Agrícola Diego López, en carta de 16 de junio de 1557, informa que “el ingenio de moler y lavar se acabará esta semana” (González, 1831, I: 467), aunque no sabemos exactamente de qué tipo era. Ahora ya sólo faltaban por montar otros ingenios, tal es el caso de los que accionaban los fuelles para el soplado de los hornos.
Juanes de Wittemberg, técnico alemán que había sido enviado por el Rey a estas minas, propuso otro tipo de ingenios, pero decía que en Guadalcanal no había maestros para hacer las invenciones que él proponía y: “que convenía el ir por ellos a Alemania”. Diego López contesta que no se habían hecho ingenios hidráulicos, como los que existen en la Nueva España, por falta de caudales hídricos en la zona (González, 1831, I: 472). En el Sur de España no llueve tanto como en Alemania.
Año Producción
Onzas de ag.
1555
 —-
1556
597.720
1557
427.496
1558
592.904
1559
542.048
1560
159.304
1561
67.688
1562
94.880
1563
125.224

Mendoza, al inicio de 1558, señala que algunas personas “con deseos de servir hacen algunos ingenios” y que deben sacar provecho de ello (González, 1831, I: 514-515) y que el mineral se guardan en una casa “que hice para beneficiarlo con el ingenio de moler y lavar”, máquina que era movida por caballerías (González, 1831, I: 523, carta de Mendoza de 4 de febrero de 1558), aunque por entonces también había trituración y estrío manual.
En 1558, se mencionan ocho hornos de fundición, la mitad fundía una semana y la otra mitad la otra: “dos hornos andan con fuelles con ingenios de acémilas y losotros dos a mano” (González, 1831, I: 525). También se hizo un ingenio para moler la carbonilla. Por aquellas fechas, Mendoza escribe al Rey: “los ingenios de fundición andan buenos, y el de moler y lavar: mando hacer otros, porque es mucho el provecho que dellos se saca” (González, 1831, II: 22). En 1576 existían “dos ingenios de moler (ambos en la misma casa), que los trae de ordinario una acémila cada uno, y sufre moler con solo ella ocho horas, y molerá cada día 15 quintales cada uno con sola una negra (una mujer esclava) que lo rige” (González, 1831, II: 452)
En carta de Agustín de Zárate, de 5 de enero de 1571, a los oficiales de las minas se dice que el problema principal para trabajar en ellas “es el desaguar de los pozos”, por eso Mendoza trató de hacer un socavón, pero la roca era muy dura y pensó que esta obra llevaría muchos años, por lo cual contrató al maestre Han para que hiciese un ingenio de desagüe a través de un pozo donde se recogiesen todas las aguas (González, 1831, II: 357)
El 13 de septiembre de 1559, el maestro Han Aptos, natural de Malinas (Bélgica), se incorpora a las minas como carpintero y para construir ingenios (González, 1831, II: 44) e hizo la máquina para desaguarlas (González, 1831, II: 117) y parece ser que contó con la ayuda de Baltasar Jiménez, vecino de Toledo, contratado al efecto en 22 de julio hasta el 20 de septiembre de 1561 (González, 1831, II: 88). Han se encargaría de los desagües hasta diciembre de 1566, año que con el pretexto de la enfermedad de su mujer desaparece de las minas (González, 1831, II: 195)
En su ausencia se rompería la máquina y tuvieron que ir a buscarle para repararla. Vuelve en agosto de 1567, suponemos que, con paga ligeramente mejorada, tardando 64 días en poner la cadena al ingenio de desaguar y una vez realizado su trabajo se fue de nuevo, quedando al cuidado del ingenio Juan Quero, ademador (entibador) mayor (González, 1831, II: 214-215). El 8 de enero de 1568 los oficiales de las minas comunican que ha quebrado el árbol (el eje) de la cadena del ingenio del maestre Han y que no se podría arreglar hasta el verano.
De todas formas, en 1568 existían siete tornos para sacar agua, mediante zacas (González, 1831, II: 240). Aunque: “no basta el ingenio, ni los tornos ordinarios para sacar la mucha agua que mana en los pozos” (González, 1831, II: 241). Juan Quero fallecería en el verano de 1570 (González, 1831, II: 281) A través de textos sueltos de la obra de González (1831, II) podemos reconstruir la morfología del ingenio Era una máquina muy costosa (Zárate, a 5 de enero de 1571, evalúa el gasto de funcionamiento en más 1500 ducados/año). Subía el agua con gran fuerza y violencia, desde una profundidad de 40 estados = 47m (1 estado = 2 varas = 1,67m, el tamaño de un cuerpo humano) (González, 1831, II: 349). Se accionaba por medio de dos machos y en él trabajaban “ocho y algunas veces doce acémilas”, por turnos, con ayuda de dos acemileros (González, 1831, II: 419). El movimiento se transmitía a través de engranajes a un eje con dos cadenas en las que estaban fijadas ciertas ‘zacas’, hechas de herradas y tablas de álamo, y con ellas se sacaba agua en gran abundancia. Al tener el pozo una gran profundidad, debido al peso las cadenas, con sus zacas llenas de agua, estas se rompían con frecuencia, por eso siempre andaban de reparaciones: “con excesivo trabajo, la mayor parte del tiempo se ocupa un herrero de conectar y reparar el dicho ingenio, demás de la obra de carpintería” (González, 1831, II: 387). Pero eran poco hábiles en su arreglo. En 1571, Han residía en Almadén, donde los Fúcares le tenían contratado, suponemos que, con mayor sueldo, “en invenciones y labores que hace de gran importancia” (González, 1831, II: 358). Por aquellas
fechas Zárate solicita (y más tarde los oficiales de las minas hacen lo mismo) se le mande que vuelva a Guadalcanal, aunque su salario sea alto “porque es muy necesario para la sustentación deste ingenio”, antes de que las aguas hundan el pozo (González, 1831, II: 356)
Como Han no retorna, ni hay persona que pueda suplirle, la solución es desaguar por socavón. Por carta de los oficiales, de 24 de julio de1572, se pide abrir una contramina hacia el valle “por donde se podría desaguar con bombas, tornos ú otra manera más fácil, segura, y menos costosa” (González, 1831, II: 387). En carta de 18 de mayo de 1573 del tesorero de las minas, Gerónimo Anuncibay Bohórquez (†1577), vuelve a insistir en la necesidad de realizar una contramina de 53 estados, para mejorar el desagüe.
El 17 de marzo de 1576 con las minas en pleno debacle informan a S.M. que “era preciso renovar la cadena del ingenio y muchas piezas de las ruedas” (González, 1831, II: 474). En carta de 22 de mayo de 1576 se informa del quebramiento del ingenio de agua, así como de haberse hundido el pozo de la Mineta, donde estaba dicho ingenio, lo que en cierta medida era el fin de la mina, ya que sin desagüe esta perdía en gran parte su acceso. Y, por tanto, se convenía al servicio de S.M. que cesase la labor de los pozos añadiendo además otras razones, como la peligrosidad, costos de explotación, falta de recursos y otros.
En el inventario tras el cierre se habla de la “casa del ingenio, que es una pieza grande, alta y de buen edificio, con dos arcos, y una pieza dentro pequeña” (González, 1831, II: 482). El desagüe será la mayor dificultad técnica, en el laboreo de estas minas, a lo largo de la historia. Señala García Tapia (2001: 255) que “El problema de la inundación había llegado a ser tan angustioso, que tuvo que proponerse la presencia del propio Juanelo Turriano, para resolver el asunto”. El ingeniero italiano Turriano (1501-1585), había logrado el abastecimiento de aguas a Toledo, subiéndolas desde el río Tajo hasta el Alcázar, con un desnivel de 100m, mediante un curioso ingenio de cucharas.


En 1553, Bartolomé de Medina (1497-1585) había inventado en las minas Pachuca (México) el método de patio, para extraer mediante amalgamación metales preciosos. Rápidamente se incrementó la producción de plata y las noticias de dicho procedimiento extractivo llegaron a la Península. En carta de Felipe II, de 15 de febrero de 1557, remitida desde Bruselas al Consejo de Hacienda, hablando sobre Guadalcanal, se señala: “acá parece que no se debería vender el azogue, por que sería más provechoso así para lo de la Nueva España” (González, 1931, I: 386). Almadén no tenía una producción suficiente para surtir a las minas españolas y mexicanas a la vez, optándose por el envío del mercurio al Nuevo Mundo.
Desde 1557, hasta el cierre de las minas en 1576, vamos a encontrar a una serie de personajes que intentaron introducir estas innovaciones en Guadalcanal. En carta de Mendoza, de 10 de junio de 1557, se menciona a un tal Rivas (desconocemos si este coincide con un tal Pedro de la Rivas, testigo de Bartolomé de Medina el 26 de enero de 1557 en México, citado por Castillo Martos, 2006): “que es la persona con quien V.M. mandó tomar asiento para sacar plata sin fuego, no à comenzado a usar de su invención” (González, 1831, I: 416) aunque se duda del procedimiento. En el Memorial que dirige, ese mismo año, al Consejero Real para temas de Minas, el Dr. Velasco, señala: “El sacar metal con azogue, se tiene en la Nueva España por muy acertado, porque se labran minas que se tenían perdidas, y no se sufría entender en ellas por ser metal muy pobre, y en España creo que será lo mismo” (González, 1831, I: 437) y pide se busque un experto en Italia. En carta de Mendoza a Felipe II, de 29 de octubre, se dice: “De la Nueva España me escriben que se aprovechan mucho del azogue, y que sacan la plata con él de todos los metales, tengo la relación de cómo se hace, y pienso proballo, aunque estoy tan incrédulo de esto, como de que se puede sacar la plata sin fuego”. La Corona le pide que se informe bien y haga las pruebas necesarias, también que señale que cuanto azogue necesita para que se lo manden desde Almadén (González, 1831, I: 437 y 496) y en carta de 17 de septiembre de 1758, Mendoza señala: “lo del azogue probé, y tengo muy particular relación de cómo se hace en la Nueva España: para el metal de Guadalcanal no es bueno” (González, 1831, I: 555). Es, que sepamos, el primer intento práctico de introducir la amalgamación en la Península.

ETSI Minas y Energía, Ríos Rosas 21, 28003 Madrid

lunes, 16 de marzo de 2020

Guadalcanal siglo XVI 1/2

Economía, comercio y sociedad en época de crisis (1)

En la provincia de León de la Orden de Santiago, concretamente en una franja de tierra que va desde el sur de Mérida hasta Guadalcanal, en el norte de la actual provincia de Sevilla, limitando por el este con la comarca de la Serena y la Provincia de Córdoba y por el oeste con Tierra de Barros, cuyo sector meridional ocupa parcialmente, y con las comarcas de Zafra y Fregenal de la Sierra aproximadamente. Este era el espacio que en el siglo XVII correspondía al Partido de Llerena, entendido este, como explicaré más adelante, desde el punto de vista jurisdiccional y gubernativo como la tierra dependiente del gobernador de la citada villa, convertida en dudad en el reinado de Felipe IV. La elección de este espacio geográfico ha estado determinada por un conjunto de razones diversas, pero sobre todo por la relava abundancia de fuentes y la facilidad de su consulta para el autor.
Las enajenaciones se Inician en 1540 cuando Carlos I, por carta dada en la Haya a 4 de agosto, desmembró de la Orden ciertas rentas y bienes situados en Guadalcanal pertenecientes a la mesa maestral y encomienda de dicha villa:
— La escribanía pública y la renta del Jabón pertenecientes a la mesa maestral.
— La mitad de los diezmos de pan y vino de dicha villa, la mitad de las casas, lagares, vigas de pisar uvas con sus aparejos, el basumento del pan y vino con sus tinajas, todo perteneciente a la encomienda.
Marqués de Perales.

Como ya se ha indicado anteriormente, la Extremadura santiaguista constituía la casi totalidad de lo que en d siglo XV se llamaba de forma institualizada la provincia de León. La división del territorio de la Orden de Santiago en las provincias de Castilla y León tuvo su origen en la antigua rivalidad entre los reyes leoneses y castellanos que, según Lomax (37), dio lugar a la descentralización en encomiendas mayores correspondientes a los distamos reinos peninsulares, así como al establemente de dos Conventos Mayores, el de Uclés y San Marcos, en contra de lo dispuesto en la bula de fundación. A finales de la Edad Media, cada provincia estaba dividida a su vez en varias circunscripciones administrativas o partidos. Ignoramos el momento en que surgió esta ordenación territorial, pero probablemente está en relación con la aparición de los alcaldes mayores, por lo que podría situarse en los últimos años del siglo XIV o primeros del XV (38). A finales de esta centuria, la provincia de León comprendía los partidos de Mérida y Llerena, de los que el primero era mucho más extenso y poblado, abarcando aproximadamente unos 50 núcleos de población frente a los 27-30 que. según las fechas, tenía el segundo (39). Mas tarde. en el reinado de Felipe II se reorganizó la administración territorial de la Orden de Santiago, quedando estructurada la provincia de León en seis circunscripciones de carácter Judicial y gubernativo, a cuyo frente se encontraba un gobernador o, en su defecto, un alcalde mayor. La reforma implicó una reducción considerable de los primeros poblados de Mérida y Llerena, así como del trasvase de poblaciones de uno a otro partido. Después de estos cambios realzados en 1566, el partido de Llerena integraba las poblaciones siguientes: Llerena con Higuera, Maguilla y Cantalgallo, Palomas, Ribera, Fuente del Maestre, Los Santas, Hinojosa, Puebla de Sancho Pérez, Usagre, Medina de las Torres, Calzadilla, Bienvenida, Fuente de Cantos, Montemolin, Monesterio, Trasierra, Las Casas, Reina, Ahillones, Berlanga, Valverde. Fuente del Arco, Azuaga, Granja y Guadalcanal. En el último cuarto del siglo XVI el partido de Llerena sufría una Importante amputación territorial con la enajenacl6n de un total de siete villas, según se ha explicado anteriormente.
El valor anual de estas rentas se estimó en 659.670 maravedís, las cuales se vendieron el 13 de diciembre de 1540 al Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla dotado por d Marques de Tarifa (20). La fuente utilizada no contiene el precio de la venta, que según una relación de los bienes enajenados de la Orden entre 1538 y 1551. Publicada por Cepeda Adán (21), me de 32.983.500 maravedís.
En compensación por esta enajenación, se dio a la Orden un Juro perpetuo de 539.948 anuales con efecto del 1 de enero de 1541.
Después de estos cambios realizados en 1566, el partido de Llerena integraba las poblaciones siguientes: Llerena con Higuera, Maguilla y Cantalgallo, Reina, Palomas, Ribera, Fuente del Maestre, Los Santas, Hinojosa, Puebla de Sancho Pérez, Usagre, Medina de las Torres, Calzadilla, Bienvenida, Fuente de Cantos, Montemolin, Monesterio, Trasierra, Las Casas, Reina, Ahillones, Berlanga, Valverde. Fuente del Arco, Azuaga, Granja y Guadalcanal. En el último cuarto del siglo XVI el partido de Llerena sufría una Importante amputación territorial con la enajenación de un total de siete villas, según se ha explicado anteriormente.
Desde el punto de vista de la administración económica de la Orden, el territorio del partido estaba repartido entre la mesa maestral, varias alcaidías dependientes de ella y trece encomiendas, entre las que destacaban por sus rentas las de Azuaga, Bienvenida, Guadalcanal, Ribera, Aceuchal y Los Santos.

Orden. -
En cuanto al aspecto Jurisdiccional y gubernativo, la provincia de León comprendía los siguientes parados: Llerena. Mérida, Montánchez, Encomienda Mayor (Segura de León), Jerez y Hornachos, bajo la autoridad de gobernadores o, en su defecto, de alcaldes mayores.
Las demarcaciones fiscales no só1o no coincidían con las anteriores, lo mismo que para más confusión variaban considerablemente para cada uno de renta. Alterándose de vez en cuando sus límites por razones y según criterios que desconocemos.
Así, la recaudación del servido ordinario y extraordinario de la provincia de León incluidas las villas enajenadas, estaba centralizada en Llerena, construyendo en este aspecto un único partido, mientras que la de alcabalas y unos por ciento se distribuía entre los partidos siguientes: Mérida, Llerena, Guadalcanal, Fuente del Maestre y, aparte, la ciudad de Jerez, llamada a veces en aquella época de Badajoz. También eran diferentes los distritos del servicio de millones, que en esta materia tributaria se reducían a dos, el de Mérida y Llerena.
El partido de Llerena, así delimitado, comprendía en la citada centuria las villas y lugares siguientes: Ahillones, Azuaga, Bienvenida, Casas de Reina, Fuente del Arco, Fuente del Maestre, Granja (de Torrehermosa), Guadalcanal, Hinojosa (del Valle), Llerena con los lugares de Cantalgallo, Higuera y Maguilla, Oliva, Palomas, Puebla de Sancho Pérez, Reina, Ribera (del Fresno), Los Santos (de Maimona), lugar de Trasierra y Usagre.
Dentro del partido, las propiedades y rentas de la Orden se distribuían entre la mesa maestral, las encomiendas de Azuaga, Bastimentos, Bienvenida, Fuente del Maestre, Guadalcanal, Hinojosa, Oliva, Palomas, Puebla de Sancho Pérez, Reina, Ribera, Los Santos y Usagre, y las alcaldías de Bienvenida, Cantalgallo, F Cantalgallo, Fuente del Maestre, Higuera, Maguilla y la Puerta de Reina.
El territorio estudiado comprende aproximadamente unos 2.000 kilómetros cuadrados y. según el censo de 1591, Vivian en el 10.604 vecino, que traducidos a habitantes suponían, empleando el confidente de conversación 4, algo más de 42.000 habitantes. Aunque el censo de 1591 parece sobrevalorar la población, según veremos más adelante, debemos admitir que se trata de una zona con una densidad de población alta en aquella época, muy superior a la de la media de Extremadura y de otros muchos regiones españoles y similar a la de Galicia, Castilla la Vieja y Valencia (42); pero a lo largo del siglo XVI el partido de Llerena perdiendo vitalidad y población, y al finalizar la centuria daba muestra, pese a la recuperación, de ser una zona muy deprimida, presentando entonces una densidad probable de población de 12-13 habitantes por kilómetro cuadrado. El poblamiento era casi expulsivamente concentrado. Únicamente en los términos de Llerena, Azuaga y Guadalcanal existan algunos caseríos aislados.

A) La peste.
El siglo comienza con d único contagio de peste que sufrió el partido de Llerena en esta centuria, la gran peste de 1596-1602 (43). Su presencia en guerras extremeñas está comentada por los testimonios aportados por varios historiadores.
En la población de Cáceres se vieron afectadas entre 1598 y 1600 diversas poblaciones como Plasencia (44), Acebo y Torre de Don Miguel en la zona de la Sierra de Gata (45) o Garrobillas y Alcántara en el sur (46).
Igualmente, algunos pueblos de la actual provincia de Badajoz, como Talavera la Real y Hornachos, padecieron en 1600 los estragos de la peste (47), habiendo sufrido poco antes, en el verano de 1599, el azote la propia capital, aunque de forma muy breve (48).
El contagio llegó más tarde al partido de Llerena propagándose desde Andalucía. La extensión del contagió debió de ser reducida. Só1o hemos encontrado noticias de la presencia de la peste en Azuaga y Guadalcanal, aunque es probable que afectara también a otras localidades. En Azuaga la enfermedad aparece a finales de 1601 o principios de 1602. El 15 de enero de este año, en un clima de temor generalizado por el avance del contagio que afecta ya a poblaciones próximas como d Pedroso y Cazalla de la Sierra, el Cabildo recibe la noticia de los dos primeros muertos a causa de la peste en Azuaga; pero probablemente el contagio se habría declarado algunos días antes, según parece indicarse en uno de los acuerdos tornados en aquella fecha:
"... que se digan en la iglesia mayor esta dicha villa nueve misas cantadas a nuestra Señora para que sea servida de rogar a su hijo precioso se sirva de miramos con ojos de piedad y alear esta villa la enfermedad que en ella avia, y que ansimymo en el convento de la Merced esta villa se digan otras nueve misas cantadas al senor San Sebastián y San Roque..." (49).
Simultáneamente, la peste causaba a Guadalcanal y a otras villas cercanas del norte de la provincia de Sevilla, según manifestaba a principios de abril el Cabildo de Azuaga:
"... y ansi juntos en su cabilo dixeron que por quanta se a tenido nueba que en las villas de Guadalcanal, Alaius y Caçalla se mueren de mal de contagloso, acordaron y mandaron se guarde esta villa dellas y que se pregone nemguna persona ttrate ni comunique con jente de las dichas villas, y asi lo mandaron”
Al día siguiente, 20 de enero, el Cabildo continuó tratando el problema de la peste y, ante la urgencia de contar con un cirujano, adopta un acuerdo que podría calificarse de desesperado:
"Item, dixeron que por quanta por el dicho cabildo esta acordado se busque un cirujano para curar la enfermedad que subcediera de peste, y porque en la carel esta dicha villa esta un mulato fugitivo de Portugal y porque este es buen barbero y cirujano, se acordó se saque de la dicha carel para curar la dicha enfermedad y que se le den de comer a costa del concejo esta dicha villa..." (51).
Simultáneamente, la peste causaba a Guadalcanal y a otras villas cercanas del norte de la provincia de Sevilla, según manifestaba a principios de abril el Cabildo de Azuaga:
"... y ansi Juntos en el cabildo dixeron que por quanta se a tenido nueba que, en las villas de Guadalcanal, Alaius y Caçalla se mueren de mal de contagioso, acordaron y mandaron se guarde esta villa dellas y que se pregone ninguna persona trate en comunicarse con jente de las dichas villas, y ansí lo mandaron..." (52).

Ciclo 1622-1632.
Después del mínimo de 1622, la natalidad experimenta una mínima merma unida y corta recuperación. Fielmente observable en la curva de la media, que finaliza en este tramo de natalidad creciente, accidentado por el mínimo secundario de 1626, es un claro reflejo del comportamiento de la nupcialidad, que entre 1619 y 1627 configura un inicio de signo positivo expresado por una tendencia y una pendiente de alza. Asimismo, de comportamiento de la mortalidad en la parroquia de Santiago de Llerena (el índice medio entre 1622 y 1628 es 95) concuerda con la evolución favorable de las otras dos variables demográficas; sin embargo, no sucede lo mismo con la mortalidad en Puebla de Sancho Pérez.
La desaparición durante algunos años de los factores adversos explica esta fase ascendente de la natalidad. Los escasos datos disponibles sobre producción y precios apuntan hacía una mejora de la coyuntura agrícola (59). En Llerena, los precios de los granos permanecieron entre 1624 y 1628 por debajo de la tasa. En 1628, Azuaga y Guadalcanal recogen las mejores cosechas de los años cuya producción conocemos. En definitiva, una buena situación económica frena la mortalidad, estimula los enlaces matrimoniales y anima a las familias a tener una mayor actividad procreadora.


Tomás Pérez Marín

lunes, 9 de marzo de 2020

Historia de las Minas de Plata de Guadalcanal 2/8


Los primeros años de la época de la Real Hacienda (1555-1576)

Continuación
Gracias a los informes enviados por Agustín de Zárate sabemos que, desde que se sellaron los pozos, se anegaron parcialmente las minas debido a la falta de desagüe y también a las inclemencias del tiempo, y que por ello se volvieron más inestables: “se desboronaba la tierra al entrar” (González, 1831, I: 69), lo que obligó a labores de saneo y entiba. También se da noticia de la decisión de llevar las labores metalúrgicas de afino a la casa de la Encomienda de dicha villa, deshaciendo el resto de las fuslinas, para su mejor control. Asimismo, se trajeron fundidores expertos. Por otro lado, en la respuesta, la Corona solicita a Zárate se indemnice con 500 ducados a Martín Delgado: “que halló la primera mina rica” (González, 1831, I: 75). A Gonzalo Delgado, repuesto en la propiedad, también se le dio algo por el descubrimiento de su mina y se le admitió la renuncia a la mitad de las rentas procedentes de explotaciones futuras, y consiguiente cesión a favor del rey Carlos I. Se determina que no se pueden conculcar derechos a los descubridores, pero también se admiten las pretensiones de Ceder sobre la parte de la Corona. A ésta solo le quedaría el beneficio vía impuestos y el control de todo el proceso, incluidos los ingresos y gastos (González, 1831, I). De todas formas, durante algún tiempo, las pretensiones de descubridores, arrendadores y dueños de mercedes (mercedarios) chocaron entre ellas y también con los intereses de la Corona. Las Ordenanzas de Minas de Felipe II, de 1559 y posteriores, vinieron a poner orden en estos asuntos. Con estas leyes todas las minas se reincorporaban al Estado, “aunque con justa compensación” (Molina, 2000: 1017)
En 1556 vemos ya la presencia de los denominados mineros alemanes (la mayoría eran flamencos, también había franceses, suizos, etc.), pero no trajeron grandes novedades tecnológicas. El laboreo se caracterizaba por la extracción y desagüe mediante zacas (odres), con la ayuda de tornos manuales, preparación de la mena con rodillos, selección mineral por tamaños mediante cribado (harneros) y lavado con cajones alemanes, así como recolección posterior del mineral enriquecido (estrío), el cual se guardaba con varias llaves en casa próxima (una llave la tenía el descubridor, otra una persona de confianza de Juan Ceder y otra Zárate), por último, fundición a pie de mina y afino en el pueblo. De la aleación Pb-Ag, obtenida en los hornos, se sacaba la plata mediante copelas de cendra (copela con cenizas de
hueso), también llamadas fuslinas. Aunque la pretensión, por entonces, era hacer todas las operaciones “insitu”, salvo la amonedación que se realizaba en Sevilla.
Narran Mafia y Rúa de Figueroa (1871, II: 463-464) que Francisco de Mendoza y Vargas (1523-1563) era hijo de Antonio de Mendoza, que fue Virrey de Nueva España y después del Perú, país al que Francisco pasó en 1551 y donde recibió el encargo de que “tomase entera y verdadera relación del cerro de Potosí” (documento hoy extraviado). Esta experiencia y otras adquiridas en México le valieron para que el Rey le comisionase, por Cédula de 25 de abril de 1556, como Visitador de las Minas de Guadalcanal. Mendoza, de acuerdo a sus conocimientos, propone un cambio en el método de beneficio, sobre todo que se realicen ensayos para ver la riqueza del mineral antes de tratarlo, también fundir sin lavar, ya que en los relaves se iba un porcentaje alto de metal, y modificaciones en la metalurgia, abogando por técnicas autóctonas frente a las alemanas. Trae fundidores de Sevilla, y más adelante de otros lugares, para que refuercen sus ideas por escrito. El Rey, pensamos que, asesorado por Zárate, contesta a Mendoza, el 29 de julio, señalando que el ahorro de fundir sin lavar no era tanto ya que habría más gastos en fundentes, caso de la almártaga (litargirio) (González, 1831, I: 218). Zárate, debido a las discrepancias con Mendoza, pero también por la enfermedad que le sacudía desde primeros de agosto 1556, fue sustituido por Diego López. El cual, primero administró las minas de forma interina, pero ya fue su titular desde el 24 de enero de 1557, hasta que en julio fue reemplazado por Mendoza. En 1570 Zárate retornó a las minas como Visitador, donde permaneció hasta mediados de 1571.
Mendoza, gracias a sus propuestas, debió lograr mejoras económicas, sobre todo al fundir y afinar al estilo de la Nueva España, versus lo propuesto por los mineros alemanes. Zárate tenía una fe ciega en ellos (al menos al principio, luego vio que muchos hurtaban metal), pero estos cobraban tres veces más que un operario español, lo que generaría un cierto malestar. Por oto lado, Diego López, tampoco fue capaz de poner en orden la situación de las minas y tuvo muchos enfrentamientos personales. Todas estas circunstancias hicieron que fuera sustituido por Mendoza: “En 29 de julio de 1557, y para poner coto a los abusos y discordias que reinaban en Guadalcanal (…) se le expidió el título de su administrador y director”. Cargos en los que continuó hasta octubre de 1562 (Mafia y Rúa de Figueroa, 1871, II: 464). Mendoza era Administrador General de las Minas del Reino y particular de Guadalcanal, eso demuestra la importancia de esta mina. Poco después del nombramiento, el Rey dio para estas labores unas Ordenanzas (de 30 de octubre de 1557) e incluso se nombró un juez privativo de las mismas.
A partir de 1560, hubo problemas de desagüe, por alcanzar las minas mayores profundidades, lo que repercutió en el laboreo. También se agotó el criadero por su zona Sur, al llegar a una falla (‘salto de la vena’) que lo limitaba. Con las mermas productivas vino la reducción de costos, despidos, rebajas salariales, así como la contratación de esclavos como mano de obra barata, etc. (ENADIMSA, 1980). En enero de 1570 se pedía a los oficiales “informar si convendría abandonar las minas de Guadalcanal, visto que no se hallaban venas ricas” (González, 1831, II: 277), pero en junio de ese mismo año se encontró, en Pozo Rico, una nueva zona mineralizada más profunda (a 130m), pero las complicaciones en el desagüe y de nuevo la escasez de metales hicieron
que la mina se cerrase definitivamente en 1576 (ENADIMSA, 1980)
La producción obtenida entre 1555 y 1576 fue de 3.200.000 onzas de plata (Goetz Phillipi, 1919) (Tabla 1). El precio actual de la plata es 16,39 euros/onza troy (Cotización Bolsa de Metales de Londres a 28-IV-2015, considerando que 0,91446 onzas troy =1 onza) luego el valor, a precios actuales, sería de más de 47,96 millones de dólares (unos 43,94 millones de euros), aunque en aquella época suponía muchísimo más. Poco después, los precios del metal fueron bajando de forma continuada, según se iban incrementando las producciones con motivo de la progresiva implantación de la amalgamación en las minas americanas.
Tabla 1. Producción de plata en los primeros tiempos de Guadalcanal (Goetz Phillipi, 1919). En 1555, las cifras que estima Zárate, para justificar el embargo de las minas, son más de 30.000 ducados, esto es 180.000 marcos o 1.440.000 onzas, que con probabilidad son exageradas.
El embargo o control estatal de la mina ayudó a que la Corona tuviese liquidez para poder sufragar las guerras de Europa y Norte de África, entre otros.

Algunos datos técnicos de la mina de Guadalcanal. -
Según el inventario de octubre de1556, conocemos la magnitud de las instalaciones de lámina que recibiría Diego López. En ella había 13 pozos activos, 4 hornos de fundición, 5 buitrones (son otro tipo de hornos, usados para el afino) y 5 fuslinas (o copelas). Como anécdota, también se mencionan siete bombas de madera, lo que supone una cierta tecnificación (González, 1831, I).
En 1561, Mendoza contrata al pintor y dorador granadino Juan de Orihuela (†1579) para que hiciese un cuadro de las labores extractivas: “el lienzo se colgó en la iglesia de las minas para que los oficiales y operarios tuviesen à la vista, y se gobernasen por aquel dibujo” (González, 1831, II: 81). Estamos en los antecedentes de la cartografía minera española, lástima del extravío de este óleo para ver la magnitud de la obra subterránea y de superficie, que fue realizada en aquella época.
Otro tema importante es el de la seguridad, en Cédula de S.M. Felipe II de 23 de octubre de 1570, se aprecia una preocupación de la disminución de los trabajos extractivos, pero también se indica que no debe bajarse la guardia en la prevención de riesgos laborales: “que anden é trabajen con seguridad en lo hondo de dichas minas los plomeros é oficiales y personas que debe haber, y para desaguar las dichas minas” y que las labores mineras: “vayan fijas y ademadas (entibadas) para que no haya hundimiento” (González, 1831, II: 283-284).
Al momento del cierre, en 1576, había 4 hornos de fundición con sus dependencias y fuelles, 8 buitrones con sus dependencias y fuelles, la casa de la molienda con sus dos ingenios, así como iglesia y varias casas e instalaciones anexas, caso de viviendas y almacenes, instalaciones de beneficio por azogue, fuslinas, horno de pan y corrales, entre otros. Mencionar a parte la casa del ingenio de bombeo, al igual que las casillas que había sobre algunos pozos: Adán, La Red, Traviesa, Quinto, Cuarto, Segundo, Rico, Puerta, Armadilla, así como la existente junto al Pozo Quinto (González, 1831, I: 482-483)

ETSI Minas y Energía, Ríos Rosas 21, 28003 Madrid

lunes, 2 de marzo de 2020

El arte de los muros de piedra seca


La construcción en piedra seca 
Patrimonio de la Humanidad


En los años 90 del siglo pasado dimos comienzo a nuestros trabajos sobre arquitectura vernácula en Sierra Morena, los cuales fueron plasmados en diversas publicaciones, aunque una gran parte de ella sigue estando inédita. Uno de esos artículos trataba sobre las construcciones en piedra seca diseminadas por todo el término de Guadalcanal: las Torrucas. Estas edificaciones son de planta circular, realizados con muros de mampostería sin argamasa y cubiertos por una falsa cúpula mediante aproximación de hiladas. 

Pese al interés académico que despertó dicho trabajo y aunque hoy en día sigue siendo todo un referente en relación al estudio de este tipo de arquitecturas, poco o nada se ha hecho en Guadalcanal para inventariarlas o conservarlas. Son múltiples las razones que han provocado este desinterés por parte de las autoridades y habitantes de este nuestro pueblo, aunque yo tan solo destacaría una: la escasa o nula valoración que este tipo de patrimonio tiene para los guadalcanalenses. 
Efectivamente, nadie le da importancia al derrumbe o desaparición de una “torruca”, es algo considerado sin valor y por lo tanto prescindible. Nadie repara en que esas construcciones son un testigo fiel de nuestro pasado, relacionadas con la cultura del trabajo campesino, con la economía de la vid y el olivar, con la ganadería, con la arriería, con el tránsito de caminos, andaluza singular: “Las Torrucas”, publicada en Demófilo, Revista de cultura Tradicional de Andalucía, núm. 21; 1997; págs. 207 a 226; y vuelto a publicar en Piedra con Raíces: 1ª Monografía de estudios de A.R.T.E. (Coord. José Luis Martín Galindo), en el 2003, págs. 273 a 297. 
La arquitectura vernácula diseminada en Constantina (Sevilla): Economía, prestigio social y representaciones ideológicas; ed. Producciones Culturales del Sur S.L. Sevilla. 1998. 
“Procesos de desacralización de espacios religiosos: de ermitas y conventos a cortijadas en Sierra Morena”, en Demófilo, Revista de cultura Tradicional de Andalucía, núm. 31; 1999; págs. 41 a 58con la guarda y custodia de los campos, con el refugio ante la intemperie, con las formas de vida de nuestros abuelos… algo que nos identifica y que nos muestra la senda que recorrimos, algo que nos define como pueblo y que fundamenta nuestra idiosincrasia. 
Quizás la culpa de todo lo tiene que nos hayan enseñado desde pequeñitos lo que se debe poner en valor y ha de conservar: los palacios, las iglesias, los conventos, las grandes haciendas.., aquellas residencias del prestigio y el relumbrón, sede de reyes y ricos hombres, ejemplos de la arquitectura del poder y el dinero; menospreciando aquellas otras construcciones de carácter tradicional que son ejemplo de formas de vida sencillas, del trabajo, reflejo de las clases populares y que seguramente representan a la mayor parte de nuestra sociedad. 
Sin embargo, esa desidia y abandono de la arquitectura vernácula por parte de sus propietarios y herederos tienen una componente “psicológica” que también es difícil de erradicar. En esta división arquetípica en la que está representada la desigualdad social a través del hecho arquitectónico entre nobles y campesinos, entre ricos y pobres; existe una valoración negativa de aquellos elementos que simbolizan el sufrimiento de antaño, el trabajo semi-esclavo, la pobreza del jornalero, el sudor del agricultor, el riesgo del minero, la dureza del pastor, la ausencia del arriero, el esfuerzo del paredero… 
Hemos avanzado mucho como sociedad en estos últimos 40 años, alcanzado unos estándares de bienestar social impensables a principios del siglo XX, donde los trabajadores y las clases populares han adoptado formas y actitudes que antaño correspondían tan solo a las clases privilegiadas. Es natural que esa misma sociedad le de valor, o, mejor dicho, valore negativamente, aquellas construcciones que simbolizan esa etapa de pobreza y marginación a la que se vieron abocadas tantas familias. 
Colectivo de investigadores de Sierra Mágina (CISMA): “Art of dry stone walling, knowledge and techniques” https://ich.unesco.org/en/RL/art-of-dry-stone- Croacia , Chipre , Francia , Grecia , Italia , Eslovenia , España y Suiza. 
Sin embargo, habría que explicar bien que el abandono de esas arquitecturas no cambia en nada los hechos históricos acaecidos, o lo que es más que probable, que su destrucción si puede conducir al olvido de las circunstancias que vivieron nuestros antepasados; siendo muy importante entender que esas construcciones no tienen su origen en esa época de consideración peyorativa para los que la vivieron o sufrieron, sino que proceden de un tiempo lejano, de antiguas culturas, donde los conocimientos y las técnicas que la hicieron posible se han ido transmitiendo de generación en generación y que han pervivido hasta la actualidad; por lo que cada vez que cae un muro de piedra seca, se destruye una torruca o se rompe una era, estamos arrancando una página de nuestra propia historia difícil de recuperar. 
Esta problemática no es exclusiva de nuestra tierra, sino que está bastante generalizada en toda España (y fuera de ella), y a día de hoy no podemos saber a ciencia cierta si es reversible o aún estamos a tiempo de parar sus efectos. 
Es en este contexto que varias instituciones civiles y académicas europeas decidieron iniciar el proceso de proteger este patrimonio, un trabajo largo y arduo que ha tenido su recompensa a finales del año 2018 como se ha puesto de manifiesto en el Simposio internacional de construcción en Piedra Seca (31-mayo a 1 de junio de 2019) celebrado en Jaén y promovido por una de estas asociaciones civiles. 
En efecto, la UNESCO ha declarado como patrimonio inmaterial de la humanidad “El arte de los muros de piedra seca, conocimientos y técnicas”, en una candidatura conjunta de 8 países, entre los que se encuentra España, y que han quedado inscritos en dicha lista para la protección y salvaguarda de dicho patrimonio. 
Por tanto, estamos ante un momento crucial, una oportunidad que Guadalcanal no debe perder, por lo que pueda significar a futuro la conservación, protección y difusión de este patrimonio; máxime si tenemos en cuenta la cantidad de construcciones en piedra seca que se localizan en nuestro municipio y por haber sido los primeros en dar a conocer la existencia citados, de estas técnicas constructivas en la Sierra Morena sevillana a través de los artículos ya efecto, nuestros campos están repletos de muros de piedra seca que dividen fincas, marcan lindes, separan cultivos, aterrazan las pendientes, delimitan caminos…, han servido para construir viviendas, chozas, torrucas, corrales, eras, minas, diques… y lo que es más importante, tenemos la tradición de los paraderos, de aquellos que conocían las técnicas y las formas de construir en piedra seca, en la voz popular de “obra de portugueses”, aunque habrá que preguntarse si aún queda alguno de estos “constructores vernáculos” y no es demasiado tarde para recoger su conocimiento y transmitirlo a las nuevas generaciones. 
No obstante, superar este hándicap no solucionaría la problemática de fondo que envuelve a nuestro patrimonio más desprotegido, porque o ponemos en valor este tipo de construcciones o no valdrá de nada ni el esfuerzo realizado ni el que las técnicas y conocimientos que lo hicieron posible hayan sido considerados patrimonio de la Humanidad. 
Creo que nuestros conciudadanos deberían saber por qué la UNESCO ha considerado que el arte de construir en piedra seca debe ser protegido y qué ventajas tiene con respecto a otro tipo de materiales, para que los guadalcanalenses puedan tomar conciencia de su valor. 
En este sentido dice que “el arte de los muros de piedra seca” refiere al conocimiento relacionado con la fabricación de dichos muros apilando piedras unas sobre otras, sin utilizar ningún otro material o argamasa, a excepción de la tierra seca proveniente del suelo. La estabilidad de la estructura creada va a depender de la cuidadosa selección y colocación de las Opus cit, nota 1 piedras, por lo que es imprescindible el conocimiento y la transmisión de dichas técnicas de unas generaciones a otras. 
Estas construcciones van a modelar un paisaje, van a crear unas imágenes que conforman nuestro entorno-mundo, aquello que denominamos nuestro terruño. Esa arquitectura vernácula que utiliza técnicas tradicionales de construcción, y que podemos verla tanto en edificaciones de la antigüedad como en las obras más modernas y vanguardistas tiene significativas ventajas con respecto a otros materiales y tipos de construcción. 
Habría que subrayar el alto valor ecológico y medioambiental de estas construcciones, dado que los materiales que usa son del entorno natural en el que se encuentran; se integra perfectamente en el paisaje puesto que son parte de él, no son barreras infranqueables para la fauna y la flora que incluso sirven de refugio para numerosas especies; no produce residuos de ningún tipo y cuando un muro se cae o una torruca se derrumba, los materiales pueden ser reutilizados al cien por cien. No podemos decir lo mismo de un muro de hormigón o cementado, o de una cerca metálica, cuya caída o abandono genera una gran cantidad de residuos y elementos extraños al propio lugar donde se encuentran, cuestión muy importante al situarnos en pleno parque natural. 
Así mismo, las edificaciones en piedra seca crean un microclima muy agradable en su interior que protegen del calor en verano y del frio en invierno. 
Otra de las características esenciales de la fábrica en piedra seca radica en su eficiencia, muy por encima de otros sistemas materiales de construcción, jugando un papel vital en la prevención de deslizamientos, inundaciones y avalanchas, y en la lucha contra la erosión y la desertificación de la tierra, mejorando la biodiversidad creando condiciones micro climáticas adecuadas para la agricultura y la ganadería. 
Si comparamos un muro de hormigón de los que tan a menudo nos encontramos en la carretera con un bastimento de piedra seca podría parecernos que ese rectilíneo muro da más fiabilidad y confianza que esa pared serpenteante y deformada de guijarros que dibujan los aterrazamientos del terreno. Sin embargo, la utilidad de los muros de piedra seca no es solo estético o medioambiental (que también) sino que responde a una necesidad técnica, ampliamente contrastada a lo largo de la historia por todos los pueblos que la usaron. 
En este sentido cuando se produce un corrimiento de tierras, una avalancha o una inundación debido a unas lluvias torrenciales, ese muro cementado y rectilíneo le es muy difícil aguantar la presión y suelen romperse. Todos hemos visto imágenes de paredes y puentes hundidos o carreteras socavadas por aguas torrenciales. Sin embargo, esos muros de piedra seca tienen movilidad, se encajan en el terreno, y si éste se mueve, el muro de piedra seca también se mueve con él; y si se parte o abre una vía en él, no arrastrará a todo el muro sino una porción ínfima que podrá ser repuesto rápidamente con solo colocar las piedras de nuevo en su lugar. 
Por otro lado, ante una lluvias torrenciales, el muro de hormigón funciona como un dique rígido, mientras que nuestro maleable muro de piedra seca tiene una ventaja infinita sobre el anterior: puede evacuar el agua por todos lados ya que la piedra no está sellada sino que presenta numerosas oquedades que sirven de aliviaderos por donde puede discurrir el agua torrencial sin que se rompa el muro, manteniendo el terreno libre de erosión al dejar pasar el agua pero no la tierra que permanecerá en sus bancales. 
Estas y otras muchas cuestiones hacen necesaria la conservación de este tipo de construcciones, y naturalmente sus técnicas constructivas y los conocimientos acerca de ellas, por lo que hemos creado un grupo estudio de la piedra seca en Guadalcanal para poder llevar a cabo un proyecto de inventario en el que conozcamos el estado de conservación en el que se encuentra este patrimonio e intentar ponerlo en valor. 
Con los resultados obtenidos, realizaremos una publicación anual, de contenido específico, que incluya los avances sobre este estudio, para lo cual hemos contactado con diversos patrocinadores de Guadalcanal que han decidido unirse a este proyecto y que esperemos sea una realidad el próximo año 2020. 
Aunque sabemos que el apoyo institucional es imprescindible para llevar a cabo este proyecto, al igual que poder contar con recursos materiales suficientes que lo hagan posible, en realidad lo fundamental es que los guadalcanalenses lleguen a valorar positivamente sus construcciones en piedra seca y quieran mantener los conocimientos y técnicas que la hicieron posible.
Alberto Bernabé Salgueiro 
Doctor en antropología