A) Ingenios accionados por el árbol de
levas Según los datos que conocemos, estas minas fueron las primeras de la
península Ibérica en sufrir un amplio proceso de mecanización en sus
instalaciones.
En la Edad Media se descubre el árbol de
levas, y gracias a él aparecen las ferrerías hidráulicas, donde fuelles y
martinetes quedan accionados mecánicamente con importante incremento
productivo. Rápidamente estas innovaciones pasan a otras industrias, como es el
caso de las del metal.
Los fundidores sevillanos que había
mandado traer Mendoza, señalaban a 31 de mayo de 1556 “que les parece que se
hagan ingenios de caballos (…) para moler, fundir y afinar”, para
ahorrar mano de obra. En octubre de 1556 el Mendoza, con oposición de los
maestros alemanes: “tomó por opinión que los hornos de fundición se soplasen
con unos ingenios que trujese un caballo, con unas lievas (árbol de levas) que
meneasen los fuelles” (González, 1831, I: 299). Llama la atención
de la aplicación en las minas de España de
artilugios mecánicos tales como los descritos por George Agrícola Diego López,
en carta de 16 de junio de 1557, informa que “el ingenio de moler y lavar se
acabará esta semana” (González, 1831, I: 467), aunque no sabemos exactamente
de qué tipo era. Ahora ya sólo faltaban por montar otros ingenios, tal es el
caso de los que accionaban los fuelles para el soplado de los hornos.
Juanes de Wittemberg, técnico alemán que
había sido enviado por el Rey a estas minas, propuso otro tipo de ingenios,
pero decía que en Guadalcanal no había maestros para hacer las invenciones que
él proponía y: “que convenía el ir por ellos a Alemania”. Diego López
contesta que no se habían hecho ingenios hidráulicos, como los que existen en
la Nueva España, por falta de caudales hídricos en la zona (González, 1831, I:
472). En el Sur de España no llueve tanto como en Alemania.
Año Producción
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Onzas de ag.
|
1555
|
—-
|
1556
|
597.720
|
1557
|
427.496
|
1558
|
592.904
|
1559
|
542.048
|
1560
|
159.304
|
1561
|
67.688
|
1562
|
94.880
|
1563
|
125.224
|
Mendoza, al inicio de 1558, señala que
algunas personas “con deseos de servir hacen algunos ingenios” y que deben
sacar provecho de ello (González, 1831, I: 514-515) y que el mineral se guardan
en una casa “que hice para beneficiarlo con el ingenio de moler y lavar”,
máquina que era movida por caballerías (González, 1831, I: 523, carta de
Mendoza de 4 de febrero de 1558), aunque por entonces también había trituración
y estrío manual.
En 1558, se mencionan ocho hornos de
fundición, la mitad fundía una semana y la otra mitad la otra: “dos hornos
andan con fuelles con ingenios de acémilas y losotros dos a mano” (González,
1831, I: 525). También se hizo un ingenio para moler la carbonilla. Por
aquellas fechas, Mendoza escribe al Rey: “los ingenios de fundición andan
buenos, y el de moler y lavar: mando hacer otros, porque es mucho el provecho
que dellos se saca” (González, 1831, II: 22). En 1576 existían “dos
ingenios de moler (ambos en la misma casa), que los trae de ordinario
una acémila cada uno, y sufre moler con solo ella ocho horas, y molerá cada día
15 quintales cada uno con sola una negra (una mujer esclava) que lo
rige” (González, 1831, II: 452)
En carta de Agustín de Zárate, de 5 de
enero de 1571, a los oficiales de las minas se dice que el problema principal para
trabajar en ellas “es el desaguar de los pozos”, por eso Mendoza trató
de hacer un socavón, pero la roca era muy dura y pensó que esta obra llevaría muchos
años, por lo cual contrató al maestre Han para que hiciese un ingenio de
desagüe a través de un pozo donde se recogiesen todas las aguas (González, 1831,
II: 357)
El 13 de septiembre de 1559, el maestro Han
Aptos, natural de Malinas (Bélgica), se incorpora a las minas como carpintero y
para construir ingenios (González, 1831, II: 44) e hizo la máquina para
desaguarlas (González, 1831, II: 117) y parece ser que contó con la ayuda de
Baltasar Jiménez, vecino de Toledo, contratado al efecto en 22 de julio hasta
el 20 de septiembre de 1561 (González, 1831, II: 88). Han se encargaría de los
desagües hasta diciembre de 1566, año que con el pretexto de la enfermedad de
su mujer desaparece de las minas (González, 1831, II: 195)
En su ausencia se rompería la máquina y
tuvieron que ir a buscarle para repararla. Vuelve en agosto de 1567, suponemos que,
con paga ligeramente mejorada, tardando 64 días en poner la cadena al ingenio
de desaguar y una vez realizado su trabajo se fue de nuevo, quedando al cuidado
del ingenio Juan Quero, ademador (entibador) mayor (González, 1831, II:
214-215). El 8 de enero de 1568 los oficiales de las minas comunican que ha quebrado
el árbol (el eje) de la cadena del ingenio del maestre Han y que no se podría
arreglar hasta el verano.
De todas formas, en 1568 existían siete
tornos para sacar agua, mediante zacas (González, 1831, II: 240). Aunque: “no
basta el ingenio, ni los tornos ordinarios para sacar la mucha agua que mana en
los pozos” (González, 1831, II: 241). Juan Quero fallecería en el verano de
1570 (González, 1831, II: 281) A través de textos sueltos de la obra de
González (1831, II) podemos reconstruir la morfología del ingenio Era una máquina
muy costosa (Zárate, a 5 de enero de 1571, evalúa el gasto de funcionamiento en
más 1500 ducados/año). Subía el agua con gran fuerza y violencia, desde una
profundidad de 40 estados = 47m (1 estado = 2 varas = 1,67m, el tamaño de un
cuerpo humano) (González, 1831, II: 349). Se accionaba por medio de dos machos
y en él trabajaban “ocho y algunas veces doce acémilas”, por turnos, con
ayuda de dos acemileros (González, 1831, II: 419). El movimiento se transmitía a
través de engranajes a un eje con dos cadenas en las que estaban fijadas
ciertas ‘zacas’, hechas de herradas y tablas de álamo, y con ellas se sacaba
agua en gran abundancia. Al tener el pozo una gran profundidad, debido al peso
las cadenas, con sus zacas llenas de agua, estas se rompían con frecuencia, por
eso siempre andaban de reparaciones: “con excesivo trabajo, la mayor parte
del tiempo se ocupa un herrero de conectar y reparar el dicho ingenio, demás de
la obra de carpintería” (González, 1831, II: 387). Pero eran poco hábiles
en su arreglo. En 1571, Han residía en Almadén, donde los Fúcares le tenían
contratado, suponemos que, con mayor sueldo, “en invenciones y labores que
hace de gran importancia” (González, 1831, II: 358). Por aquellas
fechas Zárate solicita (y más tarde los oficiales de
las minas hacen lo mismo) se le mande que vuelva a Guadalcanal, aunque su
salario sea alto “porque es muy necesario para la sustentación deste ingenio”,
antes de que las aguas hundan el pozo (González, 1831, II: 356)
Como Han no retorna, ni hay persona que
pueda suplirle, la solución es desaguar por socavón. Por carta de los
oficiales, de 24 de julio de1572, se pide abrir una contramina hacia el valle “por
donde se podría desaguar con bombas, tornos ú otra manera más fácil, segura, y menos
costosa” (González, 1831, II: 387). En carta de 18 de mayo de 1573 del
tesorero de las minas, Gerónimo Anuncibay Bohórquez (†1577), vuelve a insistir
en la necesidad de realizar una contramina de 53 estados, para mejorar el
desagüe.
El 17 de marzo de 1576 con las minas en
pleno debacle informan a S.M. que “era preciso renovar la cadena del ingenio
y muchas piezas de las ruedas” (González, 1831, II: 474). En carta de 22 de
mayo de 1576 se informa del quebramiento del ingenio de agua, así como de haberse
hundido el pozo de la Mineta, donde estaba dicho ingenio, lo que en cierta
medida era el fin de la mina, ya que sin desagüe esta perdía en gran parte su acceso.
Y, por tanto, se convenía al servicio de S.M. que cesase la labor de los pozos
añadiendo además otras razones, como la peligrosidad, costos de explotación, falta
de recursos y otros.
En el inventario tras el cierre se habla
de la “casa del ingenio, que es una pieza grande, alta y de buen edificio, con
dos arcos, y una pieza dentro pequeña” (González, 1831, II: 482). El
desagüe será la mayor dificultad técnica, en el laboreo de estas minas, a lo
largo de la historia. Señala García Tapia (2001: 255) que “El problema de la
inundación había llegado a ser tan angustioso, que tuvo que proponerse la
presencia del propio Juanelo Turriano, para resolver el asunto”. El
ingeniero italiano Turriano (1501-1585), había logrado el abastecimiento de
aguas a Toledo, subiéndolas desde el río Tajo hasta el Alcázar, con un desnivel
de 100m, mediante un curioso ingenio de cucharas.
En 1553, Bartolomé de Medina (1497-1585)
había inventado en las minas Pachuca (México) el método de patio, para extraer
mediante amalgamación metales preciosos. Rápidamente se incrementó la
producción de plata y las noticias de dicho procedimiento extractivo llegaron a
la Península. En carta de Felipe II, de 15 de febrero de 1557, remitida desde
Bruselas al Consejo de Hacienda, hablando sobre Guadalcanal, se señala: “acá
parece que no se debería vender el azogue, por que sería más provechoso así
para lo de la Nueva España” (González, 1931, I: 386). Almadén no tenía una
producción suficiente para surtir a las minas españolas y mexicanas a la vez,
optándose por el envío del mercurio al Nuevo Mundo.
Desde 1557, hasta el cierre de las minas
en 1576, vamos a encontrar a una serie de personajes que intentaron introducir
estas innovaciones en Guadalcanal. En carta de Mendoza, de 10 de junio de 1557,
se menciona a un tal Rivas (desconocemos si este coincide con un tal Pedro de
la Rivas, testigo de Bartolomé de Medina el 26 de enero de 1557 en México,
citado por Castillo Martos, 2006): “que es la persona con quien V.M. mandó
tomar asiento para sacar plata sin fuego, no à comenzado a usar de su invención”
(González, 1831, I: 416) aunque se duda del procedimiento. En el Memorial que
dirige, ese mismo año, al Consejero Real para temas de Minas, el Dr. Velasco,
señala: “El sacar metal con azogue, se tiene en la Nueva España por muy acertado,
porque se labran minas que se tenían perdidas, y no se sufría entender en ellas
por ser metal muy pobre, y en España creo que será lo mismo” (González,
1831, I: 437) y pide se busque un experto en Italia. En carta de Mendoza a
Felipe II, de 29 de octubre, se dice: “De la Nueva España me escriben que se
aprovechan mucho del azogue, y que sacan la plata con él de todos los metales, tengo
la relación de cómo se hace, y pienso proballo, aunque estoy tan incrédulo de
esto, como de que se puede sacar la plata sin fuego”. La Corona le pide que
se informe bien y haga las pruebas necesarias, también que señale que cuanto
azogue necesita para que se lo manden desde Almadén (González, 1831, I: 437 y
496) y en carta de 17 de septiembre de 1758, Mendoza señala: “lo del azogue
probé, y tengo muy particular relación de cómo se hace en la Nueva España: para
el metal de Guadalcanal no es bueno” (González, 1831, I: 555). Es, que
sepamos, el primer intento práctico de introducir la amalgamación en la
Península.
ETSI Minas y Energía, Ríos Rosas 21, 28003 Madrid
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