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domingo, 16 de mayo de 2021

Guadalcanal siglo XVIII

Incidentes en la feria de Guadalcanal

      Corría el año de 1784, hubo unos incidentes en la feria de Guadalcanal que vanos a destacar. En aquel año, ocho días antes de comenzar la afamada feria fue nombrado corregidor de la villa D. Antonio Donoso de Iranzos, abogado de los tribunales de la Nación, hombre de prestigio, tomó posesión de honrado e integro funcionario, celoso del cumplimiento de la ley, no obstante, era poco conocedor de los usos y costumbre de sus moradores del pueblo que le tocó gobernar.
    El día 23 de junio de este año, llegó al concejo de la villa una indagatoria de la cercana villa de Feria en torno a la desaparición de dos caballerías en la última feria de ganado celebrada feria de la Vega del Encinar en honor a la patrona santísima virgen de Guaditoca, de esa villa de Guadalcanal.
    Este exhorto fue trasladado para su tramitación e investigación a D. Juan Pedro de Ortega como alférez mayor de la villa y patrono administrador del Santuario y a D. Antonio Donoso de Iranzos, como corregidor y máximo responsable de la justicia plena en la villa.
    Las sospechas recaían por un lado sobre un tal Mateo Ximénez y su hijo, tratantes en ferias de ganados de toda la provincia de Extremadura, por ser reputados ladrones “públicos”, es decir, habituales en hurtos y jaranas, vecinos de Talavera la Real y que habían huido a Olivenza, hombres pendencieros y de dudosa conducta. Por otra parte, y según las autoridades de Llerena, villa a la que pertenecía jurídicamente Guadalcanal, las sospecha sobre tal robo declinaban sobre una familia gitana que abandonó precipitadamente la noche de autos el campamento.
    Al día siguiente fue llamado a careo por D. Antonio al arriero Juan de Ariza, que fue el promotor de la denuncia y dijo ser el dueño de dos caballos de carga de alzada y media, y dijo:
    Que la tarde anterior al robo estuvo de tratos con Vicente de Montes de raza gitana.
   Que este iba acompañado por otros de su raza llamados Pedro de Montes que dijo ser pariente y otro llamado Pedro Cárdenas que dijo ser patriarca de la localidad de Talavera de la Real.
    Que aquella noche se emplazaron en una taberna situada en la muralla de la Ermita frente a los soportales para cerrar el trato de venta de dos caballerías de mi propiedad, después de trasegar bastante vino de la vega del marqués se organizó una pelea entre dos grupos, uno capitaneado por un tal Mateo el largo y por otra por los Montes, a consecuencia de un corretaje que solicitaba el largo por la venta de mis caballos ya que había intervenido en el asunto de venta.
    Que en vista de los visos que adquiría la reyerta abandoné la taberna y me retiré a otra taberna.
    Que a la mañana siguiente al alba me dirigí a la Vega del encinar a ver mi recua y observé que me faltaban los dos caballos motivos del litigio,
    Que no localicé en la feria ni en los aledaños a ninguno de los individuos implicados en la reyerta de la noche anterior.

Recabadas ésta información y otras de vecinos de la villa que bien conocían la honestidad del arriero, el Sr. Iranzos a través de la Justicia de la Villa, remitió a la Real Audiencia de Extremadura en Llerena todos los testimonios.

He tratado de buscar más información de este litigio pero lamentablemente no he encontrado el desenlace.

Otro incidente cave destacar en aquellos días de la afamada Feria del Santuario de Guaditoca en el año del señor de 1784.

    Poco antes de la procesión, aquella tarde que se presagiaba festiva y tranquila surgió un incidente que requirió la presencia del recién nombrado Corregidor de la Villa, el Colector de la Parroquia D. Francisco Marqués y el Patrono litigaban por el pago adelantado de la asistencia a los Clérigos de la Comunidad de Santa María; cuestión ya surgida en el año anterior y de la que ya era conocedor el Vicario eclesiástico.
    Sostenía el primero que el Patronato estaba obligado a pagar a todos los Clérigos, aunque no fueran presbíteros.
    A lo que el Patronato respondió que sólo los sacerdotes tenían ese derecho, y reclamaba que el Colector le entregara la nómina de los asistentes, y a esto se negaba el Colector.
    Discutían ambos y exponían cada uno sus razones, si que si viese atismo de acuerdo.

    Amenazó D. Francisco al Colector con que no saldría la procesión, si no accedía el Patrono a lo que él creía justas pretensiones.

    Produjo la amenaza sus resultados, porque ante tal suspensión palidecía el Patrono, que medía las consecuencias gravísimas que esto podría ocasionarle, y solicitó la mediación del Corregidor.

    Intervino éste amistosamente, limando asperezas, pero con cierta reserva, y se avino D. Juan Pedro a pagar, y concedió el Colector la salida de la Virgen, terminándose el incidente, al parecer en paz, pero quedando abierta una sima entre el Corregidor y el Patrono, tan profunda que se absorbería la amistad, que solo contaba de garantía con una semana, o poco más, que llevaban tratándose.

    El incidente de la procesión fue una nubecilla muy pequeña en el hermoso cielo de la feria de Guaditoca: “no pasarían muchos años sin que se desencadenase la borrasca”.

Días después de la feria, no habiendo pagado De Ortega los derechos al Colector, acudiendo éste a la Audiencia del Corregidor para que obligara a D. Juan Pedro a “que luego incontinenti, y sin dilación alguna, apronte los doscientos treinta y un real, derechos beneficiales causados para satisfacer a sus individuos (los Clérigos de la Comunidad), sin admitirle escusa alguna, por ser causa privilegiada, apercibiéndole que en lo sucesivo evite todo escándalo en semejantes actos y se abstenga de valerse de pretextos que no son de su inspección, satisfaciendo igualmente las costas causadas”

    Muy diligente se mostró el Corregidor en este asunto ¡ojalá que más tarde hubiera tenido la misma diligencia en cumplir las órdenes del Consejo! Y por auto del mismo día, mandó que pagase D. Juan los reales que le mandaba el Colector “sin dar lugar a contiendas o nuevas instancias y guardando al clero la justa y regular consonancia”.

    Como consecuencia de futuros pleitos D. Antonio Donoso de Iranzos dictó:

    Sentencia del Corregidor – 20 Junio 1784 –

“… Que mediante ser la instancia causada en este Juzgado real por el dicho Colector D. Francisco Márquez puramente contraída al pago de derechos devengados por la asistencia del Clero y Comunidad de dicha su Parroquia (que la hizo según costumbre) a las fiestas y procesión de aquella Santa Imagen, como lo reconoce y confiesa D. Juan Pedro de Ortega, con sola diferencia de negarse a pagar los quince reales consignados a un Capellán, no presbítero, y los seis restantes aplicados a algún sacristán o acólitos en que va la pretensión del Colector conforme a razón y a la práctica universal que se observa en cuantas concurrencias se costean a las Comunidades eclesiásticas, haciéndose muy reparable que con la disputa de los derechos de los Capellanes, no sacerdotes, se haya dado lugar a originar un pleito, cual se anuncia en la Audiencia eclesiástica, pendiente más tiempo de un año; y en atención a no perjudicar a éste el hecho de no pagar la presente concurrencia de dicha Comunidad, a quien debió prevenir de antemano el referido D. Juan Pedro se escusase la del capellán para eximirse del pago, no teniendo lugar su resistencia, después de su concurso, sobre cuyo fundamento han recaído las providencias de este Juzgado (no reclamados por aquél en tiempo, modo y forma oportunos) con el justo fin y objeto de atender a los Ministros de la Iglesia y sus derechos, sin transcender a turbar el conocimiento de la audiencia ecca., en la discusión de ellos para lo sucesivo, sobre que se reconoce bastante entidad en el referido Administrador. o Mayordomo por el mismo hecho de la duración del citado exhorto y providencia en él inserta, sin acuerdo de letrado, y con el sonido de apercibimiento, nada conformes a la regular consonancia ni a los miramientos de este Juzgado, que espera de la Audiencia más reflexión para en adelante, debía mandar y mandó que por lo prevenido en cuatro y quince del que rige, a solicitud de dicho Colector, se haga saber al referido D. Juan Pedro de Ortega cumpla con el apronto de la cantidad, que por aquél está demandada por esta vez, y por la explicada asistencia, sin perjuicio de su derecho y el del fondo de la Ermita en disputa promovida en la Audiencia ecca. Lo que cumpla en el término que le está asignado y nuevamente se refrenda, con igual apronto de costas, pena del apremio decretado y demás que haya lugar y con reserva de las providencias a que se ha hecho acreedor por la inobediencia que de facto ha manifestado e irregular medio que ha tomado de insediar este Juzgado real de su natural subordinación… Y por un efecto de equidad y atención a sus circunstancias y urgencias, que tiene representadas de su labor y otras que se consideran consiguientes a su oficio, se le alza por ahora el arresto impuesto, con declaración y advertencia de que la inhibición que supone de la instancia verbal (que en el sitio del Santuario hizo el dicho Colector) es errónea y mal concevida, respecto de habérsele mandado pagar los derechos de la Comunidad, sin perjuicio de la instancia ante el señor ecco., y que no diese motivo de contienda, ni escándalos, como el de suspender la procesión con expectación y desagrado del concurso”. (sic).

    Esta sentencia del Corregidor adversa al poderoso Sr. De ortega, fue aceptada por este, y en el mismo día pagó el Patrono los 231 reales, que debía abonar a la colecturía y las costas, que se regularon en 123 reales.

    Terminó aquí, al parecer, el asunto, pero este era el comienzo de una serie de pleitos y litigios, cuyo final sería el traslado de la feria, viniendo así a la postre a pagar el Santuario las rencillas y disgustos de unos con otros. En mala hora se unió la suerte de aquel a una familia, pues si disfrutó en parte del auge de esta, también fue arrastrado a la decadencia y ruina que a ella más tarde sobrevino.

Fuentes.- Gitanos en Extremadura, Los últimos días de la feria de Guaditoca, Archivo Municipal de Guadalcanal y Real Audiencía de Extremadura.

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