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domingo, 21 de noviembre de 2021

GALERÍA DE GUADALCANALENSES

 


EL MÉDICO DE LOS POBRES 

        Don José Torrico y López Calero médico cirujano, ejerció su profesión desde su licenciatura hasta sus últimos días en Guadalcanal, fundador del Banco Agrícola de Labradores de Guadalcanal. Gran filántropo, pues se caracterizaba por su amor a las personas desfavorecidas de nuestra villa, trabajando por ellas y procurando su bienestar y progreso poniendo todo su capital al servicio de los labradores y agricultores, siendo considerado en el terreno profesional como el “médico de los pobres”, se puede considerar como uno de los Guadalcanalenses olvidados.

Nació en Guadalcanal en el año 1815 (el 15 de marzo o de mayo, el mes difiere según varios datos contrastados). Hijo de Don Pedro Torrico (también cirujano y “sanador en Guadalcanal” con referencia en varios capítulos de la guerra de la independencia en el año 1810), y de Doña María del Carmen López-Calero procedente de la vecina Azuaga. Murió soltero y sin descendencia.

Vivía en la calle Tentudía número 8 (actualmente Médico Antonio Porras), en ella pasaba consulta; en la misma calle esquina a la actual Costaleros poseía otra casa, en ella, en los años cuarenta del pasado siglo, se montó en los bajos un almacén que tenía por objeto vender productos agrícolas, herramientas para el campo, aperos de caballerías e incluso, pequeñas ventas y trueques de productos de las huertas. (información facilitada por nuestro paisano Manuel Muñoz Serrano Q.P.D.).

Tuvo gran protagonismo en la actividad social de la segunda mitad del siglo XIX en Guadalcanal, en los años 1854/55: “Se declaró una pandemia de cólera morbo asiática en los pueblos vecinos, que poco a poco llegó a esta nuestra villa y empezó a mermar la población, ante esta eventualidad, los médicos cirujanos titulares Don José Torrico y Don Dionisio Palacios, reunidos con el Ayuntamiento, acuerdan en conjunto hacer un nuevo cementerio en el Prado de San Francisco, actuando de primer edil, el primer teniente alcalde Don Leonardo Castelló i Donoso, y asistieron a la misma, además los concejales, los curas párrocos Don Juan Antonio Salvador, Don Mariano Martín de Arriva y Don Gonzalo Canelo Hidalgo” (sic)

Siendo muchas sus actividades y funciones públicas, su principal iniciativa consistió en la fundación de un banco que fue a su vez, de los pioneros en la España del último tercio del siglo XIX, para favorecer a los labradores de la localidad. Para ello, testó de forma verbal ante su amigo personal Don Manuel Pardillo Sánchez, Notario del Colegio de Sevilla, distrito de Cazalla de la Sierra, con residencia en esta población, dejando sus bienes inmuebles para la capitalización del citado banco.

Que en el protocolo de instrumentos públicos dice: “En la villa de Guadalcanal a veintiséis de marzo de mil ochocientos ochenta y tres” villa (Archivos de Cazalla de la Sierra), aparece bajo el número cincuenta y cinco el expediente sobre declaración del testamento de la célula testamentaría de Don José Torrico López Calero, dice así:

CÉDULA “Testamento de palabra que yo Don José Torrico López Calero, vecino de Guadalcanal, hago en presencia de los cinco testigos asistentes todos a este acto, rogados por mí al efecto, todos ellos vecinos de esta villa y que todos saben leer y escribir, autorizados con sus firmas, y esta mi espontánea y libre misma declaración, que reducirán a documento público mis herederos con arreglo a las prescripciones de la Ley de Enjuiciamiento Civil, hallándome en el pleno uso de mis facultades físicas, intelectuales y morales, y en el libre ejercicio de todos mis derechos civiles y políticos, he determinado deliberada y libremente, ordenar esta mi última voluntad en la forma siguiente conforme a la legislación patria”. (sic).

A continuación: “Declaro llamarme y ser conocido por Don José Torrico López Calero licenciado en medicina, vecino de Guadalcanal, con cédula personal número mil trescientos sesenta y siete, edad de setenta y ocho años cumplidos, hijo legítimo de Don Pedro Torrico y de Dña. María del Carmen López Calero, difuntos, natural de la expresada villa, de estado soltero y sin herederos forzosos y que profesa la religión católica, Apostólica y Romana. Prohíbo la intervención civil o eclesiástica en el cumplimiento de este mi testamento y ordeno que los bienes de los que soy dueño y poseo y los derechos y acciones que me correspondan, se hereden y suceda de la manera que se eximieran en el mismo” (sic)

Encontrándose muy enfermo, organiza sus recursos y testamenta para dejar distribuidos sus bienes, siempre pensando en favorecer a sus paisanos y familiares:

“Lego a Rogelio Vázquez Rivero, hijo de José Vázquez y María Jesús Rivero, la cantidad de dos mil reales cumpliendo la voluntad de mí difunto hermano cuya suma será entregada por mis herederos, luego que el legatario cumpla los diecinueve años”

“Es mi voluntad a la moza que me haya asistido en mi última enfermedad se le dé por mis herederos doscientos reales de remuneración y para los lutos”. “Es también mi voluntad, que los muebles, efectos, dinero, créditos y alhajas, entendiéndose en los dos primeros, los cuadros, mesas, sillas y menaje de la casa, loza y cristalería, aceite, granos, cecina y demás enseres, se formen ocho partes iguales, de las cuales llevará una solamente cada una de las tres primas , existen tres en Azuaga, llamadas Doña Guaditoca, Doña Brígida y Doña Rufina López Calero y Puga; dos partes para mi prima Doña Josefa López Calero y Puga y las tres partes restantes para mi otra prima Doña Antonia López Calero y Puga, cuyas ocho partes en la forma expresada la tendrán como herencia en propiedad, pudiendo disponer en ellas libremente”

“Es también mi voluntad que los libres inmuebles (excepción hecha de los frutos pendientes que se entiendan comprendida en la cláusula anterior) se distribuyan en usufructo por iguales partes entre mis cinco primas ya nombradas las cuales conservaran y poseerán mis dichas fincas utilizando sus rentas y productos, manteniendo siempre la esencia de las fincas y su buen cultivo o reparaciones, de este usufructo se dará a Dña. Antonia la parte que le corresponda en el olivar de las Umbría, lindando el que ella posee allí, y a Doña Josefa las cosas de mi habitación calle Tentudía número ocho. En las partes respectivas de este usufructo irán sucediéndose respectivamente los superviviente a las fallecidas en la misma proporción que las han recibido o sea por partes iguales”

“Igualmente es mi voluntad que al terminar el usufructo establecido en la cláusula anterior. O sea, al fallecimiento de la última de mis primas, la propiedad de todos los bienes inmuebles que me corresponden, sirva para establecer y contribuir en esta villa un banco agrícola para la clase labradora, conforme y con arreglo a la legislación que se halle entonces vigente y consultando los reglamentos y estatutos establecidos por el Gobierno de la Nación para esta institución acomodándolos en cuanto sea posible a las circunstancias, usos y costumbres de esta localidad”

“Considerando que a más de resulta el propósito de hacer testamento él Don José Torrico instituido herederas a sus primas llamadas Dña. Guaditoca, Doña Brígida y Doña Rufina López calero y Puga, (dos partes para su otra prima Doña Josefa López Calero y Puga) Doña Josefa y Doña Antonia López Calero y Puga en usufructo y permanente de sus dichas cinco primas destinará su caudal hereditario a la formación de un Banco Agrícola aparece que los testigos han ido de boca del testador y simultáneamente su disposición considerando que para el otorgamiento del testamento de que trata se ha guardado la formalidad exigida por la ley, él por ente el Eximo. Dijo: Le declaraba testamento del difunto Don José Torrico López Calero que resulta de dichas declaraciones y cedula presentadas sin perjuicio de tercero, mandando que se protocolice en el Registro del Notario de esta villa Don Francisco de Paula Muñoz por lo cual se darán a los interesados las copias pidieren o fuesen conducente”. (sic)

Hombre de convenciones religiosas y viéndose enfermo, confía a su buen amigo el presbítero Don Modesto Buiza, las exequias a su fallecimiento, bajo los siguientes puntos:

“Declaro ser mi voluntad que reducido mi cuerpo o cadáver ser decentemente vestido y colocado en un ataúd de buenas condiciones que será conducido hasta el cementerio público de esta villa y enterrado en nicho al que se pondrá después lápida moratoria con el rótulo correspondiente por mis albaceas, siendo conducido por cuatro criados de la casa o pobres que se designen y además veinticuatro de estos últimos que serán pagados a cinco reales cada uno para que lucen acompañamiento al cadáver al cementerio, asistiendo los clérigos de las tres parroquias de esta villa que gusten cantando y haciendo seis pozas hasta la salida de la población y terminándolas hasta el cementerio”.

“Es mi voluntad se apliquen por mi eterno descanso en misas rezadas mil reales al precio cada una de seis reales y asimismo que se den al presbítero Don Gregorio, y si no existiese dicho presbítero, se reducirá la cantidad a trescientos reales pasa el sacerdote quien se encargasen” “Es mi voluntad que al siguiente día de mi fallecimiento si es posibles se verifique al cabo del año y en este día se dé la cantidad de mil quinientos reales en limosnas a pobres, por mis herederos, con intervención de mis albaceas”

“Es mi voluntad que los vestidos y adornos de mi persona, se den por mis albaceas, que saben cuáles son, al presbítero Don Modesto Buiza”. (sic)

Don José Torrico era amigo de un reducido círculo de tertulias de personas relevantes de la época que se reunían en la casa del boticario Manuel de Alvarado, entre ellas y a pesar de la diferencia de edad, estableció gran amistad con don Juan Antonio Torre y Salvador (Micrófilo), así lo atestigua algunas referencias encontrada en un artículo de la revista científica y literaria, “El Alabardero” (hemeroteca portal archivos españoles), igualmente fue amigo del padre del doctor Vallina, así lo describe en las primeras memorias publicadas en México 1968 de Pedro Vallina Martínez, médico nacido en Guadalcanal, dice en uno de sus apuntes:

 “Mi padre era de Asturias y se vino a Andalucía andando junto con un grupo de amigos en busca de fortuna, mi madre era de Cantillana (Sevilla). Cuando se casaron se establecieron en la localidad de Guadalcanal, población serrana de la provincia de Sevilla, donde iniciaron un negocio pequeño montando una confitería y laborando unas fincas que fueron comprando y cultivando. Mi padre de naturaleza afable y buena persona por vocación, hizo enseguida amistad con Don José Torrico y López Calero, médico de profesión en la localidad, natural de la misma y gran benefactor de la gente humilde de su pueblo, era muy querido entre ese sector de la población y compartía con mi padre la inquietud social por ayudar a los pobres de necesidad, campesinos y jornaleros desfavorecidos de la localidad, cargados de hijos en su mayoría”. (sic)

El doctor José Torrico y López Calero falleció en la villa de Guadalcanal el 3 de diciembre de 1883 a las 10,00 de la mañana a causa de una infección intestinal, según consta en el acta de defunción folio 422, asiento 144 del Registro Civil. No pudo ver en funcionamiento su proyecto de banco, pero dejó establecidas las bases y nombrado tres albaceas administradores para su puesta en marcha. 

FUENTES: Archivos Municipales (apuntes de Leopoldo Tena) y Registro Civil de Guadalcanal, Archivo Notarial del Colegio de Sevilla, distrito de Cazalla de la Sierra, Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, Archivo Virtual de Prensa 

 Revista de Guadalcanal Feria y Fiestas - Año 2021

Rafael Spínola Rodríguez

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