Utilizada en El Banco Español de Crédito
Mi natural curiosidad e interés por los museos etnográficos, (que espero que si el Ayuntamiento de Guadalcanal nos cede un edificio apropiado sea una realidad en nuestro pueblo) me hizo visitar hace un tiempo el MUSEO HISTÓRICO-ETNOGRÁFICO de Villafranca de los Barros (Badajoz). El edificio que ocupa el Museo, desde marzo de 2013, data del siglo XVIII, es un claro ejemplo de una casa solariega de la zona sur de Extremadura. Albergó el Ayuntamiento en sus últimos cincuenta años.
Encontré una pieza rotulada con el nombre de procedencia de Guadalcanal, que naturalmente me llamó la atención. Se trata de una prensa de hierro fundido y madera procedente de la colección Pinilla-Montero, que la han cedido al museo y cuyo propietario original es Fernando Hernández. que la rescató de una vieja oficina de Banesto de Guadalcanal (Sevilla). Por el tipo de prensa, material utilizado y modelo de la misma, se calcula que la fecha de fabricación fue a finales del siglo XIX o principios del XX.
Estas prensas llamadas copiadoras de cartas y documentos, fue la antecesora de las actuales fotocopiadoras. Las prensas copiadoras, estaban hechas en hierro fundido y madera. Su estructura la formaban dos cuerpos, una base plana y fija, y la cubierta móvil que empujada por un husillo baja al girar una manija para presionar el Libro Copiador. Por su peso, iban colocadas sobre mesas o plataformas a las que se atornillaban, en el caso de la del museo de Villafranca, parece que está montada sobre una sencilla mesita de noche, no sabemos si es la mesa original que estaba en el banco de Gudalcanal, o en su caso, fue montada para su exposición.
Estas prensas tuvieron un gran auge a partir de 1929, ya que según disponía el Código Mercantil, las empresas debían tener, entre sus libros oficiales de contabilidad con un Copiador de Cartas y Telegramas, en el cual se debían calcarse en sus páginas, legalmente selladas y numeradas, todo este tipo de correspondencia de forma cronológica, no pudiendo utilizarse las hojas intermedias que, por error, hubiesen quedado en blanco. Este libro debía ser custodiado por el administrador de la empresa y el caso de las entidades bancarias, por su director y presentado al ser requerido por la administración pública.
Al final de cada jornada laboral los ordenanzas o subalternos colocaban sobre las páginas del libro que correspondiesen las copias de tales escritos, de finísimo papel cebolla, escritas a máquina mediante papel carbón. Tras ello, se cubrían con un fino paño blanco ligeramente humedecido, se cerraba el libro, se introducía en la prensa y se le sometía a la máxima presión posible hasta el siguiente día en que, a primera hora, se aflojaba el torniquete, se sacaba el libro, se retiraban las copias y se comprobaba si el texto había quedado perfectamente estampado en su página correspondiente; para proceder a un nuevo proceso de copiado, al finalizar esa jornada. No siempre el resultado era el más óptimo, pues la dificultad de manejo de la prensa y si esfuerzo requerido en el proceso no era el adecuado, producía emborronamientos, dificultando la lectura de algunos documentos.
Fermín Estrella Gutiérrez, escritor almeriense, nacido en 1900, recordaba en su libro Memorias de un niño de Almería, la manera de utilizar la Prensa y los Libros Copiadores, en la oficina de su padre “Me gustaba mucho ver al empleado de papá mojar con la amplia y chata brocha el papel de seda del libro copiador, colocar, luego, debajo, la hoja escrita a máquina o manuscrita y poner luego sobre la hoja húmeda del copiador el secante rosado y la tela absorbente, para prensar por último el copiador en la prensa de hierro.” La popularización del papel de calco en las primeras décadas del XX, fue haciendo obsoleta esta técnica de copia.
Hasta 1973 no se exoneró a las empresas de la llevanza del Libro Copiador de Cartas y Telegramas; por lo que desde entonces las prensas como estas fueron relegadas de sus funciones, pasando a ser piezas curiosas de la arqueología industrial y comercial.
El Banco Español de Crédito de Guadalcanal fue una referencia durante 85 años la localidad, hay algunos datos explorados que recordamos:
Como curiosidad, decir que, durante la Guerra Civil, el Banco Español de Crédito en Guadalcanal se desalojó y permaneció cerrado durante algo más de un año. En su interior tan solo quedó esta prensa y la caja fuerte con una peseta en su interior, para que sirviera como asiento contable inicial al reanudarse las operaciones bancarias.
En la calle Del Costalero nº 2, que en tiempos de la dictadura se la conocía como General Mola y anteriormente San Bartolomé, estuvo instalada la oficina bancaría de Banesto durante décadas, pero anteriormente fue sede del Banco Agrícola de Labradores de Guadalcanal, entidad pionera con carácter local promovida por el médico D. José Torrico y López Calero. Existe un acta entre la documentación conservada por el patronato de la “Fundación Banco Agrícola de Labradores de Guadalcanal” datada el 5 de Julio de 1924 firmada por los administradores interinos D. Marciano Mirón y Villagrán, D. Tomás Ramos y Fernández y D. Pascual Castillón de la Rosa, en ella, entre otras cosas dice: Se contabiliza un arqueo de la caja principal de 627 pesetas y cincuenta y cinco céntimos”, igualmente se describe: en cuanto al mobiliario existe un despacho de madera de nogal compuesto por una mesa, un sillón y cuatro sillas del mismo material, un armario donde están depositados los libros contables, un utensilio destinado a duplicar documentos y otros muebles y enseres de menor valor. Este utensilio de duplicar documentos bien podría tratarse de la prensa que nos ocupa.
Empleados del Banesto en su primera ubicación. En el centro "El Chato" que tenía el bar cerca del banco y a la derecha (con sombrero) Francisco Martínez
A continuación, tomando los datos del blog de Ignacio Gómez Galván y copiado posteriormente en otro blog llamado “Yo trabaje en Banesto”, reproducimos algunos datos de interés de la trayectoria de esta entidad bancaria en Guadalcanal:
-El 18 de diciembre de 1931, la prensa se hacía eco de la siguiente noticia: …el Banco Español de Crédito tiene ya sucursales, agencias, interés y delegaciones sembradas por el suelo patrio, actualmente se une a esta idea y compromiso de trabajo la agencia abierta en Guadalcanal (Sevilla)… Por aquellas fechas, Guadalcanal tenía 7500 habitantes” ´.
- El banco cambió varias veces su ubicación. De esta primera que aparece en la fotografía, pasó a la casa de Paco Urbano en la calle Mesones y después cuando Víctor Jaurrieta hizo la obra en el antiguo taller de los Núñez, volvió otra vez a la calle Costaleros, pasando hace poco más de un año a la calle San Sebastián.
Continuaba mi amigo Ignacio relatando sus recuerdos:
“Recuerdo a Emilio Aranda como uno de los primeros directores que conocí, siempre con su periódico ABC en la mano y asomándose de vez en cuando para ver el trabajo de los empleados. Sí, digo empleados, aunque en los últimos años sólo encontrábamos a uno para atender a los clientes, a mi amigo Rafael Martínez (Pai).”
“Cuando empecé a trabajar con Pepe Chaves, iba al banco dos o tres veces cada día, ya que me encargaba del cobro de letras de cambios del Banco Hispano Americano, del que Chaves era corresponsal. Allí encontraba cada día además de al director, a Lorenzo Blanco, que entonces era apoderado y después fue también director. Estaba Jesús Amigo (Jesuli, padre de Vicente Amigo), Manuel Madrid, Arroyo, Pepe Checa… y como no, Francisco Martínez, más conocido por Paco el del banco, con su latiguillo cada dos por tres de: “Eh nene... Eh nene”.
Por otra parte, Ignacio José Rivero Gallardo, nos comenta en su blog “Yo trabajé en el Banesto:
Yo soy nacido en mi Guadalcanal, pueblo al que jamás renuncio, aunque salí de allí con 5/6. años. Recuerdo a Paco el del Banco, era amigo de su hijo Rafa, que vivían en la esquina de la Iglesia de la Concepción, yo vivía en la calle Guaditoca. Recuerdo la tienda que tenía la mujer de Paco, que quiero recordar que se llamaba Elena, la tienda de Elena la del Cantillo, por cierto, que vendía un buen café en grano. Por todo ello reitero los comentarios de todos, Juanjo Villa, buen compañero, yo también pertenecí durante 40 años a la gran familia Banesto, y mejor amigo, aun seguimos compartiendo ratos de copas y comida,”
Fuentes. – Asociación Cultural Benalixa, MUSEO HISTÓRICO-ETNOGRÁFICO de Villafranca de los Barros, Blog ,Yo Trabajé en el Banesto y Hemerotecas.
Fotos. - Ignacio Gómez y Autor.
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