Nuestros visitantes descansan frente a la ermita |
Visita de D. Alonso de Quijano a nuestra villa 4/4
Continuando calle arriba, encontraron la casa natal de D. Adelardo López de Ayala, nacido en esta villa en el 1 de mayo de 1828, cuando aún pertenecía a Extremadura,
- Antes de continuar hacía la parte alta del pueblo, quiero enseñarles en la calle paralela a ésta que curiosamente se llama de Los Milagros, los restos de la antigua casa de la Encomienda, pues en tiempos hubo en esta villa Comendador de la Orden de Santiago.
- Si vuestra merced D. Esteban, no tiene inconveniente, me gustaría rendir respeto y pleitesía al Comendado vigente.
- No es posible Sr. Quijano, puesto que hablamos de que esto ocurrió en siglos pasados.
- Señores, ¡quien yerra y se enmienda a Dios se encomienda!, es mi señor algo despistado para fechas y siglos -comentó Sancho-
Pueblo arriba en dirección a la salida para Llerena por la calle Espíritu Santo y antes de las últimas casas del casco urbano a la derecha divisaron el edificio del Convento (14) del mismo nombre.
- ¿Me quiere Vd. decir D. Esteban que en éste vetusto edificio dormitan hombres o mujeres dedicados al noble oficio de guiar a las almas pecadoras hacía la salvación divina?
-No es menos cierto que desde 1903 las Hermanas Misioneras de la Doctrina Cristiana cumplieron esas labores y la enseñanza de la cultura y labores propias de las jóvenes de la villa, pero actualmente se encuentra cerrado, -comentó el anfitrión con nostalgia-.
-Convento sin monjas y olla sin carne, no han de servir para saciar alma o cuerpo de caminante, -protestó Sancho-.
Abandonaron la localidad y por el camino que continúa después de la citada calle divisaron el conjunto del Cristo del Humilladero o La Cruz del Santo Abad (14), compuesto por la ermita, humilladero y huerto que por el año 77 del pasado siglo fue desamortizado y vendido por el cura Antonio Espinosa Torre con la benevolencia del arzobispado de Sevilla, como otros varios edificios de antigüedad y riqueza arquitectónica mencionados anteriormente.
Este conjunto tanto la ermita como el humilladero anejo datan del siglo XVIII, si bien alguna edificación se fecha en el siglo XV, ya que, en un escrito de los visitadores de 1481, está compuesto por humilladero, ermita y huerto.
- ¿Se equivoca mi pobre cabeza o creo que tanta nostalgia obliga a vuestra merced a recordar que esta villa perdió gran cantidad de su patrimonio por la dejadez de unos y la ambición de otros?
-Así es amigo hidalgo, cuando los pueblos dejan abandonado sus edificios emblemáticos, viene un desarmado y los vende a precio de saldo en nombre del Señor –Respondió D. Esteban-
-Dios te guarde de cura ambicioso, que en nombre del Santísimo, ducados y fortunas amasa -Murmuró el escudero-.
Ya en el puerto de Llerena dejaron atrás la villa y vieron con asombro la maravillosa vista que ofrecía tan maravillo conjunto arquitectónico y un centenar de metros más abajo, camino de Extremadura pararon en el pilar para que abrevaran las caballerías, allí contemplaron la inmensidad del valle y las montañas al fondo que de hacían frontera entre las dos regiones.
Continuaron y en el desvío a la derecha cogieron el camino de Guaditoca escoltado de tomillo, romero, jaras y retamas que la primavera hacían resplandecer e impregnar de olores el recorrido, apenas a dos leguas se encontraba la ermita de la patrona de la villa, próximo destino de su viaje.
-Caballero, las posaderas de mi señor y su maltrecho equino necesitan un descanso a la vez que mis tripas llaman a oración, que cruces vemos varias en el camino, pero no posadas – Dijo Sancho rompiendo el silencio-
-Bien es cierto, amigo Sancho, en la siguiente cruz que nuestros ojos divisan, llamada del aceite (15), pararemos a hacer un descanso y compartiremos las viandas que llevo en mi alforja y son gracia de mí señora. -Contestó sonriendo D. Esteban al ver al famoso hidalgo y su corcel agotados-.
Tras un breve descanso donde departieron conversación, chacina y pan regados por mosto del cortijo de las bodegas del Rey, continuaron camino y al final de este, ante sus ojos, el majestuoso edificio de la Ermita de Guaditoca (16) (circundada por el río del mismo nombre), zona que también conoció tiempos de mayor esplendor en siglos anteriores cuando en el paraje conocido como la Vega del Encinar, se celebraba la famosa feria de ganado de la localidad y uno de los mayores eventos de la parte sur de España, después de visitar la patrona y el niño bellotero regresaron a Guadalcanal.
Nuevamente en el casco urbano, entrando por el Berrocal Chico llegaron a la Plaza Santa Ana, allí las caballerías y Sancho saciaron su sed en el Pilarito, -Agua que en el pilar cae, ¿qué ha de hacerse?, si no aprovecharla por burros y pollinos para beber, -Comentó jocoso el hidalgo al ver a su escudero saciar su sed-.
Ante sus ojos tenían sobre una atalaya la iglesia que da nombre al barrio, un magnífico conjunto compuesto por el parque, la casa del sacristán e Iglesia de Santa Ana (17) terminada la última restauración en el 2008, después de más dos años de obras, reconvertida en espacio cultural a posteriori de haber sido sometida a una recuperación integral. La Consejería de Cultura del Gobierno de Andalucía invirtió 1.063.493 € en las obras ejecutadas en este Bien de Interés Cultural y suponen la recuperación del templo mudéjar que desde 1997 permanecía en ruinas y que estuvo a punto de ser vendido a un particular.
Quedaron los visitantes abstraídos y sus ojos llenos de bellas imágenes ante la impresionante vista de la villa que desde la torre contemplaban en un día de primavera despejado y maravilloso, iniciaron el descenso al centro del pueblo por la calle de las Minas, donde en el número 14 nació este humilde guía y narrador, antes de iniciar la bajada por la calle Ortega Valencia al escudero le llamó la atención el conjunto de casas que forman la alcazailla,
-Moradas que en altura se encuentra, agua rechaza –Aseveró Sancho-
Continuaron pro la calle Ortega Valencia, el número dos de esta calle se encuentra una casa corralón, allí sobre el año 1520 nació D. Pedro de Ortega Valencia (18), tal vez el hombre más insigne que nació en esta villa y que formó parte de la expedición de Álvaro de Mendaña en 1568 como maese de campo por las islas Salomón y que daría nombre a una de las islas en memoria de su villa de nacimiento. Continuaron por la calle Juan Carlos I (antiguamente llamada La Sánchez) para coger la calle de Los Mesones, por estas dos últimas calles contemplaron varias casas señoriales de bonitas fachadas y conservación perfecta en las que no se apreciaba el pasar de los años o tal vez siglos.
-Viene a mi mente D. Esteban una pregunta lógica al pensar en D. Pedro de Ortega y su gran gesta, Vds. los moradores de esta villa, que son amigos de resaltar personajes, monumentos al católico culto y otras epopeyas, ¿Cómo no han homenajeado mediante rehabilitación de su casa y otros hechos que recuerden a tan meritorio maese de esta villa?
-Tiene Vd. toda la razón D. Alonso, aquí se demuestra un refrán de los que tan adicto es su escudero, “Nadie es profeta en su tierra”, y en este caso se cumple, las huellas de D. Pedro se limitan en la actualidad en su pueblo a una casa en ruinas, una calle, una placa en la fachada del Ayuntamiento conmemorativa de un homenaje que le hicieron las armadas norteamericana y española el 6 de septiembre del 1964 y poco más.
- Hombre que a su nación da gloria, es tan agradecido como agua que al mar riega. -Apostilló Sancho-
Ya pasada la hora del crepúsculo y cuando las campanas de la iglesia de Santa María de la Asunción llamaban a los fieles a la última misa del día, terminaron su recorrido nuestros tres protagonistas en el Pilar de la Cava, cerca del Jurado, lugar donde tal vez estuviese el Mesón del Toro en el siglo XVII, para mayor gloria de nuestra santiaguista Villa de Guadalcanal.
Notas. -
(13) Convento del Espíritu Santo, este convento de religiosas fue fundado por un hijo de la localidad afincado en América, para cuya erección destinó de su hacienda la cantidad de 80.000 pesos de plata. Tomó esta advocación el nuevo cenobio, precisamente, por levantarse junto al hospital que, con este nombre, fundara el presbítero don Benito Garzón en 1511. La capilla que aneja a este convento se labró, aunque ha sufrido algunas reformas, aún conserva huellas del tiempo de su edificación, especialmente en el altar mayor, en cuyo banco se halla el retrato del patrono y la leyenda.
El edificio está construido en mampuesto y ladrillo revocado. Posee planta de cruz latina, cubriéndose la nave y el presbiterio de bóveda de cañón con lunetos y fajones y media naranja en el crucero. La portada situada a los pies es de vano adintelado entre pilastras y entablamento con frontón recto.
El retablo se decora con pinturas de Pentecostés, la imposición de la casulla a San Ildefonso, Santa Catalina, la Coronación de Nuestra Señora, la Natividad del Señor y la Natividad de la Virgen. Del tiempo fundacional prevalece, también, un patio de ordenación toscana en el interior de lo que fue convento de las comendadoras del Espíritu Santo. Fue desde l903 de las Hermanas Misioneras de la Doctrina Cristiana.
(14) Humilladero de la Cruz del Abad Santo. - El vecino de esta villa Rodrigo Mata, difunto, ordenó en su testamento a su mujer Catalina Ramírez a quien nombró por albacea y heredera universal de sus bienes, que erigiese un Humilladero al sitio llamado de la Cruz del Abad del Santo, consistente en un templete con cuatro postes, en cuyo frontal debería figurar el misterio de la Quinta Angustia, para la que destinó el testador 10.000 maravedíes. Como aún no se había ejecutado dicha voluntad, la visita pidió el testimonio a Catalina Ramírez y ordenó al alcalde don Juan Sánchez de Bonilla que cumplimentara esta disposición a la mayor brevedad posible.
Comprendía este conjunto, un huerto de aproximadamente una fanega de tierra, una pequeña vivienda, la capilla o ermita del Cristo y un templete con una fuente en el centro, terminada con azulejos de estilo trianeros de finales del siglo XVIII.
En resumen, una edificación iniciada en el siglo XV y catalogada en 1770 y que fue vendida en su conjunto por cien mil pesetas, apenas 600 € actuales, que sin control alguno fue transformada, la puerta principal tapiada por su nuevo dueño, utilizándola como granero y la huerta cultivada.
En este lugar se celebraba la tercera semana de septiembre o veintiún días después de finalizar la feria y una semana antes de la romería de Ntra. Sra. de Guaditoca, la velada del Cristo, que luego pasó su celebración a la plaza de España de la localidad por acuerdo de la hermandad y la corporación municipal.
(15) La Cruz del Aceite es una de las paradas procesional en las romerías de la patrona de Guadalcanal que se celebra los últimos sábados de abril y septiembre.
Llamada así ya qué durante la edad media era sitio de parada de los peregrinos y transeúntes que venían por el camino de su mismo nombre y se dice que allí ofrecían a la Virgen de Guaditoca aceite como ofrenda para proseguir el camino con su bendición.
(16) La ermita o santuario está erigido en honor a la patrona del pueblo Ntra. Sra. De Guaditoca. Dista 11 kilómetros de la población, y está situada en el extremo noreste del término municipal. El Santuario fue construido en el año de 1647 y la decoración arquitectónica esta ejecutada a base de elementos del Toscano. Iglesia de una sola nave construida en 1647 y a la que se le añadió en 1718 un camarín. Son de destacar las pinturas del maestro Llerena, Juan Brieva, del siglo XVIII.
El Santuario antiguo del Siglo XIV se levantó en término de Azuaga y D. Enrique Infante de Aragón, Gran Maestre de la Orden de Santiago, cedió a Guadalcanal, el día 10 de abril de 1.428, parte del término de Azuaga. Hubo debates y contiendas entre ambas villas, por lo que el Gran Maestre nombró jueces, que dieron sentencia aclaratoria el 20 de noviembre de 1.469, a favor de Guadalcanal, siendo posteriormente confirmada por los Reyes Católicos en el año 1494.
Don Alonso Carrasco de Ortega, descendiente de los conquistadores de Extremadura, y su esposa Doña Beatriz de la Rica, mandan levantar un nuevo Santuario. Comienzan las obras en 1638 y se terminan el 1647.
Las pinturas del Santuario fueron realizadas por el pintor Brieva de Llerena, en 1800. Fue ayudado por su hijo. Los azulejos de reflejo metálico del altar mayor, son de 1913.
Hasta el 24 de mayo de 1792 no se instituyó la romería anual. Antes la Virgen sólo venía al pueblo en casos excepcionales de calamidad.
En 1718 se hizo el camarín, terminándose en mayo de 1719. En el testero hay un mural de la Virgen tal como la vestían en el siglo XVIII. Junto a ella está la Virgen con el Niño, San José, San Joaquín y San Ignacio. En el muro de la derecha hay una pintura, posiblemente el Marqués de San Antonio.
El Niño Bellotero data de 1300.
El 4 de septiembre de 1722, Felipe V otorgó por Real Cédula, firmada en Balsaín, el Patronato y Administración del Santuario de Guaditoca, a favor del Sr. Marqués de San Antonio y Mira del Río, Don Alonso de Ortega y Toledo.
(17) La iglesia de Santa Ana, esta iglesia es de estilo mudéjar y fue erigida entre finales del siglo XV y principios del XVI, siendo posteriormente ampliada y transformada en el XVIII. De una sola nave, está situada en un altozano desde el que domina buena parte de la población. Fue declarada Monumento Histórico-Artístico de carácter Nacional en 1979, en la actualidad Bien de Interés Cultural, y son de destacar sus capillas y retablos de los siglos XVII y XVIII. Desacralizada, tras labores urgentes de restauración en 1997-1999 y de posterior adaptación, se halla dedicada a Centro de Interpretación. A la primera etapa corresponden la planta rectangular de una sola nave con arcos transversales, el pórtico exterior, con tres arcos apuntados enmarcados por alfices sobre pilares ochavados, y la torre-fachada de tres cuerpos rematada por chapitel situada a los pies. A la segunda etapa corresponde la decoración de las portadas laterales, adinteladas con pilastras adosadas y flanqueadas con frontón recto partido con hornacina central, y la cubierta de la capilla mayor, de bóveda semiesférica, al igual que las cuatro capillas adosadas en los muros laterales.
(18) Pedro de Ortega Valencia, nació en Guadalcanal sobre el año 1520, y falleció en tierras del nuevo mundo sobre 1598, uno de los muchos guadalcanalenses que emprendieron la aventura del nuevo mundo y se enrolaron en un navío camino de lo desconocido, fue un explorador y experto militar. Casado con Isabel Hidalga, tuvo dos hijos, Jerónimo y Pedro, el primero le acompañará en su viaje.
Formó parte de las expediciones de Álvaro de Mendaña, bajo el reinado de Felipe II en una de ésta expediciones en su aventura del 1 de febrero de 1568 descubren las Islas Salomón. En dicha expedición participó Pedro Ortega Valencia, como Mariscal de Campo, que daría nombre a una de esas islas como Guadalcanal, el pueblo donde había nacido.
Rafael Spínola R.
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