Y ¿dónde.., dónde fue mi niñez?
A veces unas simples frases, unas canciones o poemas te hacen reflexionar sobre la existencia que se te escapa de las manos como porciones de vidas encerradas en un frágil vaso de experiencias. En la soledad de mi recorrido casi diario por las calles de Guadalcanal cuando estoy allí de vacaciones, caminando lentamente para impregnarme de recuerdos de un pasado en blanco y negro, oigo a Juan Manuel Serrat en mis cascos, se me queda grabada la frase “Y ¿dónde, dónde fue mi niñez?, vuelvo al principio del poema y empiezo a seccionar frases y estrofas que se asimilan a mis primeros años de vida en Guadalcanal, aquella vida que recuerdo con fotos que se me antojan desenfocadas o en blanco y negro, acontecimientos y vivencias sucedidas antes que la diáspora de la emigración de los años sesentas del pasado siglo, me robara mi niñez para encuadrarme en el perfil de una gran metrópoli extraña y hostil para un niño que aún no había tenido la posibilidad de elegir su futuro o dejar a sus compañeros de juegos…
Calle Minas.-
Tenía diez años y un gato peludo,
funámbulo y necio, que me
esperaba en los alambres del
patio a la vuelta del colegio…
Barrio de Santa Ana.-
Era un bello jinete sobre mi patinete,
burlando cada esquina como una golondrina,
sin nada que olvidar porque ayer aprendí a volar…,
Y no volé, simplemente…,
emigramos, un doloroso adiós, un tren de tercera, una vieja maleta y un adiós a
la infancia precoz que con nueve años me hicieron mayor, ¿dónde.., dónde fue mi
niñez?...
Y en Madrid pasaron los años…
Mi madre crió canas pespunteando pijamas,
mi padre se hizo viejo sin mirarse al espejo…
Sigo caminando por las
blancas calles de mi pueblo cándido de paredes blanqueadas, calles vacías de
melancolía y repletas de nostalgia, y pienso… aquí, aquí quedó secuestrada mi
niñez…
Otra canción, otro poema
canta el mismo autor, salté de nuevo a mi adolescencia sin olvidar aquel pueblo
claro de luz y limpio de corazón…
Colgado de un barranco
duerme mi pueblo blanco,
bajo un cielo que,
a fuerza de no ver nunca el mar,
se olvidó de llorar…
Este pueblo que tanto sufrió en aquellos años
siniestros el abandono involuntario de sus hijos, al que se le vaciaron
colegios, se llenaron sus calles de ausencias, y se le olvidó llorar…
Me detengo en la puerta de
la que aquí fue mi última escuela, trato de razonar porqué mi familia como
tantas otras tuvo que abandonar nuestro hábitat natural, empezar una nueva vida
en tierras extrañas, insólitos trabajos, ajenos colegios, letras intrusas agregadas a
nuestro particular vocablo, za, ze, zi, zo, zu…
Quiero olvidar aquel
pasado, quiero disfrutar este presente, quiero fundirme de nuevo en el viejo
empedrado de la calle Minas, reencontrarme con mis amigos, pero, ¿dónde, donde
están mis amigos de la niñez ?...
Escapad gente tierna,
que esta tierra está enferma,
y no esperes mañana lo que no te dio ayer,
que no hay nada que hacer…
¿Por qué hay que volver a
escapar?, esta tierra no está enferma, hoy quiero recuperar las sensaciones que
deje impregnadas en las calles aquel ayer, porque hoy es el mañana, ¿me siento
nuevamente niño?, ¿será que estoy recuperando el ayer y sí, sí algo hay que
hacer…?
Ausencias, soledades,
recuerdos… me llevaron inevitablemente al final de la calle Cervantes, otro
cambio de mí niñez, ya no existe aquella centenaria casa de mis abuelos
paternos, me detengo frente a la calle Juan Pérez para recordar el viejo
postigo que daba a la parte trasera de la casa por el enorme corral…, que
horror ya no existen, la casa, el corral, el pozo, la deforme higuera, la vieja
puerta, ahora todo es nuevo, distinto, impersonal…
Ello me hace repasar, poner
en orden mis pensamientos y sentarme en un umbral del pequeño jardín que hay
justo enfrente y reconstruir con recuerdos y llenar vacíos, cualquier
conversación que bien se podría haber originado a la sombra de la higuera de
aquel corral con mi abuelo Frasco, en este hermoso pueblo, en aquella vieja
casa blanca de un enorme corral y un viejo postigo, muchas palabras y frases
lamentablemente desaparecidas de nuestro peculiar diccionario de la Sierra
Norte y que hoy las generaciones posteriores no conocen y necesitan traducción.
Canete (niño de pelo
claro, casi rubio). algofifando el saguán (fregando el suelo de la
entrada a la casa), cagarrutas (excremento de ovejas), arrengao (cansado),
talega (bolsa para portar alimentos), a atente bonete (llenar a
rebosar), de bolín bolán (escaqueado), gasapo con frigiones (conejo
con alubias),una alferesía (ataque). garrotaso (golpe con el
bastón), le ha causao un bochinche (disgusto), dómia (pasar unos días en el campo
trabajando), antié (anteayer), angarillas (serón para llevar
cosas en las caballerías), la jaqueta (ropa de campo), luria(defenderse
a pedradas), …
Qué bonito era el seseo que
me hizo perder D. Cirilo, mi primer maestro en el colegio de Madrid, que
peculiar aquella jerga casi olvidada que fluye de nuevo en mi particular
diccionario.
El ruido de un coche,
inevitable sonido estridente de los tiempos modernos me saca de mi abstracción,
vuelvo a la realidad, me siento bienaventurado y con una extraña paz interior,
pienso… ahora si he contestado a mi pregunta, ¿dónde.., dónde fue mi
niñez?...
Aquí, aquí he recuperado mi
niñez.
A mi amigo Bautista
Guerrero, único componente de la banda de la Alcazailla que en aquellos años
sobrevivió a la diáspora y se quedó en el pueblo para recibirnos de vez en
cuando para recordar el pasado a los
que allí dejamos la niñez.