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domingo, 25 de febrero de 2024

Mi pueblo blanco

 


Y ¿dónde.., dónde fue mi niñez?

A veces unas simples frases, unas canciones o poemas te hacen reflexionar sobre la existencia que se te escapa de las manos como porciones de vidas encerradas en un frágil vaso de experiencias. En la soledad de mi recorrido casi diario por las calles de Guadalcanal cuando estoy allí de vacaciones, caminando lentamente para impregnarme de recuerdos de un pasado en blanco y negro, oigo a Juan Manuel Serrat en mis cascos, se me queda grabada la frase “Y ¿dónde, dónde fue mi niñez?, vuelvo al principio del poema y empiezo a seccionar frases y estrofas que se asimilan a mis primeros años de vida en Guadalcanal, aquella vida que recuerdo con fotos que se me antojan desenfocadas o en blanco y negro, acontecimientos y vivencias sucedidas antes que la diáspora de la emigración de los años sesentas del pasado siglo, me robara mi niñez para encuadrarme en el perfil de una gran metrópoli extraña y hostil para un niño que aún no había tenido la posibilidad de elegir su futuro o dejar a sus compañeros de juegos…

 Calle Minas.-


Tenía diez años y un gato peludo,
funámbulo y necio, que me
esperaba en los alambres del
patio a la vuelta del colegio…

 En aquellas calles empedradas con olor a cocido y sabor a libertad se quedó parte de mi inocencia, mezclada con la goma de los zapatos gorilas que cada invierno heredaba de un primo mayor, cambiando una bonita escuela en la calle Camacho y gato peludo compañero de juegos y un patio aun si cabe más hermoso en Santa Ana por la inmensidad de lo impersonal y extraño de las grandes avenidas de Madrid.


Barrio de Santa Ana.-
Era un bello jinete sobre mi patinete,
burlando cada esquina como una golondrina,
sin nada que olvidar porque ayer aprendí a volar…,

Y no volé, simplemente…, emigramos, un doloroso adiós, un tren de tercera, una vieja maleta y un adiós a la infancia precoz que con nueve años me hicieron mayor, ¿dónde.., dónde fue mi niñez?...


Y en Madrid pasaron los años…
Mi madre crió canas pespunteando pijamas,
mi padre se hizo viejo sin mirarse al espejo…

Sigo caminando por las blancas calles de mi pueblo cándido de paredes blanqueadas, calles vacías de melancolía y repletas de nostalgia, y pienso… aquí, aquí quedó secuestrada mi niñez…

Otra canción, otro poema canta el mismo autor, salté de nuevo a mi adolescencia sin olvidar aquel pueblo claro de luz y limpio de corazón…


Colgado de un barranco
duerme mi pueblo blanco,
bajo un cielo que,
a fuerza de no ver nunca el mar,
se olvidó de llorar…

 Este pueblo que tanto sufrió en aquellos años siniestros el abandono involuntario de sus hijos, al que se le vaciaron colegios, se llenaron sus calles de ausencias, y se le olvidó llorar…

Me detengo en la puerta de la que aquí fue mi última escuela, trato de razonar porqué mi familia como tantas otras tuvo que abandonar nuestro hábitat natural, empezar una nueva vida en tierras extrañas, insólitos trabajos, ajenos colegios, letras intrusas agregadas a nuestro particular vocablo, za, ze, zi, zo, zu…

Quiero olvidar aquel pasado, quiero disfrutar este presente, quiero fundirme de nuevo en el viejo empedrado de la calle Minas, reencontrarme con mis amigos, pero, ¿dónde, donde están mis amigos de la niñez ?...


Escapad gente tierna,
que esta tierra está enferma,
y no esperes mañana lo que no te dio ayer,
que no hay nada que hacer…

¿Por qué hay que volver a escapar?, esta tierra no está enferma, hoy quiero recuperar las sensaciones que deje impregnadas en las calles aquel ayer, porque hoy es el mañana, ¿me siento nuevamente niño?, ¿será que estoy recuperando el ayer y sí, sí algo hay que hacer…?

Ausencias, soledades, recuerdos… me llevaron inevitablemente al final de la calle Cervantes, otro cambio de mí niñez, ya no existe aquella centenaria casa de mis abuelos paternos, me detengo frente a la calle Juan Pérez para recordar el viejo postigo que daba a la parte trasera de la casa por el enorme corral…, que horror ya no existen, la casa, el corral, el pozo, la deforme higuera, la vieja puerta, ahora todo es nuevo, distinto, impersonal…

Ello me hace repasar, poner en orden mis pensamientos y sentarme en un umbral del pequeño jardín que hay justo enfrente y reconstruir con recuerdos y llenar vacíos, cualquier conversación que bien se podría haber originado a la sombra de la higuera de aquel corral con mi abuelo Frasco, en este hermoso pueblo, en aquella vieja casa blanca de un enorme corral y un viejo postigo, muchas palabras y frases lamentablemente desaparecidas de nuestro peculiar diccionario de la Sierra Norte y que hoy las generaciones posteriores no conocen y necesitan traducción.

Canete (niño de pelo claro, casi rubio). algofifando el saguán (fregando el suelo de la entrada a la casa), cagarrutas (excremento de ovejas), arrengao (cansado), talega (bolsa para portar alimentos), a atente bonete (llenar a rebosar), de bolín bolán (escaqueado), gasapo con frigiones (conejo con alubias),una alferesía (ataque). garrotaso (golpe con el bastón), le ha causao un bochinche (disgusto),  dómia (pasar unos días en el campo trabajando), antié (anteayer), angarillas (serón para llevar cosas en las caballerías), la jaqueta (ropa de campo), luria(defenderse a pedradas),

Qué bonito era el seseo que me hizo perder D. Cirilo, mi primer maestro en el colegio de Madrid, que peculiar aquella jerga casi olvidada que fluye de nuevo en mi particular diccionario.

El ruido de un coche, inevitable sonido estridente de los tiempos modernos me saca de mi abstracción, vuelvo a la realidad, me siento bienaventurado y con una extraña paz interior, pienso… ahora si he contestado a mi pregunta, ¿dónde.., dónde fue mi niñez?...

Aquí, aquí he recuperado mi niñez.

A mi amigo Bautista Guerrero, único componente de la banda de la Alcazailla que en aquellos años sobrevivió a la diáspora y se quedó en el pueblo para recibirnos de vez en cuando para recordar el pasado a los
que allí dejamos la niñez.

 Rafael Candelario Repisa

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