Un rey llamado “El Católico” y su procedencia judía
La identidad de la madre de Alfonso
Enríquez, bisabuelo por parte materna del Rey aragonés y del noble castellano,
ha estado siempre envuelta en el misterio y ha sido evitada por los cronistas
reales. La respuesta más probable es que fuera Doña Paloma, una mujer judía
procedente de Guadalcanal (Sevilla).
A principios de la Edad Moderna, la
obsesión por la “pureza de sangre” (tener una larga ascendencia
cristiana) inundó las sociedades castellana y aragonesa hasta un punto
desconocido. Ni siquiera el bautismo lavaba por completo los pecados de los
individuos en estas sociedades, algo completamente opuesto a la doctrina
cristiana, que situaban a los judeoconversos y sus descendientes en una escala
social inferior a los llamados cristianos viejos. Tener ascendencia cristiana
era más importante que los méritos o las riquezas a la hora de acceder a
ciertos puestos en la Corte y entrar en órdenes militares como la de Santiago;
“lo cual no evitó que hubiera muchos casos de descendientes de
judeoconversos, como el inquisidor Tomás de Torquemada, o directamente de
conversos, como Andrés de Cabrera, que ocuparon cargos destacados”.
Paradójicamente, dos de los
protagonistas de esta Corte llena de prejuicios, el mismísimo Rey Fernando “El
Católico” y su primo el poderoso noble castellano Fadrique Álvarez de
Toledo, II Duque de Alba, portaban una remota ascendencia judía. La expulsión
de los judíos de 1492 ordenada por los Reyes Católicos fue el episodio final a
una convivencia entre cristianos y judíos que se había deteriorado gravemente
en poco tiempo. Aunque entre las clases populares las tensiones religiosas
fueron una constante durante la Edad Media, en la Corte y en los ambientes
aristocráticos de Castilla no habían existido altos niveles de antisemitismo
durante el siglo XIV ni en el XV.
Fue con la unión dinástica entre
Fernando e Isabel cuando regresó a la Corte la importancia de acabar con lo que
se estimaba un estado dentro del estado. Tradicionalmente
se ha creído, y así se ha escenificado en cuadros y obras literarias, que fue
la Reina quien tomó la decisión influida por el padre Hernando de Talavera y
por el oscuro Tomás de Torquemada, pero en realidad Fernando no solo no hizo
nada para evitarlo, sino que estaba plenamente de acuerdo con una medida que le
rozaba a nivel familiar. Los Enríquez, el linaje del hermano gemelo del Rey
Fernando “El Católico” era hijo de Juan II “El Grande”, quien a
su vez era descendiente de Fernando de Trastámara, el primer Rey de Aragón
procedente de la célebre dinastía castellana que Isabel “La Católica”
compartía con su marido. Por su parte, la madre de Fernando, doña Juana
Enríquez, también era Trastámara, pero procedía de una rama derivada de ésta: los
Enríquez. Iniciada en la persona del Infante Fadrique de Castilla — hermano
gemelo del Rey Enrique II “El Fratricida”, quien asesinó a Pedro “El Cruel”
para hacerse con la Corona—, los Enríquez llegaron a ser una de las
familias más poderosas de Castilla, ostentando la dignidad de Almirantes de
Castilla durante cerca de 200 años. El Infante Fadrique de Castilla, que era
hijo ilegitimo del Rey Alfonso XI como también lo era su hermano Enrique “El
Fratricida”, combatió hasta su muerte en la larga guerra civil castellana
contra Pedro I “El Cruel” ·.
En 1358, acudió a Sevilla en busca
del perdón real, como había hecho en otras ocasiones, pero fue prendido por
sorpresa. El hijo bastardo de Alfonso XI logró huir hasta el patio del Alcázar,
pero allí fue alcanzado por los soldados del Rey, quien, según algunas
crónicas, dio muerte a su hermanastro con sus propias manos. Con el
fallecimiento del patriarca, el hijo mayor, Alfonso Enríquez, le sucedió al frente
del almirantazgo de Castilla. Pese a la larga descendencia que Fadrique de
Castilla había engendrado con la noble castellana Juana de Mendoza, Alfonso era
fruto de una relación fuera del matrimonio, donde la identidad de la madre
nunca fue revelada. Un secreto que todos conocían La identidad de la madre de
Alfonso Enríquez ha estado desde entonces envuelta en el misterio. Los
genealogistas reales evitaron mencionarlo y la mayoría de cronistas se pierden
en suposiciones interesadas. Los partidarios de Pedro “El Cruel” le
consideraron fruto de los amores adúlteros de Fadrique con la esposa del Rey,
la inocente Blanca de Borbón, queriendo justificar así la conducta criminal y
desatentada del Monarca, quien abandonó a su mujer dos días después de casarse
provocando la furia de Francia.
Asimismo, el cronista portugués Fernao Lopes fue uno de los primeros en apuntar la teoría más aceptada hoy en día por los historiadores: el almirante fue hijo de una judía. Así, la madre sería Doña Paloma, una mujer judía nacida en la población sevillana de Guadalcanal, aunque otros autores como el historiador Diego Ortiz de Zúñiga afirman que vivía de una forma u otra, la creencia extendida de que los Enríquez tenían ascendencia judía, a razón de la madre de Alfonso Enríquez, sobrevivió hasta tiempos de Fernando “El Católico”. Cuenta una anécdota que, estando el Rey de caza, un halcón se alejó persiguiendo a una garza hasta perderse en el bosque. Preguntando el Monarca a uno de sus acompañantes, Martín de Rojas, por su halcón, el noble le respondió: “Señor, allá va tras nuestra abuela”, en referencia a que el pájaro había preferido finalmente perseguir a una paloma. Martín de Rojas era, como otros muchos nobles castellanos de la época, sospechoso también de proceder de la ilustre sevillana, cuyo linaje se había bifurcado en una Castilla donde “casi no hay señor que no descienda de Doña Paloma”, como cantaba un romancero del periodo.
Por su parte, Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez, II
Duque de Alba, estaba emparentado con doña Paloma por las mismas vías que su
primo Fernando “El Católico”. Así, Fadrique que influyó en que su nieto,
el Gran Duque de Alba, fuera bautizado como Fernando Álvarez de Toledo en honor
a su primo y Monarca era hijo de María Enríquez de Quiñones y Toledo, la tía
materna del Rey. Cuando los Reyes Católicos buscaron el apoyo de la revoltosa
nobleza castellana, tuvieron en Fadrique a uno de sus principales aliados. Sus
habilidades como general, sobre todo en lo que hoy podría llamarse contrainsurgencia,
fueron puestas a disposición real durante el asedio a Granada y, en -1514,
para la conquista de Navarra-. Y cuando la mayoría de nobles se unieron a
Felipe “El Hermoso” en su lucha por el trono, Fadrique fue de los pocos
que se mantuvo fiel al Monarca aragonés, y fue quien años después “cerró
sus ojos muertos” en Llerena (Badajoz).
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