La partida de ajedrez
Corría
el año del señor de 1248, exactamente el 23 de noviembre, después de un largo
asedio que duró más de un año, fue reconquistada Isbiliya (Sevilla), por las
tropas cristianas del rey Fernando III capitaneadas por el entonces infante
Alfonso. Después de largas deliberaciones y desacuerdos por ambas partes para
firmar las Capitulaciones, finalmente, el caíd de la ciudad Abul Hasan Al Xataf
Ben Abu Alí, conocido en Sevilla como Alxataf, accedió a firmar y abandonar la
villa con sus súbditos con dos premisas.
La
primera, que sus súbditos podrían vender sus pertenencias y abandonar la
población sin miedo a ser perseguidos o a represalias.
La segunda, más curiosa e innegociable, que el
futuro del alminar de la mezquita mayor (que hoy conocemos como la torre de la
Giralda), se la jugarían los dos reinos al mejor de cinco partidas de ajedrez.
Por la parte cristiana el jugador sería el infante Alfonso que posteriormente
fue Alfonso X “el sabio” y por la parte musulmana el propio Alxataf. El
ganador podría ser dueño del futuro de la torre y optar por destruirla o
llevársela pieza a pieza en el caso del jugador árabe o conservarla si el
ganador se decantaba por los cristianos.
Estas
partidas se jugaron enviándose los movimientos a través de palomas mensajeras y
heraldos. Durante este periodo se jugaron cuatro partidas con un resultado de
empate, siendo ganadas las dos primeras para el reino cristiano y las otras dos
por Alxataf. Un año después fue asesinado en Ceuta Alxataf a manos de las
hordas del alfaquí Al-Afaz. Enviando este al rey Fernando III un testigo de las
piezas blancas del ajedrez, un elefante de marfil que equivalía al actual alfil
y depositando otro alfil, el de las piezas negras, este de ébano fue enviado al
califa Abasí Al-Musta´sin.
Cinco
siglos después, el sultán de marruecos Abdalá de la dinastía de los Alauí que
era depositario del elefante de ébano, envío al rey de España, el borbón
Fernando VI un embajador con una misiva junto con la pieza del ajedrez y un
experto jugador para terminar el ciclo de las cinco partidas. El rey Fernando
indagó sobre el tema en los escritos antiguos y descubrió que los depositarios
de la pieza blanca de marfil eran los frieres del priorato de la orden de San
Juan de Acres de Sevilla.
Finalmente,
se jugó la última partida en el patio de los Naranjos de la capital sevillana a
la sombra de la majestuosa Giralda, por parte del rey Fernando fue designado un
seglar de la citada orden y por parte alauita el jugador enviado con el
embajador. Esta partida que se jugó sin testigos y con las dos piezas
originales del tablero del siglo XIII presidiendo la partida, terminó después
de una agotadora sesión de más de ocho horas en tablas, siendo verificado el resultado,
certificado y dando fe los representantes de los dos linajes. Las dos partes
aceptaron el resultado y la Giralda sigue presidiendo majestuosa la plaza de la
Catedral.
Hemerotecas
Rafael Spínola R.
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