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domingo, 8 de mayo de 2022

Rutas de senderismo de Guadalcanal 2

 

Segunda parte

Un paseo por el campo puede revelar muchas cosas, y es un buen momento para practicar el trascendentalismo. Miras un árbol y te das cuenta de que no es solo un árbol, sus raíces lo anclan a la tierra, los pájaros eligen su libertad, se posan en el árbol más hermoso, el hombre, en cambio, elige el árbol solo para aprovechar su sombra, no ve su belleza y como transforma su entorno.

5 RUTA CAMINO ERMITA DE GUADITOCA

Distancia: 17,7 kilómetros.
Dificultad: Media.
Tiempo: 4 horas.

    Se inicia esta ruta a tres kilómetros de Guadalcanal, en el cruce de la carretera de Llerena con el camino asfaltado que se dirige a la ermita. En la ida predominan leves bajadas puesto que caminamos en dirección a la campiña extremeña. La orografía se mantiene con fuertes desniveles de terreno y bonitas vistas. Tras sobrepasar el alto en donde se encuentra la cruz de Buenavista, nos adentramos, bajando, en una zona de intenso monte cubierto de aromáticas jaras, cuyo agradable olor nos acompaña durante algunos kilómetros. A medida que avanzamos se va abriendo en el horizonte el tramo más llano del camino hasta la ermita, aunque aún domina espesa la olorosa jara.    

    Llegamos a lo más llano de esta ruta, donde el camino aumenta su anchura, ya que nos hemos incorporado a la Cañada Real de las Merinas, que también fue durante muchos años, la Ruta del mercurio, que procedente de Almadén, era trasladado a Sevilla, para su envío a las Indias. A la derecha vemos la Cruz del aceite, denominada así, porque existía un depósito donde los arrieros depositaban este producto, para alumbrar la ermita de Guaditoca. Los últimos kilómetros son prácticamente llanos y rectos. Tras casi 9 kilómetros, avistamos la ermita y su bonito entorno. Junto a ella se encuentra la Cruz donde según la tradición se apareció la Virgen de Guaditoca, en la rivera con el mismo nombre que, en los días de lluvia, recoge las aguas de todas las sierras de los alrededores.
    Durante la ida y vuelta kilómetros, tanto a izquierda como a derecha atravesamos la finca de los Altarejos. Más adelante, cuando se inicia el tramo que domina la jara, se empieza a avistar frente a nosotros la dominante Sierra del Vientos, techo de la Sierra Morena sevillana con sus 960 metros de altura. Igualmente divisamos poco antes de llegar a nuestro lugar de salida, a lo lejos y en la cota alta, la vecina localidad de Fuente del Arco y los restos de lo que fuera la importante alcazaba de Reina.


6 RUTA DEL ARROYO TRES BODEGAS Y LA URBANA


Distancia: 13,7 kilómetros.
Dificultad: Media-baja.
Tiempo: 03:30 horas

    Iniciamos esta ruta en la estación de tren donde cruzamos las vías para tomar el camino que nace por la derecha y va al encuentro 100 metros más adelante, de la carretera que se dirige a Malcocinado. Deberemos caminar por esta carretera sin apenas tráfico durante 1,5 km hasta llegar a un camino que nace a la izquierda.

    Apenas recorridos 30 metros hay una bifurcación debiendo tomar a la izquierda y continuar de frente. Unos 200 metros más adelante nos encontramos con una cancela, debiendo tomar a la derecha. El camino, llamado de Magrado, se convierte de momento en vereda durante unos 700 metros. Mas abajo nos cruzamos con el camino de Pelotero. Hemos de girar a la derecha hacia la finca la Atalaya, aunque tan solo unos 20 metros debemos tomar el camino que sale a nuestra izquierda. Se trata de una ruta que está bien señalizada. Una vez el cruzado el arroyo de Caño Simó pronto el olivar, da paso a la dehesa. Tras un kilómetro desde que sobrepasamos el arroyo de Caño Simó nos encontramos en este punto, también señalizado, en el que debemos virar a la derecha atravesando la cancela. A continuación, bajaremos por un camino semiborrado que tenemos frente a nosotros y que se dirige hacia el arroyo Tres Bodegas.    

    Durante otro kilometro atravesamos esta hermosa dehesa en la que al final llegamos casi al arroyo Tres Bodegas que va siguiendo su curso por un angosto y hermoso valle pleno de vegetación. Unos 300 metros después, cruzamos el arroyo para continuar a nuestra derecha por el camino señalizado, aunque borrado y convertido en vereda durante unos 200 metros que volveremos a pasar otra cancela, a partir de la cual vuelve a abrirse el camino. El último kilómetro y pico hasta llegar al cortijo de la Burbana, en donde nos daremos la vuelta, discurre con el arroyo y su vegetación de ribera a nuestra derecha y con la dehesa y jarales que quedan a nuestra izquierda.
    En el regreso nos encontramos con bonitas estampas, como la siempre presente Sierra del Viento al fondo.

7 RUTA DE LA CAPITANA

Distancia: 12,4 km.
Dificultad: Media-alta.
Duración: 3 horas.

    La Capitana es una ruta lineal de ida y vuelta que se inicia en la calle Espíritu Santo, por donde a unos 400 metros después de salir del pueblo arranca el camino junto al descansadero de El Cristo. Los primeros 3 km. son de subida continuada, luego el sendero se aplana y se vuelve más llevadero. El resto del camino, salvo algún repecho, se vuelve llano y se abre paso por la cresta de la sierra en dirección a la Capitana. Ya por entonces nuestros pasos van por encima de los 900 metros de altitud. Y se nota, ya que las vistas son impresionantes.    

    Al llegar a la cima de la Capitana (960 m.), podemos ver al menos una docena de localidades de Extremadura: Ahillones, Valverde de Llerena, Berlanga, Azuaga... También podemos ver pueblos andaluces como el Real de la Jara En este tramo final de 300 metros, el camino se convierte en vereda hasta llegar a la cima. Además de las impresionantes vistas, en la cumbre, a 960 metros de altitud, está la señal del punto geodésico, que nos recuerda que estamos en la cumbre más alta de la comarca, y hay también una torruca, antigua y humilde vivienda de pastores de la zona. Esta ruta se puede programar para que la llegada a la cima coincida con el atardecer y podrá ver imágenes del entorno. Por la calidad de sus cielos, Guadalcanal es una de las zonas que posee certificación de Reserva Starlight, avalada por la Unesco.


8 RUTA DE LAS LADERAS DE HAMAPEGA Y SAN BENITO


Longitud total: 11 kilómetros.
Dificultad: media-baja.
Duración: 3 horas.

    Se inicia esta ruta en el Paseo de El Coso. Pasada la fuente y el abrevadero de animales, se sale por el camino de la Albarrana, que arranca desde el antiguo matadero. El camino discurre por una vereda que cruza antiguas huertas. Más adelante nos encontramos con el camino que se dirige hasta el Puerto de Cazalla, en cuya cima giramos a la izquierda, por el que va subiendo por las laderas de la Sierra de Hamapega (907 m.) .

    

Desde este punto se divisa una de las más bellas vistas de la villa de Guadalcanal y el valle en que se ubica. El tramo que discurre por las laderas de la Sierra de Hamapega ofrece, además de maravillosas vistas, nos ofrece una variada flora autóctona que luce espectacular en cualquier época del año. Regresamos por un camino que baja hasta la carretera de Alanís, por donde hemos de transitar durante un tramo de 1,8 km porque no hay caminos alternativos. No obstante, la carretera dispone de un buen arcén. Transcurrido este tramo llegamos a la altura de la ermita de San Benito. Pasada la ermita, tomamos el camino que sale a la derecha y que va encajonado en paredes de piedra. En varios tramos encontraremos restos de una antigua calzada romana. Y por todo el camino, plantas de distintas variedades, como hinojos, espárragos, escaramujos...


9 RUTA DE LA PIEDRA CORCOVADA Y CIRCULAR DE LA ZARZA

Longitud: 14 km.
Dificultad, media-baja
Duración: 03:30 horas

    Inicio en la plaza de España de Guadalcanal, subiendo por la calle Espíritu Santo hacia el Puerto de Llerena. Este primer tramo discurre por carretera. Unos 50 metros antes de llegar a la cima del puerto, nos desviamos por el camino que sale a la derecha y andamos un kilómetro hasta llegar a un cruce de caminos señalado, donde giraremos a la izquierda. Al terminar la bajada nos cruzamos con otro camino en el que giramos a la derecha y tras 750 metros, nos encontraremos con la conocida Piedra Corcovada.    

    Se trata de una curiosa piedra que algunos aseguran que se trata de un dolmen Tras un breve descanso, volvemos por el mismo camino, si bien cuando llegamos al cruce de caminos, tras otros 750 metros, esta vez continuamos de frente durante 1,7 km hasta llegar al cruce de la carretera de Llerena con la de la ermita de Guaditoca. Al llegar al cruce de la Carretera de Valverde de Llerena, la cual tomaremos durante 500 metros hasta llegar al inicio del conocido como Camino Real, por el cual caminaremos durante algo más de 2 km y nos desviamos a la izquierda para tomar el cordel de Trapos de Arrope. A unos 150 metros aparece la vía del tren y unos 100 metros más arriba en el siguiente cruce de caminos, giramos a la izquierda para volver por el camino que va unos metros más arriba, paralelo a la vía hasta llegar al Puerto de Llerena (815 metros.)
    Llegado al final de la ruta, iniciamos el regreso por la misma carretera que cogimos al principio.

Fotos y textos.- Juan Parra Trigos

domingo, 1 de mayo de 2022

La Sierra Morena de Sevilla y sus paisajes 3

Tercera Parte

 2.2_Principales referencias e hitos del proceso de construcción histórica del territorio (Continuación)

    El proceso de repoblación castellano que se acomete tras la conquista terminó de definir el sistema urbano de la sierra, al igual que en el resto de la Banda Gallega. En el área de la Sierra Norte, la Corona impulsa desde Constantina la repoblación de El Pedroso, San Nicolás del Puerto o Las Navas de la Concepción. En manos de los señoríos civiles y militares quedaba la construcción de los recintos defensivos de Alanís, Guadalcanal, La Puebla de los Infantes y Villanueva del Río, aunque estas jurisdicciones fueron temporales y pronto todo el territorio de la Sierra Norte, a excepción de Guadalcanal, quedó bajo la jurisdicción de la Corona formando parte del alfoz de la ciudad de Sevilla. En lo que respecta a los aprovechamientos, se continúa con la actividad ganadera que ya había adquirido relevancia durante el período islámico. A la ganadería local y de trashumancia corta que se desplazaba a los pastos serranos desde la Campiña y la Vega, se añade ahora la de la Mesta que cruzaba Sierra Morena en dirección al Bajo Guadalquivir. Los caminos ganaderos de la Mesta va densificando la red de vías pecuarias de esta área. Por otra parte, la defensa de los pastos comunales para el ganado local frente a la cabaña trashumante de la Mesta dio origen a uno de los mayores referentes paisajísticos del área: la dehesa.

    En la Sierra Norte, los efectos del descubrimiento de América y el comercio indiano que marcan el inicio de la Edad Moderna se reflejan en el desarrollo del viñedo y el olivar.

    La exportación de los vinos serranos de esta área a América fue muy relevante durante todo el siglo XVI, empezando a decaer a mediados del XVII por la competencia de otros ámbitos. Esta expansión del viñedo conllevó la proliferación, sobre todo en los entornos de Cazalla y Constantina, de multitud de lagares. Cuando comienza a decaer la producción de vino y muchas viñas se sustituyen por olivar muchos de estos lagares fueron reconvertidos en almazaras, pero aún se conservan algunos registros que dan testimonio de esta floreciente etapa económica en la Sierra Norte. Por otra parte, esta área estuvo menos afectada que otras por la expansión de los señoríos, aunque durante los siglos XVI-XVIII se detecta un importante aumento de las grandes propiedades rurales.

    A pesar de ello, los terrenos de pastos y baldíos comunales seguían ocupando importantes extensiones de terreno.

    La primera mitad del siglo XIX está marcada por la nueva organización administrativo-territorial que se establece en 1833. Esta división vuelve a incorporar el núcleo de Guadalcanal a la jurisdicción de la provincia de Sevilla, al igual que ocurre con el término de Peñaflor. Por otra parte, la subdivisión de la provincia en partidos judiciales otorga bastante unidad al área de la Sierra Norte. El partido judicial con cabecera en Cazalla de la Sierra comprendía los municipios de Alanís, Almadén de la Plata, Cazalla de la Sierra, Constantina, Guadalcanal, El Pedroso, El Real de la Jara y San Nicolás del Puerto. En 1856 se suma Las Navas de la Concepción, tras emanciparse de Constantina. Los procesos desamortizadores que marcan el desarrollo de esta primera mitad del XIX tuvieron menos influencia en esta área, y en la Sierra Morena sevillana en general, que en otros ámbitos provinciales. La desamortización civil de Madoz fue la que más efectos tuvo al propiciar la privatización de los baldíos comunales, dando lugar a la conformación de la dehesa como gran propiedad privada y a la extensión del olivar. Dicha extensión se realizó a costa de los cultivos de vid, que a finales del XIX reducen su presencia a los ruedos urbanos tras la plaga de filoxera. La producción de aguardientes se mantuvo como persistencia del pasado vinícola del área.

    En el contexto del interés internacional por la explotación minera en la región desde mediados del siglo XIX, se produce un gran desarrollo de la minería industrial en los enclaves extractivos tradicionales. La instalación de la siderurgia de El Pedroso es uno de los máximos exponentes de este proceso, aunque dejó pronto de ser rentable por el coste de la explotación de carbón de Villanueva del Río. El hierro atrajo capital británico desde finales del siglo XIX. En las minas del Cerro del Hierro la explotación se mantuvo hasta los años 80 y la explotación de Villanueva del Río cesó en los años setenta del siglo XX, dando lugar a una importante transformación urbana de la zona.

    Este desarrollo de la minería conllevó también un importante avance  en las comunicaciones de esta área serrana. El ferrocarril Sevilla-Mérida seguía la línea de explotación minera, pasando por El Pedroso y con un ramal directo al Cerro del Hierro, dejando de lado los núcleos principales de Cazalla y Constantina. Va estableciéndose así una malla de comunicaciones que distingue a la Sierra Norte del resto del ámbito serrano, completada por las carreteras como el eje Lora del Río-Constantina-Guadalcanal. Esta red se va completando en la primera mitad del siglo XX, estructurándose en torno al triángulo formado por Cazalla, Constantina y El Pedroso.

    Durante la primera mitad del siglo XX aparecen nuevo usos y procesos que transforman los paisajes y las funciones de esta área respecto al ámbito provincial. La Sierra Norte se configura como una pieza fundamental del sistema hidrológico regional, los cauces serranos abastecen a una gran parte de las ciudades y los regadíos del valle gracias a la construcción de diversos embalses. Por otra parte, con los planes de forestación que se desarrollan a partir de los años 40, muchas dehesas y bosques mediterráneos se sustituyen por repoblaciones forestales de interés maderero, eucaliptos y coníferas. Además, las dehesas tradicionales quedaron muy afectadas desde mediados del siglo XX por las transformaciones de los sistemas económicos que se dieron en Andalucía. El sistema de aprovechamiento que dominó estos espacios quedó truncado al especializarse en la ganadería y minimizarse el cultivo. 

2.3. Dinámicas y procesos recientes

    La historia reciente del área de la Sierra Norte está marcada por el proceso de pérdida de población que se produce a partir de la segunda mitad del pasado siglo. El territorio retrocede en más de un 50% de sus efectivos, con consecuencias importantes en la dinámica demográfica actual -abandono de enclaves rurales dispersos y despoblación en núcleos principales, crisis y abandono de los sistemas agrosilvopastoriles tradicionales, deterioro ambiental, envejecimiento y dependencia… etc.- que ha tenido su reflejo en los paisajes actuales.

    La dinámica que marca los procesos de transformación reciente en los paisajes de la Sierra Norte se explica por las dificultades de adaptación a los cambios producidos a partir de la modernización y mecanización de la agricultura, que otorga un papel marginal a los espacios de montaña media, en contraste con la posición competitiva de las campiñas. Las producciones de olivar en pendiente, o incluso las vinculadas a la dehesa, comienzan a ser poco rentables porque suponen mayores costes y menor producción. Todo ello se acelera a partir de la apertura de mercados que se produce con el Plan de Estabilización de 1959, y de la lógica que imponen los intercambios comerciales orientados hacia la exportación. El resultado es un exceso de mano de obra que emigra buscando oportunidades en las ciudades.

    Si se observa la evolución de la participación de los distintos usos en la superficie total del área, el proceso más significativo es una evidente renaturalización: los bosques y masas arboladas han aumentado en superficie un 6% y casi un 1% las repoblaciones y plantaciones forestales. Retroceden las formaciones adehesadas y el olivar, y en especial los pastizales y eriales. La actividad productiva vinculada a usos agrarios sólo aumenta su participación en el total superficial en el caso de regadíos y frutales localizados en pequeñas vegas al sur de Almadén de la Plata y al norte de Guadalcanal.

    La dehesa, uno de los principales sistemas productivos de la Sierra, ha retrocedido más de un 3% en el periodo comprendido entre 1956 y 2007. Hasta principios de los años sesenta no se habían producido cambios significativos en la composición, estructura, dedicación y superficie de las dehesas. La producción de lana de ovejas merinas, que había sido el eje principal de la producción hasta del siglo XIX, fue sustituida por la producción cárnica, de cerdo ibérico, de la que dependen la gestión productiva de los cultivos y el arbolado. La supervivencia del sistema ecológico de la dehesa requería labores permanentes de mantenimiento, para luchar contra la matorralización y regenerar el arbolado con ciclos de siembra de encinas y procesos de podado. En esta coyuntura la abundancia de la mano de obra y los bajos salarios eran la premisa fundamental. El éxodo rural, el alza de los salarios agrarios, el desarrollo de la ganadería industrial de aves y porcino, la aparición de la peste porcina africana, el desarrollo de fuentes calóricas diferentes a la leña, etc. explican en conjunto la inviabilidad del sistema de explotación tradicional de la dehesa. La respuesta de los propietarios a la crisis de rentabilidad de la dehesa a partir de los años sesenta es diversa: repoblación con especies de crecimiento rápido para su uso en las papeleras o demanda de madera (eucalipto, pino), dedicación cinegética, abandono seguido por la invasión de matorral o intentos de modernización. Estos últimos se basan en una sobreexplotación ganadera que, en muchos casos, se visibiliza en el paisaje con las huellas de la erosión.

    Otro uso que resulta de crecimiento proporcionalmente significativo es el de embalses y láminas de agua. Durante la segunda mitad del siglo se acomete la regulación de las principales subcuencas que afectan al área (Viar, Rivera de Huesna, Retortillo), con la construcción de los embalses de José Torán, Huéznar, Pintao,…

    La década de los ochenta supone el inicio de esa reorientación de la vocación territorial de la Sierra Norte, que determinará el crecimiento de los bosques y los usos forestales.

    Con la entrada de España en la Unión Europea, este tipo de espacios de montaña pasan a convertirse en objetivo de las políticas de desarrollo rural y de protección ambiental, ambas en este caso particularmente convergentes. Desde mediados de la década ya se empiezan a reconocer por parte de la administración algunos enclaves de especial interés para la conservación en el área. El PEPMF, aprobado en 1986, cataloga Monte Negrillo y Cerro del Hierro como el único paraje natural excepcional de la provincia, y establece su protección integral. Otra serie de espacios se reconocen como complejos serranos de interés ambiental con protección compatible (Sierra Morena Central, Loma de Hamapega y Sierra del Agua, Sierra de la Grana y Cadelero, Sierra del Pimpollar y Padrona, Cerro del Calvario, Cerro de la Traviesa, Loma del Hornillo, Las Jarillas y Acebuchosa), así como un área forestal de interés recreativo (Pintado) y las Ribera del Huéznar, el arroyo Parroso y el Viar como complejos ribereños de interés ambiental. También destaca la existencia del único paisaje agrario singular, en las Huertas del Arroyo de San Pedro de Guadalcanal.

    La práctica totalidad de los elementos catalogados en el PEPMF quedan integrados en 1989 en la figura de Parque Natural, establecida mediante la Ley 2/89 de Inventario de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía. A partir de ese momento, la mayor parte de las políticas públicas con incidencia en el paisaje se orientan a preservar sus valores ambientales y propiciar estrategias de desarrollo socioeconómico compatibles con los mismos. Así, se sucederán instrumentos de planificación ambiental (Plan de Ordenación de Recursos Naturales PORN- 1994; Plan Rector de Uso y Gestión PRUG -2000; ambos se actualizan en 2004; el Plan para el Desarrollo Sostenible PDS -2003, en proceso de actualización, etc.), que tendrán incidencia desigual, según sus objetivos y rango, en la conformación de los paisajes de componente natural y, en alguna medida, en los de dominante agroganadera, de propiedad privada, pero sometidos a determinadas limitaciones por su carácter de espacio protegido. Al mismo tiempo, la Sierra Norte va adquiriendo el papel de espacio abastecedor de servicios de ocio, turismo y actividades al aire libre. Esto se refleja en el aumento de los usos públicos del territorio, si bien con las limitaciones que supone el sistema de propiedad de la tierra en el área que arranca del siglo XIX, mayoritariamente privado, que restringe la posibilidad de dichos usos al mínimo, en contraste con otros parques naturales de Andalucía.

    Paralelamente se está produciendo el desarrollo del primer Plan Forestal Andaluz, aprobado igualmente en 1989, que se orienta claramente a la protección y gestión sostenible de las masas arboladas y a sustituir los suelos agrícolas marginales, poco productivos y en proceso de abandono, y los pastizales y eriales, por nuevas masas forestales arboladas.

Catálogos de Paisajes de la Provincia de Sevilla

domingo, 24 de abril de 2022

Rutas de senderismo de Guadalcanal 1


Primera parte

    Hace poco más de tres años nos reunimos en la biblioteca pública de Guadalcanal un grupo de personas para formar un grupo de senderistas, marcar y recuperar las interesantes rutas que tenemos en nuestro entorno.
    Formamos este grupo al que bautizamos como "Buen camino, senderistas de Guadalcanal". En la actualidad este es un grupo numeroso en el que se van uniendo personas de nuestro pueblo y de otros, como Alanís, Cazalla, Sevilla, Fuente del Arco, etc., que cada fin de semana nos reunimos para hacer una ruta.
    Hemos elegido estas catorce rutas, como muestra de todo lo que puede ver en la visita a nuestra localidad y su entorno. Para la realización de estas rutas, hemos contado con la inestimable colaboración de Juan Parra Trigos, gran experto y conocedor de todos los senderos de Guadalcanal.

    El municipio de la villa de Guadalcanal ha sido declarado por la UNESCO Reserva Starlight de la biosfera. Su extensión superficial es de 275 Km² y dista 110 km de Sevilla.
    Zona de media montaña con amplias dehesas que alternan con bosques de encinas, alcornoques, quejigos, olivos, castaños, pinos, y olmos. Todo ello le proporciona unas condiciones ideales para la fauna, especies como la nutria, el gato montés, el jabalí, el ciervo, el conejo, la perdiz roja, la cigüeña negra o el buitre leonado. También encontrarán gran cantidad de hierbas con usos medicinales, como el zumaque, hinojo, poleo, sanguinaria, azuzón, mejorana, orégano, pericón, manzanilla…
    Dentro de este entorno envidiable se encuentra la Capitana, que, con sus 960 metros, es la máxima altura de la Sierra Norte de Sevilla.
    Por su condición de municipio fronterizo entre “la Extremadura y la Andalucía” le hace ser hoy por hoy, puerta de ambas comunidades con las que comparte cultura, historia y tradiciones. Este nexo de unión y cruce de caminos es uno de los rasgos diferenciadores con respecto a los pueblos del entorno situados en el Parque Natural de la Sierra Norte de Sevilla. Si existiera algún pueblo andaluz que esté llamado a servir de puente con nuestros vecinos y hermanos extremeños, ese pueblo es Guadalcanal, así que sobran argumentos, por ser nuestra villa considerada hoy en día el más extremeño de los andaluces, como antaño fuera el más andaluz de los extremeños.

1 RUTA DE LAS ERAS Y MINA DE LAS HERRERÍAS
Longitud: 6 km ida y vuelta
Dificultad: baja
Duración del trayecto: 2 horas.

    Salida desde la Plaza de España, bajando por la calle Palacio hacia la carretera de Cazalla. Tras andar unos 200 metros, a la derecha nos encontraremos con la Piedra de Santiago. Dejamos la carretera y cogemos un camino rural de tierra. Durante parte del mismo nos acompañarán las chumberas y pasaremos por la huerta de Las Conversaciones. Al poco divisaremos el cerro donde está la antigua mina de hierro, con restos de la escoria del mineral. Casi en la cumbre del cerro está la entrada del túnel que da acceso al interior de la mina.   
Accedemos al interior de la mina a cielo abierto, donde todavía se puede encontrar piedras del mineral de hierro. Terminada la visita seguiremos el camino con dirección a la finca de La Florida, girando a la derecha y siguiendo hasta llegar al cementerio municipal que pasaremos, continuando por la ruta de las eras.

2 RUTA DE LAS LAPAS Y CORDEL DE LOS CALEROS
Tiempo del recorrido: 2:30 horas.
Longitud: 11 km
Dificultad: baja

    Se inicia en la Plaza de España dirigiéndonos hacia el camino de La Jayona por el cual transitamos sin desvíos durante 4 kilómetros hasta encontrarnos, a la izquierda, con la señal que indica el inicio del cordel de los Caleros y que tomamos en este punto.
    A unos 500 metros el camino se convierte en vereda por el desuso. Hemos de caminar paralelos al arroyo que queda junto a nosotros a la derecha hasta encontrarnos con la cancela que da entrada a la finca Casa Alta que atraviesa el cordel de norte a sur.
    
Aunque es camino público, entramos en una finca privada por lo que debemos cerrar la cancela. Unos 400 metros después de entrar en Casa Alta nos cruzamos un camino que hemos de tomar a la izquierda dejando a la derecha el cortijo que queda a 100 metros. Es este el camino de regreso por el que caminaremos siempre de frente y que pasa por la Florida y más adelante por la Huerta de Chaves que queda a la derecha hasta, más adelante, unirse, con el camino de La Jayona ya, apenas a un kilómetro del pueblo.
      

3 RUTA CUEVAS DE LA SIERRA DEL AGUA
Duración del trayecto: 1:30 horas
Longitud: 4,2 Km
Dificultad: baja-media

    Se inicia en la plaza de España dirigiéndonos por la calle Santa Clara, hacia el barrio de Las Erillas. Antes de llegar a las últimas casas, se inicia el camino. Nada más comenzarlo iniciamos una bajada de unos 400 metros hasta el arroyo San Pedro. Tras atravesar el arroyo comenzamos de inmediato la subida a la sierra del Agua por su cara norte, por un camino entre los olivos.
  
    
A medida que vamos subiendo empezamos a divisar las espléndidas vistas del casco urbano. A unos 200 metros pasado el arroyo hay una bifurcación de caminos. Tomamos el de la derecha y a otros 200 metros, tomamos otro camino a la izquierda que es el que sube más empinado hacia la sierra.
    Tras unos 600 metros llegamos a un rellano y a unos 30 metros se acaba el camino. A la derecha descubrimos la amplísima bocana de la entrada a la cueva. Esta cueva corresponde a los registros efectuados para buscar los diferentes minerales que se pueden encontrar en el término municipal de Guadalcanal.
    En ella encontraremos varios túneles de poca altura, que, con los medios apropiados, se pueden recorrer. Salimos de la cueva y mirando hacia el sur, podemos ver estas impresionantes vistas. En el camino de regreso, iremos viendo a medida que vamos bajando, impresionantes vistas de Guadalcanal.

4 RUTA DEL ALCORNOQUE MILENARIO
Longitud total: 15,6 kilómetros.
Dificultad: baja.
Duración: 3:30horas.

    Se inicia en la Plaza de España dirigiéndonos hacia la calle San Francisco, en donde comienza el conocido Camino de La Jayona que deberemos seguir durante los cuatro primeros kilómetros. Estos primeros kilómetros discurren entre olivares y paralelamente a la sierra del Viento que queda a nuestra derecha. Jalonan esta primera etapa, almendros y galaperos (abuelos de nuestros perales). Tras este primer recorrido nos encontramos una bifurcación, en la que debemos tomar el camino de la derecha siguiendo la señalización del Camino de Santiago. Una vez recorridos unos seis kilómetros, el camino deja de ser transitable para los coches y se convierte en vereda con una vegetación exuberante y algunos alcornoques y quejigos. Basta seguir las indicaciones del Camino de Santiago para llegar a nuestro destino.   

    Unos metros más adelante, continuando por la vereda, se divisa el cortijo de El Rincón en cuya finca se encuentra nuestro objetivo. Sobrepasado el cortijo y ensanchado el camino aun deberemos caminar unos 400 metros hasta llegar a la entrada de la finca siguiente a nuestra izquierda, una amplia entrada sin cancela por donde deberemos bajar unos 300 metros para llegar a nuestro destino: el alcornoque milenario. Llamado popularmente así por su impresionante porte, se trata de un ejemplar cuanto menos singular con un tronco para el que se necesitan seis personas para rodearlo y con un ramaje de casi 30 metros de longitud. Tras la satisfacción de haber podido ver este alcornoque milenario, sólo nos queda desandar el camino sobre nuestros pasos con la segura satisfacción de haber completado y visto uno de los más bellos árboles de la sierra Guadalcanalense.
Fotos y textos.- Juan Parra Trigos

domingo, 17 de abril de 2022

Guadalcanal siglo XVIII

Profesiones, oficios y ocupaciones de Guadalcanal en 1750 y quienes las ejercían

    En el año 1749 el Rey Fernando VI mediante el Real Decreto de 10 de octubre, puso en marcha el llamado Catastro del Marqués de la Ensenada, como paso previo a una reforma fiscal que sustituyera el complicado sistema de rentas, unificándolos en un solo impuesto llamado Única Contribución.
    Este impuesto no se llegó a implantar nunca, pero las indagaciones que se llevaron a cabo para su articulación dejaron un importante volumen de documentación.
    Gran parte de esta información es el resultado de un interrogatorio de cuarenta preguntas cuestionadas a las 13.000 localidades de la Corona de Castilla.
    Estos documentos están repartidos en varios archivos. En el Archivo General de Simancas[1] se custodian las respuestas, entre las que se encuentran las correspondientes a Guadalcanal.
    De la lectura de este interrogatorio con sus cuarenta respuestas, podemos vislumbrar el estado económico desde los puntos de vista comercial, agrícola, artesanal e industrial, así como de la política local y de la sociedad del Guadalcanal de mediados del siglo XVIII.
     A continuación expongo las profesiones, oficios y ocupaciones más comunes y quienes las ejercían:

Abastecedores del jabón: Antonio Morillo Casaus y Joseph del Barco.
Abastecedor de bacalao: Juan Lozano.
Carnicería publica: Antonio Márquez.
Alcabala del Viento[2]: Pedro López Palomo
Operario de pesos y medidas: Juan Carrión.
Operario de la Romana[3]: Cristóbal Espino Carrascal
Medidor del vino (con la Mohína)[4]: Clemente Miguel
Mesonero: Rodrigo de Castilla y Monsalve.
Tiendas de sedas, lanas, lienzos y especias: Bernardo Pérez, Félix Martínez, Juan del Mármol, Luis Francisco Pinto; Antonio Díaz, Narciso del Mármol, Joseph Chirstoval, Francisco Rodríguez Merino, Baltasar González y Silvestre Christoval.
Alguaciles ordinarios: Francisco Villegas y Juan Belloso.
Escribanos públicos y del Ayuntamiento: Miguel Jerónimo Escutia y Francisco Muñoz Duran.
Escribano de la Ronda del Tabaco: Juan Esteban Fernández.
Abogados de los Reales Consejos: Don Cristóbal García Calvo de la Banda, presbítero. Don Juan Francisco de Valencia, clérigo de menores.
Médicos: Don Cristóbal Moreno, presbítero. Don Pedro Joseph de Cote, presbítero. Don Francisco Espejo.
Notarios Apostólicos: Don Juan Ignacio de Burgos, presbítero. Don Francisco Morales Zejula, presbítero. Diego Medina.
Sacristanes: de la Iglesia de Santa María la Mayor, Don Francisco Santiago Rodríguez, presbítero y Don Sebastián Sánchez, presbítero.
De la Iglesia Parrochial de Señora Santa Ana, Don Juan Sánchez, presbítero, Don Lorenzo de Alva, clérigo de menores y Juan Delgado.
De la Iglesia Parrochial de Señor San Sebastián, Don Cristóbal Prieto, presbítero y Don Joseph Ruiz, clérigo de menores.
Acólitos: de la Iglesia Parrochial de Santa María la Mayor, Rodrigo Yanes, hijo de Juan Yanes de Gálvez, Francisco Caballero, hijo de Juan Caballero y Pedro Núñez, hijo de Manuel Núñez.
De la Iglesia Parrochial de Señora Santa Ana, Andrés Álvarez, hijo de Manuel Álvarez y Francisco Guzmán Hijo de Ana Muñoz la Sancha, viuda.
De la Iglesia Parrochial de San Sebastián, Álvaro Gálvez, hijo de Joseph de Gálvez y Bartolomé Bazquez, hijo de Joseph Bazquez.
Organistas: Don Francisco Medina y Zejuelo, presbítero de la Iglesia Parrochial de Santa María la Mayor. Francisco de Alva, hijo de Cristóbal de Alva de la Iglesia Parrochial de Señora Santa Ana. Don Agustín Medina Aguilar y Zejuelo, presbítero de la Iglesia Parrochial de San Sebastián.
Preceptor de gramática: Don Agustín Medina de Aguilar y Zejuelo, presbítero.
Fiscal de vara del estado: Joseph del Castillo.
Maestros de primeras letras: Cristóbal Jiménez del Castillo y Fernando Alva.
Administrador del convento de religiosas de la Concepción: Don Joseph de Cabrera y Maldonado, presbítero.
Administradores de la obra pía que fundó Diego García de la Rubia Parra: Don Joseph Cabrera y don Juan Pérez Carrasco.
Administrador de la obra pía que fundó Juan González Rubio: Don Juan Pérez.
Administrador de la obra pía que fundó Doña Isabel de Jorgazo: Don Cristóbal de Castilla Jorgazo.
Administrador de la obra pía que fundó Juan López: Don Juan Gómez Trigueros, presbítero.
Administrador de la obra pía que fundó Antón Lucas: Don Cristóbal González Zancada.
Administrador de la obra pía que fundaron los señores Freyre: Francisco Muñoz Duran.
Administrador del Convento de religiosas de Santa Clara: Don Pedro López Palomo.
Administrador del Convento de religiosas del Espíritu Santo: Francisco Robledo.
Administrador de la Encomienda: Don Francisco Bolaños.
Administrador del hospital de la Sangre de la ciudad de Sevilla: Don Antonio Murillo Casaus.
Administrador de la Ronda del Tabaco: Don Juan Antonio García del Regato.
Tercenista[5]: Diego Ruiz.
Fiel del estanquillo[6]: Pedro Sánchez Maroto.
Arrendador del derecho del Voto de Santiago[7]: Pedro López Palomo.
Cogedor de diezmos: Don Francisco Bolaños.
Cogedor de la primicia perteneciente a la encomienda de Bastimentos: Juan de Burgos.
Veedor y obrero mayor de los castillos, fortalezas y casas fuertes: Don Melchor de Ayala y Sotomayor.
Arrendador de la veintena: Bartolomé Rodríguez.
Arrendador de las minucias[8]: Miguel Parrón Piñero.
Comerciantes de vino y aguardiente: Don Nicolás de Toledo, Don Juan de Castilla y Miranda , Marquesa de San Antonio, Doña María Cervantes, Don Francisco de Castilla, Freyre y Monroy, Don Agustín Javier de Morales, Pedro Heredia, Juan Sánchez, Pedro García , Francisco García, Juan Calado, Don Francisco Medina y Zejuela, presbítero, Don Thomas Vizente Escutia, presbítero, Don Francisco Morales Zejuela, presbítero, Don Francisco Jiménez Lucas Raquelo, clérigo de menores , Don Luis Hidalgo, clérigo de menores.
Capellán del convento de religiosas de la Concepción: Don Antonio de Hortega y Robles, presbítero.
Capellán del convento de religiosas del Espirito Santo: Don Cristóbal Riaño Calvo de la Banda, presbítero.
Boticarios: Don Antonio Andrés Montero, presbítero y Miguel Guzmán.
Mancebos de botica: Alonso de Montemayor y Larza y Joachin Pineda.
Cirujanos: Antonio Díaz y Fernando de Vargas
Barberos y sangradores: Fernando de Vargas, Pedro Bazquez, Miguel Bazquez, Joseph Pizarro, Manuel Núñez, Joseph Bazquez, Sebastián Delgado, Juan Bernal y Thomas Ruiz.
Truquero[9] que administra la mesa de trucos de la cofradía del Santísimo: Don Bernardo Pérez.
Tratantes de mercadería: Phelix Martin, Francisco Rodríguez, Francisco de Sevilla Recio y Luis Francisco Pinto.
Cajero de Don Bernardo Pérez: Bartholome Rodríguez.
Tratantes de mercería: Juan del Mármol, Antonio Díaz, Narziso del Mármol, Joseph Christoval, Francisco Rodríguez Merino, Balthasar González y Silvestre Christoval.
Recatonero[10]: Pedro López Manero, Francisco Narziso Álvarez, Magdalena Rodríguez, viuda, Pheliciana Martínez, Juan Baptista, Jazinto González, Andrés González, Juan Cairon, Miguel Lozano, Manuel Alphonso, Joseph Ramos, Bartholome Jiménez y Francisco Gómez.
Medidor de vino: Miguel Lozano Gálvez.
Guarda de las rentas generales: Juan del Mármol.
Regidor del reloj: Lucas García.
Mandadero del convento de religiosas de Santa Clara: Santiago Domínguez.
Mandadero del convento de religiosas del Espíritu Santo: Juan de Toro.
Arrieros: Pedro Romero, Sebastián Falcón, Thomas Arroyo, Agustín Moya, Diego Ruiz ,Diego García, Pedro Bazeta , Pedro Fermín, Rodrigo Álvarez , Diego Ortiz Pinto, Francisco Espino, Francisco González, Joseph Romero, Juan Ortiz, Juan Gómez , Juan Mathias, Miguel Álvarez,Pedro Rodríguez, Pedro García, Cristóbal de Burgos, Christoval Villate, Juan Calado, Salvador Viejo, Christoval Muñoz, Christoval Pinelo Cayetano de Heredia, Diego Álvarez, Francisco Cantero, Francisco Silvestre Villate, Joseph Gutiérrez Guindanda, Antonio Zerezo, Francisco Sayazo, Francisco Utrion , A Francisco Lozano, Gregorio Ruiz, Francisco Álvarez, Joachin Gómez, Joseph del Rey Pedro López Manero, Luis Rodríguez , Don Joseph Marquez, Joseph de Espinola, Juan Lozano, Cristóbal Alva, Don Francisco de Castilla y Monsalve, Joseph Bazquez , Isabel Ortiz, viuda, ,Barbara Chavez, viuda, Ana Robledo, viuda.
Peón público: Domingo Sánchez.
Contador de carne: Pablo de Bejar y Blas de Bejar.
Pintores y doradores: Joseph Rodríguez Mendoza Y Francisco Rivera.
Escultor: Francisco Rivera Antúnez.
Herreros: Francisco Hernández, Francisco Sabido, Pedro Bernabé, Francisco Fajardo y Manuel Velázquez.
Cerrajeros: Matheo Cavallaro y Pedro Cordero.
Oficial de cerrajero: Juan Cordero.
Carpinteros: Juan Caballero Neira, Luis Fernández Abulagas, Diego Joseph Robledo, Sebastián Rodríguez, Andrés Espino de la Peña, Juan de Dios, Santiago Antonio Robledo, Agustín Santiago Guerrero, Pedro de Lara, Joseph Núñez y Gerónimo de la Peña.
Caldereros: Manuel Picón y Manuel Bonilla.
Herradores: Joseph Miguel, Juan de Dios Fonseca, Miguel Ortiz, Andrés Jiménez, Juan Rodríguez Renquilla y Diego Martin Luengo.
Alarifes[11]: Antonio Martin Fornarino, Domingo de Aposta, Juan Picon, Julián Domínguez, Manuel Yanes, Domingo Rodríguez, Juan Alonso, Juan Boceta, Juan Yanes Álvarez, Manuel Cordero y Joseph Serrano.
Sastres: Antonio Rodríguez, Antonio Marquez, Christoval Robledo, Joseph Robledo, Diego Rodríguez, Diego Ruiz, Eusebio Ugia, Francisco Robledo, Francisco Narciso Álvarez. Francisco Ponze, Joachin Robledo, Joseph del Castillo, Juan García Robledo, Nicolas Álvarez, Pedro Veloso Rios, Pedro Robledo, Miguel Fernández, Bartolomé Moreno, Joseph Ugia, Juan Ponze, Joachin Ponze y Antonio Vizente.
Tejedores de lienzos: Antonio Rodríguez, Alonso Marquez, Pedro Marquez, Alfonso Marquez, Fernando Burgos, Juan de Echaves, Francisco Chaves, Juan Garnica, Juan Bazquez, Jerónimo Echaves Vera, Joachin de Arcos, Pedro Fernández, Pedro López Palomo, Cristóbal Joachin Robledo, Cristóbal Carrascal Espino, Nicolas Arenas, Francisco Marquez, Sevastian Sanchez, Lucas Garnica, Antonio Victorino, Juan Martínez Luengo, Pedro Burgos, Bartolomé Arcos, Valentin Arcos, Miguel Francisco de la Parra, Miguel Clavijo, Francisco Nieves, Joseph Rodríguez, Pedro de Lara, Vizente Yanes y Joseph de la Peña.
Ollero: Sebastián Rosales.
Cazador: Francisco García.
Odreros: Nicolas de Leon, Bernardo Guerrero y Joseph de Leon.
Zapateros: Antonio Agudo, Joseph Sanchez, Juan Gordillo, Miguel Sanchez, Vizente Morente, Joseph Moneo, Manuel de la Peña Sevillano, Pedro Díaz, Bartolomé Sanchez Manso, Vizente Pulgarin, Francisco Aposta, Cristóbal Huerta, Diego Trigos, Diego García, Fernando Álvarez, Francisco Perez, Francisco Zendon, Francisco Crespo, Francisco Iglesias, Joseph Ortiz, Joseph Roman, Joseph del Barco Ortiz, Miguel Rodríguez, Nicolas Suarez, Pedro Montan, Pedro de Ortega, Antonio Sanchez, Pedro de Fuentes, Alonso Jiménez, Alonso Cavera, Andrés Jiménez, Alonso del Olmo, Miguel Jiménez, Vizente García y Cristóbal García.
Oficiales de zapateros: Francisco Rodríguez, Joseph Trigo, Juan Sánchez, Fernando Valentín, Antonio Guerrero y Joseph Jiménez.
Curtidores: Joseph Valcazeres, Manuel Fernández Recuerda, Martin Delgado y Juan Antonio Álvarez.
    Además de los oficios relacionados existían algunos más de los cuales no he podido conocer quiénes los ejercían:
Mayorales de ganado, manaderos o zagales, barquero del consejo, aperadores[12], sirvientes, mozos de labor, gañanes, labradores, braceros, soldados milicianos.

Notas.-

[1] El Archivo General de Simancas llevó a cabo en los años 80 un proceso de microfilmación de estos fondos que posteriormente fueron digitalizados entre los años 2004 y 2005 gracias a lo cual pueden consultarse en el Portal de Archivos Españoles del Ministerio de Cultura.
[2] Alcabala del Viento: impuesto que se pagaba de todas las cosas vendidas que entran de fuera en un lugar donde se cobra.
[3] Romana: instrumento para pesar.
[4] Mohina: medida usada para medir el vino
[5] Tercenista: persona encargada de la tercena, almacén del Estado para vender al por mayor tabaco y otros efectos.
[6] Persona encargada de vender los objetos cuya elaboración y venta se reserva al estado en exclusiva.
[7] Voto de Santiago: impuesto eclesiástico
[8] Minucia: Diezmo de las frutas y producciones de poca importancia.
[9] Truquero: el que administraba una mesa de trucos, juego de destreza y habilidad, parecido al billar.
[10] Regatonero: que compra al por mayor para revender al por menor.
[11] Alarife: Albañil
[12] Aperador: el que apera, construye o compone carros y aperos de labranza.


Rafael Ángel Rivero del Castillo
Revista de feria 2011

domingo, 10 de abril de 2022

La Sierra Morena de Sevilla y sus paisajes 2

 

Segunda Parte

 Sistemas naturales: el bosque mediterráneo

    Clima y suelos, en el contexto físico de relieve conocido, permiten un potencial biológico forestal, donde los bosques esclerófilos mediterráneos constituyen el clímax vegetal. La distribución bioclimática de las fitocenosis atienden al escalonamiento del relieve, apareciendo el piso termo mediterráneo subhúmedo, que se corresponde fundamentalmente con el piedemonte, el primer escalón serrano y el valle del Viar, y el piso meso mediterráneo –también subhúmedo aunque en parte del dominio cerca los umbrales húmedos– que ocupa las áreas más septentrionales. Los bosques potenciales son encinares y alcornocales, con la aparición de bosquetes de quejigos y robles en micro hábitats particularmente húmedos, incluso castañares cultivados, además de formaciones de ribera que ocupan las orillas y suelos más humectados en torno a los ríos. Variedad vegetal que contribuye a la diversificación paisajística especialmente por los contrastes cromáticos otoñales y primaverales.

    Sin embargo, la arraigada explotación forestal de este ámbito, aunque con menor intensidad y con criterios más sostenibles que en otras tierras provinciales, ha contribuido decisivamente a la transformación de las anteriores formaciones vegetales a lo largo de la historia. De esta manera, aunque sigue manteniéndose la componente y la vocación forestal del área, resulta difícil encontrar en la actualidad bosques de quercíneas en una situación próxima a su estado climácico. En cualquier caso, los bosques se concentran en las laderas de mayor pendiente y escarpes más alejados del hacha del humano y del diente del ganado. Por el contrario, la cubierta vegetal predominante en la actualidad está constituida por orlas preforestales de espinal, coscojar, retamar, madroñal, lentiscar, acebuchal, escobonal, etc. y estadios seriales de matorral noble –jaral, brezal, aulagar, cantuesal– y de pastizal, vallicar y majadal. Esta diversidad vegetal y otros valores naturales (fauna, riqueza geológica) han favorecido la catalogación como Parque Natural y Reserva de la Biosfera de buena parte de la Sierra Norte de Sevilla.

 Sistemas agroforestales: la dehesa

    La antedicha explotación forestal de la Sierra Norte se concreta en el agro sistema de dehesas como forma de aprovechamiento tradicional sostenible del bosque mediterráneo y, junto a éste, constituye el elemento más identificativo del paisaje de esta área. Su fisionomía se caracteriza por superficies de pastizal –incluso herbáceos de secano– y monte mediterráneo con presencia de un estrato arbolado de encinas y alcornoques más o menos denso, cuya funcionalidad productiva se basa en un aprovechamiento mixto agrícola, forestal y ganadero.

    Las dehesas configuran uno de los paisajes humanizados de mayor valor de toda la provincia de Sevilla (y del conjunto de Andalucía e, incluso, de la Península Ibérica). Son el resultado de la particular convergencia entre los aspectos funcionales, culturales y estéticos en el medio natural, dentro de un modelo de desarrollo consecuente con las limitaciones y oportunidades que ofrecen los ecosistemas mediterráneos. Contribuyen decisivamente al desarrollo socioeconómico de la población del medio rural, al mantenimiento y conservación de la biodiversidad y recrean paisajes humanizados de singular valor cultural y etnológico. Su imagen concilia las referencias al bosque primigenio y al campo cultivado o humanizado, sin que ninguna de estas dos situaciones parezca querer imponerse a la otra. Al mismo tiempo, representa un sistema productivo que reúne prácticas y saberes colectivos tradicionales que facilitan su valoración y aprecio desde una interpretación cultural y etnológica, esencial para su conservación.

    Sin embargo, a pesar de su valor, la dehesa se ve sometida a una serie de amenazas que centran la gestión de estos sistemas agroforestales, cuya degradación o desaparición supondría notables repercusiones ecológicas y económicas, además de la pérdida de valores sociales y culturales tanto en las propias dehesas como en los pueblos que de ellas dependen. En este sentido, las principales actuaciones se centran en garantizar su conservación y su continuidad como elemento característico del paisaje y paradigma de desarrollo sostenible, en la valorización de productos y servicios de la dehesa, en alcanzar un enfoque múltiple e integral que contemple las posibilidades productivas y la conservación de sus recursos y en contribuir al desarrollo socioeconómico y la mejora de la calidad de vida de la población del medio rural ligada a estas explotaciones.


 
Los espacios humanizados

    Las pautas tradicionales de ocupación y aprovechamiento de un territorio como éste, de notables condicionantes litológicos, orográficos y edafológicos, más allá del sistema productivo agroforestal de las dehesas, debe relacionarse con la capacidad y prolongada voluntad que han tenido históricamente los habitantes de la Sierra Norte para superar dichas barrenas naturales haciendo uso de los recursos del medio sin llevarlo al límite de sus potencialidades reales. Se conforman así una serie de espacios claramente humanizados que corresponden bien a afloramientos calizos de mayor aptitud agronómica, donde prevalecen tierras de cultivo, o a los entornos transformados de los pueblos serranos. Los campos de cultivo más extensos corresponden al olivar; también en secano, son frecuentes en los entorno urbanos extensiones de cereal, mientras que los regadíos se limitan a determinadas vegas aluviales. Estas teselas agrarias, pues en muchos casos acogen prácticas ganaderas extensivas, determinan cierta heterogeneidad en los biotopos vegetales y en los espacios adehesados.

    El poblamiento de la Sierra Norte representa un hábitat mayoritariamente concentrado, pequeños núcleos rurales que no superan los 10.000 habitantes. Los núcleos serranos se localizan preferentemente en espacios con una topografía amable o poco montuosa, aprovechando valles (Constantina), navas (Las Navas) y otros espacios alomados o situándose al resguardo de determinadas vertientes serranas (El Pedroso, Guadalcanal, Almadén). Del mismo modo, la localización de los núcleos también está relacionada con los pasillos naturales que se establecen entre las alineaciones montañosas principales. Junto a los pueblos tradicionales, en la Sierra Norte es posible reconocer un importante hábitat diseminado tradicional que se relaciona con las prácticas agro-silvo-pastoriles del monte y, especialmente, de la dehesa. Este hábitat se manifiesta a través de un conjunto construcciones vernáculas, como cortijos, lagares y haciendas serranas, que imprimen un notable carácter a determinados sectores serranos. Además, persisten evidencias de otros sistemas de explotación pasados, como la minería, que contribuyen, junto a los anteriores, a la cualificación y singularización del paisaje de la Sierra Norte. Sin embargo, el abandono general que presenta este patrimonio rural y minero constituye una dramática pérdida de identidad cultural en el paisaje. Por último, como elemento que humaniza al paisaje y que posee importantes implicaciones territoriales, ambientales y escenográficas, también hay que conservar las láminas de agua de los diferentes embalses que se localizan en el  área.

Catálogos de Paisajes de la Provincia de Sevilla

domingo, 3 de abril de 2022

Ruta de las ermitas de Guadalcanal

Ermitas y caminos, rutas entre las ermitas de Guadalcanal

    Editada por PRODETUR (Turismo de la Provincia de Sevilla), encontramos una descripción de la historia de nuestra villa y las ruta de ermitas y caminos de Guadalcanal, muy interesante, que a continuación transcribimos.


    Existe una manera de viajar diferente, única. Es aquella en la que el trayecto forma parte de la experiencia, en la que el viaje cobra un valor singular desde el primer minuto. Y es que a veces el destino buscado aparece ante nosotros a cada paso.
    Imagina un sendero casi olvidado, que transcurre por montes, arroyos y valles tomados por la encina, la jara, el águila o el zorro. Un camino milenario usado por el hombre desde el despertar de los tiempos. Aquí los sonidos de la naturaleza despiertan en tu interior un recóndito lugar de la memoria y te transporta al origen de todo, a tu propio origen.
    Los caminos sirven para unir puntos, entornos singulares. En este caso, hemos decidido que inicies y concluyas cada etapa en una ermita, lugar tradicional de peregrinación por las gentes de la zona. Dejas de ser entonces un mero caminante y te conviertes en peregrino, tu marcha se transforma en un viaje íntimo que hará que al llegar al final ya no seas el mismo. No te hablamos de una visión religiosa, sino de una reflexión personal, un proceso de autoconocimiento que nace en tu relación con el medio en el que te mueves.
    Difícilmente encontrarás un lugar mejor: El Parque Natural Sierra Norte de Sevilla. Aquí la naturaleza virgen convive con el hombre y sus labores. Los pequeños pueblos que se reparten por el territorio deben su razón de ser a la misma sierra, a Sierra Morena. Esto se refleja en cada aspecto de su vida y tradición, con ermitas que guardan vírgenes serranas, como La Virgen del Monte, la del Espino, o la del Robledo. Son lugares sacros y a la vez tan terrenales como los propios campesinos que los visitan.
    Este binomio: hombre y naturaleza, define el recorrido. El hombre es la ermita. Está presente en los pueblos, los cortijos, el ganado, las huertas, modificando el entorno con su afán de progreso. Sus acciones a lo largo de los siglos salpicarán el camino a tu paso. Lo verás en los molinos en desuso de la ribera del Huéznar, en las minas del Cerro del Hierro o en embalses como el del Retortillo o el de Melonares. La naturaleza es el camino mismo. Está en todos lados, poderosa, tomando cada rincón con su tranquilo palpitar. La variedad de fauna y flora que encontrarás es incalculable: dehesas, bosques de galería, paisajes de relevancia geológica, entre otros. Prepárate, el viaje de tu vida está más cerca de lo que piensas.

Guadalcanal.-
    Aunque se han encontrado vestigios íberos y algunos historiadores sostienen que Guadalcanal sería la Tereses nombrada por Plinio el Viejo en su Historia Natural, el primer asentamiento importante en esta población data de época árabe, bajo el nombre de Wad al-Qanal, “río del canal”, o según una etimología popular, “río de creación”. La historia de Guadalcanal siempre ha estado ligada al concepto de frontera, de límite entre territorios, por lo cual estuvo reciamente fortificada. Restos de muralla han sido hallados en los alrededores de la Parroquia de la Asunción. En 1241 fue arrebatada al dominio árabe por Rodrigo Íñiguez, decimoquinto Maestre de la Orden de Santiago, y hasta 1833 perteneció a Extremedaura, lo que ha influido en su arquitectura y etnografía.
    Su centro histórico está lleno de bellos ejemplos de arquitectura religiosa y civil. Buena muestra de ello es la Iglesia de Santa Ana, recientemente restaurada.
    Guadalcanal, a su vez, dio nombre a una de las Islas Salomón, la Isla de Guadalcanal, bautizada así por Pedro de Ortega Valencia, natural de la localidad y oficial en la expedición de Álvaro de Mendaña en el Pacífico de 1567-1569.

Ermitas.-
    No hay mejor lugar para empezar nuestro largo recorrido que la ermita del Cristo de la Salud. Situada extramuros de Guadalcanal, a unos 300 metros de la zona norte de la localidad, tanto la ermita como el humilladero anejo, son construcciones del siglo XVIII. Los viajeros que por este camino transitaban, solían detenerse en este santuario para implorar suerte en el viaje los que partían o dar gracias los que regresaban. Poseía unos azulejos con un crucificado, bajo el cual, una cartela nos informa que el Cardenal Solís, arzobispo de Sevilla, concede cien días de indulgencias al que rezare un credo delante de este Cristo. Actualmente se conserva una copia en la iglesia de Santa Ana. A 11 kilómetros del pueblo, situada en el extremo Nordeste del término municipal, nos encontramos la ermita de Nuestra Señora de Guaditoca, Patrona de la localidad. El Santuario fue construido en el año de 1647, posee una sola nave dividida en varios tramos por pilares y arcos de medio punto. Las bóvedas de arista dan paso a una cúpula elíptica. La decoración arquitectónica está ejecutada a base de elementos del Toscano. Su riqueza decorativa es excepcional, con pinturas originales de los murales, realizada por Juan Brieva de Llerena, de principios del XVIII.
    Enclavada extramuros, se encuentra la ermita de San Benito Abad. El cuerpo del edificio se alzaba sobre cuatro arcos de ladrillos, estando cubierto de madera tosca y tejado a dos vertientes. Esta ermita es una construcción mudéjar, quizás de la primera mitad del siglo XV. Se compone de una nave cubierta por bóveda de cañón y lunetos, casquete esférico en el antepresbiterio y cúpula en el camarín. En el muro del evangelio existe una portada con arco apuntado y en el de la epístola, una puerta mudéjar de época tardía. Actualmente es propiedad privada, pero están abiertos a recibir visitas.
Datos de la ruta.-
Distancia: 16.650 metros. Duración: 4,00 horas. Altitud mínima: 636 metros. Altitud máxima: 813 metros. Ascenso: 172 metros. Descenso: 247 m. Cobertura móvil: 90 %

Rutas complementarias.-
    Dada la distancia que existe entre la ermita de Guaditoca y el pueblo, es necesario incluir su visita como una ruta en sí misma. Para ello salimos por la zona norte, pasando por la ermita del Cristo de la Salud. Caminaremos un pequeño tramo de la A-433 para desviarnos a la derecha. Es un tramo de varios kilómetros de camino con buen firme. Seguiremos tras ver la ermita para incorporarnos a la BA-018 (estamos en Badajoz) que se transforma en la SE-462 para volver a Guadalcanal. Para visitar la ermita de San Benito Abad, salimos del pueblo por el sureste, por el camino de San Benito. Es un recorrido corto, un paseo agradable de ida y vuelta hasta la propia ermita.
Datos de la ruta.-
Distancia:33.100 metros. Duración: 6,30 horas. Altitud mínima: 488 metros. Altitud máxima: 800 metros. Ascenso: 770 metros. Descenso: 778 metros. Cobertura móvil: 50 %

El Camino.-
    Comenzamos nuestra singular aventura en Guadalcanal, por excelencia, la localidad serrana de las ermitas. Iniciamos el camino en la ermita del Cristo de la Salud tras, como manda la tradición, acercarnos a su humilladero para implorar suerte en nuestro viaje y dar gracias por los que regresan. Una vez en el camino, comenzaremos a descubrir el paisaje de la Sierra Norte de Sevilla, que no es más que parte de nuestra sierra madre, la romántica Sierra Morena andaluza. Nos alejaremos de la localidad entre olivares, aunque poco a poco nos adentremos en algunas zonas de dehesa y monte bajo, los olivos los tendremos siempre presentes, nos sorprenderá la capacidad que tienen para adaptarse a terrenos con mucha pendiente. Con un camino afable y generalmente en descenso, llegaremos hasta la carretera SE-165, tras cruzar el Arroyo de los Barrancos a la altura de las Casillas Nuevas de la Urbana. Una vez que abandonamos la carretera, alternando veredas y caminos, recorreremos en sentido inverso el paisaje del que hemos disfrutado hasta ahora. De una dehesa abierta, pasaremos a adentrarnos entre olivares según nos acerquemos a Alanís de la Sierra, cuyas casas blancas y castillo divisaremos algún kilómetro antes de llegar a nuestro fin de etapa. Al llegar al pueblo, buscaremos la Plaza del Ayuntamiento y rodeamos la iglesia, subiendo por la calle Jesús. Llegamos a la ermita de Jesús Nazareno

Punto de interés.-

    El Olivar de Sierra Morena: En esta primera etapa caminaremos a través de uno de los paisajes más representativos de nuestra sierra: el olivar. Veremos olivares bien cuidados y que dan como fruto uno de los mejores y más reconocidos aceites de oliva virgen extra del mundo

    No te pierdas: Las inmejorables vistas desde el monte de La Capitana. Sus edificios históricos, como la iglesia de Santa María de la Asunción o La Almona. La feria, a finales de agosto y la Velá de Santa Ana, a finales de julio.

Fuentes.- PRODETUR (Turismo de la Provincia de Sevilla)