https://guadalcanalpuntodeencuentro1.blogspot.com/

domingo, 15 de mayo de 2022

La Sierra Morena de Sevilla y sus paisajes 4

Cuarta Parte

2.3. Dinámicas y procesos recientes (continuación)

    La historia del final del siglo XX y, en especial, de principios del XXI está jalonada de reconocimientos que refuerzan el papel de espacio ambientalmente valioso del área de la Sierra Norte. En virtud de la citada ley 2/89, se han declarado los monumentos naturales de La Cascada del Huesna (2001) y el Cerro del Hierro (2003), que reforzaron su identificación como paisajes emblemáticos. En 2002 se declara la Reserva de la Biosfera Dehesas de Sierra Morena, que incluye, junto con otros sectores de Sierra Morena, la propia Sierra Norte, y finalmente, en 2011, se incorpora el Parque Natural a la Red Europea de Geoparques. Otro aspecto destacable de este territorio es que ha sido muy beneficiado por las ayudas públicas, en especial las provenientes de los programas de desarrollo regional LEADER, pero también por ayudas complementarias dentro de la Política Agraria Comunitaria, como las que afectan al olivar, las primas ganaderas o las derivadas de la línea de sustitución de superficies agrarias marginales por bosques y masas forestales. Todo ello ha contribuido a frenar la pérdida de población, que en los últimos años se ha estabilizado, incentivando actividades vinculadas al sector servicios o garantizando la viabilidad de las explotaciones en el sector primario.

    En cuanto a los paisajes urbanos, la dinámica regresiva de la población, el relativo aislamiento y la propia presencia del Parque Natural han influido en que el área no haya experimentado con la misma intensidad que otras en la provincia el crecimiento de la urbanización. La mayoría de los núcleos conservan la traza de sus cascos históricos, de configuración compacta, con viviendas unifamiliares entre medianeras, callejero estrecho y adaptado a la topografía. En el interior se observa un proceso de restauración y revalorización significativo, especialmente de edificios singulares o catalogados, pero también de espacios públicos y caserío, aunque con algunas mejoras pendientes. Los escasos crecimientos se han producido siguiendo las vías de comunicación (Constantina) o el acceso al ferrocarril (El Pedroso). En otros casos los crecimientos apenas tienen incidencia en la imagen histórica de los núcleos (La Navas de la Concepción, San Nicolás del Puerto…). En el área no se han construido vías de comunicación de nuevo trazado, pero sí se observa una mejora en los existentes, que ha aumentado la seguridad y, sobre todo, ha diversificado los accesos desde el área metropolitana, facilitando el conocimiento de otros sectores de la Sierra.

    El pasado minero de la Sierra explica igualmente la existencia de un ferrocarril que une la capital de la provincia con Cazalla de la Sierra. Durante casi 30 km., los trenes comparten las mismas vías electrificadas de la línea entre Sevilla y Córdoba, pero a escasos metros de la estación de Los Rosales hay un desvío donde comienza una línea no electrificada que conecta Andalucía con Extremadura. A partir de aquí y hasta Guadalcanal se han efectuado tareas de renovación de vía dejándola en buenas condiciones. La línea pertenece al Corredor Ferroviario Ruta de la Plata que comunicaba Sevilla con Gijón y que en 1985 fue suprimido. El papel de espacio de ocio y recreación al que se aludía con anterioridad ha permitido que se mantenga este corredor ferroviario que facilita el acceso a algunas de las actuaciones de uso público más conocidas, como el sendero cicloturista de la Vía Verde de la Sierra Norte.

Por último, cabe una breve mención a la evolución de los paisajes mineros de la Sierra, que tuvieron mucha importancia durante el siglo XIX y primera mitad del XX. La mina del Cerro del Hierro cambia varias veces de titularidad en este periodo y se extraen hasta 1977 aproximadamente 4 millones de toneladas de mineral. En la actualidad no se lleva a cabo ningún trabajo de aprovechamiento y el lugar se ha convertido en monumento natural y en uno de los paisajes más icónicos del área. Pero de la actividad minera quedan paisajes relictos en otros sectores de la Sierra: la mina de San Luis (carretera El Real de la Jara - Cazalla de la Sierra), la mina de San Miguel (Almadén de la Plata), canteras antiguas en El Real de la Jara, o restos ruinosos de la industrialización asociada a las explotaciones de hierro en la fundición de El Pedroso. 


3.1_Percepciones y representaciones paisajísticas

3.1.1_Evolución histórica de los valores y significados atribuidos al área

    La Sierra Norte de Sevilla es una de las áreas donde la evolución de los valores y percepciones atribuidos históricamente a sus paisajes es más patente y legible, debido, por una parte, a la estabilidad del ámbito serrano y, por otra, a la vinculación de estos significados con los principales aprovechamientos de cada etapa histórica. En este sentido, la imagen predominante de la Sierra Norte desde la prehistoria hasta los momentos finales de la dominación romana es la de un territorio productivo de gran riqueza mineral y metalúrgica, enfocado principalmente a la explotación de estos yacimientos. Esta imagen era común al conjunto de Sierra Morena, sin distinguirse rasgos específicos que diferenciaran unos espacios de otros. Es a partir del período medieval cuando comienza a distinguirse dentro del ámbito serrano del Reino de Sevilla entre las tierras más occidentales, vinculadas a la Ruta de la Plata, y las orientales, integradas por los concejos de las villas principales de Cazalla y Constantina. A partir de este momento de inicios de la Edad Media, el paisaje de la Sierra Norte es percibido como un paraíso cinegético, destacándose la diversidad de montes en los que abundaba la caza mayor (osos, jabalíes, corzos,…). Esta imagen tendrá continuidad durante los siglos de la Edad Moderna, señalándose la pérdida progresiva de algunas de estas especies y, en consecuencia, la mayor dedicación a la caza menor. En este contexto se valoran especialmente las espesuras del monte bajo como principales cazaderos del área, destacando la presencia del jaral y el lentisco. Por otra parte, entre los siglos XVI y XVIII, adquieren un notable reconocimiento los paisajes serranos de dominante agraria, en concreto los relacionados con los viñedos y las instalaciones de transformación del vino, en un momento de importante expansión de este cultivo para su exportación a América, especialmente en el entorno de Cazalla. El declive de este comercio y la plaga de filoxera de principios del XIX redujeron este cultivo a espacios residuales; sin embargo, el carácter vitivinícola de este territorio se mantuvo, aunque en menor medida, ligado a la producción de aguardientes.

    Desde finales del siglo XVIII y durante el XIX conviven dos tipos de percepciones sobre el paisaje de la Sierra Norte. Por una parte, una visión científica e ilustrada que reivindica la valoración de los paisajes naturales de la sierra por la singularidad de sus formaciones geológicas y mineralógicas y la riqueza y diversidad de su flora y fauna silvestre. Por otra parte, la visión romántica destacaba el carácter agreste y salvaje del área, señalando los bosques de ribera como paisajes sobresalientes por la frondosidad de la vegetación y la presencia del agua, así como por sus valores escénicos y sensoriales. En este sentido, destaca especialmente la ribera del Huéznar, considerada como un paisaje singular desde al menos el siglo XVIII en relación con las huertas serranas de las márgenes del río y con los ingenios que aprovechaban la fuerza motriz de las aguas. El uso recreativo y social de estas riberas fue aumentando durante el siglo XIX y principios del XX, destacando algunos espacios especialmente frecuentados y reconocidos como Isla Margarita, al tiempo que se mantuvo el carácter productivo del río con sus molinos, batanes y martinetes, incluso reutilizando algunas de estas construcciones como fábricas de electricidad. En el último tercio del siglo XX se ha ido produciendo la especialización de la ribera del Huéznar como paisaje turístico, manteniendo en algunos casos las huellas del paisaje heredado, como el patrimonio arquitectónico de las infraestructuras productivas en desuso, mientras que otros rasgos característicos como las parcelas agrarias se han perdido con el cambio de usos.

    Por otra parte, es también en las décadas finales del siglo XIX cuando proliferan las representaciones iconográficas de los paisajes del área, vinculadas a estancias temporales de ocio y descanso de algunos artistas de gran relevancia (Emilio Sánchez Perrier en Constantina, José Pinelo en Guadalcanal o Manuel Barrón y Carrillo en El Pedroso), que se decantan por encuadres de los alrededores de las poblaciones desde una mirada naturalista con acentos costumbristas, o bien por un acercamiento más realista hacia los sistemas agrícolas utilizados en los entornos de los núcleos serranos con cierta trascendencia hacia las labores anónimas del campo. Este interés por los paisajes de dominante agraria del área se concentra especialmente en las valoraciones y apreciaciones sobre el paisaje de dehesa, caracterizado en los momentos finales del XIX y comienzos del siglo XX por sus aprovechamientos agroganaderos diversos y complementarios. Finalmente, la imagen de esta área se completa con la recuperación, desde el siglo XIX y hasta finales del siglo XX, de la actividad minera. Entre los registros de estos nuevos paisajes mineros de la Sierra Norte destacan la red ferroviaria que daba servicio a las minas, los restos de la industria siderúrgica de El Pedroso y, sobre todo, el Cerro del Hierro. El Cerro del Hierro es reconocido como paisaje singular por sus geoformas características modificadas por los siglos de explotación minera, al tiempo que el poblado minero abandonado en los años 70 adquiere relevancia como registro del patrimonio industrial minero de la Sierra Norte. A partir de los años 80 del siglo XX se consolida de manera definitiva la percepción de este espacio como área paisajística diferenciada debido, fundamentalmente, a la unidad que le otorga el Parque Natural de la Sierra Norte y su emergente sector turístico.

 3.1.2_Percepciones y representaciones actuales

    En el proceso de participación ciudadana se ha producido un reconocimiento de los rasgos que identifican los paisajes más valorados del área, muchos de ellos pervivencia de los construidos a lo largo de la historia. La percepción social ha marcado, pese al componente natural de estos paisajes, su carácter humanizado, rasgo que se menciona constantemente como elemento diferenciador de otros espacios protegidos. Esta apreciación se concreta no sólo en los paisajes urbanos de los núcleos serranos tradicionales, sino, de forma especial, en el paisaje que se considera más identitario, la dehesa. Vinculado a él se mencionan los elementos singulares que construyen esa identidad: muros de piedra seca, bosque mediterráneo aclarado y gestionado por el hombre, presencia de ganado, etc. La dehesa se valora positivamente incluso cuando presenta un aspecto abandonado o deforestado y se considera un paisaje vulnerable a medio plazo por su carácter marginal dentro del sistema económico. Se señala el régimen privado de estos paisajes, que supone dificultades de accesibilidad.

    Para los participantes, el paisaje serrano es bastante inmutable, los cambios y las transformaciones se producen de forma muy lenta, y estos ritmos son difíciles de percibir en la escala temporal de la percepción humana. Hay mucha unanimidad en considerar que, pese a lo que pueda parecer a primera vista, se trata de paisajes muy poco homogéneos, que destacan por su riqueza, diversidad, matices formales (colores, olores, texturas…), o las diferentes perspectivas si se observa en una u otra dirección.

    Los valores que se destacan en los paisajes de la Sierra Norte son los de la tranquilidad, autenticidad, belleza, armonía entre lo natural y lo humanizado, presencia constante de la huella de diferentes pueblos. Estos valores se reconocen como un recurso, y se marca la vocación turística y recreativa que se deriva de los mismos. Otro factor importante que se atribuye a las transformaciones en el área es su dependencia de procesos externos, no controlados por las poblaciones autóctonas. En este sentido los cambios más relevantes que se aprecian en el paisaje de la sierra parecen tener que ver con el papel que el sistema económico global otorga a los espacios rurales, en especial los de montaña, un papel marginal y dependiente de las lógicas urbanas. Para algunas personas esto determina que la tendencia de un paisaje, que antaño se percibía como altamente humanizado, se oriente lentamente hacia la “naturalización”, en la medida en la que las poblaciones, y sus actividades, se van retirando del mismo.

 Catálogos de Paisajes de la Provincia de Sevilla 

domingo, 8 de mayo de 2022

Rutas de senderismo de Guadalcanal 2

 

Segunda parte

Un paseo por el campo puede revelar muchas cosas, y es un buen momento para practicar el trascendentalismo. Miras un árbol y te das cuenta de que no es solo un árbol, sus raíces lo anclan a la tierra, los pájaros eligen su libertad, se posan en el árbol más hermoso, el hombre, en cambio, elige el árbol solo para aprovechar su sombra, no ve su belleza y como transforma su entorno.

5 RUTA CAMINO ERMITA DE GUADITOCA

Distancia: 17,7 kilómetros.
Dificultad: Media.
Tiempo: 4 horas.

    Se inicia esta ruta a tres kilómetros de Guadalcanal, en el cruce de la carretera de Llerena con el camino asfaltado que se dirige a la ermita. En la ida predominan leves bajadas puesto que caminamos en dirección a la campiña extremeña. La orografía se mantiene con fuertes desniveles de terreno y bonitas vistas. Tras sobrepasar el alto en donde se encuentra la cruz de Buenavista, nos adentramos, bajando, en una zona de intenso monte cubierto de aromáticas jaras, cuyo agradable olor nos acompaña durante algunos kilómetros. A medida que avanzamos se va abriendo en el horizonte el tramo más llano del camino hasta la ermita, aunque aún domina espesa la olorosa jara.    

    Llegamos a lo más llano de esta ruta, donde el camino aumenta su anchura, ya que nos hemos incorporado a la Cañada Real de las Merinas, que también fue durante muchos años, la Ruta del mercurio, que procedente de Almadén, era trasladado a Sevilla, para su envío a las Indias. A la derecha vemos la Cruz del aceite, denominada así, porque existía un depósito donde los arrieros depositaban este producto, para alumbrar la ermita de Guaditoca. Los últimos kilómetros son prácticamente llanos y rectos. Tras casi 9 kilómetros, avistamos la ermita y su bonito entorno. Junto a ella se encuentra la Cruz donde según la tradición se apareció la Virgen de Guaditoca, en la rivera con el mismo nombre que, en los días de lluvia, recoge las aguas de todas las sierras de los alrededores.
    Durante la ida y vuelta kilómetros, tanto a izquierda como a derecha atravesamos la finca de los Altarejos. Más adelante, cuando se inicia el tramo que domina la jara, se empieza a avistar frente a nosotros la dominante Sierra del Vientos, techo de la Sierra Morena sevillana con sus 960 metros de altura. Igualmente divisamos poco antes de llegar a nuestro lugar de salida, a lo lejos y en la cota alta, la vecina localidad de Fuente del Arco y los restos de lo que fuera la importante alcazaba de Reina.


6 RUTA DEL ARROYO TRES BODEGAS Y LA URBANA


Distancia: 13,7 kilómetros.
Dificultad: Media-baja.
Tiempo: 03:30 horas

    Iniciamos esta ruta en la estación de tren donde cruzamos las vías para tomar el camino que nace por la derecha y va al encuentro 100 metros más adelante, de la carretera que se dirige a Malcocinado. Deberemos caminar por esta carretera sin apenas tráfico durante 1,5 km hasta llegar a un camino que nace a la izquierda.

    Apenas recorridos 30 metros hay una bifurcación debiendo tomar a la izquierda y continuar de frente. Unos 200 metros más adelante nos encontramos con una cancela, debiendo tomar a la derecha. El camino, llamado de Magrado, se convierte de momento en vereda durante unos 700 metros. Mas abajo nos cruzamos con el camino de Pelotero. Hemos de girar a la derecha hacia la finca la Atalaya, aunque tan solo unos 20 metros debemos tomar el camino que sale a nuestra izquierda. Se trata de una ruta que está bien señalizada. Una vez el cruzado el arroyo de Caño Simó pronto el olivar, da paso a la dehesa. Tras un kilómetro desde que sobrepasamos el arroyo de Caño Simó nos encontramos en este punto, también señalizado, en el que debemos virar a la derecha atravesando la cancela. A continuación, bajaremos por un camino semiborrado que tenemos frente a nosotros y que se dirige hacia el arroyo Tres Bodegas.    

    Durante otro kilometro atravesamos esta hermosa dehesa en la que al final llegamos casi al arroyo Tres Bodegas que va siguiendo su curso por un angosto y hermoso valle pleno de vegetación. Unos 300 metros después, cruzamos el arroyo para continuar a nuestra derecha por el camino señalizado, aunque borrado y convertido en vereda durante unos 200 metros que volveremos a pasar otra cancela, a partir de la cual vuelve a abrirse el camino. El último kilómetro y pico hasta llegar al cortijo de la Burbana, en donde nos daremos la vuelta, discurre con el arroyo y su vegetación de ribera a nuestra derecha y con la dehesa y jarales que quedan a nuestra izquierda.
    En el regreso nos encontramos con bonitas estampas, como la siempre presente Sierra del Viento al fondo.

7 RUTA DE LA CAPITANA

Distancia: 12,4 km.
Dificultad: Media-alta.
Duración: 3 horas.

    La Capitana es una ruta lineal de ida y vuelta que se inicia en la calle Espíritu Santo, por donde a unos 400 metros después de salir del pueblo arranca el camino junto al descansadero de El Cristo. Los primeros 3 km. son de subida continuada, luego el sendero se aplana y se vuelve más llevadero. El resto del camino, salvo algún repecho, se vuelve llano y se abre paso por la cresta de la sierra en dirección a la Capitana. Ya por entonces nuestros pasos van por encima de los 900 metros de altitud. Y se nota, ya que las vistas son impresionantes.    

    Al llegar a la cima de la Capitana (960 m.), podemos ver al menos una docena de localidades de Extremadura: Ahillones, Valverde de Llerena, Berlanga, Azuaga... También podemos ver pueblos andaluces como el Real de la Jara En este tramo final de 300 metros, el camino se convierte en vereda hasta llegar a la cima. Además de las impresionantes vistas, en la cumbre, a 960 metros de altitud, está la señal del punto geodésico, que nos recuerda que estamos en la cumbre más alta de la comarca, y hay también una torruca, antigua y humilde vivienda de pastores de la zona. Esta ruta se puede programar para que la llegada a la cima coincida con el atardecer y podrá ver imágenes del entorno. Por la calidad de sus cielos, Guadalcanal es una de las zonas que posee certificación de Reserva Starlight, avalada por la Unesco.


8 RUTA DE LAS LADERAS DE HAMAPEGA Y SAN BENITO


Longitud total: 11 kilómetros.
Dificultad: media-baja.
Duración: 3 horas.

    Se inicia esta ruta en el Paseo de El Coso. Pasada la fuente y el abrevadero de animales, se sale por el camino de la Albarrana, que arranca desde el antiguo matadero. El camino discurre por una vereda que cruza antiguas huertas. Más adelante nos encontramos con el camino que se dirige hasta el Puerto de Cazalla, en cuya cima giramos a la izquierda, por el que va subiendo por las laderas de la Sierra de Hamapega (907 m.) .

    

Desde este punto se divisa una de las más bellas vistas de la villa de Guadalcanal y el valle en que se ubica. El tramo que discurre por las laderas de la Sierra de Hamapega ofrece, además de maravillosas vistas, nos ofrece una variada flora autóctona que luce espectacular en cualquier época del año. Regresamos por un camino que baja hasta la carretera de Alanís, por donde hemos de transitar durante un tramo de 1,8 km porque no hay caminos alternativos. No obstante, la carretera dispone de un buen arcén. Transcurrido este tramo llegamos a la altura de la ermita de San Benito. Pasada la ermita, tomamos el camino que sale a la derecha y que va encajonado en paredes de piedra. En varios tramos encontraremos restos de una antigua calzada romana. Y por todo el camino, plantas de distintas variedades, como hinojos, espárragos, escaramujos...


9 RUTA DE LA PIEDRA CORCOVADA Y CIRCULAR DE LA ZARZA

Longitud: 14 km.
Dificultad, media-baja
Duración: 03:30 horas

    Inicio en la plaza de España de Guadalcanal, subiendo por la calle Espíritu Santo hacia el Puerto de Llerena. Este primer tramo discurre por carretera. Unos 50 metros antes de llegar a la cima del puerto, nos desviamos por el camino que sale a la derecha y andamos un kilómetro hasta llegar a un cruce de caminos señalado, donde giraremos a la izquierda. Al terminar la bajada nos cruzamos con otro camino en el que giramos a la derecha y tras 750 metros, nos encontraremos con la conocida Piedra Corcovada.    

    Se trata de una curiosa piedra que algunos aseguran que se trata de un dolmen Tras un breve descanso, volvemos por el mismo camino, si bien cuando llegamos al cruce de caminos, tras otros 750 metros, esta vez continuamos de frente durante 1,7 km hasta llegar al cruce de la carretera de Llerena con la de la ermita de Guaditoca. Al llegar al cruce de la Carretera de Valverde de Llerena, la cual tomaremos durante 500 metros hasta llegar al inicio del conocido como Camino Real, por el cual caminaremos durante algo más de 2 km y nos desviamos a la izquierda para tomar el cordel de Trapos de Arrope. A unos 150 metros aparece la vía del tren y unos 100 metros más arriba en el siguiente cruce de caminos, giramos a la izquierda para volver por el camino que va unos metros más arriba, paralelo a la vía hasta llegar al Puerto de Llerena (815 metros.)
    Llegado al final de la ruta, iniciamos el regreso por la misma carretera que cogimos al principio.

Fotos y textos.- Juan Parra Trigos

domingo, 1 de mayo de 2022

La Sierra Morena de Sevilla y sus paisajes 3

Tercera Parte

 2.2_Principales referencias e hitos del proceso de construcción histórica del territorio (Continuación)

    El proceso de repoblación castellano que se acomete tras la conquista terminó de definir el sistema urbano de la sierra, al igual que en el resto de la Banda Gallega. En el área de la Sierra Norte, la Corona impulsa desde Constantina la repoblación de El Pedroso, San Nicolás del Puerto o Las Navas de la Concepción. En manos de los señoríos civiles y militares quedaba la construcción de los recintos defensivos de Alanís, Guadalcanal, La Puebla de los Infantes y Villanueva del Río, aunque estas jurisdicciones fueron temporales y pronto todo el territorio de la Sierra Norte, a excepción de Guadalcanal, quedó bajo la jurisdicción de la Corona formando parte del alfoz de la ciudad de Sevilla. En lo que respecta a los aprovechamientos, se continúa con la actividad ganadera que ya había adquirido relevancia durante el período islámico. A la ganadería local y de trashumancia corta que se desplazaba a los pastos serranos desde la Campiña y la Vega, se añade ahora la de la Mesta que cruzaba Sierra Morena en dirección al Bajo Guadalquivir. Los caminos ganaderos de la Mesta va densificando la red de vías pecuarias de esta área. Por otra parte, la defensa de los pastos comunales para el ganado local frente a la cabaña trashumante de la Mesta dio origen a uno de los mayores referentes paisajísticos del área: la dehesa.

    En la Sierra Norte, los efectos del descubrimiento de América y el comercio indiano que marcan el inicio de la Edad Moderna se reflejan en el desarrollo del viñedo y el olivar.

    La exportación de los vinos serranos de esta área a América fue muy relevante durante todo el siglo XVI, empezando a decaer a mediados del XVII por la competencia de otros ámbitos. Esta expansión del viñedo conllevó la proliferación, sobre todo en los entornos de Cazalla y Constantina, de multitud de lagares. Cuando comienza a decaer la producción de vino y muchas viñas se sustituyen por olivar muchos de estos lagares fueron reconvertidos en almazaras, pero aún se conservan algunos registros que dan testimonio de esta floreciente etapa económica en la Sierra Norte. Por otra parte, esta área estuvo menos afectada que otras por la expansión de los señoríos, aunque durante los siglos XVI-XVIII se detecta un importante aumento de las grandes propiedades rurales.

    A pesar de ello, los terrenos de pastos y baldíos comunales seguían ocupando importantes extensiones de terreno.

    La primera mitad del siglo XIX está marcada por la nueva organización administrativo-territorial que se establece en 1833. Esta división vuelve a incorporar el núcleo de Guadalcanal a la jurisdicción de la provincia de Sevilla, al igual que ocurre con el término de Peñaflor. Por otra parte, la subdivisión de la provincia en partidos judiciales otorga bastante unidad al área de la Sierra Norte. El partido judicial con cabecera en Cazalla de la Sierra comprendía los municipios de Alanís, Almadén de la Plata, Cazalla de la Sierra, Constantina, Guadalcanal, El Pedroso, El Real de la Jara y San Nicolás del Puerto. En 1856 se suma Las Navas de la Concepción, tras emanciparse de Constantina. Los procesos desamortizadores que marcan el desarrollo de esta primera mitad del XIX tuvieron menos influencia en esta área, y en la Sierra Morena sevillana en general, que en otros ámbitos provinciales. La desamortización civil de Madoz fue la que más efectos tuvo al propiciar la privatización de los baldíos comunales, dando lugar a la conformación de la dehesa como gran propiedad privada y a la extensión del olivar. Dicha extensión se realizó a costa de los cultivos de vid, que a finales del XIX reducen su presencia a los ruedos urbanos tras la plaga de filoxera. La producción de aguardientes se mantuvo como persistencia del pasado vinícola del área.

    En el contexto del interés internacional por la explotación minera en la región desde mediados del siglo XIX, se produce un gran desarrollo de la minería industrial en los enclaves extractivos tradicionales. La instalación de la siderurgia de El Pedroso es uno de los máximos exponentes de este proceso, aunque dejó pronto de ser rentable por el coste de la explotación de carbón de Villanueva del Río. El hierro atrajo capital británico desde finales del siglo XIX. En las minas del Cerro del Hierro la explotación se mantuvo hasta los años 80 y la explotación de Villanueva del Río cesó en los años setenta del siglo XX, dando lugar a una importante transformación urbana de la zona.

    Este desarrollo de la minería conllevó también un importante avance  en las comunicaciones de esta área serrana. El ferrocarril Sevilla-Mérida seguía la línea de explotación minera, pasando por El Pedroso y con un ramal directo al Cerro del Hierro, dejando de lado los núcleos principales de Cazalla y Constantina. Va estableciéndose así una malla de comunicaciones que distingue a la Sierra Norte del resto del ámbito serrano, completada por las carreteras como el eje Lora del Río-Constantina-Guadalcanal. Esta red se va completando en la primera mitad del siglo XX, estructurándose en torno al triángulo formado por Cazalla, Constantina y El Pedroso.

    Durante la primera mitad del siglo XX aparecen nuevo usos y procesos que transforman los paisajes y las funciones de esta área respecto al ámbito provincial. La Sierra Norte se configura como una pieza fundamental del sistema hidrológico regional, los cauces serranos abastecen a una gran parte de las ciudades y los regadíos del valle gracias a la construcción de diversos embalses. Por otra parte, con los planes de forestación que se desarrollan a partir de los años 40, muchas dehesas y bosques mediterráneos se sustituyen por repoblaciones forestales de interés maderero, eucaliptos y coníferas. Además, las dehesas tradicionales quedaron muy afectadas desde mediados del siglo XX por las transformaciones de los sistemas económicos que se dieron en Andalucía. El sistema de aprovechamiento que dominó estos espacios quedó truncado al especializarse en la ganadería y minimizarse el cultivo. 

2.3. Dinámicas y procesos recientes

    La historia reciente del área de la Sierra Norte está marcada por el proceso de pérdida de población que se produce a partir de la segunda mitad del pasado siglo. El territorio retrocede en más de un 50% de sus efectivos, con consecuencias importantes en la dinámica demográfica actual -abandono de enclaves rurales dispersos y despoblación en núcleos principales, crisis y abandono de los sistemas agrosilvopastoriles tradicionales, deterioro ambiental, envejecimiento y dependencia… etc.- que ha tenido su reflejo en los paisajes actuales.

    La dinámica que marca los procesos de transformación reciente en los paisajes de la Sierra Norte se explica por las dificultades de adaptación a los cambios producidos a partir de la modernización y mecanización de la agricultura, que otorga un papel marginal a los espacios de montaña media, en contraste con la posición competitiva de las campiñas. Las producciones de olivar en pendiente, o incluso las vinculadas a la dehesa, comienzan a ser poco rentables porque suponen mayores costes y menor producción. Todo ello se acelera a partir de la apertura de mercados que se produce con el Plan de Estabilización de 1959, y de la lógica que imponen los intercambios comerciales orientados hacia la exportación. El resultado es un exceso de mano de obra que emigra buscando oportunidades en las ciudades.

    Si se observa la evolución de la participación de los distintos usos en la superficie total del área, el proceso más significativo es una evidente renaturalización: los bosques y masas arboladas han aumentado en superficie un 6% y casi un 1% las repoblaciones y plantaciones forestales. Retroceden las formaciones adehesadas y el olivar, y en especial los pastizales y eriales. La actividad productiva vinculada a usos agrarios sólo aumenta su participación en el total superficial en el caso de regadíos y frutales localizados en pequeñas vegas al sur de Almadén de la Plata y al norte de Guadalcanal.

    La dehesa, uno de los principales sistemas productivos de la Sierra, ha retrocedido más de un 3% en el periodo comprendido entre 1956 y 2007. Hasta principios de los años sesenta no se habían producido cambios significativos en la composición, estructura, dedicación y superficie de las dehesas. La producción de lana de ovejas merinas, que había sido el eje principal de la producción hasta del siglo XIX, fue sustituida por la producción cárnica, de cerdo ibérico, de la que dependen la gestión productiva de los cultivos y el arbolado. La supervivencia del sistema ecológico de la dehesa requería labores permanentes de mantenimiento, para luchar contra la matorralización y regenerar el arbolado con ciclos de siembra de encinas y procesos de podado. En esta coyuntura la abundancia de la mano de obra y los bajos salarios eran la premisa fundamental. El éxodo rural, el alza de los salarios agrarios, el desarrollo de la ganadería industrial de aves y porcino, la aparición de la peste porcina africana, el desarrollo de fuentes calóricas diferentes a la leña, etc. explican en conjunto la inviabilidad del sistema de explotación tradicional de la dehesa. La respuesta de los propietarios a la crisis de rentabilidad de la dehesa a partir de los años sesenta es diversa: repoblación con especies de crecimiento rápido para su uso en las papeleras o demanda de madera (eucalipto, pino), dedicación cinegética, abandono seguido por la invasión de matorral o intentos de modernización. Estos últimos se basan en una sobreexplotación ganadera que, en muchos casos, se visibiliza en el paisaje con las huellas de la erosión.

    Otro uso que resulta de crecimiento proporcionalmente significativo es el de embalses y láminas de agua. Durante la segunda mitad del siglo se acomete la regulación de las principales subcuencas que afectan al área (Viar, Rivera de Huesna, Retortillo), con la construcción de los embalses de José Torán, Huéznar, Pintao,…

    La década de los ochenta supone el inicio de esa reorientación de la vocación territorial de la Sierra Norte, que determinará el crecimiento de los bosques y los usos forestales.

    Con la entrada de España en la Unión Europea, este tipo de espacios de montaña pasan a convertirse en objetivo de las políticas de desarrollo rural y de protección ambiental, ambas en este caso particularmente convergentes. Desde mediados de la década ya se empiezan a reconocer por parte de la administración algunos enclaves de especial interés para la conservación en el área. El PEPMF, aprobado en 1986, cataloga Monte Negrillo y Cerro del Hierro como el único paraje natural excepcional de la provincia, y establece su protección integral. Otra serie de espacios se reconocen como complejos serranos de interés ambiental con protección compatible (Sierra Morena Central, Loma de Hamapega y Sierra del Agua, Sierra de la Grana y Cadelero, Sierra del Pimpollar y Padrona, Cerro del Calvario, Cerro de la Traviesa, Loma del Hornillo, Las Jarillas y Acebuchosa), así como un área forestal de interés recreativo (Pintado) y las Ribera del Huéznar, el arroyo Parroso y el Viar como complejos ribereños de interés ambiental. También destaca la existencia del único paisaje agrario singular, en las Huertas del Arroyo de San Pedro de Guadalcanal.

    La práctica totalidad de los elementos catalogados en el PEPMF quedan integrados en 1989 en la figura de Parque Natural, establecida mediante la Ley 2/89 de Inventario de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía. A partir de ese momento, la mayor parte de las políticas públicas con incidencia en el paisaje se orientan a preservar sus valores ambientales y propiciar estrategias de desarrollo socioeconómico compatibles con los mismos. Así, se sucederán instrumentos de planificación ambiental (Plan de Ordenación de Recursos Naturales PORN- 1994; Plan Rector de Uso y Gestión PRUG -2000; ambos se actualizan en 2004; el Plan para el Desarrollo Sostenible PDS -2003, en proceso de actualización, etc.), que tendrán incidencia desigual, según sus objetivos y rango, en la conformación de los paisajes de componente natural y, en alguna medida, en los de dominante agroganadera, de propiedad privada, pero sometidos a determinadas limitaciones por su carácter de espacio protegido. Al mismo tiempo, la Sierra Norte va adquiriendo el papel de espacio abastecedor de servicios de ocio, turismo y actividades al aire libre. Esto se refleja en el aumento de los usos públicos del territorio, si bien con las limitaciones que supone el sistema de propiedad de la tierra en el área que arranca del siglo XIX, mayoritariamente privado, que restringe la posibilidad de dichos usos al mínimo, en contraste con otros parques naturales de Andalucía.

    Paralelamente se está produciendo el desarrollo del primer Plan Forestal Andaluz, aprobado igualmente en 1989, que se orienta claramente a la protección y gestión sostenible de las masas arboladas y a sustituir los suelos agrícolas marginales, poco productivos y en proceso de abandono, y los pastizales y eriales, por nuevas masas forestales arboladas.

Catálogos de Paisajes de la Provincia de Sevilla

domingo, 24 de abril de 2022

Rutas de senderismo de Guadalcanal 1


Primera parte

    Hace poco más de tres años nos reunimos en la biblioteca pública de Guadalcanal un grupo de personas para formar un grupo de senderistas, marcar y recuperar las interesantes rutas que tenemos en nuestro entorno.
    Formamos este grupo al que bautizamos como "Buen camino, senderistas de Guadalcanal". En la actualidad este es un grupo numeroso en el que se van uniendo personas de nuestro pueblo y de otros, como Alanís, Cazalla, Sevilla, Fuente del Arco, etc., que cada fin de semana nos reunimos para hacer una ruta.
    Hemos elegido estas catorce rutas, como muestra de todo lo que puede ver en la visita a nuestra localidad y su entorno. Para la realización de estas rutas, hemos contado con la inestimable colaboración de Juan Parra Trigos, gran experto y conocedor de todos los senderos de Guadalcanal.

    El municipio de la villa de Guadalcanal ha sido declarado por la UNESCO Reserva Starlight de la biosfera. Su extensión superficial es de 275 Km² y dista 110 km de Sevilla.
    Zona de media montaña con amplias dehesas que alternan con bosques de encinas, alcornoques, quejigos, olivos, castaños, pinos, y olmos. Todo ello le proporciona unas condiciones ideales para la fauna, especies como la nutria, el gato montés, el jabalí, el ciervo, el conejo, la perdiz roja, la cigüeña negra o el buitre leonado. También encontrarán gran cantidad de hierbas con usos medicinales, como el zumaque, hinojo, poleo, sanguinaria, azuzón, mejorana, orégano, pericón, manzanilla…
    Dentro de este entorno envidiable se encuentra la Capitana, que, con sus 960 metros, es la máxima altura de la Sierra Norte de Sevilla.
    Por su condición de municipio fronterizo entre “la Extremadura y la Andalucía” le hace ser hoy por hoy, puerta de ambas comunidades con las que comparte cultura, historia y tradiciones. Este nexo de unión y cruce de caminos es uno de los rasgos diferenciadores con respecto a los pueblos del entorno situados en el Parque Natural de la Sierra Norte de Sevilla. Si existiera algún pueblo andaluz que esté llamado a servir de puente con nuestros vecinos y hermanos extremeños, ese pueblo es Guadalcanal, así que sobran argumentos, por ser nuestra villa considerada hoy en día el más extremeño de los andaluces, como antaño fuera el más andaluz de los extremeños.

1 RUTA DE LAS ERAS Y MINA DE LAS HERRERÍAS
Longitud: 6 km ida y vuelta
Dificultad: baja
Duración del trayecto: 2 horas.

    Salida desde la Plaza de España, bajando por la calle Palacio hacia la carretera de Cazalla. Tras andar unos 200 metros, a la derecha nos encontraremos con la Piedra de Santiago. Dejamos la carretera y cogemos un camino rural de tierra. Durante parte del mismo nos acompañarán las chumberas y pasaremos por la huerta de Las Conversaciones. Al poco divisaremos el cerro donde está la antigua mina de hierro, con restos de la escoria del mineral. Casi en la cumbre del cerro está la entrada del túnel que da acceso al interior de la mina.   
Accedemos al interior de la mina a cielo abierto, donde todavía se puede encontrar piedras del mineral de hierro. Terminada la visita seguiremos el camino con dirección a la finca de La Florida, girando a la derecha y siguiendo hasta llegar al cementerio municipal que pasaremos, continuando por la ruta de las eras.

2 RUTA DE LAS LAPAS Y CORDEL DE LOS CALEROS
Tiempo del recorrido: 2:30 horas.
Longitud: 11 km
Dificultad: baja

    Se inicia en la Plaza de España dirigiéndonos hacia el camino de La Jayona por el cual transitamos sin desvíos durante 4 kilómetros hasta encontrarnos, a la izquierda, con la señal que indica el inicio del cordel de los Caleros y que tomamos en este punto.
    A unos 500 metros el camino se convierte en vereda por el desuso. Hemos de caminar paralelos al arroyo que queda junto a nosotros a la derecha hasta encontrarnos con la cancela que da entrada a la finca Casa Alta que atraviesa el cordel de norte a sur.
    
Aunque es camino público, entramos en una finca privada por lo que debemos cerrar la cancela. Unos 400 metros después de entrar en Casa Alta nos cruzamos un camino que hemos de tomar a la izquierda dejando a la derecha el cortijo que queda a 100 metros. Es este el camino de regreso por el que caminaremos siempre de frente y que pasa por la Florida y más adelante por la Huerta de Chaves que queda a la derecha hasta, más adelante, unirse, con el camino de La Jayona ya, apenas a un kilómetro del pueblo.
      

3 RUTA CUEVAS DE LA SIERRA DEL AGUA
Duración del trayecto: 1:30 horas
Longitud: 4,2 Km
Dificultad: baja-media

    Se inicia en la plaza de España dirigiéndonos por la calle Santa Clara, hacia el barrio de Las Erillas. Antes de llegar a las últimas casas, se inicia el camino. Nada más comenzarlo iniciamos una bajada de unos 400 metros hasta el arroyo San Pedro. Tras atravesar el arroyo comenzamos de inmediato la subida a la sierra del Agua por su cara norte, por un camino entre los olivos.
  
    
A medida que vamos subiendo empezamos a divisar las espléndidas vistas del casco urbano. A unos 200 metros pasado el arroyo hay una bifurcación de caminos. Tomamos el de la derecha y a otros 200 metros, tomamos otro camino a la izquierda que es el que sube más empinado hacia la sierra.
    Tras unos 600 metros llegamos a un rellano y a unos 30 metros se acaba el camino. A la derecha descubrimos la amplísima bocana de la entrada a la cueva. Esta cueva corresponde a los registros efectuados para buscar los diferentes minerales que se pueden encontrar en el término municipal de Guadalcanal.
    En ella encontraremos varios túneles de poca altura, que, con los medios apropiados, se pueden recorrer. Salimos de la cueva y mirando hacia el sur, podemos ver estas impresionantes vistas. En el camino de regreso, iremos viendo a medida que vamos bajando, impresionantes vistas de Guadalcanal.

4 RUTA DEL ALCORNOQUE MILENARIO
Longitud total: 15,6 kilómetros.
Dificultad: baja.
Duración: 3:30horas.

    Se inicia en la Plaza de España dirigiéndonos hacia la calle San Francisco, en donde comienza el conocido Camino de La Jayona que deberemos seguir durante los cuatro primeros kilómetros. Estos primeros kilómetros discurren entre olivares y paralelamente a la sierra del Viento que queda a nuestra derecha. Jalonan esta primera etapa, almendros y galaperos (abuelos de nuestros perales). Tras este primer recorrido nos encontramos una bifurcación, en la que debemos tomar el camino de la derecha siguiendo la señalización del Camino de Santiago. Una vez recorridos unos seis kilómetros, el camino deja de ser transitable para los coches y se convierte en vereda con una vegetación exuberante y algunos alcornoques y quejigos. Basta seguir las indicaciones del Camino de Santiago para llegar a nuestro destino.   

    Unos metros más adelante, continuando por la vereda, se divisa el cortijo de El Rincón en cuya finca se encuentra nuestro objetivo. Sobrepasado el cortijo y ensanchado el camino aun deberemos caminar unos 400 metros hasta llegar a la entrada de la finca siguiente a nuestra izquierda, una amplia entrada sin cancela por donde deberemos bajar unos 300 metros para llegar a nuestro destino: el alcornoque milenario. Llamado popularmente así por su impresionante porte, se trata de un ejemplar cuanto menos singular con un tronco para el que se necesitan seis personas para rodearlo y con un ramaje de casi 30 metros de longitud. Tras la satisfacción de haber podido ver este alcornoque milenario, sólo nos queda desandar el camino sobre nuestros pasos con la segura satisfacción de haber completado y visto uno de los más bellos árboles de la sierra Guadalcanalense.
Fotos y textos.- Juan Parra Trigos

domingo, 17 de abril de 2022

Guadalcanal siglo XVIII

Profesiones, oficios y ocupaciones de Guadalcanal en 1750 y quienes las ejercían

    En el año 1749 el Rey Fernando VI mediante el Real Decreto de 10 de octubre, puso en marcha el llamado Catastro del Marqués de la Ensenada, como paso previo a una reforma fiscal que sustituyera el complicado sistema de rentas, unificándolos en un solo impuesto llamado Única Contribución.
    Este impuesto no se llegó a implantar nunca, pero las indagaciones que se llevaron a cabo para su articulación dejaron un importante volumen de documentación.
    Gran parte de esta información es el resultado de un interrogatorio de cuarenta preguntas cuestionadas a las 13.000 localidades de la Corona de Castilla.
    Estos documentos están repartidos en varios archivos. En el Archivo General de Simancas[1] se custodian las respuestas, entre las que se encuentran las correspondientes a Guadalcanal.
    De la lectura de este interrogatorio con sus cuarenta respuestas, podemos vislumbrar el estado económico desde los puntos de vista comercial, agrícola, artesanal e industrial, así como de la política local y de la sociedad del Guadalcanal de mediados del siglo XVIII.
     A continuación expongo las profesiones, oficios y ocupaciones más comunes y quienes las ejercían:

Abastecedores del jabón: Antonio Morillo Casaus y Joseph del Barco.
Abastecedor de bacalao: Juan Lozano.
Carnicería publica: Antonio Márquez.
Alcabala del Viento[2]: Pedro López Palomo
Operario de pesos y medidas: Juan Carrión.
Operario de la Romana[3]: Cristóbal Espino Carrascal
Medidor del vino (con la Mohína)[4]: Clemente Miguel
Mesonero: Rodrigo de Castilla y Monsalve.
Tiendas de sedas, lanas, lienzos y especias: Bernardo Pérez, Félix Martínez, Juan del Mármol, Luis Francisco Pinto; Antonio Díaz, Narciso del Mármol, Joseph Chirstoval, Francisco Rodríguez Merino, Baltasar González y Silvestre Christoval.
Alguaciles ordinarios: Francisco Villegas y Juan Belloso.
Escribanos públicos y del Ayuntamiento: Miguel Jerónimo Escutia y Francisco Muñoz Duran.
Escribano de la Ronda del Tabaco: Juan Esteban Fernández.
Abogados de los Reales Consejos: Don Cristóbal García Calvo de la Banda, presbítero. Don Juan Francisco de Valencia, clérigo de menores.
Médicos: Don Cristóbal Moreno, presbítero. Don Pedro Joseph de Cote, presbítero. Don Francisco Espejo.
Notarios Apostólicos: Don Juan Ignacio de Burgos, presbítero. Don Francisco Morales Zejula, presbítero. Diego Medina.
Sacristanes: de la Iglesia de Santa María la Mayor, Don Francisco Santiago Rodríguez, presbítero y Don Sebastián Sánchez, presbítero.
De la Iglesia Parrochial de Señora Santa Ana, Don Juan Sánchez, presbítero, Don Lorenzo de Alva, clérigo de menores y Juan Delgado.
De la Iglesia Parrochial de Señor San Sebastián, Don Cristóbal Prieto, presbítero y Don Joseph Ruiz, clérigo de menores.
Acólitos: de la Iglesia Parrochial de Santa María la Mayor, Rodrigo Yanes, hijo de Juan Yanes de Gálvez, Francisco Caballero, hijo de Juan Caballero y Pedro Núñez, hijo de Manuel Núñez.
De la Iglesia Parrochial de Señora Santa Ana, Andrés Álvarez, hijo de Manuel Álvarez y Francisco Guzmán Hijo de Ana Muñoz la Sancha, viuda.
De la Iglesia Parrochial de San Sebastián, Álvaro Gálvez, hijo de Joseph de Gálvez y Bartolomé Bazquez, hijo de Joseph Bazquez.
Organistas: Don Francisco Medina y Zejuelo, presbítero de la Iglesia Parrochial de Santa María la Mayor. Francisco de Alva, hijo de Cristóbal de Alva de la Iglesia Parrochial de Señora Santa Ana. Don Agustín Medina Aguilar y Zejuelo, presbítero de la Iglesia Parrochial de San Sebastián.
Preceptor de gramática: Don Agustín Medina de Aguilar y Zejuelo, presbítero.
Fiscal de vara del estado: Joseph del Castillo.
Maestros de primeras letras: Cristóbal Jiménez del Castillo y Fernando Alva.
Administrador del convento de religiosas de la Concepción: Don Joseph de Cabrera y Maldonado, presbítero.
Administradores de la obra pía que fundó Diego García de la Rubia Parra: Don Joseph Cabrera y don Juan Pérez Carrasco.
Administrador de la obra pía que fundó Juan González Rubio: Don Juan Pérez.
Administrador de la obra pía que fundó Doña Isabel de Jorgazo: Don Cristóbal de Castilla Jorgazo.
Administrador de la obra pía que fundó Juan López: Don Juan Gómez Trigueros, presbítero.
Administrador de la obra pía que fundó Antón Lucas: Don Cristóbal González Zancada.
Administrador de la obra pía que fundaron los señores Freyre: Francisco Muñoz Duran.
Administrador del Convento de religiosas de Santa Clara: Don Pedro López Palomo.
Administrador del Convento de religiosas del Espíritu Santo: Francisco Robledo.
Administrador de la Encomienda: Don Francisco Bolaños.
Administrador del hospital de la Sangre de la ciudad de Sevilla: Don Antonio Murillo Casaus.
Administrador de la Ronda del Tabaco: Don Juan Antonio García del Regato.
Tercenista[5]: Diego Ruiz.
Fiel del estanquillo[6]: Pedro Sánchez Maroto.
Arrendador del derecho del Voto de Santiago[7]: Pedro López Palomo.
Cogedor de diezmos: Don Francisco Bolaños.
Cogedor de la primicia perteneciente a la encomienda de Bastimentos: Juan de Burgos.
Veedor y obrero mayor de los castillos, fortalezas y casas fuertes: Don Melchor de Ayala y Sotomayor.
Arrendador de la veintena: Bartolomé Rodríguez.
Arrendador de las minucias[8]: Miguel Parrón Piñero.
Comerciantes de vino y aguardiente: Don Nicolás de Toledo, Don Juan de Castilla y Miranda , Marquesa de San Antonio, Doña María Cervantes, Don Francisco de Castilla, Freyre y Monroy, Don Agustín Javier de Morales, Pedro Heredia, Juan Sánchez, Pedro García , Francisco García, Juan Calado, Don Francisco Medina y Zejuela, presbítero, Don Thomas Vizente Escutia, presbítero, Don Francisco Morales Zejuela, presbítero, Don Francisco Jiménez Lucas Raquelo, clérigo de menores , Don Luis Hidalgo, clérigo de menores.
Capellán del convento de religiosas de la Concepción: Don Antonio de Hortega y Robles, presbítero.
Capellán del convento de religiosas del Espirito Santo: Don Cristóbal Riaño Calvo de la Banda, presbítero.
Boticarios: Don Antonio Andrés Montero, presbítero y Miguel Guzmán.
Mancebos de botica: Alonso de Montemayor y Larza y Joachin Pineda.
Cirujanos: Antonio Díaz y Fernando de Vargas
Barberos y sangradores: Fernando de Vargas, Pedro Bazquez, Miguel Bazquez, Joseph Pizarro, Manuel Núñez, Joseph Bazquez, Sebastián Delgado, Juan Bernal y Thomas Ruiz.
Truquero[9] que administra la mesa de trucos de la cofradía del Santísimo: Don Bernardo Pérez.
Tratantes de mercadería: Phelix Martin, Francisco Rodríguez, Francisco de Sevilla Recio y Luis Francisco Pinto.
Cajero de Don Bernardo Pérez: Bartholome Rodríguez.
Tratantes de mercería: Juan del Mármol, Antonio Díaz, Narziso del Mármol, Joseph Christoval, Francisco Rodríguez Merino, Balthasar González y Silvestre Christoval.
Recatonero[10]: Pedro López Manero, Francisco Narziso Álvarez, Magdalena Rodríguez, viuda, Pheliciana Martínez, Juan Baptista, Jazinto González, Andrés González, Juan Cairon, Miguel Lozano, Manuel Alphonso, Joseph Ramos, Bartholome Jiménez y Francisco Gómez.
Medidor de vino: Miguel Lozano Gálvez.
Guarda de las rentas generales: Juan del Mármol.
Regidor del reloj: Lucas García.
Mandadero del convento de religiosas de Santa Clara: Santiago Domínguez.
Mandadero del convento de religiosas del Espíritu Santo: Juan de Toro.
Arrieros: Pedro Romero, Sebastián Falcón, Thomas Arroyo, Agustín Moya, Diego Ruiz ,Diego García, Pedro Bazeta , Pedro Fermín, Rodrigo Álvarez , Diego Ortiz Pinto, Francisco Espino, Francisco González, Joseph Romero, Juan Ortiz, Juan Gómez , Juan Mathias, Miguel Álvarez,Pedro Rodríguez, Pedro García, Cristóbal de Burgos, Christoval Villate, Juan Calado, Salvador Viejo, Christoval Muñoz, Christoval Pinelo Cayetano de Heredia, Diego Álvarez, Francisco Cantero, Francisco Silvestre Villate, Joseph Gutiérrez Guindanda, Antonio Zerezo, Francisco Sayazo, Francisco Utrion , A Francisco Lozano, Gregorio Ruiz, Francisco Álvarez, Joachin Gómez, Joseph del Rey Pedro López Manero, Luis Rodríguez , Don Joseph Marquez, Joseph de Espinola, Juan Lozano, Cristóbal Alva, Don Francisco de Castilla y Monsalve, Joseph Bazquez , Isabel Ortiz, viuda, ,Barbara Chavez, viuda, Ana Robledo, viuda.
Peón público: Domingo Sánchez.
Contador de carne: Pablo de Bejar y Blas de Bejar.
Pintores y doradores: Joseph Rodríguez Mendoza Y Francisco Rivera.
Escultor: Francisco Rivera Antúnez.
Herreros: Francisco Hernández, Francisco Sabido, Pedro Bernabé, Francisco Fajardo y Manuel Velázquez.
Cerrajeros: Matheo Cavallaro y Pedro Cordero.
Oficial de cerrajero: Juan Cordero.
Carpinteros: Juan Caballero Neira, Luis Fernández Abulagas, Diego Joseph Robledo, Sebastián Rodríguez, Andrés Espino de la Peña, Juan de Dios, Santiago Antonio Robledo, Agustín Santiago Guerrero, Pedro de Lara, Joseph Núñez y Gerónimo de la Peña.
Caldereros: Manuel Picón y Manuel Bonilla.
Herradores: Joseph Miguel, Juan de Dios Fonseca, Miguel Ortiz, Andrés Jiménez, Juan Rodríguez Renquilla y Diego Martin Luengo.
Alarifes[11]: Antonio Martin Fornarino, Domingo de Aposta, Juan Picon, Julián Domínguez, Manuel Yanes, Domingo Rodríguez, Juan Alonso, Juan Boceta, Juan Yanes Álvarez, Manuel Cordero y Joseph Serrano.
Sastres: Antonio Rodríguez, Antonio Marquez, Christoval Robledo, Joseph Robledo, Diego Rodríguez, Diego Ruiz, Eusebio Ugia, Francisco Robledo, Francisco Narciso Álvarez. Francisco Ponze, Joachin Robledo, Joseph del Castillo, Juan García Robledo, Nicolas Álvarez, Pedro Veloso Rios, Pedro Robledo, Miguel Fernández, Bartolomé Moreno, Joseph Ugia, Juan Ponze, Joachin Ponze y Antonio Vizente.
Tejedores de lienzos: Antonio Rodríguez, Alonso Marquez, Pedro Marquez, Alfonso Marquez, Fernando Burgos, Juan de Echaves, Francisco Chaves, Juan Garnica, Juan Bazquez, Jerónimo Echaves Vera, Joachin de Arcos, Pedro Fernández, Pedro López Palomo, Cristóbal Joachin Robledo, Cristóbal Carrascal Espino, Nicolas Arenas, Francisco Marquez, Sevastian Sanchez, Lucas Garnica, Antonio Victorino, Juan Martínez Luengo, Pedro Burgos, Bartolomé Arcos, Valentin Arcos, Miguel Francisco de la Parra, Miguel Clavijo, Francisco Nieves, Joseph Rodríguez, Pedro de Lara, Vizente Yanes y Joseph de la Peña.
Ollero: Sebastián Rosales.
Cazador: Francisco García.
Odreros: Nicolas de Leon, Bernardo Guerrero y Joseph de Leon.
Zapateros: Antonio Agudo, Joseph Sanchez, Juan Gordillo, Miguel Sanchez, Vizente Morente, Joseph Moneo, Manuel de la Peña Sevillano, Pedro Díaz, Bartolomé Sanchez Manso, Vizente Pulgarin, Francisco Aposta, Cristóbal Huerta, Diego Trigos, Diego García, Fernando Álvarez, Francisco Perez, Francisco Zendon, Francisco Crespo, Francisco Iglesias, Joseph Ortiz, Joseph Roman, Joseph del Barco Ortiz, Miguel Rodríguez, Nicolas Suarez, Pedro Montan, Pedro de Ortega, Antonio Sanchez, Pedro de Fuentes, Alonso Jiménez, Alonso Cavera, Andrés Jiménez, Alonso del Olmo, Miguel Jiménez, Vizente García y Cristóbal García.
Oficiales de zapateros: Francisco Rodríguez, Joseph Trigo, Juan Sánchez, Fernando Valentín, Antonio Guerrero y Joseph Jiménez.
Curtidores: Joseph Valcazeres, Manuel Fernández Recuerda, Martin Delgado y Juan Antonio Álvarez.
    Además de los oficios relacionados existían algunos más de los cuales no he podido conocer quiénes los ejercían:
Mayorales de ganado, manaderos o zagales, barquero del consejo, aperadores[12], sirvientes, mozos de labor, gañanes, labradores, braceros, soldados milicianos.

Notas.-

[1] El Archivo General de Simancas llevó a cabo en los años 80 un proceso de microfilmación de estos fondos que posteriormente fueron digitalizados entre los años 2004 y 2005 gracias a lo cual pueden consultarse en el Portal de Archivos Españoles del Ministerio de Cultura.
[2] Alcabala del Viento: impuesto que se pagaba de todas las cosas vendidas que entran de fuera en un lugar donde se cobra.
[3] Romana: instrumento para pesar.
[4] Mohina: medida usada para medir el vino
[5] Tercenista: persona encargada de la tercena, almacén del Estado para vender al por mayor tabaco y otros efectos.
[6] Persona encargada de vender los objetos cuya elaboración y venta se reserva al estado en exclusiva.
[7] Voto de Santiago: impuesto eclesiástico
[8] Minucia: Diezmo de las frutas y producciones de poca importancia.
[9] Truquero: el que administraba una mesa de trucos, juego de destreza y habilidad, parecido al billar.
[10] Regatonero: que compra al por mayor para revender al por menor.
[11] Alarife: Albañil
[12] Aperador: el que apera, construye o compone carros y aperos de labranza.


Rafael Ángel Rivero del Castillo
Revista de feria 2011