Algunas reflexiones sobre las ermitas de la provincia de
Sevilla y sus bienes muebles (Tercera parte)
El valor de Patrimonio Cultural que estos tienen es de gran
importancia, ya que documentan actitudes, hechos y costumbres de las diferentes
poblaciones. Al contrario de lo que se puede pensar, no sólo son
trascendentales para el conocimiento de la ideología o de las creencias
religiosas, sino también ofrecen una gran información sobre las actividades,
costumbres y modos de vida. El interés que ha despertado este tema desde la
década de los ochenta puede rastrearse a través de las exposiciones y
publicaciones que se han realizado sobre los exvotos a partir de entonces (15). Sin embargo,
tanto en unos como en otros, los análisis que se realizan de tales bienes son
generalmente desde el punto de vista de la antropología social, faltando en
ellos otros estudios con planteamientos diferentes que complementen y permitan
conocer en profundidad el fenómeno. Hay que considerar que el antropológico no
es el único valor que poseen dichos bienes, ya que desde la perspectiva
histórica o artística resultan, asimismo, documentos de gran utilidad. Una de las
características que presentan estos bienes es la fidelidad de los anónimos
autores al describir los fondos, ya sean éstos paisajes urbanos o rurales o
interiores de viviendas. Más preocupados por lo anecdótico
de
la escena que por los propios actores, detallan minuciosamente aspectos
urbanísticos o arquitectónicos, así como enseres y vestimentas. A través de
ellos, pueden ser analizados estos factores, convirtiéndose en muchos casos en
la única fuente de gráfica para el análisis de estas poblaciones. Esa fidelidad
a la realidad también queda reflejada en la figuración de las imágenes sagradas.
Estas aparecen con tal cantidad de detalles
que
poco se diferencian de las imágenes devocionales realizadas en lo que se ha
venido a denominar el “arteculto”.
Gracias a ellos, es posible conocer aquellas esculturas o pinturas que se han
perdido a lo largo del tiempo o las transformaciones sufridas en los
adornos
o en las maneras de ataviar a los santos o vírgenes.
En ocasiones, a modo de trampantojos, detallan los altares o
retablos en los que se veneran, pudiéndose seguir a través de los exvotos los
cambios y reformas estéticas acaecidas en ellos.
No son éstos los únicos bienes muebles de interés histórico o
artístico que se conservan en las ermitas y capillas sevillanas. Existe una
interesante variedad de bienes muebles de los siglos XVI al XIX que, si bien tratar
de todas ellos sería complicado, si sería oportuno el señalar algunos de los
más importantes. Seguidoras de los modelos de las Vírgenes del grupo de la reconquista,
pero ya del siglo XVI, serían la del Rosario de la Iglesia de San Miguel de
Castilleja del Campo, la de la Huerta en la iglesia parroquial de Puebla de los
Infantes y la de la Aurora de la ermita del mismo nombre en Fuentes de
Andalucía. Otra imagen de la misma centuria es el grupo de la Piedad que
se encuentra en el altar mayor de la ermita de Nuestra Señora de las Angustias
en Alanís. En este caso, la Virgen sostiene en su regazo el cuerpo de Cristo
muerto.
Formaban parte de esta escena, producto de la sensibilidad patética
de fines del medioevo, las dos imágenes de San Juan y la Magdalena,
que hoy aparecen en las calles laterales del retablo. El grupo central ha
perdido esas características tan peculiares de la escultura del primer tercio
del siglo XVI, fecha en la que se data el conjunto, por haberse transformado la
Virgen en una escultura de vestir y en una restauración realizada por Castillo
Lastrucci en el presente siglo.
Al mismo siglo XVI pertenecen las esculturas de San Sebastián de
la iglesia parroquial de Burguillos y, de fines de la centuria, la existente en
la ermita de la misma advocación de Carmona. Un San Roque del círculo de
Juan Bautista Vázquez el Viejo se localiza en la Capilla de Santa Ana de Dos
Hermanas. En la Sacristía del mismo templo merece destacarse las dos puertas, con
las pinturas de un seguidor de Alonso Vázquez, donde se representan a San Pedro
y San Pablo con dos escenas del hallazgo de la imagen de Santa Ana por las
Hermanas Nazarenas. Renacentista son también los crucificados de las ermitas de
la Virgen del Espino de El Pedroso, el del Santo Cristo de la Sangre de Pedrera
y el de la Vera Cruz de Coria del Río y los de las iglesias parroquiales de
Martín de la Jara, Almadén de la Plata y Almensilla. Además de estas obras anónimas,
con la misma advocación del Cristo de la Vera Cruz, existen dos ejemplos más
relacionados con los seguidores de Roque Balduque, como son los crucificados de
las capillas de San Gregorio Osetano de Alcalá del Río y de la Vera Cruz de
Marchena, ambos de gran calidad artística. En esta última capilla se encuentran
los
restos de un retablo, hoy recompuesto con balaustres y los relieves de la
decapitación de San Matías y Santa Bárbara, probablemente obra de Gaspar de
Aguilar y fechado en 1588. Este cobija un lienzo de Juan Bautista de Amiens, de
principios de la centuria siguiente, en el que aparecen San Juan Bautista y
San Vicente. El mismo pintor y para el mismo templo realizó en 1589 el
lienzo de la Pi dad y, algunos años más tarde, el de la Visitación
con San Diego de Alcalá y Santa Catalina.
Son muy numerosos los bienes muebles de los siglos XVII al XIX que
se conservan en las ermitas sevillanas.
Algunos de ellos sorprenden por su calidad artística si se piensa
en el carácter popular de estas construcciones.
Quizás sería conveniente sacar del anonimato los grandes lienzos
de la ermita de Nuestra Señora de la Aurora de Los Palacios-Villafranca de Los
Desposorios de la Virgen y la Adoración de los pastores, obras de transición
de los siglos XVII al XVIII. En la misma población y del siglo XVII, se
encuentra el San Francisco sostenido por los ángeles o Éxtasis de San
Francisco de la Capilla de Nuestra Señora de los Remedios y, a principios
del siglo XVIII, fue realizado La entrega del rosario a Santa Rosa de Lima de
la Iglesia de San Bartolomé de Cantillana. Entre las esculturas habría que llamar
la atención sobre la Virgen de los Dolores de la capilla de Torrijos, de
Valencina de la Concepción, o la existente en la iglesia de San Marcos de El
Saucejo, de San Cayetano con la Virgen o Virgen de los Desamparados.
La gran calidad de ambas esculturas hace pensar que corresponden a
obras de los talleres de Pedro de Mena, la primera, y de Cristóbal Ramos, la
segunda.
Obras sorprendentes son algunos de los retablos que se localizan
en estos templos, producto de las remodelaciones que sufrieron durante los
siglo XVII y XVIII.
Entre
los más interesantes del siglo XVII se encuentren los que ocupan los
presbiterios de la Iglesia de San Benito, de Castilleja de Guzmán, los de las
ermitas de Cuatrovitas, de Bollullos de la Mitación, con su frontal cerámico
del siglo XVI, y el de la Virgen de Guaditoca, de Guadalcanal.
Este último, recompuesto, sirve de embocadura al camarín de la virgen, que
ocupa la calle central y se eleva por encima del primer cuerpo. Se compone de
un alto banco sobre el que se levanta el único cuerpo con tres calles,
enmarcándose las laterales por columnas entorchadas con capitel compuesto. En
estas últimas se encuentran medios puntos para ser ocupados con lienzos, hoy
desaparecidos, y sobre éstos, registros rectangulares con pinturas de santas
mártires. Sobre las calles corre un friso que sirve de apoyo al basamento del
ático, formado por volutas laterales y dos pequeños lienzos rectangulares con
santos. En el ático aparecen tres lienzos, un Crucificado, al centro, y, en los
laterales, San Joaquín y Santa Ana con la Virgen niña. Al
siglo XVIII pertenecen, entre otros, los retablos mayores de las capillas de la
Vera Cruz de Marchena, de la Virgen de Belén y de la ermita de la Aurora, ambas
de Los Palacios-Villafranca, el de la Virgen de los Remedios de El Coronil y
los de la Capilla de la Aurora, en Fuentes de Andalucía. En esta última ermita,
el dedicado a San Francisco de Paula presenta como enmarque de la hornacina
central dos ángeles atlantes. Por la delicadeza de la formas y lo ingenuo del
lienzo que lo preside, habría que llamar la atención sobre el retablo-marco de
las Ánimas, de la primera mitad del siglo, de la ermita de Belén en Lebrija.
De la mayoría de estas obras se desconoce su autor, siendo en
algunos casos atribuidos a seguidores de los diferentes maestros sevillanos.
Este era el caso del retablo de la Capilla de Santa Ana de Dos Hermanas La
bibliografía tradicional lo atribuía al círculo de Fernando de Barahona. Sin
embargo, las investigaciones realizadas en los últimos años han podido
concretar que las trazas pertenecen a Juan de Valencia y las esculturas a
Agustín de Perea (16).
Del siglo XIX existen interesantes ejemplos, a pesar de que siguen
siendo poco valorados. Uno de los conjuntos más destacados por su uniformidad
estilística es el que decora el presbiterio de la ermita de Nuestra Señora de
la Soledad, de Cantillana. La construcción del templo fue concluida el 7 de
diciembre de 1792, colocándose la imagen titular dos años más tarde. Tanto el
retablo mayor como los enmarques de las puertas del presbiterio corresponden a
esos años finales de la centuria. En ellos se utilizan como elementos de
soporte columnas corintias de fustes acanalados y como motivos decorativos las
guirnaldas, rocallas, roleos y jarrones. El retablo está compuesto de banco, un
solo cuerpo de tres calles y ático. Las calles laterales son ocupadas por las
esculturas de San Miguel y San José, mientras que en la central
aparece una urna de remates curvos, con un Cristo yacente, y sobre ella
el enmarque del camarín de la Virgen de la Soledad. Un relieve de la
Santísima Trinidad preside el ático.
Los
enmarques de las puertas se flanquean por columnas, rematadas por un frontón
partido y una ménsula al centro, a manera de clave. Sobre éstas aparecen las
imágenes de Santa Rita, en el muro derecho, y San Sebastián, en
el izquierdo, cobijados bajo un frontón circular.
No todos los bienes que actualmente aparecen en estos edificios
fueron realizados exprofeso para los mismos. Tras la desamortización de
Mendizábal y sobre todo concluida la Guerra Civil, muchos de estos inmuebles son
redecorados con bienes procedentes de otros templos de la provincia. A la
iglesia de San Felipe de Carmona pertenecen los actuales retablos mayor y de la
Divina Pastora de la ermita de Nuestra Señora de Gracia de Almadén de la Plata.
Del antiguo convento de la Orden Menor de San Francisco de Estepa procede el
retablo de la capilla del Rosario de El Rubio, del convento de la Asunción de
Sevilla el de la ermita de Nuestra Señora de Belén de Pilas, de la iglesia de
San Carlos el Real de Osuna el de la Iglesia de San Marcos de El Saucejo, o de
una iglesia de La Rinconada el que preside la ermita de Nuestra Señora de
Valme.
Éste de fines del siglo XVIII presenta una curiosa decoración en su mesa de
altar de escenas de inspiración japonesa. Además de los retablos también fueron
trasladadas esculturas y pinturas, costumbre que ha llegado hasta nuestros
días. El Cristo del Voto procedente de una iglesia de Carmona fue
llevada a la iglesia de San Cristóbal de Burguillos o la Virgen de la Silla de
la iglesia de San Luis se depositó en la capilla del Cristo de la Cárcel.
Traslados mucho más modernos son los del Ecce Homo, desde el patio de
los naranjos de la iglesia parroquial a la capilla de Belén de Lebrija o, el
realizado en 1986, de la escultura de San Isidro Labrador de la iglesia
de Santa María a la ermita de San Sebastián de Carmona.
No se puede concluir en este breve recorrido por los bienes
muebles de las ermitas de Sevilla sin hacer mención a una serie de lienzos que,
a pesar de su carácter popular, pueden ser de gran importancia para el estudio
de las reinterpretaciones iconográficas y simbologías de los temas
eucarísticos. En este sentido, es necesario destacar la Exaltación de la
Eucaristía de la ermita de Nuestra Señora de Belén de Pilas. Dos ángeles
por tan un cáliz con llamas bajo un corazón coronado por una cruz, enmarcado
estos últimos por una corona de espinas. Sobre ésta, dos angelitos sujetan una
corona con imperiales. En la Alegoría eucarística de la ermita de la
Vera Cruz de Albaida, se representa un altar de dos cuerpos. Delante del
primero se encuentran Santa Bárbara, una pequeña Inmaculada, al centro, y San
José con el Niño. Sobre los santos, a los lados del segundo frontal, dos
ángeles turiferarios, y ,en medio, el Cordero sobre el Libro de los Siete
Sellos.
Sobre el altar una custodia resplandeciente rodeada de cabezas de
angelitos. Se enmarca la escena por dos cortinas que son recogidas en los
laterales por dos ángeles. Un tercer ejemplo es la Alegoría eucarística de
la ermita de Cuatrovitas de Bollullos de la Mitación. Sobre un altar se exhibe
una gran custodia flanqueada por dos ángeles. Delante se sitúan los cinco Doctores
de la Iglesia Junto a estas obras, no se pueden pasar por alto aquellas otras
que por sus características particulares y sus pequeñas dimensiones, se
encuentran más expuestas a posibles robos. Son muchas y es imposible
su
enumeración. De la tipología de pintura de caballete, merecen destacarse los
lienzos de San Juan Bautista niño y Niño Jesús pasionario-buen pastor
de la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, de Martín de la Jara.
Asimismo, las esculturitas de San José y Santa
Teresa
de la capilla de Nuestra Señora del Rosario de San Juan de
Aznalfarache o el magnífico crucificado del XVIII y realizado en barro
cocido de la ermita del Santo Cristo de la Sangre, de Pedrera.
Son pocas estas páginas para describir y señalar la variedad y
riqueza de los bienes muebles que se conservan en las ermitas, capillas y
pequeñas iglesias de la provincia de Sevilla. Sin embargo, como se apuntaba al comienzo
del trabajo, éste se planteaba simplemente para llamar la atención sobre el
desconocimiento y la desprotección de los mismos. En este aspecto, debería ser
la administración, con los medios legales que tiene, la que se encargara de
tomar las primeras medidas de conservación y protección de los mismos. Pero,
quizás más interesante y beneficiosa sería la labor de los Ayuntamientos, responsables,
al fin y al cabo, del patrimonio local (17). Su labor podría estar encaminada, no sólo al
conocimiento y difusión de estos bienes, sino también a tomar unas precarias
medidas de salvaguarda de los mismos. En la primera línea de actuación, en cualquiera
de las poblaciones existen licenciados en
historia,
y más concretamente en historia del arte, que a través de becas, subvenciones o
de cualquier otro tipo de ayuda, pueden realizar los trabajos de investigación y
estudio. El resultado de los mismos podría ser un primer acercamiento del resto
de la población a la valoración de estos bienes a través de publicaciones o exposiciones.
Un importante avance sería, como se ha realizado en Alcalá de Guadaira, la
incorporación a la plantilla del área de cultura de una persona encargada de
valorar, potenciar y gestionar los recursos turísticos que tiene la población.
En el segundo de los aspectos, además de incluir estos edificios en los
catálogos de protección de las normas urbanísticas, la realización de pequeñas
obras de mantenimiento en estos edificios evitaría la pérdida y los posibles
desastres. Obras de mínima cuantía como el retejado de los inmuebles, su encalado
tanto exterior como interior, la renovación de las instalaciones eléctricas,
por lo general, antiguas y obsoletas, o dotarlos de unas mínimas medidas de seguridad,
conllevarían a una revalorización y perdurabilidad de estos edificios y su
patrimonio.
Pero las autoridades locales o autonómicas no son los únicos
responsables de este tipo de patrimonio. La mayoría de estos edificios son
propiedad de la iglesia, por lo que sobre ella recae la máxima responsabilidad como
queda recogido en la legislación nacional y autonómica (18).
No solo quedan obligados por la normativa civil sino también por
la religiosa, ya que les obliga a “la
limpieza y pulcritud que convienen a la casa de Dios” y a que “deben emplearse los cuidados ordinarios de
conservación y las oportunas medidas de seguridad” (19).
Esta misma responsabilidad debe ser comprar tida con las hermandades y
cofradías que en muchas ocasiones se encuentran como depositaria de estos
inmuebles en los que tiene las sedes.
Esperemos que entre todos consigamos revalorizar y proteger estos
bienes que, al fin y al cabo no nos pertenecen, ya que sus verdaderos
poseedores son las generaciones futuras.
Juan
Carlos Hernández Núñez
Centro
de Documentación del IAPH
Notas.-
15. Sirvan
de ejemplos, para el ámbito andaluz, los estudios realizados por VÁZQUEZ SOTO,
J.M.: Exvotos de Andalucía: milagros y promesas en la religiosidad popular. Sevilla,
1980 y PÉREZ MUÑOZ, S.: Exvotos marineros de la provincia de Cádiz, Cádiz,
1991. Entre las exposiciones destacamos: Exvotos de Andalucía. Sevilla,
Convento de Santa Inés, noviembre, 1982.
16.
HALCÓN, F., HERRERA, F. y RECIO, A.: El retablo barroco sevillano. Sevilla,
2000. Págs. 422-423.
17. Ley
16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español. Art. 7 y Ley 1/1991,
de 3 de julio, de Patrimonio Histórico de Andalucía. Art.4.
18. Ley
16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español. Art. 36.1; Ley
1/1991, de 3 de julio, de Patrimonio Histórico de Andalucía. Art.15.1; Decreto
19/1995, de 7 de febrero, por el que se aprueba el reglamento de protección y
fomento del Patrimonio Histórico de Andalucía. Art. 20. Además, véase, Real
Decreto Legislativo 171992, de 26 de junio, texto refundido de la Ley sobre el
Régimen del Suelo y Ordenación Urbana. Art. 20.
19.
CÓDIGO..., ob. cit. canón 1220. Además véase, SACRA CONGREGATIO CLERI, Circular
Opera artis del 11 de abril de 1971.
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