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lunes, 24 de diciembre de 2018

Nuestro Entorno 10


Algunas reflexiones sobre las ermitas de la provincia de Sevilla y sus bienes muebles (Tercera parte)

El valor de Patrimonio Cultural que estos tienen es de gran importancia, ya que documentan actitudes, hechos y costumbres de las diferentes poblaciones. Al contrario de lo que se puede pensar, no sólo son trascendentales para el conocimiento de la ideología o de las creencias religiosas, sino también ofrecen una gran información sobre las actividades, costumbres y modos de vida. El interés que ha despertado este tema desde la década de los ochenta puede rastrearse a través de las exposiciones y publicaciones que se han realizado sobre los exvotos a partir de entonces (15). Sin embargo, tanto en unos como en otros, los análisis que se realizan de tales bienes son generalmente desde el punto de vista de la antropología social, faltando en ellos otros estudios con planteamientos diferentes que complementen y permitan conocer en profundidad el fenómeno. Hay que considerar que el antropológico no es el único valor que poseen dichos bienes, ya que desde la perspectiva histórica o artística resultan, asimismo, documentos de gran utilidad. Una de las características que presentan estos bienes es la fidelidad de los anónimos autores al describir los fondos, ya sean éstos paisajes urbanos o rurales o interiores de viviendas. Más preocupados por lo anecdótico
de la escena que por los propios actores, detallan minuciosamente aspectos urbanísticos o arquitectónicos, así como enseres y vestimentas. A través de ellos, pueden ser analizados estos factores, convirtiéndose en muchos casos en la única fuente de gráfica para el análisis de estas poblaciones. Esa fidelidad a la realidad también queda reflejada en la figuración de las imágenes sagradas. Estas aparecen con tal cantidad de detalles
que poco se diferencian de las imágenes devocionales realizadas en lo que se ha venido a denominar el “arteculto”. Gracias a ellos, es posible conocer aquellas esculturas o pinturas que se han perdido a lo largo del tiempo o las transformaciones sufridas en los
adornos o en las maneras de ataviar a los santos o vírgenes.
En ocasiones, a modo de trampantojos, detallan los altares o retablos en los que se veneran, pudiéndose seguir a través de los exvotos los cambios y reformas estéticas acaecidas en ellos.
No son éstos los únicos bienes muebles de interés histórico o artístico que se conservan en las ermitas y capillas sevillanas. Existe una interesante variedad de bienes muebles de los siglos XVI al XIX que, si bien tratar de todas ellos sería complicado, si sería oportuno el señalar algunos de los más importantes. Seguidoras de los modelos de las Vírgenes del grupo de la reconquista, pero ya del siglo XVI, serían la del Rosario de la Iglesia de San Miguel de Castilleja del Campo, la de la Huerta en la iglesia parroquial de Puebla de los Infantes y la de la Aurora de la ermita del mismo nombre en Fuentes de Andalucía. Otra imagen de la misma centuria es el grupo de la Piedad que se encuentra en el altar mayor de la ermita de Nuestra Señora de las Angustias en Alanís. En este caso, la Virgen sostiene en su regazo el cuerpo de Cristo muerto.
Formaban parte de esta escena, producto de la sensibilidad patética de fines del medioevo, las dos imágenes de San Juan y la Magdalena, que hoy aparecen en las calles laterales del retablo. El grupo central ha perdido esas características tan peculiares de la escultura del primer tercio del siglo XVI, fecha en la que se data el conjunto, por haberse transformado la Virgen en una escultura de vestir y en una restauración realizada por Castillo Lastrucci en el presente siglo.
Al mismo siglo XVI pertenecen las esculturas de San Sebastián de la iglesia parroquial de Burguillos y, de fines de la centuria, la existente en la ermita de la misma advocación de Carmona. Un San Roque del círculo de Juan Bautista Vázquez el Viejo se localiza en la Capilla de Santa Ana de Dos Hermanas. En la Sacristía del mismo templo merece destacarse las dos puertas, con las pinturas de un seguidor de Alonso Vázquez, donde se representan a San Pedro y San Pablo con dos escenas del hallazgo de la imagen de Santa Ana por las Hermanas Nazarenas. Renacentista son también los crucificados de las ermitas de la Virgen del Espino de El Pedroso, el del Santo Cristo de la Sangre de Pedrera y el de la Vera Cruz de Coria del Río y los de las iglesias parroquiales de Martín de la Jara, Almadén de la Plata y Almensilla. Además de estas obras anónimas, con la misma advocación del Cristo de la Vera Cruz, existen dos ejemplos más relacionados con los seguidores de Roque Balduque, como son los crucificados de las capillas de San Gregorio Osetano de Alcalá del Río y de la Vera Cruz de Marchena, ambos de gran calidad artística. En esta última capilla se encuentran
los restos de un retablo, hoy recompuesto con balaustres y los relieves de la decapitación de San Matías y Santa Bárbara, probablemente obra de Gaspar de Aguilar y fechado en 1588. Este cobija un lienzo de Juan Bautista de Amiens, de principios de la centuria siguiente, en el que aparecen San Juan Bautista y San Vicente. El mismo pintor y para el mismo templo realizó en 1589 el lienzo de la Pi dad y, algunos años más tarde, el de la Visitación con San Diego de Alcalá y Santa Catalina.
Son muy numerosos los bienes muebles de los siglos XVII al XIX que se conservan en las ermitas sevillanas.
Algunos de ellos sorprenden por su calidad artística si se piensa en el carácter popular de estas construcciones.
Quizás sería conveniente sacar del anonimato los grandes lienzos de la ermita de Nuestra Señora de la Aurora de Los Palacios-Villafranca de Los Desposorios de la Virgen y la Adoración de los pastores, obras de transición de los siglos XVII al XVIII. En la misma población y del siglo XVII, se encuentra el San Francisco sostenido por los ángeles o Éxtasis de San Francisco de la Capilla de Nuestra Señora de los Remedios y, a principios del siglo XVIII, fue realizado La entrega del rosario a Santa Rosa de Lima de la Iglesia de San Bartolomé de Cantillana. Entre las esculturas habría que llamar la atención sobre la Virgen de los Dolores de la capilla de Torrijos, de Valencina de la Concepción, o la existente en la iglesia de San Marcos de El Saucejo, de San Cayetano con la Virgen o Virgen de los Desamparados.
La gran calidad de ambas esculturas hace pensar que corresponden a obras de los talleres de Pedro de Mena, la primera, y de Cristóbal Ramos, la segunda.
Obras sorprendentes son algunos de los retablos que se localizan en estos templos, producto de las remodelaciones que sufrieron durante los siglo XVII y XVIII.
Entre los más interesantes del siglo XVII se encuentren los que ocupan los presbiterios de la Iglesia de San Benito, de Castilleja de Guzmán, los de las ermitas de Cuatrovitas, de Bollullos de la Mitación, con su frontal cerámico del siglo XVI, y el de la Virgen de Guaditoca, de Guadalcanal. Este último, recompuesto, sirve de embocadura al camarín de la virgen, que ocupa la calle central y se eleva por encima del primer cuerpo. Se compone de un alto banco sobre el que se levanta el único cuerpo con tres calles, enmarcándose las laterales por columnas entorchadas con capitel compuesto. En estas últimas se encuentran medios puntos para ser ocupados con lienzos, hoy desaparecidos, y sobre éstos, registros rectangulares con pinturas de santas mártires. Sobre las calles corre un friso que sirve de apoyo al basamento del ático, formado por volutas laterales y dos pequeños lienzos rectangulares con santos. En el ático aparecen tres lienzos, un Crucificado, al centro, y, en los laterales, San Joaquín y Santa Ana con la Virgen niña.                                                                                                     Al siglo XVIII pertenecen, entre otros, los retablos mayores de las capillas de la Vera Cruz de Marchena, de la Virgen de Belén y de la ermita de la Aurora, ambas de Los Palacios-Villafranca, el de la Virgen de los Remedios de El Coronil y los de la Capilla de la Aurora, en Fuentes de Andalucía. En esta última ermita, el dedicado a San Francisco de Paula presenta como enmarque de la hornacina central dos ángeles atlantes. Por la delicadeza de la formas y lo ingenuo del lienzo que lo preside, habría que llamar la atención sobre el retablo-marco de las Ánimas, de la primera mitad del siglo, de la ermita de Belén en Lebrija.
De la mayoría de estas obras se desconoce su autor, siendo en algunos casos atribuidos a seguidores de los diferentes maestros sevillanos. Este era el caso del retablo de la Capilla de Santa Ana de Dos Hermanas La bibliografía tradicional lo atribuía al círculo de Fernando de Barahona. Sin embargo, las investigaciones realizadas en los últimos años han podido concretar que las trazas pertenecen a Juan de Valencia y las esculturas a Agustín de Perea (16).
Del siglo XIX existen interesantes ejemplos, a pesar de que siguen siendo poco valorados. Uno de los conjuntos más destacados por su uniformidad estilística es el que decora el presbiterio de la ermita de Nuestra Señora de la Soledad, de Cantillana. La construcción del templo fue concluida el 7 de diciembre de 1792, colocándose la imagen titular dos años más tarde. Tanto el retablo mayor como los enmarques de las puertas del presbiterio corresponden a esos años finales de la centuria. En ellos se utilizan como elementos de soporte columnas corintias de fustes acanalados y como motivos decorativos las guirnaldas, rocallas, roleos y jarrones. El retablo está compuesto de banco, un solo cuerpo de tres calles y ático. Las calles laterales son ocupadas por las esculturas de San Miguel y San José, mientras que en la central aparece una urna de remates curvos, con un Cristo yacente, y sobre ella el enmarque del camarín de la Virgen de la Soledad. Un relieve de la Santísima Trinidad preside el ático.
Los enmarques de las puertas se flanquean por columnas, rematadas por un frontón partido y una ménsula al centro, a manera de clave. Sobre éstas aparecen las imágenes de Santa Rita, en el muro derecho, y San Sebastián, en el izquierdo, cobijados bajo un frontón circular.
No todos los bienes que actualmente aparecen en estos edificios fueron realizados exprofeso para los mismos. Tras la desamortización de Mendizábal y sobre todo concluida la Guerra Civil, muchos de estos inmuebles son redecorados con bienes procedentes de otros templos de la provincia. A la iglesia de San Felipe de Carmona pertenecen los actuales retablos mayor y de la Divina Pastora de la ermita de Nuestra Señora de Gracia de Almadén de la Plata. Del antiguo convento de la Orden Menor de San Francisco de Estepa procede el retablo de la capilla del Rosario de El Rubio, del convento de la Asunción de Sevilla el de la ermita de Nuestra Señora de Belén de Pilas, de la iglesia de San Carlos el Real de Osuna el de la Iglesia de San Marcos de El Saucejo, o de una iglesia de La Rinconada el que preside la ermita de Nuestra Señora de
Valme. Éste de fines del siglo XVIII presenta una curiosa decoración en su mesa de altar de escenas de inspiración japonesa. Además de los retablos también fueron trasladadas esculturas y pinturas, costumbre que ha llegado hasta nuestros días. El Cristo del Voto procedente de una iglesia de Carmona fue llevada a la iglesia de San Cristóbal de Burguillos o la Virgen de la Silla de la iglesia de San Luis se depositó en la capilla del Cristo de la Cárcel. Traslados mucho más modernos son los del Ecce Homo, desde el patio de los naranjos de la iglesia parroquial a la capilla de Belén de Lebrija o, el realizado en 1986, de la escultura de San Isidro Labrador de la iglesia de Santa María a la ermita de San Sebastián de Carmona.
No se puede concluir en este breve recorrido por los bienes muebles de las ermitas de Sevilla sin hacer mención a una serie de lienzos que, a pesar de su carácter popular, pueden ser de gran importancia para el estudio de las reinterpretaciones iconográficas y simbologías de los temas eucarísticos. En este sentido, es necesario destacar la Exaltación de la Eucaristía de la ermita de Nuestra Señora de Belén de Pilas. Dos ángeles por tan un cáliz con llamas bajo un corazón coronado por una cruz, enmarcado estos últimos por una corona de espinas. Sobre ésta, dos angelitos sujetan una corona con imperiales. En la Alegoría eucarística de la ermita de la Vera Cruz de Albaida, se representa un altar de dos cuerpos. Delante del primero se encuentran Santa Bárbara, una pequeña Inmaculada, al centro, y San José con el Niño. Sobre los santos, a los lados del segundo frontal, dos ángeles turiferarios, y ,en medio, el Cordero sobre el Libro de los Siete Sellos.
Sobre el altar una custodia resplandeciente rodeada de cabezas de angelitos. Se enmarca la escena por dos cortinas que son recogidas en los laterales por dos ángeles. Un tercer ejemplo es la Alegoría eucarística de la ermita de Cuatrovitas de Bollullos de la Mitación. Sobre un altar se exhibe una gran custodia flanqueada por dos ángeles. Delante se sitúan los cinco Doctores de la Iglesia Junto a estas obras, no se pueden pasar por alto aquellas otras que por sus características particulares y sus pequeñas dimensiones, se encuentran más expuestas a posibles robos. Son muchas y es imposible
su enumeración. De la tipología de pintura de caballete, merecen destacarse los lienzos de San Juan Bautista niño y Niño Jesús pasionario-buen pastor de la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, de Martín de la Jara. Asimismo, las esculturitas de San José y Santa
Teresa de la capilla de Nuestra Señora del Rosario de San Juan de Aznalfarache o el magnífico crucificado del XVIII y realizado en barro cocido de la ermita del Santo Cristo de la Sangre, de Pedrera.
Son pocas estas páginas para describir y señalar la variedad y riqueza de los bienes muebles que se conservan en las ermitas, capillas y pequeñas iglesias de la provincia de Sevilla. Sin embargo, como se apuntaba al comienzo del trabajo, éste se planteaba simplemente para llamar la atención sobre el desconocimiento y la desprotección de los mismos. En este aspecto, debería ser la administración, con los medios legales que tiene, la que se encargara de tomar las primeras medidas de conservación y protección de los mismos. Pero, quizás más interesante y beneficiosa sería la labor de los Ayuntamientos, responsables, al fin y al cabo, del patrimonio local (17). Su labor podría estar encaminada, no sólo al conocimiento y difusión de estos bienes, sino también a tomar unas precarias medidas de salvaguarda de los mismos. En la primera línea de actuación, en cualquiera de las poblaciones existen licenciados en
historia, y más concretamente en historia del arte, que a través de becas, subvenciones o de cualquier otro tipo de ayuda, pueden realizar los trabajos de investigación y estudio. El resultado de los mismos podría ser un primer acercamiento del resto de la población a la valoración de estos bienes a través de publicaciones o exposiciones. Un importante avance sería, como se ha realizado en Alcalá de Guadaira, la incorporación a la plantilla del área de cultura de una persona encargada de valorar, potenciar y gestionar los recursos turísticos que tiene la población. En el segundo de los aspectos, además de incluir estos edificios en los catálogos de protección de las normas urbanísticas, la realización de pequeñas obras de mantenimiento en estos edificios evitaría la pérdida y los posibles desastres. Obras de mínima cuantía como el retejado de los inmuebles, su encalado tanto exterior como interior, la renovación de las instalaciones eléctricas, por lo general, antiguas y obsoletas, o dotarlos de unas mínimas medidas de seguridad, conllevarían a una revalorización y perdurabilidad de estos edificios y su patrimonio.
Pero las autoridades locales o autonómicas no son los únicos responsables de este tipo de patrimonio. La mayoría de estos edificios son propiedad de la iglesia, por lo que sobre ella recae la máxima responsabilidad como queda recogido en la legislación nacional y autonómica (18).
No solo quedan obligados por la normativa civil sino también por la religiosa, ya que les obliga a “la limpieza y pulcritud que convienen a la casa de Dios” y a que “deben emplearse los cuidados ordinarios de conservación y las oportunas medidas de seguridad” (19). Esta misma responsabilidad debe ser comprar tida con las hermandades y cofradías que en muchas ocasiones se encuentran como depositaria de estos inmuebles en los que tiene las sedes.
Esperemos que entre todos consigamos revalorizar y proteger estos bienes que, al fin y al cabo no nos pertenecen, ya que sus verdaderos poseedores son las generaciones futuras.

Juan Carlos Hernández Núñez
Centro de Documentación del IAPH

Notas.-
15. Sirvan de ejemplos, para el ámbito andaluz, los estudios realizados por VÁZQUEZ SOTO, J.M.: Exvotos de Andalucía: milagros y promesas en la religiosidad popular. Sevilla, 1980 y PÉREZ MUÑOZ, S.: Exvotos marineros de la provincia de Cádiz, Cádiz, 1991. Entre las exposiciones destacamos: Exvotos de Andalucía. Sevilla, Convento de Santa Inés, noviembre, 1982.
16. HALCÓN, F., HERRERA, F. y RECIO, A.: El retablo barroco sevillano. Sevilla, 2000. Págs. 422-423.
17. Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español. Art. 7 y Ley 1/1991, de 3 de julio, de Patrimonio Histórico de Andalucía. Art.4.
18. Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español. Art. 36.1; Ley 1/1991, de 3 de julio, de Patrimonio Histórico de Andalucía. Art.15.1; Decreto 19/1995, de 7 de febrero, por el que se aprueba el reglamento de protección y fomento del Patrimonio Histórico de Andalucía. Art. 20. Además, véase, Real Decreto Legislativo 171992, de 26 de junio, texto refundido de la Ley sobre el Régimen del Suelo y Ordenación Urbana. Art. 20.
19. CÓDIGO..., ob. cit. canón 1220. Además véase, SACRA CONGREGATIO CLERI, Circular Opera artis del 11 de abril de 1971. 

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