Algunas reflexiones sobre las ermitas de la provincia de
Sevilla y sus bienes muebles (Segunda parte)
Un grupo importante, especialmente por las imágenes que en ellas
se veneran, es el compuesto por los templos cuyo origen se relaciona con los
hechos históricos de la Reconquista. El asedio de la ciudad de Sevilla por las
tropas cristianas dio como resultado la construcción, en los lugares donde se
habían instalado los campamentos, de las ermitas de Nuestra Señora de Valme en
Dos Hermanas y Nuestra Señora del Aguila en Alcalá de Guadaira. Esta última se
utilizó hasta mediados del siglo XVI como iglesia parroquial, pasando a
denominarse ermita cuando la población abandonó definitivamente el recinto
militar en el que se sitúa, a lo largo de la centuria siguiente. Relacionado
con los capitanes del ejército de San Fernando, o con sus familiares, se
encuentran la ermita de Nuestra Señora de Roncesvalles de Bollullos de la
Mitación y la Capilla de Santa Ana de Dos Hermanas. En estos templos se veneran
imágenes góticas, de fines del siglo XIII, excepto en la de Alcalá de Guadaira
que, al ser quemada en 1936, fue sustituida por una copia realizada por Illanes
al año siguiente. Aquellas esculturas son de gran interés, no sólo por ser las
más antiguas que se conservan en la provincia, sino por tratarse de obras realizadas
en talleres del norte de España o franceses, caso de la Virgen de
Roncesvalles. Todas responden a los modelos medievales de tradición
bizantina, apareciendo sentadas o de pie, sosteniendo al niño sobre el brazo o
la pierna izquierda. Ambas figuras miran al frente, en actitud hierática, sin
ninguna relación entre sí. Estas mismas características presenta la Santa
Ana Triple de la capilla del mismo nombre en Dos Hermanas.
En este caso, Santa Ana le sirve de trono a la Virgen y ésta, a su
vez, al Niño. La iconografía de esta imagen es centroeuropea, siendo una
simplificación de la representación del árbol de Jesse o generación terrenal de
Cristo.
La ermita de San Mateo de Carmona, al igual que las anteriores,
tiene su origen en la Reconquista. En este caso, en la acción de gracias por la
toma de esta población sevillana el mismo día de la festividad del santo. Los
conquistadores decidieron construir una ermita donde celebrar los aniversarios
a través de un acto de “pleito-homenaje”
que, prácticamente, se estuvo realizando hasta mediados del siglo XIX. En la
década de los ochenta del presente siglo, tras la restauración de la ermita, el
Ayuntamiento ha recuperado esta antigua tradición (13). Durante las obras de rehabilitación
se descubrieron restos de pinturas murales, posiblemente del siglo XV. De entre
ellas, la mejor conservada es la que representa, en el muro de la epístola, una
Santa Lucía distinguiéndose sus atributos característicos, la bandeja con los
ojos y parte de la palma del martirio.
Este hallazgo nos hace reflexionar sobre la importancia que tienen
estos inmuebles para la Historia del Arte en Andalucía, ya que muchos de ellos
guardan aún
importantes
obras pictóricas hasta hoy desconocidas. No es ésta la única muestra de pintura
mural de fecha tan tardía que se ha localizado en la provincia de Sevilla. De
no existir ningún testimonio medieval de esta modalidad de pintura, si
exceptuamos las del Monasterio de San Isidoro del Campo en Santiponce, en los últimos
años han ido apareciendo importantes testimonios.
Una vez estudiados y analizados en su conjunto, nos ayudarán a
conocer mejor las labores de los talleres sevillanos a lo largo de los siglos
XIII al XV. Junto a la anteriormente comentada y a las aparecidas, durante las
obras de restauración, en la Capilla de la Magdalena del Conjunto Monumental de
la Cartuja de Sevilla, habría que señalar las existentes en las ermitas de
Cuatrovitas de Bollullos de la Mitación o, las recientemente restauradas, de
Nuestra Señora del Águila de Alcalá de Guadaira. En aquella se han localizado diferentes
restos, sobresaliendo el panel donde un grupo de personajes se distribuyen en
un esquemático paisaje. En el de Nuestra Señora del Aguila figuran San
Mateo y Santiago el Mayor, vestido éste de peregrino, cobijados por
un arco apuntado y teniendo de fondo un falso tapiz decorado con motivos
vegetales, inspirados en tejidos tardomedievales. Junto a estas raras pinturas
medievales, algunas ermitas conservan parte de su primitiva decoración mural realizada
entre los siglos XVI y XVIII. En el lado de la epístola del presbiterio de la
ermita de Nuestra Señora de Guía en Castilleja de la Cuesta se observa un fragmento
de la pintura la Adoración de los Reyes del siglo XVI. Está cobijada
bajo un arco de medio punto decorado con motivos vegetales, siendo visible
parte de los tres magos. El único completo, viste túnica roja y manto marrón
portando entre las manos un objeto.
De los otros dos, en pié, solo se conserva parte del manto azul de
uno y del tercero el calzón blanco y una túnica roja. En la misma ermita de
Cuatrovitas existe también un San Cristóbal del siglo XVIII. Las paredes
de la ermita de San Sebastián de Puebla del Río presentan un interesante
programa iconográfico-devocional realizado en el último tercio del siglo XVIII,
aún sin estudiar. Enmarcados por rocallas, guirnaldas y angelitos aparecen, en
forma de cuadro o efigiados en cartelas, San Rafael, San Fernando, San Marcos,
San Isidoro, San Cayetano, San Mateo, Santa Marina, San Antonio de Padua, San
Francisco de Asís, San Antonio Abad, San Juan Evangelista, Santa Bárbara, San
Joaquín, San Diego, Santa Isabel de Hungría, Santa Ana, San Basilio, San Lucas,
Santo Tomás y San Juan Nepomuceno.
Menos vistosos, pero no por ello menos importantes, son los
conjuntos de la ermita de Guaditoca de Guadacanal, realizado por Juan Brieva, y
el de la Iglesia de San Bartolomé de Cantillana. Escenas bíblicas, padres de la
iglesia y evangelistas aparecen en la primera, mientras que ángeles pasionarios
entre guirnaldas de flores, rocallas, cintas con versículos y cartelas de
exaltación a la pasión de Cristo cubren las bóvedas de la segunda. Otro tipo de
ornamentación de estos templos son las yeserías, aunque algunas de ellas, en el
año 1989, se encontraban prácticamente perdidas por
el
hundimiento de las cubiertas, como las deciochescas de la ermita de la Virgen
del Carmen en Pedrera.
Otras, en cambio, han tenido una mayor fortuna. Así, en Lora del
Río, las bóvedas de la ermita de Setefilla siguen conservando las labores de
yeserías, de motivos
vegetales
enmarcadas en registros geométricos, de fines del siglo XVII.
Muchos de los bienes muebles existentes en estas capillas y
ermitas, especialmente en las ubicadas a las afueras de las poblaciones, tal y
como recomiendan
las
Autoridades Eclesiásticas, han sido trasladados a las iglesias parroquiales de
las poblaciones por motivos de seguridad, devolviéndolos a sus respectivos
templos durante la festividad de los titulares. Sería larga la lista de bienes
que han sido trasladados, aunque en el caso de las imágenes titulares, algunas
de ellas, el cambio de ubicación, está relacionado con epidemias y enfermedades
que asolaron a las poblaciones a lo largo de la historia. La Virgen del
Valme se llevó a la iglesia parroquial de Dos Hermanas para salvar a la
población de una epidemia de peste acaecida hacia el 1800. En su lugar, en la
ermita, actualmente existe una reproducción fotográfica. Un trampantojo del
siglo XVIII preside el altar de la ermita de la Virgen de Gracia de Carmona, desde
que a mediados del XIX la titular se depositó en la iglesia prioral de Santa
María. Asimismo, un simpecado preside, desde hace pocos años, el retablo donde
se situaba la Virgen de Cuatrovitas, tras su traslado a la parroquia de
Bollullos de la Mitación.
Si esta medida es tomada para los objetos de gran valor histórico,
artístico o devocional, no suele ser aplicada a los exvotos, a pesar de que son
los únicos bienes muebles que aparecen explícitamente señalados en el Derecho
Canónigo, prestando especial atención a su seguridad y al modo de exposición (14). Este
interés de la Iglesia por los exvotos radica en el hecho de ser actos de fe
hacia la imagen, testimonios de la devoción y veneración que se tiene a las
imágenes sagradas. Tal y como su nombre indica, estos objetos son ofrendas a la
divinidad como resultado de una promesa o de un favor recibido. Los más
interesantes, por su valor documental, son los que narran los milagros y las
diferentes circunstancias por las que el beneficiario solicitó la intervención
divina. Los inventariados en las ermitas sevillanas responden a esta tipología,
encontrándose en las capillas de Nuestra Señora de los Remedios de El Coronil,
de la Vera Cruz de Marchena, de San Gregorio Osetano de Alcalá del Río, de la
Hacienda de Torrijos de Valencina de la Concepción y en las ermitas de Nuestra
Señora de la Aurora de Los Palacios-Villafranca, de la Vera Cruz de Coria del
Río y de
Nuestra
Señora de Setefilla en Lora del Río. Estos, generalmente rectangulares, están
realizados con la técnica del óleo sobre lienzo y compartimentados en dos zonas
bien diferenciadas. En la superior, se narra gráficamente el milagro, mientras
que en la inferior, una leyenda sirve para identificar al autor de la súplica,
así como los hechos ocurridos. Particularmente interesantes son los conservados
en la Capilla de la Hacienda
de
Torrijos y en la Ermita de Nuestra Señora de Setefilla. En la primera, a pesar
de ser un oratorio privado, la relación devocional con la población es bastante
grande, especialmente durante los siglo XVIII y XIX. A estos siglos
corresponden los cincuenta y nueve exvotos, siendo una de las colecciones más
importantes y numerosas que se conservan en la provincia de Sevilla. En los
mismos se efigia la escultura del Cristo de Torrijos, imagen de Cristo
atado a la columna de fines del XVI. Acompañan a la imagen el gallo y la cabeza
de San Pedro, a manera de atributos personales, símbolos de la negación de este
Santo. En el segundo de los santuarios, el de Setefilla, junto a los numerosos exvotos,
se conserva una peculiar colección de Vítores.
Éstos, formados por inscripciones de diferentes formas y tamaños,
son productos de una tradición local.
Se realizan cuando la Virgen baja a la población, reclamada por
los vecinos para pedir una gracia o agradecer los favores otorgados. La
cronología de los mismos abarca desde el siglo XVIII hasta nuestros días.
Juan
Carlos Hernández Núñez
Centro
de Documentación del IAPH
Notas.-
13. BUZÓN FERNÁNDEZ, M.: La ermita de San Mateo: un monumento del siglo XIII, abandonado, recuperado para el pueblo de Carmona. Carmona, 1986.
14. “En los santuarios o en lugares adyacentes, consérvese visiblemente y custodiense con seguridad los exvotos de arte popular y de piedad”. Código de Derecho Canónico, 13ª ed. Madrid, 1995. Canon, 1234,2. A éstos se le ha de buscar un sitio idóneo dentro de los templos para su colocación, teniendo en cuenta de que no deben invadir el lugar en el que se encuentra la imagen devocional ni el ámbito de las iglesias. Asimismo, se recomienda a los encargados de los santuarios el educar el “buen gusto” de los fieles para que los exvotos que se ofrezcan sean dignos y no expresiones populacheras y de mal gusto. A este respecto vease las recomendaciones dadas por la CONGREGACIÓN para el Culto Divino, Orientaciones y sugerencias para el Año Mariano, 1987, págs. 58-59.
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