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lunes, 25 de noviembre de 2019

Feria 1901



La Feria en el Coso
Esos palos "borrachos" 

Sí. Nuestro Real de la Feria de 1901
¡Ese es!
¿Así?
Sí, así. Que este actual siglo XX aún estaba con baba, pues era el año 1901 —el arte fotográfico todavía muy joven— cuando quien fuere sube a esa atalaya que es el COSO ALTO y enfoca su cámara hacía la SIERRA  DEL AGUA,   la Sierra más pintoresca de las nuestras próximas, recogiendo, en primer término, el paraje que, desde poco, se hallaba dedicado a instalación del ferial.
Desde hacía muy poco, ya que nuestra Feria, la Feria de fama na­cional, la que acogía personas de todos los rincones de España, fue la Feria de Guaditoca. Una Feria que se celebraba en el Santuario los días de la Pascua de Pente­costés, teniendo afluencia de fie­les como hoy el Rocío.
Sólo hacía tres años que el CO­SO se engalanaba de ferial. Desde la traída de la Feria, de la Ermita al pueblo, lo estuvo haciendo la PLAZA DE LOS NARANJOS.
A la sazón feria de ganados, buscando amplitud para éstos, se trasladó al COSO, donde se les de­dicaba mucho terreno y en éste se fraguaban esas casetas que, en el lado izquierdo de la fotografía, aparecen alineadas.
La presencia de reses nos dice a las claras que se fotografía cuando ya había empezado el mer­cado y, con él, las fiestas. Que lo sino la incipiente actividad de los "caballitos" del centro de la foto.
Esos palos "borrachos" sostie­nen la iluminación de cabos de cera dentro de vistosos farolillos de papel rizado, como el carburo daba luminaria a los puestos de chucherías y juguetes.
Son de acusar, entre otras, dos transformaciones habidas de aquel año a éste:
Una, el traslado del pilar, que ahora se encuentra colocado más abajo.      
Otra, la pérdida de plantaciones de árboles, por aquellos día cien hechas. 
Pese a todo, cuanto se ve nos es sumamente familiar y querido, y nos mueve a haber tenido la oportunidad de asomarnos, si quisiera con la brevedad del toma una copa, a ese esplendoroso campo "enteriado".    
Enternece  contemplar  este ferial de principios de siglo. Uno se figura cuanto regocijo anegaría el alma del (por sin medios ágiles de comunicación) casi confinado muchachuelo de calzón, entonces, de "pirata", presto a no perder nada del   sonido  inhabitual   -música , bullicio—, del fulgor infrecuente y fantasmagórico de fuegos artificiales - cuyas "ruletas" se ven  ya colocadas— de esos días feriados.

Revista de Feria 1980

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