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domingo, 4 de abril de 2021

Viernes Santo, día 5 de abril 1504

TERREMOTO EN NUESTRA PROVINCIA


Nuestro gran amigo Rafael, «Electrovira» (que es como cariñosamente llamamos los a Rafael Rodríguez Márquez sus buenos amigos), en una carta, escrita esa sinceridad y grandeza de corazón que le caracteriza, nos pide que a ver manera de contribuir en la Revista de Ferias con unos datos históricos sobre tan entrañable pueblo suyo (también lo es nuestro), y que, a ser posible, in poco conocidos.

Y yo, que ni a Guadalcanal ni a nuestro buen amigo Ra­fael puedo negar nada, no me lo pensé dos veces seguidas y, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, me transformé en mis horas libres en un auténtico ratón de biblioteca. Hubo suertecilla, menos mal, y ahí van los resultados. Se trata de unos nimios datos históricos que, aunque nimios, los creo muy curiosos y hasta interesantes para todos los hijos de ese luminoso pueblo, enclavado el incomparable marco de la bellísima Sierra Norte.
En los Anales de Don Diego Ortiz de Zúñiga, caballero de la Orden de San-o, di con la descripción que se hace de un terremoto, que en 1504 afectara a y su provincia, y cuya sinopsis es la siguiente:

“En Sevilla, en el año del Señor del 1504, Viernes Santo, día 5 de abril, como a la hora de Tercia, siendo Sumo Pontifico Julio II y Arzobispo de Sevilla D. Juan de Zúñiga, y reinando en Aragón, Castilla, Sicilia y Cerdeña los cristianísimos Reyes Don Fernando y Doña Isabel, mientras el Clero y el pueblo estaban juntos en la Catedral para celebrar los Santos Oficios, un repentino terremoto estremeció con horrible y cruel estruendo todas las iglesias y casas, de modo que amenazaban caerse. Todos los hombres, mujeres y niños daban tan grandes voces como si hubieran perdido el juicio, y se hirían el pecho temeroso de la ira de Dios, invocando el favor y auxilio del Señor y la Beatísima Virgen. Los caballos, los jumentos, los bueyes y los perros aterraban con sus ahullidos. el Guadalquivir, elevado su nivel por tres o cuatro veces y sobremanera alterado, se desbordó, y parecía haber llegado el día del Juicio Final.
Los que estaban en los campos aseguraban haber visto obscurecerse el sol y caer grandes granizos y que se abrían grandes pozos arrojando abundante agua por sus bocas, y los montes abiertos exhalando vientos con cenizas. En los pueblos de Carmona, Cantillana, Villanueva y Lora se cayeron los edificios, oprimiendo a muchas personas. Y hay quien afirma haber visto fuentes, cuyas aguas eran del color de la sangre, en los pue­blos de Almadén, Cazalla, GUADALCANAL y otros, que fueron casi ente­ramente destruidos”.
Casualmente (y la cosa va de terremotos) pude dar con otro legajo, tan ranció y matusalénico como el anterior, en el que se dice:
“El día de Todos los Santos de 1755 hubo una gran terremoto en la Sierra Norte de Sevilla. En acción de gracias, por no haber recibido dañe ni en sus personas ni inmuebles ni en ganados, la Comunidad de la Parroquia de Santa María de Guadalcanal, presidida por el párroco don Juan de Ortega, acordó celebrar perpetuamente una Misa seguida de Procesión con el Santísimo por la Plaza Mayor, en la que habrá dos altares, replete de flores, para sendas Estaciones de su Divina Majestad. Los gastos i cera y flores, por un importe de 16 reales de vellón, serán sufragados por el Consejo de la Villa”.

José Titos Alfaro

Revista de feria 1980

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