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lunes, 6 de abril de 2020

Historia de las Minas de Plata de Guadalcanal 4/8



Llegan a España, a través de Guadalcanal, los procesos de amalgamación. -

Continuación.-
A principios de 1557 se concertó con el Mosén Antonio Boteller (1630-1566), vecino de Nueva España (México), que aplicase el método de amalgamación en las minas, aunque éste no debió llegar a Guadalcanal hasta 1562. En Memorial de 29 de junio, donde se bautiza como inventor de sacar plata de los metales por beneficio de azogue, dice que vino a estas minas e “hice ciertos ensayes en ella” (González, 1831, II: 84 y ss.). Boteller recibió dinero para comprar cedazos, tinas, estopa para mangas, vinagre y sal, entre otros. Por una carta del Tesorero de las Minas de Guadalcanal, de 30 de octubre de 1564, conocemos el proceso: el mineral molido se metía en las tinas, donde por adición de mercurio (con salmuera y vinagre) y con agitación, se obtenía, tras varios días, la amalgama, así después de haberse formado las pellas de la aleación se lavaban y exprimían para sacar el azogue excedente; más delante de ellas se obtendría por calentamiento la plata (desazogue) (González, 1831, II: 158-159). Los materiales adquiridos y el método descrito concuerdan con el proceso metalúrgico enunciado por Vanoccio Biringuccio (1480-1539) en De la Pirotecnia (1540) y tienen poco que ver con el método de patio de Bartolomé de
Medina (Puche et al, 1996). Asimismo, se le permitió usar los dos ingenios de mazos existentes para la molienda (pensamos que se trata de molinos de pisones o almadenetas, accionados por caballerías y árbol de levas, los cuales se instalaron con rapidez en la minería americana.
Señalan Mafia y Rúa de Figueroa (1871, II: 91) que se tomó asiento con Boteller en 1564, pero la aplicación del método en menas de baja ley, que no podían beneficiarse por fuego, sufrió: “notables contrariedades” por ser más el coste que el beneficio. En un informe de 6 de diciembre de 1564 se señala: “por la vía que los beneficia se tiene poca esperanza de sacar beneficio de su asiento” (González, 1831, II: 163). Boteller fallecería en Guadalcanal en mayo de 1566 sin lograr que su objetivo llegase a plenitud.
El 13 de enero de 1567, desde las minas se dice que traería mucho provecho para la Real Hacienda se buscase a una persona que supiese beneficiar con el azogue las tierras y metales de baja ley. Es la época en que merman los minerales de altas leyes y la explotación se vuelve más costosa por la profundidad de las labores, pero quedan terreros, lamas y escoriales pendientes de beneficio. En febrero, se hizo asiento con Francisco Pérez de Canales y su hijo Juan para que “los beneficien con su industria con azogue” y se les autoriza para que compraran hasta diez quintales de mercurio en Almadén (González, 1831, II: 198-199). Al igual que Boteller se quedarían con una parte de la plata obtenida. Asimismo, adquieren los útiles dejados por Boteller (González, 1831, II: 206), luego suponemos usaban el mismo método.
Las cosas no sabemos si iban del todo bien, o tal vez, aunque el rendimiento era bajo, no había otra posibilidad, el hecho es que se hizo nuevo asiento para aprovechar las lamas (no escorias u otros desechos), a 20 de diciembre de 1570.
En carta de Agustín de Zárate al Rey, de 29 de mayo de 1571, pide que Francisco Pérez de Canales “se le preste un horno para fundir metales pobres que no se abrazan con el azogue” (González, 1831, II: 376) y así, el 12 de octubre de 1571, se tomó asiento con Pérez Canales para que pudiese beneficiar con fuego los desechos de metales que no pudiera hacerlo con azogue (González, 1831, II: 379), pero el 13 de noviembre Pérez de Canales no podía seguir con su asiento por que el relave de los metales pobres no tomaba bien el azogue (González, 1831, II: 379). Francisco Pérez de Canales se fue a finales de 1572 al río de la Plata, quedando al frente del asiento su hijo Juan.
Se suceden los fracasos en la introducción del método de amalgamación. En las minas americanas también hubo problemas, sobre todo al pasar de la zona de oxidación a la de cementación, al cambiar la mineralización de los ‘pacos’ a los ‘negrillos’ (Puche et al, 1996). Asimismo, en Guadalcanal el nivel freático era poco profundo y la mena estaba formada por sulfuros y sulfosales que debían sufrir un proceso de tostación previa, pero esto parece ser que aún no se había descubierto.
Agustín de Sotomayor, vino desde México a España hacia 1572. En la obra de Tomás González (1831, II: 404-414) se recopila una carta de Sotomayor a S.M., de 20 de abril de 1573, sobre el orden que ha de tener en descubrir minas y en beneficiarlas, donde se recogen sus conocimientos metalúrgicos. De allí sacamos un ejemplo: el metal seco, que es el que tiene poca plata (era el caso del mineral de Nueva España), se muele en ingenios y se mezcla con azogue en una artesa. A cada quintal de mineral se echan una cantidad variable de onzas de azogue en función de su ley, por encima se arroja una salmuera concentrada, esto se remueve con pies o manos, y luego se deja varios días en reposo, para que “se enjugue e incorpore el azogue”. Para acortar este tiempo se pueden emplear unas estufas donde se echa el metal y el vapor de agua generado penetra en la mezcla y la cuece “tan suavemente que el azogue no se quema”. Los 20 días que el metal tardaba en dar la plata en frío por el método de las estufas se quedaban en diez (González, 1831, II: 411-412). No comentamos la insalubridad del método, así como de otros procesos habidos en estas minas, que causaron numerosas enfermedades laborales.
El 12 de agosto de 1573 se hace asiento, por dos años, con Agustín de Sotomayor sobre el descubrimiento, labor y beneficio de las minas de estos reinos, en particular de las del término de Guadalcanal y agregadas (Aracena, Cazalla y Galaroza). Por tanto, debía no sólo extraer el mineral, sino realizar el beneficio, bien fuese por fuego o bien por azogue, y hacer los ingenios, hornos e instrumentos que necesitase (González, 1831, II: 422). Señalan Mafia y Rúa de Figueroa (1871, III: 176) que “hizo ensayos comparativos con el método allí en uso, siendo excelentes los resultados según Sotomayor y funestos según el parecer de los que regían aquellas minas. Pidiose (a 3 de enero de 1574) la repetición de estos ensayos, y aun cuando Sotomayor accedió a ello, no volvió a Guadalcanal.

Una nueva etapa

La presencia de Jerónimo de Ayanz y su máquina de vapor para regular las minas. -  
En 9 de enero de 1582, se tomó asiento de las minas viejas de Guadalcanal con Juanes Julius, médico natural de Arrás, en el condado de Artois (Norte de Francia, entonces Flandes) y con el licenciado Ferdinandus Favolius, de Colonia (Alemania), los cuales a parte de la concesión de las minas podrían aprovechar lo que quedase de la antigua explotación (tornos, fuelles, bombas, maromas, etc.), pero tendrían que pagarlo cuando obtuviesen beneficio (González, 1831, II: 600-606). Las minas se empezaron a trabajar de nuevo el 7 de agosto de 1583 (González, 1831, II: 608). Pero, por la relación que manda en verano de 1585 el Administrador puesto por el Estado, Hernando Delgadillo, sabemos que trabajaban en las minas unas 40 personas (muy pocos de ellos en interior) y se fundía en dos hornos, afinaciones aparte.
Además del uso de la fundición, siguieron amalgamando los minerales pobres: “Los desechos que han parecido útiles para el azogue se han ido reservando para él, los cuales se van beneficiando”. Y se prosiguió con las obras del socavón de desagüe, pero como la roca era dura tuvieron que ablandarla con fuego (método de las caldas) (González, 1831, II: 615). Vemos labores esporádicas, intentos frustrados, pero actividad más o menos continuada.
Pese a lo decaído de las minas, llama la atención que en las Nuevas Leyes y Ordenanzas de Minas de Felipe II de 1585, cualquier persona, nacional o extranjera puede buscar y beneficiar minas, exceptuando Guadalcanal y minas anexas que quedan a disposición de la Corona (Calvo Rebollar, 1999). Parece como si la Corona no perdiese la esperanza de volver a sacar provecho de estas minas que tanto le habían dado. Es en este contexto, cuando, en 1587, el capitán Joan Magarit trató de desaguar las minas aportando un ingenio inventado por él, pero sin gran éxito (García Tapia, 2001). Desconocemos las características del ingenio.
El 30 de septiembre de 1596 se envió al capitán Diego Galván como Visitador de las Minas, el cual informa de malversaciones realizadas a la Real Hacienda por Hernando Delgadillo. Para comprobar estos datos, en noviembre de 1597 se enviaron a Guadalcanal a varias personas, que confirmaron las malas prácticas. Por aquellas fechas (8 de julio de 1597) Gerónimo de Ayanz (1553-1613) ya había sido nombrado Administrador General de las Minas del Reino (incluyendo las de América) y pronto corrió la noticia que iba a visitar estas minas (González, 1831, II: 622-624). Señala Gerónimo de Ayanz “S.M. me mandó á ocho de julio del año de mil quinientos noventa y siete fuese á visitar las minas de estos reinos”. Tras recorrer numerosas explotaciones mineras, del centro y sur de España, llegó a Guadalcanal, donde hizo asiento para reconocer aquella tierra y mina. Allí comprobaría que las labores de Pozo Rico estaban en más de 130 estados (>217m) de hondura, la madera de los adames podrida y el pozo del ingenio de desagüe hundido. Ante la imposibilidad de recuperar este último pozo, Ayanz ordena entibar algunas labores colindantes. También prospecta personalmente los filones aflorantes en la zona, encontrando bonanzas y pozos antiguos tapados (Tomás González, 1831, II: 626-630)
En 1608, Ayanz había dejado el cargo de Administrador General de las Minas del Reino, tal vez para dedicarse a la actividad privada. Así, con fecha 3 de agosto de 1611, se da cédula al Dr. Simón de Meneses (del Consejo de S.M. y Oidor de la Real Audiencia de Santo Domingo), Gerónimo de Ayanz, Dionisio L’Hermite (comerciante flamenco, residente en Valladolid) y Pedro de Baeza (minero de Guadalcanal) para beneficiar la mina vieja de Guadalcanal del Molinillo y la del Cotorrillo (González, 1831, II: 648)
En 1602, Ayanz había presentado al Rey una serie de inventos y pide que estos sean revisados por algunos matemáticos e ingenieros, es el caso de un hornillo de ensayos, un nuevo tipo de balanza, un equipo de buceo para recolectar perlas, una desazonadora, un mecanismo de ventilación de minas, una máquina de vapor para desagüe de explotaciones mineras o diversos aprovechamientos de energía eólica o hidráulica en la molienda de mineral o en la metalurgia, entre otros. Buena parte de los inventos de Ayanz responden a las necesidades que se le plantean en las minas que visita. La revisión de la calidad de los diseños fue realizada por el ingeniero militar italiano y profesor de Matemáticas Julián Firrufino (†1604) y por el experto en Geometría y Cronista Mayor del Reino Juan Arias de Loyola, que dieron su visto bueno. En septiembre de 1606, Felipe II concede privilegios de invención (patentes) a 58 inventos de Ayanz (García Tapia, 1992). Señala García Tapia (2000). “Las ricas minas españolas de Guadalcanal se habían perdido a finales del siglo XVI, precisamente por la inundación de sus pozos, al no suponer de máquinas lo suficientemente potentes para desaguarlas. En estos momentos es nombrado Ayanz administrador general de las minas, lo que sirve de acicate para inventar ingenios de desagüe de nuevo tipo, llevándole a inventar un ingenio de vapor “(García Tapia, 2000). Esta máquina de vapor es anterior a la de Tomás Savery (1650-1715), la cual sería puesta en marcha en 1696. En la biografía de Ayanz, de García Tapia (2001), en la parte dedicada a las minas de Guadalcanal, hay un epígrafe titulado: ¿Llegaron a trabajar las máquinas de vapor en las minas?, donde el autor defiende con fuerza esta posibilidad, aunque no hay datos concretos al respecto.

ETSI Minas y Energía, Ríos Rosas 21, 28003 Madrid

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