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domingo, 24 de mayo de 2020

Hurtado de Mendoza y de la Cerda, D. Diego

Comendador de Guadalcanal, Poeta y Diplomático Español 

(Granada 1503 – Madrid 14/08/1575). Nieto del Cardenal Mendoza, e hijo de Diego Hurtado de Mendoza y Diego y Ana de la Cerda y Castro. Fue primer Príncipe de Mélito, Duque de Francavila, Marqués de Algecilla, Señor de Miedes y Mandayona y de la Puebla de Almenara, Virrey y Capitán General de Aragón y Cataluña, de los Consejos de Estado y Guerra de Su Majestad, Presidente de los de las Órdenes en Italia, Comendador de Villahermosa y Trece.
Fue Comendador de Guadalcanal en sucesión al Secretario Juan Vázquez de Molina, como parece por el título que Felipe II le firmó en San Lorenzo el Real, a 12 de agosto de 1571, refrendado de Martín de Gaztelu y firmado de Don Fadrique Enríquez, Doctor Rivadeneyra, Licenciado Diego de Castejón y Doctor Luzón, freile de Santiago, Capellán de Su Majestad, y dice: «Sabed que la Encomienda de Guadalcanal está al presente vacía por fallecimiento del Secretario Juan Vázquez de Molina, ya nos, como Administrador susodicho, pertenece nombrar persona del hábito de la dicha Orden que sea proveído de la dicha Encomienda. Por ende, acatando los muchos y buenos servicios que Don Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda, Príncipe de Mélito, Duque de Francavila, Comendador que hasta aquí ha sido de Villahermosa, ha hecho a nos y a la dicha Orden y esperamos que hará de aquí adelante y sus méritos y costumbres, por esta nuestra carta le nombramos para que sea proveído de la dicha Encomienda de Guadalcanal, ...>>
Granadino de nacimiento. Después de mucho viajar, de una vida larga y fructífera, falleció en Madrid. Como otros varones de su tiempo, don Hurtado de Mendoza fue un verdadero hombre renacentista. Sabía el griego, el latín, el árabe y el italiano. Fue diplomático, militar y, sobre todo para bien de la literatura, excelente poeta. Procedía de gran alcurnia, pues entre sus antepasados se cuenta al Marqués de Santillana, don Íñigo López de Mendoza. Entre sus virtudes, sobresalen su excepcional don de gentes, su arte de la conversación, su carácter franco y abierto y su destreza en las armas. En el campo diplomático, tuvo una carrera brillante. Fue embajador en Italia y asistió al famoso Concilio de Trento como diplomático. También ocupó el cargo de Gobernador en Siena. A causa de un altercado como otro noble, el Rey lo desterró a Andalucía. Gran poeta, lleno de emoción y sencillez, pero grandilocuente en su forma y, ambos de perfección incuestionable.
El Comendador Hurtado de Mendoza, era el hijo menor de Íñigo López de Mendoza y de Francisca Pacheco. Fue hermano del tercer Conde de Tendilla Luis Hurtado y tío del cuarto Conde Íñigo López de Mendoza. Era hombre con faz poco agraciada, de hercúleas fuerzas y de carácter diferente a sus famosos hermanos. Se cuenta que paró a un toro en La Alhambra sujetándole con sus manos de los cuernos. 
Era devoto de su hermana María Pacheco para quien solicitó el perdón real, y asimismo amigo de Santa Teresa de Jesús. 
No se casó, aunque se le conocen aventuras galantes. Se le supuso enamorado de Marina de Aragón (1523-1543), bella hija del Conde de Ribagorza, a la que escribió un sentido poema "In memoriam" tras su pronta muerte. El mismo relata que sufrió la amputación de un testículo inflamado que le producía fuertes dolores. 
Según Gregorio Marañón fue el más ilustre de la familia (tras del primer Marqués de Santillana, claro). Fue literato, político, guerrero y muy culto. Hablaba árabe, latín y griego, siendo discípulo en la Universidad de Pedro Mártir de Anglería, junto con los marqueses de Vélez y de Mondéjar (su hermano). 
Tras unos pleitos con su hermano Luis por la herencia paterna, vendió su parte y entró en la carrera diplomática. Embajador de Carlos V en varias cortes italianas, gustó allí de la filosofía aristotélica. Estuvo en Venecia en 1527 logrando que la Serenísima no diera por concluidas sus negociaciones con el Gran Turco y que se descubrieran las negociaciones secretas de Francisco I y el Sultán (en 1526 la madre de Francisco negociaba con el sultán mientras su hijo estaba prisionero, y Francisco firmaría un tratado con él en 1534). El propio Diego afirma que visitó a su hermana María Pacheco en su destierro en Oporto, antes de morir ella en 1531. 
Participó en una embajada en Inglaterra en 1538 y durante su embajada en Venecia desde 1539 frecuentó artistas, damas e incrementó su biblioteca, ya célebre en 1543. Embajador en el Concilio de Trento (1545), cuando el Congreso se trasladara a Bolonia tuvo desavencias con el Papa Paulo III quien le dijo que "parara en mientes en que estaba en su casa y no se excediera en réplicas" contestándole que "era caballero, su padre lo fue y como tal habría de hacer al pie de la letra lo que su rey y señor le tenía mandado" y que "siendo como era Ministro del Emperador, su casa era donde quiera que pusiera sus pies, y alli estaba seguro". Amenazó con tirar al río al Cardenal de Santa Croce si continuaba sugiriendo la clausura del Concilio de Trento. 
Cuatro años después era embajador en Roma y gobernador y Capitán General de Siena y demás plazas de Toscana (1547), dejando la representación en el Concilio. Tras la fracasada sublevación de Siena, sus enemigos en Italia lograron que fuera llamado a España (1554). Más adelante sufriría unas tercianas que le apartaron de momento de la política, pero no de las letras. Felipe II al subir al trono le nombró Virrey de Aragón, con escaso éxito. 
Acabó desterrado en Granada por una discusión con Diego de Leyva junto al lecho donde moría D. Carlos (1568, hijo mayor de Felipe II). Su ponente le amenazó con una daga y él, con su fuerza, le desarmó y le tiró por la ventana al patio. La "leyenda negra" dice que era por una antigua rivalidad amorosa con Felipe II, al pretender los dos a Isabel de Velasco. 
Marchó a tiempo de presenciar la rebelión de las Alpujarras de Fernando de Córdoba ("Aben Humeya") de 1568-1571 y luchar a las órdenes su sobrino Iñigo López de Mendoza contra ella, mandando cartas a la Corte explicando la situación bélica y política. 
Tiene una amplia obra poética y fue un gran prosista. Es el autor del "Diálogo entre Caronte y el Alma de Pedro Farnesio" y la "Crónica de las Guerras de Granada", ejemplo de prosa clásica castellana, concisa, exacta, justa e imparcial, en que sigue como modelos a Salustio y Tácito. 
Para lograr en 1574 el perdón real regaló a Felipe II su gran biblioteca, reunida principalmente en Italia (mandó al italiano Nicolás Solferino y al griego Arnoldo que le copiaran códices) en los tiempos en que Felipe II estaba creando la biblioteca de El Escorial. Allí se puede ver su espléndida colección de libros italianos, manuscritos e incunables raros encuadernados con sus colores rojo y negro, uno en cada cubierta, rayados verticalmente en oro y con medallón dorado en relieve. 
De su muerte dice Marañón "le cortaron una pierna que se le gangrenó después de una temporada de terribles dolores, aunque no tantos como los de la amputación, que soportó rezando el Credo en voz alta como único anestésico"
No hay que confundirle con el primer o tercer Duques del Infantado (que se llamaban igual). Se le atribuyó erróneamente la autoría del "Lazarillo de Tormes". Lope de Vega dijo: "Qué cosa aventaja a una redondilla de Don Diego Hurtado de Mendoza?"

Hemerotecas. - "Vida y obras de Don Diego Hurtado de Mendoza" de Ángel González Palencia y Eugenio Melé, tres tomos. Madrid (1941-43). 
"Crónica de las Guerras de Granada", de Diego Hurtado de Mendoza. editorial Castalia (1970). 
"Poesía" de Diego Hurtado de Mendoza. Edición de Luis F. Díaz Larios y Olga Gete Carpio. Ediciones Cátedra (1990).

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