Última
parte
…Era sangre d’otras épocas su sangre,
sus agallas parecían d’otros tiempos…;
Bibliografía. –
EL MIAJÓN DE LOS CASTÚOS (1921)
El miajón de los castúos es la obra más
popular de Luis Chamizo. Su aparición estuvo propiciada por el mecenazgo de Don
José Ortega Munilla, padre del filósofo Ortega y Gasset.
El prólogo, la
presentación en el Ateneo de Madrid y varios sueltos en la prensa nacional
contribuyeron a dar a conocer esta original muestra de poesía intrahistórica.
La primera edición del libro se agotó a los pocos meses, saliendo en el mismo
año 1921 la segunda. Escritor regionalista castellano, amigo de Chamizo, fue
Julián Sánchez-Prieto, de oficio pastor, pero que con la ayuda de Ortega
Munilla y los juicios críticos de Concha Espina se dio a conocer un año más
tarde que Chamizo; en la casa del poeta, en Guareña, le dedicó el libro
titulado En el chozo con estas palabras: “Para el excelso cantor de
Extremadura, Luis Chamizo, con un abrazo de su mejor amigo y devoto (1 agosto
1922)”; a este autor, en su época, se le conoció con el nombre de “El
pastor-poeta” y él firmaba como “El pastor de Ocaña, pastor de Castilla”.
De esta manera se convirtió Luis Chamizo en un poeta modelo para los escritores
regionalistas de Castilla, Andalucía, Extremadura, etc. Sin duda, contribuyó a
ello la fama alcanzada en España e Hispanoamérica con El miajón. Eugenio Frutos
ha resumido magistralmente el éxito y los efectos de la crítica sobre el libro:
“Fue una época brillante, aunque breve. Desde el elogio exaltado de Santiago
Vinardell, hasta las reservas de Salaverría sobre el baturrismo poético, la
gama de juicios fue muy variada”
Si reparamos en el subtítulo de la obra,
vemos que es Rapsodias extremeñas. Creo que podemos encontrar el porqué del
contenido de El miajón; pienso que Chamizo se siente rapsoda, cantor de las
hazañas del pueblo extremeño. Veo estrecha relación entre este subtítulo y el
pensamiento de Ortega y Gasset en Las meditaciones del Quijote, donde se
explica el papel del rapsoda en el edificio de la obra épica con estos
términos: “A diferencia del poeta moderno, no vive aquejado por el ansia de
originalidad”. Sabe que su canto no es suyo sólo. La conciencia étnica,
forjadora del mito, ha cumplido. Julián Sánchez-Prieto, En el chozo, Prólogo de
don José Ortega Munilla, juicio crítico de Doña Concha Espina, Madrid,
Librerías de Martin, 1922. En la casa de Guadalcanal en la biblioteca se
conserva una fotografía del “pastor poeta” dedicada a Chamizo.
Todo, antes que él
naciera, el trabajo principal; ha creado los objetos bellos. “Su papel queda
reducido a la escrupulosidad de un artífice”. Chamizo fue el técnico que,
con el cincel de su verso, se encargó de dar forma a la vida poética del pueblo
extremeño; para su pueblo escribió una contemporánea Ilíada, en la que narró
las costumbres ancestrales con un lenguaje cargado de arcaísmos. Ejemplo
próximo en el tiempo para chamizo fue el poema Mireya de Mistral.
El miajón de los castúos es un
himno dedicado a exaltar las jazañas extremeñas y a dar identidad actual
a auna región que dio hombres importantes en el pasado, “que triunfaron
en América” y:
Conquistaron pare los reyes de su
Patria
los Peruses y los Méjicos;
y llenaron de pinturas sus
iglesias,
y palraron su sentir en los
Congresos.
(M. 141-144)
Estos héroes --conquistadores,
pintores y oradores—son los protagonistas junto con el pueblo llano de la
epopeya étnica de Extremadura. Para el poeta los héroes continúan en los campos
extremeños, cuando afirma que «semos... los nietos de los machos qu'otros
días/trunfaron en América».
En este poema se canta la vida cotidiana
y heroica del hombre extremeño con sus rasgos etnográficos: el miajón que
llevamos los castúos/por bajo e la corteza (M. 55-56), que habita un ecosistema
que ama y a la vez le condiciona. El sentimiento colectivo de pueblo agrícola
está expresado en los versos: Qu'estos hombres son los machos d'una raza/de
castúos labraores extremeños (M. 115-116). Es la tierra labrantía para el
hombre extremeño la jembra, la madre, la novia y la hermana (M. 121-126). El
saber se transmite de unas generaciones a otras por tradición: qu'ha de
saber podar como su agüelo/y ha de saber segar como su padre (M. 443-444).
Obras completas,
Madrid, Revista de Occidente, 7 ª edición, 1966, t. l, p. 374. E. Frutos relata
cómo conoció el libro de Ortega: “Un dato curioso --dada mi posterior
consagracion a la filosofía-- es que Chamizo trajo de Madrid el primer libro de
Ortega y Gasset: las famosas Meditaciones del Quijote, cuyos análisis
fenomenológicos, que a Chamizo le inspiraban curiosidad y le divertían, me
impresionaron vivamente, aunque entonces, claro es que no hubiera sabido
denominarlos así” (Vid. Fiesta de mayo, 1976, Guareña).
El paisaje
extremeño está surcado por el tren; elemento extraño que rompe el silencio del
campo bucólico y espanta con sus silbidos a las yuntas. El tren y la luz
eléctrica representan el progreso que el campesino tradicional mira con
recelos, de tal manera que el muchacho que ve por primera vez la procesión de
Semana Santa dice: Y pa mí qu'a Ella no debía gustale/la lus elertrina pa
que l'alumbrara (M. 870-871). Sin embargo, Chamizo acepta las nuevas
técnicas de artesanía inventadas por su padre que “endispués de cavilá tuvo
el acuerdo/de los conos y los jornos encuadraos” (M. 1.325-1.326) y puso en
producción, descuajando el monte, la finca de Vardearenales, al transformarla
en la fértil viña: y las cepas dieron uvas/remojás con el süor del tinajero
(M. 1.342-1.343).
LAS BRUJAS (1932)
Las brujas, Arturo Gazul advirtió
en la poesía de Luis Chamizo cualidades teatrales en los personajes que
monologaban y dialogaban sobre sus dramas vitales con acertado realismo. En las
reiteradas visitas de Chamizo a la casa de Gazul, en Llerena, éste le animó a
que escribiera una obra teatral.
Las brujas se enmarcan dentro del teatro
regional español, insinuado por Enrique Díez-Canedo, en el ámbito del teatro
costumbrista de Arniches, los Álvarez Quintero, etc. Chaizo se acoge a la
estética del teatro poético, en verso, que había tenido éxito con las obras de
Valle-Inclán, Villaespesa,
Marquina.
A la forma modernista del verso Chamizo
añade el fondo intrahistórico al tratar un tema con profundas raíces en el folklore
popular: los amores, el traje, el dialecto, los ritos, etc. Los tres cantos de
la obra están inmersos en creencias populares; el primer canto es la historia
vulgar de la novia que cede al novio antes de partir para la guerra; en el
segundo titulado “El mal de ojo” se apodera el conjuro de la muchacha y
en el tercero se resuelve el nudo en la noche de San Juan. Toda la obra se
halla envuelta en un halo de superstición y brujería.
referencias a la cercana guerra de Marruecos
contribuyeron a enardecer los sentimientos del público asistente a las representaciones.
La técnica teatral es la tradicional en tres actos, sin aplicar las modernas
técnicas europeas del momento. Vid. Enrique Segura, prólogo a Las Brujas, Op.
cit p. XXII.
El Sol, II-X-30.
El éxito del drama
de Chamizo fue, en opinión de Arturo Mori, “acaso el más brillante de la
actual temporada”.
Chamizo escribió también dos libretos
de zarzuela; uno de costumbres extremeñas titulado Flor de Luna y otro de ambiente
andaluz, Gloria, que debió ser musicado por Pablo Sorozábal; ambos estaban
destinados a su amigo Marcos Redondo. Las dos zarzuelas permanecen inéditas y
desconocemos quién posee los manuscritos.
EXTREMADURA (1932)
El libro Extremadura (poema) se
publicó en 1942, pero su gestación fue muy larga y solamente se imprimió el
canto primero. Los inicios y las vicisitudes por las que pasó esta composición
los describe Eugenio Frutos:
«Emprendió la composición de un poema
largo, donde palpitaban las virtudes de la raza. Lo concibió como una
exaltación del extremeño y de la vinculación a la tierra, y tomó como motivo la
antigua fiesta de la Candelaria, cuando se llevaban las candelas --tizones
de las hogueras familiares-- a la tierra
vinculada a la familia. El poema se
titularía “La Juguera”.
Después el poema
cambió, y lo que, andando bastantes años, se publicó fue el poema “Extremadura”,
donde se inserta “La noche de las candelas”.
En 1930, con motivo del homenaje que le tributaron
sus amigos en Sevilla por el éxito del estreno de Las Brujas, recitó dos poemas
de este libro: “Pelea de gallos en Medellín” y “La jilandera”.
Sobre este libro escribió López Prudencio:
“Desde el paisaje hasta la acción,
todo está visto y sentido a la luz de la gesta literaria de Extremadura en los
días gloriosos de España”.
El cuadro costumbrista de la pintura de
Eugenio Hermoso y de Adelardo Covarsí está perfectamente equiparado con la descripción
del tipismo extremeño que hace Chamizo en estos versos:
Al brillar el lucero, los
labrantines
aparejan sus bestias.
Van a piernacachones los mozalbetes
en albardas de bálago, bien
peripuestas;
en el arzón la bota de vino tinto,
y la moza en las ancas, a
mujeriegas,
una mano en el talle del mozalbete
y otra mano en el talle de la
vigüela.
(Extr., 517-524)
El tiempo en este poema no se cuenta por
el calendario sino por los trabajos y las fiestas populares: la sementera, la
Candelaria, el Corpus, etc. La vida del pueblo transcurre con las creencias
religiosas: Bastián y la Mari-Rosa rezan juntos/la oración de la siembra (E.
1.047-1.048) y las creencias supersticiosas: un calenturón negro, por los
rincones/reía con su zumba malagorera (E. 89-90), bisarmas de cuentos brujos
(E. 229-230), curanderas, brujas, Samparipayo. Las costumbres populares
están reflejadas en las carreras de
gallos, el traje regional, la cocina (cuencas de fresno, trincaya, vino de
Guareña), las canciones (El gerineldo), los romances, los juegos (tirar
a la barra, E. 394), instrumentos musicales, etcétera.
POESIAS CASTELLANAS (1935)
Hay una segunda edición publicada en
1967. Las fechas de composición van de 1913 a 1926 en los poemas que la anotan;
hay otros en que no aparece el año.
El tema del amor está tratado en “Canto
bohemio”, “Fecundidad”, “Trini la zagalilla”, “En el remanso”, “La eterna elegía”,
“Rima”, “Romance del tiempo viejo”, “Mi virgencita”, “Renunciación”, “En el
azul celeste de tus ojos” y “El último romántico”.
La naturaleza la canta Chamizo en “Amanecer
de invierno”, “La rosa blanca” y “La oración de la noche”. Los temas tradicionales
y folklóricos en “Los quintos de hogaño”, “El juramento”. La justicia
social se enaltece en “Los héroes sin gloria” y “Mis polichinelas”.
El regionalismo se toca en “Nostalgias”, “A Gabriel y Galán”, “Invocación
al héroe”.
Hay
otras publicaciones, tales como La Nacencia y Poemas
Extremeños (1932) y una recopilación publicada en 1967 titulada Obra
Poética Completa de D. Luis Chamizo, igualmente caben destacar artículos y
cuadernillos publicados en los diarios y revistas de la época, permanecen inéditas una zarzuela andaluza, Gloria, y una zarzuela extremeña, Flor de Luna.
Fuentes. - Biblioteca Virtual
Extremeña, Antonio Viudas Camarasa (Obras completa), Asociación
Cultural Luis Chamizo (Guareña) y Francisco
Arias Solís (Luis Chamizo. La voz del tinajero de Guareña)
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