https://guadalcanalpuntodeencuentro1.blogspot.com/

domingo, 21 de febrero de 2021

Guadalcanal y el marquesado de San Antonio de Mira al Rio

Se donaba para su perpetua memoria de la benefactora 

         El Marquesado de San Antonio de Mira al Rio fue concedido por el Rey Felipe V a Don Antonio de Sarmiento y Zayas, convirtiéndose en el primer marqués de un efímero título nobiliario español creado el 28 de agosto de 1711 y que terminó en su hija al fallecimiento de esta. Siendo suspendido definitivamente el 10 de agosto de 1878 y caducado en virtud de lo establecido en el Decreto 222/1988 a efectos de la legislación nobiliaria española vigente en la actualidad.

         Este título fue concedido por los méritos como capitular en Madrid, siendo   corregidor de Madrid y corregidor del Ayuntamiento de la villa y corte, este título le reportó pingues beneficios, su merced le declaró libre del impuesto de lanzas y medía annata, el 23 de septiembre del mismo año, anulando tres meses después, es decir, el 23 de diciembre, su titularidad del vizcondado previo de Valdelobos, del que era poseedor por descendencia directa.

         El título fue heredado por Catalina de Sarmiento Zayas y Obando al fallecimiento su padre en el año 1724, heredando el título de II marquesa de San Antonio al Mira del Rio. Mujer de convenciones religiosa y gran devota de la Virgen de Guaditoca, patrona de la población, fundando una capellanía en el santuario en memoria de su difunto esposo y otras obras pías, donando a la iglesia parte de su capital y la casa solariega frente al Hospital de los Milagros, en la calle Camacho (actual López de Ayala) actual casa rectoral y de la que posteriormente hablaremos, que perteneció a una de las familias principales de Guadalcanal.

Se casó con D. Alonso Damián Ortega Toledo en 1722, (convirtiéndose en conde consorte), nacido el Llerena el 8 de diciembre de 1688, primer hijo de una acaudalada familia extremeña formada por Alonso Damián Ortega y Ponce de León y Elena de Toledo. Fue un hombre de extraordinaria influencia, consiguiendo cargos y oficios tales como el de Capitán del Regimiento de Extremadura, regidor de Madrid, corregidor de Ávila y gobernador de Llerena, además de heredar legítimamente el oficio familiar de alférez mayor de Guadalcanal y de mantener un oficio de regidor perpetuo en su villa natal.

Con estos antecedentes no debió resultarle difícil conseguir de S. M. el título de Patrón y Administrador perpetuo del santuario y cofradía de Nuestra señora de Guaditoca, institución ahora globalizada en una especie de patronato de su familia. Intuimos que después de este evento (ratificado notarialmente el diez de noviembre de 1722, ante Manuel José del Castillo, escribano de la villa, según reza en archivo  (os elijo y nombro por Administrador de dicha ermita de Nuestra Señora de Guaditoca (...), y es mi voluntad que como tal cuidéis de la conservación, culto, decencia servicio y ornato de la dicha ermita y santa imagen y cualesquier bienes, efecto y limosna que en cualquier manera le pertenecieren (...), y mando que os entreguen por inventario y en forma todas las escrituras y papeles, bienes, muebles y raíces, joyas, plata, vestidos, y todas las cosas pertenecieren a dicha ermita (...), y que en la manera que dicha es, tengáis la dicha administración para vos en toda vuestra vida, y después de vos a los sucesores en vuestra casa, con calidad de que cada uno en su tiempo tenga obligación de sacar en su cabeza Título, y no de otra suerte, el que se le dará constando ser tal sucesor... ) sic, como compensación al esfuerzo de la familia Ortega estuvo orientado especialmente en el aspecto mercantil de los festejos, explotando al máximo los recursos. Entramos así en la etapa más brillante de la feria, sin descuidar su principal soporte, el culto y devoción a esta Pastora del sur de Extremadura, que en definitiva constituía el principal argumento de lo que allí se concitaba. Por ello, una vez obtenido el patronazgo, se apresuró a ampliar las dependencias, mandando construir nuevos soportales enfrente del santuario (hoy desaparecidos), así como tres casillas más para alojamiento de vivanderos y tabernas.

Otro honor concedido al marqués consorte por el Ayuntamiento de la villa fue “Portar mientras vivió el guion con cruz de plata bordada y un palio de tisú con el escudo de la villa, para que fuera sacado en la procesión del Corpus”, que fue donado en 1742 al Concejo de Guadalcanal por el procurador general de la Orden de San Juan de Dios y ministro de la Santa Inquisición fray Lorenzo Navarro.

Murió sin rendir cuenta en 1748. Su viuda, la marquesa de San Antonio Mira al Río, se vio forzada a rendirlas, presentando las “cuentas del Gran Capitán”, pues resultó alcanzada en su favor con una considerable cantidad.

Como hemos comentado anteriormente, entre las propiedades que donaron a la patrona de Guadalcanal y la iglesia por esta familía, queremos hacer una referencia a la casa sita en la calle Milagros, actual casa rectoral.

A finales de los años setenta del pasado siglo, el anodino cura párroco de Guadalcanal, Antonio Espinosa Torres y con el beneplácito del arzobispo de la dieseis de Sevilla,  José María Bueno Monreal, este edificio que se encuentra frente al antiguo hospital de los Milagros, muy vinculado a la historia de Guadalcanal, fue vendido en parte a un vecino que posteriormente lo habilitó para vivienda, esta edificación fue la antigua casa solariega de la familia Ortega, de la que procede Pedro Ortega Valencia, ilustre personaje del pueblo y descubridor en el Pacifico de la isla que bautizó con el nombre de la villa, posteriormente por donación de la marquesa de San Antonio pasó a la administración y propiedad de la parroquia de Nuestra Sra. de Santa María de la Asunción, con la cláusula de “Se donaba para su perpetua memoria de la benefactora” sic, así fue durante varios siglo, utilizándose como casa rectoral hasta el citado año fue expoliada y vendida parcialmente. La parte vendida era la más interesante y de mayor valor, por su artesanado y arquitectura, en su en su interior hay un patio de dos pisos con arquería y un vestíbulo revestido de azulejos sevillanos tipo cuenca, de bellísimos bordados y vidriados, procedentes de la iglesia de Santa Ana, catalogados en la primera mitad del siglo XVI y difícil de valorar económicamente en la actualidad, por ser incontables en esta época. Esta edificación que se encuentra en la actual calle López de Ayala fue vendida por 300.000 pesetas, apenas 1800 € actuales.

 Fuentes. - La Feria de Guaditoca (Manuel Maldonado Fernández), Los últimos días de la feria de Guaditoca (Antonio Muñoz Torrado), Historia genealógica y Historia Heráldica de la realeza española (Francisco Fernández de Béthencourt). Espolio y desamortización de edificios históricos de Guadalcanal (Rafael Spínola) y hemerotecas

 Rafael Spínola R.

No hay comentarios:

Publicar un comentario