El
Marquesado de San Antonio de Mira al Rio fue concedido por el Rey Felipe V a
Don Antonio de Sarmiento y Zayas, convirtiéndose en el primer marqués de un efímero
título nobiliario español creado el 28 de agosto de 1711 y que terminó en su
hija al fallecimiento de esta. Siendo suspendido definitivamente el 10 de
agosto de 1878 y caducado en virtud de lo establecido en el Decreto 222/1988 a
efectos de la legislación nobiliaria española vigente en la actualidad.
Este título
fue concedido por los méritos como capitular en Madrid, siendo corregidor de Madrid y corregidor del
Ayuntamiento de la villa y corte, este título le reportó pingues beneficios, su
merced le declaró libre del impuesto de lanzas y medía annata, el 23 de septiembre
del mismo año, anulando tres meses después, es decir, el 23 de diciembre, su
titularidad del vizcondado previo de Valdelobos, del que era poseedor por
descendencia directa.
El título
fue heredado por Catalina de Sarmiento Zayas y Obando al fallecimiento su padre
en el año 1724, heredando el título de II marquesa de San Antonio al Mira del
Rio. Mujer de convenciones religiosa y gran devota de la Virgen de Guaditoca,
patrona de la población, fundando una capellanía en el santuario en memoria de
su difunto esposo y otras obras pías, donando a la iglesia parte de su capital
y la casa solariega frente al Hospital de los Milagros, en la calle Camacho (actual López de Ayala) actual casa rectoral y de la que posteriormente hablaremos,
que perteneció a una de las familias principales de Guadalcanal.
Se casó con D. Alonso
Damián Ortega Toledo en 1722, (convirtiéndose en conde consorte), nacido el Llerena
el 8 de diciembre de 1688, primer
hijo de una acaudalada familia extremeña formada por Alonso
Damián Ortega y Ponce de León y Elena de Toledo. Fue un hombre de extraordinaria influencia,
consiguiendo cargos y oficios tales como el de Capitán del Regimiento de
Extremadura, regidor de Madrid, corregidor de Ávila y gobernador de Llerena,
además de heredar legítimamente el oficio familiar de alférez mayor de
Guadalcanal y de mantener un oficio de regidor perpetuo en su villa natal.
Con estos antecedentes no
debió resultarle difícil conseguir de S. M. el título de Patrón y Administrador
perpetuo del santuario y cofradía de Nuestra señora de Guaditoca, institución
ahora globalizada en una especie de patronato de su familia. Intuimos que
después de este evento (ratificado notarialmente el diez de noviembre de 1722,
ante Manuel José del Castillo, escribano de la villa, según reza en archivo (os elijo y nombro por Administrador de
dicha ermita de Nuestra Señora de Guaditoca (...), y es mi voluntad que como
tal cuidéis de la conservación, culto, decencia servicio y ornato de la dicha
ermita y santa imagen y cualesquier bienes, efecto y limosna que en cualquier
manera le pertenecieren (...), y mando que os entreguen por inventario y en
forma todas las escrituras y papeles, bienes, muebles y raíces, joyas, plata,
vestidos, y todas las cosas pertenecieren a dicha ermita (...), y que en la
manera que dicha es, tengáis la dicha administración para vos en toda vuestra
vida, y después de vos a los sucesores en vuestra casa, con calidad de que cada
uno en su tiempo tenga obligación de sacar en su cabeza Título, y no de otra
suerte, el que se le dará constando ser tal sucesor... ) sic, como
compensación al esfuerzo de la familia Ortega estuvo orientado especialmente en
el aspecto mercantil de los festejos, explotando al máximo los recursos.
Entramos así en la etapa más brillante de la feria, sin descuidar su principal
soporte, el culto y devoción a esta Pastora del sur de Extremadura, que en
definitiva constituía el principal argumento de lo que allí se concitaba. Por
ello, una vez obtenido el patronazgo, se apresuró a ampliar las dependencias,
mandando construir nuevos soportales enfrente del santuario (hoy
desaparecidos), así como tres casillas más para alojamiento de vivanderos y
tabernas.
Otro honor concedido al
marqués consorte por el Ayuntamiento de la villa fue “Portar mientras
vivió el guion con cruz de plata bordada y un palio de tisú con el escudo de la
villa, para que fuera sacado en la procesión del Corpus”, que fue
donado en 1742 al Concejo de Guadalcanal por el procurador general de la Orden
de San Juan de Dios y ministro de la Santa Inquisición fray Lorenzo Navarro.
Murió sin rendir cuenta en
1748. Su viuda, la marquesa de San Antonio Mira al Río, se vio forzada a
rendirlas, presentando las “cuentas del Gran Capitán”, pues resultó
alcanzada en su favor con una considerable cantidad.
Como hemos comentado
anteriormente, entre las propiedades que donaron a la patrona de Guadalcanal y
la iglesia por esta familía, queremos hacer una referencia a la casa sita en la
calle Milagros, actual casa rectoral.
A finales de los años
setenta del pasado siglo, el anodino cura párroco de Guadalcanal, Antonio
Espinosa Torres y con el beneplácito del arzobispo de la dieseis de Sevilla, José María Bueno Monreal, este edificio que se
encuentra frente al antiguo hospital de los Milagros, muy vinculado a la
historia de Guadalcanal, fue vendido en parte a un vecino que posteriormente lo
habilitó para vivienda, esta edificación fue la antigua casa solariega de la
familia Ortega, de la que procede Pedro Ortega Valencia, ilustre personaje del
pueblo y descubridor en el Pacifico de la isla que bautizó con el nombre de la
villa, posteriormente por donación de la marquesa de San Antonio pasó a la
administración y propiedad de la parroquia de Nuestra Sra. de Santa María de la
Asunción, con la cláusula de “Se donaba para su perpetua memoria de la
benefactora” sic, así fue durante varios siglo, utilizándose como casa
rectoral hasta el citado año fue expoliada y vendida parcialmente. La parte
vendida era la más interesante y de mayor valor, por su artesanado y
arquitectura, en su en su interior hay un patio de dos pisos con arquería y un
vestíbulo revestido de azulejos sevillanos tipo cuenca, de bellísimos bordados
y vidriados, procedentes de la iglesia de Santa Ana, catalogados en la primera
mitad del siglo XVI y difícil de valorar económicamente en la actualidad, por
ser incontables en esta época. Esta edificación que se encuentra en la actual
calle López de Ayala fue vendida por 300.000 pesetas, apenas 1800 € actuales.
Fuentes. - La Feria de Guaditoca (Manuel Maldonado Fernández), Los últimos días de la feria de Guaditoca (Antonio Muñoz Torrado), Historia genealógica y Historia Heráldica de la realeza española (Francisco Fernández de Béthencourt). Espolio y desamortización de edificios históricos de Guadalcanal (Rafael Spínola) y hemerotecas
Rafael Spínola R.
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