La antigua carnicería
Y se quite de
tal negocio por la reverencia que se debe tener
El día 30 de junio, recibí una llamada
telefónica de Guadalcanal de D. Ignacio Gómez Galván reciente Concejal Delegado
de Cultura, diciéndome que era un colaborador veterano y que no podía faltar mi
artículo para la Revista.
Yo le di las gracias por su amabilidad y
simpatía, pero este año no recibí la invitación para hacerlo y aunque ya
quedaba escaso tiempo, pues un artículo de calidad no se escribe en un momento,
intentaría complacerlo. Hoy les ofrezco una primicia que tenía guardada desde
hace más de treinta años, cuando estaba buscando datos de capellanías sobre mis
familiares Baltasar Gordón, Benito Carranco de la Pava, Bonilla, Gálvez,
Ortega, Parra, Yanes-Camacho, de Cote, etc. Diego Ramos de León el Rico que era
hijo de Diego Ramos el Viejo de Elvira Rodríguez de León, marcho a Indias en la
primera mitad del siglo XVI y se asentó en México. Allí testó en 1556 y murió.
Mando fundar dos capellanías, una en el convento de San Agustín de México y
otra en Guadalcanal, en la iglesia de San Sebastián, esta con 3.000 ducados
para decir misas por su alma y la de su familia. Eran sus hermanos García Ramos
el Viejo, Alonso Ramos Rico y Rodrigo Ramos de León el Viejo. Mandaba que con
ese dinero se comprara además una carnicería que se hallaba junto a la iglesia de
San Sebastián "y se quite de tal negocio por la reverencia que se debe
tener" según consta en la manda testamentaria. En estos casos solía
intervenir el Santo Oficio de la Inquisición. En un caso semejante pero más
grave, en el mismo siglo en Usagre, se mandó derribar las paredes de la casa y
que nunca más se edificara en el solar, cosa que yo he presenciado. Esto me
hizo pensar si en Guadalcanal se procedió igual pues siempre me extrañó ese
rincón sin construir en la calle Santa Clara. Lo cierto es que la
"carnecería pública" se puso próxima a la Almona, cerca de la calleja
del matadero que estaba en la cava del Palacio. En el siglo XVIII aparece una
carnicería particular en la casa de Cristóbal Ximenez Caballero, en la calle
San Sebastián cercana a la iglesia.
En el siglo pasado, en los años cuarenta y
cincuenta, recuerdo haber visto por allí un puesto de churros y si no recuerdo
mal, también se vendió carne y pescado en la parte del rincón. Era la memoria
popular de la tradición antiquísima. Diego Ramos dejó otra manda de 1.000
ducados para edificar una capilla con retablo pintado con un crucifijo, Nuestra
Señora y San Juan, con arco y reja de hierro, donde iría su nombre y con
derecho de enterramiento de las personas de su linaje. Nombró patrono de la capellanía
a su hermano Rodrigo Ramos y a falta de él, su hijo Alonso Ramos, el de la
capilla de Santa María, y a falta de ellos, a su sobrino García Ramos de León y
por último al pariente más cercano que podía ser Hernando Ramos el Rico. Este
sobrenombre podría deberse a la riqueza o bien al apellido Rico de sus mayores,
pues lo llevaban todos. Deja por patrono en último extremo, al guardián del
convento de San Francisco de Guadalcanal, que lo era Fray Francisco Serrano. La
capellanía contaría con dos capellanes -uno de su familia- y era servidera en
la iglesia de San Sebastián, donde Diego era feligrés. Si Diego Ramos levantara
la cabeza vería con horror que, para colmo, su iglesia se había convertido en
un mercado en los años cincuenta, lo que prueba la crisis de valores que se
sufre en esta época que vivimos, crisis que se quiere solucionar por medio de
psicólogos, cuando la solución está en recuperar los valores de nuestros
antepasados, la fe, la dignidad, la moral, la honradez y la hombría de bien.
Revista e Feria 2003
Mis relaciones con Hispanoámerica
Vd. y yo resultamos parientes
Estando de médico titular en Extremadura,
concretamente en Casas de Reina y Reina, iba con frecuencia a Madrid en las
vacaciones, para hacer investigaciones históricas y en una de ellas, a primeros
de los años ochenta, conocí a D. Alfonso de Figueroa y Melgar, duque de Tovar y
Grande de España, descendiente del Gran Maestre de la Orden de Santiago,
Lorenzo Suárez de Figueroa, que estaba interesado por sus ascendientes de
Llerena y Guadalcanal y al cual le proporcioné muchos datos de los archivos de
ambos pueblos. Nos hicimos muy amigos y me presentó en la Real Academia de la
Historia para investigar.
Posteriormente marchó a Hispanoamérica y
después fijó su residencia en New York, donde se dedica a cuestiones
nobiliarias y genealógicas. Por medio de él me han escrito muchos académicos e
historiadores de Argentina, México, Perú, Ecuador, interesándose por familias
de Guadalcanal, pues son descendientes de conquistadores que marcharon del
pueblo en el siglo XVI y se enteraron que yo dominaba las genealogías de
Guadalcanal y de todos los pueblos del sur de Extremadura.
De Córdoba en Argentina tengo una carta de
1991 que dice: "Mucho agradecería de su gentileza si me orientara en
la investigación relativa a mis ancestros y como según Alfonso de Figueroa es
usted una autoridad en cosas de Extremadura, quedo, pues, lleno de ilusión
respecto de recibir sus noticias quedando a sus gratas órdenes".
Una de las cartas últimas, recibida en
octubre de 2003 procedente de Quito (Ecuador), dice lo que sigue: "Muy
señor mío: Soy como Vd. médico de profesión y me encanta la historia, dirijo la
Academia Nacional de Historia de este país y me place ponerme enteramente a
sus órdenes. Su nombre lo debo a nuestro común amigo Alfonso de Figueroa quien
le envía muchos recuerdos.
Tengo verdadera devoción por Guadalcanal,
pues es la tierra de los linajes más viejos del Ecuador actual. Sus grandes
troncos en el siglo XVI y de donde descendemos la mitad del país.
Alfonso me ha ponderado que, aparte de sabio, es Vd.
muy generoso con sus conocimientos, de tal manera que quedo con la inmensa
ilusión de recibir sus datos y orientaciones.
Le ruego recibir mis más atentos y cordiales saludos y
recibir mi agradecimiento más profundo".
Otra carta posterior: "Muy estimado
amigo: Con enorme alegría recibo su carta con noticias preciosas, tiene Vd. una
erudición formidable, su obra no puede quedar inédita, aquí editamos
gratuitamente dos libros inéditos de genealogía por año, con tiraje de
trescientos ejemplares, pero para Vd. podríamos subsanarlo. Sería un honor
publicar su obra.
Me encantaría proponer su nombre para la
Academia que será aceptado con orgullo y regocijo. Alfonso me encarga muchos
recuerdos”.
Con todo lo dicho, quiero hacer constar el
interés que demuestran los hijos de América por Guadalcanal, que siguen
viéndolo como un pueblo del siglo XVI muy habitado e importante, con mucha
agricultura y ganadería, con la casa de la encomienda del Palacio, con muchas
iglesias y conventos, muchos clérigos, monjas y frailes, cuando en realidad
todo esto ha desaparecido y ya no es ni sombra de lo que fue. Es el signo de
los tiempos que lo cambia todo, aquí y en todas partes.
Muchos de ellos, importantes como Monseñor
Alberto Luna, Arzobispo de Cuenca (Ecuador). Su séptimo abuelo emigró de
Guadalcanal estableciéndose en Quito. Era Alonso Sánchez de Espinosa y Luna,
por lo que resulta, según me comunican, que son mis parientes. He investigado
el árbol genealógico. También D. Fernando Jurado Noboa, director de publicaciones
de la Academia me dice “Vd. y yo resultamos
parientes". Y es que las familias antiguas estaban muy
emparentadas.
También desciende Guadalcanal Santa Mariana
de La Azucena de Jesús, de Quito, muerta en 1645 con 26 años. Fue hecha santa en
1950 por Pío XII. Su abuela materna, María Delgado, era de Guadalcanal. Por encargo
de la Academia, estoy realizando su genealogía.
Muchos emigrantes de Guadalcanal obtuvieron
encomienda con grandes extensiones de terreno e indios como sucede con los Bonilla
en Ecuador, cuyos descendientes tienen conciencia de su status social, el mismo
que tenían en Guadalcanal, que eran muy alto y hoy forman la élite aristocrática
de ese país. Sin embargo los Bonilla actuales de nuestro pueblo parece que han
perdido el hilo de su antigüedad y estado.
Los descendientes de Guadalcanal en
Hispanoamérica son ahora flor y nata de sus países, que viven entre gran
cantidad de nativos y descendientes de otros pueblo de España.
Revista de feria 2004
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