ADELARDO LOPEZ DE AYALA
(Guadalcanal 1828- Madrid 1879)
“Ya no codicio fama dilatada,ni el aplauso que sigue a la victoria,
ni la gloria de tantos codiciada...”
Adelardo López de Ayala.
ADELARDO LOPEZ DE AYALA
(Guadalcanal 1828- Madrid 1879)
“Ya no codicio fama dilatada,“…echaron a las malas mujeres lejos de la veçindat de los buenos onbres”.
Durante siglos Llerena era, como cabeza del Priorato de San Marcos de León, la sede y residencia de los provisores del Priorato, que estaba en situación jurídica de sede vacante desde la muerte de Casquete de Prado, el último obispo prior en la historia de la Orden de Santiago en Llerena. Por aquella época también impartía justicia eclesiástica para todo el territorio del priorato, al que pertenecía Guadalcanal.
Las primeras noticias las proporciona el Archivo Histórico Nacional, Sección de Ordenes Militares, y datan del siglo XV, no en referencia a Llerena sino a la vecina villa de Guadalcanal. Solo se indica que en 1494 la casa de mancebía estaba ubicada al lado de la residencia del gobernador hasta que fueron expulsadas por los visitadores:
Muchos y muy famosos paisanos en
distintas facetas sociales ha dado nuestra villa para la historia, pero quizás
uno de los menos conocidos, es el Dr. Pedro Valina, anarquista, médico, humanista
y escritor, que nació en Guadalcanal (Sevilla) en el año 1879 y murió en
Veracruz (México) en el año 1970.
Debido a mi colaboración den el
Diario de Teruel, al recabar datos para un artículo sobre los médicos en la
política española de la I República, profundizo en la trayectoria Política y
humana del Dr., Valina. Cuenta en sus memorias que nació y vivió sus primeros
años en Guadalcanal; Su padre era de origen Asturiano, propietario de una
confitería en Guadalcanal y que amasó una pequeña fortuna, comprando con ella
varias fincas con olivares, naranjos y frutales e incluso una pequeña huerta,
con el objeto principal de dar trabajo a los menos favorecidos de nuestro
pueblo; Su madre era de Cantillana, andaluza, guapa y con un carácter
totalmente distinto a la sobriedad de un montañés Asturiano emprendedor, que llegó a Sevilla siendo muy joven a
mediados del siglo XIX, andando desde su Asturias natal con un grupo de amigos
para buscar fortuna. Siendo conocido el Dr. Vallina principalmente por su
trayectoria política, no quisiera profundizar sobre esta faceta, sino en la que
para mí es más importante, es decir, su carácter social y humano que después de
leer su autobiografía y el prólogo de su primera obra “MIS MEMORIAS”
escrito por Paulino Díez, le definen como un personaje antes que político, con
un profundo sentido humano y comprometido con las tendencias sociales de su
época. Por su profesión, un buen médico colaborador en multitud de proyectos de
investigación y trabajos en hospitales de varios países, ya que sus continuos exilios
le llevaron a trabajar fuera de España durante periodos más prolongados que en
su propio país; Pudo tener una posición acomodada, pero su carácter humanitario
le hizo vivir en varias etapas de su vida al borde de la pobreza, cuenta su
prologuista “que despreocupaba su supervivencia hasta el extremo que su familia
había días que no comían más que una vez y gracias a la generosidad de sus
vecinos”, pocos ingresos podían proporcionarle la clientela que tenía en
aquella época en su consulta, principalmente de la campiña sevillana de donde
acudían los campesinos, “algunos como pago de su visita, traían un pollo,
huevos o cualquier otra cosa, que entraban por un lado y salían en manos de un
necesitado por otro”. Igualmente comenta que la escasa fortuna familiar
recibida, la dedicó para contribuir a la construcción del Sanatorio
Antituberculoso de Cantillana, pueblo natal de su familia materna, con el único
condicionante “que serán atendidos todos los enfermos sin tener la
obligación de pagar si no tienen medios para ello”.
Esta obra, a la que dedicó el Dr.
Vallina todos sus esfuerzos y dineros, fue financiada en gran parte por los
sindicatos y el pueblo de Cantillana, cuyos vecinos trabajaron
desinteresadamente y contribuyeron con aportaciones económicas, así mismo, cabe
destacar la suscripción popular que se hizo en el periódico “El Liberal”
del que era director y amigo personal, D. José Laguillo. Este sanatorio llegó a
funcionar de manera admirable, y solidaría en los primeros años, pero luego fue
abandonado y destrozado, cuando el Dr. Vallina fue encarcelado, deportado y
apartado de su obra, primero por el gobierno de la República y finalmente por
la dictadura de Primo de Rivera, el sanatorio fue en varias ocasiones saqueado,
quemado y finalmente destruyeron todo lo que no ardía, cuando la demencia y sin
razón de unos y otros, no respetaron este importante y necesario proyecto.
Por aquellas fechas era muy conocido
en los círculos menos favorecidos de Sevilla y Cádiz, atendiendo a las
necesitados a cualquier hora del día o de la noche, con el solo pago de la
amistad y las largas charlas sobre política y desigualdad, levaba su forma de
entender y practicar la medicina hasta sus últimas consecuencias “llegando a
acompañar a los enfermos hasta los últimos momentos, no abandonando la casa del
finado hasta limpiar, y desinfectar la habitación dende yacía con sus propias manos”.
Era una persona especialmente
crítica con la evaluación de los aconteceres de su época, descubrió entre
otras, las causas de la insalubridad del agua en Sevilla, empezó una campaña
contra las autoridades sanitarias, denunciando el alto índice de tuberculosos
en la ciudad, por el abandono de limpieza y salubridad que sufrían los barrios
marginales, legando a provocar una huelga de inquilinos por el abandono de las
viviendas, fue censor visceral y a veces despiadado con el poder establecido y
con la Iglesia, con las consiguientes consecuencias políticas de marginación
pública y continuos exilios. Otra referencia encontrada sobre la vida del Dr.
Valina, aparece publicada en el libro “De la Estepa Extremeña a La Rioja
Argentina”, escrita por el profesor Téllez Manrique, nacido en Fuenlabrada
de los Montes (Badajoz) en el 1910 y exiliado en Argentina.
Este profesor en un capítulo de su
libro describe: “…al camarada Vallina le conocí en mi adolescencia, allá por
tierras extremeñas, pues en Fuenlabrada de los Montes y los pueblos de la
comarca pasaba largas temporadas de exilios. Se preocupó de organizar a los
campesinos frente a la dictadura oligarca de los santones del pueblo,
haciéndose muy popular entre las gentes sencillas, pero, sobre todo, antes que
político fue médico, controlando las epidemias producidas por la triquinosis y
el carbunco. Educando a aquella pobre gente para que enterraran los cadáveres de
los animales y no sirvieran de alimento. Recuerdo que un día trajo a pie por
los caminos polvorientos desde Siruela, un pueblo que distaba más de 30 Km. del
mío, unas treinta ovejas y cuatro cerdos que cambio por animales que padecían
enfermedad para analizar su comportamiento frente a la misma. Fue muy criticado
por la Iglesia, pues los domingos organizaba cuadrillas de campesinos para
hacer trabajos en común…”
Finalmente cabe resaltar su amistad
con Blas Infante, tratando los temas agrarios, movimientos campesinos y
haciendo emerger el movimiento que hoy se conoce como Cooperativas, su apoyo a
la candidatura andalucista de Blas Infante, aun no compartiendo totalmente sus
tesis y planteamientos, fue comprometida y arriesgada para su prestigio entre
los cenetistas, que no compartían por entonces las formas electoralistas. Esta
amistad hacía que Blas Infante le defendiese de todos sus detractores e incluso
llegó a pronunciar una frase en una tertulia, “es preciso concluir de una
vez para siempre con la leyenda del “Tigre” como los privilegiados llamaban a
Pedro Vallina” cuando se comentaba la afinidad del doctor con las “dinamiteros”,
su amigo y discípulo Antonio Rosado dice en sus memorias que “no fue nunca
amigo ni vio con buenos ojos… a los partidistas dinamiteros”, a pesar que
en sus tiempos de juventud fabricaba bombas en París para los Movimientos
Revolucionarios en España. De nuestro ilustre paisano Adelardo López de Ayala,
en una tertulia. París en la que entre otros se encontraban, Gravé, Harvey y
Coussenel, al ser preguntada por éste comentó. “… Era buen escritor, pero
aquel pequeño aprendiz de político de enorme cabeza, era de Guadalcanal, sólo
para la historia, vivió y pensó como extremeño presentándose por la mitad de
sus municipios para conseguir sus objetivos, como político fue un conspirador,
que se atrevió a medrar con liberales, progresistas, monárquicos,
republicanos…, en fin, un figurón…”
Leyendo sus memorias, quizás lo menos positivo para un
Guadalcanalense como yo, es el capítulo de su biografía que describe al pueblo
y personajes que conoció en su infancia y primeros años de juventud, de una
forma ácida y anodina, al hablar de sus vecinos y costumbres de una forma
peculiar, que no comparten otros autores de la época, y que sólo los más
ancianos del pueblo, pueden dar fe o negar estos comentarios. “El personal
en su mayoría valía poco o no aspiraba a otra cosa que vegetar. La propiedad de
la tierra estaba en manos de unos pocos, los más malos y brutos. Los ricos
holgazanes pasaban el día en el casino, hablando de tonterías; los artesanos,
las noches en las tabernas, y los pobres jornaleros sin tierra ni pan, vivían
miserablemente, ganando una peseta cuando encontraban trabajo. Había un pequeño
grupo de montañeses legados de fuera, como mi padre, más civilizados, de ideas
libres y que se dedicaban al comercio. Las mujeres de los ricos hablaban como
cotorras, se visitaban entre ellas y organizaban fiestas religiosas, bailes y
corridas de toros, pero las mujeres de los pobres, servían de criadas y
lavanderas y en la cogida de la aceituna ganaban cincuenta céntimos,
escasamente para una mala comida. En aquel ambiente monótono, las fiestas
anuales eran esperadas con impaciencia. La más distraída”,
Era la Semana Santa, en la que
salían varios pasos, caricaturas de los de Sevilla, se hacían cosas a lo vivo,
a “Judas” se le perseguía y se le apedreaba, escapando vivo por la
ligereza de sus pies; Se detenía a un viejo mendigo, se le encerraba en un
calabozo y al día siguiente un cura le lavaba los pies. Una buena moza, que
gritaba fuerte, hacía de Verónica y en la plaza pública cantaba y limpiaba las
lágrimas de la Virgen, pero, sobre todo, el sermón de las cuatro horas era
imponente. Se traía a un predicador de fama y todas las damas acudían
emocionadas con sus mejores atavíos a escuchar su “santa” palabra. Se
bebía mucho aguardiente y se comían ricos dulces preparados con miel de la sierra.
No salía mejor parado el poder establecido, cuando en otros de sus párrafos
comenta: “El Ayuntamiento no era nombrado por el pueblo sino por el cacique,
que escogía los más pilos y se quedaban con los ingresos municipales, faltando
la luz y el empedrado. El Juzgado Municipal era una cosa por el estilo; el juez
sólo atendía a los más influyentes. Pero lo que allí estaba en su puesto era el
cuartel de la guardia civil, para proteger a los ricos y atemorizar a los
pobres con sus procedimientos crueles.”.
De la Iglesia prefiero obviar sus
comentarios, ya que en él se citan personajes que no he conocido, y al no
encontrar bibliografía sobre ellos, no puedo verificar sus nombres y
situaciones, simplemente como reseña, dice de un cura del pueblo que conoció en
su adolescencia, “que cuando estalló la revolución popular el cura principal
que había ejercido una influencia perniciosa en el pueblo, fue fusilado dos
veces. La primera se quedó mal herido y a la mañana siguiente lo encontraron
con vida, sentado sobre una tumba y rezando, y fue fusilado definitivamente,
éste cura había equivocado el camino de la vida y en vez de seguir la doctrina
de Cristo, que le hubiera hecho un hombre feliz, siguió la del demonio que le
llevó al infierno”.
El Doctor Vallina participa
activamente como Alférez Médico de Sanidad en la Guerra Civil Española, en
varios frentes de Castilla, Valencia y Cataluña, pero cuando cayó la resistencia
de Cataluña se exilió en Francia. Allí a pesar de que había pasado parte de su
juventud y tenía bueno amigos, su pasado de revolucionario le hizo sentirse
perseguido y evacuado en el vapor de La Salle camino de Santo Domingo,
finalmente se estableció México, lejos de la metrópoli, pasó sus último veinte
años en el pueblo de Puerta Bonita del Estado de Oaxaca, que debido a su clima
tropical padecían su población grandes problemas con el paludismo. La mayoría
de esta población eran de origen indio y muy pobres, así que nuevamente pasó
por problemas económicos, ejerció hasta los últimos años de su vida, finalmente
enfermo y con avanzada edad accedió a ser trasladado a la Ciudad de Veracruz,
donde falleció el 14 de febrero de 1970, a los 91 años de edad, rodeado de
apenas una decena de amigos y añorando su patria. Opinión.
No es mi intención resaltar lo
positivo o negativo del Dr. Valina en este artículo, quizás pueda parecer así
si sólo se lee una pequeña parte de su vida, creo que para conocerlo realmente
y para juzgarlo es necesario analizar su obra autobiográfica y el resto de
publicaciones editadas por él y sobre él. Cómo reflexión quiero terminar un
aforismo de nuestra paisana Ramona este “Un hombre bueno es el que se abstiene
de hacer mal, un hombre malo es el que se abstiene de hacer bien”, y un
proverbio chino dice “al final de los días de nuestra vida seremos juzgados por
nuestros hechos en una balanza, si ésta se inclina hacia el mal, que mal, si se
inclina hacia el bien, que bien, ¿cuál será mi inclinación cuando me muera?”
Bibliografía.
- “Mis Memorias” del Dr. Pedro Valina, reeditado por el Centro Andaluz
del Libro en el año 2000. “De la Estepa Extremeña a la Rioja Argentina”
del Profesor Téllez Manrique, editado por Editores Mexicanos, México DF 1971
Prólogo de sus memorias de Paulino Díez, Editora Colón 1967 Archivos sobre la
clase médica en la I y II República Española, del Centro de Estudios Turolense.
Rafael Spínola R.
RASGOS SOCIOECONOMICOS DE LOS EMIGRANTES A INDIAS.
Cuarta parte
FICHAS BIOGRAFICAS DE:
Continuación
Guadalcanalenses en el Nuevo Mundo
Antonio Gordón Bernabé.
Revista de Guadalcanal 1992
RASGOS SOCIOECONOMICOS DE LOS EMIGRANTES A INDIAS.
Tercera parte