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lunes, 9 de julio de 2018

Guadalcanal en datos desde el Medievo

Situación de Guadalcanal
Extensión y Población desde su reconquista hasta la actualidad.

Extensión.-

Guadalcanal tiene actualmente una extensión de 274,97 km², una densidad de población de 10,61 hab/km² y una población de 2907 habitantes a finales del pasado siglo, esta extensión ha sufrido transformaciones desde el siglo XV a nuestros días por distintos factores que a continuación describimos.
Por una parte, Guadalcanal después de su reconquista por Rodrigo Iñiguez (XV maestre de la orden y comendador de Montalbán) y sus caballeros de la Orden de Santiago entre los que figuraban  don Lope Sánchez de Porras, trece de la Orden  y los comendadores don Rodrigo de Valverde, don Juan Muñiz de Gogoy, don Hernán Meléndez; don Rodrigo Yáñez y Albar Martínez de Aibar  entre otros, en el año del señor de  1421 a los invasores moros  donde pusieron sitio que acabó con la rendición y entrega de la villa por el gobernador de Axataf, caudillo de la ciudad de Sevilla, tomó relevancia en la zona y su población comenzó a crecer, con este motivo, don Enrique de Trastámara (Infante de Aragón), gran maestre de la Orden de Santiago y la ejecución de la orden de su secretario D. Gonzalo Ruíz, cedió  el 10 de Abril de 1428 a Guadalcanal, según un privilegio otorgado a la villa expedido en Tordesillas firmado por el citado parte del término de Azuaga, concretamente, la partida donde se encontraba el santuario de nuestra patrona y conocida como la Vega del Encinar y aledaños.
            Este hecho produjo grandes debates y contiendas entre los concejos de las dos villas santiaguistas, nombrando el gran maestre a varios jueces que finalmente dieron una sentencia aclaratoria a Guadalcanal, el día 20 de Noviembre de 1469, y, finalmente ratificada por los Reyes Católicos en 1494.
            Por otra parte, el Infante don Enrique concedió a Guadalcanal ésta presente merced, casi en las mismas fechas concedió a la villa otras tierras en perjuicio de Reina, Casas, Fuente del Arco, Berlanga, Valverde, Trasierra y Ahillones para ampliar su alfoz. Existe varios pleitos entre los concejos de Guadalcanal y de la que dependían las poblaciones limítrofes por las disputas de tierras y dehesas, casi siempre favorables a nuestra villa según actas de confirmación de pactos conciliatorios dadas por al maestre Cárdenas, en 5 de mayo de 1480, por los Reyes Católicos, en fecha 4 de junio de 1484, y por el Rey Carlos  V, el 6 de abril de 1527.
            Este término municipal más o menos identificado se mantuvo con pequeñas alteraciones debidas principalmente a las compras, ventas y adhesiones de dehesas de pastos y tierra de labor desde el siglo XV al XIX, que contaba la villa con una extensión de 301,17 km², situación que cambió en 1833 cuando con la nueva ordenación territorial de España hecha por Javier de Burgos por mandato de Isabel II, pasando Guadalcanal a la provincia de Sevilla  (Andalucía) y segregándose  la aldea de  Malcocinado que pasó a entidad propia en el partido judicial de Llerena y provincia de Badajoz (Extremadura).
            La segregación y cesión de tierras por parte de Guadalcanal fue de 26,20 km², por ello, quedó Guadalcanal con un término de 274,97 km²., situada en el puesto 17º de la provincia de Sevilla.

Flujo de población en Guadalcanal
Población.-  

  De la época del medievo y posterior hasta prácticamente finales del siglo XVIII, se tienen pocas referencias o confusas, hay que tener en cuenta que los censo o recuentos pueden deducir de los libros de Visitas de la Orden de Santiago, estos recuentos que se hacían cada cierto tiempo no son fiables, por una parte, se anotaban “los vecinos o unidades familiares”, estos recuentos habría que multiplicarlos por tres o cuatro para tener una cifra más o menos real, y estas cantidades se hacían a veces por redondeo o declaración del súbdito, eran considerados “vecinos” el cabeza de familia de los moradores de cada casa, cortijada o asentamiento, por otra parte, dependiendo de la fecha en la que se hiciera este recuentro o censo se incluían vecinos de derecho, es decir, transeúntes e individuos de otros pueblos que en la fecha de la visitas se encontraban en la villa. 
            La densidad de población a conocido tiempos mejores a los actuales, que no alcanzamos los 3.000 habitantes, a continuación vamos a ver el desarrollo de la curva de población desde que se tienen ciertos datos en el siglo XV, después de la reconquista empezó a aumentar la población según consta en una primera acta de los visitadores  de la Orden de Santiago en 1428 de 1082 vecinos o familias hasta el pico de población que se produjo en los años 30 del pasado siglo con 7.376 habitantes (según censos y padrones municipales) y una densidad de población de 28,44 hab/km².
            Durante el último tramo del siglo el siglo XV la situación privilegiada de la villa, camino franco entre Andalucía y la Provincia de León de Extremadura, el paso natural hacía el norte y el abundante trabajo en sus viñas y dehesas hizo que se asentaran individuos y familias de otras zonas, así consta en otra visita  en una visita de la Orden hay datos de 972 vecinos o familias en el recuento de 1467, esto equivale a 3.900 individuos.
            En el siguiente siglo ya en la edad moderna, es decir en el XVI,  hubo una fluctuación importante, partiendo de datos que se aproximaban a las 5.100 almas (1275 vecinos) en 1567, incluyendo las llamadas “cortijadas” como Malcocinado. El descubrimiento de las minas de Pozo Rico en 1555 por los hermanos Martín y Diego Delgado y en los siguientes años de esplendor de la dicha mina hicieron que se asentaran bastantes familias de otras localidades, esclavos y moriscos que trabajaban en la mina, (estos residían en su mayoría en el poblado construido a tal fin) y los llamados no laboral que si es establecieron en la población, ésta población migratoria compensaba la perdida de la misma por la emigración al nuevo mundo procedente de Guadalcanal, ya que se calcula que durante este siglo y la siguiente centuria emigraron más de 500 individuos, mermando la población nativa en un 10% aproximadamente.
            Del siglo XVII hay las mismas referencias, parece que la densidad de población se mantuvo o inclusive aumento en los primeros años segunda parte de la centuria, según los visitadores de La Orden a propuesta de la Corona de 1656 contabilizaron 1.370 vecinos (5.500 individuos aproximadamente), curiosamente en la visita de este mismo año en Llerena (cabeza de partido) se censaron 1.110 vecinos (4.450 individuos aproximadamente), durante los siguiente años hasta el final de la centuria la población de Guadalcanal parece que fue disminuyendo, llegando al final de la centuria a unos 3.000 habitantes, debido estos años de crisis, penurias y decadencia generalizada..
Llegamos al siglo XVIII, ya encontramos censos más fiables, por una parte existen censos del catastro de Ensenada, de Floriblanca y tal vez los datos más exactos de las respuestas al interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura, siguiendo el flujo de población finales del siglo anterior, en la segunda mitad de este siglo comienza la recuperación de habitantes de Guadalcanal y la zona, así encontramos en el año 1752 un Catastro de la Ensenada en el que constan 1.042 familias en Guadalcanal y 8 en la aldea de Malcocinado (4.248 individuos), cifras que variaron un poco al final de siglo, contabilizando en 1792 un menor número de familias en Guadalcanal 1.027 frente a las 1.051 del censo del 52, pero aumentando las familias de la aldea de Malcocinado (46), parece que la razón principal es que en este último censo se unen la población de varias cortijadas cercana al censo de la aldea.
Sí que está datado que durante estos dos últimos siglos los números de la población de derecho eran muy estables, no así la población de hecho que dependiendo de épocas aumentaba bastante, debido a la gran cantidad de comerciantes transeúntes que se establecían durante determinados periodos en la villa, del siglo XVII podemos tomar como testimonio el despacho de D. Juan de Silva y Pantoja (Intendente general de la provincia de  León de Extremadura) que en 1797 cifra la población de Guadalcanal en 3863 almas, curiosamente y no muy normal tal longevidad  para aquella época existían de 80 a 90 años un varón y tres hembras y de 90 a 100  un varón y una hembra y ninguno por encima de los 100 años.
            Durante el siglo XIX empezó la curva ascendente de la población de Guadalcanal, así en 1829 había 4110 almas, en 1843 el censo pasó a 5.446, el año 1854 el padrón registraba 5.506, el año 1877 se produjo el mayor número de habitantes 5.742 y el último año de este siglo 5.702.
            Pasamos al siglo XX, según el Instituto Nacional de Estadística la información demográfica de Guadalcanal es la siguiente:
AÑO
HOMBRES
MUJERES
TOTAL
1999
1.496
1.524
3.020
1998
1.516
1.551
3.067
1996
1.526
1.569
3.095
1995
1.547
1.577
3.124
1994
1.544
1.577
3.121
1993
1.552
1.582
3.134
1992
1.560
1.599
3.159
1991
1.556
1.588
3.144
1999
1.496
1.524
3.020
1998
1.516
1.551
3.067
1996
1.526
1.569
3.095
1995
1.547
1.577
3.124
1994
1.544
1.577
3.121
1993
1.552
1.582
3.134
1992
1.560
1.599
3.159
1991
1.556
1.588
3.144
1990
1.630
1.691
3.321
1989
1.642
1.694
3.336
1988
1.644
1.682
3.326
1987
1.635
1.668
3.303
1986
1.622
1.665
3.287
1981
sin datos
sin datos
3.261
1970
sin datos
sin datos
4.372
1960
sin datos
sin datos
6.075
1950
sin datos
sin datos
6.855
1940
sin datos
sin datos
6.931
1930
sin datos
sin datos
7.376
1920
sin datos
sin datos
6.714
1910
sin datos
sin datos
6.563
1900
sin datos
sin datos
5.786
          Como vemos, el mayor censo en Guadalcanal a través de la historia analizada  fue el año 1935 con 7.376 habitantes, durante las siguientes dos décadas fue disminuyendo poco a poco, en la década del 50 al 60 comenzó la población a disminuir con la emigración (estimándose en 240 familias y más de 800 almas), quedando la población de derecho en 6.075, pero la verdadera corriente migratoria fue en la década del 60 y primeros años de 70, cuando se perdieron más de 1.500  habitantes.
Según el cuaderno de anotaciones que me facilitó en su día Leopoldo Tena, del uno de Enero de  1961 al 31 de Diciembre de 1.971 fueron un total de 1.517 guadalcanalenses los que emigraron (entre los que se incluye mi familia), a gran parte del territorio nacional, las mayores cifras de recepción las encontramos a la zona de Cataluña, así en Barcelona y provincia, para la capital pidieron baja del censo 297 individuos, a San Baudilio de Llobregat, 97, Cornellá 57 y al resto de esta provincia casi de dos centenares, la siguiente provincia en recibir nuestros emigrantes fue Madrid, capital 172, Alcalá de Henares  47 y resto de pueblos  de la provincia medio centenar, a Sevilla capital 219 y pueblos 89, en otras zonas lejanas como Álava emigraron 23 a la capital y a pueblos como Luyando 35 o Maestu 27, algunas familias emigraron a zonas tan lejanas como Hontoria del Pinar (Burgos), Vergel (Alicante), La Llosa y Onda (Castellón), Logrosán (Cáceres)  con cuatro a cada uno de estos pueblos o Utrillas (Teruel) con un paisano.
Durante los siguientes años hasta llegar a final de siglo la población fue disminuyendo en menor medida, por una parte, la emigración ya fue testimonial, no obstante, hay que reseñar que por primera vez en cinco siglos se invirtió la curva de nacimiento<defunción, menos matrimonio y población más envejecida, hasta llegar a la cifra de 3.020 a final del siglo XX.
En el siglo actual la población sigue en descenso años tras años, ¿culpables?, hay muchos factores, la mecanización del campo con menos mano de obra o la autogestión familiar, y, sobre todo el cierre o traslado de empresas que ocupaban a un número importante de guadalcanalenses y empezaban a estabilizar la población.

Rafael Spínola R.
Guadalcanal 2018     


BIBLIOGRAFÍA.-

Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía, Red Patrimonial de Andalucía, Instituto Nacional de Estadística, Diccionario Geográfico-Estadístico Histórico de Andalucía, Éxodo a Indias en los siglos XVI y XVII de Extremadura, Interrogatorios Real Audiencia de Extremadura, Catastros de la Ensenada y Floridablanca y Censo del Ayuntamiento de Guadalcanal (datos extraídos por Leopoldo Tena)

domingo, 1 de julio de 2018

Comunidad de pastos entre encomiendas de Reina y Guadalcanal 1

Incidencia en el término de Guadalcanal 1

I.- INTRODUCCIÓN
Al principio, tras la rendición de la alcazaba de Reina, esta nueva villa santiaguista y cristiana constituía el núcleo defensivo más importan­te de su zona de influencia, ocupando el centro militar y adminis­tra­ti­vo de las tierras o alfoz que le asignó Fernando III. Los oficiales de su concejo (alcaldes ordinarios, regidores, alguaciles, sesmeros, escribanos, etc.), bajo la supervisión del comendador y por delegación de la Orden, ejercían su jurisdicción en la villa cabecera y en los nuevos asentamientos cristianos que progresiva­mente iban apareciendo en su amplio término, seguramente aprove­chando las infra­estructu­ras urbanas existentes bajo dominio musulmán.

Más adelante, una vez consoli­da­das las fronte­ras en la zona del bajo Guadal­quivir durante la segunda mitad del siglo XIII, la mejor situa­ción geográ­fi­ca de algunos de estos asentamientos, con tierras más productivas, fue determi­nante para que la villa cabecera perdiera término y jurisdicción en favor de Llerena, Usagre, Azuaga, Guadalca­nal, etc. Estas circunstancias determinaron que en las primitivas Tierras de Reyna y su encomien­da aparecieran cinco circunscrip­cio­nes administrativas:
- La villa maestral de Llerena, con los lugares de Cantalga­llo, Maguilla-Hornachuelo-Rubiales, La Higuera y Villagarcía[i].
- La Comunidad de Siete Villas de la encomienda de Reina, con dicha villa y los lugares de Ahillones-Disantos, Berlanga, Ca­sas de Reina, Fuente del Arco, Trasierra y Valverde.
- La encomienda de Azuaga, integrada por esta villa, el lugar de Granja y las aldeas de Cardenchosa y los Rubios.
- La encomienda de Usagre, en cuyo ámbito de influencia se localizaba Bienveni­da, más adelante encomienda.
- Y la encomienda de Guadalcanal, con la referida villa y el baldío y cortijada de Malcoci­na­do, más adelante aldea.
A cada una de las villas y lugares citados, de forma general y con indepen­dencia de la circunscripción administrativa a la que perteneciesen, ­la Orden de Santiago le delimitó un reducido término en el momento de su reconocimiento como entidad concejil. Estos términos estarían constituidos por lotes de tierras o suertes de población, que incluirían alcaceles, huertas, plantíos y tierras de labor concedidas en propiedad a los primeros y más significados repobladores con la finalidad de afianzar el asentamiento, y que en ningún caso representaban más del 5% del total del término que cada pueblo posee en la actualidad. Aparte incluían ciertos predios alrededor de la población (ejidos) y otras zonas adehesadas de las más productivas del entorno (dehesas privativas o concejiles), en ambos casos para el usufructo comunal, equitativo y exclusivo del vecindario presente y futuro; es decir, un término cerrado a forasteros y a sus ganados, pero abierto a quienes quisieran avecindarse.
Las tierras de peor calidad o de acceso más dificultoso y alejadas, quedaron sin distribuir como baldías, estableciéndose en ellas una intercomunicad general y supraconcejil, a cuyos apro­vecha­mientos (pastos, bellota, madera, leña, abrevaderos, caza, pesca y otros frutos y hierbas silvestres) podía acceder cualquier vasallo de la Orden en sus dominios extremeños. Sirva, como ejemplo, una de las conside­raciones incluida en la confir­ma­ción de privile­gios que el maestre Juan Osorez hizo a los concejos de Reina, Casas de Reina y Trasierra, ratificando decisiones previas de Pelay Pérez Correa en 1265:

“...en el año 1298, el Maestre Don Juan Osorez confir­mo sus privile­gios a los Concejos de Reyna, Las Casas y Trasierra, en la dehesa de Viar (como dehesa privativa y mancomunada para los tres concejos), con cierta carga (el derecho cedido al comendador de Reina para pastar con ochocientas borras de su propiedad) así como manda su fuero; (...) y se manda­ron guardar las dehe­sas (privativas de cada conce­jo); y que en lo demás (se refiere a los baldíos o tierras abiertas) hubiese comuni­dad entre los Vasa­llos de la Orden... [ii]

O este otro de 1297, cuando el mismo maestre confirmó a Llerena como concejo independiente de la villa de Reina, otorgándole el fuero de dicha villa cabecera. En uno de sus apartados dice:
“Otrosí vimos carta del maestre don Gonzalo Martel y del maestre don Pedro Muñiz, por la que les hacía merced a los vuestro ganados (del vecindario de Llerena) que anduviesen con los de Reyna y con los demás vecinos alrededor, pacien­do las yerbas, bebiendo las aguas (de los baldíos), así como los suyos mismos... [iii]”
En definitiva, el territo­rio santiaguista en la Extremadura Leonesa de finales del XIII estaría vertebrado por una serie de circunscripciones o unidades administrativas denominadas encomiendas. Dentro de éstas se diferenciaban pequeños términos aislados e inmersos en una extensa superficie de tierras abiertas o baldías, donde quedó establecida la intercomunidad general aludida. Después, durante el siglo XIV las tierras baldías se repartieron integrándolas en las distintas encomiendas, si bien persistían en el mismo uso comunal e interconcejil, con la salvedad de que sus usos y aprovechamientos progresivamente quedaban restringido al vecindario de encomiendas vecinas; es decir, de la intercomunidad general se pasó a una intercomunidad vecinal o de proximidad, como se deduce de uno de los establecimientos acordados durante el Capítulo General que la Orden celebró en Llerena (1383) bajo el maestrazgo de Pedro Fernández Cabeza de Vaca:
“Don Pedro Fernández Cabeza de Vaca por la Gracia de Dios maestre de la Orden de la Caballería de Santiago. A todos los comendadores, e vecinos, e Alcaldes, e Caballeros, e Escuderos, e dueñas, e Hombres buenos, de todas las villas e lugares, que nos en nuestra Orden habemos en las Vicarias de Santa María de Tudía e de Reyna, e de Mérida con Montán­chez (...) Bien sabedes como por parte de vosotros, algunos de vos los dichos vecinos, nos disteis en querella que lo pasábamos mal los unos con los otros, en razón de los términos e de las dehesas, por cuanto nos fue dicho, que los unos vecinos a los otros tenedes forzados los términos (...) Otrosí que las dehesas de tierras de la Orden sean guardadas en todos los otros lugares e que todos los vasa­llos, que labren e pasten e corten e pesquen e cacen de continuo con sus vecindades (en los baldíos), por que todos vivan avencinda­mente sin premia e sin bullicio ninguno... [iv]"
Para ello, la Orden forzó el establecimiento de concor­dias sobre los aprovechamientos de baldíos colindantes entre encomiendas limítrofes, tal como ocurrió entre las de Guadalcanal y Reina, entre las de Guadalcanal y Azuaga, entre Montemolín y Reina, entre Llerena y Reina, etc. Siguiendo esta norma, no se establecieron comunidades de pastos entre encomiendas o circunscripciones no colindantes, como, por ejemplo, entre Montemolín y Azuaga, entre Usagre y Guadalcanal, etc. Sin embargo, Llerena, que no era encomienda sino que constituía junto a Maguilla y La Higuera una circunscripción propia de la Mesa Maestral y en cuyos términos apenas existían baldíos, se saltaba dicha norma y, además de establecer comunidad de pastos en los baldíos de las circunscripciones vecinas (Reina, Azuaga, Montemolín, las otras cuatro encomiendas surgidas de esta última –Calzadilla, Fuente de Cantos, Medina y Monesterio- y Usagre), también forzó comunidad de pastos con Guadalcanal.
Resumiendo y centrándonos en lo que en esta ocasión nos ocupa, Guadalcanal inicialmente quedó incluido en la donación de Reina. Después, a medida que se repobla­ban y ex­pan­dían Llerena, Usagre, Azuaga y el propio Guadalca­nal, fue decre­ciendo la demarcación de las primitivas Tierras de Reyna y de su enco­mienda, quedando reducida a la Comunidad de Siete Villas de la Encomienda de Reina (Reina, Ahillones, Ber­lan­ga, Casas de Reina, Fuente del Arco, Trasierra y Valverde). En Guadalca­nal se aprovechó esta coyuntu­ra, como en Usagre y Azuaga, para consti­tuirse en villa y encomien­da indepen­diente, segregando su término de la primitiva donación de Reina, encomienda con la que estableció comunidad de pastos hasta finales del primer tercio del XIX.

II.- PLEITOS, SENTENCIAS Y CONCORDIAS ENTRE LAS ENCOMIENDAS DE GUADALCANAL Y REINA (1442-1671)
Entre ambas encomiendas existían diferencias notables. Así, la de Guadalcanal estaba constituida por un único concejo, el de Guadalcanal, pues la aldea de Malcocinado prácticamente representaba una especia de cortijada ubicada en el baldío del mismo nombre, no adquiriendo entidad como aldea hasta la segunda mitad del XVIII. Por lo contrario, en la encomienda de Reina se diferenciaron claramente ya desde finales del XIII un complejo conglomerado de entidades jurisdiccionales integrado por la villa de Reina y los lugares de Ahillones-Disantos, Berlanga, Casas de Reina, Fuente del Arco, Trasierra y Valverde, la mayoría de los cuales alcanzaron el rango de villa entre el XVI y el XVII. Además, incluso cuando eran lugares, cada uno de estos pueblos disponía de un pequeño término (ejidos, dehesas privativas y tierras particulares) inmersos en los baldíos propios de la encomienda, representados estos últimos aproximadamente el 60% del total de sus términos (en el caso de Guadalcanal sólo el 40%). Por último, por si eran pocas los enredos jurisdiccionales que se daban en esta encomienda de Reina, dicha villa, Casas de Reina, Trasierra y, en cierto modo, Fuente del Arco, disponían de un término mancomunado, insolidium y proindiviso.
Bajo este marco hemos de considerar las relaciones entre ambas encomiendas, como fiel reflejo de lo acontecido en el resto del territorio santiaguista de la Extremadura leonesa. En efecto, no transcurrió mucho tiempo, entendemos que el justo hasta que la repoblación de la zona alcanzó cierta entidad, cuando aparecieron las primeras discordias entre las distintas circunscripciones surgidas de la primitiva donación de Reina e, incluso, entre los pueblos y asentamientos de una misma demarcación o encomienda. Estas discordias debieron acentuarse en tiempos del maestre don Fernando, el Infante de Aragón. Por ello, primero en 1428 y con posteridad en 1442, el citado maestre mandó a sus visitadores con la misión de poner paz y orden ante los sucesivos conflictos que iban surgiendo [v], especialmente determinados por los deslindes entre términos y por los aprovechamientos de baldíos interconcejiles, tanto entre los distintos concejos de una misma encomienda como entre los de diferentes encomiendas. De todo ello tenemos suficientes muestras en el que posteriormente se llamó partido histórico de Llerena [vi], pero en esta ocasión, como ya se ha remarcado, nos centramos en las discordias surgidas entre las encomiendas de Guadalcanal y Reina, para lo cual nos apoyamos en el definitivo pleito de 1670 [vii], cuyo desarrollo y probanzas nos remiten a documentos correspondientes a 1442, concretamente a una sentencia de los visitadores del infante de Aragón, firmada en Arroyomolinos de León, el 13 de junio de dicho año.
La sentencia aludida, asumida en su totalidad por el maestre-infante, trataba de poner fin a las diferencias entre Guadalcanal y Reina por los aprovechamientos de unas dehesas y de ciertos predios de los baldíos interconcejiles, que hubo que describir y deslindar en el desarrollo del pleito.

[i] A principio del siglo XV, siendo maestre Lorenzo Suáre­z de Figueroa (1387-1409), Villagarcía se eximió de la jurisdicción santia­guis­ta, pasando a los herederos del maestre Garcí Fernández de Villagar­cía (1385-87).

[ii] CHAVES, B. Apuntamiento legal sobre el dominio solar de la Orden de Santiago en todos sus pueblos, Madrid, 1740, facsímil de Ediciones “el Albir”, Barcelona, 1975.
[iii] MALDONADO FERNÁNDEZ, M. “El fuero de Llerena y otros privilegios”, en Revista de Feria y Fiestas Patronales, Llerena, 2000.
[iv] AMLl, Leg. 573, carp. 4: Antiguos Privilegios de Llerena.
[v] Real Ejecutoria a favor de la ciudad de Llerena sobre el pleito seguido en la Real Audiencia de la villa de Cáceres contra las villas de Aillones, Casas, Reina y otras (Fuente del Arco y Trasierra), sobre comunidad de pastos. Año de 1793. Transcripción de HORACIO MOTA sobre un documento sin localizar.
[vi] MALDONADO FERNÁNDEZ, M. “La comunidad de pastos en las tierras santiaguistas del entorno de Llerena”, en Actas de las III Jornada de Historia de Llerena, Llerena, 2002.

[vii] Concordia entre las encomiendas de Reina y Guadalcanal. AMG, leg. 483.
  
Publicado en las revistas de Reina y Guadalcanal, 2007
Manuel Maldonado Fernández

lunes, 25 de junio de 2018

La Llamada Iglesia de Santo Antonio de las Minas

Datos de su historia y tumulto  de la noche de San Nemesio
  
La Iglesia de la mina llamada de Santo Antonio de las Minas (según consta en documentos), estaba situada en el nuevo poblado de la mina de Pozo Rico, en este poblado que estaba compuesto por setena u ochenta casas de quedar, mesón, almacenes, talleres y una nave de aposento de  moriscos y otra si de esclavos, “Los esclavos residían en un edificio con corral central, alrededor de que se  disponían 23 piezas y una para la persona de su vigilancia y cuidado, así como un anexo donde las esclavas encargadas de su cuidado preparaban comida, amasaban el pan y les lavaban la ropa”, e igualmente fue construido un templo para el bien llevar de las almas cristianas y una casa adjunta para la vicaría.
Los visitadores fueron recibidos por el contador y juez civil y criminal de todo lo concerniente a dicho poblado y al resto de la explotación minera, igualmente fueron recibidos por el padre Carrasco capellán de la dicha iglesia y perteneciente como clérigo a la Orden de San Pedro, iglesia menor ésta perteneciente a Santa María de la Asunción la Mayor de la villa de Guadalcanal.
Los visitadores describieron el edificio con el siguiente escrito:
“La dicha iglesia es de una nave de piedra rajada. El cuerpo de ella es mediano. La techumbre de madera de castaño, alfarjías y ladrillos por tablas.
La capilla principal es de crucería de ladrillo. Al altar mayor se sube por tres gradas chapadas de azulejos en medio del cual estaba el Sagrario; a la parte del Evangelio está una imagen de santo Antonio de bulto entero y encima de él  una imagen de Ntra. Sra. Pintada al óleo, con dos puertas (tríptico, en la una de ella, a la mano derecha de San Juan Evangelista, y la mano izquierda de santo Antonio. Encima de estas imágenes  está u crucifijo de bulto entero”.
Después de diez años de su puesta en marcha y con el auge de la mina y el aumento de población día tras día, se tiene noción de que en el asentamiento existía entre el personal no laboral de la mina un capellán que atendía las almas de los forzados mineros, asistía a sus eventos y daba cristiana sepultura a los fallecidos en el trabajo.
Con la compra de moriscos y  esclavos negros en cantidades importantes para la mano de obra menos especializada, como así escribía en comisión en el año del señor de 1557  A. de Zárate a la Princesa Gobernadora: “Connviene que V.M. mandase comprar cantidad de negros y moriscos para las demás que se armasen, porque según ba el año a dios graçias y la jente se va encareçiendo y ensoberbeçiendo, a de ser trabajosa y costosa de allar”, las disputas entre estos y la minoría cristiana con privilegios y trabajos más especializados y remunerados fue creando una situación tensa entre las distintas comunidades.
En el atardecer del  día decimonono  del mes doce del año 1564 de nuestro señor, festividad de San Nemesio, ocurrieron unos hechos en el poblado de las minas en la finca del Molinillo de Guadalcanal siendo protagonista el templo de San Antonio de las Minas que a continuación se relatan:
Cave anteceder que los negros esclavos se acercaban a una cifra  superior al centenar (entre hombre y una minoría de mujeres) todos ellos bautizados, estos que carecían de un salario prometido por el administrador con  arreglo a su valía en los trabajos, y que eran principalmente el de cavar y sacar material de sol a sol o trabajos de menor especialización y a veces complementados con trabajos de servidumbre a los oficiales. Teóricamente recibían cama, ropa y comida, ésta si bien se consideraba suficiente y relativamente equilibrada para la época, era insuficiente en calarías y esta falta de aporte calórico era suplido con una ración excesiva de vino malo (a veces hasta dos cuartillos)
Estos excesos de vino los llevaban a enzarzarse en constantes peleas entre ellos propios y los moriscos, si bien evitaban los altercados con los cristianos viejos y rara vez se producian.
Por lo general eran sumisos y trabajadores pero como en todo colectivo había cabecillas que alteraban la convivencia, este era el caso de dos bautizados como Manuel y José, escribiendo sobre ellos el administrador Diego López:
“son los  dichos dos esclauos muy soberbuis y revoltosos y façinerosos, especialmente el dicho Jorxe, el qual se  a alçadocontra los capataces destas minas y contra Rodrigo Lucas siendo veedor sete Jorxe se ha hecho fuerte y quiso matar a Jerónimo Gonçález que tenía a su cargo a los dichos esclauos (…)Los dichos Manuel y Xorse son terribles y borrachos, y especialmente el antedicho Jorxe es perverso y malino y a querido matar en las dichas minas a muchas personas (…) y ques muy perjudiçial y que él rebuelbe a los dichos esclauos ynquietándolos y haçelo que parace como incorregible…”
Aquel atardecer del día de San Nemesio todo se precipitó, un grupo numeroso de esclavos y moriscos con palos y antorchas intentaron asaltar los almacenes de grano y alimentos de la mina, encontrándose en inferioridad los cristianos y personal no laboral  se refugiaron en la nave principal del templo de Santo Antonio de las Minas, su capellán 2º Eliodoro Calero mandó  al aguacil y su ayudante a llamar al concejo de  la villa de Guadalcanal que se encontraba a poco menos de una legua legal  de la mina para pedir auxilio y sofocar aquel tumulto.
Finalmente la rebelión fue sofocada a mediados de la mañana de día siguiente, en ella murieron uno de los encargados de los esclavos, varios de estos y daños por incendio en el templo y los almacenes.
El templo fue reparado de inmediato con limosnas y a costa de la Hacienda Real  por los cristianos viejos y algunos moriscos y esclavos “dóciles”, por su parte en la investigación abierta por el Consejo de Hacienda sobre los incidentes, el gobernador de la mina dice:
“los negros y negras dizen que son maltratados y no tienen de que comer o en que dormir; los ynviernos duermen en madera y los dolientes en rrama y que de un año a esta parte se an muerto más de quarenta y que después de terminar el trauaxo van seruir  a los offiçiales so pena de açotes”. (Resolución al margen: “Que se escriba que se les de cama y que sean bien tratados”).
Esta iglesia del poblado de la mina fue contraída expresamente para el culto de los que allí trabajaban,  así consta durante más de veinte años del siglo XVI, su situación no estaba regulada y los visitadores traían órdenes expresas para organizar lo concerniente a la misma, por ello, registraron lo siguiente:
“En el dicho lugar e yglesia no hay cura propio y el dicho Juan Carranco dice misa y administra los sacramentos con licencia del juez ordinario de la provincia de León de la Orden de Santiago, dada en Madrid, en 1573. Está nombrado por capellán de los contadores de Castilla, por un capítulo de una carta fechada en Madrid, en 1567, el cual capellán dice cada semana tres misas por S.M., como dio relación Marín López, contador. Las condiciones que se permitió hacer y acabar la dicha iglesia, son las siguientes:
Precisamente que S.M. y su administrador general en la dicha mina mande reparar la dicha iglesia y cumplir lo que falta para que en decencia pueda estar el Santo Sacramento, proveyendo de custodia y crismera para óleos para enfermos y de ornamentos y cera y aceite y que siempre arda una lámpara, Y si las limosnas que sacaran no bastante, que siendo a costa de S.M. se dé al clérigo que allí resida una congrua sustentación el cual ya de  decir cada semana tres misas por S.M.
Así consta en la dotación del Consejo de Hacienda por nombramiento real para dicho personal en la mina de Guadalcanal en la que se dota una partida de gastos en 1566  de 170 maravedíes diarios para el sustento del capellán, dos años después el administrador general de dicha mina dota al capellán primero con 102 maravedíes y al capellán segundo se le asalariaba con idéntica cantidad por cada fiesta. La  dotación para el   capellán de la dicha mina cambió mucho dependiendo de los administradores y años, constando en el año 1563 una dotación de 62.050 maravedíes, curiosamente ese mismo año para el puesto de galeno y boticario fue de 37.500 maravedíes, manteniéndose en año posteriores cantidades similares, teniéndose como última referencia el año 1578 con 15.532 para el galeno y 43.435 para el capellán 1º.
Item, que atento a que la dicha iglesia está en término de la villa de Guadalcanal y ella y las demás han de reconocer a la iglesia de Santa María como Mayor, el párroco que ahora es los que fueren en delante puedan visitar la iglesia de la mina y administrar los sacramentos.
En el informe se recogen otras mandas de menor cuantía y relevancia, pero finalizada la visita se dan órdenes para que se le haga una primera asignación al capellán de tres reales y medio al día, igualmente se hace constar que ésta iglesia carecía de bienes de fábrica, aun cuando S.M. había dado orden de reparar y proveerla de lo necesario para el culto y la atención de enfermos.

De éste templo y del poblado que existió en la finca del Molinillo no quedan ni las piedras de sus cimientos,  como de tantos otros elementos del rico patrimonio material y artístico de nuestra población que se han ido perdiendo a lo largo de la historia, pérdidas sufridas por el abandono, el tiempo, guerras, las desamortizaciones del siglo XIX,  expolios y ventas sufridas a lo largo de los años como las sufridas en el patrimonio en la recta final del siglo XX, etc., etc.

Fuentes.- De Minería, metalurgia y comercio de metales (Julio Sánchez Gómez). La Villa Santiaguista de Guadalcanal (Manuel Maldonado Fernández). Archivo Histórico Nacional. Archivo General de Simancas


Rafael Spínola R.

lunes, 18 de junio de 2018

En los jardines del Palacio

Una Tarde...

Desde el fondo de los jardines del Palacio, como desde un mirador, se divisa la Sierra del Agua con toda su grandeza. Al frente, domina el paraje un monte alto, redondo, duro, encrespado de olivos, apenas suavizado por la mancha clara de eucaliptos que bordea la hilera blanca de casitas de las erillas.
Celestes por la distancia, se pueden ver hacia la parte de Cazalla, las ondulaciones de la serranía recortándose en el horizonte. La yerbabuena y el tomillo perfuman el aire que nos llega como una bendición desde las huertas del gran valle que circunda la parte baja del pueblo.
Si, está bien, durante las tardes de verano, allá al fondo, en los jardines del Palacio. Y hacia allí iba un hombre que subía con dificultad con dificultad la escalerilla que construyeron frente a la Biblioteca Publica. Luego se acercó a “la poza” y se quedó allí de pie mirando la lejanía. El viento fresco, le revolvió los pocos pelos pajizos que nimbaban su cabeza. Era un anciano alto, aún fuerte, surcado de arrugas el noble rostro, las manos grandes, ásperas, de hombre que ha trabajado siempre con ellas.
Empezó a filosofar: “esta es mi tierra. Aquí nací y aquí he vivido hasta hoy, aquí están enterrados mis padres, mi mujer… He vivido muchas cosas a lo largo de tantos años que llevo ya clavado a este pedazo de tierra… ¿y para qué?, ¿Por qué  me tiene Dios todavía vivo? Yo ya hice todo lo que tenía que hacer. Sí, de niño corría por las calles de mi pueblo como un meteoro, el pedazo de pan en la mano, el trompo y la honda en el bolsillo, los ojos limpios estrenando vida.
Pronto fue preciso arrimar el hombro, arrimar unas pesetas… Y luego, la Dolores, ¿Qué nos dijo el señor cura cuando nos casamos? “Para siempre en el dolor y en la dicha…”
Ahora, dicen algunos que eso ya no se lleva. ¡Cómo si las cosas del buen Dios pudiesen los hombres mejorarlas¡ ¿Qué sabrán ellos, egoístas ignorantes que presumen de sabios?”
Al viejo se le van soltando los pensamientos. Uno detrás de otro, como las cuentas del rosario, va engarzando los recuerdos, mientras los ojos miran a lo alto, hacia el azul purísimo del cielo y los pulmones se llenan de un aire fino que corta y acaricia a un mismo tiempo.
Ø  Hola Jeromo.
El que llega, viene renqueando, una pierna se le corva y tiene que sostenerse en un bastón.
Ø  Hola Bastián y ¿esa pierna cómo va?
Ø  Ya lo ves me duele, me duele, es “la reuma” que me la tiene más torcida que en cáncamo. Hasta que un día la estire y me saque de mi casa con los pies por delante.
Ø  Todavía no  Bastián, todavía no.
Jerónimo no calla. Ha dicho  un cumplido  y no hay más que añadir, desde hace rato, le ronda en la cabeza.
Ø  Oye… ¿tu sabes lo que hacemos aquí?
Ø  ¿En el palacio? –preguntó a su vez el otro-
Ø  En la vida, Bastián en la vida, ¿Cuántos años tienes tú ya?
Ø  ¿Y yo que sé?, ¡Si no me acuerdo ni de la quinta que soy¡
Ø  Pues yo voy con el año. Ochenta y tres cumpliré en la feria, y la verdad no sé que hago todavía aquí.
Ø  ¡Toma pues yo si se lo que hago¡ Y mira lo que te voy a decir: ¿Te acuerdas de la Cruz de Mayo que levantó este año el cura en la puerta de la puerta de la iglesia. Pues una tarde fui a verla de cerca… y entré. Si entré en la iglesia Jeromo y me puse a rezar.
El otro le miraba sin pestañear, con atención. Batián habla poco, pero cuando lo hace gustaba escucharle. Su voz era recia, pausada, como la voz de los viejos que escogen las palabras para no decir ni una de más, ni una de menos, como conocedores que son de la vida y de los hombres.
Ø  Todo está muy bien pensado Jeromo. Nos enseñan a rezar de niño y siempre queda algo. Hay que ser un mal bicho para dejar crecer a un niño sin enseñarle a rezar. Mi mujer enseñó a mis hijos y mis hijos a mis nietos. Es bueno eso, créeme. Así que yo, ahora, he vuelto a lo que nunca debí dejar. Hay que prepararse para el viaje porque… es muy serio eso de morirse, ¿comprendes?
Ø  Y… que rezas, si puede saberse ¿Que le dices tú a Dios, Bastián?
Ø  Mira, no te rías. Yo le doy las gracias porque me ha permitido llegar a viejo. Otros mueren a mitad del camino y, quien sabe si todos están preparados o si no lo están preparados, o si no lo están, ¡Allá ellos¡
Ø  Por mi parte,  le agradezco a Dios esta oportunidad y no pienso perderla. ¡No me la juego, Jeromo, no estoy loco¡ la vejez es un regalo, ¡el {ultimo, Jeromo, el último¡ El primero es la vida y ahora quieren poder quitársela a algunos no sé con que pretextos muy bien explicados…
Iba cayendo la tarde. Desde lo alto de la Iglesia, una campana dejó oír su tañido. Fue un único toque, hondo, profundo, como una llamada de atención o una reverencia, como un dolor o como un homenaje, En ese momento, a mitad de la Santa Misa, los brazos del sacerdote descendían, lentamente, hasta el altar, con la hostia consagrada, entre sus manos.
Allá al fondo del Palacio, Sebastián echó a andar, renqueándole la pierna del reuma, mientras Jeromo le miraba muy serio, pensativo, con cariño en los ojos, entrevelados de respeto.
-¡Esa pierna…- le gritó¡
Bastián paró un momento, volvió el cuerpo con esfuerzo.
Ø  La pierna me duele, sí. ¿Y qué?
Adiós, voy un momento a saludar a la Patrona

Plácido de la Hera
Revista de feria 1983

miércoles, 13 de junio de 2018

Historia de la mineria de Guadalcanal y 3

Ultima época
SIGLO XX .-

Empieza este siglo bajo la óptica de una gran demanda de los recursos minerales por parte del mercado europeo, muy especialmente en los años que anteceden a la Primera Guerra Mundial y que a la minería andaluza afectó en sectores tan importantes como el plomo, el cobre y el hierro. Por otro lado, esta etapa no estuvo exenta de profundos conflictos políticos, sociales y laborales que culminaron con la Guerra Civil (1936-1939).
Las minas de hierro de El Pedroso aparecen en 1901 en manos de la firma Sota y Aznar de Bilbao, que intentó proseguir la explotación entre 1901 y 1907, teniendo que abandonar las labores en el último de los años mencionados; otra parte de las minas estaban arrendadas a los señores Latorre que en diferentes ocasiones se propusieron poner de nuevo en marcha la fábrica siderúrgica y las minas, correspondiendo el más reciente intento a los años de la Primera Guerra Mundial en que los minerales de esta zona, altos en sílice, eran bien aceptados por el mercado alemán; entre 1918 y 1921 volvió a funcionar la instalación siderúrgica, si bien se vio obligada a paralizar ante la primera reacción del mercado por causa del elevado coste de transporte que grababan los minerales procedentes de la mina La Jayona, en la vecina región extremeña y que eran necesarios para proceder a las mezclas oportunas que permitían la utilización de las menas de estas minas de El Pedroso.
En 1923 y al amparo de la Ley de Nacionalización y Organización de Industrias, se intenta de nuevo la puesta en marcha del asunto en base a la fabricación de lingote de acero, ferroaleaciones, bronces y latones militares, etc., barajándose la combinación de estos minerales de hierro silíceos con otros de la misma naturaleza de Cazalla y Constantina, los básicos de la Jayona, las magnetitas de Navalázaro en esta zona de El Pedroso y las de Zufre en Huelva, los coques de Peñarroya (Córdoba) y las hullas de Villanueva del Río e incluso las de Valdeinfierno y Hornachuelos , en Córdoba. No progresó esta intentona que de nuevo se planteó en 1927 de la mano de una nueva compañía formada a tal efecto bajo la denominación de Siderúrgica del Huelan, que convocó una suscripción pública de acciones sin llegar a cubrir ni el 30 por 100 del capital requerido para el desarrollo del proyecto.
En 1931 surge la Compañía Sevillana de Ferrocarriles, Minas y Metalurgia, S.A., que en un manifiesto profusamente repartido criticaba el funcionamiento de la sociedad escocesa Baird, explotadora del yacimiento de Cerro del Hierro, a la vez que proponía el desarrollo de un proyecto siderúrgico con capacidad para 15.000 toneladas anuales de hierro laminado. Estasminas bajo la titularidad primero de Willian Baird Mining Co.Ltd., denominada después The Baird’s Mining Co., tuvieron una producción entre 1895 y 1932, es decir, durante un periodo de treinta y siete años, de 7,63 millones de toneladas, o sea un ritmo de 200.000 toneladas anuales por término medio.
Por su parte las minas de El Pedroso también estuvieron en manos de capital foráneo hacia 1912, especialmente la zona central del yacimiento que fue trabajada por la Societe des Mines du Pedroso y había aportado la Compañía Industrielle et Commerciale D’Anvers; esta compañía también trabajó entre 1910 y 1912 las magnetitas de la Sierra de la Grana, en término de Cazalla de la Sierra, con una producción en estos dos años de 20.000 toneladas que eran transportadas en carros a la estación de El Pedroso a 17 kilómetros de distancia, con un coste de nueve pesetas por tonelada. Estas minas de Cazalla a partir de 1912 pasaron a la Compañía Minera de Andalucía que realizó trabajos de investigación sin llegar a su explotación industrial.
En Guadalcanal siguieron en activo las minas de hierro de La Jayona, que en 1902 instalaron un tranvía aéreo de 5,6 kilómetros de longitud hasta la estación de Fuente del Arco con una capacidad de 400 toneladas a la hora.
Una gran parte de los minerales procedentes de estos yacimientos situados en el Cerro de las Herrerías y que desde tiempos remotos habían sido utilizados como fundentes en el tratamiento de los minerales de plata de Guadalcanal; durante esta época reciente eran adquiridos por la SMMP para ser empleados con igual fin en su fábrica de función de plomo de Peñarroya y otras, existiendo por aquel entonces la creencia general de que contenía altas leyes en plata, si bien este dato nunca fue comprobado ya que la posible documentación al respecto desapareció en el incendio de los archivos de la SMMP en el año 1920.
También en Alanís en el año 1906 se encontraba activa la Sociedad Minera de Onza explotadora de los criaderos de hierro situados en la margen de Río Onza.
En Cazalla , desde el 1900, Guillermo Sundheim asociado a la casa Fould Et Cie., de París, investigaba el coto minero Morena y en 1909 The Cazalla Mining Co.Ltd. adquiría la mina cuprífera San Miguel y en Constantina proseguía en actividad intermitente la mina del Pago de Gibla entre 1917 y 1927, centrándose las labores en la antigua Josefina que en 1922 producía 150 toneladas. También en Constantina la sociedad Minas de Cervigueros explotaba el coto del mismo nombre en 1900, de minerales de hierro y plomo con abundante plata, cesando su actividad en 1903 en que vendió minas e instalaciones.
Para la explotación del grupo minero del Marín cerca de Guadalcanal y en término de Alanís, se constituyó en 1902 la Sociedad Argentífera Sevillana que dos años más tarde terminaba la instalación de cinco sistemas de extracción en sus correspondientes pozos maestros, así como un lavadero mecánico en el grupo Norma, construyendo - dada su lejanía de núcleos urbanos - cuarteles para trabajadores, talleres, escuelas, etc.; el transporte del mineral se realizaba a lomos de caballería hasta la estación de Azuaga (Badajoz) distante 15 kilómetros. La actividad de esta compañíacuya producción se inició en 1905 con 1241 toneladas de concentrados, cesaba en 1910.
En 1916 hay constancia de la actividad del grupo minero de plomo Laberinto también en Guadalcanal, que en ese año ocupaba a 48 operarios en el pozo Ernestina, 22 en La Cierva, 12 en San Luis y 9 en Norma: su máxima actividad tuvo lugar hasta 1927 cuando las labores se situaban a 140 metros de profundidad, transportándose el mineral a la estación de Berlanga.
Por su parte, las minas de plata, en el año 1911 volvieron a reanudar con un nuevo intento de desagüe por parte de un grupo de mineros particulares, mediante la instalación de un sistema de bombas eléctricas alimentadas con una central a boca de mina; se perforaron 100 metros de pozo alcanzándose la cota de 200 metros, a la que se encontraban las labores antiguas, proyectándose una ampliación del capital para dimensionar los equipos de desagüe que no llegó a verse realizada al sobrevenir la Guerra Europea. En 1919 y sin que hubiera actividad minera, el yacimiento estaba cubierto por diversas concesiones bajo la titularidad de la Compañía del Pozo Rico, La Cuprífera Española y Rodolfo Goetz Phillipi.
La explotación de la cuenca carbonera de Villanueva del Río estuvo en un ritmo de producción del orden de 200.000 toneladas anuales durante el primer tercio del siglo.
La mina del Cerro del Hierro continuaba su actividad. En 1946 pasaron manos de Nueva Montaña Quijano, S.A. extrayendo hasta 1966 la cantidad de dos millones de toneladas, transfiriéndose posteriormente a una nueva sociedad, Cerro del Hierro, S.A., que entre 1972 y 1977 extrajo una cifra similar.


Rafael Remuzgo Gallardo