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domingo, 17 de enero de 2021

El clero y la religiosidad en Guadalcanal en el antiguo régimen y 5

Hospitales, Obras Pías y el clero Regular de Guadalcanal

 VI.- HOSPITALES

Los llamados hospitales representaban uno de los cauces habituales para el ejercicio de la beneficencia, teniendo entonces un significado más amplio del que en principio cabría esperar, pues, aparte de servir como enfermerías, también se utilizaban como hospedería y comedor para pobres y desvalidos. Sus antecedentes hemos de localizarlo en la Edad Media, época en la que el ejercicio de la hospita­li­dad era habitual, encon­trando fiel reflejo en los Estatutos y Regla de la Orden de Santia­go. Por ello, en cada una de sus visitas, la Orden supervisaba el funcionamiento de estas institu­ciones hospita­la­rias, gracias a las cuales podemos acceder al significado de la hospita­lidad en Guadal­canal, donde se localizaban cinco centros benéficos de esta natura­leza: el de Santiago, el de la Caridad, el de los Milagros, el del Santiespíritu y el de San Bartolomé.

El Hospital de Santiago quedaba junto a la parroquia de San Sebastián, bajo la protección de la cofradía del mismo nombre. Tenía como finali­dad acoger a pobres tran­seúntes, a quienes les daban cobijo y ropas, así como una limosna alimenticia du­ran­te varios días. Des­de el punto de vista arqui­tec­tó­nico, la estruc­tura del edificio respon­día a los hospita­les de la época: un zaguán con capilla, general­mente modesta en cuanto a ornamen­tos, que distribuía las dependen­cias a uno y otro lado de un patio central. Entre sus aposen­tos solía di­ferenciarse las habitaciones del casero u hospita­le­ro, una cocina y los dormito­rios de­ enfermos y pobres, todo ello rudimentariamente amueblado, con escasos enseres y cuatro o cinco camas con jergones y mantas. Se mantenía con la cuota que aportaban los hermanos de la cofradía de Santiago y con las limosnas que dichos cofrades recogían el Jueves Santo, el día de Santiago o del bacín que tenían fijo en la parroquia de San Sebastián. Aparte, anualmente ingresa­ban unos 5.500 mrs., fruto de varios censos sobre algunas casas y tierras.

El Hospital de la Caridad, asociado a la cofradía del mismo nombre, se ubicaba en la Plaza Pública, junto a la Iglesia Mayor. Se trataba de una enfermería mante­nida gracias a ­las cuotas de los hermanos cofrades, más las limosnas que estos recogían por la villa cada viernes del año y, específi­camente, durante la Semana Santa y en las festivi­da­des de San Francisco, Santa Ana y San Sebastián. Asimismo, disponía de varios censos sobre casas y tierras, cuyos réditos o corridos ascendían a 25.000 mrs. Junto al anterior, eran los únicos que seguían funcionando como tales instituciones hospita­larias a finales del XVIII.

Entre las calles Granillo y Camachos se encontraba el Hospital de Nuestra Señora de los Milagros, que ya en el 1575 estaba prácticamente fuera de servicio. A tenor de la descrip­ción de los visitadores, se trataba de un edificio valioso desde el punto de vista arquitectónico, destacando su espléndida iglesia, pues no se trataba de una simple capilla como en los casos anteriores.

Finalmente, otras dos instituciones de esta naturaleza: el Hospital del Santiespíritu (24) y el de San Bartolomé, ambos dándole nombre a sus respectivas calles.

 

VII.- OBRAS PÍAS, CAPELLANÍAS, MEMORIAS Y ANIVERSARIOS

De acuerdo con la mentalidad religiosa de la época, como otras institu­cio­nes de carácter benéfico se fundaron numerosas obras pías y capella­nías. La sociedad del XVI, especialmente sus miembros más favorecidos, una vez que se aproximaba la muerte sentía la necesi­dad de reconci­liarse con el Dios Justiciero y con sus semejantes. Por ello, buscando la salvación eterna, algunos fieles privilegia­dos por el desahogo económi­co instituían obras pías y capellanías, dejando parte de sus bienes en favor de pobres y desvalidos. También los vecinos más modestos se dejaban influenciar por esta corriente, reser­van­do algunos maravedíes para misas y aniversarios.

La diferencia entre obras pías y capellanías, al menos en Guadalcanal, eran sutiles, tanto que incluso los párrocos solían confundirlas, entre otras cosas por su carácter mixto. Básicamen­te, las obras pías tenían como objetivo beneficiar a pobres y desvalidos, mientras que las capellanías estaban orientadas a salvaguardar el alma del fundador y sus allegados. Las primeras instituciones de esta naturale­za que aparecieron en el XVI tenían claramente un carácter mixto. Valga como ejemplo la fundada en 1556 por Diego Ramos "el viejo", un indiano que debió hacer fortuna en la ciudad de Méjico. Según una de las cláusulas testamentaria (en la ciudad de Méjico, el 18 de diciembre de 1556), fue voluntad de Diego Ramos dejar mil ducados (11.000 reales ó 374.000 mrs.) para comprar el suelo y cons­truirse una capilla en la iglesia de San Sebas­tián, en cuya colación seguramente habría nacido. La capilla separada del resto del templo mediante una reja ricamente labrada y con un letrero en el que se percibía con claridad el nombre del fundador-, se encontraba al lado derecho del evangelio, junto al arco toral. Era de buen tamaño, bajo una bóveda de crucería de piedra con cuatro escudos en los ángulos. El altar quedaba presidido por un crucifijo de bulto entero y, a ambos lados, las imágenes de Nuestra Señora y San Juan. Por deseo del fundador estaba ricamente ornamentada y con objetos sagrados propios, que se guardaban en una alacena aneja, fabricada en madera de nogal. Nombró como patronos y admi­nis­tra­do­res a quienes fuesen párrocos de San Sebastián, a los sucesivos guardianes del convento de San Francisco y a Hernando Ramos, su hermano, y a sus legítimos sucesores. Dejó en manos de los administra­do­res la elección de dos capella­nes, para cuyo beneficio (10.000 mrs. anuales para cada uno, más 500 para el sacristán que les ayudase) mandó invertir 3.000 ducados de su patrimo­nio en comprar bienes raíces, a partir de los cuales se obtendrían las rentas precisas para perpetuar los derechos de capella­nes y sacris­tanes. Como contrapartida, dichos capella­nes estaban compro­me­terse a decir una misa rezada diaria en la capilla, por el eterno descanso del fundador y allega­dos, además de celebrar con toda solemni­dad una misa cantada el día de la Concepción, oficiada por seis ministros y en presencia de todos los clérigos de la parroquia, a quienes se les recom­pensaría con un real y una vela de media libra. Finalmente, y como obra pía asociada, dejaba otros 1.000 ducados para invertir en bienes raíces y utilizar sus rentas en casar o dotar anualmente a una doncella huérfana y pobre.

Bajo estos mismos principios, con capilla propia o sin ella, se fundaron otras instituciones de esta naturaleza, variando el destino caritativo, que podían utilizarse en beneficiar a un hospital, a un conven­to o para redimir cautivos, pagar a preceptores de gramática, becar a estudian­tes, etc. En 1791, de acuerdo con el informe de los párrocos, tras muchos avatares aún persistían seis obras pías y un centenar largo de capella­nías y memorias de aniversario, cuyas limosnas servían para sostener al numeroso clero local, con las rivalidades clericales ya descritas (25). No obstante, en esta última fecha ya estaban muy cuestionadas estas y otras instituciones pareci­das, desapareciendo pocos años después.

 

VIII.- EL CLERO REGULAR

Al margen del clero secular (párrocos y beneficiados o capellanes), en nuestra villa concurrieron diversos conventos de religiosos y religiosas, cuya funda­ción corres­ponde a distintos momentos del tiempo pasado.

A finales del XVI (26) sólo estaban presentes en la villa 24 franciscanos pertenecientes al claustro del convento de San Francisco. El Catastro de Ensenada, 160 años después, nos propor­ciona datos sobre otros conventos, dando cuenta de sus haciendas y del número de religio­sos y sirvientes albergados en sus claustros. Concretamente dan noticias de tres conventos de religiosas y uno de religiosos, así como de un hospicio de monjes "basilios", encargados de asistir a huérfanos y expósitos. El convento de San Francisco acogía a 25 sacerdotes franciscanos obser­van­tes, 10 legos y 5 criados; el de las religiosas de la Concepción a 23 franciscanas profesas; el de las clarisas de San José a 22 profesas y una novicia; el del Espíritu Santo a 24 clarisas profesas y 2 novicias; finalmente, el hospicio de los basilios estaba atendido por 2 sacerdotes y 2 donados. En definitiva, un elevado número de conventos y religiosos, que en años inmediatos sufrió una considerable merma pues, según los datos del Censo de Floridablanca, en 1787 sólo quedaban el convento de San Francisco y el de Santa Clara.

Disponemos de amplias referencias sobre las actividades económicas de las religiosas. Al menos las concepcionistas y las clarisas del Espíritu Santo fueron espléndidamente dotadas por sus respectivos patrones fundadores, aparte las dotes de profesas, pues sendas instituciones tenían estableci­das importantes hipotecas sobre los bienes de propios de los concejos de Llerena, Azuaga, Ahillones y Guadalca­nal.

En relación con monasterio de San Francisco, sabemos que carecían de bienes materiales, viviendo a expensas de las limosnas percibidas por su asistencia espiritual, sermones y, en opinión de los clérigos seculares de Guadalcanal, de la competencia desleal en los entierros y misas de ánimas (27). Estaba situado en las proximidades de la villa (actual cementerio) y, aparte lo referido, sus frailes se dedicaban a la enseñanza de la teolo­gía, acogiendo a 26 estu­diantes en 1575. Por la visita de este último año, también sabemos que su fundación fue fruto del empeño particu­lar de Alonso de Cárdenas, último de los maestres de la Orden de Santiago, ­si bien fueron los Reyes Católicos quienes exten­dieron la oportuna licencia, según la siguiente Real Provi­sión:

“Don Fernando y doña Isabel por la gracia de Dios reyes de Castilla (...), al concejo, alcal­des, regido­res, caballe­ros, escuderos y hombres buenos de la villa de Guadalcanal (...), salud y gracias: sepades que el padre fray Juan de la Puebla nos hizo relación diciendo que el maestre Alonso de Cárdenas, ya difunto, a instancia suya, concedió licencia y facultad para que en la dicha villa se hiciera y edificase un monaste­rio de San Francisco, el cual algunos frailes de la ob­servan­cia de San Francisco han comenza­do a hacer y edificar so­bre obediencia de la Custodia de los Ángeles de los dichos nuestros reinos, y suplicáronnos por ser obra tan meritoria en servicio de Dios y buena edificación y ejemplo de pueblo cristiano, nos pluguiese confirmar y aprobar la dicha licencia para que la obra del dicho monasterio se acabase y puedan morar en él los dichos frailes, lo cual nos tuvimos por bien, y por la presente confirmamos y aprobamos la dicha licencia y facultad dada y concedida por el dicho maestre Alonso de Cárde­nas; y si necesario es la otorgamos y concede­mos a los dichos frailes de San Francisco de la observancia, para que el dicho monasterio se edifique haga y acabe al sitio y lugar que por el dicho maestre fue señalado y elegido y limitado y otorgado a la dicha orden de San Francisco, para que la dicha casa monasterio y frailes y religiosos de él estén en la obediencia de la dicha Custodia de los Ángeles, y sea incorporados en la dicha custodia según qué potestad y autoridad apostólica fue concedida y otorgada a don Enrique, nuestro mayordomo y del nuestro Consejo; y que la dicha casa sea expresa­mente diputada para el uso y habitación de los dichos frailes religiosos observantes como dicho es y según y la manera que lo son otras casas de la dicha orden de San Francisco de la observancia ... (28)

No se ha podido consultar el documento de fundación del hospicio de San Miguel de la Breña. Sin embargo, si disponemos de las referencias precisas para fechar la fundación de los conventos de religiosas. Así, el convento de San José de la Penitencia de la Regla de Santa Clara fue fundado bajo el patronazgo de Jerónimo González de Alanís, quedando sometido en primera instancia al Ministro General de la orden de la provincia franciscana de los Ángeles y al Ministro General de todos los Franciscanos existentes en los Reinos de España, al igual que los franciscanos del Monasterio de San Francisco. El siguiente en fundarse fue el de la Purísima Concepción, en 1621, bajo el patronazgo de D. Álvaro de Castilla, con religiosas procedentes de Mérida y, en este caso, sujeto a la jurisdicción ordinaria del priorato de San Marcos de León. El último en aparecer fue el del Espíritu Santo, en 1627, con religiosas procedentes del convento de San José y fruto de la voluntad de un indiano oriundo de Guadalcanal, Alonso González de la Pava (29).

 

Notas.-

 

(24) AGAS, Sec. Justicia, Serie Ordinarios y Conventos, leg. 195: Pleito entre los franciscanos y los clérigos y beneficiados de Guadalcanal (1624), por haber ido estos últimos el día que se celebraron las honras fúnebres por Cristóbal de Torres a dicho convento y haber entrado de tropa y con ruidos dentro, estando los frailes en los divinos oficios en el coro ...

(25) AGAS; Sec. Justicia, Serie Ordinarios, leg. 195.

Más datos en sendas publicaciones locales, que desde aquí agradecemos:

(26) -MIRÓN, A. Guía de Guadalcanal. Edición del Ayuntamiento de Guadalcanal, Constantina, 1989.

(27) -CORDÓN BERNABÉ, A. «El convento del Espíritu Santo», en Revista de Feria y Fiestas, Guadalcanal 2000.

Igualmente, sobre la emigración a América y las fundaciones de capellanías, en Guadalcanal, pueden consultar:

(28) -ORTIZ DE LA TABLA DUCASSE, J. "Emigración a Indias y fundación de capellanías en Guadalcanal, siglos) Vl-XVIII, en Revista de Feria Fiestas, Guadalcanal, 2003”.

(29) -MENSAQUE URBANO, J. "El mecenazgo artístico del indiano Alonso de la Pava en Guadalcanal", en Revista de Feria y Fiestas, Guadalcanal, 2003.


Manuel Maldonado Fernández (Trasierra 2004)
Revista de feria de Guadalcanal 2004

domingo, 10 de enero de 2021

Emigración de Guadalcanalenses a Nueva España siglo XVI (1)

Expediente Familia Ortega Barba

      Don Cristóbal de Ortega y Doña María Barba solicitan y presentan expediente ante el alcalde de la villa, para pasar a Indias junto a su hija llamada Isabel, de edad de un año. 

Pase a Indias 

En la villa de Guadalcanal en 22 días del mes de octubre del año de 1574 años ante el muy magnífico señor Diego Barba Alcalde ordinario de esta villa le presen­tó este escrito siguiente.-

       Muy magnifico señor Cristóbal de Ortega vecino de esta villa de Guadalcanal digo que como a Vuestra majestad es notorio Rui García de Ortega mi hermano hijo legítimo de Pedro de Ortega y Isabel Martínez nuestros padres a tiempo de 24 años que esta en las Indias en los Reinos de la Nueva España residiendo como al presente reside en las minas de Zacatecas de ellas cuales me ha enviado a llamar en estas veces queriendo aprovecharme y ayudarme por ser como el hombre rico y muy hacendado en aquella tierra y ahora últimamente a escrito a la dicha mi madre en la flota que hace poco que llegó de la Nueva España que me diga y mande que valla allá y que me ayudara y ha proveer en todo lo que pueda porque de más de ser hermanos Rui García es casado con Catalina de Ortega la Hermosil, la que es tía de María Barba mí mujer hermana de mi suegra su madre la cual dicha mujer tiene el mismo deseó de ayudarnos y aprovecharnos y porque yo estoy determinado de pasar aquellas partes queriendo su Majestad por servido de me dará licencia para lo dicho y para llevar a la dicha mi mujer y ha una hija pequeña de edad de año y medio que tenemos que se dice Isabel y para pedir la dicha licen­cia tengo necesidad de averiguar y probar todo lo en el de mi pedimento han tenido y como es verdad que el dicho su hermano me halla mandado y llama y la posibilidad y ha parejo que tiene para ayudar me atento ha que yo tengo poca ha­cienda y no puedo sustentarme conformé a la calidad de mi persona por tanto pido y suplico a Vuestra Majestad mande reabrir los testimonios e informaciones aunque ha creado todo presentaré examinados los por el tenor del testigo mi pedi­mento y que al señor la venga informar a un cerrada y sellada te manda que haga fe he me la mande dar y entregar interponiendo en ella su autoridad y decreto ju­dicial que al pase la llevar y presentar ante su Majestad y ante los dichos señores presidente y oidores de su Real Consejo de las Indias para lo cual yo Cristóbal de Ortega.

El señor Alcalde se lo admitió y mandó que presenté nuestros testigos y proveerá justicia.-

En la villa de Guadalcanal en 22 días del mes de octubre de 1574 años ante el di­cho señor Alcalde el dicho Cristóbal de Ortega presentó por testigos a Juan Gar­cía de la Parra el Viejo, vecino de esta villa del cual se recibió juramento en el día, mes y año y el lo hizo y prometió de decir la verdad y preguntado por el tenor del pedimento dijo que el de verdad el testigo de más de 70 años y no le tocan las generales y que conoce ha Cristóbal de Ortega ante mi doy el pedimento de vista y trato cual ha tenido y años el dicho Rui García de Ortega su hermano que al pre­sente reside en las Indias en las minas de Zacatecas de donde el testigo ha visto cartas suyas donde escribe y sabido de muchas personas pasajeros que de aquellas partes vienen que esta residiendo en las dichas minas y que abrase tiempo con­tenido fue el pedimento que conozco que se presentó el tal de las minas de Zacate­cas. Y que este testigo sabe y ha visto por cartas del dicho Rui García de Ortega como ha enviado a llamar al dicho Cristóbal de Ortega y ha María Barba su mujer que es sobrina de la mujer del dicho Rui García de Ortega que es de la dicha hija de su hermana para lo aprovechar y ayudar en sus necesidades como personas que se ha sabido y entendido ser ricos y teniendo para poder los aprovechar y ayudar y que este testigo ha visto que en la flota que de presente bino de la dicha Nueva Es­paña el dicho Rui García de Ortega escribió a Isabel Martínez madre legítima del dicho Cristóbal de Ortega y del propio Rui García que manda se diese licencia al dicho Cristóbal de Ortega para que fuese y pasaré a las dichas Indias a la dicha Nueva España y minas de Zacatecas donde reside el dicho Rui García y ayudarían en lo que pudieren y que este testigo ha visto que al dicho Cristóbal de Ortega voluntad de pasar a las dichas Indias con la dicha su mujer y una niña pequeña que tiene de edad de año y medio para conseguir y haberle a proveer que pretenden de los dichos Rui García de Ortega y su mujer su sobrina María y cuñado pues tienen bien para poder ellos aprovechar en aquellas partes y a que el testigo en­tiende por cosa notaría estarán muy el dicho Cristóbal de Ortega y su mujer pasar a las dichas partes para haber y gozar del bien que los dichos Rui García de Orte­ga y su mujer han enterado ha decir habrán tenido como al presente tienen los di­chos Cristóbal de Ortega y su mujer poca hacienda y no se poder que sustentar ni alimentar a su dicha la calidad de su persona y de la dicha su mujer por ser ambos son personas muy honradas y principales y limpias aún y el tal cosa le parece al testigo porque noticia que de ello tiene y que es verdad dada el juramento siendo testigos Juan González y Pedro de Torres Romero escríbano.

Después de lo susodicho en la dicha villa de Guadalcanal en este dicho día, mes y año el dicho Cristóbal de Ortega presentó por testigo a Alonso del Fiecon vecino de la villa del cual se recibió juramento en el día, mes y año y lo hizo é prometió de decir la verdad y preguntado por el tenor de los susodichos y dijo que conoce ha Cristóbal de Ortega que lo presenta por testigo y que sabe que es hermano legítimo de Rui García de Ortega contenido en el pedimento porque ambos son hijos legí­timos de Pedro de Ortega difunto y de Isabel Martínez su mujer habidos del mat­rimonio legítimo entre ellos siendo legítimamente casados en haz de la Santa Madre Iglesia y que sabe y es verdad que el dicho Rui García de Ortega esta ausente de esta villa ha más de 24 años poco menos y que sabe y es verdad que el dicho esta en Indias de la Nueva España en las minas de Zacatecas de donde el dicho Rui García ha escrito muchas cartas por donde el escribe esta residente y quedaría allí y que este testigo ha visto por tal dichas cartas que Rui García había á llamar al dicho Cristóbal de Ortega su hermano para que se vaya aquellas partes a donde dice le aprovechará y ayudará en todo lo que pudiere por ser como el dicho y se tiene por cosa notaría ser hombre muy rico y que tiene en aquellas partes toda ríqueza y hacienda y cargos de minas y que el sabe y es verdad que el dicho Rui García por una carta que nuevamente escribió a la dicha Isabel Martínez su madre avisa y encargue le mande al dicho Cristóbal de Ortega se de ponga ha ir aquellas partes y que ella ayudaran en todo aquello que pudieren porque es verdad que ademas de ser los susodichos hermanos el dicho Rui García esta y es casado con Catalina de Ortega é afirmó que la dicha es tía de María Barba mujer del dicho Cristóbal de Ortega hermana de la madre de la dicha María Barba la cual dicha Catalina de Ortega ha enviado ha decir tengo como deseó y voluntad de ver en aquellas partes a los susodichos Crístóbal de Ortega y su mujer para hacer en ellos todo le socorren que los que hicieren y pudieren y que este testigo ha visto dis­puesto al dicho Crístóbal de Ortega y con solo de ir y pasar aquellas partes para seguir y hacer el bien que los susodichos hermano y cuñada le ofrecen hacer y para ello siendo vuestro servido que diera conseguir licencia para pasar aquellas partes ha la dicha mujer y la niña pequeña de año y medio que ruego dijo tiene que se dice Isabel para cuyo efecto hace este recaudo de informadla aunque y probanza y que es verdad y sabe que en ir el susodicho Crístóbal de Ortega con la dicha su mujer aquellas partes se hace cosa muy conveniente y necesaria para cumplir y aprobar el dicho aprovechamiento y bien que el dicho su hermano y cuñada le ofre­cen pidiendo lo hacer por servicios y tener bienes para ello y el dicho como el le de ha Crístóbal de Ortega persona muy honrada y de buena vida y fama y costum­bres y tener pocos bienes, ningunos para poder sustentarse y alimentarse con­forme ha la calidad de persona y en esta posesión este testigo contiene y el a vivido y tenido en esta dicha villa de Guadalcanal y no hay cosa en contenido y esto es la verdad para el juramento que es de edad de 73 años poco mas o menos su nombre Alonso del Fiecon testigo.

En la dicha villa de Guadalcanal en el dicho día, mes y año el susodicho Crístóbal de Ortega presentó por testigo en esta villa ha Gaspar Martín Garaby vecino de la villa y natural de Portillo por el tenor del pedimento digo que sabe y pasa que años que ha Crístóbal de Ortega que el presenta y ha Rui García de Ortega su hermano que esta ausente en las Indias de la Nueva España en el minas de Zaca- tecas y que sabe y el vida que los susodichos son hermanos legítimos hijos de Pe­dro de Ortega y Isabel Martínez su mujer que son padres porque estando los su­sodichos casados en haz de la Santa Madre Iglesia que tuvieron y procrearon por sus legítimos hijos los susodichos Rui García de Ortega y ha Cristóbal de Ortega que lo presenta y por tales los procrearon y acataron y fueron y son tenidos co­múnmente y este testigo lo tiene y que habrá de tiempo con tenido fue el pedimen­to que poco atrás que Rui García pasó desde tal partes a las Indias de la Nueva España a las minas de Zacatecas de donde este testigo ha abierto cartas suyas en cantidad porque al que a llevar avisa regidor y el estar allí el susodicho y de hacer por cosa notoria mandó llamar al dicho Cristóbal de Ortega para que aprovechara y para darle de lo que tiene el que dicho por ser como es dicho ha avisado y se tiene por cierto que es persona rica y tener hacienda para poder dar y aprovechar al di­cho Cristóbal de Ortega su hermano, y que sabe y es verdad que Catalina de Orte­ga la Hermosilla mujer legítima del dicho Rui García es tía de la dicha María Bar­ba mujer del dicho Cristóbal de Ortega contenida en pedimento porque es herma­na de su suegra del dicho Cristóbal de Ortega madre de la susodicha María Barba cual también ha apalabrado avisar al dicho Cristóbal de Ortega se vaya allá a la dichas Indias de la Nueva España y minas de Zacatecas pa aprovechar ha ellos y a la dicha María Barba su sobrina por lo cual este testigo ha visto que el dicho Cris­tóbal de Ortega esta determinado de conseguir y adquirir licencia de su majestad para pasar aquellas partes con la dicha su mujer y una pequeña que tiene de edad de año y medio que se llama Isabel y ha este de nuevo se lo vuelva al testigo acer­tadamente para poner en efecto que al dicho su hermano y cuñada le avisan y en habrán de aprovechar y dar de los que tuvieren el cual sabe este testigo de cierta­mente al dicho Cristóbal de Ortega por tenerlos dichos hermano y cuñada bien de hacienda que la cual proveerá a los susodichos pues dijo tener pocos bienes y ha­cienda para poder alimentarse conforme a la calidad de que persona recibió jura­mento así mismo en ello dijo que es verdad este testigo.

En la dicha villa de Guadalcanal en el dicho día, mes y año que el susodicho Cristóbal de Ortega presentó por testigo en esta causa al bachiller Antón Ruíz de Ortega escribano de su majestad en la dicha villa del cual tome juramento el cual dijo e hizo he prometió decir la verdad y preguntando por el pedimento dijo que conoce ha Cristóbal de Ortega el cual lo presenta por testigo y que Rui García de Ortega su hermano ausente en las Indias y ha cada uno de los que están y trato que conoce y ha tenido este testigo y que sabe que los susodichos son hijos legíti­mos de Pedro de Ortega difunto y de Isabel Martínez su mujer vecinos de esta vil­la porque durante este su matrimonio convivieron y procrearon por sus hijos legí­timos y naturales a los susodichos y el testigo conoce y es cosa notoria y que este testigo por cosa pública y notoria ha sabido de este testigo como el Rui García esta residente de las dichas Indias de la Nueva España a las Zacatecas donde el dicho ha escrito al dicho Cristóbal de Ortega su hermano para que se vaya aquellas partes para progresar y ayudar en lo que el pudiere hacer por ser hombre rico ha cendado y acomodado y porque ademas de esto el dicho Rui García hermano de el dicho Cristóbal de Ortega esta casado con Catalina de Ortega que es hermana de la suegra del dicho Cristóbal de Ortega y de la madre de María Barba la cual así mismo ha avisado al dicho Cristóbal de Ortega se vaya aquellas partes para aprovecharles en lo que pudieren y guste sabiendo que el dicho Cristóbal de Orte­ga muestra voluntad de hacer de pasar a las Indias ya que lo procura de sacar li­cencia de su majestad para lo cual el esta bien a lo que el dicho pasé se de efecto por y para las dichas Indias a donde el dicho Rui García y su mujer están para remediarse de lo que los fueron dicho tienen pues tienen bien para ello por ser el dicho Cristóbal de Ortega pobre que tiene poca hacienda y que no se puede susten­tar conforme a la calidad de persona esto es cosa llama para el testigo y el de ver­dad pasa juramento y que dice la verdad el testigo se santigua y nombre de nom­bre el bachiller Antón Ruíz de Ortega y Juan de Torres Román.

En la dicha villa de Guadalcanal el día, mes y año el dicho Cristóbal de Ortega presento por testigo esta causa a Sebastián de Rivera regidor vecinos de la dicha villa y del pedimento juramento forma del dicho y los hizo y prometió decir la ver­dad y presento por tenor de pedimento dijo que conoce a Cristóbal de Ortega que lo presenta por testigo y que sabe que el hermano legítimo de Rui García de Orte­ga porque han los dos son hijos legítimos de Pedro de Ortega difunto y de Isabel Martínez su mujer habidos de legítimo matrimonio entre ellos siendo legítima­mente casados en haz de la Santa Madre Iglesia y que sabe y es verdad que el di­cho Rui García de Ortega esta ausente de esta dicha villa probar hacer 22, 24 años más o menos y que el dicho Rui esta en las Indias de la Nueva España en las mi­nas de Zacatecas y el mando en ellas y que el dicho Rui García vio el día pasado le llevó ha al este testigo una carta por la cual Rui García que no hablase y rogase al dicho Cristóbal de Ortega que fuese allá para aprovecharlo en lo que pudiere y el testigo se lo aconsejo porque vino de aquellas partes donde estaba el dicho su her­mano por ser persona rica y honrada y que el testigo sabe y es verdad que ademas de ser hermanos legítimos los susodichos Rui García de Ortega y el dicho Cristóbal de Ortega el dicho Rui García esta el casado con Catalina de Ortega la Hermosilla que es tía de María Barba mujer del dicho Cristóbal de Ortega her­mana de la madre de la dicha María Barba y por real causa y razones que este tes­tigo tiende a creer porque la dicha Catalina de Ortega mujer del dicho Rui García aprovechara mucho a la dicha María Barba su sobrina mujer del dicho Cristóbal de Ortega y que este testigo ha visto con voluntad al dicho Cristóbal de Ortega de pasar aquellas partes por retomar bien de su hermano y cuñada con dicha su mu­jer y con una hija pequeña y que el esta muy bien y agradado al dicho Cristóbal de Ortega pasar aquellas partes y le será cosa muy conveniente porque este testigo se lo ha rogado más de cuatro años al dicho Cristóbal de Ortega y no poderse presen­tarle dicho Cristóbal de Ortega conforme ha su calidad en esta dicha villa por ser persona honrada y principal y de buena vida y fama y costumbres y tendrá por causas con este testigo lo vivido y tenido en esta villa lo con el testigo y que dice que es verdad a todas las causas y bajo juramento y que es verdad de edad de 40 años y dijo ser de nombre Sebastián de Rivera yo testigo.

El señor a dicha información y en esta por el dicho Diego Barba Alcalde ordinario de esta villa que el dicho Cristóbal de Ortega a dicho no querer presentar más tes­tigos de los que ha presentado. Al dicho Cristóbal de Ortega para que lo lleve a presentar donde y ante quien así convenga en la cual disposición interpuesta al interpuso autoridad y decreto judicial para que valga y hacer que valga y haga fe en lo dicho fuera del documento que parece lo dicho y lo registre y lo fimo de su alcalde y en el regidor bastando que decía el propio en esta villa. Yo Diego Barba y Gonzalo de Torres Romano Escribano de su Majestad de Guadalcanal.

Cristóbal de Ortega suplica licencia para pasar a la nueva España con sus mujer e hijos ha estar en compañía de con su hermano suyo rico le ha enviado llamar y para llevar los criados y mujeres de sirvientes.-

Muy poderoso señor:

Sebastián de Santander, en nombre de Cristóbal de Ortega vecino de la villa de Guadalcanal digo que el dicho mi parte ha pedido y suplicado ha Vuestra a la fuese de le mandar dar licencia para poder pasar ha la Nueva España con su mujer y una hija que tiene de edad de dos años por ser como es persona pobre y tener en las dichas Indias un hermano rico que le mandó llamado para ayudarlo y hacerle bien llevando un criado y dos criadas deudos suyos para su servicio y compañía como ha constado y parecido por la información que este presentado la cual dicha licencia no se le ha promedio con haber dado información parte dispuesta de lo poco que es la dicha Villa tenía para su sustento y remedio sin quedarle otro más que limosna que le da del dicho su hermano. Por tanto, pido y suplico ha su Majes­tad ha la cual sea servido de mandar dar la licencia para que solo el dicho Cristóbal de Ortega y su mujer e hija puedan pasar aquellas tierras de la Nueva España con solas sus personas sin llevar criados ni criadas que por las razones y ansias dichas tierras que bien y manda majestad gracia el pasar solos y que se servirá de ello por la extrema necesidad conque el dicho mi parte viviría. (sic) 

(Paleografía Jorge Barba Gómez). 

ES.41091.AGI/23//INDIFERENTE, 2056,N.1. Libro "Con el nombre... de la Barba" Tomo I. (Jorge Barba Gómez).

domingo, 3 de enero de 2021

El clero y la religiosidad en Guadalcanal en el antiguo régimen 4

Ermitas y Cofradías

 IV.- ERMITAS

Aparte las tres parroquias, en la villa y sus proximi­da­des se locali­za­ban varias ermitas. Se trataba de santua­rios abiertos esporádicamente al culto, mantenidos gracias a algunas tierras y limosnas donadas por vecinos e institu­cio­nes locales. Su origen y finali­dad hemos de contem­plarlo en el contexto religio­so de la época, estando asociada su cons­truc­ción a las fundacio­nes de cofra­días, cuyos herma­nos solían hacerse cargo de la dotación ornamental y del man­te­ni­miento. El culto solía reducirse al día del santo titular, con velada, misa y procesión.

En 1575 existían cinco de estos santua­rios: San Benito, San Pedro, Nuestra Señora de Guadito­ca, Nuestra Señora de los Remedios y Santa Marina. Ya a finales del XVIII, según datos del Interrogatorio, esta última había desaparecido, aunque, por lo contra­rio, se habían construido otras cuatro más (San Bartolo­mé, Nuestra Señora de los Milagros, San Vicente y la del Santo Cristo del Humilladero), algunas de las cuales herederas de los numerosos hospitales existentes en el XVI.

La ermita de San Benito, según la descrip­ción de los visita­do­res de 1575:

“Está situada como a media legua, en el camino de Alanís. Es de cantería de piedra rosada y tiene dos puertas, la una a septen­trión y la otra al medio día. Delante de esta hay un portal grande sobre cuatro arcos de ladri­llo.

El cuerpo de la dicha ermita es de tres arcos de ladrillo, con la techumbre de madera de castaño.

La capilla principal tiene delante una reja de madera con un crucifijo. Es de crucería de ladrillo. Al altar mayor se sube por cuatro gradas y es de arco toral. Hay dos altares: el uno de San Blas y Santa Lucía y el otro de San Lázaro.

En mitad del cuerpo de dicha ermita hay una puerta por la cual se entra a una pieza larga donde hay una chimenea que sirve para velar.

Junto a la puerta de septentrión hay un pozo, junto al cual hay una huerta con dos higueras y dos olivos y unos ciruelos.

Dentro de la huerta hay una casa para el ermitaño. Es de un cuerpo pequeño con un palacio largo con otros aposentos”.

Sus ingresos, de acuerdo con las cuentas presentadas por el mayordo­mo de 1574, alcanzaban 6.559 mrs. anuales, obteni­dos por la limosna de San Benito y Santa Lucía, por lo recolecta­do en el bacín fijo que existía en la parroquia de San Sebastián y por la renta de dos fanegas de tierra propias de su fábrica. La huerta y la casa no produ­cían beneficio alguno, pues los usufruc­tos pertene­cían al ermitaño encargado de su custodia y mantenimien­to. En 1791, según datos aportados por el párroco de Santa María, estaba bajo la tutela de un ermitaño y se abría al culto el domingo infra­octa­vo de la Natividad de Nuestra Señora.

No especificaron los visitadores la ubicación de la ermita de San Pedro. Sí indican que estaba próxima al pueblo, pues decían que se encontraba como a dos tiros de arcabuz. Su fábrica era sencilla, destacando un portal grande con una danza de arcos sobre cinco pilares. Humilde también el inventario de bienes, así como los ingresos y gastos. Según el informe de 1791, se abría al culto el domingo infraoctavo de la festividad del Santo, celebrando misa cantada y procesión por los alrededo­res.

La ermita de Nuestra Señora de los Milagros se localizaba en el paraje conocido por la Calera, como a una legua de la villa. Era pequeña, de una sola pieza y puerta a septen­trión (norte). En 1791 no quedaba rastro de su fábrica, si bien se había remodelado la capilla del antiguo hospital de los Milagros, en la colación de Santa María. El culto se reducía a una misa cantada y sermón en el día de la Nativi­dad de Nuestra Señora. En sus depen­den­cias, según relataba el cura de la referida parroquia, tenían lugar juntas o asambleas de dos asociacio­nes religio­sas: la Escuela de Cristo (asocia­ción exclusiva­mente masculi­na) y la Escuela de María (sólo de mujeres).

La ermita de Ntra. Sra. de Guadito­ca, la más popular en la actuali­dad, apenas destacaba entre las otras ya existen­tes en el siglo XVI, si nos atenemos a la pobre dotación para el culto que tenía en 1575. Los visitado­res nos dejaron la siguiente descripción:

“Es de cuerpo mediano con una puerta a poniente sobre tres arcos de ladrillo y techumbre de madera de castaño con sus ripias de madroño.

La capilla principal es una pieza pequeña, con techumbre de madera y alfajías y ladrillos por tabla. Tiene dicha capilla una reja de madera de pino por delante.

En el altar mayor una imagen de Nuestra Señora.

Junto a la dicha ermita hay un humilladero con una cruz de hierro”.

En el Interrogatorio encontramos más datos sobre este santua­rio. En su informe particu­lar, el Sr. Alfranca nos dice que durante los tres días de Pascuas de Pentecostés se celebraban misas cantadas y procesiones. Coin­cidiendo con dichos días, continúa el informe, se celebra­ba una feria a la que concurrían mercaderes de paños, telas, quincalla y bujerías, todos ellos atraídos por el principal negocio que allí les convocaba: la venta de ganados. La feria tenía carácter comarcal, asistiendo vecinos de todo el partido y de numerosos pueblos de las provincias limítro­fes (20). También tenía carácter comarcal la devoción a la Virgen de Guaditoca, con cofradías en Ahillones, Berlanga y Valverde, circunstancia que levantó una fuerte polémica en 1792, cuando por decisión del cabildo guadalcanalense la feria se trasladó a la villa (21).

También extramuros de la villa, como a legua y media de distancia, se localizaba la ermita de Santa Marina, en la dehesa del mismo nombre. La descrip­ción de 1575 ya pone de mani­fiesto el lamentable estado de conser­vación que presenta­ba, por lo que no es de extrañar su inmediata desaparición:

"Es una ermita sobre tres arcos de ladrillo y el arco toral. La techumbre es de madera de castaño y alfarjías y rocas por tabla La capilla mayor es de madera de castaño y alfarjías y ladrillos por tabla; delante una reja de palo quebrada y vieja.

En el altar mayor hay una imagen de Santa María de bulto entero en un tabernáculo.

Junto a la dicha ermita está todo alrededor un colgadizo de madera de castaño y roca por tabla y parte descubier­to.

Junto a la dicha ermita está el aposento del ermitaño."

Dentro de la villa, en la colación de Santa Ana se encon­traba la ermita de San Bartolomé. El culto se reducía a misa y procesión en el día del santo. Sin bienes ni ermita­ño, los visitadores sólo anotan las limosnas de sus devotos.

También dentro de la villa, en la colación de Santa María y en la misma plaza que la Iglesia Mayor, se ubicaba la ermita de San Vicente (22). Se abría diariamente al culto para el rezo del rosario matutino, aparte de las celebraciones propias del día del santo protector (23).

Finalmente, extramuros de la villa, en uno de sus arra­bales se localizaba la ermita del Santo Cristo, cuya velada y festividad tenía lugar el 14 de sep­tiembre.

 

V.- COFRADÍAS

Eran asociaciones religiosas bajo la juris­dicción ecle­siásti­ca y, por tanto, acogidas a la reglamenta­ción del Derecho Canónico. En cuanto a su origen fundacional, existían cofradías abiertas a cual­quier aspirante o cerradas, pudien­do, unas y otras, agrupar a hermanos vinculados a un barrio, parro­quia o gremio profesional.

Tenían como finalidad proponer la celebración de cultos en honor de los titulares (Cristo, la Virgen o sus santos), enri­quecer espiritualmente a sus asociados y ejercer la caridad cristia­na entre cofrades y necesita­dos en general. Según el predominio de uno u otro, se podían establecer diferentes modalida­des: sacra­mentales, penitencia­les, de gloria y gremia­les.

Las hermanda­des sacramentales proponían el culto al Santísi­mo Sacramen­to, devoción habitual en los pueblos de nuestro entorno cultu­ral. En este grupo hemos de incluir la Hermandad y Cofradía del Santísimo Sacramento (parroquia de Santa María), la Cera del Sacramento (Santa Ana) y la Hermandad de la Cofradía del Santísimo Sacramento (San Sebastián). Esta última, con 150 hermanos, parece ser la más popular de entre las de su natura­leza. Cada una de ellas disponía de un bacín (cepo) particu­lar en su parro­quia, sosteniéndo­se además con la cuota de sus hermanos. No aparece entre sus gastos ninguna partida destinadas a pobres, consumiendo el presupuesto en la lámpara de aceite que perennemente ilumina­ba al Santísimo, en la ayuda a curas y sacristanes por su participación en los actos festivos, en la cera de la proce­sión del Santísimo y en la instala­ción del monumen­to el día del Corpus.

Las cofradías peniten­ciales quedaban bajo la advocación de distintas escenas de la pasión de Cristo, o recogían algunos de los sufri­mientos, dolores y angustias de su Santa Madre. Los días mayores se locali­zaban en la cuaresma y Semana Santa, momentos en que se manifestaba plenamente sus activi­dades religio­sas y carita­ti­vas. A finales del siglo XVIII sólo concurrían en Guadalcanal las cofradías de la Vera Cruz, Jesús Nazareno y la Soledad.

Las de gloria veneraban a la Virgen gloriosa o a algún santo protector. En Guadalcanal estaban presente la Hermandad de la Concepción de Nuestra Señora, la de Santiago y la de la Caridad, estas dos últimas administrando sendos hospitales.

 

Notas.-

(20) Más adelante, futuro convento del Santiespíritu, donde se acogía una de las dos comunidades de religiosas clarisas presentes en la villa.

(21) La proliferación de instituciones de esta naturaleza propiciaba la existencia de un centenar de clérigos en la localidad, según ya comenté en otros artículos publicados en esta misma revista.

(22) LÓPEZ, T. Censo de población de las provincias partidos de la Corona de Castilla en el siglo XVI, Madrid, 1829.

(23) HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, S. “La Capilla de San Vicente Ferrer de Guadalcanal y la antigua Hermandad del Rosario de la Aurora”, en Revista de Feria y Fiestas. Guadalcanal, 2000. El autor nos pone en los antecedentes y vicisitudes que afectaron a dicha ermita y hermandad, para satisfacción de los guadalcanalenses interesados por su historia.


Manuel Maldonado Fernández (Trasierra 2004)

Revista de feria de Guadalcanal 2004

domingo, 27 de diciembre de 2020

Las minas de Pozo Rico

"Señora, la Mina de Guadalcanal en Sierra Morena da cada día a Vuestra Alteza más de tres mil ducados de plata” 

De esa manera se expresaba San Francisco de Borja a Doña Juana de Austria, hija del Emperador Carlos V, en el año 1558.
Las minas del Pozo Rico fueron en aquellos tiempos el caudal que alimentó a España para sus grandes empresas y conquistas; caudal que no consiguieron agotar los antiguos porque, hipotéticamente, es muy posible que aún quede mineral argentífero en sus interiores, basándome, repito, para esta hipóstasis, en las versiones que sobre el tema dieron algunos estudiosos de la época, versiones que a la par que ayudarán a trazar la historia de estas famosas e importantes minas.
De remotos tiempos solamente sabemos lo que nos dice Menéndez Pidal en su
“Historia de España”: “Yacimientos casi exclusivamente de plata son los de Guadalcanal los cuales fueron explotados por cartagineses y romanos y probablemente a los árabes”
Es a partir del siglo XVI cuando comienza la época del resurgir y máximo apogeo estas minas. Redescubiertas por Gonzalo Delgado, vecino de Guadalcanal, en el año 1551 en los pagos del Molinillo, fueron trabajadas de forma particular y rudimentaria hasta 1555; el 5 de diciembre de ese mismo año y, mediante renuncia y cesión de todo derecho y acción sobre ellas a favor del Emperador Carlos les fue concedido el privilegio de asentarlas a los Condes Fugger (Fúcares), famosos financieros alemanes, que ya tenían, en su poder el gobierno de las de Almadén, y que las explotaron hasta su total abandono. Según el autor Alonso de Carranza, fueron treinta y seis los años trabajados en la mina; para Guillermo Bowles son ochenta y cuatro. De cualquier forma, el rendimiento que de ella se sacó, y la cantidad de mineral que se extrajo de sus once pozos (Pozo Rico, Campanilla, Devanadera, Cuarto, Quinto, Traviesa, Mineta   Gran Campaña, Red, Contramina y San Antonio) fue muy superior a lo normal; “que rendía el quintal del metal de ella de toda broza a la mitad de plata, y mucho más...”, nos dice Carranza en su libro.
También don Juan de Tejada, que por Real Orden visitó la explotación en 1556, encontró "no sólo por experiencias repetidas que él mismo hizo, más por testimonio de hombres peritísimos en el arte metálica y minera, una de las más fecundas y una fecundas y ricas de cuantas hasta entonces se conocían en el mundo". Y volviendo a Alonso de Carranza que, en su obra "Tratado de Moneda en España", continúa diciendo: "   que de ella se sacaban cada semana una con otros sesenta mil ducados, que, en dichos treinta y seis años de su labor, montan sobre ciento y doce millones". Dejo al propio cálculo del lector lo que esta cantidad representaba en aquellos días; tengamos en cuenta que el ducado era una pieza de oro cuyo valor oscilaba entre siete u ocho pesetas. En es­tos libros se habla de ducados de plata, pero no quiere decir que esta moneda se acuñara en este metal, sino que era, simplemente, su equivalencia.
Más importante aún se puede considerar el comentario que hace el Cardenal Cienfuegos, el cual hablando de esta mina nos doce que "era en aquel tiempo la fuente preciosa de donde bebía su riqueza España'.
Guadalcanal, este bendito pueblo que albergó en sus entrañas tanta y tanta riqueza no encontró en sus minas la más mínima fuente de beneficios.
Las reatas cargadas con la plata salían del Molinillo a través del Camino Real por la Atalaya y el Postigo iban a dar a la Ribera de Benalija para continuar viaje a Sevilla. De Guadalcanal no salió ni la mano de obra; mineros especializados venía de Almadén y para los trabajos duros compraban esclavos negros en las ferias de Zafra. Guadalcanal sólo era para sus minas un extraño que, al otro lado de la Sierra del Puerto, servía de parada y fonda cuando algún contable de S. M. las visitaba, solamente recibió una vez cierta cantidad, ignoro el porqué, la cual se empleó en ce las campanas de Santa Ana. Guadalcanal...  ¡ese gran extraño!, que contemplaba pudoroso cómo su riqueza se iba por derroteros que no eran los suyos.
Alrededor de la mina se formó un pequeño pueblo que lo describe muy Carranza cuando añade "Y que respecto de ser tan grandiosa se fundó junto a ella un lugar muy cumplido con calles formadas, y mesones, y tiendas de mercaderes, carpinteros, herreros y otros trabajadores; donde concurría mucha gente, particularmente a los mer­cados francos que había entre año". Las ruinas que aún quedan así lo atestiguan, de­mostrando a su vez la independencia y desligamiento entre la explotación minera y nuestra Villa.
La plata de Guadalcanal se destinaba a grandiosas empresas. Tiempos eran aque­llos de conquistas y descubrimientos. Tiempos, cuando en los dominios de España no se ponía el Sol. Tiempos del Rey Felipe II que construyó el Monasterio de San Lo­renzo muy cerca de Madrid. Referente a esta obra en la "Historia de la Casa de Herrasti", página 264, se dice que: "esta, mina había producido ocho millones de pesetas, cuya suma se empleó con otras en la fábrica del Escorial". Tiempos, en que a la an­tigua Hispania llegaban barcos y galeras procedentes del Nuevo Mundo cargados con fortunas inmensas.
Y quizás fuera éste uno de los motivos que ocasionara el fin de las Minas de Guadalcanal. El Reino de España, ciego por los tesoros de América, descuidó en gran parte la administración de las mismas. Los Fúcares, al amparo de esta desidia, se encargaron de que la riqueza que salía de ellas fuera a parar al otro lado de nuestras fronteras e intereses. Dentro de los mismos pozos instalaron una fábrica de moneda clandestina. La acuñación de piezas de plata les permitía evadir más fácilmente el capital que de ellas se obtenía. Al cabo de los años, allá por el 1634, el gobierno de S M. se propuso incautar la explotación dado el poco beneficio que parecía producir.
Los Fúcares, por aquel entonces descendientes de los Condes, pensando en posibles represalias y en que el peso de la Justicia caería sobre ellos, inundaron una de las galerías produciendo adrede el hundimiento del pozo principal (el Rico) y abandonaron el Molinillo en 1635. Reinaba por entonces D. Felipe IV.
Pero volvamos a lo que nos dice Carranza, que nos deja en extrema perplejidad sus palabras: "...y que al tiempo que se hundió el pozo, la mina había, mostrado riqueza que nunca".
Cabe preguntarnos, ¿por qué se dejó de trabajar en Guadalcanal? Guillermo Bowles inspector de Carlos III, que visitó la mina en 1758, nos da la respuesta más lógica "...que la abundancia, de la plata en las Américas hizo olvidar los trabajos de y la política persuadió que debían reservarse para cuando aquéllas pudieran faltar”
¡Y claro que faltaron!  Pero desgraciadamente, desde que se fueron los Fúcares manera poco convincente, dejándolas en total olvido, nadie se ha preocupado de investigar más a fondo por qué las Minas del Molinillo, las MINAS DE PLATA DE GUDALCANAL, se quedaron en ascuas de borrajas.

Juan Bautista RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ

Revista de feria 1980