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sábado, 16 de noviembre de 2024

Guadalcanal Monumental 6


La Iglesia de Santa Ana

1.Introducción. –
    Como es de todos conocido, la iglesia de Santa Ana de Guadalcanal, sometida a un proceso de restauración a lo largo de los últimos años, es edificio de gran interés arquitectónico, pero de poco conocida historia, habiendo sido muy mermado su primigenio patrimonio artístico a raíz de los desgraciados sucesos de la Guerra Civil.
    Siguiendo nuestra línea de puesta en valor del elenco monumental de la localidad queremos trazar en esta ocasión una visión panorámica de la historia y el arte de este templo, engarzando una serie de datos sobre sus vicisitudes históricas con la descripción de sus valores arquitectónicos y la evocación de las piezas artísticas desaparecidas que ornamentaron su hoy vacío interior, que a pesar de todo constituye una destacada muestra de la arquitectura medieval de la comarca de la Sierra Norte.

2. Descripción arquitectónica. -
    Tal como ha llegado a nuestros días, la arquitectura de la iglesia de Santa Ana expone elocuentemente las diferentes fases por las que atravesó su construcción y los estilos en boga en cada una de ellas, en un largo proceso que partiendo de la Baja Edad Media se introduce en el Renacimiento y el Barroco, dando como resultado la combinación en el templo de una serie de elementos de diferente fecha y estilo, cuya secuencia ha sido analizada, precisamente a raíz del reciente proceso de restauración del templo, por Miguel Ángel Tabales Rodríguez y Carmen Romero Paredes, cuyas conclusiones sintetizaremos en estas líneas (1). Aunque la tradición local identifica una mezquita en el emplazamiento del templo, las excavaciones arqueológicas realizadas en el edificio cuando las obras de restauración no han arrojado materiales anteriores al siglo XV ni han puesto al descubierto vestigios islámicos anteriores a la iglesia, aunque las transformaciones sufridas por el edificio en épocas posteriores han podido eliminar las huellas del edificio musulmán.
    Entre el siglo XIII y la primera mitad del XV se acomete la construcción de un ambicioso templo, comenzando la obra por un ábside poligonal muy arcaico, del que sólo ha perdurado la cimentación, flanqueado por dos dependencias de planta cuadrada, y que vendría a unirse a una nave preexistente - ¿resto de la mezquita almohade? - que se pensaría derribar para levantar en su lugar otra nueva en consonancia con la cabecera y por tanto más acorde con los cánones estéticos del arte cristiano medieval.
    Sin embargo, la falta de medios económicos retrasó la conclusión de este proyecto constructivo hasta los últimos años del siglo XV, época a que se remontan las 'noticias documentales más antiguas que conocemos. En efecto, el informe de la Visita Canónica de 1494 señala que el templo estaba sin abovedar, ni siquiera la capilla mayor, cubierta su nave con madera tosca con cañas y teja encima, abriéndose a la entrada de la iglesia un portal con arcos de cal y ladrillo, techado igual que la iglesia (2). El resultado final de estas obras fue por tanto un templo de nave única, de gran anchura, dividida en cinco tramos por medio de arcos transversales apuntados de gran luz, cubierta con armaduras mudéjares de par y nudillo decoradas con estrellas de ocho puntas, menados moldurados y elementos florales policromados, uniéndose a una cabecera constituida por un ábside de menores dimensiones que el primitivo (al perder espacio en beneficio del primer tramo de la nave) unido a su vez a las dos dependencias laterales antes citadas, convertidas en capillas, dedicadas en el futuro a San Ignacio de Loyola y la Virgen del Carmen, a izquierda y derecha respectivamente del presbiterio. A los pies de la nave comenzaba a levantarse, con gran lentitud, la torre campanario sobre el muro testero, aprovechado del edificio primitivo, levantándose delante del muro derecho o de la Epístola un pórtico articulado por tres arcos ligeramente apuntados encuadrados por alfices que arrancan de pilares ochavados, de características típicamente mudéjares (3).
    Este esquema de nave única articulada por medio de arcos transversales apuntados y cubierta con techumbre de madera es muy representativo no sólo de la arquitectura medieval de la comarca, sino también de otras zonas vecinas, como la Baja Extremadura y las sierras de Huelva y Córdoba, teniendo en Guadalcanal otra buena muestra del mismo modelo en la parroquia de San Sebastián, de la que nos hemos ocupado en otra ocasión en esta misma revista. De construcción rápida y barata por los materiales empleados mampuesto, ladrillo y madera, este modelo de templos serranos, todavía mal estudiados y que parecen ponerse de moda a partir de 1400, se va a extender a otras zonas; como las comarcas levantinas y las tierras del reino de Granada, zona esta última donde a raíz de la reconquista y bajo la iniciativa de los Reyes Católicos se van a levantar iglesias de estas mismas características.
    Otro elemento muy habitual en este tipo de templos de la Sierra es la torrefachada, cuyo fuste o caña arranca sobre el ingreso situado a los pies de la nave, componiendo un imafronte de gran verticalidad de líneas al unir visualmente con gran sentido ascensional la entrada y el campanario. La de la parroquia de Santa Ana corona su esbelto fuste con un cuerpo de campanas en el que se abren arcos de medio punto con baquetoncillos apilastrados enmarcando los vanos, siendo el remate un chapitel de tipo piramidal.
    En el paso del siglo XV al XVI se acometen otras intervenciones en el templo, adosando nuevos espacios a la nave o reformando lo recientemente levantado. En esta época puede encuadrarse la torre comentada y la construcción, a los pies de la nave, de la actual Capilla Bautismal, de planta cuadrada y cubierta con falsa bóveda de ladrillo sobre pechinas y solada con pavimento de olambrillas. Otras dos capillas se levantan adosadas al muro izquierdo o del Evangelio, ambas de planta cuadrada y comunicadas con la capilla abierta con anterioridad al brazo del crucero. El interior de la iglesia adquiere un nuevo aspecto gracias a la reforma de las cubiertas (que en algunos tramos incorporan armaduras de par y nudillo con ladrillos sobre las alfarjías), y al programa decorativo gótico a base de pinturas murales al temple, que representan escenas aisladas sobre un fondo general blanco, de las que se han podido identificar una imagen femenina con nimbo y túnica roja, San Cristóbal con el Niño Jesús, y la Virgen y un abad entronizados con un fondo de cortinajes rematados por una crestería y caracteres góticos no descifrados. Ya entrado el siglo XVI se emprenden otras obras de menor consideración, como el pórtico lateral antes comentado, y el coro, que en 1575 se apoyaba sobre un pilar grande de piedra (4)
    De esta forma, el templo había llegado a su plenitud funcional, al disponer de todos los elementos espaciales y estructurales para atender las necesidades religiosas de la comunidad, habiendo culminado el proceso de reformas en su interior. La iglesia resultante es de nave única articulada por arcos transversales y cubierta con armaduras mudéjares, contando además con torre fachada y escalera de caracol, varias capillas laterales, unos pórticos laterales en las zonas más afectadas por la lluvia y una relativamente rica decoración pictórica recubriendo los paramentos interiores.
    Sin embargo, la llegada del Barroco no se resistió a dejar su huella en la iglesia de Santa Ana, máxime al contrastar su austero interior gótico - mudéjar con la riqueza del nuevo estilo, que comenzaba a enmascarar las viejas construcciones medievales con los sinuosos ropajes ornamentales de la nueva estética. De esta forma, a mediados del siglo XVII la ornamentación mudéjar dio paso a un programa pictórico más colorista y dinámico, al decorarse los pilares con roleos y molduras, y representarse en la entrada de la capilla del Carmen las figuras de San Pedro y San Pablo. Se van a levantar nuevas bóvedas vaídas o semiesféricas en las capillas colaterales al presbiterio, ya dedicadas a San Ignacio y la Virgen del Carmen, respectivamente, al tiempo que las portadas exteriores adoptan programas decorativos clasicistas a base de pilastras que encuadran arcos rebajados y sustentan frontones partidos con hornacinas y remates piramidales. Y finalmente se acomete la gran reforma esperada desde mucho tiempo antes: la sustitución de la primitiva cabecera gótica, todavía en pie y en malas condiciones, por un nuevo presbiterio o capilla mayor de planta cuadrada, de grandes dimensiones y cubierta por una gran bóveda semiesférica. A partir del siglo XVIII se acometerán otras intervenciones de menor cuantía, como la erección de la tribuna a los pies de la nave, reformas en las cubiertas y pavimentación, etc.

3 El desaparecido patrimonio artístico.
    La antigua parroquia de Santa Anafre cobijando entre sus muros un completo patrimonio artístico integrado por retablos, esculturas, pinturas, piezas de orfebrería y ornamentos sagrados de diferente época y estilo, en su mayoría destruidos en los lamentables sucesos de 1936.
    Ya desde los mismos días de la construcción del templo, la Orden de Santiago se fue preocupando de dotarlo del correspondiente ajuar litúrgico. Así, la Visita Canónica de 1494 nos proporciona un minucioso listado de vasos sagrados y ornamentos, al tiempo que se señala la existencia de varios altares: el mayor, presidido por la escultura de Santa Ana tríplex, es decir, la representación de la Abuela de Cristo siguiendo aquella vieja fórmula iconográfica de raigambre medieval que muestra a la Santa llevando en brazos a su Hija y ésta a su vez al Niño Jesús; el de la Virgen con el Niño; el de Santa Brígida, con imagen de esta advocación; el de San Bartolomé, con efigie y pintura de este santo, más una tabla pintada con el tema de la Santa Cena; y otro de la Virgen con el Niño, acompañada por la figura de Santa Lucía. Debajo de uno de los arcos del coro se situaba una viga sobre la que descansaba un grupo escultórico del Calvario (5)
    Ya en el siglo XVI se anotan algunos encargos de obras para esta iglesia. En agosto de 1571 el entallador Antonio Florentín concierta la hechura de un retablo, cuya realización se retrasó varios años, motivando un pleito con otro artista, Hans de Bruselas, que no se zanjó hasta cuatro años después, cuando Florentín se compromete a ejecutar una imagen de la titular de la iglesia (6)
    Por desgracia las obras mencionadas en estas noticias documentales han desaparecido, como todas las que se repartían por los muros del templo que nos ocupa; destruidas en su mayoría en 1936. Aunque en la posguerra se repusieron algunas piezas aprovechando elementos de retablos desaparecidos, en la última restauración se han redistribuido entre otros templos de la localidad. Gracias a un inventario de 1924 (7) a los trabajos de los profesores Hernández Díaz y Sancho Corbacho s podemos hacernos una idea de este patrimonio perdido y su situación en el templo.
    Presidía el presbiterio el retablo mayor, con la imagen de la Titular, flanqueada por San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, situándose en el ático un Crucifijo y las imágenes de San Cayetano y Santa Rosalía. Ya por la nave seguían, por el muro izquierdo o del Evangelio, el altar de San José y la capilla de San Ignacio de Loyola, en cuyo retablo se veneraban, junto al fundador de la Compañía de Jesús, la Virgen de los Dolores, San Antonio y un valioso Crucifijo de marfil, al que después nos referiremos. A continuación, las capillas del Cristo del Socorro, con pintura de Cristo Crucificado y una imagen de talla de la Virgen; y la de la Virgen de Gracia, en la que además recibía culto el Cristo de los Desamparados. En el pilar que separaba ambas capillas se situaba el retablo de las Animas. Al final de la nave se ubicaba el coro, con sillería compuesta por veintiún asientos, facistol y dos banquetas. Pasando al muro contrario o de la Epístola, se encontraban en primer lugar dos altares: el de San Marcos, con las imágenes de dicho Evangelista yolas de San Joaquín y San Bartolomé; y el de la Virgen de Belén, con "valiosísimo cuadro representando a la Santísima Virgen dando de mamar al Niño Jesús", atribuido a Alonso Cano en el inventario de 1924. Seguía la capilla del Sagrario, cuyo retablo presidía la Virgen del Carmen, acompañada por San Juan Bautista y San Miguel, situándose sobre una mesa el Cristo de las Misericordias. Y próximo al presbiterio; el altar de la Purísima, con la Titular y San Andrés y San Juan Nepomuceno, situándose no lejos una urna con la imagen de San Joaquín.
    En la sacristía se conservaban algunas piezas de orfebrería de los siglos XVII y XVIII, como una custodia procesional, un viril, un cáliz y una cruz parroquial, y algunos ornamentos de igual cronología, como varias casullas y dalmáticas.
    Como antes señalamos, en la posguerra se recompusieron varios retablos con elementos de otros desaparecidos, especialmente con los restos del mayor de la parroquia de San Sebastián y el de San José de la de Santa María. Desmontados a causa de las obras de restauración, sólo restan en el templo, como elementos destacables, la lápida situada junto al presbiterio, con inscripción alusiva al enterramiento de Juan de Castilla y sus herederos; la pila de agua bendita, realizada en barro, con interesantísima decoración mudéjar de motivos vegetales; la pila bautismal, igualmente mudéjar, realizada en piedra con forma hemisférica, y el púlpito, en hierro forjado, del siglo XVIII. Los fondos documentales del archivo parroquial de Santa Ana se conservan integrados - junto con documentación procedente de San Sebastián - en el de la parroquia de Santa María, arrancando su cronología desde el siglo XVI (9).
    En la misma parroquia se conserva un interesante Cristo de marfil, obra ejecutada en Flandes en la segunda mitad del siglo XVII, que estuvo expuesta en la Exposición Iberoamericana de 1929 (10), como elocuente testimonio de las riquezas que albergó esta histórica iglesia de Santa Ana, cuyo recuerdo hemos querido traer a estas páginas.

Notas.-
(1) (TATABES RODRIGUEZ, Miguel Ángel — ROMERO PAREDES, Carmen: " Investigaciones arqueológica en la iglesia de Santa Ana de Guadalcanal", en Anuario Arqueológico de Andalucía (1996). Sevilla, 2001. Págs. 486 — 505; " La Iglesia mudéjar de Santa Ana de Guadalcanal (Sevilla). Análisis constructivo ", en Actas del V Congreso de Arqueología Medieval Española (Valladolid, 22 a 27 de marzo de 1999). Junta de Castilla y León, Valladolid, 2001. Págs., 879-895. (2) MUÑOZ TORRADO, Antonio: " Visitas hechas a los pueblos de Andalucía, León y Extremadura de la referida Orden (de Santiago) ", en Boletín de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, tomo IX, n ° 47 (1925), Pág. 97; FLORES GUERRERO, Pilar: El arte del Priorato de San Marcos de león de la Orden de Santiago en los siglos XV y XVI: arquitectura religiosa. Universidad Complutense, Madrid, 1987. Vol. I, pig. 483.
(3) HERNANDEZ DIAL, José — SANCHO CORBACHO, Antonio — COLLANTES DE TERAN, Francisco: Catálogo arqueológico y artístico de la provincia de Sevilla, Vol. IV. Sevilla, 1955. Pág. 218; V.V. A.A.: Guía artística de Sevilla y su provincia. Diputación Provincial de Sevilla, 1981. Pág. 581; Inventario artístico de Sevilla y su provincia. Madrid, 1982. Vol. I, Págs. 156 - 157; HERNANDEZ DIAZ, José: "'Informes, propuestas sobre monumentos andaluces (I) `'l, en Boletín de Bellas Artes, XV (1987), Págs. 245— 246; V.V. A.A.: Edificios de tradición mudéjar en Andalucía. Consejería de Cultura, Sevilla, 2000. Págs. 87 — 88; ANGULO IÑIGUEZ, Diego: Arquitectura mudéjar sevillana de los siglos XIII, XIV y XV. Ayuntamiento de Sevilla, 1983. Págs. 130 y 157.
(4) FLORES GUERRERO. Pilar Op. cit., pág 483.
(5) MUÑOZ TORRADO, Antonio: Op. cit., Págs. 94-95; MENDEZ VENEGAS, Eladio: " Una Visita de la Orden de Santiago al Provisorato de Llerena de la Diócesis de Mérida — Badajoz: aspectos artísticos en ella señalados ", en Memoria Ecclesiae, vol. XVII (Arte y archivos de la Iglesia, II). Oviedo, 2000. Págs. 452 —453. Ç
(6) SOLIS RODRIGUEZ, Carmelo: " Escultura y pintura del siglo XVI ", en Historia de la Baja Extremadura, vol. I1. Badajoz,1986. Págs. 596-597; FLORES GUERRERO, Pilar: Op. cit., Pág. 483.
(7) ARCHIVO GENERAL DELARZOBISPADO DE SEVILLA, sección IV. (Administración General), serie Inventarlos, legajo 693. 8 HERNANDEZ DIAZ, José — SANCHO CORBACHO, Antonio: Edificios religiosos y objetos de culto saqueados y destruidos por los marxistas en los pueblos de la provincia de Sevilla. Sevilla, 1937. Pág. 129. 9 V.V. A.A.: Catálogo de los archivos parroquiales de la provincia de Sevilla. Banesto, Sevilla, 1992. Vol. I, págs. 561 — 574.
(8) ESTELLA MARCOS, Margarita: La escultura barroca de marfil en España. Las escuelas europeas y las coloniales. C.S.I.C., Madrid, 1984. Vol. I, págs. 89 — 90.
(9) V.A.A.: Catálogo de los archivos parroquiales de la provincia de Sevilla. Banesto, Sevilla,1992. Vol. 1, págs. 561— 574.
(10) ESTELLA MARCOS, Margarita: La escultura barroca de marfil en España. Las escuelas europeas y las coloniales. C.S.I.C., Madrid, 1984. Vol. I, págs. 89-90.

Salvador Hernández González
Revista de Feria 2003

sábado, 9 de noviembre de 2024

El poeta tinajero

 


La voz tinajera de Guareña

 LUIS CHAMIZO (1894-1945) “-

¿Quién te jizo campesino, desgraciao?
¿Quién te trujo pa estos cerros?
Güervete pa tu Sanroque deseguía,
güervete pa tus tinajas, tinajero?”

           Luis Chamizo -como nos decía el académico Ortega Munilla en el prólogo de -El miajón de los castúos- es ocasionalmente poeta y fundamentalmente tinajero. Es decir, que su verdadero oficio en la sociedad, es construir, allá en sus talleres de Guareña, recipientes para el aceite y para el vino. El poeta tinajero ha querido contar cosas de su raza, en el estilo de su raza, con el decir de los rudos extremeños. Luis Florencio Chamizo Trigueros nace en Guareña, provincia de Badajoz, el 7 de noviembre de 1894.

            El padre de Chamizo comenzó su vida pobremente y trabajó porque la tinaja ventruda se estilizase. El padre de Chamizo, el inventor de la tinaja cilíndrica, fue un revolucionario de la alfarería. A muy temprana edad Chamizo compone sus primeros versos. El poeta de Extremadura se traslada a Madrid, donde cursa el bachillerato, que finaliza en Sevilla, donde prosigue los estudios de Perito Mercantil.

            En los veranos de estudiante frecuenta Guareña y realiza visitas a la finca de su padre en Valdearenales. También visita la finca de Valdelapeña, donde se relaciona con varias familias de pastores. A los veinticuatro años termina la licenciatura en Derecho y vuelve a su pueblo natal y se dedica a la venta de tinajas, especialmente en la provincia de Ciudad Real. Posteriormente se colocó de pasante en la notaría de Victoriano Rosado Munilla.

En 1913 escribe la poesía “En el remanso”, en lengua castellana, que es la primera de la que se tiene noticia del poeta.

            Posteriormente escribe Vibraciones, libro que permanece inédito, y en el que se aprecia la influencia de Rubén Darío y de otros poetas modernistas. Colabora en el periódico La Semana en Don Benito. En 1921 marcha a Guadalcanal, provincia de Sevilla, donde conoce a Virtudes Cordo Nogales, con quien contrae matrimonio al año siguiente. Tuvieron cinco hijas. En 1924 es elegido, circunstancialmente, alcalde de Guadalcanal, en ese mismo año, es designado miembro de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras. Durante los primeros meses de la guerra civil provocada por la rebelión militar del 18 de julio, Chamizo estuvo escondido en Guareña en uno de los hornos de cocer conos, protegido por los obreros de su alfarería, y pasó el resto del periodo de la guerra en Guadalcanal con su familia. Terminada la guerra civil marcha a Madrid y trabaja en el Sindicato de Espectáculos. Luis Chamizo muere en Madrid, el 25 de diciembre de 1945.

            El cadáver fue trasladado al cementerio de Guareña, conforme al deseo expresado por el poeta. El poeta tinajero, mientras sus máquinas laboran, allá en un cuartito de su casa escribe. Escribe copiando la manera de hablar de los trabajadores extremeños. Y viaja el poeta para vender sus tinajas, y anda por las montaneras y por las dehesas, y pernocta a veces en chozas pastoriles, y se satura del espíritu racial en la conversación de los mercados. Y luego, de todo este caudal de ideas, de sentimientos y de frases expresivas, él realiza el empeño noble de convertir en páginas perdurables lo que de otra suerte quedaría en el olvido. Y además dignifica, ennoblece, cubre de gloria esas maneras de la actividad del pueblo extremeño.

            Chamizo, en frase de Zamora Vicente, representa para la región extremeña “la mejor voz del terruño”. Chamizo contactó con el movimiento modernista a través de Salvador Rueda, Villaespesa, Carrere, Amado Nervo, etc. Coetáneo de la generación del 27, Chamizo siguiendo la línea de Gabriel y Galán y de Vicente Medina, cultivó el localismo en dialecto popularista. Su obra poética dedicada a cantar el terruño materno comprende Poemas extremeños y El miajón de los castúos (Rapsodias extremeñas) (1921). En 1942 apareció su poema épico Extremadura. También es autor como hemos dicho de un drama rural, Las brujas (1932). En 1967 se editó en Madrid una antología poética con el título de Obra Poética Completa. Todavía permanecen inéditas una zarzuela andaluza, Gloria, y una zarzuela extremeña, Flor de Luna. El poeta Chamizo tiene el secreto de la expresión brava. Tiene también el secreto de la expresión tierna. El feliz tinajero de Guareña posee dos cualidades eminentes y dominadoras: la originalidad y la vehemencia expresiva. Y ha acertado recogiendo del ámbito extremeño sus dos modalidades: la energía y la delicadeza. En unos poemas de extrema sencillez, Chamizo supo captar el espíritu extremeño.

            Según un estudio de José Luis del Barco, profesor de la Universidad de Málaga, la autenticidad es para Chamizo el rasgo antropológico fundamental como se desprende del título de su obra más conocida,

            El miajón de los castúos. Luis Chamizo utiliza frecuentemente el término “castúo”. Así, en Compuerta, habla del “miajón que llevan los castúo por bajo e la corteza”. En Consejos del tío Perico, de “una raza / de castúos labraores extremeños”. En El porqué de la cosa, una mujer dice a su esposo, llena de alegría que habrá de darle un hijo que “será campusino mú castúo”. En El Chiriveje se refiere a los “muchachos castúos de tu tierra”. Expresiones parecidas aparecen en La viña del tinajero, donde habla repetidamente de “los castúos labraores”.

            Otras semejantes se pueden hallar, en fin, en diversos lugares del poema dramático Las brujas, así como en el poema Extremadura. Luis Chamizo nos ha enseñado que en las montaneras extremeñas hay un hálito espiritual maravilloso. Y él nos lo ha entregado. La queja extremeña late en la profundidad de su poesía:

 Semos probes, hija mía, porque icen
que son probes los que no tienen dinero:
semos probes, semos probes,
¡que sé yo! eso icen de nusotros, icen eso”.

            Pero su bellísimo poema La viña del tinajero es una prueba excelente de que el hombre puede sobreponerse a las circunstancias y de que su voluntad es un atributo poderosísimo para vencer los obstáculos sin abdicar de sí mismo como “ser que siempre decide lo que es”:

“Era sangre d’otras épocas su sangre;
sus agallas parecían d’otros tiempos;
era un hijo de estas tierras, de la raza
de castúos veteranos extremeños.
Y trunfó de lo que tanto se burlaron,
y trunfó de los que tanto se riyeron,
y las cepas dieron uvas
remojás con el süor del tinajero”.
Y es que, como dijo el poeta “mú castúo”:
“¡Qué saben d’estas cosas
los señores aquellos!”

Francisco Arias Solís

La Comunidad

sábado, 2 de noviembre de 2024

Guadalcanal Monumental 5


Convento de la Concepción

          Convento de Franciscanas según un texto o Clarisas según otro, el de la Concepción, fundado por legado testamentario del indiano guadalcanalense Álvaro de Castilla y Ramos, otorgado el 11 de septiembre de 1641 en Guanajuato (México). Su apertura se produjo en 1649 con 11 monjas venidas del convento de la Concepción de Mérida del que tomó su nombre. Este Convento debió tener una enorme extensión, abarcando desde la actual Iglesia hasta el que se llamó Paseo de la Cruz, actualmente Avenida de la Constitución. A este respecto todavía recuerdo haber visto, hace unos cuarenta años, como las dependencias que daban a esta calle eran transformadas en garajes para camiones de gran tonelaje de la familia Gálvez. Parece de lo que antecede que es de este Centro religioso del que tenemos menos noticias y fuentes documentales.

            Aparte de los tres indianos mencionados en lo que antecede Julia Mensaque nos informó, en su trabajo citado, de la existencia de Teresa de Morales, guadalcanalense, vecina de Panamá, que legó 3.000 ducados para establecer una capellanía en la Iglesia Mayor de Santa María. Otras Capellanías fundadas por emigrantes guadalcanalenses a Indias han sido exhaustivamente documentadas por el investigador sevillano del CSIC Javier Ortiz de la Tabla Ducasse que enumera las siguientes personas como fundadores de estos legados: Alonso Bonilla, Alonso López de la Torre, Diego Ramos Gavilanes, Diego Ramos el Rico, Fernando Rodríguez Hidalgo, Juan Bonilla Mexías, Jerónimo de Ortega Fuentes, Luis Ortega Suárez, Antonio de la Bastida y Cristóbal de Arcos.   

            De los datos anteriores llama poderosamente la atención el contraste entre la religiosidad interna de los guadalcanalenses de los siglos precedentes, particularmente los que habían hecho las Indias, que estuvieron muy preocupados por la salvación de sus almas, con cuyo fin fundan los monasterios y capellanías en su pueblo natal, y la actual vivencia externa del hecho religioso, que se manifiesta en la Semana Santa y Romería, y que algunos sociólogos de guardia llaman “marcadores de identidad”.

            Llegado a este punto creí oportuno, con vistas a rellenar las enormes lagunas existentes, hacer una investigación en la Biblioteca Cardenal Cisneros de Madrid de los PP. Franciscanos, donde fui atendido amablemente por su director Padre Hipólito. La búsqueda en este Centro concluyó que no había nada relacionado con nuestro pueblo, pero dicho fraile tuvo la amabilidad de facilitarme la dirección de dos Centros regidos por su Orden, y otro de los Dominicos de la Provincia de Filipinas que tienen en Valladolid una Biblioteca que contiene fondos procedentes de la Desamortización de Mendizábal. Lamentablemente, en ninguno de los cuatro Centros me pudieron facilitar datos que completaran los anteriores. En cualquier caso, quiero agradecer desde estas líneas las amables respuestas que recibí de los Padres Franciscanos Hermenegildo Zamora del Santuario del Loreto (Espartinas), Jesús España del Santuario de Regla (Chipiona) y el Sr. C. Mielgo de la Biblioteca Estudio Agustiniano de Valladolid.

Concluyo estas líneas animando a los historiadores guadalcanalenses, profesionales y aficionados, tanto nativos como foráneos, a que hurguen en esta parcela de nuestra historia con el fin de completar la documentación existente y aportar las fuentes correspondientes que aún no han sido citadas.

FUNDACIÓN DEL HOSPITAL Y CONVENTO DE LA CONCEPCIÓN.

             A principios del siglo XVII vivía en las Indias un individuo llamado Pedro de Ledesma, el cual envió cierta cantidad de dinero para fundar en Guadalcanal, donde había nacido, un hospital y otras obras pías, nombrando por albacea a don Álvaro de Castilla.

            Llegada una suma de 40.000 ducados, juntamente con el testa­mento, a poder del consignatario Rodrigo de Castilla, hermano del cita­do albacea, como transcurrido algún tiempo y conforme a la voluntad del testador, ni dicho capital se había impuesto a renta, ni tampoco se había comenzado la erección de dicho establecimiento, en 10 de enero de 1613 un tal Francisco Torres recurrió ante el fiscal de la Casa de la Contratación de las Indias de Sevilla, a fin de que se ejecutase lo dis­puesto por Pedro de Ledesma en su testamento.

            Esta Audiencia comisionó, pues, a Cristóbal Chamorro para que viniera a Guadalcanal e investigara en el caso. Resultó, en primer lu­gar, que el denunciante no existía. Por declaración que hicieron ciertos testigos, se supo que don Álvaro de Castilla había marchado a Améri­ca, y por la que ofreció doña Isabel de Castilla, hija de don Rodrigo, pudo averiguarse que "en su poder hay treinta y cuatro mil ducados, enviados desde Indias por don Álvaro, y que Pedro de Ledesma hace diez y ocho años que vino de Indias a casa de Rodrigo de Castilla, su pariente".

            Añadió Chamorro en el instrumento que redactó que "esía gente (la familia de Castilla), que es tan poderosa y de tanto dinero", había tenido sospecha de que el albañil Juan Bautista Ruiz Callejón había sido el verdadero delator, quien, a su vez, por denuncia que contra él había presentado en el Juzgado de esta villa Baltasar Gómez Tamayo. fue encarcelado y preso en la cárcel de Cazalla de la Sierra.

            El 26 de febrero de 1613, el comisionado de la Audiencia de la Casa de la Contratación solicitó de uno de los alcaldes ordinarios de Guadalcanal hiciera las oportunas gestiones para que se le entregasen el prisionero y los autos correspondientes, a lo que se negó la autori­dad local. Les fueron entonces demandados por la propia Audiencia, obedeció puntualmente.

            Nada más sabemos de estos extraños incidentes. Consta documentalmente, en fin, de cuentas, que este año de 1613 se comenzó a labrar el hospital, "en la plazuela que sale a la calle Olleros", según lo sitúa una de las escrituras fundacionales, y así lo cita don Antonio Mu­ñoz Torrado en su pormenorizada y bien urdida historia de la Cofradía y santuario de la Virgen de Guaditoca.

            Como queda dicho, el albacea testamentario del instituidor de este hospital, don Álvaro de Castilla, emigró a las Indias y allí consiguió reunir una gran fortuna. Por su testamento, otorgado en Guanajato (Méjico) el 17 de septiembre de 1614, ordenó la fundación de un con­vento de religiosas, junto al recién construido hospital, a las que impuso la obligación de asistir a cuatro enfermos acogidos en el mismo, para lo que les asignó una renta anual de 500 ducados. Nombró por patraña a su mujer, doña María de Loja y Meneses y dispuso que a la muerte de ésta pasase el patronato a su hija Agustina Bermúdez de Meneses y sus descendientes, en cuyo defecto lo ostentaría su otra hija Leonor y sus herederos.

            Muerto don Álvaro de Castilla, su viuda otorgó una escritura el 19 de abril de 1616, en nombre propio y en el de sus hijas, como tutora y curadora de ellas, por la que mandó eximir a las religiosas del conven­to la obligación de curar y asistir a los pobres del hospital anejo y dero­gó la cláusula del documento fundacional según la cual las monjas de su linaje quedaban exentas de tributar a la comunidad.

            Doña María de Loja dotó la iglesia del convento -que ya se em­pezó a llamar de la Concepción- de la primera capellanía que en ella existió, para cuyo desempeño nombró al presbítero don Francisco de Sotomayor, según escritura de 19 de enero de 1619.

            El 17 de agosto de 1622 entraron en la clausura las religiosas sor Josefa Moreno, abadesa nombrada; sor Leonor del Espíritu Santo, sor Inés de San Gregorio y sor Olalla de Santiago, oriundas del con­vento de la Concepción de Mérida.

            Según el "Memorial" de 1646, "hay en el convento algunas reli­giosas que tratan de mucha virtud, oración y mortificación; tienen todo el año ejercicios eremíticos y otros ejercicios que un religioso de esta santa provincia de los Ángeles les dio, con que se recogen grandes medros espirituales en este nuevo jardín".

            Algunos indicios quedan hoy día de este convento (patios, arca­das, etc.) en casas inmediatas a la iglesia, que, afortunadamente y muy i a pesar de su abandono, se conserva en pie todavía.

            Esta iglesia, que posee una extraordinaria elevación, es de una sola nave, cubierta por bóvedas de cañón y lunetos y media naranja en el presbiterio. En el altar mayor labraron un retablo de yesería, que recuerda un tanto el estilo plateresco, y cubrieron su frontal y gradas azulejos sevillanos de cuenca, probablemente de acarreo, pues i de época muy anterior a la de la erección del templo.

            Pero lo que más destaca del edificio es la soberbia portada -hoy cegada- de la calle Concepción, de corte clásico, bien conservada.

 Hemerotecas

sábado, 26 de octubre de 2024

En la memoria

Luis Castelló Pantoja 1881-1964

            Breve reseña de este pundonoroso militar español y masón, perteneciente a la Gran Logia Ibérica Unida, cuyo caso fue uno de los más dramáticos de nuestra guerra civil, que desarrolló parte de su carrera militar en África, donde obtuvo la Cruz Laureada de San Fernando.

            Su fidelidad al gobierno republicano le hizo ocupar varios cargos de responsabilidad antes y durante la guerra civil, formó parte de las Juntas de Defensa en la II República, al iniciarse la Guerra Civil se hallaba al frente de la Comandancia Militar de Badajoz y jefe de la 2ª brigada de infantería con el grado de general.

            El 20 de febrero de 1933 fue nombrado Subsecretario de Guerra por Manuel Azaña, cargo que desempeñó en varias ocasiones, se mantuvo leal a la República, desempeñando el cargo de Ministro de la Guerra, en el gabinete de Giral, nombrado el 20 de Julio de 1936, hasta el 7 de agosto del mismo año, pasando a ocupar la Jefatura de la I División hasta octubre.

            El prestigioso historiador Ramón Salas, analiza su breve paso como máximo responsable del Ministerio de Guerra, “Castelló vio pronto que no pasaba de ser un ministro nominal, también allí había llegado la revolución y el poder lo ejercía en el Ministerio un comité constituido por el teniente coronel Hernández Saravia, los comandantes Hidalgo de Cisneros, Chirlandas y Mezquita, los capitanes Codón, Núñez Mata y Freire y el teniente Martín Blázquez”, pero lo cierto es que, trató de imponer su honestidad e hizo lo humanamente posible para poner orden en aquel caos sin conseguirlo.

            La salida apresurada de Badajoz, dejando allí a su mujer y a sus dos hijas y posterior detención y prisión de las mismas y la muerte de su hermano y su sobrino, fusilado por las milicias anarquistas en Guadalcanal, le hicieron entrar en una profunda depresión nerviosa y tuvo que ser ingresado en el sanatorio psiquiátrico de Leganés, terminando así su carrera política y militar y su participación en la contienda.

            Después de unos meses de internamiento en este centro se refugió en la embajada francesa, en la primavera del 37 consiguió salir de España, exiliándose en Francia, donde desarrolló actividades cívicas y culturales, siempre supeditado por su estado de salud, al no poder superar su salida de España y la pérdida de sus seres queridos.

            Fue detenido por los alemanes durante la II Guerra Mundial en 1942 en su exilio francés y devuelto a España, donde se le sometió a consejo de guerra y condenado a muerte, siendo indultado y puesto en libertad tres años después por las autoridades del régimen de Franco. Según comenta el historiador Cristóbal Zaragoza, más tarde se le otorgó el retiro y terminó sus días en Guadalcanal (Sevilla), donde todavía le quedaba familia.

Rafael Candelario Repisa

Fuentes. - Hemeroteca de ABC, Centro Estudios Turolenses y Reseñas del profesor Cristóbal Zaragoza

domingo, 20 de octubre de 2024

Guadalcanal Monumental 4

 

CONVENTO DE SANTA CLARA

             La sensible despoblación que Guadalcanal sufrió en el siglo XVI a causa de la emigración ya que muchos de sus hijos emprendieron a las Indias, perjudicó grandemente los intereses de esta villa, proporcionó en cambio, notables beneficios en el orden espiritual, como se vio por la larga serie de fundaciones de obras pías, instituciones religiosas y mandas para ayuda de los necesitados que efectuaron gran número de guadalcanalenses enriquecidos en el Nuevo Mundo.

            El convento de Santa Clara de Guadalcanal fue consecuencia devota y benemérita de estos hechos.

            El capitán Jerónimo González de Alanís, natural de esta villa, había pasado a las Indias hacia el año de 1538. Habiendo reunido una fortuna decidió hacer testamento el 19 de abril de 1584 ante Francisco Pliego, en la Plata (Perú) -debajo del cual murió veinte días después-, y por él ordenó que de su hacienda se tomasen 30.000 pesos de plata para la fundación de un convento de monjas de la observancia regular de Santa Clara en Guadalcanal, adscrito a la provincia de los Ángeles. Instituyó también la capellanía de dicho convento y un pósito, ajeno al mismo.

            Una vez el dinero en esta villa y en poder de la hermana del testador, doña Catalina López de Alanís, a quien nombró por patrona, se compraron 582.953 maravedíes, los cuales se impusieron sobre las alcabalas de Guadalcanal, Llerena y Azuaga, con autorización real, otorgándose la escritura correspondiente ante Agustín de Binaldo, en 19 de marzo de 1589.

            Por la escritura de fundación -que se leyó en esta villa en la escribanía de Fernando de Arana, el 4 de noviembre de 1589- cono­cemos ciertas normas por las que según la voluntad del instituidor había de regirse este convento. Consta en ella que la dotación de la capellanía sería de 400 pesos de principal, equivalente a 108.000 maravedíes, cuyo cargo ostentaría el clérigo pariente más cercano del fundador residente en Guadalcanal. A falta de parientes, pasaría la prebenda al sacerdote secular que nombrase el guardián del convento de la Piedad de esta villa, que lo era a la sazón Fray Antonio Delgado, quien en principio no hubo de usar esta facultad, pues fue primer cape­llán del nuevo cenobio don Juan López Rincón, hijo de la mencionada doña Catalina López de Alanís y de Cristóbal Muñoz, su marido. Se especifica asimismo en la escritura de referencia que el capellán debe­ría ser previamente examinado por el guardián del convento francisca­no de esta localidad de "ciencia y loables costumbres".

            Establecíase también que el patrono tendría una consignación anual del orden de los 100 pesos, equivalentes a 27.000 maravedíes, con obligación de dar al guardián de la Piedad 300 reales, así para gastos de ornamentos como para atención de las necesidades propia de la comunidad.             Por voluntad del testador, el patronato pasaría asi­mismo a un pariente suyo en la villa, siéndolo, tras la muerte de doña Catalina López, Diego de Fuentes.

            En cuanto a la entrada de las religiosas en la clausura, en fin, las parientes del fundador tenían derecho a abonar sólo la mitad de la dote.

            Pasaron algunos años.

            El 4 de marzo de 1591 llegó la licencia del Consejo de las Ór­denes para la erección del convento, en cuya fecha el Cabildo munici­pal, el entonces provincial del distrito angélico, Fray Diego de Espinosa, y los párrocos de las iglesias, juntamente con el guardián de San Fran­cisco y doña Catalina López, acompañados de otros religiosos y mucha gente principal de la villa, procedieron a la colocación de la primera piedra del edificio conventual, al que se llamó de San José, sito en la actual calle de Santa Clara, en casas que se compraron a Cristóbal Muñoz y a Hernando Rodríguez. Dio testimonio del acto el alcalde ordi­nario don Juan González Hidalgo.

            Concluida la construcción y dotación del edificio, el provincial de los Ángeles, que a la sazón lo era Fray Juan del Hierro -hijo preclaro de Alanís-, comisionó a Fray Alonso de Aspariegos para que fuese al convento de San Juan que las clarisas tenían en Belvis y trajera las monjas fundadoras, que fueron: Isabel del Espíritu Santo, abadesa nombrada; Juana de la Cena, vicaria; María de la Columna, María de la Transfiguración, Dionisia de la Encarnación y María del Pesebre.          

            El licenciado don Fernando Sánchez Duran, con autorización del provisor de Llerena, llevó el Santísimo Sacramento en solemne procesión al sagrario que en la capilla del convento se había deputado, entrando las religiosas en la clausura el 28 de abril de 1593.

 

Hemerotecas

 

sábado, 12 de octubre de 2024

Tal a vez Colón era negro, Señor


Cartas desde Whuzland/Quinta

Whuzland, octubre 2024

 

            Buenos días señor: Hoy quiero hablarle de mi color de piel y mi dialecto, señor, hace unos días, escuchaba por radio exterior de RNE las intervenciones de cuatro sesudos profesores y periodistas en el Instituto Cervantes de Utrecht, la cosa iba del mal uso del español en los medios de comunicación, SMS e Internet, ese idioma tan rico y universal en el que Vds. se expresan señor; Uno de los ponentes, un profesor sudamericano muy brillante, según su auto presentación, comentaba que hoy muchos jóvenes castellano parlantes no usan más de doscientas palabras en sus conversaciones, contaba una anécdota muy graciosa de uno de sus alumnos, el chico escribió un día en un ejercicio que Colón era negro, el profesor le recriminó y le preguntó de dónde había sacado semejante conclusión, Colón, añadió el maestro, era un marino genovés o español y en ninguno de los libros de Historia se menciona que fuera negro.

            No es cierto, señor, respondió el chico; lo dice claramente nuestro libro de texto: “Cristóbal Colón, un oscuro navegante...”.

            Se contaron muchas otras cosas interesantes en esa conferencia, por ejemplo, que muchos mandatarios sudamericanos se mofaban de un tal Evo Morales porque en sus intervenciones en español no utilizaba más de 150 palabras, pero nadie se para a pensar en que el dialecto materno del señor Morales no es el español sino el aimara o aymara y que seguramente en ese idioma se expresa mucho mejor, como yo en el mío, señor, igualmente se comentó que cuando miles de campesinos apoyaron con una marcha al líder boliviano (el de las pocas palabras), el periódico español El País, apenas le dedicó a la noticia un recuadro de tres centímetros por cinco y diez líneas (200 palabras aproximadamente), pero cuando un puñado de terratenientes protestaron contra el gobierno de Morales, el mismo periódico le reservó media página, otro de ellos comentaba jocosamente que leyera los discurso de un tal Fidel, que con su fácil verborrea podría estar tres horas hablando sin decir nada en perfecto castellano, claro que con dos horas de discurso el señor Morales se iba a repetir más que un gazpacho cargado de ajo, pienso yo, señor.

            Lo que más me impresionó fue el comentario de otro lumbreras que hizo sobre un libro de un periodista mexicano que investigó las manipulaciones de la prensa durante los gobiernos del PRI; Encontró este periodista investigador en los Archivos Generales de la Nación, en unas cajas abandonadas y sin clasificar, cuarenta folios con instrucciones para manipular al ciudadano, por su interés, le cito señor un párrafo de lo que allí se dice: “El ciudadano debe tropezarse con la propaganda a cada paso y esquina de su vida privada y de su vida de relación cotidiana y de trabajo, esto le inducirá a pensar en nosotros y no en las hordas marxistas, por la acción de la propaganda política podemos concebir un mundo dominado por una tiranía invisible que deberá adoptar la forma y que nosotros transformaremos en un gobierno democrático”. Esto sí que es verborrea, pienso yo, para no decir nada.

            Todo esto me lleva a pensar señor español, que si su idioma universal es rico y claro, no lo utilizan bien ni los de un lado ni los del otro del mundo. Ser moreno de piel, como le comentó Sarkozy a un insigne mandatario africano, entonces, lo mío  es una macha oscura fruto de alguna enfermedad tropical, para Vds. hablar bien o mal es pura semántica, ya que leyendo en sus periódicos los panfletos escritos de muchos de sus afamados políticos y periodistas, o escuchándolos en la radio, da la sensación que también estuvieron en aquella conferencia coloquio de Utrecht y que siguen al pie de la letra esas instrucciones aprendidas, hablar mucho para no decir nada o escribir poco para decir menos. Con todo respeto señor, se despide de Vd. un negro del cuerno sur de África que en su dialecto luzlandes solo utiliza no más de 200 palabras, eso sí, todos en la aldea entendemos lo que el otro expresa, por ejemplo.

 Vanhaez tersay (Respetuosos saludos),

Rafael Candelario Repisa.
La fragua del pensamiento

sábado, 5 de octubre de 2024

Guadalcanal Monumental 3

 

Iglesia de San Sebastián 

1.INTRODUCCIÓN.
    Como es de todos conocido, el mercado de abastos de Guadalcanal cuenta con la particularidad de hallarse instalado en el inmueble de la antigua parroquia de San Sebastián, edificio de gran interés arquitectónico pero de poco conocida historia y hoy totalmente vacío de su primigenio patrimonio artístico a raíz de los desgraciados sucesos de la Guerra Civil.
    Siguiendo nuestra línea de puesta en valor del elenco monumental de la localidad queremos trazar en esta ocasión una visión panorámica de la historia y el arte de este templo, engarzando una serie de datos sobre sus vicisitudes históricas con la descripción de sus valores arquitectónicos y la evocación de las piezas artísticas desaparecidas que ornamentaron su hoy vacío interior, que a pesar de todo constituye una destacada muestra de la arquitectura medieval de la comarca de la Sierra Norte.

2. DESCRIPCIÓN ARQUITECTÓNICA.
    Tal como ha llegado a nuestros días, la arquitectura de la Iglesia de San Sebastián revela las diferentes etapas por las que atravesó su construcción y los estilos en boga en cada una de ellas, en un largo proceso que arrancando de las postrimerías de la Baja Edad Media llega a alcanzar incluso el Barroco, determinando por ende la combinación de elementos de distinta cronología y filiación estilística.
    Las noticias documentales más antiguas que conocemos nos hablan de su fundación por el maestre Don Alonso de Cárdenas en torno a la década de los ochenta del siglo XV y muestran el templo en obras ya en los años finales de la centuria. En efecto, el informe de la Visita Canónica de 1494 señala que el templo se está construyendo con las limosnas de los vecinos y el dinero procedente de la asignación de sepulturas, quedando por cubrir una parte de la iglesia, que constaba de tres naves separadas por medio de arcos de ladrillo y cal; cuyas techumbres eran a base de madera tosca con cañas y barro y teja encima, situándose en la cabecera el presbiterio, cubierto con bóveda 1. En definitiva, un edificio que seguía la tipología gótico-mudéjar de templo basilical cubierto con techumbre lignaria en las naves y capilla mayor abovedada, modelo al que obedece en la misma localidad la parroquia de Santa María.
    Sin embargo, a mediados del siglo XVI se van a acometer importantes obras, responsables de buena parte de su fisonomía actual, por cuanto las tres naves que componían la iglesia de San Sebastián se van a reducir a una sola, al tiempo que se levantará un nuevo presbiterio o capilla mayor. En 1549 se está cubriendo la nave con techumbre de madera de castaño, con vigas talladas y racimos dorados 2, siguiendo los modelos mudéjares de la denominada carpintería de lo blanco, especializada en levantar los genéricamente denominados «artesonados» tan propios de la arquitectura española y que se hallan presentes en no pocos de nuestros templos y palacios. Por su parte, la capilla mayor se construyó a mediados del siglo, hallándose ya abovedada en 1575, año en que no sólo se levantó la sacristía que se techó con madera de pino y ladrillos por tabla, sino que también se abordó la ampliación del templo, empeño en el que se tropezó con la falta de espacio y que pudo solucionarse mediante la incorporación del solar de un antiguo hospital vecino, espacio en el que se incluía una pequeña capilla puesta bajo la advocación de Santiago y en la que celebraba sus cultos la hermandad del mismo nombre 3.
    En definitiva, estas intervenciones quinientistas son las responsables del templo que nos ha llegado a nuestros días 4. Construido en mampuesto y ladrillo, su nave principal a la que se le adosa otra lateral en el lado izquierdo o del Evangelio, de gran elegancia a causa de su gran elevación, se divide en cuatro tramos el primero desviado del eje del edificio por medio de arcos transversales apuntados de gran luz que apean sobre pilastras adosadas al muro, muy esbeltas y con capiteles muy sencillos, cubriéndose hasta hace unos años con techumbre de madera, sustituida por la cubierta actual, dispuesta a dos aguas y que mantiene el recuerdo de la primitiva en la utilización de los maderos. 
    Por su parte, el presbiterio, igualmente desviado en relación al eje longitudinal de la nave y al que se accede a través de arco toral o triunfal apuntado y perfilado por dos sencillos baquetones, se cubre con bóveda estrellada, compuesta por dos nervios diagonales que al unirse entre sí por medio de otros nervios secundarios -los terceletes- dibujan una estrella de cuatro puntas, dentro de la que se inscribe un círculo. Las nervaduras que componen la bóveda que acabamos de describir muestran en sus uniones una serie de rosetas decoradas con interesantes temas heráldicos que, no hemos podido estudiar debidamente por su gran altura, pero que tal vez aludan al Priorato de San Marcos de León y a la Orden de Santiago, arrancando dichos nervios de ménsulas decoradas con relieves que representan los símbolos de los Evangelistas, unidas entre sí por medio de sendas impostas que recorren solamente los muros laterales del presbiterio, desapareciendo en el muro del testero a causa de la colocación del retablo que en su día ocupaba su superficie. En uno de dichos muros laterales se abre el ingreso a una pequeña capilla, cubierta igualmente con bóveda estrellada, pero de diseño mucho más simple, parecido a dos puntas de arpón unidas por sus vértices.
    Otra capilla, que en su día fue la del Sagrario, se abre al primer tramo de la nave, vecino del arco toral que conduce a la cabecera del templo. De planta cuadrada, su cubierta es también una bóveda estrellada con terceletes, cuya plementería todavía muestra restos de la decoración pictórica barroca con la que se la enriqueció en una reforma posterior, tal vez del siglo XVIII, a la que también debe corresponder la bóveda de medio cañón con arcos fajones que cubre la nave lateral.
    En definitiva, nos encontramos en el templo de San Sebastián con una combinación de elementos estilísticos del gótico, mudéjar, renacimiento y barroco. El esquema de nave única articulada por medio de arcos transversales apuntados y cubierta con techumbre de madera es muy representativo no sólo de la arquitectura medieval de la comarca, sino también de otras zonas vecinas, como las sierras de Huelva y Córdoba, teniendo en Guadalcanal otra buena muestra del mismo en la parroquia de Santa Ana, de la que nos ocuparemos en otra ocasión. De construcción rápida y barata por los materiales empleados -ladrillo y madera-, este modelo de templos serranos, todavía mal estudiados y que parecen ponerse de moda a partir de 1400, se va a extender a otras zonas, como las comarcas levantinas y las tierras del reino de Granada, zona esta última donde a raíz de la reconquista y bajo la iniciativa de los Reyes Católicos se van a levantar iglesias de estas mismas características. Otro elemento muy habitual en este tipo de templos de la sierra es la torre -fachada-, cuyo fuste o caña arranca sobre el ingreso situado a los pies de la nave, componiendo un imafronte de gran verticalidad de líneas al unir visualmente con gran sentido ascensional la entrada y el campanario, aunque en el caso de la iglesia de San Sebastián las transformaciones sufridas por dichos elementos han acabado por desdibujar el modelo originario 5.
    Por su parte, la estética gótica, en su fase más tardía y decadente, prolongando el agonizante estilo ojival hasta prácticamente los años centrales del siglo XVI, se manifiesta en las ya descritas bóvedas estrelladas del presbiterio y capillas laterales. El Renacimiento aparece tímidamente en la decoración heráldica de las nervaduras de la capilla mayor y en las ménsulas e impostas de las que arrancan y finalmente, el barroco asoma, aparte de la decoración pictórica de la antigua capilla del Sagrario, en la portada del edificio, compuesta por sencillo vano adintelado encuadrado entre pilastras y coronado por frontón recto y roto. Las reformas barrocas trajeron de la mano otras intervenciones, de cuya visión nos han privado los avatares sufridos por el templo, como la reparación del artesonado de la nave y la construcción de unas puertas nuevas para la capilla bautismal por parte del carpintero Jerónimo Espino en 1778, fecha también en la que el alarife Francisco de Ávila contrata la ejecución de la bóveda de dicha capilla y otros reparos 6.

3. EL DESAPARECIDO PATRIMONIO ARTÍSTICO.
    La antigua parroquia de San Sebastián fue cobijando entre sus muros un completo patrimonio artístico integrado por retablos, esculturas, pinturas, piezas de orfebrería y ornamentos sagrados de diferente época y estilo, en su mayoría destruidos en los lamentables sucesos de 1936.
    Ya desde los mismos días de la construcción del templo la Orden de Santiago se fue preocupando de dotarlo del correspondiente ajuar litúrgico. Así, la Visita Canónica de 1494 nos proporciona un minucioso listado de vasos sagrados y ornamentos, al tiempo que se señala la existencia de dos altares: el mayor, presidido por la escultura del Titular, «hecha de bulto, de madera», y otro dedicado a la Virgen, «de bulto, con su hijo en brazos, de madera, bien pintada e dorada» 7.
    Ya en el siglo XVI se anotan algunos encargos de obras para esta iglesia. Entre 1514 y 1515 el pintor Antón de Madrid se ocupa en la realización de un retablo 8, seguramente el mayor, que en la Visita de 1549 se describe como de talla dorada y valorado en 17.000 maravedís 9. Años después, entre 1565 y 1566 el escultor Juan de Valencia, activo en Llerena, ejecuta una nueva imagen de San Sebastián, cuyo pago aún no se había producido en su totalidad en 1571 10.
    En la Visita Canónica de 1575 se consignan diversos pagos al platero Alonso Pérez el Mayor y se señala que el rejero Domingo Hernández, avecindado en Guadalcanal, tiene cobrados más de 100.000 maravedís, importe de la reja que hizo para la capilla de Diego Ramos en el propio templo 11. Dentro de este campo de la rejería habría que recordar la reja de la capilla del clérigo Melchor Suárez, obra del segundo tercio del Quinientos y que, procedente de este templo, se halla colocada hoy día en la parroquia de Santa María, cerrando la capilla del primer tramo de la nave derecha o de la Epístola 12. Y a fines del siglo, el 20 de agosto de 1587 Alonso Ramos en representación del difunto Fernando Ramos y con destino a la capilla funeraria de este último, concertaba con el escultor Juan Bautista Vázquez el Mozo, la ejecución de un retablo compuesto por banco, un cuerpo y ático, presidiendo el conjunto un grupo escultórico del Calvario y situándose en las calles laterales las efigies de San Juan Bautista y San Benito 13. De este desaparecido retablo proceden, en opinión del profesor Palomero Páramo, dos relieves con las figuras de los citados santos y un Crucificado que hoy día forman parte de un retablo compuesto por elementos de acarreo y situado a los pies de la nave en la parroquia de Santiago de la vecina localidad de Llerena 14.
    El siglo XVII contempla la ejecución de un nuevo retablo mayor, contratado en 1639 con el escultor Mateo Méndez, de la citada localidad de Llerena, quien también ejecutó el de la parroquia de Santa María y el del convento del Espíritu Santo en nuestra villa 15.
    Por desgracia las obras mencionadas en estas noticias documentales han desaparecido, como todas las que se repartían por los muros del templo que nos ocupa. Gracias a un inventario de 1924 16 y a los trabajos del doctor Gordón Bernabé 17 y de los profesores Hernández Díaz y Sancho Corbacho 18 podemos hacernos una idea de este patrimonio perdido y su situación en el templo.
    Presidía el presbiterio el retablo mayor ejecutado por Mateo Méndez. Su estructura arquitectónica, muy clasicista, a tono con la sobriedad ornamental y rigor arquitectónico propios de la retablística de la primera mitad del siglo XVII, constaba de banco, dos cuerpos divididos en cinco calles y ático, distribuyéndose por sus registros tanto pinturas en lienzos encuadradas en cajas rectangulares como esculturas exentas cobijadas en hornacinas semicirculares. De este modo, en las hornacinas centrales del primer cuerpo figuraban el Titular, acompañado por San Joaquín y San Roque, situándose en el centro del segundo cuerpo la imagen de la Dolorosa, al tiempo que por las calles laterales se repartían diversas pinturas, como las de la Huida a Egipto, el Arcángel San Rafael y la Imposición de la Casulla a San Ildefonso.
    Dentro del arco que daba acceso a la sacristía se ubicaba el retablo de San Juan de Dios, en el que figuraban un lienzo del Titular y una pequeña imagen de la Dolorosa. A la altura del arco toral – que daba acceso a la capilla mayor- se situaba el retablo de Animas, con lienzo de este tema y coronado por otra pintura con la Virgen de Montserrat.
    La capilla del Sagrario se cerraba con reja de hierro forjado y albergaba un retablo de fines del siglo XVIII, dorado, presidido por la imagen de San José, más las efigies de San Rafael y Santa Catalina, situándose en el ático el Crucificado, acompañado por San Francisco de Asís y Santa Teresa de Jesús. El tabernáculo sacramental, flanqueado por dos esculturas del Niño Jesús, se ornamentaba con cornucopias y mostraba en su portezuela un cuadro de cristal con la Dolorosa. En otro retablo lateral dentro de la misma capilla recibía culto la primitiva imagen de Jesús Nazareno, acompañado por las de San Juan Evangelista y Santa María Magdalena, más otra efigie del Niño Jesús, denominado el Niño Perdido. Esta capilla fue al parecer fundada por Diego Ramos, natural de la localidad, quien en su testamento, otorgado el 31 de Octubre de 1573, dejó encargado que se hiciese la cubierta abovedada y que sobre su altar de piedra labrada se colocase un retablo, dejando para ello la suma de 1.000 ducados 19.
    Siguiendo por el muro de la nave, el retablo de la Inmaculada mostraba una pintura de esta advocación mariana y una pequeña imagen de San Roque. A continuación se situaba el de Santiago, compuesto por tres pinturas que representaban al titular, San Lorenzo y la Virgen, respectivamente.
    Ya en el muro contrario, una vez pasada la puerta del templo, se encontraba la capilla del Resucitado, cerrada con verja y con retablo integrado por tres pinturas: la Resurrección del Señor, Santa Ana y San Pedro. En los muros laterales y dentro de dos hornacinas se contemplaban las imágenes de San Diego de Alcalá y San Juan Nepomuceno.
    A la altura del arco toral y haciendo pareja con el de Animas, se situaba otro retablo con la imagen de la Virgen del Reposo.
    El retablo de San Antonio, con pintura de este santo, se ubicaba dentro de la pequeña capilla que vimos se comunicaba con el presbiterio, la cual podría identificarse con la perteneciente a Gonzalo Xuárez y sus herederos, que la compraron por 200 ducados con el fin de ser enterrados en ella 20.
    Para finalizar, señalaremos que la parroquia contaba con algunas piezas de orfebrería de interés, como una interesante caja–copón de fines del siglo XV, un copón de principios del siglo XVII y la custodia procesional, de fines del siglo XVIII y compuesta por tres cuerpos con columnillas decoradas con motivos rocalla. Los fondos documentales del archivo parroquial de San Sebastián se conservan integrados -junto con documentación procedente de Santa Ana- en el de la parroquia de Santa María, arrancando su cronología desde mediados del siglo XVI 21.

BIBLIOGRAFÍA
1 MUÑOZ TORRADO, Antonio: Visitas hechas a los pueblos de Andalucía, León y Extremadura de la referida Orden (de Santiago), en Boletín de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, tomo IX, n.º 47 (1925), pág. 91.
2 FLORES GUERRERO, Pilar: El arte del Priorato de San Marcos de León de la Orden de Santiago en los siglos XV y XVI: arquitectura religiosa. Universidad Complutense, Madrid, 1987. Vol. 1, pág. 480.
3 Ídem, págs. 480-481
4 HERNÁNDEZ DÍAZ, José; SANCHO CORBACHO, Antonio; COLLANTES TERÁN, Francisco: Catálogo arqueológico y artístico de la provincia de Sevilla, Vol. IV Sevilla, 1955. Págs. 220-223; V. V. A. A.: Guía artística de Sevilla y su provincia. Diputación Provincial de Sevilla, 1981. Pág. 582-583; Inventario artístico de Sevilla y su provincia. Madrid, 1982. Vol. 1, pág. 160; Edificios de tradición mudéjar en Andalucía. Consejería de Cultura, Sevilla, 2000. Págs. 85 -86; ANGULO IÑIGUEZ, Diego: Arquitectura mudéjar sevillana de los siglos XIII; XIV y XV Ayuntamiento de Sevilla, 1983. Pág. 130.
5 ANGULO IÑIGUEZ, Diego: Arquitectura mudéjar sevillana…, pág. 157
6 VILLA NOGALES, Fernando de la; MIRA CABALLOS, Esteban: Documentos inéditos para la Historia del Arte en la provincia de Sevilla, 1993. Págs. 14 y 67.
7 MUÑOZ TORRADO, Antonio: “Visitas hechas a los pueblos…, pág. 91; MENDEZ VENEGAS, Eladio: “Una Visita de la Orden de Santiago al Provisorato de Llerena de la Diócesis de Mérida-Badajoz: aspectos artísticos e ella señalados”, en Memoria Ecclesiae, vol XVII (Arte y archivos de la Iglesia, II). Oviedo 2000. Pág. 452.
8 SOLÍS RODRÍGUEZ, Carmelo: “Escultura y pintura del siglo XVI” en Historia de la Baja Extremadura, vol II. Badajoz, 1986. Pág. 604.
9 FLORES GUERRERO, Pilar: “El arte del Priorato…” pág. 481.
10 SOLÍS RODRIGUEZ, Carmelo: “Escultura y pintura…” , pág, 582.
11 TEJADA VIZUETE, Francisco: “Artes suntuarias en la Baja Extremadura en los siglos XVI y XVII”, en Historia de la Baja Extremadura, op. cit., págs. 782 y 804,
12 ídem, pág. 806; MATA TORRES, Josefa La rejería sevillana en el siglo XVI. Diputación Provincial de Sevilla, 2001. Págs, 297-298.
13 LOPEZ MARTÍNEZ, Celestino: Desde Jerónimo Hernández hasta Martínez Montañés. Sevilla, 1929. Págs. 120-121.
14 PALOMERO PARAMO, Jesús Miguel: El retablo sevillano del Renacimiento: análisis y evolución (1560-1629). Diputación Provincial de Sevilla, 1982. Pág. 339.
15 MENSAQUE URBANO, Julia: “El mecenazgo artístico del indiano Alonso González de la Pava en Guadalcanal”, en Andalucía y América en el siglo XVII. Actas de las III Jornadas de Andalucía y América. Sevilla, 1985. Vol. II, pág. 64.
16 ARCHIVO GENERAL DEL ARZOBISPADO DE SEVILLA, sección IV (Administración General), serie Inventarios, legajo 693.
17 GORDON BERNABE, Antonio: “La Iglesia de San Sebastián”, en Revista de Guadalcanal (1985), s.p.
18 HERNANDEZ DÍAZ, José; SANCHO CORBACHO, Antonio: Edificios religiosos y objetos de culto saqueados y destruidos por los marxistas en los pueblos de la provincia de Sevilla. Sevilla, 1937 Págs. 126-128.
19 FLORES GUERRERO, Pilar: ”El arte del Priorato…”, pág. 482,
20 ídem, pág. 481,
21 V. V. A. A. .Catálogo de los archivos parroquiales de la provincia de Sevilla, Banesto, Sevilla, 1992, Vol. I, págs. 561-574.

Salvador Hernández González. 
Revista de Feria 2002 

sábado, 28 de septiembre de 2024

... Y TENDRÁS EL CIELO DE GUADALCANAL

Manuel Machado, Poeta

            Anualmente se celebra en Teruel, ciudad dende vivo La Semana Cultural sobre el Modernismo y la Generación de 98, curioseando en la exposición de libros encontré un viejo libro de la Editorial Azteca de México titulado “Manuel Machado de la Generación del 98 al Modernismo”, en este libro encontré en el capítulo dedicado a su obra Ars Moriendi (Arte de Morir), en el apartado Sevilla y otros poemas de 1918, en el que sin título comienza un párrafo de un poema inacabado dedicado a Guadalcanal:

Mezcla de plata y gloria,
risa, azul y sal…
y tendrás el cielo de Guadalcanal.

             Me puse en contacto con un amigo que trabaja en el Centro de Estudios Turolenses y solicité permiso para indagar en los archivos de ésta fundación, una vez concedido me puse manos a la obra con dos objetivos claros, encontrar toda la información sobre este principio de poema y la relación del otro Machado con Guadalcanal, la bibliografía de Manuel Machado es muy extensa y algo distinta a mis ideas, pero a la vez, admito que a mi edad la poesía no se debe juzgar por ideas políticas, simplemente hay escritores y tendencias respetables, compartidas o no.

            Las pesquisas fueron decepcionantes, al menos creo que para mí, consulté libros, Obras Completas tan prestigiosas como las editadas por Mundo Latino o las de Editorial Plenitud, La Generación del 98 de Pedro Laín Entralgo, Alma, Ars Moriendi del profesor Pedro del Barco, y varios más, revistas como Cuadernos Hispanoamericanos, El Modernismo, Poesía Hispánica, La Farsa, El Castellano, El lunes del Imperial, Cosmópolis y otras, en la mayoría de estos libros y revistas no aparece ninguna acotación del poema o simplemente aparece con sus tres líneas.

            Lo curioso es que, dentro de su obra del arte de morir, Manuel Machado apela a describir la belleza de paisajes como Finisterre, Regreso o el dedicado a Guadalcanal, escapando de su mente atormentada aparando en el alma y la muerte y refugiándose en la geografía paterna y materna de Galicia y Andalucía.

            Nada, efectivamente en las publicaciones citadas aparece como un poema inacabado, pero curiosamente en una edición Mundo Latino de 1.929, dice en su comentario final que en esta obra desaparecen algunos poemas, entre ellos, después de ”Sevilla” , el que, sin título comienza por Mezcla de título plata y gloría…”, pero en una edición anterior de la misma publicación, en un capítulo en el que comenta que Manuel Machado “recurre a la pintura en su obra Ars Moriendi” y se refugia en el paisaje, aparecen poesías nostálgicas y hermosas como Finisterre, Sevilla y Guadalcanal, y aquí me llevo la sorpresa que aparece bajo el título “poema inacabado de Guadalcanal”, una “versión” distinta:

Mezcla de plata y gloria,
risa, azul y cal,
y tendrás el cielo de Guadalcanal.

             Puede que sea un error tipográfico, pero a mí, particularmente me cuadra más cal que sal, ya que nuestro pueblo es de interior y con minas de plata y no de sal, igualmente se caracteriza por la cal que adereza las paredes de sus casas y hacen blancas y hermosas nuestras plazas y calles, y tal vez por esas calles paseara alguna vez el otro Machado y se enamorara de nuestro pueblo, aun pensando que un poeta no tiene que haber estado en un lugar para describir su hermosura.

            Mis deducciones me hacen pensar que “Guadalcanal” no es un poema inacabado como se induce de varias publicaciones consultadas, simplemente, el poeta seleccionó las palabras justas para describir la belleza de nuestro pueblo.

            ¿Y por qué no pudo estar el poeta en Guadalcanal?, por una parte, su padre, Antonio Machado Álvarez (Demófilo), era íntimo amigo y colaborador en los estudios folklorista de nuestro paisano Juan Antonio Torre Salvador (Micrófilo), y por otra, es sabido que, siendo muy niño, apenas contaba 9 años, su familia abandonó Sevilla y se instaló en Madrid, pero en 1896 su familia le envió nuevamente a Sevilla durante un tiempo, para alejarlo de un lío de faldas y la vida bohemia.

            Durante esa época, combinó sus estudios de filosofía en Sevilla bajo la supervisión y tutela de su tío materno Rafael Ruiz, con su vida de juergas y borrachera, las crónicas dicen que se dedicó a viajar por gran parte de Andalucía e incluso se le sitúa en un ateneo literario en Constantina, en alguna tertulia literaria, taurina o flamenca, así que yo pienso que perfectamente en esa, o en otra época pudo visitar Guadalcanal, y por qué no, visitar a Micrófilo en la calle Guaditoca, amigo de la familia y enfermo ya por aquellas fechas.

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