Segunda parte
Pleitos civiles.
El
Concejo de Guadalcanal se revela como decidido valedor de los intereses de la
villa, especialmente en lo que afecta a las rentas y bienes municipales [5]. Así en fecha
tan temprana como 1529 el Ayuntamiento litigaba con Alonso de Cárdenas, Conde
de la Puebla del Maestre, sobre el aprovechamiento de pastos [6]. En 1544 los
capitulares guadalcanalenses se enfrentaban con los alguaciles de la Provincia
de León, de la Orden de
Santiago
(jurisdicción a la que como sabemos perteneció nuestra localidad hasta el siglo
XIX) sobre la elevación de la cuantía de los derechos de las ejecuciones
judiciales [7]. Dos años
después el Ayuntamiento litigaba con Diego López de Zúñiga para que en las
exenciones de impuestos de algunos vecinos de la villa no se cobrasen derechos
superiores a seis maravedís [8]. En relación con este último asunto, en 1552 el Concejo iniciaba
autos contra los alguaciles Alonso de Goni y Francisco de Espinosa, para que no
pudieran llevar más de seis maravedís por cada sentencia que ejecutasen en la
villa, lo cual iba en contra de las provisiones y sentencias a favor de la
población [9]. Y algo antes,
en 1548, el regidor Alonso Hernández y sus compañeros se enfrentaban con el Fiscal
del Rey sobre el reparto de impuestos y cargas concejiles [10]. Ya en el siglo
XVII, concretamente en 1608, los oficiales concejiles litigaban con Alonso
Ramos el Rico, conocido personaje de la historia local, sobre el cobro de unos
censos o tributos [11].
Cuatro años después, en 1612, Isabel Ramos de Leiva, vecina de Sevilla,
pleiteaba con el Concejo de Guadalcanal a cuenta de bienes de propios [12]. En el siglo
siguiente, en 1754, José Vélez Moro, alcalde de Guadalcanal, demandaba al Juez
de la Provincia de León, de la Orden de Santiago, sobre el cumplimiento de la testamentaria
de Ignacio Gálvez [13].
El
propio desarrollo de la política municipal también destapaba fricciones. Así en
1572 se inician autos en la Chancillería a cuenta de cabildos municipales de
varios años [14].
Por
el contrario, otras veces eran los particulares los que demandaban al Ayuntamiento
en defensa de sus intereses, especialmente en el ámbito del uso y explotación
de la propiedad agraria. Para nuestro caso, podemos citar el pleito,
desarrollado entre 1546 y 1552, entre Pedro Martín Freile y el Concejo de
Guadalcanal sobre el aprovechamiento de una dehesa [15]. Poco después, en 1548, Francisco Batallanes, vecino de Guadalcanal,
se enfrentaba con dicho concejo sobre asunto de aguas [16].
Y en 1562
Cristóbal Sánchez de Cortaza demandaba al Ayuntamiento y a los dueños de varios
molinos sobre la propiedad de aguas [17]. Con igual intensidad el cobro de los impuestos se
convirtió en foco de reclamaciones judiciales. De esta forma en 1532 Francisco
Ramírez demandaba al Concejo de Guadalcanal sobre el cobro de alcabalas [18].
Otra
fuente de conflictos fueron las relaciones entre el Concejo y el Hospital de
las Cinco Llagas de Sevilla, institución a la que en 1540 el Emperador Carlos I
vendió la mitad de las rentas de la encomienda de Guadalcanal y la totalidad de
las que les correspondían a la Mesa Maestral [19]. De esta forma en 1544 el hospital sevillano litigaba con
el Ayuntamiento de nuestra villa a propósito de la gestión del oficio de escribano
público [20]. Tres años
después, ambas instituciones volvían a enfrentarse sobre la pretensión que
tenía el hospital de cobrar cuatro celemines de cebada por vecino [21]. Y a fines de
la centuria, en 1574, el tema objeto de conflicto volvía a ser el arancel que
cobraban los escribanos públicos [22].
La
citada institución de la encomienda de Guadalcanal está también presente en los
autos judiciales de la Chancillería granadina. De este modo, en 1501 Don
Fadrique Enríquez, comendador de la Orden de Santiago en Guadalcanal, litigaba
con Alonso Ortega sobre un molino propiedad de la encomienda [23]. Cinco años
después, el mismo comendador demandaba a Juan Jiménez de Lacallalengua [sic],
vecino de dicha villa, por cierta renta [24].
Igualmente
son numerosos los casos de conflictos entre particulares, especialmente sobre
temas económicos y propiedades inmuebles. De este modo, entre 1528 y 1534 se
desarrolla el litigio iniciado por Juan Jiménez y Teresa de Ortega contra
Francisco López sobre la propiedad del agua de una fuente [25]. En la
siguiente centuria menudean las denuncias. Así en 1604 Rodrigo Castillo Ramos,
vecino de Guadalcanal, demandaba a los marqueses de Villanueva del Fresno a
cuenta de los retrasos de los intereses de un censo o tributo [26]. Tres años
después, el ya citado Alonso
Ramos el Rico
demandaba a Jerónimo Ortega Valencia sobre el cobro de la cantidad principal e
intereses de un tributo [27].
Por último, en 1782 Juan
Sánchez Romero,
vecino de Guadalcanal, litigaba con Diego Sánchez Romero sobre el pago de unas
casas [28].
Una
institución tan típica de la época como fueron los mayorazgos aflora en estos
autos judiciales. En este sentido, tenemos el pleito de 1737 de Rodrigo
Guillermo Aranda Castro y Sotomayor, contra Francisco de Maeda, sobre parte de
los bienes del vínculo y mayorazgo que fundaron Francisco Jiménez de Sotomayor
y su mujer en 1646 [29].
Y en la misma línea, en 1764 Doña Rafaela Villalobos Ortega, marquesa viuda de
la Vega, vecina de la villa de Guadalcanal, obtenía una Real Provisión en el pleito
que mantenía, en representación de sus hijos, con Doña Antonia Micaela Tobalina
Dávalos, vecina de Badajoz y abuela paterna de éstos, sobre el pago de
alimentos correspondiente a unos mayorazgos [30].
Por
último, habría que referirse a los numerosos pleitos de la sección de
Hidalguía, incoados por aquellos vecinos que querían probar su condición de
hidalgos para así lograr no sólo ventajas fiscales al ser eximido del cobro de
impuestos, sino también el reconocimiento de su nuevo status social como
miembros de la baja nobleza. El afán pleitista de los siglos de la Edad Moderna
inundó el tribunal de la Chancillería de un océano documental de probanzas,
reclamaciones, etc., que constituyen una fuente documental de gran valor para
el estudio de la genealogía y la historia familiar. Muchos vecinos de
Guadalcanal participaron de este prurito de ennoblecimiento al iniciar autos de
hidalguía en el tribunal granadino. Sus nombres se pueden localizar en el
catálogo de la sección específica elaborado por Pilar Núñez Alonso [31], a donde
remitimos al lector interesado para no desbordar los límites de este artículo,
con el que hemos pretendido, en definitiva, llamar la atención sobre las
posibilidades que para la investigación de la historia de Guadalcanal ofrece
este archivo granadino de tan abrumadora riqueza documental.
[5]
MALDONADO FERNANDEZ, Manuel: “Gobierno del Concejo de Guadalcanal bajo la
jurisdicción de la Orden de Santiago”, en Revista de Guadalcanal (2001),
págs. 97 – 105.
[6]
Caja 1347, pieza 6.
[7]
Caja 529, pieza 2.
[8]
Caja 1098, pieza 8.
[9]
Caja 2470, pieza 25.
[10]
Caja 1867, pieza 13.
[11]
Caja 1576, pieza 12.
[12]
Caja 620, pieza 9.
[13]
Caja 642, pieza 10.
[14]
Caja 1839, pieza 9.
[15]
Caja 414, pieza 1.
[16]
Caja 644, pieza 9.
[17] Caja 1603, pieza 7.
[18] Caja 1976, pieza 2.
[19] MALDONADO FERNANDEZ,
Manuel: “Economía y sociedad en Guadalcanal durante el Antiguo Régimen”, en Revista
de Guadalcanal (2003), págs. 37 – 38.
[20]
Caja 1487, pieza 7.
[21]
Caja 117, pieza 13.
[22]
Caja 1515, pieza 5.
[23]
Caja 548, pieza 18.
[24]
Caja 5394, pieza 1.
[25]
Caja 1922, pieza 10.
[26]
Caja 1810, pieza 5.
[27]
Caja 2080, pieza 27.
[28]
Caja 1787, pieza 2.
[29]
Caja 732, pieza 8.
[30]
Caja 9124, pieza 10.
[31]
NUÑEZ ALONSO, Pilar: Archivo de la Real Chancillería de Granada. Inventario
de la Sección de Hidalguía. (2 vols.). Real Maestranza de Caballería de
Granada, 1985.
Salvador
Hernández González
Revista Guadalcanal
2008
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