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sábado, 30 de diciembre de 2023

Guadalcanal en los libros antiguos 2/3

Segunda parte

RAZONADO Y CRÍTICO DE LOS LIBROS, MEMORIAS Y PAPELES IMPRESOS Y MANUSCRITOS, QUE TRATAN DE LAS PROVINCIAS DE EXTREMADURA, ASÍ TOCANTE A SU HISTORIA, RELIGION Y GEOGRAFÍA, COMO Á SUS ANTIGÜEDADES, NOBLEZA Y HOMBRES CÉLEBRES:

COMPUESTO. -POR D. VICENTE BARRANTES, EN EL CONCURSO PUBLICO DE 862, É IMPRESA DE REAL ÓRDEN.

Se transcribe y mantiene el léxico y acentos del castellano de la época

            «En Fuenteovejuna dedicó la Audiencia de Córdoba una estatua, y el cabildo del lugar añadió el gasto del entierro, oracion fúnebre y dos estatuas á caballo a Cayo Sempronio, su ciudadano, capellan de los emperadores en Andalucia. Así lo muestra la piedra que estaba á la puerta de la fortaleza, basta que el comendador mayor de Calatrava, D. Hernan Gomez de Guzman fué muerto á manos de los de la villa, y despues se puso la piedra á la entrada de la iglesia parroquial, donde basta boy permanece (fól. 12).

            «Concluyo con Tolomeo que pone á la ciudad de Regina en el mismo sitio que babemos señalado á Villacorza; y muy cerca, casi en el mismo paralelo de poniente á oriente, otro lugar llamado Cursus, que hasta hoy conserva su nombre de Carreras de Reina, aunque desierto y despoblado, pues los romanos hirieron una fortaleza sobre la sierra más cercana para guarnicion de su ciudad, y á ésta llamaron Castrum Rejinense, y hasta hoy Castillo de Reina, que le ganó de los moros (Bleda, lib. iv, capítulo x) el .santo rey D. Fernando, año de 1216 (fól. 12).

            «...Asentado el primero lugar y fundacion de Guadalcanal, será fácil de descubrir el primer nombre que tuvo; y el que más conforme á la verdad me parece fué Mons-forlis, que en nuestra lengua es Monte fuerte, propio vocablo de los romanos; y si tuvo otro nombre más antiguo en tiempo de aquellas gentes primeras, no ha llegado á mi noticia cuál haya sido. Tengo por sin duda que fué la poblacion más populosa que por allí hubo, aunque los sucesos del tiempo la tienen desierta, y con ellos se pasó toda su vecindad á nuestra villa (fól. 12).

            Veanse en Monforte hasta hoy restos notables de policia romana, piedras muy costosas, y memorias muy en crédito de nuestra opinion. No son menores los que se hallan y conjeturan de Guadalcanal, pues hasta el mismo nombre le heredó la villa dellos y de los moros, que ahí nos dejaron sus memorias para testigos fieles de que hubo tiempo que otras naciones hicieron caudal de tierra tan famosa, y para que de su nombre mismo se arguyesen las riquezas que tantos siglos há ha dado los hombres sin cesar hasta nuestros tiempos; como se vió el año de 1555 en las minas que descubrió un natural de la misma villa, tan cerca de ella como se sabe; de donde se sacaron, en los pocos años que estuvo sin hundirse, más de sesenta millones. Y en estos dias puso casa en esta villa el adelantado de minas D. J. de Oñate, que está enterrado en nuestro convento de San Francisco, que para la administracion de su oficio consideró que aqui era donde mayores riquezas abundaban, y solia decir que pocas piedras se encontraban en Guadalcanal que no tuviesen un poco de plata, porque dellas habia sido ordinaria cosecha en las comarcas de la villa, desde que los hombres conocian el artificio de las minas (fól. 13).

            «...El oro y plata que en estas comarcas sacaban (los cartagineses y romanos) era mucho más y más precioso que otro alguno; (y) lo llamó el autor citado (Plinio, lib. xxxui) oro canalicio ó canaliense, que entónces hacia la misma ponderacion y aprecio de ello que hoy hacemos nosotros del de Tibar. Aureum quod ibi puteis foditur canalitium vocant, al canaliense. Llamaban canales aquellos pozos ó cuevas con que atravesaban los montes, con las trazas é invenciones que ya dije, y á el oro que de allí se sacaba le llamaban canaliense. (fíi per marmor vagantur, ellatera puteorum huc illuc, nomine invento.) A estos canalizos llamaban corrugos, y nosotros en nuestra lengua los llamamos acesias. Aliis (dice) par labor est, vel hoc majoris impenda, flumina ad labandum hane ruinam jugis montium ducere, obiter, a centesimo plerer que lapide corrugos vocant, a corrugatione credo (fól. 13).

            «Estábanse las acequias ó canalicios hechos rios y arroyos, aunque ciegos por falta de cultura, cuando los moros se apoderaron de España; y en esta parte de Guadalcanal era mucho mayor el número de las acequias ó rios, á quien ellos llamaban ruad, y juntándole con la diccion de los romanos, canalitium, la corrompieron en Guadalcanal, que significa lo mismo que lugar donde hay rios, acequias ó minerales excelentes de oro y plata.

            "Habia infinidad de ellos en esta tierra, y los moros los hallaron en los hornos y destrozos de los minerales. Por eso á un rio que nace y pasa muy cerca desta villa le llamaron Abenliexa, que significa en nuestra lengua hijo del fuego, ó hijo de los montes cocidos y calientes (Sig., Choron. de S. Francisco, 3.ª parte, pág. 99. Aldrete, Libko Ih); como tambien llamaron á otro rio cercano Guadaviar, que es lo mismo que rio precipitado en sus corrientes. Nosotros llamamos hoy al primero de estos rios Benalixa, y al otro Viar, y tambien Guadalcanal y nuestra villa. Y tengo la deduccion este nombre por la más acertada (fól. 14).

            «...Los romanos partieron á España en citerior y ulterior, y despues en tres provincias, Betica, Tarraconense y Lusitania. En la Bélica tuvieron tres chancillerias, que eran Cádiz, Sevilla y Ecija; en la Tarraconense otras tres, Zaragoza, Tarragona, y Cartagena; en Lusilania tenian otras tres, Badajoz, Mérida y Trujillo, y en éstas tuvieron muchas colonias ó ciudades, municipios y lugares confederados. Con el tiempo, y el ordinario trato se fueron los españoles haciendo á las costumbres de los romanos, y el emperador Oton, sucesor de Galba (V. Plinto, lib. ni, cap. ui, lib. ív, cap. Xxii; Tácito, lib. vni, J. Lipsio; Aldrete), agradecido á los extremeños de Mérida y á los andaluces de Sevilla, y á todos sus confinantes, de cuyo número fueron los de Guadalcanal, por conservarlos en su amistad los hizo ciudadanos romanos con todas sus libertades; y con eso se hicieron iguales á ellos en las supersticiones. Al fin, con la paz universal del reino se llenaron de gentes los vacíos que las guerras habian causado con la destruccion de pueblos y muerte de casi innumerable gente en los doscientos años que se resistieron los españoles por el esfuerzo del ex tremeño Viriato y otros famosos capitanes.

            «Los godos pasaron á Italia, y saquearon á la ciudad de Roma, y vinieron á Francia y España; y el año de 411 despues de la venida de Cristo, vinieron á ella los vándalos, silinguos, alanos y suevos, y le dejaron lo que no quisieron al emperador Honorio. Los godos que estaban poderosos en Francia, se hermanaron con los romanos, y vinieron á batalla contra los alanos y suevos entre Zafra y Mérida, y los vencieron y mataron á su rey Atares, y siguiendo el alcance, pasaron por Llerena, y se metieron por el puerto de Guadalcanal á su plaza de armas que tenian en Alanis; como tambien los godos y romanos en el municipio Iporcense (hoy Constantina), pienso que á contemplación de Constancio, que era entonces general de los ejércitos romanos y cuñado del emperador (V. Mariana, Padilla, Historia eclesiástica, centuria v, cap. xii). Los godos acabaron con las otras naciones, y despues se desavinieron con los romanos, y les derribaron todas las fortalezas y castillos que les habian quedado en España. Aquí sin duda volvió Guadalcanal á perderse y destruirse, ó muy poco ménos; ¿quién lo duda? pues era común paso de los ejércitos. Y si las memorias cuyos rastros se conservan, estuvieran hoy en el sér que las gozaron los honrados siglos, entibiaran siquiera el ánsia de los curiosos que tanto suspiran por las que humillaron aquellos bárbaros.

            «¿Qué se ve ya por todas partes del reino sino destrozos suyos y piedras quebradas que con mudas lenguas dan á entender la braveza de aquellas gentes, nacidas más para lo sangriento de la guerra que para lo aseado de la paz? ¿Qué soberbia hubo que no derribaran, qué cosa lustrosa que no afeáran, qué lindezas que no manchasen? No les parecia que podian hartar el rencor y ódio que cobraron á los romanos, si ejecutándole en ellos perdonaran á sus memorias. Las que aquella nacion política levantó en piedras, ellos las derribaron, quebrantando mármoles, despedazando estatuas, asolando edificios, sepultando la luz y la majestad de las ciudades. Y lo que ellos dejaron, acabaron de destruir los moros, como lo dice su historiador (Moro Rasis, fól. t 5).

            «Muchos testigos hay de esta verdad en España por pecados nuestros. No hay apénas lugar ni campo donde no aparezcan hasta hoy columnas, estatuas y piedras de que apénas restan cual ó cual pedestal y aras, para más sentimiento, descarnadas, no tanto á fuerza del tiempo, cuanto á golpes de piedras bárbaras con que se han borrado las letras y señales que pudieron ser alivio de las memorias perdidas á la curiosidad de los entendidos (fólios 15 y 16).

            . . . «Al principio que con sus armas guerrearon esta tierra los romanos (V. Plutarco, Vida de Paulo Emilio; Strabon; Pineda, lib. ni, cap. m; lib. Vii, cap. Xxiii; Eutropio), sujetó Escipion 80 ciudades, Paulo Emilio 250, Caton 400, Pompeyo 846, Tiberio Graco destruyó 300, y con todo eso, afirma Strabon que habia 1,000 lugares en solo la provincia Celtiberia, y de los extremeños que habitaban entre las corrientes de Guadiana y Guadalquivir dice que eran sus poblaciones innumerables y las 200 famosas. Sin esto, Julio César mató en las guerras 1.1 92,000 hombres, sin los que murieron en las guerras civiles. Sergio Galva degolló en solas tres ciudades de Extremadura 9,000 personas, y de los lugares restantes más de 30,000; crueldades que dieron principio á la guerra del famoso extremeño Viriato. ¿Quién podrá contar los daños que hicieron los Claudios, Marcios, Nerones, Léntulos, Cetegos, Metelos, Sempronios, ¿Sextorios? Pues si llegamos á tratar de los mártires en tiempo de Diocleciano y Maximiano (V. Bcda, Kal. Rom., 26 Abril), en solo un mes martirizaron 17,000  y el Fascículo delos tiempos los llega á 20,000. Pues ¿qué seria en diez años que duró esta persecucion? (fól. 16).

            «Y si venimos á nuestros tiempos, verémos que son casi innumerables las gentes que ha producido España de cien años á esta parte. Y tomando en descargo el grandioso número de religiosos y sacerdotes que profesan castidad, díganlo los que se han sacado para las guerras de Flándes, Alemania, Francia, Italia, Lombardia; diganlo los ejércitos para defenderlos presidios y tierras conquistadas. Hablen las islas de Sicilia, Cerdeña, Mallorca, Menorca, Ibiza, con las del Mediterráneo y Océano, las Canarias y las Terceras; sin los que en tantos reinos y provincias, los que en Europa, África y sus fronteras, los que en Asia y en la América con sus dos populosos imperios de Méjico y Tierra-firme, han fundado y acrecentado lugares; si todos estuvieran hoy en España, ¿qué rincon hubiera en ella, por más áspero y más estéril que fuese, que no abundase de poblaciones? (fól. 16).

POR D. VICENTE BARRANTES, EN EL CONCURSO PUBLICO DE 862, É IMPRESA DE REAL ÓRDEN.

 Publication date 1865 Publisher.  Madrid: Impr. de M. Rivadeneyra

sábado, 23 de diciembre de 2023

Un párroco toca el clarín

 


Al cura lo van a contratar en La Maestranza de Sevilla

            Las noticias que recogimos son escuetas. Se ha celebrado en Guadalcanal, con motivo de la feria anual, una función taurina, seguramente una novillada sin picadores. Carece Guadalcanal de recinto taurómaco, construido en piedra o ladrillo, y resuelve la situación con una plaza portátil.

            Las plazas de este género se yerguen más que nada en villas de escasa afición al arte de Cuchares. Se sabe que el novillero Guillén, nativo del pueblo, triunfó en la lidia de sus toretes.

            A mayores se debe recordar al párroco, marianista consumado que vive y anima el fervor por la Virgen patronal de los feligreses, es aficionado a la fiesta y, además, músico. Las novedades feriales de Guadalcanal ha sido la plaza transportada, la actuación sobresaliente del futuro maestro Guillén y el clérigo tocando el clarín anunciando la salida de las reses al redondel y el cambio de suertes. No se había visto nunca semejante espectáculo.

            Estaba sentado mirando a la arena y cada vez que embocaba el instrumento se ponía en pie y seguramente se movía el busto con ánimo de alcanzar suaves cadencias. Un ex combatiente soldado de Caballería, rememoró al maestro de banda de su regimiento, y los viejos se pusieron a charlar en torno la zarzuela «El sitio de Zaragoza». del maestro Oudrid, que Incorporó a la pieza las dianas floreadas e incluso el toque de fagina.

            Debió ser un Pudrid número de fuerza, el párroco soplando las contraseñas de la lidia, aunque ignoramos si fueron acompañadas por la resaca de los timbales. Los espectadores miraban unánimes hacia el lugar donde el cura, clarín en boca, anunciaba los cambios. Al cura lo van a contratar en La Maestranza de Sevilla—, dijo un chusco. Uno ha conocido sacerdotes músicos, algunos magníficos organistas e incluso hábiles violinistas y piachetas. Insignes compositores han sido sacerdotes y religiosos de diversas reglas.

            La estampa de un clérigo a la guitarra mientras el cantador se derrama por alegrías o tarantos es casi literaria por Andalucía. Desconocemos, sin embargo, la existencia de eclesiásticos tañedores de instrumentos de viento, metálicos o de cuerda Nadie nos habló nunca de curas saxofonistas o trompetistas virtuosos del clarinete, el fiscorno o el trombón y mucho menos del clarín en una plaza de toros.

            A lo mejor hizo el servicio militar en Taxdir que estuvo de guarnición en Sevilla, y le quedaron esas mañas Puede que se trate de un precursor, porque dejando a un lado su maestría musical, lo curioso es que se ofrece revestido de sotana, lo que le otorga un cierto matiz de refractario a los cánones del Concilio Vaticano II. A mí me gustaría verle actuar ensotanado y de roquete en un albero conspicuo, por ejemplo, en Ronda, y en corrida goyesca.

LA VANGUARDIA

EDICIÓN DEL MIÉRCOLES, 17 SEPTIEMBRE 1980, PÁGINA 8

sábado, 16 de diciembre de 2023

Guadalcanal en los libros antiguos 1/3

Primera parte 

RAZONADO Y CRÍTICO DE LOS LIBROS, MEMORIAS Y PAPELES IMPRESOS Y MANUSCRITOS, QUE TRATAN DE LAS PROVINCIAS DE EXTREMADURA, ASÍ TOCANTE A SU HISTORIA, RELIGION Y GEOGRAFÍA, COMO Á SUS ANTIGÜEDADES, NOBLEZA Y HOMBRES CÉLEBRES:

COMPUESTO. -POR D. VICENTE BARRANTES, EN EL CONCURSO PUBLICO DE 862, É IMPRESA DE REAL ÓRDEN. 

             GUADALCANAL, villa hoy de la provincia de Sevilla, y antes de la de Badajoz.

            Noticia histórica documentada de las célebres minas de Guadalcanal, desde su descubrimiento en el año de 1555, hasta que dejaron de labrarse por cuenta de la Real Hacienda. (De orden del Rey nuestro señor. — Madrid: por D. Miguel de Burgos. —Año de 1831.)

            Esta obra, en dos abultados tomos en 4. °, que comprenden, el primero desde 1555 hasta 1558, y el segundo desde esta última fecha hasta 1700, fue redactada por el archivero de Simancas D. Tomas González, á consecuencia de la Real orden de 27 de marzo de 1830, que también produjo su conocido Registro de las minas de Castilla. Aunque antes que Noticia histórica, como la titula, es aquella una simple colección de documentos, no carece de importancia para la historia económica de Extremadura, porque la minería, coincidiendo en tan crítica ocasión con las emigraciones al Nuevo Mundo, vino, por decirlo así, a dar el golpe de gracia á la agricultura y las artes extremeñas.

            La villa de Guadalcanal perteneció á la provincia de Badajoz hasta 1843, que, habiéndose segregado de ella, y hecho villa su anexo Malcocinado, se quedó éste en la provincia de Extremadura, pasando la matriz á Sevilla, de donde sólo dista 15 leguas, en el partido judicial de Constantina. No obstante, por lo eclesiástico pertenece al vicariato de Santa María de Tudía.

 Del mismo libro:

GUADALCANAL y su antigüedad.

(MS. original mutilado, en 4.º, letra del siglo xvi, 34 hojas.)

            El artículo, tal como se inserta, hallóse entre los papeles del Sr. D. Bartolomé José Gallardo, y nos ha sí lo facilitado por el Sr. Sancho Rayon, á quien tantos servicios debemos. Por nota que tiene del famoso bibliófilo, se sabe que el manuscrito á que se refiere existía en 1824, en la librería del lectorul Trianes (síc), que ántes (en 18I3) lo había visto en la de D. Antonio de la Torre, notario del cabildo de Cádiz. Y de letra posterior hay otro renglón que ya echaban de ménos los maliciosos, diciendo á secas: Despues me la regaló á mi. G.— No ha parecido, sin embargo, entre sus papeles.

            En cuanto á Guadalcanal y su antigüedad, dista, en nuestro concepto, bastante de merecer los elogios que Gallardo le tributa, ni por el lenguaje, ni por la investigacion, que sólo en lo que toca á las minas romanas es erudita y notable. Acaso el bibliófilo extremeño la estimaria así con relacion á la escasez que de estas interesantes monografias se padece en nuestra comun patria, y más principalmente á medida que nos acercamos á su límite geográfico de Sierra Morena. Por esta misma razon, junto con el respeto debido á su memoria, y por reparar en algun modo la pérdida siempre sensible del manuscrito, insertamos integro su jugoso extracto, despojándolo, como es natural, de la endiablada ortografia que, por no faltar a su costumbre, le puso. Dice, pues, así:

«Guadalcanal, ilustre villa del (corregido al márugen, Extremadura en el) maestrazgo de Santiago, «provincia de Leon, ha corrido en su poblacion y «antigüedad la desgracia... «

Y acaba en hoja rota: — «El número de los hijos hidalgo, hombres insignes en letras, armas, oficios y dignidades... y otras cosas memorables... «

            No aparece el nombre del escritor; pero en el fólio 12-32 da señas de haber sido fraile franciscano, acaso del mismo convento de Guadalcanal, y por el tono, extremeño. Es pluma elegante y castiza. Escribia á mediados del siglo vi.

            La obra está escrita en discurso seguido, y al paso vamos sacando de ella los apuntes siguientes:

            «De Guadalcanal ignoramos no sólo la primera fundacion, sino lo que más es, el nombre que tuvo en «aquellos primeros tiempos (fól. 6). Llegó á pensar «que la (fundacion) de esta villa fué del rey Genon «que llamaron Avo, hijo del rey Hyarbas de Mauritania, por los años de 1690 ántes de Cristo. (Diod. «Sic., lib. v, cap. Ii; Pineda, 1." part., lib. n, «cap. viu, 8 2.) Fundo este pensamiento en tres: la primera es lo que dice Diodoro Sículo, que este rey Gerion fué las conjeturas primero que descubrió los ricos minerales de la Sierra Morena... «La segunda es los rastros que hallamos de aquellos tiempos en la caldera que trae por armas la «villa de Alanis, aludiendo, como dice su tradicion, «á los caldeos, sus primeros habitadores, y á la «lengua que entóneos más que otra se usaba en «España. La tercera conjetura saco de algunas momedas de plata antiquísimas, que, halladas cerca de «Guadalcanal, han llegado a mis manos, y tienen «divisas y letras de las que usaban aquellas primearas naciones que vinieron á poblar en España. «

            ¿Quién, pregunto yo, habrá andado algun monte de las sierras de Guadalcanal, que no haya bailados rastros de estos edificios, algunas cuevas ó minas ciegas y asoladas con el tiempo, curiosas piedras, ladrillos matarte*, que eran aquellos muy grandes y anchos de que ya casi se ha perdido la memoria en España? Y en estos tiempos se han hallado sepulcros en los campos de Guadalcanal hechos con estos ladrillos. Pues estos indicios, ¿qué hacen, sino persuadir el trato y comercio grande que aquellas naciones tenian en nuestras tierras, y en particular de las que voy hablando? De quien hace notable memoria Festo Avieno es de los masienus, selvisinos, feroces y ricos: llama masienos á los de las comarcas del Almadén, llamado Masia antiguamente, y por la destreza que tenian en hacer los ladrillos masaries-, selvisinos llama á los de Sevilla y su contorno; feroces á los de Sierra Morena, y picos a los de la costa de Tarifa y Cádiz.

Bie Chyrtu amtút mtrat allum gurgucm
Ultra citraque quatuor gentes colunt:
Xam sut ferocet hoc loco Ubi fenicet
Sunt masicnl, reata letv'ma smt,
ftracií a/ri el divitis Tartesii.

            «Déla Sierra Morena ¿quién hay que ignore sus riquezas? ¿No se ven hasta hoy en los montes cuneos de Ayamonte infmidad de reliquias de los hornos y minas? Junto á Araceust y Aroche ¿no están los campos llenos de deshechos antiguos, y en nuestros tiempos se ha tratado de refinarlos y reducirlos á moneda? En las comarcas de Almaden ¿no brotan cada dia plata los mayores desiertos? ¿Guadalcanal no fué por excelencia, como despues diré, el sitio más rico-de metales que se hallaba, y de cuyos efectos vino á heredar el nombre que hoy tiene? ¿Alanis y su contorno no fué donde el rey Gerion y sus caldeos hallaron pozos de plata?... ¿El oro y la plata de las sierras de Córdoba no fué de quien más caudal hizo Anibal (¿Si’’? Iial., lib. m) para llevar á Italia despues de la guerra de Sagunto?... ¿Todas estas tierras no están contiguas á la provincia Turdelania? (Ac Turdetania, eique contigua regio... Strabon.) Pues juzgue el desapasionado, y verá cuánta fuerza se hizo el que pretendió persuadirnos que la region contigua á los lurdetanos eran las campiñas de Andalucia, y no las extremeñas de la Sierra Morena (fólio 6). Plinio... haciendo memoria de esta region (libro xxxii, cap. iv; Diod. Sic, Ju. vi, cap. íx) dice que aquellas naciones antiguas, y mucho más los romanos, codiciosos del oro y la plata, minaban por larguísimos trechos la sierra, horadandolas mayores montañas, al modo que en nuestros tiempos se ha visto en las minas de Averoja, en las de esta villa de Guadalcanal; hoy dia lo vemos en las minas del azogue en el Almaden, y todas estas minas y otras están en Extremadura, y de ellas dice Plinio que muchas veces se hundia la tierra y las peñas, perdiendo, los que en los pozos trabajaban, la vida, quedando en ellos sepultados; que cargaban los montes sobre arcos y bóvedas, y los pedernales que no se sujetaban al hierro, el fuego y vinagre los vencia , y que la tierra que cavaban y las peñas de los metales los sacaban en hombros de mano en mano; que hallaban en partes la tierra más dura que las mismas piedras y la rompian con cuñas y almadanas, y acabada esta labor, degollaban los arcos sobre que cargaban los montes, y al tiempo de caer hacia señal la centinela que estaba en las cumbres, y él solo sentia cuando se bajaban, y avisando que se apartasen, huian, y la montaña caia con mayor estruendo y ruido que puede pensar hombre humano; y sin este trabajo, tenian otro mayor, que era llevar los rios acanalados para lavar a la tierra que sacaban , y para esto juntaban los montes, allanaban los collados, levantaban los valles, y porque el agua les viniese á piso, la tomaban muy alto en las partes que por naturaleza solos pájaros se podian tener, y por aquellas partes hacian paso para ellas, colgando á veces los hombres por los riscos para que cavasen. ¡Espectáculo horrendo y temeroso! Que en los más altos montes hacian estancos cuadrados muy grandes para recoger las aguas, deque se hallan hoy algunos en estas comarcas, como tambien las grietas y aberturas de los montes, que conocidamente son de los que habla Plinio y Diodoro Siculo. Pues nada de esto conviene á los llanos y campiñas de Andalucia, con que se entenderá cuán sin fundamento han querido privar á esta comarca de Guadalcanal de la gloria que le dió naturaleza... (fólio 7).

            «Para mayor connotacion del intento y probanza de este asunto, quiero traer á la memoria los inagotables frutos, la multitud de ganados que se crian en los campos y sierras de Fregenal y Aroclte y en las sierras que llamamos Ardevalo, las deleitables frescuras y la abundancia de frutos de Aracena, las montañas soberbias que por falta de agricultura están como vagamundas y estériles, la provision que se hace pira cargar las flotas y para sustentar el reino de vinos preciosos en Alanis, Fuente Ovejuna, Constantina, Cazalla y Guadalcanal (Luc. Mar. Sic., lib. n). La grande suma de aceite, cera, miel, grana, pez, bermellon, almagra, tocinos y salsamenta, finos paños de lana, barros curiosísimos de la ciudad de Salacía, hoy Salvatierra, cerca de Zafra, á quien A. de Lebrija (ít't. S.) pone entre los túrdulos junto á Mérida.

            Exportantur (dice) e Turdetania multum frumenti ac vini, oleumque non multum modo, sed el optimum; prceterea cera, pix, mel, el coccus multus, et minisum, sinopica terra non deterius, lum salsamenta copiosa, quondam etiam, multum vestium ad vehebalur, nunc lance, coraxorum lana prcstantiores, longeque pulcherrime, lum summé, tenina texta, quce saleralce efffciunt, ctc (Estrab., lib. m). Y despues dice: Cum autem tot bona suppeditent, non leviler sed vel aprime observet, mireturque aliquisquod ita ferax melallorum est (fól. 8).

            « Thartesiaás domas est natiísima tenis Quam dives placidum Cardaba Bctim ama! Vellera nativo pallen! ubi flava metallo Et ímil Hisperium braclea viva ecus.

(Marcial, lib. u, epig. 62.)

            «Son conocidas las ovejas y íos ganados que de verano se apacientan en las riberas y íos que entran en Guadalquivir desde la ciudad de Córdoba á la de Sevilla por la parte de las sierras, que son Guadarroman, Guadiato, Bembezar, Guadalora, Retortillo, Guadalvacar, Viar y Güelva, cuyos arenales deslumbran á la vista del sol á quien pasa por ellos, y los ganados que se abrevan en sus riberas, se tiñen con las mismas arenas de color de oro (fól. 8).

            «Acerca de los nombres que ha tenido esta ilustre villa, hallo diversidad de pareceres... Algunos lian dicho que se llamó Canaca, lugar notable de quien habló Tolomeo en su Geografía; el fundamento que para ello tienen es la alusion del nombre de Canal, que se practicó en esta tierra ántes que los árabes entráran en España, y que la diccion Guad se la añadieron ellos... Para prueba de su intento traen por ejemplo la villa do Aroche, que se llamó Aruci; Feria, Sería; el Casar de Cáceres, Castrum Ccesaris; Pamplona, Pompelon; las villas de Almoharin , Almaria ; Carmona, Carmo; la ciudad de Coria, Caurion (fól . 10) ... Otros han dicho que su primer nombre de Guadalcanal fué Civitas Reginensis ó Regina. Fúndanse en la inscripcion de una piedra que se halla en el camino de Cazalla, dedicada al emperador M. Aurelio.

            «Así la trae el M. Ambrosio de Morales, con que los secuaces de esta opinion la hacen cierta diciendo que ninguna autoridad hace más fe para conocer el sitio de las fundaciones y lugares que las memorias escritas en semejantes piedras, y tan cerca del sobredicho sitio de Monforte no debe dudarse, sino que allí fué su primera fundacion... Pero eso es cuando se sabe que no se mudaron del lugar primero donde se fundaron, ó se conoce y sabe dónde primero estaban; tales son las que por su grandeza ó bruteza no dan lugar ni ocasion á mudarse, mas las que no son tan grandes cada dia se mudan de unas partes á otras (fól. 10)... Sirva para crédito la inscripcion y piedra referida; pues si de ella se hubiese de argüir que el pueblo de Regina estuvo donde ella estaba, no viniera á estar en el sitio de Monforte, ni donde está hoy Guadalcanal. Y áun en estos tiempos pongo en duda que estuviera donde dice A. de Morales, como tambien pongo en duda que esté la piedra donde él dice, porque yo he hecho diligencias para saber de ella y nunca lo he podido conseguir.

            «Para mayor desengaño tengo trasladada la inscripcion de otra piedra que está en el mismo sitio, donde por cuenta de Tolomeo (lib. i, cap. u, Europa) estuvo la ciudad de Regina, á cuya opinion asiento á velas llenas de aprobacion. Este sitio es junto á una ermita llamada San Pedro de Villacorza, tres leguas pequeñas de Guadalcanal hácia el norte, pasando de Valverde á la ciudad de Llerena. Es la piedra de un sepulcro de Lucio Rufino y de su mujer Fabia Campana.,

            Y allí mismo está otra memoria de una doncella llamada Terencia , que dejó una grande ofrenda en el templo de la diosa Juno , que allí se veneraba. 

POR D. VICENTE BARRANTES, EN EL CONCURSO PUBLICO DE 862, É IMPRESA DE REAL ÓRDEN. 

Publication date 1856 Publisher.  Madrid: Impr. de M. Rivadeneyra

sábado, 9 de diciembre de 2023

Las Ordenanzas Municipales de Guadalcanal en el Siglo XVI 2/2

 

Segunda parte

Ordenamiento de normas


        Siguiendo esta norma, comienza el ordenamiento en el que podríamos llamar primer título o núcleo temático (8), que en este caso versa sobre los:

– Alcaldes ordinarios. En él se establecen 7 artículos (correspondientes a las letras a, b, c, d, e, f, y g, que coinciden con las siete primeras ordenanzas del ordenamiento de 1674) contemplando los derechos y obligaciones de estos oficiales concejiles, así como las penas en que incurrían en el caso de incumplir sus obligaciones o de excederse en sus competencias.
    Como en la mayoría de los ordenamientos conocidos, el texto sigue un desarrollo parecido: una exposición de motivos que animan a legislar sobre el asunto en cuestión, seguida de la ordenanza en sí, de las penas a aplicar en caso de incumplimiento de lo dispuesto, de la casuística que se podía presentar y del reparto de los beneficios de las penas. Si se refiere a personas concretas (alcaldes, regidores, guardas, regatones, tejedores, etc.), se define su oficio, señalando derechos y obligaciones, e indicando la pena o sanción aplicada en el supuesto de no cumplir fielmente con lo estipulado.
        El resto de los títulos, siempre encabezados por las palabras claves en letras capitulares, son los que siguen:
– Alguaciles: Oficiales encargados de poner orden en la villa, cumpliendo lo estipulado en este ordenamiento y siempre bajo la autoridad de los alcaldes, regidores o mayordomo. Igualmente, eran responsables de prender a los reos y vigilar el encarcelamiento. Se corresponde con las ordenanzas 8 a la 13 del ordenamiento de 1674.
– Almotacén: Oficial responsable de presidir y vigilar los pesos y medidas en las mercaderías de la villa, así como la de señalar y hacer respetar los caminos del término (9). Se corresponde con las ordenanzas 14 a la 21 del Ordenamiento de 1674.
– Albercas: Depósitos de aguas naturales (en los arroyos) o artificiales destinados al riego de huertas o para enriar (regar a manta) el cultivo del lino, actividades estrechamente reguladas, quedando señalizados los charcos y fuentes para los riegos de huertas y enriaderos para el lino. Se corresponden con las ordenanzas 22 a la 24 de las de 1674.
– Alamines: Eran los jueces y veedores específico que seguían las labores de los tejedores. No aparece como tal oficio en las Ordenanzas de 1674, aunque sigue vigente el oficio de veedor en todas las actividades artesanales presentes en la villa en esta última fecha.
– Aprisco: Señala las características y sitios donde debían acorralar y custodiar los ganados. Se corresponde con las ordenanzas 25 y 26 de las de 1674.
– Árboles: Recoge las penas o multas a imponer por cortar cualquier especie arbustiva dentro del término jurisdiccional. Para más datos, remiten a la palabra clave Encinal, refiriéndose a la dehesa del mismo nombre, en donde se especifican y generalizan las penas a imponer. Se corresponde con la ordenanza 27 del ordenamiento del XVII.
– Arrendadores: Eran los encargados de cobrar las rentas del concejo, de la encomienda o de la Mesa Maestral. Se hacían ayudar de terceras personas denominadas cogedores, éstos facultados para medir y cobrar los diezmos y primicias, En el desarrollo del título se especifica y aclaran las circunstancias que les afectaban en el cumplimiento de sus funciones, sus obligaciones y derechos, así como las penas a que se hacían acreedores por no cumplir con lo estipulado. Se corresponde con las ordenanzas 28 a la 32 de 1674.
– Bardas: Con este nombre se conocía al ramaje dispuesto encima de los tapiales para protegerlos de las inclemencias del tiempo. Dichos corrales servían para custodiar los ganados o para preservar los cultivos primorosos, como huertas, alcaceles o cortinales, que por ley capitular tenían que estar cercados. Por lo tanto, en este título se trata sobre la obligación de construirlas y de respetarlas, así como lo guardado. Se corresponde con la ordenanza 33 de las de 1674.
– Bardales: Eran los setos protectores de las viñas, muchas veces violentados para conseguir leña fácil. Se corresponde con la ordenanza 34 de las de 1674.
– Barbajos: Así llamaban a los esquejes o plantones de vides, que correspondían a su dueño, prohibiéndose que cualquier persona ajena se apropiara de ellos. No corresponde a ninguna de las ordenanzas de 1674 y, para más explicaciones, remiten a la palabra clave Viñas.
– Barbasco: Se refieren al envenenamiento de las aguas por parte de los pecadores para obtener una captura rápida, práctica prohibida expresamente por una ley capitular. Aprovechan esta circunstancia para reconocer la existencia de ríos y arroyos fronterizos con Alanís, Azuaga, Cazalla y los de la encomienda de Reina, con los cuales tenía Guadalcanal comunidad de aprovechamiento de sus abrevaderos. Igualmente se aprovecha para establecer normas sobre riego y señalar tramos de arroyo para cocer los linos o lavar las lanas, evitando así la contaminación de abrevaderos. Se corresponde con las ordenanzas 35 a la 38 del XVII.
– Blancaje: Término sólo acuñado en el ordenamiento de Guadalcanal. Se trataba de una renta del concejo impuesta sobre las reses a sacrificar o pesar en el matadero municipal, renta variable en función de la especie ganadera considerada. Se cobraba en blancas, una unidad monetaria equivalente a dos maravedíes. Se corresponde con las ordenanzas 39 y 40 de las de 1674.
– Cabildo o ajuntamiento (ayuntamiento): Era el órgano colegiado constituido por los dos alcaldes ordinarios, los regidores, el mayordomo y el alguacil, que debían reunirse forzosamente dos veces en semana para el buen gobierno y administración del concejo. Marca los días de sesiones, la hora y forma de convocarlos, así como las penas a aplicar en caso de retraso o ausencia injustificada.
– Caça (Caza): Regula esta actividad cinegética y las penas en las que podrían incurrir los cazadores. Se corresponde con las ordenanzas 42 y 43 de las del XVII.
– Carnicerías-carniceros: Se controla todo el proceso de la venta de carne, desde la crianza del ganado hasta el pesaje al por menor. Se trataba de un asunto de extrema importancia, por lo que se le dedican 26 apartados, que corresponde a las ordenanzas 44 a la 70 de las contempladas en el ordenamiento de 1674.
– Caminos: Regula aspectos relacionados con los caminos del término, prohibiendo su roturación. También establecen disposiciones para conservar la alineación de las calles. Se corresponde con las ordenanzas 71 a la 73 de 1674.
– Casca: Se refieren a la corteza de encinas y alcornoques, frecuentemente descascados con la finalidad de obtener taninos para la curtiduría, práctica prohibida por el daño que ocasionaban en el arbolado. Se corresponde con las ordenanzas 75 y 76 de 1674.
– Colambres y Curtidores (más Çapateros, Chapineros y Çurradores): Dos títulos introducidos para regular el proceso de curtido de pieles, ampliados en1674 para regular también las actividades de zapateros, chapineros y zurradores, correspondiendo a las ordenanzas 76 a la 97 de esta última fecha.
– Corredores: Se trataba de un oficio concejil otorgado en subasta pública, cuya función mediadora en todos los tratos venía regulada en dicho título. Se corresponde con las ordenanzas 96 y 97 de las de 1674.
– Cotos: Algunos de los predios concejiles se acotaban para tal o cual actividad agropecuaria. En este título se estipulaban los sitios y fechas para acotar y desacotar, así como las penas a imponer en caso de infracción. Se corresponde con las ordenanzas 98 a 104 del ordenamiento del XVII.
– Çumacales (zumacales): Eran cotos reservados exclusivamente para el cultivo del zumaque, una planta arbustiva rica en taninos para la importante actividad curtidora y zapatera de la villa. Para más datos, remiten a todo lo contenido dentro del título o palabra clave Viñas, otra actividad importante en la villa, que merecía una protección especial. Se corresponde con la ordenanza 105 de las de 1674.
– Dehesas: Otro importante título que regula el uso de las distintas dehesas y baldíos comunales del concejo, así como los baldíos compartidos con los vecinos de la encomienda de Reina, estableciendo en cada caso las normas para su uso y las penas en las que se podía incurrir en caso de incumplimiento. Se corresponde con las ordenanzas 106 a la 127 de las de 1674.
– Encinal: Éste era el nombre una dehesa concejil especial que, como tal, merecía un trato y regulación concreto. Se corresponde con las ordenanzas 128 a 136 del ordenamiento de 1674.
– Estiércol: Título dedicado a controlar el depósito de basuras. Se corresponde con la ordenanza 137 del XVII.
– Executores: Otro oficio concejil establecido por subasta, a cuyo cargo recaía el cobro y ejecución de las penas por incumplimiento de cualquiera de las ordenanzas. Corresponde con las ordenanzas 138 a 140 de 1674.
– Ejidos: Eran predios próximos a la población reservados para los animales de corral, para el establecimiento de eras y para la natural expansión del casco urbano. En este título se regulaba específicamente su uso y se corresponde con las ordenanzas 141 a la 144 de las de 1674.
– Fuegos: Indica dónde cuándo y cómo se podían establecer fuegos y las penas por su incumplimiento, generalmente más elevada de lo normal. Igualmente se establecía la obligación de que todo el vecindario debería acudir a su extinción. Se corresponde con las ordenanzas 145 a la 151 de las de 1674.
– Frutas: Regula la venta de frutas en la villa, y se corresponde con la 152 de las de 1674.
– Fuentes: Distribuye el uso de las distintas fuentes del término donde se surtían los vecinos de agua, centrándose especialmente en la fuente de la Plaza Pública. Se corresponde con las ordenanzas 153 a la 156 de 1674.
– Fovos: Con este vocablo se referían a la práctica habitual de hacer argamasa para la construcción de tapias, actividad que debía ser regulada para no embarrar las calles. Se corresponde con la ordenanza 157 de 1674.
– Ganados: Regulaba la compraventa de ganados y se corresponde con las ordenanzas 158 y 159 de las de 1674.
– Guardas: Regula la actividad de los guardas de campo y se corresponde con las ordenanzas 160 y 161 de las de 1674.
– Goviernos: Título confuso, de difícil interpretación.
– Huertas: Regula y defiende sus cultivos, y se corresponde con la ordenanza 164 de las de 1674.
– Inmundicias: Contiene un conjunto de normas para mantener limpio el pueblo, conminando a tirar la basura sólo en los estercoleros y muladares señalados. Se corresponde con las ordenanzas 165 a 169 de las de 1674.
– Fábricas: Regula la administración de la fábrica de las parroquias, que así se llamaba al conjunto de bienes y derechos que cada iglesia tenía para el mantenimiento del culto. Se corresponde con la ordenanza 169 de las de 1674.
– Leyes: Un título introducido para indicar que el cabildo tenía facultad de establecer leyes o normas para el gobierno del concejo en aquellos casos no regulados por ordenanzas. Equivale a la ordenanza 170 de las de 1674, aunque, al faltar el folio correspondiente, no ha sido posible su cotejo.
– Lobos: Se premiaba económicamente a quienes demostrasen haber matado una de estas alimañas, estableciendo compensaciones distintas según fuese macho, hembra, adulto o lobezno. Se corresponde con la 172 de las de 1674.
– Mayordomo del concejo: Oficial con voz y voto en los plenos. En el caso específico de Guadalcanal, también tenía competencias judiciales en ciertos títulos de las ordenanzas, aparte de la función generalizada en el cobro y pago de los compromisos del concejo. Se corresponde con las ordenanzas 173 a la 179 de las de 1674.
– Mayordomos de las iglesias: Así se llamaba al administrador de la fábrica de las parroquias, ermitas, hospitales, cofradías, etc. Se corresponde con la ordenanza 180 de las de 1674.
– Medidores: Oficial del concejo encargado de medir las heredades en compraventa, de acuerdo con el marco y estandal que estaba señalado en la puerta de Sevilla de esta villa, según norma establecida por el concejo desde tiempo inmemorial. La presencia de dicho oficial estaba institucionalizada en la mayoría de los pueblos del entorno, pero lo novedoso era la existencia de un marco local de medida. Se corresponde con la ordenanza 181 de las de 1674.
– Mesoneros: Regula la actividad de los mesoneros, correspondiendo con las ordenanzas 182 y 183 de las del XVII.
– Mojones: Se refieren al conjunto de las mojoneras del término, que debían ser visitadas periódicamente por los oficiales concejiles para prevenir que fueran mudadas en contra de los intereses del concejo. Se corresponde con la ordenanza 184 de las de 1674.
– Montaraces: Eran los guardas de campo oficiales del concejo, indicándose en este título sus obligaciones y derechos. Se corresponde con la ordenanza 185 de las de 1674.
– Mojineros o mojones: Se repite el vocablo y palabra clave, en este caso para contemplar al oficial del concejo encargado expresamente de la medida volumétrica del vino y de determinar su gradación y precio, actividad productiva de gran incidencia en la villa, que acuña específicamente este término. Se corresponde con las ordenanzas 186 a 189 de las de 1674.
– Muladares: Se regula el establecimiento de sitios específicos para arrojar basuras y todo tipo de inmundicias. Corresponde con las ordenanzas 190 y 191 de las de 1674.
– Nabos: Trata sobre la venta de nabos y zanahorias, que en todo momento se debía ajustar al precio impuesto por los oficiales del concejo. Se corresponde con la ordenanza 192 de las de 1674.
– Olivares: Defiende el cultivo de estos plantíos, los más importantes entre los pueblos del entorno santiaguista. Se corresponde con la ordenanza 193 de las de 1674.
– Panes: Con este nombre se conocía al cultivo de cereales, defendiendo en este caso su desarrollo. Se corresponde con las ordenanzas 194 a 198 de las del XVII.
– Panaderas: Controla la fabricación del pan, su peso y precio. Se corresponde con las ordenanzas 199 a la 201 de las de 1674.
– Penas: Aunque en cada título y subtítulo del ordenamiento estudiado se indicaba la pena o multa a aplicar en cada caso, éste se reserva para contemplar las normas generales. Se corresponde con las ordenanzas 202 a 207 de las de 1674.
– Peones o jornaleros: Regula la contratación de peones para las distintas actividades agropecuarias, indicando el régimen de trabajo y los jornales. Se corresponde con las ordenanzas 208 a la 211 de las de 1674.
– Perros: Incluyen normas a cumplir por los dueños de perros, especialmente los de caza. Se corresponde con las ordenanzas 212 y 213 de las de 1674.
– Prescripción: Se refiere a la anulación de las penas cuando existía demora en su denuncia o en las diligencias que los acompañaba. Se corresponde con las ordenanzas 214 y 215 de las de XVII.
– Pescadores: Fija las normas a seguir por los vecinos dedicados a esta ocupación. Se corresponde con la ordenanza 216 de las del XVII.
– Pregoneros y porteros: Regula las funciones y salarios de estos oficiales. Se corresponde con la ordenanza 217 de las de 1674.
– Prendas: Se refiere a lo confiscado al penado en el momento de establecer la denuncia, como prueba para que no pudiera retractarse de su culpabilidad. Se corresponde con la ordenanza 218 de las de 1674.
– Pesas: Regula, establece y controla las distintas unidades de pesos y medidas utilizadas en las mercaderías locales, así como las tasas a pagar al almotacén. Se corresponde con las ordenanzas 219 a la 223 de las de 1674.
– Prisiones: Regula el régimen carcelario. Se corresponde con las ordenanzas 224 y 225 de las de 1674.
– Puercos: Al tratarse de una especie ganadera muy dañina y sucia, se establece este título para regular todo lo concerniente a su granjería Se corresponde con las ordenanzas 226 a 230 de las de 1674.
– Quesos: Establece el peso y precio de los quesos. Se corresponde con la ordenanza 231 de las de 1674.
– Rastrero: Oficial encargado de fiscalizar o rastrear la compraventa de ganado para que el concejo cobrara los impuestos correspondientes (alcabalas). Se corresponde con las ordenanzas 232 y 233 de las de 1674.
– Rebuscadores: Se refieren a las personas ocupadas en localiza uvas, aceitunas o espigas tras ser cosechados, estableciendo las normas a seguir en tal actividad. Se corresponde con la ordenanza 234 de las de 1674.
– Regatones: Así se conocían a aquellos vecinos dedicados a comprar al por mayores productos en la villa para después revenderlos, circunstancia por la que siempre estaban en el punto de mira de los oficiales del concejo quienes, aparte interrogarle por el origen de sus mercaderías, les imponían un precio de venta. Se corresponden con las ordenanzas 235 a 239 de las de 1674
– Recueros: Se refieren a los pescaderos, regulando la venta, calidad de los pescados y el precio. Se corresponde con las ordenanzas 240 a 244 de las de 1674.
– Regidores: Un extenso título que regula los derechos y obligaciones de los regidores o concejales, quienes, junto a los dos alcaldes y al mayordomo, eran los encargados de gobernar la villa. Se corresponde con las ordenanzas 245 a la 248 de las del XVII.
– Rentas: Se refiere a los beneficios obtenidos por el concejo tras el arrendamiento de los bienes y oficios concejiles. Regula su administración y arrendamiento en subasta pública y se corresponde con las ordenanzas 249 a la 252 de las de 1674.
– Restrojos: Regula los aprovechamientos de los restos de las cosechas y se corresponde con la ordenanza 254 de las de 1674.
– Rodrigos: Otro título confuso de difícil interpretación.
– Salarios: Se refiere a los salarios que el concejo debía pagar a las personas a su servicio, ordenando al mayordomo que hiciera efectivo el pago. Se corresponde con la ordenanza 255 de las de 1674.
– Sarmientos: Contiene normas para el aprovechamiento de los despojos de la poda de vides, que indudablemente pertenecían al dueño de la heredad. Se corresponde con la ordenanza 256 de las de 1674.
– Setos: Prohíbe robar o quemar los setos de los corrales, apriscos y heredades. Se corresponde con la ordenanza 257 de las de 1674.
– Sellos: Se refiere a la estampilla que debía presidir los papeles y firmas oficiales del concejo, que debía estar custodiado por el mayordomo. Se corresponde con la ordenanza 258 de las de 1674.
– Solares: Contiene las disposiciones para la cesión de solares en los ejidos. Se corresponde con la ordenanza 259 de las de 1674.
– Traperos y lenceros: Regula la actividad comercial de los vendedores de paños, una actividad de amplio desarrollo en Guadalcanal a juzgar por la normativa tan profusa a la que quedaba sometido. Se corresponde con la ordenanza 260 de las del XVII.
– Tapiadores y albañiles: Regula el marco de las tapias empleadas en la construcción de viviendas, cuyo estandal estaba registrado en las puertas del cabildo. Se corresponde con la ordenanza 261 de las de 1674.
– Tejeros: Contiene la normativa sobre la actividad de estos artesanos, mandándoles que se ajusten en sus labores a determinado tamaño, tanto para las tejas como para los ladrillos. Se corresponde con la ordenanza 262 de las de 1674.
– Tenderos: Establece normas para el comercio local en general, insistiendo en la fiabilidad de los pesos, pesas y varas de medir. Se corresponden con las ordenanzas 263 a la 265 de las de 1674.
– Tejedores: Regula específicamente la actividad de este gremio artesanal. Se corresponde con las ordenanzas 266 y 267 de las de 1674.
– Testigos: Contiene instrucciones para asentar las denuncias mediante testimonios de particulares, de los afectados o de los oficiales concejiles. Se corresponde con las ordenanzas 268 a la 270 de las del XVII.
- Tierras concejiles: Contiene importantes instrucciones para regular la distribución de tierras concejiles en sus aprovechamientos temporales. Se corresponde con las ordenanzas 271 a la 275 de las del XVII.
– Valladares: Se insiste en la defensa de vallados y setos. Se corresponde con la ordenanza 276 de las de 1674.
– Venados, gamos, corzos y puercos: Contiene normas para su venta por parte de los cazadores. Se corresponde con la ordenanza 277 de las del XVII.
– Viñas, majuelos y zumacales: Numerosas disposiciones para la defensa de estos cultivos, de tanta importancia en la viña. Se corresponde con las ordenanzas 278 a la 287 del XVII.
– Vino: Otras disposiciones complementarias a las anteriores, en este caso para regular el comercio del vino. Se corresponde con las ordenanzas 288 a la 291 de las de 1674.
– Viñaderos: Establece las funciones de estos guardas específicos de las viñas. Se corresponde con las ordenanzas 292 a la 294 de las del XVII.

        Sin interrupción en el libro, simplemente detrás de un punto y aparte continúan otras disposiciones legales, en este caso sobre La tasa y alanzel de los escribanos, copiando al pie de la letra lo dispuesto en la Ley V (De los derechos que los escribanos han de llevar) del Título VII (De los escribanos) de los Establecimientos Temporales o Leyes Capitulares de la Orden de Santiago, consensuados en tiempos de Alonso de Cárdenas. La tabla aparece incompleta por faltar los folios lxxxix y xc, tal como se indica en la descripción del libro.
        Sigue otra tabla, también incompleta, relacionando Los derechos de portazgo, igualmente copia de las Leyes Capitulares, en concreto transcribiendo literalmente la tabla que aparece en la Ley V (Que no se lleven los ganados descaminados a salvo que se pague el portazgo con el cuatro tanto) del Título LXIX (De los Portazgos). Como este asunto era importante y se prestaba a ciertos equívocos con la villa de Llerena, entonces cabecera del extenso partido en el que se incluía Guadalcanal, se trascribe textualmente una concordia firmada en tiempos del rey don Juan de Castilla.
   Por último, cerrando el libro de ordenanzas, se incluyen nuevas reconsideraciones sobre las penas a aplicar a los ganaderos que invadían con sus ganados las heredades de viñas y zumacales, aumentado sensiblemente las penas.
        Con las consideraciones anteriores termina el ordenamiento estudiado, dando paso a otros tres documentos incluidos en el libro objeto de estudio. El primero, de 1527, corresponde a un acuerdo de cabido consensuado con el párroco de San Sebastián para construir una nueva carnicería junto a dicha iglesia, advirtiendo a los carniceros sobre la necesidad de mantener aseada dichas dependencias. El segundo, de 1525, instando al hidalgo de la villa a pagar ciertos tributos, siguiendo una sentencia de Alonso de Cárdenas promulgada en 1469, cuando entonces sólo era comendador mayor. El último, de 1537, incluyendo una nueva ordenanza que prohibía a los forasteros el corte de leña en los términos de la villa.

Notas.-
8 En realidad, los títulos no vienen enumerados.
9 Esta última función correspondía a otro oficial, no presente en el caso de Guadalcanal, que respondía al nombre de sesmero.

Manuel Maldonado Fernández
Revista de Feria de Guadalcanal 2005


domingo, 3 de diciembre de 2023

Reseñas de una mujer que despachaba aguardiente


Anita la peluca
 

    Continuamos con los oficios y el tejido empresarial que desapareció en Guadalcanal durante el siglo XX, , y de ello nos lamentamos cada día, que la industria de Guadalcanal ha conocido tiempos mejores, no cabe duda. Hoy analizamos el sector del anís o aguardiente. Ésta actividad, la empresarial, que apenas tiene incidencia en el conglomerado comercial y económico en nuestra localidad en los tiempos actuales, tuvo a finales del XIX y durante algo más de la primera mitad del siglo XX gran actividad e iniciativa de nuestros paisanos, fábricas y trasformaciones de productos, almazaras de aceites, zapatos, gaseosas, aguardientes, carpinterías y muebles, fábricas de harinas, transformados de productos agrícolas y ganaderos y un largo etcétera, todas ellas desaparecidas, hoy vamos a recordar las fábricas de aguardientes o anisetes.

    Tal vez las tres marcas de referencia eran “La Flor de Guadalcanal, La Flor de la Sierra y La Flor de Jara”, existiendo otras varías.
   Ya en 1904 y posteriores, encontramos en la revista “Heraldo de la Industria”, varios anuncios de nuestros aguardientes:

 

Trespalacios y hermana. - Fábrica de aguardientes. Especialidades: Néctar Florido y Giralda. Guadalcanal.

 

Cárdenas, Pinelo y Compañía. - Fábrica de aguardientes, anisados, licores y Jarabes. Especialidad: anisado Rosita. Guadalcanal.

 

Antonio Pérez López. - Fabrica y distribución de la afamada marca de anisetes y derivados con su marca de referencia Flor de Guadalcanal

 

Cándido Cordo Villate. - Fabricante de aguardientes y jarabes y distribuidos de vinos y otros alcohólicos de la zona.

 

En la misma revista y en el año siguiente (1905), encontramos una breve reseña sobre tal apreciado producto.

“Guadalcanal de la Sierra (Badajoz). - Desplazado a este pueblo serrano el Sr. Montoliú, uno de nuestros veedores ó redactores, tuvo la ocasión de apreciar los afamados anisetes y jarabes varios que se fabrican con esmeros y artesanía en varias destilerías de la villa, siendo atendido amablemente por el Sr. López de Ayala, familiar del insigne político y escritor de la misma.

No hubo caldos tan exquisitos y equilibrados que el dios Baco degustara en su mitológica historia, ni gente tan artesana que, con pocos recursos y mucho esmero artesano, fabricaran licores dignos de dioses”  


(Curiosamente el redactor en cuestión ubica a Guadalcanal en la provincia de Badajoz, quizá debido a la confusión producida por los efluvios del líquido elemento que trasegó en su estómago).

    Hoy queremos recordar estas fábricas con Ana García Rodríguez, tal vez una de las últimas personas vivas que puedan dar fe de estas fábricas.

    Ana García Rodríguez, cariñosamente conocida por muchos por “Anita, o Anita la peluca” tenía la particularidad de haber trabajado en una de las fábricas que había en Guadalcanal, concretamente atendiendo y despachando pedidos en la fábrica de “Flor de Jara”.


    
A parte existían varias fábricas más: “Flor de Guadalcanal” por Antonio Pérez López y “Fernández Hermanos”.

    E igualmente, existían a principio del siglo XX otras industrias quizás un poco menos relevantes pero seguro que tuvieron su importancia en su día, según datos sacados de una revista llamada “Heraldo de la Industria”, como fueron:

-Trespalacios y hermana (Fábrica de aguardientes). Especialidades: Néctar Florido y Giralda.
-Cárdenas, Pinedo y Compañía. (Fábrica de aguardientes, anisados, licores y jarabes). Especialidad en anisados Rosita.
-Cándido Cordo Villate. (Fábrica de aguardientes). Especialidad en Anís Imperial.

    La Flor de Jara estaba en un principio en la antigua calle Diezmos hoy Antonio Machado y era dueño Manuel Porras Ibáñez, aparte vendían vinos de la comarca y de algunos que tuvieran pequeñas viñas en Guadalcanal.
    Según nos comentaba Anita, entró en 1943 con unos 13 años, ya para esa fecha se había cambiado la fábrica de lugar y se trasladó a la calle Santa Clara, a la altura de la casa de la familia de Jorge Criado.
    La industria estaba dividida en tres partes, una era la propia fábrica de aguardientes, en otra en la que se fabricaba vinagre y otra zona era un almacén de sal.
    En aquella época tenía Guadalcanal más habitantes y se hacían muchas matanzas en las casas y vio que era un buen negocio traer sal para ello.
    Por lo visto, llegaba un vagón de tren a la Estación y se vaciaba a mano con palas y se llevaba en bestias y carros a la calle Santa Clara.
    
Anita, que como comentaba, ella misma, tenía muy buen agrado con el público y su simpatía a todos les encantaba, más bien bajita y morenita siempre atendía con agrado al cliente, además no se le caían los anillos y si se tenía que poner ayudar a los hombres acarreando botellas o garrafas también lo hacía, era una mujer fuerte. Aunque su trabajo principal era en el mostrador. Según comentaba ella, había algunas mujeres (hay que recordar que era otra época) que le decían. porque trabajas ahí si eso es un trabajo para hombres: Ella simplemente les decía: “me gusta lo que hago y es un oficio bonito”, lo que hoy llamamos una comercial más, una dependienta. Se dedicaba a despachar en el mostrador a los clientes, ayudaba a acarrear botellas de vidrio vacías, las limpiaba, una vez llenas las etiquetaba y preparaba el empaquetado de los pedidos en cajas de madera rellenadas de virutas y serrín para protegerlas de los golpes. Las botellas tenían que ir bien limpias por fuera para que dieran buena impresión.
    Y cierto es, porque recuerda que cogió una botella de vino de su cocina e hizo una demostración y de la manera que ella la cogía, se ve que lo tuvo que hacer muchísimas veces, porque era una presentación en toda regla de cara al cliente, no la cogía de cualquier forma, lo hacía que parecía como si la acariciara y así te la ofrecía, porque para todo hay que tener un arte.
    Los anises los catalogaban de cuatro formas diferentes, según la calidad en la destilación que se consiguiese:
-Anís sencillo (de inferior calidad)
-Anís corriente de un poquito mejor calidad
-Anís doble (ya de una cierta calidad)
-Anís doble superior que era el de mejor calidad.

    Aparte, durante un tiempo por lo visto también envasaban Ron, de hecho, ella todavía conservaba un par de botellas, pero con las etiquetas ya muy desgastadas por el paso del tiempo.
    El licor de guindas que también se hacía era de color acaramelado tirando a rojizo. Al parecer se utilizaba para su destilación hollejo prensado del vino o matalahúva.
     Y según nos comentó, se gastaba mucha leña, tanto de encina como de olivo ya que el proceso de la destilación era a vapor. Anita dice que tenía que estar 24 horas o más la caldera encendida para no perder su temperatura y así hacerlo de una manera continua para que no se parase en el proceso y así no perdiera calidad (del líquido que salía de la condensación por los vapores), así que había que estar siempre pendiente de la caldera y siempre habría que tener a alguien allí turnándose. No recordaba exactamente los nombres de las dos personas que habían trabajado y que ella me dijo.
    Del alambique, que al parecer era muy grande y estaba muy alto, nos dijo que había unas escaleras y que se subían para hacer las cosas que tuvieran que hacer ajustando ahí arriba en el que a través de unas ventanas que daban a un corral muy grande. Había unas tuberías que salían para fuera, al parecer sería por los diferentes vapores del resultado de la destilación. El cuerpo entero era de cobre, al serpentín que salía de una especie como de olla grandísima en la que por cierto tenían que sellarla por cierta parte siempre muy bien para que no se escapara nada cuando estuviera cociendo. Se utilizaba para ello una pasta hecha con ceniza. Al serpentín se le denominaba “corbato”.
    El líquido que salía como por un grifo era un chorrito muy fino y claro como el agua, aunque tenían que ver y separar cuál era la mejor parte en su destilación. En principio se le llamaba cabeza y no era de muy buena calidad y salía con muchos grados, después ellos ya sabían perfectamente cuando tenía una calidad aceptable, más claro y con la graduación correcta. Por último, le decían la cola a la parte de la destilación que no tenía suficientes grados y tampoco lo daban como de muy buena calidad, era ya lo último que salía del proceso.
    De todas estas destilaciones se preparaba el aguardiente y se envasaba según lo que quisieran conseguir en los pedidos que tenían que hacer.
    Son recuerdos de una mujer que durante unos años trabajó mucho desde prácticamente una niña en un oficio de hombres, en la que asegura que disfrutaba mucho del trabajo que desarrollaba.
    Ella contaba que fueron pasando los años y que estuvo unos catorce o quince años en total, de esos, un año o año y medio estuvo en Villanueva del Río y Minas porque el dueño de la Industria decidió trasladarla de Guadalcanal, porque bajaron bastante los pedidos y la gente compraba más el de Cazalla y a los hombres ya no les gustaba tanto el aguardiente y se aficionaron más al vino o la cerveza, entonces fue cuando se cambiaron a Villanueva del Río y Minas, por el auge tan grande de gente que había trabajado en la mina.
    El dueño quería que se quedase, pero ella no le gustaba estar allí, tenía ya planes de casarse, y donde quería estar era con su prometido en Guadalcanal, y la familia ya de paso no le hacía mucha gracia el sitio.
    Por lo visto, a Manuel Porras no le duró muchos años el cambio de negocio, fue mermando el trabajo la minería hasta desaparecer y decidió cambiar por completo y poner una fábrica de maderas en Lora del Río.
    Anita una mujer amable y simpática que bien merece que se hable de ella, porque yo diría que es un “resquicio” de la industria de aguardientes y licores que hubo en su día en Guadalcanal.

Publicado en el blog Guadalcanal por su Recuperación Patrimonial.

Artículo y entrevista. - Miguel Ángel Nieto