Segunda parte
RAZONADO Y CRÍTICO DE LOS LIBROS, MEMORIAS Y PAPELES IMPRESOS Y MANUSCRITOS, QUE TRATAN DE LAS PROVINCIAS DE EXTREMADURA, ASÍ TOCANTE A SU HISTORIA, RELIGION Y GEOGRAFÍA, COMO Á SUS ANTIGÜEDADES, NOBLEZA Y HOMBRES CÉLEBRES:
Se transcribe y mantiene el léxico y acentos
del castellano de la época
«En Fuenteovejuna dedicó la Audiencia de Córdoba una estatua, y el cabildo del lugar añadió el gasto del entierro, oracion fúnebre y dos estatuas á caballo a Cayo Sempronio, su ciudadano, capellan de los emperadores en Andalucia. Así lo muestra la piedra que estaba á la puerta de la fortaleza, basta que el comendador mayor de Calatrava, D. Hernan Gomez de Guzman fué muerto á manos de los de la villa, y despues se puso la piedra á la entrada de la iglesia parroquial, donde basta boy permanece (fól. 12).
«Concluyo
con Tolomeo que pone á la ciudad de Regina en el
mismo sitio que babemos señalado á Villacorza; y
muy cerca, casi en el mismo paralelo de poniente á
oriente, otro lugar llamado Cursus, que hasta hoy conserva su nombre de Carreras de Reina, aunque
desierto y despoblado, pues los romanos hirieron una fortaleza sobre la sierra
más cercana para guarnicion de su ciudad, y á ésta
llamaron Castrum Rejinense, y hasta hoy Castillo de Reina,
que le ganó de los moros (Bleda, lib. iv, capítulo
x) el .santo rey D. Fernando, año de 1216 (fól.
12).
«...Asentado el primero lugar y
fundacion de Guadalcanal, será fácil de descubrir el primer nombre que tuvo; y el que más
conforme á la verdad me parece fué Mons-forlis, que en nuestra lengua es Monte
fuerte, propio vocablo de los romanos; y si tuvo
otro nombre más antiguo en tiempo de aquellas
gentes primeras, no ha llegado á mi noticia cuál haya sido. Tengo por sin duda
que fué la poblacion más populosa que por allí hubo, aunque los sucesos del tiempo
la tienen desierta, y con ellos se pasó toda su vecindad á nuestra villa (fól. 12).
Veanse en Monforte hasta hoy
restos notables de policia romana, piedras muy
costosas, y memorias muy en crédito de nuestra
opinion. No son menores los que se hallan y conjeturan de Guadalcanal,
pues hasta el mismo nombre le heredó la villa dellos
y de los moros, que ahí nos dejaron sus memorias
para testigos fieles de que hubo tiempo que otras
naciones hicieron caudal de tierra tan famosa, y
para que de su nombre mismo se arguyesen las
riquezas que tantos siglos há ha dado los hombres sin cesar hasta nuestros
tiempos; como se vió el año de 1555 en las minas que
descubrió un natural de la misma villa, tan cerca de ella como
se sabe; de donde se sacaron, en los pocos años que
estuvo sin hundirse, más de sesenta millones. Y en
estos dias puso casa en esta villa el adelantado de minas D. J. de Oñate, que
está enterrado en nuestro convento de San
Francisco, que para la administracion de su oficio
consideró que aqui era donde mayores riquezas abundaban, y solia decir que
pocas piedras se encontraban en Guadalcanal que no
tuviesen un poco de plata, porque dellas habia sido
ordinaria cosecha en las comarcas de la villa, desde que los hombres conocian el artificio de las minas (fól. 13).
«...El oro y plata que en estas comarcas
sacaban (los cartagineses y romanos) era mucho más y más precioso que otro
alguno; (y) lo llamó el autor citado (Plinio, lib. xxxui) oro canalicio ó
canaliense, que entónces hacia la misma ponderacion y aprecio de ello que hoy hacemos nosotros del de Tibar. Aureum quod ibi puteis foditur canalitium vocant,
al canaliense. Llamaban canales aquellos pozos ó cuevas con que atravesaban los
montes, con las trazas é invenciones que ya dije, y á el oro que de allí se sacaba le llamaban canaliense. (fíi per marmor
vagantur, ellatera puteorum huc illuc, nomine invento.) A estos canalizos
llamaban corrugos, y nosotros en nuestra lengua los llamamos acesias. Aliis (dice)
par labor est, vel hoc majoris impenda, flumina ad labandum
hane ruinam jugis montium ducere, obiter, a centesimo plerer que lapide
corrugos vocant, a corrugatione credo (fól. 13).
«Estábanse las acequias ó
canalicios hechos rios y arroyos, aunque ciegos por falta de
cultura, cuando los moros se apoderaron de España;
y en esta parte de Guadalcanal era mucho mayor el
número de las acequias ó rios, á quien ellos
llamaban ruad, y juntándole con la diccion de los
romanos, canalitium, la corrompieron en Guadalcanal,
que significa lo mismo que lugar donde hay rios, acequias ó minerales excelentes
de oro y plata.
"Habia infinidad de ellos en esta tierra, y los moros los hallaron en los
hornos y destrozos de los minerales. Por eso á un
rio que nace y pasa muy cerca desta villa le
llamaron Abenliexa, que significa en nuestra lengua hijo del fuego, ó hijo de los montes cocidos y calientes (Sig., Choron. de S. Francisco, 3.ª parte, pág. 99. Aldrete, Libko Ih); como tambien llamaron á otro
rio cercano Guadaviar, que es lo mismo que rio precipitado en sus corrientes. Nosotros
llamamos hoy al primero de estos rios Benalixa, y
al otro Viar, y tambien Guadalcanal y nuestra villa. Y tengo la deduccion este nombre por la más
acertada (fól. 14).
«...Los romanos partieron á
España en citerior y ulterior, y despues en tres provincias, Betica,
Tarraconense y Lusitania. En la Bélica tuvieron tres chancillerias, que eran
Cádiz, Sevilla y Ecija; en la Tarraconense otras tres, Zaragoza, Tarragona, y
Cartagena; en Lusilania tenian otras tres, Badajoz, Mérida y Trujillo, y en
éstas tuvieron muchas colonias ó ciudades, municipios y lugares confederados.
Con el tiempo, y el ordinario trato se fueron los españoles haciendo á las
costumbres de los romanos, y el emperador Oton,
sucesor de Galba (V. Plinto, lib. ni, cap. ui, lib.
ív, cap. Xxii; Tácito, lib. vni,
J. Lipsio; Aldrete), agradecido á los extremeños de Mérida
y á los andaluces de Sevilla, y á todos sus
confinantes, de cuyo número fueron los de Guadalcanal, por conservarlos en su amistad los hizo
ciudadanos romanos con todas sus libertades; y con eso se hicieron iguales á
ellos en las supersticiones. Al fin, con la paz universal del reino se llenaron
de gentes los vacíos que las guerras habian causado
con la destruccion de pueblos y muerte de casi innumerable gente en los doscientos años que se
resistieron los españoles por el esfuerzo del ex tremeño Viriato y otros
famosos capitanes.
«Los godos pasaron á Italia, y
saquearon á la ciudad de Roma, y vinieron á Francia
y España; y el año de 411 despues de la venida de Cristo,
vinieron á ella los vándalos, silinguos, alanos y suevos, y le dejaron lo que
no quisieron al emperador Honorio. Los godos que estaban poderosos en Francia,
se hermanaron con los romanos, y vinieron á batalla contra los alanos y suevos
entre Zafra y Mérida, y los vencieron y mataron á su rey Atares, y siguiendo el
alcance, pasaron por Llerena, y se metieron por el puerto de
Guadalcanal á su plaza de armas que tenian
en Alanis; como tambien los godos y romanos en el municipio Iporcense (hoy
Constantina), pienso que á contemplación de Constancio,
que era entonces general de los ejércitos romanos y
cuñado del emperador (V. Mariana, Padilla, Historia eclesiástica, centuria v,
cap. xii). Los godos acabaron con las otras naciones, y despues se desavinieron
con los romanos, y les derribaron todas las fortalezas y castillos que les
habian quedado en España. Aquí sin duda volvió Guadalcanal á perderse y
destruirse, ó muy poco ménos; ¿quién lo duda? pues era común paso de los ejércitos. Y si las memorias cuyos rastros se
conservan, estuvieran hoy en el sér que las gozaron los honrados siglos,
entibiaran siquiera el ánsia de los curiosos que
tanto suspiran por las que humillaron aquellos bárbaros.
«¿Qué se
ve ya por todas partes del reino sino destrozos suyos y piedras quebradas que
con mudas lenguas dan á entender la braveza de aquellas
gentes, nacidas más para lo sangriento de la guerra
que para lo aseado de la paz? ¿Qué soberbia hubo
que no derribaran, qué cosa lustrosa que no afeáran, qué lindezas que no
manchasen? No les parecia que podian hartar el rencor y ódio que cobraron á los
romanos, si ejecutándole en ellos perdonaran á sus memorias. Las que aquella
nacion política levantó en piedras, ellos las derribaron, quebrantando
mármoles, despedazando estatuas, asolando edificios, sepultando la luz y la
majestad de las ciudades. Y lo que ellos dejaron,
acabaron de destruir los moros, como lo dice su
historiador (Moro Rasis, fól. t 5).
«Muchos
testigos hay de esta verdad en España por pecados
nuestros. No hay apénas lugar ni campo donde no aparezcan hasta hoy columnas,
estatuas y piedras de que apénas restan cual ó cual
pedestal y aras, para más sentimiento, descarnadas, no tanto á fuerza del tiempo, cuanto á golpes de piedras bárbaras con que se
han borrado las letras y señales que pudieron ser alivio de las memorias perdidas á la
curiosidad de los
entendidos (fólios 15 y 16).
. . . «Al principio que con sus
armas guerrearon esta tierra los romanos (V. Plutarco, Vida de Paulo Emilio; Strabon; Pineda, lib. ni, cap. m; lib. Vii, cap. Xxiii; Eutropio), sujetó Escipion 80 ciudades, Paulo Emilio
250, Caton 400, Pompeyo 846, Tiberio Graco destruyó 300, y con todo eso, afirma
Strabon que habia 1,000 lugares en solo la provincia Celtiberia, y de los extremeños que habitaban entre las corrientes de Guadiana y Guadalquivir dice que eran sus poblaciones
innumerables y las 200 famosas. Sin esto, Julio César mató en las guerras 1.1 92,000
hombres, sin los que murieron en las guerras civiles. Sergio Galva degolló en
solas tres ciudades de Extremadura 9,000 personas,
y de los lugares restantes más de 30,000; crueldades que dieron principio á la guerra
del famoso extremeño Viriato. ¿Quién podrá contar los daños que hicieron los
Claudios, Marcios, Nerones, Léntulos, Cetegos, Metelos, Sempronios, ¿Sextorios?
Pues si llegamos á tratar de los mártires en tiempo
de Diocleciano y Maximiano (V. Bcda, Kal. Rom., 26
Abril), en solo un mes martirizaron 17,000 y el Fascículo delos tiempos los llega á
20,000. Pues ¿qué seria en diez años que duró esta persecucion? (fól. 16).
«Y si
venimos á nuestros tiempos, verémos que son casi innumerables las gentes que ha
producido España de cien años á esta parte. Y
tomando en descargo el grandioso número de religiosos
y sacerdotes que profesan castidad, díganlo los que se han sacado para las
guerras de Flándes, Alemania, Francia, Italia,
Lombardia; diganlo los ejércitos para defenderlos presidios y tierras
conquistadas. Hablen las islas de Sicilia, Cerdeña,
Mallorca, Menorca, Ibiza, con las del Mediterráneo y Océano, las Canarias y las
Terceras; sin los que en tantos reinos y provincias, los que en Europa, África
y sus fronteras, los que en Asia y en la América con sus dos populosos imperios
de Méjico y Tierra-firme, han fundado y acrecentado
lugares; si todos estuvieran hoy en España, ¿qué rincon hubiera en ella, por más
áspero y más estéril que fuese, que no abundase de poblaciones?
(fól. 16).
POR D. VICENTE BARRANTES, EN EL CONCURSO PUBLICO DE 862, É IMPRESA DE REAL ÓRDEN.
Publication date 1865 Publisher. Madrid: Impr. de M. Rivadeneyra
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