Al cura lo van a contratar en La Maestranza de Sevilla
Las noticias que recogimos son
escuetas. Se ha celebrado en Guadalcanal, con motivo de la feria anual, una
función taurina, seguramente una novillada sin picadores. Carece Guadalcanal de
recinto taurómaco, construido en piedra o ladrillo, y resuelve la situación con
una plaza portátil.
Las plazas de este género se yerguen
más que nada en villas de escasa afición al arte de Cuchares. Se sabe que el
novillero Guillén, nativo del pueblo, triunfó en la lidia de sus toretes.
A mayores se debe recordar al
párroco, marianista consumado que vive y anima el fervor por la Virgen patronal
de los feligreses, es aficionado a la fiesta y, además, músico. Las novedades
feriales de Guadalcanal ha sido la plaza transportada, la actuación sobresaliente
del futuro maestro Guillén y el clérigo tocando el clarín anunciando la salida
de las reses al redondel y el cambio de suertes. No se había visto nunca
semejante espectáculo.
Estaba sentado mirando a la arena y
cada vez que embocaba el instrumento se ponía en pie y seguramente se movía el
busto con ánimo de alcanzar suaves cadencias. Un ex combatiente soldado de
Caballería, rememoró al maestro de banda de su regimiento, y los viejos se
pusieron a charlar en torno la zarzuela «El sitio de Zaragoza». del
maestro Oudrid, que Incorporó a la pieza las dianas floreadas e incluso el
toque de fagina.
Debió ser un Pudrid número de
fuerza, el párroco soplando las contraseñas de la lidia, aunque ignoramos si
fueron acompañadas por la resaca de los timbales. Los espectadores miraban
unánimes hacia el lugar donde el cura, clarín en boca, anunciaba los cambios. —Al cura lo van a contratar en La Maestranza
de Sevilla—, dijo un chusco. Uno ha conocido sacerdotes músicos, algunos
magníficos organistas e incluso hábiles violinistas y piachetas. Insignes
compositores han sido sacerdotes y religiosos de diversas reglas.
La estampa de un clérigo a la
guitarra mientras el cantador se derrama por alegrías o tarantos es casi
literaria por Andalucía. Desconocemos, sin embargo, la existencia de
eclesiásticos tañedores de instrumentos de viento, metálicos o de cuerda Nadie
nos habló nunca de curas saxofonistas o trompetistas virtuosos del clarinete,
el fiscorno o el trombón y mucho menos del clarín en una plaza de toros.
A lo mejor hizo el servicio militar
en Taxdir que estuvo de guarnición en Sevilla, y le quedaron esas mañas Puede
que se trate de un precursor, porque dejando a un lado su maestría musical, lo
curioso es que se ofrece revestido de sotana, lo que le otorga un cierto matiz
de refractario a los cánones del Concilio Vaticano II. A mí me gustaría verle
actuar ensotanado y de roquete en un albero conspicuo, por ejemplo, en Ronda, y
en corrida goyesca.
LA
VANGUARDIA
EDICIÓN
DEL MIÉRCOLES, 17 SEPTIEMBRE 1980, PÁGINA 8
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