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sábado, 16 de diciembre de 2023

Guadalcanal en los libros antiguos 1/3

Primera parte 

RAZONADO Y CRÍTICO DE LOS LIBROS, MEMORIAS Y PAPELES IMPRESOS Y MANUSCRITOS, QUE TRATAN DE LAS PROVINCIAS DE EXTREMADURA, ASÍ TOCANTE A SU HISTORIA, RELIGION Y GEOGRAFÍA, COMO Á SUS ANTIGÜEDADES, NOBLEZA Y HOMBRES CÉLEBRES:

COMPUESTO. -POR D. VICENTE BARRANTES, EN EL CONCURSO PUBLICO DE 862, É IMPRESA DE REAL ÓRDEN. 

             GUADALCANAL, villa hoy de la provincia de Sevilla, y antes de la de Badajoz.

            Noticia histórica documentada de las célebres minas de Guadalcanal, desde su descubrimiento en el año de 1555, hasta que dejaron de labrarse por cuenta de la Real Hacienda. (De orden del Rey nuestro señor. — Madrid: por D. Miguel de Burgos. —Año de 1831.)

            Esta obra, en dos abultados tomos en 4. °, que comprenden, el primero desde 1555 hasta 1558, y el segundo desde esta última fecha hasta 1700, fue redactada por el archivero de Simancas D. Tomas González, á consecuencia de la Real orden de 27 de marzo de 1830, que también produjo su conocido Registro de las minas de Castilla. Aunque antes que Noticia histórica, como la titula, es aquella una simple colección de documentos, no carece de importancia para la historia económica de Extremadura, porque la minería, coincidiendo en tan crítica ocasión con las emigraciones al Nuevo Mundo, vino, por decirlo así, a dar el golpe de gracia á la agricultura y las artes extremeñas.

            La villa de Guadalcanal perteneció á la provincia de Badajoz hasta 1843, que, habiéndose segregado de ella, y hecho villa su anexo Malcocinado, se quedó éste en la provincia de Extremadura, pasando la matriz á Sevilla, de donde sólo dista 15 leguas, en el partido judicial de Constantina. No obstante, por lo eclesiástico pertenece al vicariato de Santa María de Tudía.

 Del mismo libro:

GUADALCANAL y su antigüedad.

(MS. original mutilado, en 4.º, letra del siglo xvi, 34 hojas.)

            El artículo, tal como se inserta, hallóse entre los papeles del Sr. D. Bartolomé José Gallardo, y nos ha sí lo facilitado por el Sr. Sancho Rayon, á quien tantos servicios debemos. Por nota que tiene del famoso bibliófilo, se sabe que el manuscrito á que se refiere existía en 1824, en la librería del lectorul Trianes (síc), que ántes (en 18I3) lo había visto en la de D. Antonio de la Torre, notario del cabildo de Cádiz. Y de letra posterior hay otro renglón que ya echaban de ménos los maliciosos, diciendo á secas: Despues me la regaló á mi. G.— No ha parecido, sin embargo, entre sus papeles.

            En cuanto á Guadalcanal y su antigüedad, dista, en nuestro concepto, bastante de merecer los elogios que Gallardo le tributa, ni por el lenguaje, ni por la investigacion, que sólo en lo que toca á las minas romanas es erudita y notable. Acaso el bibliófilo extremeño la estimaria así con relacion á la escasez que de estas interesantes monografias se padece en nuestra comun patria, y más principalmente á medida que nos acercamos á su límite geográfico de Sierra Morena. Por esta misma razon, junto con el respeto debido á su memoria, y por reparar en algun modo la pérdida siempre sensible del manuscrito, insertamos integro su jugoso extracto, despojándolo, como es natural, de la endiablada ortografia que, por no faltar a su costumbre, le puso. Dice, pues, así:

«Guadalcanal, ilustre villa del (corregido al márugen, Extremadura en el) maestrazgo de Santiago, «provincia de Leon, ha corrido en su poblacion y «antigüedad la desgracia... «

Y acaba en hoja rota: — «El número de los hijos hidalgo, hombres insignes en letras, armas, oficios y dignidades... y otras cosas memorables... «

            No aparece el nombre del escritor; pero en el fólio 12-32 da señas de haber sido fraile franciscano, acaso del mismo convento de Guadalcanal, y por el tono, extremeño. Es pluma elegante y castiza. Escribia á mediados del siglo vi.

            La obra está escrita en discurso seguido, y al paso vamos sacando de ella los apuntes siguientes:

            «De Guadalcanal ignoramos no sólo la primera fundacion, sino lo que más es, el nombre que tuvo en «aquellos primeros tiempos (fól. 6). Llegó á pensar «que la (fundacion) de esta villa fué del rey Genon «que llamaron Avo, hijo del rey Hyarbas de Mauritania, por los años de 1690 ántes de Cristo. (Diod. «Sic., lib. v, cap. Ii; Pineda, 1." part., lib. n, «cap. viu, 8 2.) Fundo este pensamiento en tres: la primera es lo que dice Diodoro Sículo, que este rey Gerion fué las conjeturas primero que descubrió los ricos minerales de la Sierra Morena... «La segunda es los rastros que hallamos de aquellos tiempos en la caldera que trae por armas la «villa de Alanis, aludiendo, como dice su tradicion, «á los caldeos, sus primeros habitadores, y á la «lengua que entóneos más que otra se usaba en «España. La tercera conjetura saco de algunas momedas de plata antiquísimas, que, halladas cerca de «Guadalcanal, han llegado a mis manos, y tienen «divisas y letras de las que usaban aquellas primearas naciones que vinieron á poblar en España. «

            ¿Quién, pregunto yo, habrá andado algun monte de las sierras de Guadalcanal, que no haya bailados rastros de estos edificios, algunas cuevas ó minas ciegas y asoladas con el tiempo, curiosas piedras, ladrillos matarte*, que eran aquellos muy grandes y anchos de que ya casi se ha perdido la memoria en España? Y en estos tiempos se han hallado sepulcros en los campos de Guadalcanal hechos con estos ladrillos. Pues estos indicios, ¿qué hacen, sino persuadir el trato y comercio grande que aquellas naciones tenian en nuestras tierras, y en particular de las que voy hablando? De quien hace notable memoria Festo Avieno es de los masienus, selvisinos, feroces y ricos: llama masienos á los de las comarcas del Almadén, llamado Masia antiguamente, y por la destreza que tenian en hacer los ladrillos masaries-, selvisinos llama á los de Sevilla y su contorno; feroces á los de Sierra Morena, y picos a los de la costa de Tarifa y Cádiz.

Bie Chyrtu amtút mtrat allum gurgucm
Ultra citraque quatuor gentes colunt:
Xam sut ferocet hoc loco Ubi fenicet
Sunt masicnl, reata letv'ma smt,
ftracií a/ri el divitis Tartesii.

            «Déla Sierra Morena ¿quién hay que ignore sus riquezas? ¿No se ven hasta hoy en los montes cuneos de Ayamonte infmidad de reliquias de los hornos y minas? Junto á Araceust y Aroche ¿no están los campos llenos de deshechos antiguos, y en nuestros tiempos se ha tratado de refinarlos y reducirlos á moneda? En las comarcas de Almaden ¿no brotan cada dia plata los mayores desiertos? ¿Guadalcanal no fué por excelencia, como despues diré, el sitio más rico-de metales que se hallaba, y de cuyos efectos vino á heredar el nombre que hoy tiene? ¿Alanis y su contorno no fué donde el rey Gerion y sus caldeos hallaron pozos de plata?... ¿El oro y la plata de las sierras de Córdoba no fué de quien más caudal hizo Anibal (¿Si’’? Iial., lib. m) para llevar á Italia despues de la guerra de Sagunto?... ¿Todas estas tierras no están contiguas á la provincia Turdelania? (Ac Turdetania, eique contigua regio... Strabon.) Pues juzgue el desapasionado, y verá cuánta fuerza se hizo el que pretendió persuadirnos que la region contigua á los lurdetanos eran las campiñas de Andalucia, y no las extremeñas de la Sierra Morena (fólio 6). Plinio... haciendo memoria de esta region (libro xxxii, cap. iv; Diod. Sic, Ju. vi, cap. íx) dice que aquellas naciones antiguas, y mucho más los romanos, codiciosos del oro y la plata, minaban por larguísimos trechos la sierra, horadandolas mayores montañas, al modo que en nuestros tiempos se ha visto en las minas de Averoja, en las de esta villa de Guadalcanal; hoy dia lo vemos en las minas del azogue en el Almaden, y todas estas minas y otras están en Extremadura, y de ellas dice Plinio que muchas veces se hundia la tierra y las peñas, perdiendo, los que en los pozos trabajaban, la vida, quedando en ellos sepultados; que cargaban los montes sobre arcos y bóvedas, y los pedernales que no se sujetaban al hierro, el fuego y vinagre los vencia , y que la tierra que cavaban y las peñas de los metales los sacaban en hombros de mano en mano; que hallaban en partes la tierra más dura que las mismas piedras y la rompian con cuñas y almadanas, y acabada esta labor, degollaban los arcos sobre que cargaban los montes, y al tiempo de caer hacia señal la centinela que estaba en las cumbres, y él solo sentia cuando se bajaban, y avisando que se apartasen, huian, y la montaña caia con mayor estruendo y ruido que puede pensar hombre humano; y sin este trabajo, tenian otro mayor, que era llevar los rios acanalados para lavar a la tierra que sacaban , y para esto juntaban los montes, allanaban los collados, levantaban los valles, y porque el agua les viniese á piso, la tomaban muy alto en las partes que por naturaleza solos pájaros se podian tener, y por aquellas partes hacian paso para ellas, colgando á veces los hombres por los riscos para que cavasen. ¡Espectáculo horrendo y temeroso! Que en los más altos montes hacian estancos cuadrados muy grandes para recoger las aguas, deque se hallan hoy algunos en estas comarcas, como tambien las grietas y aberturas de los montes, que conocidamente son de los que habla Plinio y Diodoro Siculo. Pues nada de esto conviene á los llanos y campiñas de Andalucia, con que se entenderá cuán sin fundamento han querido privar á esta comarca de Guadalcanal de la gloria que le dió naturaleza... (fólio 7).

            «Para mayor connotacion del intento y probanza de este asunto, quiero traer á la memoria los inagotables frutos, la multitud de ganados que se crian en los campos y sierras de Fregenal y Aroclte y en las sierras que llamamos Ardevalo, las deleitables frescuras y la abundancia de frutos de Aracena, las montañas soberbias que por falta de agricultura están como vagamundas y estériles, la provision que se hace pira cargar las flotas y para sustentar el reino de vinos preciosos en Alanis, Fuente Ovejuna, Constantina, Cazalla y Guadalcanal (Luc. Mar. Sic., lib. n). La grande suma de aceite, cera, miel, grana, pez, bermellon, almagra, tocinos y salsamenta, finos paños de lana, barros curiosísimos de la ciudad de Salacía, hoy Salvatierra, cerca de Zafra, á quien A. de Lebrija (ít't. S.) pone entre los túrdulos junto á Mérida.

            Exportantur (dice) e Turdetania multum frumenti ac vini, oleumque non multum modo, sed el optimum; prceterea cera, pix, mel, el coccus multus, et minisum, sinopica terra non deterius, lum salsamenta copiosa, quondam etiam, multum vestium ad vehebalur, nunc lance, coraxorum lana prcstantiores, longeque pulcherrime, lum summé, tenina texta, quce saleralce efffciunt, ctc (Estrab., lib. m). Y despues dice: Cum autem tot bona suppeditent, non leviler sed vel aprime observet, mireturque aliquisquod ita ferax melallorum est (fól. 8).

            « Thartesiaás domas est natiísima tenis Quam dives placidum Cardaba Bctim ama! Vellera nativo pallen! ubi flava metallo Et ímil Hisperium braclea viva ecus.

(Marcial, lib. u, epig. 62.)

            «Son conocidas las ovejas y íos ganados que de verano se apacientan en las riberas y íos que entran en Guadalquivir desde la ciudad de Córdoba á la de Sevilla por la parte de las sierras, que son Guadarroman, Guadiato, Bembezar, Guadalora, Retortillo, Guadalvacar, Viar y Güelva, cuyos arenales deslumbran á la vista del sol á quien pasa por ellos, y los ganados que se abrevan en sus riberas, se tiñen con las mismas arenas de color de oro (fól. 8).

            «Acerca de los nombres que ha tenido esta ilustre villa, hallo diversidad de pareceres... Algunos lian dicho que se llamó Canaca, lugar notable de quien habló Tolomeo en su Geografía; el fundamento que para ello tienen es la alusion del nombre de Canal, que se practicó en esta tierra ántes que los árabes entráran en España, y que la diccion Guad se la añadieron ellos... Para prueba de su intento traen por ejemplo la villa do Aroche, que se llamó Aruci; Feria, Sería; el Casar de Cáceres, Castrum Ccesaris; Pamplona, Pompelon; las villas de Almoharin , Almaria ; Carmona, Carmo; la ciudad de Coria, Caurion (fól . 10) ... Otros han dicho que su primer nombre de Guadalcanal fué Civitas Reginensis ó Regina. Fúndanse en la inscripcion de una piedra que se halla en el camino de Cazalla, dedicada al emperador M. Aurelio.

            «Así la trae el M. Ambrosio de Morales, con que los secuaces de esta opinion la hacen cierta diciendo que ninguna autoridad hace más fe para conocer el sitio de las fundaciones y lugares que las memorias escritas en semejantes piedras, y tan cerca del sobredicho sitio de Monforte no debe dudarse, sino que allí fué su primera fundacion... Pero eso es cuando se sabe que no se mudaron del lugar primero donde se fundaron, ó se conoce y sabe dónde primero estaban; tales son las que por su grandeza ó bruteza no dan lugar ni ocasion á mudarse, mas las que no son tan grandes cada dia se mudan de unas partes á otras (fól. 10)... Sirva para crédito la inscripcion y piedra referida; pues si de ella se hubiese de argüir que el pueblo de Regina estuvo donde ella estaba, no viniera á estar en el sitio de Monforte, ni donde está hoy Guadalcanal. Y áun en estos tiempos pongo en duda que estuviera donde dice A. de Morales, como tambien pongo en duda que esté la piedra donde él dice, porque yo he hecho diligencias para saber de ella y nunca lo he podido conseguir.

            «Para mayor desengaño tengo trasladada la inscripcion de otra piedra que está en el mismo sitio, donde por cuenta de Tolomeo (lib. i, cap. u, Europa) estuvo la ciudad de Regina, á cuya opinion asiento á velas llenas de aprobacion. Este sitio es junto á una ermita llamada San Pedro de Villacorza, tres leguas pequeñas de Guadalcanal hácia el norte, pasando de Valverde á la ciudad de Llerena. Es la piedra de un sepulcro de Lucio Rufino y de su mujer Fabia Campana.,

            Y allí mismo está otra memoria de una doncella llamada Terencia , que dejó una grande ofrenda en el templo de la diosa Juno , que allí se veneraba. 

POR D. VICENTE BARRANTES, EN EL CONCURSO PUBLICO DE 862, É IMPRESA DE REAL ÓRDEN. 

Publication date 1856 Publisher.  Madrid: Impr. de M. Rivadeneyra

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