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lunes, 6 de mayo de 2019

Guadalcanal y sus Murallas

Libro Guadalcanal en la Memoría de Rafael Rodríguez Márquez
De Muza a Araxaf

Para hablar de las murallas de Guadalcanal, hay que situarse en el contexto histórico del Guadalcanal musulmán. Los árabes habían invadido España al mando de Tarik, que se dirige a Toledo tras conquistar Córdoba. En 10 del 712, Muza sube por la Ruta de la Plata, por Almadén y Monesterio, a conquistar Mérida que lo hace el 30 de Junio de 713 ayudado por su hijo Abd el Azis. Tras la conquista de Mérida, dicen los historiadores árabes y en el mes siguiente, se conquistó todo el territorio hasta el sur del reino de Badajoz, mandando Muza tropas al mando de su hijo, que luego siguió para Sevilla, que se ha había sublevado, y marchando él para Toledo. En el mes de Julio del 713 llegan los musulmanes a Guadalcanal, eran árabes y bereberes que dejarían un pequeño destamento en el lugar, al que llamarán WAD AL QANAL. Allí encuentran un cerro fortificado, habitado por visigodos e hispanorromanos, que llaman Monforte, rodeados de Murallas; también encuentran en diversos sitios del término, y seguro que en un valle situado entre dos sierras inclinado hacia el sur y lleno de veneros y arroyos con la ruta de Híspalis a Emérita por Astigi y Regina en su lado oriental, al que atraviesa subterránea una corriente de agua de norte a sur. Está patente que lo que hay al llegar los árabes es Monforte y su territorio. En el cerro de Monforte, a 5 Kms. al suroeste del pueblo actual, hay construcciones romanas de derretido con dos murallas concéntricas. Esto, según Mª Dolores Cordón Peral en su libro Toponimia sevillana. Ribera, Sie­rra y Aljarafe, nos indica que hubo habi­tación desde muy antiguo. "A la construc­ción de época romana, debe su nombre el lugar, compuesto de un original Mons Fortis. Considerando la llamativa evolución de O tónica a O romance que revela un tratamiento dialectal, se debe adscri­bir el topónimo al estrato histórico-lingüístico mozárabe. Los mozárabes eran los cristianos que se quedaron a vivir con los árabes y estaban allí de antes. Monforte sería un ejemplo más de nombre de fortificación alusiva a restos más antiguos y de valor arqueológico. Nos inclinamos al mozarabismo del nombre, pues es segu­ro que hubo habitantes cristianos en estas tierras durante el período de dominación musulmana. El Cerro Mezquita y el arro­yo Mezquitas son alusiones que confirman la antigüedad de Monforte". Otro dato que atestigua a Monforte como anterior aún a los romanos, es que está lejos de la calza­da romana que va a Regina. Las calzadas se construyeron cuando ya estaban asenta­dos los romanos. Investigaciones hechas por mí en autores antiguos me han revela­do que Mons Fortis existía en tiempos del emperador Antonino Pió, que gobernó del año 138 al 161, y también refiriéndose a Guadalcanal dicen que "el primero sitio de su fundación primera fue distante una legua de donde hoy está, en un cerro que se dice Monforte” fue fundada en lo selecto de la provincia antiguamente lla­mada Turdulana o Baiusturia; según el cómputo de las historias, “fue casi mil y seiscientos años antes del nacimiento de Cristo." Esto viene a confirmar que esta fortaleza romana era un oppidum cons­truido sobre restos de otros pobladores que en el caso nuestro serían turdetanos o tartésicos, pues todas las fortalezas pri­mitivas estaban en alto.
El campesinado hispano-romano-visigodo se sometió a las tropas de Muza, conviviendo luego con la nutrida pobla­ción beréber asentada aquí y entre ellos, miembros de la tribu de los zenatas. Ya debía de existir Wad al Qanal como po­blación en el año 758, en tiempos del Ca­lifa Abderramán I, pues se cita que pasó cerca un tal Yusuf al Fihri, wali árabe que desde Mérida marchó a Fuente de Cantos y, reclutando gentes del sur extremeño, formó un ejército de veinte mil hombres bereberes contra el Califa, y fue a Almodóvar donde fue derrotado, luego se dirigió a Firris (Cerro del Hierro) entre Wad al Qanal y Qüstantina, y de allí a los Pedroches, siendo asesinado en Toledo.
El territorio de Al-Andalus se dividía en circunscripciones administrativas lla­madas Coras, regidas por un gobernador o Walí. Eran como provincias con jefes militares que asistían a la autoridad civil, esto era desde los Omeyas, en 756. Guadalcanal pertenecía territorialmente al castillo de Reina, y éste era de la Cora de Al Balat, ya que se interna su territorio en Extremadura hasta el límite con Hornachos, y por tanto Guadalcanal lindaba por el Sur con la Cora de Ferris, cuyo límite era el Benalixa, y, más arriba el Sotillo. Benalixa, hoy Benaja es una rivera que nace en Alanís y es límite entre éste y Guadalcanal, y entre nuestro pueblo y Cazalla. Se cree el nombre le viene de los Ibn Alisâ, familia de la tribu beréber de los Hawwara cordobeses. Wakil gobernó Alisa cerca de Talavera la Vieja en tiempos de Abderramán III an Nacir, y luego cayó en desgracia. Su hijo fue Saydun Ibn Wakil al Awrabi Ben Alisâ. Esto fue por los años 912-961. El rio Benalixa corría por el límite de la Coras y la de Firris se internaba por los Pedroches cordobeses.
Tribus bereberes que habitaron por nuestra comarca fueron los zenatas que eran parientes de los zuwâga de Azuaga. Los zenatas entraron por Guadalete en España y venían del Magreb y Túnez. Eran nómadas del desierto Dicen los árabes que donde hay dátiles hay zenatas, criaban camellos y eran aficionados al caballo, excelentes jinetes (zenetes) y montaban a la gineta (zeneta) donde la imagen de ese depredador nocturno que ha dado muchos topónimos con el nombre de Gineta en el sur de Extremadura. Eran buenos guerreros y muy valientes y rebeldes. Los mayores contingentes pasaron a España en tiempos de Almanzor propiciados por él. Otra tribu era la Miknâsa, se instaló en el 1ano de las Bellotas-Fahs al Ballut que se extendía del sur de Guadalcanal hasta los Pedroches, y tenían predilección por las bellotas y las minas; llegaron en los primeros años y se extendían por la baja Extremadura. Los Hawwara se infiltraron también en Extremadura.
Con la caída del Califato, nacieron los reinos de Taifas alrededor de 1031 y entones hay una guerra entre el rey de Sevilla y el de Badajoz, de 1044 hasta 1051que hicieron las paces, por lo que Guadalcanal y Reina sufrirían las consecuencias.
El año 1082 Alfonso VI bajó a Sevilla y llegó a Tarifa. Por entonces casaría con la hija de Almotamid, Zaida, que fue llamada Isabel. Después se enfriaron las relaciones y Almotamid llamó a los almorávides, que vencieron a Alfonso VI en Zalaca, cerca de Badajoz, en 1086. En 1088 dicen los Anales Toledanos que el rey cristiano alcanzó el puerto de Guadalcanal pero no le ofreció batalla. La entrada al puerto se hacía entonces subiendo por el lado del túnel; luego siguió hasta Sevilla. Otra vez vinieron los almorávides en 1091, y tres años después son dueños de estas tierras. Se sabe por el Botánico Anónimo que en 1100 había castillos al norte de Qüstantina; eran los de Qastalla y Al Aniz, y por Elleina y Zuaga antes de 1152 sabemos qué última tenía el muro de tierra.
En 1147 llegan los almohades a Se­villa y Badajoz con Abdelmumen. Le sucedió Abu-Yacub-Yusuy en 1163, en cuyo tiempo comienza el famoso período de construcciones almohades: la mezquita de Sevilla, el puente de barcas, las dos alcazabas, ampliación y refuerzo de las murallas, fortaleza y murallas de Alcalá de Guadaíra, murallas de Niebla, mura­llas y alcazaba de Badajoz, Murallas de Llerena, murallas y alcazaba de Reina, murallas y alcázar de Guadalcanal, Cazalla, Alanís y muchos más, incluso las torres de mezquitas sevillanas. Ciñéndonos a Guadalcanal, podemos con­cretar la fecha de construcción de la mu­ralla y alcázar por pertenecer a los domi­nios de Abu Yahla Hafiz de Badajoz, que después de mayo de 1169 llegó con tro­pas almohades procedente de Sevilla, y traía la orden de construir y reparar mu­rallas de fortalezas y plazas fuertes de su jurisdicción, según cuenta Ibn Sâhib al Sata, y ello se realizó entre dicho año y 1175.
En 1171 llegó a Sevilla el Califa pro­cedente de África, y tras conquistar Al Balat, que se había perdido, vuelve a Sevilla y gasta todo su tiempo en gran­des construc­ciones hasta principios de 1176, en que se marcha.
Si los al­mohades hacen una muralla en Guadalcanal del perímetro que conocemos, semejante al de Cáceres, es porque se han encontrado un casco urbano con sus calles que viene de antes. Existe la sos­pecha por mi parte de que hubiera otra muralla anterior, del siglo XI, ya que era una población grande, estaba en el llano y era fronteriza. Por otra parte, vemos como desde los tiempos de dominación musulmana en que la reconquista se aproximaba a la parte meridional de Extremadura, fue dotada ésta de podero­sas obras defensivas, como lo demuestran los siete castillos que había en el término, casi todos en la parte norte, sin contar Monforte y el de la población.
Las murallas de nuestro pueblo eran de derretido según señala el Catálogo Arqueológico, o sea, de mampostería de pie­dras, pero ello se contradice con su épo­ca, y así vemos que Sevilla tiene la parte almohade de su muro, de tapial con 14 puertas, 7 portillos y 166 torres. Niebla también de tapial de tierra sin almenas con 46 torres y 4 puertas. Llerena de tapial la primitiva, con torres cuadradas, 5 puertas y 12 portillos, Azuaga y Montemolín de tapial, y lo mismo Badajoz.
Continuando con la cronología, tene­mos que sucedió como Califa Abu Yusuf Yacub Almanzur y en 1185, a causa de las incursiones de Alfonso VIII de Castilla, que le envió una carta de desa­fío. Más tarde, en 1189, Alfonso, tras con­quistar Trujillo, pasó el Guadiana en Ju­nio y atacó Magacela. Los cristianos ve­nían auxiliados por musulmanes del rey de Mallorca que era almorávide. Los ana­les Toledanos cuentan que se dirigieron al sur y tras rebasar la sierra de Hornachos, el 17 de Julio, aparecen ante el formidable castillo de Reina al sur de Ellerena y vigía de los puertos Mariánicos. Alfonso VIII tomó Reina tras enconado asalto y según el Bayân, mató a todo el que se opuso, cautivó al resto y saqueó todo lo que había en la fortaleza. Tras la ocupación de Reina descansaría, y al día siguiente, 18 de Julio, se presentaría Guadalcanal que estaba y está a media jornada a caballo, camino que yo he corrido cientos de veces cuando era medico titular de Reina. Se dice que descansó en Guadalcanal con sus tropas, ya taba cercada de murallas en esa fecha y con su alcázar, pero no consta que la tomara por combate; en otros autores se dice que descansó en Guadalcanal a la vuelta y luego tomó Reina, pero lo dicho antes está confirmado por árabes como el marroquí Aben Idhari, que vivía por entonces. Luego, cabalgó hacia Sevilla donde infligió fuerte castigo a los musulmanes de los alfoces sevillanos enviando sus tropas a Córdoba, devastando las vegas del Guadalquivir y regresando inmediatamente a Toledo. Las noticias de esta gran expedición llegaron pronto a Marraqués y Abu Yusuf se dispuso a pasar el estrecho, cosa que hizo al año siguiente, pero dirigiéndose a Portugal. El rey cristiano 1194 lanzó contra Sevilla un poden ejército que pasó el Guadalquivir casualmente terribles estragos por las campiñas según cuenta la Crónica Latina, y al año siguiente el moro predicaba la guerra santa y derrotando a los cristianos en Alarcos el 18-7-1195 y con el botín ordenó se dicara a terminar la Giralda, que estaba en obras desde once años antes, destruyendo muchos castillos en Extremadura en los dos años siguientes, perdiéndose todo lo que se había conquistado; por eso es extraño lo que se dice en otros autores de que Guadalcanal y Reina quedaron en manos cristianas hasta 1231. Su hijo Mohamed al Nasir predicó otra cruzada y fue derrotado en la batalla de las Navas losa el 16-7-1212, la más grande batalla habida en España. Y así llegamos a 1241, en que el jeque de WadalQanal, que la defendía en nombre de Abul-Hasan Araxaf, rey de Sevilla, la entrega sin combate, pues al perderse Badajoz pasó a Sevilla con Reina. Había sido sitiada la plaza por los santiaguista y el jeque diose ha partido, o sea se rindió y la entregó haciendo un pacto o pleitesía en que reconocía la autoridad del rey castellano, Fernando III el Santo, quedando en condición de sometido, cediendo la fortaleza y fortificaciones. Los musulmanes conser­varon sus propiedades o, como dicen las crónicas, fincaron en lo suyo.
En 1264, con la sublevación de los mudéjares, perdieron sus derechos. Y mu­chos abandonaron el pueblo, quedando una minoría.
Nos encontramos entonces a un Guadalcanal con un alcázar de cuya muralla sale la que rodea a la población con una capacidad suficiente para dos mil ca­sas de la que los árabes usaban, muralla seguramente de tapial, aunque tuviese la­drillos en las esquinas de las torres y en los arcos y aún piedra, como se ve en Llerena. Las puertas solían tener unos cin­co metros de alto y todas las desemboca­duras de calles solían ser portillos y puer­tas. Había una serie de torres cuadradas en el recinto cada cierto tramo de lienzo y plataformas para el camino de ronda. Las torres tenían habitación y techo de bóve­da de cañón de ladrillo y puertas con arco de medio punto.
He podido averiguar por documento de la Orden de Santiago que la muralla estaba rodeada por todas partes por un foso que llamaban cava, por la cual co­rría en la parte N. y O. un arroyo llamado de la Cava y por la parte E. otro arroyo llamado de Pedro Gómez. La cerca iba desde la iglesia de Santa Ana hasta la puer­ta de Llerena y se continuaba hasta la es­quina de calle López de Ay ala girando por la Cava y bajando por el muro del pilar hasta la puerta del Jurado, desde donde se dirigía a la esquina que desemboca a la puerta de los Molinos, y rebasada ésta, subía más allá buscando la torre de Santa María y rodeando el alcázar, hoy Iglesia y Ayuntamiento, lanzaba un brazo rodean­do el paseo del Palacio coincidiendo con los bancos exteriores que hoy tiene, ro­deado todo el paseo de foso y seguía por donde está la Almona. Por el otro extre­mo bajaba desde Santa Ana por la calle Juan Pérez, dirigiéndose a las casas que ocupaba el Hospicio de San Basilio; gi­rando hacia la puerta de Sevilla, subía por Pozo Berrueco en dirección a calle Águi­la, y desde ésta enlazaba con el muro que venía por las traseras de los corrales de la calle y calleja de San Sebastián, sin po­der especificar más. En el año 1521, por ser Guadalcanal comunero, fue mandado por Carlos I tirar los muros y, desde lue­go, se tiraron trozos del mismo aunque no entero. Se rompió la cerca por la en­trada a calle Jurado al lado del pilar ac­tual que estaba situado en la acera de en­frente; también al final de la calle de las Huertas; se tiró el muro que subía hacia la torre, y el que unía la Iglesia con el Ayuntamiento actual construyéndose un arco; se tiró el trozo de calle Águila de­lante del arroyo que iba por el foso; tam­bién el trozo de la entrada norte de la ca­lle de Juan Pérez y se respetó uno que va bordeando la Iglesia de Santa Ana. Había un portillo entre el Palacio de la Enco­mienda y la Almona que ya consta en 1494 que comunicaba con las carnicerías. Po­siblemente habría más portillos. Si no fue­se así, habrían quedado encerradas mu­chas calles como Santa Clara, Guaditoca, Concepción, Carretas, Altozano Bazán y la Plaza de Santa Ana, que tengo dudas si estaba comunicada al exterior con un por­tillo, pues desde la puerta de Llerena has­ta la de Sevilla hay grandísima distancia. Muchos lienzos de murallas se desmocharon para formar parte de casas sobre todo de fachadas, y quizás hoy se puedan ver los restos, y esto es así, y queda comprobado, por un testigo presencial de Guadalcanal que vivía en mil seiscientos y pico, que dice lo siguiente: “Hasta hoy se ven algunos pequeños pedazos de muros y cerca antigua de Guadalcanal y tres puertas con edificaciones de las casas quedando la villa cercada artificialmente. La de Llerena está caída”. Con esto queda dicho todo.
En la puerta de Llerena había un puente para pasar de calle Santa Ana, Berrocal Grande (Espíritu Santo) Berrocal Chico a la población enfrente de la calle Granillos, ya que pasaba el arroyo de la Cava que mi madre conoció a primeros de siglo. También por ese tiempo se tiró el arco del Palacio y consta que a mediados del siglo XIV se tiraron los restos de la muralla. 
Este trabajo de investigación que me ha llevado años, es el resultado de consultar mucha bibliografía, incluidos los historiadores árabes, que son muchos y, de datos de archivos inéditos, junto ciertos procedimientos de investigación por lo que queda prohibida su reducción. 
        
Antonio Cordón Bernabé
Revista de Feria 1996

lunes, 29 de abril de 2019

Nuestro entorno 19

RASGOS GEOLÓGICOS GENERALES DEL PARQUE DE LA SIERRA NORTE DE SEVILLA

Tercera parte

Solamente se han identificado en el extremo sureste del Parque, junto a la carretera de Constantina a Lora del Río. Son calizas arenosas y muy ricas en fósiles entre los que se incluyen erizos, ostreas y otros lamelibranquios, gasterópodos, etc. Este tipo de calizas afloran en todo el borde de la cuenca del Guadalquivir e indican que hasta allí, como mínimo, llegaba la costa del Tethys hace 7 millones de años aproximadamente (Turonense superior). La localización de estos materiales a una altitud de 320 m implica que, en el tiempo indicado, el nivel del mar estaba a esa altura respecto al nivel del mar actual. Para ser exactos esta medida debe ser corregida en función de algunos parámetros geológicos, pero aun así nos permite hacernos una idea de la magnitud tan importante de los movimientos de ascenso y descenso relativo del nivel del mar a lo largo del tiempo.
Travertinos de edad cuaternaria.-
Se trata de calizas que se forman en agua dulce de manantiales, fuentes y ríos. La precipitación del carbonato se produce sobre películas orgánicas formadas por bacterias, hongos y musgo, o bien por
procesos físico-químico de índole inorgánica. Con el tiempo las nuevas capas cubren las más antiguas y se forma el bandeado de estas rocas. De igual manera, la precipitación del carbonato alrededor de las raíces de árboles y otros tipos de vegetación forma tubos huecos muy característicos cuando la raíz se pudre y desaparece. Ejemplos excelentes de este tipo de procesos se encuentran ahora activos en las cascadas del Huéznar.
Cuando un río o torrente, en el que se dieron condiciones para la formación de estas rocas cambia su curso, los travertinos quedan como testigo de que alguna vez hubo una corriente de agua dulce en ese lugar. También existen ejemplos magníficos de este proceso en varios puntos del Parque, pero en esta guía podemos recomendar la observación de los travertinos antiguos que se describen en el itinerario geológico nº 2, que ilustran la evolución del curso de la Rivera del Huéznar, desde el pasado geológico hasta nuestros días.
Los travertinos son rocas clásicamente utilizadas en construcción y ornamentación, por ejemplo el Coliseo y La Fontana de Trevi de Roma, entre otros monumentos, fueron construidos con travertinos. Dentro del ámbito del Parque, los travertinos fueron las rocas originales utilizadas para la construcción del Castillo de Alanís.
Rocas ígneas.-
En el Parque hay rocas ígneas intrusivas (plutónicas y subvolcánicas) y extrusivas relacionadas con actividad magmática antigua.
Rocas plutónicas.-
Las rocas intrusivas plutónicas presentan composiciones variables desde rocas básicas a ácidas. Sus afloramientos en el Parque generan paisajes alomados, de suelos arenosos y grandes bolos que han resistido la meteorización. En general este tipo de paisajes se denominan berrocales y como tales aparecen frecuentemente en la toponimia. En esta guía, se propone un itinerario específico en el que se pueden observar distintos aspectos de las rocas plutónicas del Parque y de los paisajes que generan
Las plutónicas básicas incluyen gabros y dioritas. Presentan colores oscuros y aparecen formando plutones de diversas dimensiones distribuidos en los alrededores del embalse de El Pintado (Gabros del Pintado) y al oeste de Cazalla de la Sierra. Ambos tipos de rocas presentan a simple vista un aspecto similar y normalmente es necesario recurrir al microscopio petrográfico para poder distinguirlas. Su composición es parecida aunque presentan algunas diferencias en lo que se refiere a los minerales que los constituyen. Las plutónicas ácidas incluyen granitos, granodioritas y tonalitas. Presentan colores claros y aparecen formando plutones de gran extensión en los alrededores de El Pedroso, al sur del embalse de El Pintado, al oeste de El Real de la Jara y en la Dehesa del Berrocal, al sur de Almacén de la Plata.
El magmatismo subvolcánico dio lugar a rocas que solidificaron a profundidades intermedias (1 a 3 Km). Lo mismo que en el caso de las rocas plutónicas, la composición de las subvolcánicas es tanto básica como ácida. En el Parque las básicas son las más abundantes y presentan composiciones equivalentes a los gabros descritos anteriormente. Se encuentran formando cuerpos tabulares (diques) de gran extensión lateral, a menudo de varios kilómetros, y espesores menores, aunque algunas veces llegan a superar el centenar de metros. Los diques de rocas básicas instruyeron a través de fracturas profundas que comunicaban las cámaras magmáticas con niveles superiores de la corteza.
El ascenso, en esas condiciones, es relativamente rápido de manera que el magma conservó su carácter fundido hasta el ambiente de cristalización cerca de la superficie terrestre. Al emplazarse cerca de la superficie, el enfriamiento fue relativamente rápido y dio lugar a las asociaciones de minerales y texturas características de las rocas conocidas
genéricamente como diabasas*. Los diques de diabasas son muy abundantes en el Parque, sin embargo son difíciles de observar debido a que su composición las hace especialmente sensibles a la meteorización y se suelen alterar con más facilidad que las rocas en las que encajan (Generalmente, forman suelos potentes que ocultan los afloramientos de roca fresca).
Las rocas subvolcánicas ácidas reciben tres nombres genéricos: pórfidos, aplitas y pegmatitas, de las tres hay en el Parque. Los pórfidos representan la cristalización en ambiente subvolcánico de magmas de composición similar a los que forman los granitos. La característica textural más distintiva es la heterogeneidad del tamaño de los cristales, de manera
que coexisten cristales que pueden llegar a ser muy gruesos con otros de tamaño tan fino que difícilmente se observan a simple vista. Este tipo de textura se denomina porfídica y se relaciona con el nombre genérico de la roca. Son escasos los afloramientos de pórfidos que presenten características adecuadas para ser mostrados en una guía como ésta.
Los afloramientos más importantes de aplitas son los que se encuentran al oeste de Cazalla de la Sierra, y que son motivo de explotación para la fabricación de porcelanas Forman un cuerpo alargado en la dirección E-O con una longitud de unos cinco kilómetros y un espesor que llega a alcanzar 500 metros. Su composición mineral está dominada por cuarzo y albita con cantidades menores de otros minerales. Presentan una textura microgranuda formada por el intercrecimiento de sus componentes principales (cuarzo y albita). Además de los afloramientos de Cazalla, durante la elaboración de esta guía, se han observado otros de dimensiones mucho más modestas en distintos puntos del parque.
Probablemente uno de los más característicos es el que se observa en la trinchera de la carretera que va desde El Real de la Jara a Cazalla de la Sierra y que se muestra En el Parque existen algunos afloramientos de
pegmatitas formando cuerpos tabulares de dos o tres metros de espesor. Están compuestas por feldespatos, cuarzo y moscovita con algunos otros minerales accesorios. El tamaño de grano de los cristales es muy grueso, llegando a medir hasta varios centímetros. El mejor ejemplo de este tipo de rocas se encuentra en el Arroyo de las Cañas, al oeste de El Pedroso
En cualquier caso, las pegmatitas no constituyen una litología relevante en el Parque si atendemos a la abundancia de sus afloramientos. Por el contrario, son muy características en el vecino Hornachuelos en el que voluminosos cuerpos de pegmatitas fueron explotados para la obtención de feldespatos, de interés para la industria cerámica.

La actividad volcánica da lugar a rocas de diversa naturaleza dependiendo del tipo de magma y del mecanismo de salida hasta la superficie. Los magmas de composición básica suelen extruir en forma de coladas de lava debido a que presentan viscosidades bajas y su enfriamiento es relativamente lento. Por el contrario, los magmas ácidos presentan altas viscosidades y enfriamiento rápido, características que pueden propiciar la obstrucción de los canales de salida, y como consecuencia la expulsión del magma se produce mediante grandes explosiones que dan lugar a las rocas piroclásticas. En el Parque existen excelentes ejemplos de uno y otro tipo de procesos volcánicos, así como de las rocas resultantes de los mismos.

Parque natural Sierra Morena de Sevilla 

lunes, 22 de abril de 2019

Documentación sobre Guadalcanal en el archivo de la Real Chancillería de Granada

Segunda parte

Pleitos civiles.
El Concejo de Guadalcanal se revela como decidido valedor de los intereses de la villa, especialmente en lo que afecta a las rentas y bienes municipales [5]. Así en fecha tan temprana como 1529 el Ayuntamiento litigaba con Alonso de Cárdenas, Conde de la Puebla del Maestre, sobre el aprovechamiento de pastos [6]. En 1544 los capitulares guadalcanalenses se enfrentaban con los alguaciles de la Provincia de León, de la Orden de
Santiago (jurisdicción a la que como sabemos perteneció nuestra localidad hasta el siglo XIX) sobre la elevación de la cuantía de los derechos de las ejecuciones judiciales [7]. Dos años después el Ayuntamiento litigaba con Diego López de Zúñiga para que en las exenciones de impuestos de algunos vecinos de la villa no se cobrasen derechos superiores a seis maravedís [8]. En relación con este último asunto, en 1552 el Concejo iniciaba autos contra los alguaciles Alonso de Goni y Francisco de Espinosa, para que no pudieran llevar más de seis maravedís por cada sentencia que ejecutasen en la villa, lo cual iba en contra de las provisiones y sentencias a favor de la población [9]. Y algo antes, en 1548, el regidor Alonso Hernández y sus compañeros se enfrentaban con el Fiscal del Rey sobre el reparto de impuestos y cargas concejiles [10]. Ya en el siglo XVII, concretamente en 1608, los oficiales concejiles litigaban con Alonso Ramos el Rico, conocido personaje de la historia local, sobre el cobro de unos censos o tributos [11]. Cuatro años después, en 1612, Isabel Ramos de Leiva, vecina de Sevilla, pleiteaba con el Concejo de Guadalcanal a cuenta de bienes de propios [12]. En el siglo siguiente, en 1754, José Vélez Moro, alcalde de Guadalcanal, demandaba al Juez de la Provincia de León, de la Orden de Santiago, sobre el cumplimiento de la testamentaria de Ignacio Gálvez [13].
El propio desarrollo de la política municipal también destapaba fricciones. Así en 1572 se inician autos en la Chancillería a cuenta de cabildos municipales de varios años [14].
Por el contrario, otras veces eran los particulares los que demandaban al Ayuntamiento en defensa de sus intereses, especialmente en el ámbito del uso y explotación de la propiedad agraria. Para nuestro caso, podemos citar el pleito, desarrollado entre 1546 y 1552, entre Pedro Martín Freile y el Concejo de Guadalcanal sobre el aprovechamiento de una dehesa [15]. Poco después, en 1548, Francisco Batallanes, vecino de Guadalcanal, se enfrentaba con dicho concejo sobre asunto de aguas [16].
Y en 1562 Cristóbal Sánchez de Cortaza demandaba al Ayuntamiento y a los dueños de varios molinos sobre la propiedad de aguas [17]. Con igual intensidad el cobro de los impuestos se convirtió en foco de reclamaciones judiciales. De esta forma en 1532 Francisco Ramírez demandaba al Concejo de Guadalcanal sobre el cobro de alcabalas [18].
Otra fuente de conflictos fueron las relaciones entre el Concejo y el Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla, institución a la que en 1540 el Emperador Carlos I vendió la mitad de las rentas de la encomienda de Guadalcanal y la totalidad de las que les correspondían a la Mesa Maestral [19]. De esta forma en 1544 el hospital sevillano litigaba con el Ayuntamiento de nuestra villa a propósito de la gestión del oficio de escribano público [20]. Tres años después, ambas instituciones volvían a enfrentarse sobre la pretensión que tenía el hospital de cobrar cuatro celemines de cebada por vecino [21]. Y a fines de la centuria, en 1574, el tema objeto de conflicto volvía a ser el arancel que cobraban los escribanos públicos [22].
La citada institución de la encomienda de Guadalcanal está también presente en los autos judiciales de la Chancillería granadina. De este modo, en 1501 Don Fadrique Enríquez, comendador de la Orden de Santiago en Guadalcanal, litigaba con Alonso Ortega sobre un molino propiedad de la encomienda [23]. Cinco años después, el mismo comendador demandaba a Juan Jiménez de Lacallalengua [sic], vecino de dicha villa, por cierta renta [24].
Igualmente son numerosos los casos de conflictos entre particulares, especialmente sobre temas económicos y propiedades inmuebles. De este modo, entre 1528 y 1534 se desarrolla el litigio iniciado por Juan Jiménez y Teresa de Ortega contra Francisco López sobre la propiedad del agua de una fuente [25]. En la siguiente centuria menudean las denuncias. Así en 1604 Rodrigo Castillo Ramos, vecino de Guadalcanal, demandaba a los marqueses de Villanueva del Fresno a cuenta de los retrasos de los intereses de un censo o tributo [26]. Tres años después, el ya citado Alonso
Ramos el Rico demandaba a Jerónimo Ortega Valencia sobre el cobro de la cantidad principal e intereses de un tributo [27]. Por último, en 1782 Juan
Sánchez Romero, vecino de Guadalcanal, litigaba con Diego Sánchez Romero sobre el pago de unas casas [28].
Una institución tan típica de la época como fueron los mayorazgos aflora en estos autos judiciales. En este sentido, tenemos el pleito de 1737 de Rodrigo Guillermo Aranda Castro y Sotomayor, contra Francisco de Maeda, sobre parte de los bienes del vínculo y mayorazgo que fundaron Francisco Jiménez de Sotomayor y su mujer en 1646 [29]. Y en la misma línea, en 1764 Doña Rafaela Villalobos Ortega, marquesa viuda de la Vega, vecina de la villa de Guadalcanal, obtenía una Real Provisión en el pleito que mantenía, en representación de sus hijos, con Doña Antonia Micaela Tobalina Dávalos, vecina de Badajoz y abuela paterna de éstos, sobre el pago de alimentos correspondiente a unos mayorazgos [30].
Por último, habría que referirse a los numerosos pleitos de la sección de Hidalguía, incoados por aquellos vecinos que querían probar su condición de hidalgos para así lograr no sólo ventajas fiscales al ser eximido del cobro de impuestos, sino también el reconocimiento de su nuevo status social como miembros de la baja nobleza. El afán pleitista de los siglos de la Edad Moderna inundó el tribunal de la Chancillería de un océano documental de probanzas, reclamaciones, etc., que constituyen una fuente documental de gran valor para el estudio de la genealogía y la historia familiar. Muchos vecinos de Guadalcanal participaron de este prurito de ennoblecimiento al iniciar autos de hidalguía en el tribunal granadino. Sus nombres se pueden localizar en el catálogo de la sección específica elaborado por Pilar Núñez Alonso [31], a donde remitimos al lector interesado para no desbordar los límites de este artículo, con el que hemos pretendido, en definitiva, llamar la atención sobre las posibilidades que para la investigación de la historia de Guadalcanal ofrece este archivo granadino de tan abrumadora riqueza documental.

[5] MALDONADO FERNANDEZ, Manuel: “Gobierno del Concejo de Guadalcanal bajo la jurisdicción de la Orden de Santiago”, en Revista de Guadalcanal (2001), págs. 97 – 105.
[6] Caja 1347, pieza 6.
[7] Caja 529, pieza 2.
[8] Caja 1098, pieza 8.
[9] Caja 2470, pieza 25.
[10] Caja 1867, pieza 13.
[11] Caja 1576, pieza 12.
[12] Caja 620, pieza 9.
[13] Caja 642, pieza 10.
[14] Caja 1839, pieza 9.
[15] Caja 414, pieza 1.
[16] Caja 644, pieza 9.
[17] Caja 1603, pieza 7.
[18] Caja 1976, pieza 2.
[19] MALDONADO FERNANDEZ, Manuel: “Economía y sociedad en Guadalcanal durante el Antiguo Régimen”, en Revista de Guadalcanal (2003), págs. 37 – 38.
[20] Caja 1487, pieza 7.
[21] Caja 117, pieza 13.
[22] Caja 1515, pieza 5.
[23] Caja 548, pieza 18.
[24] Caja 5394, pieza 1.
[25] Caja 1922, pieza 10.
[26] Caja 1810, pieza 5.
[27] Caja 2080, pieza 27.
[28] Caja 1787, pieza 2.
[29] Caja 732, pieza 8.
[30] Caja 9124, pieza 10.
[31] NUÑEZ ALONSO, Pilar: Archivo de la Real Chancillería de Granada. Inventario de la Sección de Hidalguía. (2 vols.). Real Maestranza de Caballería de Granada, 1985.

Salvador Hernández González 
Revista Guadalcanal 2008

lunes, 15 de abril de 2019

nuestro entorno 18

RASGOS GEOLÓGICOS GENERALES DEL PARQUE DE LA SIERRA NORTE DE SEVILLA

Segunda Parte

Capas de Campoallá
Es el nombre de una unidad estratigráfica de edad cámbrica, constituida por rocas sedimentarias detríticas y carbonatas (pizarras, areniscas y calizas) que está ampliamente representada en la Sierra. Afloran prácticamente en toda la mitad norte del Parque y sus afloramientos son los de mayor extensión en la región. La proporción relativa de pizarras, areniscas y calizas varía fuertemente de unos puntos a otros, de manera que en ocasiones está formada casi íntegramente por solo una de estas litologías, por dos de ellas o por las tres en proporciones variables.
Cuando esto último ocurre, las “Capas de Campoallá” se muestran como una secuencia alternante de estratos de espesor centimétrico de pizarras, calizas y areniscas, de aspecto muy llamativo, como el que puede apreciarse en los taludes de las carreteras de Cazalla de la Sierra a Alanís, Cazalla a San Nicolás del Puerto y Constantina-Las Navas de la Concepción donde los afloramientos son de una calidad excepcional. La sedimentación de estos materiales tuvo lugar en una cuenca marina amplia, homogénea y poco profunda, probablemente en un mar cerrado
Ejemplos de areniscas asociadas a conglomerados son muy abundantes en las cuencas pérmicas y permotriásicas del Parque (Viar, San Nicolás del Puerto, El Retortillo). Representan la sedimentación de tipo fluvial y aluvial, como se ha comentado más arriba. También hay areniscas neógenas en la carretera de Constantina a Lora del Río.
Lo mismo que se ha apuntado para los conglomerados, la formación actual dearenas en el Parque se puede observar en numerosos puntos en relación con cauces fluviales, llanuras de inundación y también como parte de los suelos que se están formando en zonas Lutitas y pizarras. Las lutitas son sedimentos de tamaño de grano inmediatamente inferior al de las arenas (< 0,0625 mm). El término incluye limos, arcillas y pizarras.
En la actualidad es posible encontrar lutitas formando parte de los suelos de la región o como parte de los sedimentos en las terrazas y llanuras de inundación que conforman algunos de los ríos del Parque. Lutitas sin litificar pueden observarse también asociadas a formaciones sedimentarias antiguas en la Cuenca del Viar en relación con rocas pérmicas y, con formaciones terciarias en la carretera de Constantina a Lora del Río. Las pizarras, por su parte son extremadamente abundantes en la mayoría de las formaciones reconocidas en el Parque. Una de las más características corresponden a rocas de edad cámbrica de la cuales existen excelentes afloramientos en el Cerro del Hierro y su entorno, en algunos puntos con fósiles de trilobites muy bien conservados. Estas pizarras proceden de la sedimentación, y posterior foliación, de lutitas en una cuenca marina y de escasa profundidad: una plataforma continental.
También existen excelentes afloramientos de pizarras de color negro en la “Unidad del Valle”, junto al embalse del Pintado. En este caso se trata, de formaciones pizarrosas del Ordovícico, Silúrico y Devónico cuyo contenido en fósiles de graptolites ha permitido su datación precisa, hasta el punto de considerarse estos afloramientos un ejemplo de referencia a escala mundial.
Además de los ejemplos que acabamos de indicar, donde las pizarras son la litología principal, este tipo de rocas aparecen intercalas con conglomerados o areniscas en prácticamente todos los afloramientos del
Parque. También las pizarras son una de las litologías que conforman las
“Capas de Campoallá”
.
Rocas químicas
En este apartado, y refiriéndonos al Parque, se incluye la descripción de las rocas carbonatadas relacionadas con formaciones antiguas y los travertinos que se siguen formando en la actualidad en lugares como la rivera del Huéznar.
Cuando las rocas carbonatadas han sufrido metamorfismo forman mármoles o skarns y se describen en el apartado correspondiente a rocas metamórficas.
Calizas.-
Son rocas de  agua. El mecanismo de depósito puede ser puramente inorgánico, pero en la gran mayoría de los casos tiene lugar gracias a la participación de organismos vivos. En rocas y sedimentos recientes, es relativamente fácil inducir el mecanismo de depósito, teniendo en cuenta que los rasgos texturales originales suelen estar bien conservados. Por el contrario, cuando se trata de rocas antiguas, no siempre se conservan evidencias de su origen y, por tanto, es más difícil deducir el tipo de procesos que las generaron. A pesar de ello, en el Parque existen excelentes ejemplos de rocas carbonatadas en las que el buen estado de conservación permite ir hacia atrás en el tiempo y deducir los procesos con los que están relacionadas.
Durante el trabajo de campo previo a la elaboración de esta guía, hemos observado la presencia de rocas sedimentarias carbonatadas en relación con formaciones del Cámbrico inferior, Devónico, Pérmico, Cenozoico y Cuaternario. La mayoría de ellas contienen fósiles indicativos de su edad y, en algunos casos, del ambiente sedimentario en que se formaron.
Calizas cámbricas.-
Constituyen afloramientos muy extensos en la franja central del Parque y cerca del límite de lo que queda de la Cuenca Pérmica del Viar. Se presentan con estructura masiva o bandeada y en ocasiones presentan
intercalaciones de areniscas y/o pizarras. Las de estructura bandeada conservan restos que indican que su origen tuvo lugar en medios litorales y en relación con mallas de algas y otros organismos capaces de facilitar el depósito del carbonato cálcico disuelto en el agua marina. Excelentes ejemplos de este tipo de rocas pueden observarse en el Cerro del Hierro, en la sierra de Hamapega y en muchos otros puntos del Parque, a pesar del
proceso de memorización que de manera generalizada muestran estas calizas. Otras veces, presentan estructuras sedimentarias de ordenamiento interno constituidas por laminaciones paralelas o cruzadas indicativas del
re depósito en medios litorales (playas y llanuras de marea), en condiciones similares a las comentadas anteriormente para las areniscas. De todas formas, lo más común es que presenten estructuras masivas, que pueden estar relacionadas bien con la estructura original o con procesos posteriores al depósito, que borrasen los rasgos originales. Una característica generalizada de estas rocas es su morfología kárstica, con figuras de disolución de todos los tamaños.
Otro hecho frecuente en estas formaciones calcáreas es la alternancia de bancos de naturaleza carbonatada con otros de origen detrítico como ocurre por ejemplo con las unidades cámbricas que afloran fundamentalmente en la mitad septentrional del Parque (Capas de Campoallá). En estos casos, el ambiente de depósito de los carbonatos, probablemente una plataforma marina somera, fue sometido periódicamente a avenidas de sedimentos detríticos procedentes de tierra firme.
Calizas devónicas.-
Aunque no son muy abundantes, existen en el Parque afloramientos de calizas que han sido datados como devónicos. Entre ellos, los más interesantes son los que aparecen como lentejones en las series detríticas que se encuentran junto al embalse del Pintado y que forman parte de la estructura geológica conocida como Sinclinal del Valle. Estas rocas contienen fósiles de crinoides  en buen estado de conservación          .
También hay afloramientos de calizas devónicas en Sierra Traviesa, cerca del límite suroeste del Parque. Corresponden a una franja de calizas oolíticas y arrecifales muy brechificadas cuya edad ha sido definida como Devónico Superior-
Carbonífero Inferior. Hacia el noroeste, existe una formación carbonatada similar que se extiende como una banda estrecha (20 metros de potencia aprox.) y discontinua desde Santa Catalina, por el norte de Almadén de la Plata hasta el límite del Parque. En su prolongación hacia el SE, fuera del Parque, esta formación calcárea se explota para áridos y fabricación de cemento.
Calizas pérmicas.-
Aparecen como capas que coronan el relleno de las pequeñas cuencas pérmicas que aparecen en diversos puntos del Parque. Los afloramientos son de escasa calidad y su interés radica en su significado geológico, debido a que contienen fósiles de agua dulce, lo cual confirma un medio lacustre como ambiente de depósito. El ambiente lacustre justifica también el pequeño tamaño relativo de las cuencas que los contienen. El mejor ejemplo para ver este tipo de calizas está al noreste de San Nicolás del Puerto, junto al Sendero de las Dehesas.
Calizas miocenas.-

Solamente se han identificado en el extremo sureste del Parque, junto a la carretera de Constantina a Lora del Río. Son calizas arenosas y muy ricas en fósiles entre los que se incluyen erizos, ostreas y otros lamelibranquios, gasterópodos, etc. Este tipo de calizas afloran en todo el borde de la cuenca del Guadalquivir e indican que hasta allí, como mínimo, llegaba la costa del Tethys hace 7 millones de años aproximadamente (Turonense superior). La localización de estos materiales a una altitud de 320 m implica que, en el tiempo indicado, el nivel del mar estaba a esa altura respecto al nivel del mar actual. Para ser exactos esta medida debe ser corregida en función de algunos parámetros geológicos, pero aun así nos permite hacernos una idea de la magnitud tan importante de los movimientos de ascenso y descenso relativo del nivel del mar a lo largo del tiempo.

Parque natural Sierra Morena de Sevilla 

lunes, 8 de abril de 2019

Documentación sobre Guadalcanal en el archivo de la Real Chancillería de Granada


Primera parte

El Archivo de la Real Chancillería de Granada conserva entre sus fondos un importante volumen de documentación de interés para la historia de Guadalcanal, dada la extensión territorial de la jurisdicción judicial ejercida por dicho organismo durante el Antiguo Régimen. Por ello, para entender la presencia de estos documentos en este archivo radicado en la capital de la Alhambra, conviene que tracemos una semblanza de la historia de este organismo judicial de tan amplia extensión territorial [1].
El tribunal de la Real Chancillería de tuvo su origen en el denominado Tribunal de Oidores, que era itinerante en principio. Los Reyes Católicos intentaron poner fin al desorden que la administración judicial había padecido Castilla, por lo que la Real Chancillería se estableció de manera definitiva en Valladolid, rigiéndose para su gobierno con las ordenanzas dadas en Medina del Campo en 1489. Como la jurisdicción de este órgano judicial era muy grande, se creó otro tribunal similar en Ciudad Real, dotado con ordenanzas propias en 1494. La jurisdicción de cada uno de estos tribunales venía separada por el río Tajo, correspondiendo los territorios situados al norte de este curso fluvial al tribunal de Valladolid y los del sur al de Ciudad Real. Sin embargo, por real provisión del 20 de septiembre de 1500 se ordena el traslado a Granada del Tribunal de Ciudad Real, lo que no se ejecutó hasta 1505. La que a partir de ahora se conocerá como Chancillería de Granada tenía una amplia jurisdicción, que se extendía a toda Andalucía, Reino de Murcia, La Mancha, Extremadura y Canarias. Y al mismo tiempo le fueron concedidos grandes prerrogativas y privilegios extraordinarios, confirmados y ampliados por distintos monarcas en épocas posteriores. Era el Tribunal Superior de Justicia en el que se conocía en apelación todas las causas de los jueces de provincia que estaban dentro de su distrito y, privativamente, de los de hidalguía y bienes de los Mayorazgos. A finales del siglo XVIII la creación de la Real Audiencia de Extremadura, con sede en Cáceres, desgajó del tribunal granadino la jurisdicción judicial sobre los territorios extremeños, a los que como es sabido perteneció Guadalcanal hasta el siglo XIX.
La historia del Archivo va de la mano con la propia institución. Como parte inherente de la Chancillería compartió hasta la extinción de este organismo en 1834 sus ubicaciones, primero en Ciudad Real y desde 1505 en Granada, donde pasó por diversos emplazamientos hasta ocupar finalmente el edificio renacentista de la Plaza Nueva. El gran volumen de documentación generado por este organismo judicial, con la consiguiente necesidad de tratamiento archivístico de sus fondos, hizo que en 1906 este archivo judicial pasase a ser atendido por el Cuerpo Facultativo de Archiveros. Sin embargo, lo obsoleto de las instalaciones motivó su traslado en 1963 a la remodelada Casa del Padre Suárez, inaugurándose esta nueva sede en 1966. Pero pronto estas instalaciones revelaron sus carencias y problemas, solucionados con una profunda intervención en el edificio en el año 2000, que dio como resultado un edificio de nueva planta que reproduce en su aspecto exterior la fachada del antiguo, del que perduran sólo algunas dependencias de especial interés artístico. Con motivo de estas obras los fondos se trasladaron a una sede provisional, compartida con el Archivo Histórico Provincial de Granada, hasta que recientemente han vuelto a la remodelada Casa del Padre Suárez, donde este rico depósito documental goza ahora de unas magníficas instalaciones.
Pasando ya al comentario de los fondos relativos a Guadalcanal, el grueso de la documentación se centra obviamente en la sección de Pleitos, dada la naturaleza judicial de la institución que originó esta documentación.
Dentro de estos densos autos judiciales podemos establecer dos grandes bloques temáticos en función de su naturaleza: los pleitos eclesiásticos y los pleitos civiles.

Pleitos eclesiásticos.

El afán legalista de las instituciones eclesiásticas del Antiguo Régimen en la defensa de sus intereses les llevaba a iniciar actuaciones judiciales que en muchas ocasiones desbordaban el marco de la propia justicia eclesiástica y sus organismos propios – curias diocesanas, provisoratos, etc. – para desembocar en el la jurisdicción civil, a quien se le pedía la última palabra sobre las cuestiones planteadas. Este es el caso del litigio de 1646 entre el Provisor y Vicario General de la Orden de Santiago, residente en la vecina localidad de Llerena, y el Concejo de Guadalcanal, a cuenta de ciertos bienes pertenecientes a frailes adscritos al convento de San Marcos de León, de la propia orden militar santiaguista [2]
Otras veces sucedía a la inversa, cuando los particulares pleiteaban contra las instituciones eclesiásticas, especialmente en relación con la propiedad inmobiliaria. Así en 1566 Alonso Gálvez litigaba con la Iglesia
Mayor de Santa María de Guadalcanal sobre la sucesión y propiedad de unas casas vinculadas al mayorazgo fundado por el cura Juan Muñoz  [3]. Y  en 1761 Diego de Morales y Tejedo, como marido de María de Arjona Boza, demandaba a los conventos de monjas de la localidad a propósito de una herencia [4].
[1] En este punto sintetizamos lo expuesto por NUÑEZ ALONSO, Pilar:Archivo de la Real Chancillería de Granada. Guía del investigador. Madrid, 1984. Págs. 11 – 13
[2] Caja 5309, pieza 21.
[3] Caja 505, pieza 5.
[4] Caja 1327, pieza 6

Salvador Hernández González

Revista Guadalcanal 2008

lunes, 1 de abril de 2019

Nuestro Entorno 17

RASGOS GEOLÓGICOS GENERALES DEL PARQUE DE LA SIERRA NORTE DE SEVILLA

Primera parte

Desde el punto de vista geológico, el Parque Natural Sierra Norte de Sevilla se localiza en el Macizo Hespérico. Esto significa que todas sus rocas están relacionadas con la Orogenia Varisca. También significa que todas ellas son de edad prepaleozoica y paleozoica, o a lo sumo del Triásico inferior, es decir 250 millones de años para las más jóvenes1. Hay una excepción a estos datos ya que al sur de la población de Constantina, en la zona suroriental del Parque, existen algunos afloramientos de sedimentos y rocas sedimentarias miocenas que indican que hasta allí, como mínimo, llegaba la Depresión del Guadalquivir. Son el testigo de la línea de costa de hace 7 millones de años aproximadamente, y su origen en nada está relacionado con el resto de las rocas del Parque. Casi el 90% de la superficie del Parque se localiza en la Zona de Ossa-Morena, un 10 % en la Zona Surportuguesa y menos del 1% se corresponde con los restos-testigo de las rocas de la Depresión del Guadalquivir.
EDAD DE LAS ROCAS DEL PARQUE
El mapa muestra la distribución en superficie de las edades de las rocas del Parque. Las precámbricas son las más antiguas, sus afloramientos están representados por un núcleo anticlinal al oeste del embalse de El Pintado, una banda de rocas detríticas que se extiende al norte de El Real de la Jara, los mármoles de la Loma del Viento al norte de Guadalcanal y algunos afloramientos de pequeña extensión localizados cerca del extremo suroriental. El Cámbrico es el sistema con los afloramientos más extensos de la región, aunque sus rocas pueden encontrarse en cualquier latitud del Parque predominan en la mitad septentrional. Silúrico y Ordovícico se encuentran fundamentalmente representados por la llamada Unidad del Valle, que se extiende como una estrecha banda al este del Embalse de El Pintado. Los materiales del Devónico y Carbonífero Inferior corresponden sobre todo a la parte del Parque perteneciente a la Zona Surportuguesa, al sur de Almacén de la Plata, aunque también hay algunos afloramientos devónicos en el sinclinal del Valle y en otros puntos. Las rocas del Carbonífero Superior, Pérmico y Permotrias representan el relleno de lo que fueron las cuencas post-variscas de San Nicolás del Puerto, Viar y alrededores del embalse del Retortillo.
Desde los últimos tiempos paleozoicos, hasta el Cenozoico superior no hay ninguna litología representada. Un lapso de prácticamente 240 millones de años sin registro estratigráfico alguno separa las rocas formadas bajo la influencia varisca  de las neógenas y cuaternarias de la Depresión del Guadalquivir (cobertera alpina).
En la actualidad, hay procesos geológicos que siguen generando nuevos materiales y que en el entorno del Parque se manifiestan en la formación de suelos y aluviones, y en el depósito de travertinos, estos últimos especialmente activos en la rivera del Huéznar.

NATURALEZA Y COMPOSICIÓN DE LAS ROCAS DEL PARQUE
En el Parque afloran rocas correspondientes a las tres categorías de clasificación fundamentales en Geología: ígneas, metamórficas y sedimentarias. A su vez, cada uno de estos tipos de roca incluye una gran variedad, dando como resultado la gran diversidad litológica que la Sierra nos ofrece. De cualquier manera, todas las rocas no están igualmente representadas en la región, las más frecuentes son las sedimentarias que se distribuyen por toda la superficie de la comarca, aunque son más abundantes en la mitad norte, que es donde hay menos intrusiones ígneas. Estas aparecen especialmente concentradas en la mitad meridional, mientras que las rocas metamórficas en sentido estricto se encuentran reducidas a extensiones menores dispersas por el Parque.
El mapa de la figura 18 representa la distribución en superficie de los diferentes tipos de rocas del Parque.
Rocas sedimentarias
En el Parque hay grandes afloramientos de rocas sedimentarias tanto detríticas como químicas (ver Rocas Sedimentarias,  con un gran rango de edad, desde proterozoicas hasta prácticamente actuales.
Rocas detríticas
Conglomerados.- Los conglomerados son rocas detríticas de tamaño de grano grueso, es decir, que el tamaño de las partículas que los constituyen es superior a 2 mm. Se pueden originar en medios sedimentarios continentales, litorales o marinos, pero son especialmente representativos de la sedimentación continental. En estos casos, muy frecuentemente, aparecen impregnados de óxidos de hierro y “teñidos” de un intenso color rojo. Dentro del ámbito del Parque, los mejores afloramientos de conglomerados se han observado en formaciones geológicas pérmicas y permotriásicas y la mayoría obedecen a las características anteriormente indicadas. Muestran una intensa coloración rojiza y se depositaron por la acción de ríos y aguas de escorrentía del continente más grande que jamás ha existido en la historia geológica del planeta: La Pangea. A este grupo pertenecen los conglomerados de la Cuenca Pérmica de El Viar y de San Nicolás del Puerto, donde pueden observarse buenos ejemplos de abanicos aluviales, conos de deyección y barras fluviales fósiles. También hay conglomerados de la misma edad en la carretera que va de Alanís a Malcocinado. Por último, señalar los espléndidos afloramientos que se observan en la carretera de Navas de la Concepción a Puebla de los Infantes, poco antes de llegar al embalse del Retortillo. Los cantos que forman los conglomerados de estos dos últimos afloramientos presentan como rasgo muy llamativo superficies pulimentadas con una especie de barniz que les confiere un brillo en algunos casos espectacular. Este tipo de barniz es común en rocas expuestas a condiciones ambientales extremadamente áridas, que son las que reinaban durante el Pérmico e inicio del Triásico en lo que ahora es
La Península Ibérica.
En la actualidad, se puede presenciar la formación de conglomerados en relación con los ríos y arroyos del Parque, basta con mirar cualquiera de sus aluviones. Son múltiples los ejemplos que podrían citarse
Arenas y areniscas.
Las arenas son sedimentos detríticos en los que el tamaño de grano de las partículas es menor de 2 mm y mayor de 0,0625 mm. Las areniscas son las rocas que se forman a partir de las arenas. Junto con las lutitas y calizas son las rocas sedimentarias más abundantes en la naturaleza. Pueden estar relacionadas con sedimentación continental o marina, tanto en el ámbito costero (playas, cordones de dunas, llanuras mareales) como en plataformas marinas o fondos oceánicos profundos a los cuales pueden llegar los detritus procedentes de los continentes.
En el Parque hay numerosos afloramientos de areniscas en relación con rocas de prácticamente todas las edades representadas en la zona. Unas veces aparecen como litología dominante y otras intercaladas o alternantes con otros tipos de roca. Cabe destacar las cuarcitas del Cámbrico, que son el registro de playas fosilizadas de esa edad, entre 500 y 540 ma; en estas rocas existen algunos yacimientos de icnofósiles de gran interés paleoecológico y bioestratigráfico. Los mejores afloramientos de este tipo de depósitos se localizan en el término municipal de Las Navas de La Concepción.
Características sedimentológicas semejantes muestran las cuarcitas devónicas del Calvario, al sur de Almacén de la Plata, aunque estos afloramientos son de escasa calidad.
Las areniscas que afloran al sureste de San Nicolás del Puerto, en la Vía Verde construida sobre el antiguo ferrocarril minero del Cerro del Hierro, muestran buenas evidencias del medio costero donde se depositaron. Abundantes ripples (Ripples” son las ondulaciones que se forman en cualquier fondo arenoso debido a la acción de una corriente que puede ser fluvial, marina o eólica. Dependiendo de las características de la corriente y, también, de las arenas se forman diferentes tipos de ripples. En la actualidad pueden verse en las orillas de los ríos, en la playa, especialmente, cuando la marea está baja y también sobre la superficie de las grandes dunas de los desiertos.) Originados por las olas de una playa de hace más de 500 millones de años pueden verse junto a otras estructuras sedimentarias fósiles.

Parque natural Sierra Morena de Sevilla